Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ El cariñoso abrazo de un café ( Chapter 15 )

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Amor difícil

Capítulo quince

El cariñoso abrazo de un café

 

 

Una Bulma hecha un desastre tarareaba para sí misma mientras caminaba por la casa, su cabello estaba tan enredado que no se atrevía a pasarle el cepillo; y si solo eso fuera la peor parte. En algún lugar de este, cargaba varios bolígrafos, cada vez que los ponía allí, se olvidaba de haberlo hecho. Además, llevaba la ropa a medio poner: su blusa colgaba suelta de un hombro y su falda se levantaba tan alto que probablemente podría confundirse con la ropa interior. Por encima de todo, tenía ojeras debido a la falta de sueño.

Levantó el brazo y miró su reloj, eran las cinco y treinta y cuatro de la mañana, ¡wow, había permanecido despierta por casi un día! De inmediato, tomó otro sorbo de café caliente y se dirigió al laboratorio.

La razón detrás de estar despierta hasta tan tarde era su trabajo. De hecho, cuando estaba casi lista para dejarlo por hoy, una idea se formó en su mente. Por lo general, le llegaban ese tipo de momentos todo el tiempo, pero desde que se había convertido en madre y la encargada de cierto saiyayín, su mente paraba ocupada. Aparentemente no esta noche. Temiendo perder la idea, Bulma comenzó a escribir de inmediato todo lo que le venía a la cabeza y dibujaba cada pequeño detalle; como estaba de suerte, se negaba a detenerse.

De ahí que este fuera su decimoquinto café.

Aun así, esto no era nada, había pasado días sin dormir en el pasado; si pudo hacerlo en esas ocasiones, podría hacerlo ahora.

Cuando la puerta del laboratorio apareció a la vista, Bulma volvió a tararear y se lanzó hasta allí. Desconocido para ella, ya que seguía en su propio mundo, Vegeta acababa de salir de su habitación y se dirigía a la cámara de gravedad. Al principio, como estaba acostumbrado a la oscuridad y al silencio, no prestaba atención a nada más; pero luego la escuchó, ese pequeño sonido molesto y de inmediato su cabeza se volvió hacia aquella dirección. Él fue lo suficientemente rápido como para atraparla desapareciendo detrás de la puerta con los brazos en alto mientras sostenía una taza en uno.

¿Qué demonios hacía la mujer?

Revisó el ki de Trunks solo para confirmar que, en efecto, estuviera durmiendo. Decidió detenerse en seco y esperar cualquier ruido o cambio en el ki de ella. En ese momento escuchó un fuerte golpe y el sonido de algunos objetos metálicos cayendo al suelo, ¿qué podría estar construyendo a esta hora? Su curiosidad sacó lo mejor de él, Vegeta comenzó a avanzar hacia el laboratorio. Para ser honesto, el único trabajo científico que la había visto realizar en los últimos meses era arreglar la cámara de gravedad y, para entonces, eso era una segunda naturaleza en ella; probablemente lo haría con los ojos cerrados.

¿Qué podría ser tan importante como para que tuviera que hacerlo ahora mismo?

Empujó la puerta abierta en silencio, aunque con todos los ruidos que la oía hacer, nunca lo escucharía. No era como si la espiara, pero si supiera que él estaba aquí, ella le hablaría y era muy temprano para que lo tolerara. A toda prisa, Vegeta llegó al final de las escaleras y echo un vistazo. Bulma se encontraba completamente inclinada de puntillas sobre una mesa de diseño con papeles esparcidos a su alrededor, intentaba garabatearlos todos a la vez por más que no podía.

La oyó gemir de frustración antes de arrojar algunos de los planos al suelo. Así que estaba construyendo algo.

Lo más probable era que Vegeta se habría ido sin que lo viera, si ella no hubiera dado la vuelta de forma abrupta para buscar un bolígrafo de nuevo.

Sus ojos azules se cruzaron con los de ónix y su expresión pronto se convirtió en felicidad. Una sonrisa brillaba en su rostro mientras saltaba a su lado. Por un segundo Vegeta, literalmente, consideró la opción de correr de regreso arriba. Ella estaba demasiado feliz y eso a él no le sentaba bien. Cuando Bulma llegó a su lado, ignoró por completo la mirada que le daba y, en su lugar, lo agarró del brazo con fuerza y comenzó a jalarlo hacia la mesa; él le permitió arrastrarlo.

Mordiéndose el labio inferior, ella lo soltó una vez que llegaron. Su sonrisa creció, extendió los brazos y le mostró su obra.

El trabajo estaba desordenado, ya que su cerebro solo permanecía medio despierto y todo lo que Vegeta veía eran números y bocetos a la mitad, pero ella parecía muy orgullosa.

—Mujer, ¿qué es esto?

Bulma luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco.

—¡La nueva cámara de gravedad! —exclamó como si fuera muy obvio.

Ella examinó cuidadosamente su expresión esperando que la alegría se evidenciara, pero eso nunca pasó. De hecho, no parecía impresionado por toda la labor que había llevado a cabo. Su propia felicidad se desvaneció de forma rápida y frunció el ceño.

Bulma no tenía sueño en este momento y podía irritarse con facilidad. ¿Qué diablos le pasaba? Ella no era la que usaba la cámara de gravedad, él era el que se beneficiaría, ¿por qué no se mostraba un poco más agradecido?

—¿No acabas de hacer eso?

Vegeta recordó cuando tuvo que vigilar al mocoso mientras ella rehízo toda la cámara. Estaba bien, no necesitaba una reprogramación completa de nuevo. Además, se negaba a pasar un par de días sin esta y ciertamente no pasaría sus días cuidando niños. ¿Por qué no podía trabajar en una actualización simple que tomara algunas horas?, ¿por qué tenía que hacerlo todo tan complicado?

Bulma puso las manos en sus caderas y la sonrisa desapareció de su rostro.

—Esto no es lo mismo —respondió frustrada porque no compartía su entusiasmo—. ¡Estoy hablando de una reprogramación completa, un panel totalmente nuevo, un nuevo chip! ¡No funcionará igual! —Cuando él continuó sin emociones, ella suspiró. Guardaba un truco más–. ¡Podrás rebasar los 1000 g sin correr el riesgo de romperla cada cinco minutos!

Eso llamó la atención de Vegeta.

Había mantenido su entrenamiento en torno a los 800 g durante un tiempo porque cada vez que se acercaba a eso, la cámara renunciaba a él, y a Bulma le llevaría demasiado tiempo solucionarlo. ¿Ahora estaba ella allí ofreciéndole una solución a su problema? Era cierto que llevaría un tiempo, pero ¿en realidad serviría de algo al final? Eso lo ayudaría a intensificar su entrenamiento y tal vez aumentaría su fuerza mucho más rápido. Valdría la pena hacer algunas preguntas y escuchar sus divagaciones.

—¿Cuánto tiempo tomará?

Bulma comenzó a hacer una lista mental y a contar con los dedos. Después de unos instantes, se le ocurrió una respuesta.

—Alrededor de dos días, uno si no duermo; no necesito dormir, cuento con el café.

Si tan solo hubiese podido oírse hablar, entonces se habría dado cuenta de lo estúpida que sonaba.

—Mujer, tendrás que dormir. —Él la conocía, una vez que la prisa se hubiera ido, colapsaría y probablemente dormiría dos días seguidos.

Ella negó con la cabeza de forma violenta.

—Puedo terminar con esto para mañana por la noche si quisiera. —Sintió como si le estuviera ofreciendo un desafío y no consiguió evitarlo, iba a demostrar que se equivocaba. Seguramente sobreviviría otro día tomando café—. Ya lo verás. —Le advirtió, luego se alejó de él y volvió a la mesa de diseño.

Una vez más, Bulma se inclinó para comenzar a escribir algunas notas. La vista que le estaba ofreciendo era casi demasiado tentadora. Él la observó detenidamente mientras ella lo ignoraba por completo y recordó que le debía algo. Una sonrisa de suficiencia apareció en su rostro cuando se le acercó. Bulma no reaccionó a su presencia hasta que lo sintió reclinarse y presionar el pecho contra su espalda. Las manos de Vegeta rápidamente encontraron el camino hacia las caderas de ella y las sujetó con firmeza.

Bulma dejó caer el bolígrafo que había estado sosteniendo y se mordió el labio inferior, sintió una boca sobre su oído y un cálido aliento le hizo cosquillas en la piel.

—Espero que recuerdes lo que dijiste —susurró él.

De inmediato todo su cuerpo latió con deseo, no podía recordar cuándo estuvieron tan juntos. Por lo general, sus pequeñas interacciones eran bien espaciadas, ¿se encontraba lista para romper con la rutina? El lugar donde tenía las manos parecía arder y no sabía si su cabeza se sentía un poco mareada por la excitación o por su evidente falta de sueño. No, no había forma de que ella pudiera permanecer despierta y acabar con todo ese trabajo para mañana si lo dejaba arrasar con su cuerpo ahora.

Respiró hondo y se giró para encararlo.

—Debo terminar con la cámara de gravedad —contestó mirándolo directamente a los ojos.

—Aún dispones de suficiente tiempo para eso. —Después de todo, ella no dudaba de sus propias habilidades, ¿qué es lo que una pequeña media hora le haría?

Bulma negó con la cabeza.

—No tendré energía.

Él señaló su café.

—Pensé que era por eso que bebías esa mierda. —Vegeta había probado el café una vez y fue como veneno. No entendía cómo la veía beber tantos tan rápido y que en realidad disfrutara del sabor. Tal vez las papilas gustativas de los saiyayíns eran mejores y ella simplemente no detectaba lo desagradable de la bebida.

Bulma comenzó a cambiar de un pie al otro. Iba a rechazarlo. Debía demostrarle que podía mejorar la cámara de gravedad en el plazo que dijo. Aunque su cuerpo era tentador como el demonio, conseguiría hacerlo. Eso era, una mala, mala adicción. Quizás necesitaba curarla con otra, como fumar o algo así.

—No puedo, quiero terminar la cámara de gravedad.

Vegeta hizo que lo rechazara una vez en el pasado. Tenía que admitir que su orgullo no lo había tomado muy bien y una vez más, no le gustaba. Si uno de los dos iba a rechazar a alguien, debió haber sido él, no a la inversa. Una cosa era segura, no iba a caer tan bajo como para rogarle o pedírselo. Ladeó la cabeza, tronó su cuello y reanudó el agarre que mantenía sobre ella. Bulma esperó a que la moviera, más no lo hizo. En cambio, miró fijamente sus ojos azules y permaneció completamente quieto.

Ella arqueó una ceja confundida. ¿Qué diablos estaba haciendo?

A medida que pasaban los segundos, Bulma se permitió relajarse un poco más. Intentó continuar el concurso de miradas, pero sin nada en lo que concentrarse, sus párpados se volvieron más y más pesados. ¿Dónde estaba su maldito café cuándo lo necesitaba? Podía percibir el calor proveniente del cuerpo de Vegeta y se sentía tan fría. Luchó consigo misma y contra la agradable sensación. Nunca tuvo dificultades para conciliar el sueño cuando lo tenía cerca, esta vez no sería una excepción.

Notó que su agarre aumentaba y antes de que lo supiera, ella presionó la cabeza contra su pecho. Todo lo que oía era el latido de su corazón y encontró que era un sonido relajante. No te duermas, se repitió a sí misma. Su cerebro quería escuchar, pero su cuerpo cedía a la sensación reconfortante... o un momento, ¿era todo lo contrario? No podía decirlo. Toda su mente estaba llena de ecuaciones y tipos de metales. De repente, descubrió que sus cuerpos se acercaron más que antes y se dio cuenta de que era porque ella lo había envuelto con sus propios brazos.

¿Por qué no se movía?, ¿por qué no se quejaba? Vegeta no era cariñoso...

Entonces, su cerebro enlentecido finalmente advirtió lo que pasaba.

—Estás tratando de engañarme —lo acusó sin apartarse de él. Estaba haciendo esto a propósito: sabía que se rendiría y se dormiría. ¿Había decidido que si no lograba lo que quería, ella no ganaría el desafío que le impuso?

Bulma tardó unos segundos más en recuperarse, luego colocó las manos sobre su pecho desnudo y se alejó de él. Casi podía sentir como su propio cuerpo la odiaba por hacerlo y con todo, mantuvo la distancia y retrocedió hacia la mesa.

—Voy a demostrar que estás equivocado —afirmó forzando a que sus ojos se abrieran.

Vegeta cruzó los brazos frente a su pecho. Para ser honesto, pensó que se quedaría dormida. La habría dejado tendida sobre sus papeles para que se despertara enojada en unas pocas horas. Al parecer, ella tenía más voluntad de la que dejaba ver, pero él sabía que no sobreviviría al día. De ninguna manera se completarían las actualizaciones. A pesar de eso, le daría una oportunidad, solo para que no se quejara.

—No entrenaré en la cámara de gravedad por hoy. —Su cuerpo casi se retorció—. Perderé un día, mujer, eso es todo lo que tienes.

Bulma asintió enérgicamente.

—Ahora, vete —dijo, sabía que no debía confiar en él, podría volver a caer en uno de sus trucos.

Vegeta la miró por última vez antes de decidir subir para ir hacia donde comería. Tal vez volvería a su habitación y se relajara allí; cualquier cosa para no estar en el mismo lugar que la madre de Bulma. Debía admitir que la científico de cabello azul era una criatura extraña.

Y tan inútilmente terca.

✺✺✺

3 p.m.

Durante horas y horas, Vegeta había saltado de un canal al otro tratando de encontrar algo que valiera la pena. Hubo una o dos películas que de alguna manera llamaron su atención, aunque todos los cortes intermedios solo lo molestaron. Sabía que ella tenía muchas cintas en su habitación, pero por lo general, no perdía el tiempo en esas estúpidas distracciones. Cuando no podía entrenar, solía enojarse con mucha facilidad y ahora estaba sucediendo.

Cualquier cosa lo enfurecía, en especial, la forma en que ella se había quedado quieta por mucho tiempo.

Durante aproximadamente seis horas, Bulma estuvo en la cámara de gravedad, en el mismo punto y supuso que se encontraba revisando el panel. Ella todavía debía hacer mucho trabajo y Vegeta sospechaba que la mujer simplemente no se concentraba lo suficiente para completarlo.

Luego estaba su madre que había llamado a su puerta unas cinco veces. Nunca respondió, ni siquiera cuando ella casi habló riendo toda una frase. Le preguntó si tenía hambre; por supuesto que tenía hambre, pero no la acompañaría. La oyó hablar temprano cuando la vio con su esposo. Ella era peor que su hija, no era capaz de cerrar la boca nunca. Evitarla y permanecer lo más lejos posible era lo mejor que podía hacer por ahora.

Aunque, otra cosa buena que podía hacer en este momento sería molestar a Bulma; después de todo, era su culpa que él estuviera atrapado aquí sin hacer nada.

Debería estar enseñándole algunas cosas a su hijo, ya que no se requería la cámara de gravedad, pero Bunny caminaba con él pegado a su costado. Lo tomó como un gran signo de zona de peligro.

Frustrado, Vegeta arrojó el control remoto al suelo, dejó el televisor encendido y se levantó. Salió de su habitación y de inmediato se dirigió hacia la de ella. Durante los muchos años que llevaba viviendo en la Corporación Cápsula, casi nunca entraba allí. Ella se había entrometido en la de él más veces de lo necesario y a pesar de eso jamás le devolvió el favor. Tal vez era porque a diferencia suya, creía en el espacio personal. Bulma no sabía cuándo darse la vuelta y regresar. De otro lado, por lo que vio entre ella y el débil, hasta ahora siempre se había pasado de la raya.

Rápidamente llegó al dormitorio y abrió la puerta con cuidado.

¿Por qué quería volver allí? No estaba seguro. La última vez que recordaba haber entrado fue cuando estuvo enferma.

¿Por qué todavía se acordaba de ese día tan bien?

La habitación no había cambiado mucho con los años, lo cual era casi sorprendente tomando en cuenta el hecho de que Bulma no era alguien que permaneciera quieta. Siempre tenía que modificar algo, si no era su estilo de peinado, era su sentido de la moda; parecía aburrida cuando las cosas eran demasiado repetitivas. Y luego se preguntó por qué lo había notado. Existían muchos pequeños detalles sobre ella que no sabía que conocía. Quizás era natural después de compartir una casa durante tanto tiempo, estaba obligado a recoger algunas cosas aquí y allá.

Vegeta avanzó aún más hasta que encontró su cómoda. Encima vio varias fotos en marcos. Algunas eran de ella y sus padres y en otras estaba con sus amigos. La mayoría de las imágenes no llamaron su atención excepto una, se acercó y la apartó de las demás.

La foto era una de ella y Yamcha. Por la cercanía de los dos, supuso que era incluso de antes de que viniera a la Tierra. Lucía joven, con una cola de caballo al costado, llevaba un extraño pantalón mitad short y una pistola en la cadera. No se parecía en nada a la persona que estaba actualizando su cámara de gravedad en este momento, sin embargo, se sentían la misma. Ella se había hecho adulta, aun así, tenía la certeza de que la Bulma mayor podría enseñarle a la joven Bulma algunas cosas. Vegeta volvió a centrar su atención en la imagen.

El débil con la cicatriz en la cara la abrazaba por la cintura y la atraía hacia sí; también mostraba esa estúpida sonrisa, como si acabara de ganarse un fabuloso premio. El pobre bastardo no se imaginaba toda la mierda que le iba a caer encima en aquel entonces. Advirtió que una cierta alegría lo llenaba mientras recordaba la hora en que lo mató.

Vegeta volvió a poner la foto donde la halló y echó un vistazo una última vez. No había muchas cosas interesantes por hacer aquí y casi era capaz de percibir que todo guardaba un recuerdo de su vida pasada. Tal vez molestarla en persona sería mucho más entretenido. Salió tan silenciosamente como había entrado y cerró la puerta detrás de él. A paso veloz, se dirigió a la cámara de gravedad y se quedó mirando una puerta cerrada. Realmente, “realmente” no quería ser molestada.

A veces era tan estúpida, como si una puerta cerrada pudiera detenerlo...

Tocó con fuerza y esperó. Después de unos segundos, ella nunca vino a abrir. Ligeramente molesto, tocó más fuerte. Lo hizo tan fuerte que dejó una ranura. Vegeta arqueó una ceja e inspeccionó. ¿Estaban los controles desactivados?, ¿todo el mecanismo no funcionaba? Se encogió de hombros antes de abrir la puerta. Cuando entró, la encontró debajo del panel de control, tal como esperaba; únicamente se veían sus piernas.

—Mujer, ¿por qué no has empezado a hacer nada todavía? —Él ya sabía que no podría conseguirlo para esta noche.

Aguardó a que ella saliera o dijera algo, pero nada. No le tomó demasiado tiempo comprender lo que sucedió. Se había quedado dormida como predijo. Casi suspiró mientras se acercaba a ella. Ahora no solo no tenía una cámara de gravedad, sino que le tomaría más tiempo completarla porque era obvio que no pudo terminar. Vegeta se agachó y comenzó a sacarla con cuidado de allí. Descansaba la cabeza en sus brazos, a la vez que se aferraba con fuerza a una llave inglesa. Se la quitó de la mano y ella ni siquiera se inmutó.

Con una expresión triste —ceño fruncido— él envolvió los brazos alrededor de su cuerpo y la acercó a su pecho. Estaba haciendo esto demasiado a menudo para su gusto.

Cuando caminaba por el pasillo, se encontró pensando que era casi extraño que ella no hubiera cambiado su comportamiento. La única cosa invasora que había hecho desde entonces fue usar su bañera con el mocoso. De alguna manera, pensó que quedaría atrapado en un remolino de emociones o toda esa basura. Por un segundo, se preguntó si la conocía tanto como creía. No se quejaría de su actitud, era mucho mejor de lo que esperaba; aunque, por otro lado, ¿qué esperaba?

De ella.

De esto.

¿Cambiaría algo realmente? Su madre estaba cocinando para él, vivía en su casa y, o ella o su padre arreglarían la cámara de gravedad cuando se rompiera. Además, era la persona con la que más interactuaba todos los días. ¿Qué lo modificaría? Él ya estaba más a su lado que ese idiota de Kakaroto con su estúpida arpía. Incluso había decidido quedarse en la Tierra para entrenar a su hijo. Su hijo. ¿Qué otra cosa quería Bulma que él hiciera, qué no estaba haciendo ya?

Algo que fuera posible, por supuesto.

Finalmente, llegaron al dormitorio y Vegeta pateó la puerta, se dirigió a la cama y la dejó allí; ella permanecía igual que lo había estado todo el tiempo, en un sueño sumamente profundo. Al parecer, esa porquería de café no sirvió de nada.

Después de que la acostó, Bulma se puso de lado y acercó las piernas a su cuerpo. Dejó casi tres cuartos de la cama desocupada. Vegeta solo durmió allí una vez y técnicamente, el mocoso fue el culpable, ya que estaba a punto de irse cuando lo llamó de vuelta. No tenía que quedarse, por supuesto; sin embargo, lo hizo. Y sucedió. Pero solo él y su hijo lo sabían.

Vegeta se cruzó de brazos y miró a su alrededor. Eso era lo que no le gustaba de la habitación. La suya era neutral, si la dejaba en este momento, no podrías decir que alguien la hubiera usado alguna vez. Bulma era diferente, todo estaba lleno de recuerdos. Cada pequeño objeto se conectaba con otra persona y con ella. Las fotos de sus amigos, el botín de sus aventuras con Kakaroto, los regalos de ese débil. Incluso la cama estaba relacionada con ese idiota. Él pasó los dedos por su espesa melena y decidió que debía dejarla allí.

¿Pero para hacer qué?

Su cámara de gravedad no funcionaba gracias a ella y ya permaneció fastidiado la mayor parte del día.

Le quedaban muchas horas de aburrimiento y no estaba seguro de cómo ocuparlas.

No obstante, sabía que ella tenía suficientes cosas con las que distraerse en su habitación...

Con un suspiro de frustración casi escapando de él, se giró. Vegeta se acercó a donde guardaba las películas y comenzó a revisar. ¿Por qué hacía eso? Después de unos minutos, encontró algunas que se veían bastante sangrientas, puso una en el DVD y encendió el televisor. No había muchos lugares para que él se acostara y se relajara. Miró hacia ella y decidió que iría allí. Con cuidado, se acostó en el lado desocupado sintiéndose un tanto fuera de lugar e inició la película.

El volumen era moderadamente alto y no parecía molestarla.

Trató de ponerse cómodo, mas era difícil. De repente, Bulma lo hizo mucho peor.

Antes de darse cuenta ella se movió, se dio la vuelta, le colocó un brazo encima y se acurrucó a su lado. En un instante todo su cuerpo se puso rígido. Esa era exactamente la razón por la que no la buscaba. Actuaba como si todo fuera parte de su habitación. Pensó en alejarla y marcharse, pero no lo hizo. Bulma frotó el rostro en su pecho haciéndolo apartarse un poco de su agarre, de modo que le permitió envolver su brazo más libremente alrededor de él.

Vegeta se vengaría de ella por esto.

✺✺✺

Kamisama, su cabeza estaba latiendo.

Diantres, se sentía como si hubiera despertado de una resaca... una resaca de café, sí.

Bulma agarró las mantas y estaba lista para cubrirse el rostro, cuando se dio cuenta de que no las podía jalar. Lo que sea que ella sostenía, no era su cobija. Sus ojos se abrieron de manera veloz y miró alrededor para ver qué era exactamente lo que reemplazaba su almohada y al parecer su manta. Todo lo que vio era negro. Levantó la vista para darse cuenta que la camisa negra pertenecía a Vegeta. Espera, ¿Vegeta? Bulma se apartó ligeramente de él; quería echar un vistazo completo a esta escena, pero descubrió que no podía. Algo envuelto alrededor suyo la detenía.

El brazo de Vegeta la abrazaba por la cintura.

Su corazón dio un brinco y sabía que él preferiría ser asesinado a ser encontrado en una situación así. No podía creer que él le permitiera estar tan cerca, a menos que hubiera estado durmiendo cuando lo hizo.

¿Y por qué estaba durmiendo?

Sus ojos azules se ampliaron cuando recordó la cámara de gravedad, ¡se quedó dormida!, aunque ¿cómo sucedió?, ¡había tomado tantos cafés antes de empezar!

¿Eso significaba qué Vegeta la encontró y la trajo, ¿y se quedó con ella?

Por un segundo, lo miró y se preguntó quién era este hombre. Él había admitido algo sin rodeos y se enfrentó a lo que dijo el otro día. Claro, no se pondría cariñoso y cursi, sin embargo, esto era mucho más de lo esperaba. Lentamente, se sentó en la cama para mirarlo mejor. Su cuello estaba en una posición incómoda y ya que el televisor seguía encendido, podía decir que era porque se quedó dormido viendo una película. Vestía una camisa negra y un pantalón vaquero oscuro, y luego se dio cuenta.

Vegeta parecía alguien normal, parecía humano. Como si siempre hubiera encajado. Kamisama sabía que se destacaría sin importar donde estuviera, pero no ahora. Una pequeña sonrisa adornó su rostro mientras lo imaginaba aprendiendo a mezclarse con el resto del mundo. Por más que la idea era divertida, a una parte de ella no le agradó.

Vegeta estaba bien como era. Bulma no quería que fuera más sociable, que interactuase más o que sea más humano. No era de la Tierra, no tenía que ser humano; todo lo que debía hacer era ser él mismo. Y ya lo era.

Si bien resultaba placentero verlo en algo más que su short de entrenamiento. A pesar de que esa era una bonita vista, resultaba satisfactorio confirmar que poseía ropa. Por momentos, era como si ella nunca le hubiera proporcionado ninguna.

Suavemente, acercó una mano a la suya, la tomó y la sacó de su cintura. Iba a armar un plan malvado. ¿Por qué razón?

Porque lo culpaba por quedarse dormida. Antes de que él viniera, había estado muy bien. Él fue quien absorbió toda su preciosa energía. Dejó descansar el brazo en la cama y con cuidado comenzó a levantarse.

Vegeta tenía razón, ella le debía algo.

Esta situación era tan extraña. Él se encontraba durmiendo en su habitación como si perteneciera allí. Y se preguntó si alguna vez compartirían una habitación. ¿No sería un paso natural en algún momento? Después de todo, si admitieron que estaba bien que estuvieran juntos físicamente, ¿qué sentido había en usar dos habitaciones?, ¿por qué no podrían usar una? Y a medida que sus pensamientos se aventuraban en esa idea, olvidó todo sobre su plan original. Ahora su mente se concentraba en eso.

¿Y si Vegeta se despertaba a las cinco de la mañana todos los días? No era como si no hubiera dormido con nada peor que una alarma, fácilmente se volvería a dormir después. ¡Además, lo visitaba en su habitación a menudo! Aunque él no estaba aquí por lo general, ella invadía su espacio personal cada vez que podía. Llegaron a compartir la misma cama un par de veces, ¿por qué no todo el tiempo? Aunque Bulma temía decirle su sugerencia, Vegeta había comenzado a progresar, ¿y si era demasiado para él?

Quería que esto funcionara, no se apresuraría.

Pero, por otro lado, él había entrado en su habitación por su propia voluntad y nadie lo obligó a acostarse a su lado, al igual que nadie lo obligó a cuidarla cuando estuvo enferma o que admitiera de alguna forma que deseaba que ella solo fuera suya.

—Maldición, mujer, ¿podrías quedarte acostada?

Ella saltó un poco. ¿Había estado despierto todo este tiempo? Giró la cabeza hacia un lado para mirarlo. Tenía los ojos muy abiertos, como si no hubiera dormido y mantenía los brazos y las manos quietas. ¿Estuvo consciente?, ¿supo lo qué hizo? No, ¡de ninguna manera Vegeta lo habría hecho por su cuenta!

Bulma pegó los labios y se acercó para reconocerlo bien.

—Perdón por la cámara de gravedad —dijo finalmente.

La cámara de gravedad no era lo que a él le preocupaba en este momento. ¿Por qué cada vez qué se acostaba cerca de ella, incluso cuándo no estaba cansado, se quedaba dormido? El sueño no le llegaba fácil, no cuando cargaba con tantos recuerdos de lo que había hecho. Entonces, ¿por qué era más fácil a su lado? Eso lo molestaba, ¿qué tenía ella, su presencia, que simplemente lo sumergía en el sueño? Él la miró a los ojos y pudo ver enseguida que estaba a punto de decir o preguntar algo que no le gustaría.

Ella siempre ponía esa cara cuando iba a hacer eso.

Pero ¿por qué lo sabía o lo recordaba?

Las manos de Bulma temblaron antes de que decidiera dar el paso.

—Creo que deberíamos cambiar de habitación. —¿Quizás no era lo suficientemente clara?—. Creo que deberíamos compartir una habitación —agregó para despejar cualquier confusión.

Lo observó esperando que su cara cambiara, mas no fue así. Aunque no tenía la seguridad si eso significaba que estaba complacido o molesto con la sugerencia. A veces le costaba evaluar su tipo de ceño fruncido. Decidió esperar un poco más para ver si decía sus pensamientos sobre la idea.

—No me gusta tu habitación, mujer.

Ella parpadeó lentamente. ¿Eso era todo?, ¿nada más?, ¿no decía qué estaba absolutamente loca, fuera de sus cabales?, ¿no decía algo en la línea de “como si alguna vez fuera a compartir una habitación contigo”?, ¿estaba bien con la idea por más que no le gustara su habitación? Eso no era un problema; sin embargo, su curiosidad sacó lo mejor de ella y se preguntó el motivo.

—¿Por qué no?

Él se encogió de hombros.

—Hay demasiadas cosas.

Bulma lo miró a los ojos y de repente, decidió seguir su línea de visión. Rápidamente se encontró mirando sus fotos. ¿Eso era todo? Porque tenía demasiados recuerdos o porque tenía amigos que eran como su familia. Vegeta nunca tuvo una, al menos hasta ahora. Cuando creció con Frízer, se hallaba solo, pero eso era lo que intentaba hacer, estaba tratando de darle una familia, si solo pudiera dejar de ser tan condenadamente terco al respecto. Apartó la mirada de las fotos y centró su atención en él.

—No tenemos que elegir esta habitación. La casa es muy grande, ¿no? —dijo con un tono en broma.

Tal vez ella se sentía de muy buen humor porque no podía creer que no estuviera en contra de la idea. Quizás en verdad tenían un respiro.

Vegeta se dio la vuelta y se sentó en el borde de la cama dándole la espalda. Entendía que Bulma esperaba que respondiera algo, pese a que no sabía qué decir. ¿Quería estar siempre en la misma habitación con ella?, ¿cada día, cada noche?, ¿realmente marcaría una diferencia en lo que hacían a veces? De hecho no. ¿Importaba? Francamente tampoco y no debería hacerlo. Era solo una habitación, no tenía importancia, lo único que hacía allí era ducharse y dormir, no permanecía dentro todo el día.

Y él tomó su decisión.

—Haz lo que quieras, mujer.

Con esas palabras, se puso en pie y comenzó a marcharse. Una vez que llegó a la puerta, inclinó levemente la cabeza.

—Asegúrate de trabajar en esa cámara de gravedad, he perdido suficiente tiempo.

Bulma lo vio salir y no pudo evitar la sonrisa que creció en su rostro. Nunca ni en un millón de años habría pensado que esto sería posible, pero lo era.

Vegeta había accedido a compartir una habitación con ella.