Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Propiedad de Vegeta ( Chapter 13 )
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Amor difícil
Capítulo trece
Propiedad de Vegeta
El ambiente era incómodo.
Desde que Vegeta la había abandonado, por decir lo menos, las cosas eran un poco incómodas; en todo caso para ella. Él apenas le dirigía la palabra en los últimos días, a pesar de no haber cambiado su rutina en absoluto. Todavía entrenaba a Trunks, entraba a la cocina y comía, la única diferencia de lo habitual eran sus peleas; no había ninguna porque no se hablaban. Hasta el día de hoy, Bulma no sabía lo que causó que interrumpiera el encuentro de esa noche. Nada se dijo, ningún incidente ocurrió y, aun así, él se marchó.
Era como si cada día que pasaba, Vegeta se volviera más complicado y difícil de entender.
Él no era alguien que evitara a la gente porque sufría un percance con ellos, así que si la ignoraba por completo, se debía a un problema. Rayos, la cámara de gravedad no se había descompuesto en días, ¿significaba eso qué estaba siendo cuidadoso para no pedirle que la arreglara? Vegeta no le tenía miedo, no debería preocuparse por exigirle que solucionara los problemas de su preciosa cámara. Algo no se sentía bien, no importaba cuántas veces repasara los acontecimientos en su mente, todo carecía de sentido. Con un suspiro, espantó los pensamientos y concentró su atención en el trabajo.
Estaba poniendo el toque final al evento de caridad de la Corporación Cápsula. Anualmente, ofrecían uno y por lo general, su padre se ocupaba de ello. Pero él no se hacía más joven; Bulma comprendía que era su obligación asumir el control de la compañía, así que incluso si los tiempos eran estresantes, aceptaría la responsabilidad. Era perfeccionista y todo debía salir exactamente como lo pedía o la vena en su sien amenazaba con estallar. Por fortuna para ella, no se presentó ningún incidente hasta ahora, porque había tomado excesivas precauciones.
Una de esas medidas de precaución era organizar el evento en otro lugar. Cuanto más lejos Vegeta estuviera de una multitud, mejor; al menos en su opinión. Y no tendría que preocuparse de que él explotara la casa o arruinara todo. Además, ya había hecho arreglos para que su madre cuidara a Trunks, así sería capaz de lidiar con todos los molestos hombres de negocios que estarían allí. Aunque prefería cuidar a su hijo, sabía que si no trataba con los sujetos, su padre tampoco lo haría.
Como seguía siendo el presidente de la compañía, era obvia su presencia, pero se aseguraría de que trabajara lo menos posible.
Bulma inclinó la cabeza de un lado al otro para relajar el cuello. La tensión aumentaba y con todo, la hizo a un costado. Si podía lidiar con Vegeta diariamente, podía organizar este evento.
Respiró hondo y se alejó de la laptop. El último detalle que restaba por cuidar era su vestido. El impulso de ir de compras apareció al instante, sin embargo, se encontró preguntándose si no habría problemas en usar algo que ya poseyera, por mucho que fuera Bulma Briefs y hasta ahora nunca hubiera sido vista llevando el mismo atuendo dos veces para un evento.
Aún había mucho que hacer: alimentar a Trunks, darle un baño y cámbialo.
¿Podría darse el lujo de perder horas en compras?
Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—Entra —indicó.
En seguida, Bunny apareció con una enorme sonrisa en el rostro. Obviamente ocultaba algo detrás de su espalda mientras se acercaba a su hija. Bulma luchó contra la necesidad de poner los ojos en blanco cuando notó la emoción de su madre, ¿qué había hecho esta vez? La señora Briefs soltó una risita, se sentó en la cama y miró a su hija.
—Bulma, querida, fui de compras por ti.
Bulma frunció el ceño un poco; ¿por ella?, no recordaba haber pedido nada. Por otra parte, su madre solía ir de compras muy a menudo.
Bunny sacó lo que estaba escondiendo detrás de la espalda y le mostró a su hija un hermoso e impecable vestido negro. Bulma lo tomó, lo sostuvo frente a ella y lo observó. Era de corte bajo, probablemente terminaba a mitad del muslo, había una hendidura profunda, aunque decente y la espalda estaba semiexpuesta. Sus ojos azules se ampliaron algo. ¿No era demasiado vieja para llevar esto?, parecía un poco revelador. En ese momento, su frustración alcanzó un nuevo nivel. ¡Claro qué no era demasiado vieja!, ¿qué clase de pensamiento loco era ese?, estaba en la flor de su vida.
Con una sonrisa decidida en el rostro, Bulma miró a su madre.
—Gracias, mamá, esto será perfecto.
No solo eso, sino que también la rescató de su dilema actual. A veces, Bunny sabía cómo hacerse muy útil.
Su madre simplemente le devolvió la sonrisa.
—Así que dime —preguntó casi ruborizada —, ¿qué usará Vegeta?
La pregunta tomó a Bulma por sorpresa. ¿Vegeta?, ¿qué tenía que ver con esto?, ¿qué iba a... y luego comprendió. ¿Su madre pensaba qué lo llevaría de pareja? ¡Nunca ni en un millón de años! No solo no permitiría que lo arrastrara hasta allí, sino que haría pedazos a cualquiera que se atreviera a hablar con él. Un estremecimiento bajó por su espina dorsal al pensar en eso. Malas imágenes.
—Vegeta no irá, mamá —contestó con un tono algo apagado.
Bunny pareció sorprendida por la respuesta, tanto que casi abrió los ojos.
—¿No viene? ¡Cariño, no puedes ir sin un acompañante!, ¡y él es tu marido!
¿Ir sin un acompañante?, apretó los labios. En casi todos los eventos a los que había asistido, Yamcha era su cita con la excepción de algunos pocos años. Ella era Bulma Briefs, por supuesto que siempre tenía una cita, aun así, este año... las opciones parecían ser o morir al pedírselo a Vegeta, o ir sola. Aunque Bulma no era superficial, le habría parecido muy agradable llevar a alguien con ella. Por otro lado, debería tener cuidado; después de todo, el nacimiento de su hijo era conocido, pero el padre no. ¿Qué iba a decir? Soy una mujer soltera y el padre de mi hijo es un asesino de masas extraterrestre.
Ya podía ver los titulares.
A menudo, la pregunta había sido formulada, sin embargo, ella y su padre siempre la ignoraron. Mostrarse con un hombre en el evento comenzaría algunos rumores.
El pensamiento de llevar a Yamcha pasó por su mente, no sabía si esa era una buena idea. Los medios de comunicación lo conocían y asumirían que era el padre. Por más que los celos de Vegeta le derretían el corazón, no quería que lo matara. En ese momento, se dio cuenta de que estaba atascada. La mejor opción era ir sola, causaría mucho menos daño y habría menos riesgo de muertes.
—Quiero ir sola —contestó finalmente.
Bunny no entendía por qué su hermosa hija no deseaba ser acompañada por el hombre más guapo que existía, pero permitió que su sonrisa creciera en respuesta.
—Es tu elección, cariño, aunque estoy segura de que Vegeta se pondrá triste porque no lo invitaste.
Bulma casi resopló. Vegeta estaría aliviado de que no vaya a intentar arrastrarlo. Por supuesto, como de costumbre, su madre seguía completamente ajena a su entorno. ¿Acaso no podía notar cuán descortés e irascible era en realidad? Pensándolo bien, quizás resultaba ser algo bueno. Tal vez su madre se sentiría herida por sus palabras si entendiera la seriedad que él les ponía cada vez que las decía.
—Creo que lo superará, mamá.
Su madre asintió y se levantó de la cama.
—Te dejaré para que te prepares, cariño. —Estaba a punto de marcharse cuando recordó algo—. Oh, no te preocupes por Trunksy, ya desayunó y está con Vegeta ahora mismo.
Bulma quería preguntar quién le dio el desayuno, más no lo hizo. Tenía que ser su madre, porque si hubiera sido Vegeta, Bunny estaría adulando sus habilidades en este instante. Percibió un cosquilleo en el corazón y reconoció que era debido a que se sentía mal por estar atrapada en su trabajo, que no era ella quien cuidaba de su pequeño. Él era la prioridad en su vida. Bulma hizo una nota mental para compensarlo. Tal vez podría construirle un juguete nuevo o llevarlo a dar un paseo por el parque, o incluso mejor, pasar un día entero con él.
En el fondo, la mejor recompensa sería un día con “toda” la familia, pero no haría hincapié en ello. Un día con uno de sus padres era mejor que nada.
—Gracias, mamá —dijo Bulma completamente envuelta en sus pensamientos.
Bunny le sonrió; ¡era tan obvio qué pensaba en Vegeta! y ¿cómo no hacerlo? Era un hombre muy guapo y formaban una pareja estupenda. Sacudiendo la cabeza suavemente, salió de la habitación. Su nieto favorito estaba entrenando con su padre y tenía la seguridad de que ambos terminarían muy hambrientos, así que debía comenzar a preparar el almuerzo. ¡no podía permitir qué dos de sus hombres favoritos se murieran de hambre!
Bulma cerró la laptop y miró su reloj: eran las diez de la mañana. Eso significaba que le quedaban unas seis horas. Debía estar allí antes de que iniciara el evento solo para asegurarse de que todo iba de acuerdo al plan. De esas seis horas, necesitaría dos o tres para alistarse. No había mejor instante que el presente para tomar una ducha y encargarse de su cabello, luego trabajaría en su discurso y revisaría algunas cosas con su padre. Por último, daría los toques finales ella misma.
Mentalmente, cruzó los dedos y esperó que todo saliera bien. Ella no requería de otro desastre, en especial no con lo estresada que estaba.
✺✺✺
Bulma soltó un suspiro de alivio y se miró en el espejo.
Aunque pareciera increíble, el evento iba bien hasta el momento. Solo hubo unos pocos fallos en los preparativos, su discurso trascurrió sin problemas y la gente parecía estar pasando un buen rato. Una vez que terminó de hablarle a la audiencia, se dirigió al baño para arreglarse. Y ahora que todo había finalizado, se permitiría disfrutar un poco. Tenía que admitirlo, estos eventos no eran tan divertidos como solían ser; no porque no pudiera organizarlos adecuadamente, sino que ya no resultaban tan atractivos para ella debido a que era mayor.
¿Tal vez había superado esa etapa?
Pese a ello, su presencia era necesaria, así que los dejaría pensar que se estaba divirtiendo. Bueno, lo haría después de preguntar de nuevo por su niño, aun cuando lo hizo hace quince minutos. No era como si no confiara en su madre, después de todo, Vegeta se había quedado para cuidar de Trunks, así que no estaba preocupada. Era algo más que eso, ella lo extrañaba. Todos los días parecía crecer tan rápido y siempre temía el perderse un momento importante de su vida. Era bueno que la mayoría de las habitaciones en la casa tuvieran video vigilancia.
Bulma rápidamente se dio por vencida ante la idea de llamar y comenzó a buscar su celular en su bolso. En seguida marcó el número de su casa y esperó a que su madre atendiera. Un débil temor se elevó dentro de ella cuando nadie contestó. Su madre siempre respondía. ¿Pasaba algo?, ¿se hallaba Trunks bien? El teléfono había estado sonando unas veinte veces, pero todavía no sucedía nada. Sus respiraciones se aceleraron y empezó a imaginar los peores escenarios posibles. Ya pensaba en llamar al hospital.
De pronto, alguien respondió.
—¿QUÉ?
Ella conocía esa voz demasiado bien.
—¿Vegeta?
Él permaneció mudo durante unos segundos antes de que contestara malhumorado.
—Mujer, ¿qué quieres?
Debido a la reciente “ley del silencio” que al parecer le dedicaba, era extraño escuchar su voz de nuevo.
—¿Dónde están mi madre y Trunks? —preguntó ignorando el hecho de que estaba siendo civilizada con él. El muy idiota.
—La mujer tonta y el mocoso salieron, se lo llevó en ese artilugio llamado cochecito. ¿Has terminado de interrumpir mi entrenamiento?
Ella se burló.
—Ya no lo molestaré más, Su Majestad, estoy muy ocupada aquí restregando todo mi cuerpo con un montón de aromas.
Enojada, Bulma apagó el celular de golpe. ¡Qué caradura!, ¿acaso no tenía nada de modales? Un suspiro de frustración escapó de sus labios y salió del baño. Si él podía conseguir un montón de diversión por su cuenta viviendo para lo que se dedicaba, ella también podría divertirse en su propio elemento: los eventos sociales. Con el corazón un poco triste, se dirigió hacia la multitud; tenía la esperanza de socializar un poco.
Tan pronto como se acercó a un grupo, se dieron la vuelta para saludarla. Todos parecían muy felices de verla y sabía que algunos de ellos estaban fingiendo, pero les devolvió el saludo. La mayoría eran hombres. A pesar de que Bulma seguía soltera y podía ser considerada un buen partido, casi todos eran lo suficientemente listos como para no tratar de buscar el premio. Aun así, siempre se portaban demasiado atentos con ella y en comparación con la constante rudeza de Vegeta, era un cambio agradable.
—¿Quieres una copa, Bulma? —preguntó un hombre pelirrojo.
Lo había visto varias veces durante algunas reuniones y nunca intercambió más de unas pocas palabras con él.
—Claro —respondió con una sonrisa—. Tomaré un Bloody Mary.
Mientras se volvía para conseguirlo para ella, Bulma no pudo evitar observar su figura. Para el estándar humano, probablemente era considerado bastante musculoso, pero a sus ojos, parecía insignificante. Por otra parte, creció con Gokú y estuvo viviendo con Vegeta durante los últimos cuatro años. Ningún hombre tendría la oportunidad de captar sus ojos después de lo que había saboreado. Entonces se dio cuenta de que incluso si se hubiera rendido con Vegeta, la había arruinado para cualquier otro hombre, ¿cómo podía volver a esto cuándo tuvo a alguien como él?
Kamisama sabía que nunca se lo diría. Su ego era lo suficientemente grande tal como estaba.
Ella soltó una risita silenciosa al pensar en su reacción cuando le colgó. Después de todo, él le había parecido muy protector la vez que regresó a la casa con el aroma de Yamcha. Se preguntó cuál sería su respuesta ahora, ya que tendría muchos aromas diferentes. Una sacudida de placer atravesó su cuerpo y se sonrojó. ¿Era la idea de qué Vegeta actuara celoso y posesivo con ella lo suficiente como para encenderla?, ¿estaba tan desesperada por su atención?
Bulma sacudió la cabeza para espantar los pensamientos sobre Vegeta de su mente. Esta noche no era para él. Por una vez, era para ella.
El hombre regresó en poco tiempo con su copa y se la entregó. Ella sonrió.
—Gracias.
Se apresuró a tomar un gran sorbo con la esperanza de olvidarse del Príncipe de todos los Cretinos, luego se acercó al grupo y como todos disfrutaban de sus cocteles, comenzaron a charlar. Ya que Bulma paraba ocupada con su hijo, enterrada bajo mucho trabajo o tratando con Vegeta, no estaba tan al día con el mundo exterior. Se sintió algo dejada de lado mientras conversaban y el mismo caballero que le había traído la copa pareció darse cuenta. Se acercó a ella con una sonrisa adornando su rostro.
—¿Puedo ser tan directo cómo para pedirte un baile?
No debía haber nada de malo con eso, ¿verdad? Era simplemente un baile casual. Le estaba permitido bailar con quien quisiera. Bulma bajó la mirada a su copa y notó que se hallaba vacía, ¿tan rápido? Miró los ojos chocolate del hombre y asintió. Eso no haría ningún daño.
—¿Por qué no? —contestó antes de tomar la mano que él le ofrecía.
Es solo un baile, se dijo cuando se dirigieron a la pista. ¿Por qué lo pensaba demasiado?
Ella no estaba haciendo nada malo.
✺✺✺
Los pies le ardían.
Bulma decidió que no debía sentirse culpable por divertirse y se había permitido ser sociable. Bailó con un buen número de hombres, siempre de una manera adecuada y disfrutó de unas copas. No se encontraba en una situación de embriaguez tan intensa como lo había estado cuando entró en la habitación de Vegeta en medio de la noche, pero estaba un poco mareada. Una vez que llegó las once de la noche, los invitados comenzaron a marcharse y Bulma solo permaneció una media hora más para asegurarse de que todo estuviera bien.
Acababa de llegar a la puerta principal y sus pasos no eran muy vacilantes. Deslizó la llave y abrió la puerta, aliviada por estar en casa. Hizo lo posible por ser silenciosa, ya que todo el mundo dormía o al menos las personas que importaban. Mantuvo apagada la luz mientras se quitaba los zapatos de tacón. Ahora lo que le quedaba por hacer era arrastrarse a la cama. No había esperado que la noche fuera tan agotadora y sabía que Trunks la obligaría a levantarse temprano mañana. Apenas lo vio durante el día y no quería que la situación se repitiera.
Todo habría ido de acuerdo al plan si no se hubiera sentido empujada contra la pared.
Bulma era incapaz de moverse. Sus ojos azules trataron de adaptarse a la luz en un intento de distinguir la silueta que tenía en frente.
Pero en el momento en que percibió el aliento caliente en su oído, supo quién era y su corazón comenzó a martillar. El cuerpo entero de Vegeta la presionaba y ella resistió el impulso de inclinar la cabeza hacia atrás. Después de todo, la última vez que habían estado en esta situación, él la abandonó, por lo que debía mostrar algún autocontrol. A pesar de que su cuerpo se sentía increíble contra el suyo, se las arregló para ganar el dominio de sí misma. En algo.
Vegeta no pronunció ni una palabra. Contra su voluntad, permaneció en la cocina más tiempo de lo que debía. Por supuesto, había sentido un ki moviéndose hacia la casa y esperó a que ella entrara como un cazador observando a su presa. Inmediatamente después, numerosos aromas atacaron su nariz: hombres, muchos de ellos. Sus anteriores palabras al teléfono volvieron a su mente. También olió el alcohol, sin embargo, no podía decir cuán intoxicada estaba.
La misma furia que sintió cuando regresó con el hedor del débil apareció dentro de él. ¿Qué pasaba con las mujeres de la Tierra? Todas olían a muchos hombres. El olor era una manera de marcar lo que era de uno y a pesar de eso los terrícolas no las consideraban como putas. Con olfatear solo una vez, Vegeta fue capaz de decir exactamente donde habían puesto las manos sobre su cuerpo. Inmundicia.
Y ahora estaba allí, atrapándola entre él y la pared, un completo silencio los rodeaba.
No habló con ella en días. No podía olvidar la mirada en sus ojos aquella noche. Había pasado horas y días tratando de averiguar lo que debía hacer en esta situación, lo que quería de la mujer. Nunca llegó a una respuesta y su irritación solo creció. ¿Y si no quería nada?, ¿y si lo quería todo? Lo único que había decidido era que no deseaba otros aromas. Especialmente cuando podía detectar la excitación de los hombres en estos.
Era suya para tenerla, suya para no tomarla. Era suya para echarla a un lado, era suya para hacer lo que le apetecía.
¿El orgullo se estaba apoderando de sus acciones? Antes, su objetivo de derrotar a los androides era lo único que le importaba. Ahora, esa amenaza había desaparecido; vivía y aceptó la realidad de tener un hijo, hizo lo correcto, lo que alguien con honor haría. Él se quedó y lo estaba criando de una manera saiyayín. Pero sobre ella, él nunca podía decidirse.
En lo que a este planeta se refería, era probablemente lo mejor que ofrecía esta bola de barro.
En lo que a él concernía, era Bulma.
¿Qué significaba eso?
Finalmente, impaciente, caliente y molesta, ella rompió el silencio.
—¿Qué deseas? —preguntó, su voz casi era un susurro. Y luego, antes de que él pudiera responder algo, agregó—. ¿Me vas a decir qué necesito una ducha? Sabía que estaba jugando con fuego y con todo, se sentía “atrevida”.
Bulma miró directamente a sus ojos mientras se mordía el labio inferior, casi parecía vulnerable. Ella no se rendiría. Esta vez, sería la que se alejaría de él. Si encontraba una forma de liberarse de su dominio, por supuesto. Tal vez si lo molestaba lo suficiente...
Por primera vez, Vegeta se sintió en conflicto. Entendía a dónde iba esto y no se refería a la situación. Sabía hacia a donde ella y él iban por lo general. Que tanto si se permitía tomarla o no en este momento, era casi imposible detenerse. ¿Era amor? No, no diría eso. Pero ¿se negaba a dejar que otro hombre la tocara? Sí. Desde el momento en que se había acostado con ella, él era el único que tocaba su cuerpo. Vegeta tenía la intención de mantener las cosas así. No era alguien de sentimientos y no quería toda esa basura emocional.
Aunque, de alguna manera, era necesaria. Como si su sangre clamara por ella, su cuerpo la deseaba.
A estas alturas, esto no era una gran debilidad. Después de todo, le dio un hijo y él vivía en la misma casa que ella. No cedía a un impulso más. Las cosas a su alrededor habían cambiado demasiado rápido. No estaba seguro de querer lo que ella quería... y, aun así, sí sabía que la deseaba para él. Nunca la había visto tener muchos problemas con eso, de hecho, ella intentaba a menudo captar su atención. En ese instante, Vegeta lo decidió. La tomaría. Y una vez más, como a menudo en su oscuro pasado, se dirigió por caminos desconocidos.
—Conozco otra manera de deshacerme del hedor —le susurró al oído.
Bulma estaría mintiendo si decía que sus palabras no la pusieron nerviosa. A pesar de eso, se negó a darse por vencida, no sin una pelea.
—¿Por qué te fuiste?
Entendió de inmediato a qué se refería.
—Porque eres demasiado emocional.
¿No había sido siempre esa la razón?
—¿Cuál es la diferencia ahora? —preguntó ella y casi tocó su cuello con los labios. Estaba convencida de que él no admitiría una debilidad o la derrota, pero necesitaba algo, cualquier cosa, a que aferrarse.
—Tu aroma no es el correcto.
Bulma comprendió que quería que oliera a él. Se preguntó si eso la haría más suya y si lo admitiría. Ella nunca esperó algo romántico o una conversación dulce de su parte. Era consciente de quién era y lo aceptó. Ahora, ¿la aceptaría a su vez? Deseaba creerlo; después de todo, lo había dicho él mismo: había una esperanza.
Fue sacada de sus pensamientos cuando lo sintió morderle el lóbulo de la oreja suavemente.
—Hablas demasiado —dijo y empezó a bajar la boca.
Él comenzó a pasar por su cuello y Bulma ansió que lo mordiera. El deseo, el alcohol, todo le nublaba la mente y antes de que lo supiera, ella estaba arrastrando los dedos por su espalda desnuda. Casi jadeó cuando él la agarró de las piernas para envolverlas alrededor de su cintura y ella se sostuvo con fuerza. Su vestido corto se alzó y sus grandes manos vagaron sin demora por la piel expuesta de sus muslos. Su núcleo ya estaba empapado y su cuerpo, sofocado por el deseo.
Bulma arqueó la espalda, Vegeta levantó una mano para bajar la parte delantera del vestido y reveló el seno izquierdo. Sin otro pensamiento, casi rasgó todo el corpiño; el aire frío la golpeó y sus pezones se endurecieron. Probablemente habría estado enojada si su poderosa erección no estuviera contra su núcleo. La atracción del uno por el otro no era un secreto y cada vez que se unían, nunca era suficiente. Sus encuentros estaban demasiado separados.
Vegeta era probablemente el que más sufría, ya que la última vez no fue satisfecho, pero él no sería el que cediera; ella sería la que rogaría pronto. Se acercó al seno y suavemente agarró el pezón entre sus dientes haciéndola gemir. Por primera vez, Bulma estaba dispuesta a admitir que los juegos previos eran una burla. Él lo mordió y aunque le dolió un poco, sintió placer. Ella no quería que fuera suave porque cuando se trataba de Vegeta, todo lo que podía esperar era salvajismo y le encantaba.
Mientras seguía mordisqueando el pezón y la piel alrededor de su seno, él bajó las manos y la tomó de las nalgas. La sostuvo firmemente y casi hundió con fuerza los dedos en su piel. Bulma cerró la boca en un intento de contener algo del efecto que estaba teniendo en ella. Aun así, Vegeta no la dejaría salirse con la suya. Él deslizó una mano hacia la parte interior de sus muslos. Podía sentir que acariciaba la suave piel y gruño en voz baja; sentía el calor bajo sus dedos cuando avanzaba hacia su premio.
Tocó su núcleo, la ropa interior evitó el contacto con la piel y podía sentirla empapada. Todavía no había hecho nada y ya estaba lista para él. El único problema era que no sabía cuánto autocontrol tendría. Los aromas de los otros hombres lo habían enfurecido y quería desterrarlos. Por un segundo, casi se preguntó si podría manejarlo. Vegeta soltó el seno, levantó la cabeza y se ganó un gemido de ella. Con una sonrisa de suficiencia en el rostro, acercó la boca a su oído y lo lamió enviándole escalofríos por la columna vertebral. Al mismo tiempo, esto causó que ella le clavara las uñas en la espalda y él gruño.
—No seré gentil —le advirtió.
—No quiero que lo seas —respondió ella casi sin aliento— ¿Terminamos con las insinuaciones? —preguntó.
Su núcleo ardía y goteaba. La fricción de sus pechos desnudos y el deseo de tenerlo profundamente dentro era casi demasiado para soportar. Se frotaba suavemente contra él y sabía que se estaba rindiendo. A pesar de eso, oh, kamisama, valía la pena.
La sonrisa de Vegeta aumentó ante las palabras.
—¿Estás impaciente?
Ella gimió.
—Seguiremos con los juegos previos la próxima vez. —Bulma se detuvo para agarrarlo del mentón y lo giró para que él estuviera frente a ella—. Quiero esto ya.
—Te tomo la palabra, mujer —dijo él alejándose de su voz.
Ambos estaban ignorando la promesa de una segunda vez por venir. Lo harían de nuevo, lo sabían. Pero después de ahora, ¿las cosas serían diferentes? Quizás esta vez, ella podía sentir un gran avance. Tan poco como era, todavía era algo.
De un tirón, sintió que él le arrancaba la ropa interior y la excitación aumentó en su interior. Las pequeñas manos de Bulma tantearon el camino hasta el borde de su short spandex y rápidamente trató de liberar su erección. Lo bajó todo lo que pudo y él hizo el resto. Una sacudida de placer pasó por su cuerpo cuando sintió la punta de su longitud contra su núcleo empapado. Ambas miradas se encontraron y sin romper el contacto, él se empujó dentro de ella. Bulma echó la cabeza hacia atrás cuando un sentimiento familiar tomó su cuerpo. Y por una fracción de segundo, se preguntó qué quiso decir con que no sería gentil.
—No importa cómo, terminaremos esto —le advirtió mientras insertaba toda su longitud en ella.
Bulma sonrió cuando los recuerdos de la vez anterior inundaron su mente.
—Ya veremos —bromeó.
Decidió no darle la oportunidad de burlarse de él de nuevo, así que golpeó su núcleo con fuerza. Fue más lejos de lo que debió ir y ella juntó las piernas a su alrededor jadeando ante la inesperada sensación. En realidad, no le dolió, aunque sentía como si todo su cuerpo palpitase. Debido a la forma en que estaba martilleando dentro de ella, su espalda chocaba contra la pared causando un fuerte ruido. Vegeta sabía que no podían seguir así o su madre cabeza de chorlito vendría a ver qué pasaba.
O peor aún, el mocoso se despertaría.
Vegeta puso las manos en la cintura de Bulma, la sostuvo con firmeza y se dio la vuelta. Su espalda estaba ahora frente a la pared y ella colgaba en el vacío con él como su único apoyo, pero no estaba preocupada, conocía su fuerza. Vegeta al momento reanudó sus golpes deslizándose dentro y fuera de su núcleo. Su longitud pulsaba dentro de ella y tenía la seguridad de que su falta de clímax de la vez anterior afectaría la duración de su encuentro carnal. Aun así, él se retrasaría, al menos hasta que ella gritara su nombre con ganas.
Bulma se mareó al sentir que llenaba su núcleo y deseaba más. Desafortunadamente, su posición actual no lo permitía. Ella quería hablar, pero cada vez que la embestía, era como si su cerebro dejara de funcionar. Gemía con cada empuje y como de costumbre, era así como se sentía más cerca de él. Vegeta se permitió experimentar más cuando se enterró profundamente dentro de su feminidad. Bulma se trajo de vuelta a la situación actual y decidió extender la mano para tratar de alcanzar el brazo del sofá.
La punta de sus dedos casi lo tocaba y con todo, estaba demasiado lejos.
Vegeta notó su lucha y lo comprendió. Avanzó permaneciendo en lo profundo de ella hasta que la espalda de Bulma golpeó el sofá. En cuanto lo hizo, soltó su agarre y en lugar de eso, solo puso las manos en sus caderas. Él continuó en posición vertical manteniéndola por la parte inferior del cuerpo fuera del sofá para darse un mejor acceso. Puesto que contaba con más soporte, procedió a golpear violentamente su núcleo con toda su longitud erguida. La sonoridad de sus gritos aumentó y él sonrió de satisfacción. La punta estaba casi golpeando el cuello uterino y cada vez que lo hacía, ella gemía.
Hundió los dedos en la piel de Bulma; probablemente dejaría marcas, pero no les importaba. Su velocidad aumentó y ella estaba a punto de llegar; ya las gotas se deslizaban por sus piernas con cada golpe, su mente estaba borrosa y todo lo que podía sentir era el deseo. Su núcleo pulsaba mientras su longitud palpitaba. Quería alcanzar el clímax con él, pero por la expresión en el rostro de Vegeta, conseguiría aguantar mucho más tiempo. Bulma cogió sus manos, se las puso en los senos y las apretujó para mostrarle lo que necesitaba.
Vegeta aumentó el agarre y los senos de ella las llenaron.
Si la oía excitarse más, perdería la cabeza.
Bulma dio voz más alta a su placer.
—¡OH, KAMISAMA! —Este era el momento; si golpeaba el punto un par de veces más, ahogaría su longitud con sus fluidos. Se lamió los labios secos cuando arqueó la espalda con placer. Más, más.
—Por favor —Bulma casi rogó. Necesitaba esto más de lo que estaba dispuesta a admitir.
El cuerpo de Vegeta era una adicción. Una adicción sexual muy, muy grave.
Nuevamente, él aumentó la velocidad martillando dentro de ella lo más rápido que pudo usando una insana rapidez.
—¡OH, KAMISAMA! —jadeó— . VE-AAH-GE-AH-TAA.
Y él sintió el flujo de sus dulces fluidos rodear su dolorosamente palpitante longitud.
Solo unos segundos más.
Vegeta presionaba completamente su cuello uterino mientras ella terminaba su orgasmo, aun cuando nunca le daba la oportunidad de recuperarse. Se encontraba enterrado dentro de ella tan profundo como podía. Estaba esperando la sensación, el momento perfecto. Cuando Bulma envolvió sus largas piernas alrededor de su cintura y sus manos cubrieron las que él tenía agarrándole los senos, perdió el control.
Estaba tan jodidamente apretada.
Por primera vez en mucho tiempo, Vegeta alcanzó el clímax. Bulma sintió su cálida semilla por dentro y sus ojos prácticamente se pusieron en blanco.
Antes de que pudiera regresar a sus sentidos, la empujó en el sofá y la cubrió con su cuerpo. Su longitud todavía se mantenía dentro de su feminidad a la vez que yacía encima de Bulma. Vegeta lo retiró lentamente ganándose un gemido de ella. Él sonrió con suficiencia y presionó su mejilla contra la suya.
Si ella ya estaba agotada, ahora estaba muerta.
Sus párpados iban perdiendo velozmente la lucha y poco a poco, sus ojos se cerraron. Bulma batalló por permanecer despierta, aunque con los brazos de él rodeándola y la presencia de su cuerpo, se dio por vencida. Vegeta supo que debían moverse, no podían quedarse en el sofá. Era demasiado arriesgado, serían descubiertos; sin embargo, cuando se dio cuenta que se quedó dormida, tuvo la seguridad que se había olvidado por completo de dónde estaban. Tendría que moverlos a ambos.
Pero, tal vez, unos minutos más no harían ningún daño.