Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Desastre en la habitación ( Chapter 16 )

[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]

Descargo de responsabilidad de Maddie-san: No soy dueña de DBZ. 

Amor difícil

Capítulo dieciséis

Desastre en la habitación

 

 

Perfecto.

Este era el lugar elegido, había inspeccionado varios ambientes por su cuenta y después de muchos intentos, encontró el que quería. Bulma tomó muchas cosas en consideración, incluida la distancia entre la cámara de gravedad y el cuarto de Trunk. Si estaba más lejos de su preciosa cámara, sabía que Vegeta se quejaría y quería darle la menor cantidad de razones posibles para que lo hiciera. Además, se aseguró de que el cuarto de Trunks estuviera cerca para poder alcanzarlo en poco tiempo, pero lo suficientemente lejos como para que Vegeta no reclamara por el ruido.

También era un requisito que hubiera mucho espacio, Bulma tenía muchos muebles y quería llevar un escritorio para poder seguir trabajando allí. El nerviosismo la llenó cuando pensó en compartir una habitación con Vegeta, ni siquiera tenía la seguridad de si él estaba realmente de acuerdo con la mudanza. ¿Entendía qué esto era algo serio?, ¿qué pasaría si entrara y le dijera qué estaba loca?

Bulma decidió que no importaba.

Tal vez era hora de que se pusiera firme. Vegeta le dijo que había una esperanza y que funcionaría. Bueno, ella resolvió dar el siguiente paso y ese era que compartieran una habitación. No había nada de malo en ello, después de todo, durmieron en la misma cama muchas veces.

Iba a hacerlo, pase lo que pase.

La habitación todavía estaba completamente vacía y sin pintar. Intentó agregar algunos colores, pero no sabía cuales. El suyo era el rosa claro, aunque imaginaba que no era el favorito de Vegeta. Todo lo que alguna vez lo vio usar o al menos usar a menudo, era blanco y azul, y francamente no tenía muchos problemas con esos. Tan pronto eligiera el color, solo tomaría unas pocas horas para acabar. Ella era Bulma Briefs, a cualquier empresa de remodelación a la que llamara se presentaría en un abrir y cerrar de ojos. Luego quedaba el tema de los muebles; estaba bastante convencida de que Vegeta no poseía nada a lo que le tuviera cariño, después de todo, él había cambiado previamente de habitación sin llevarse nada excepto su ropa. A ella le gustaban sus propias cosas, pero recordó lo que le dijo.

Demasiados recuerdos

Quizás sería mejor comenzar de cero, que todo sea nuevo, lo que significaría que les pertenecería a ambos por igual. Sin cosas negativas, sin vestigios asociados a nada.

Sí, esa era la mejor manera de hacerlo; sin embargo, eso entrañaba que necesitaría hacer algunas compras, a menos que las realizara en línea y lo ordenara. Por lo general, le entregaban todo el mismo día. Sería lo mejor, no creía que su hijito tuviera la paciencia de permanecer en sus brazos mientras vagaba por un millón de tiendas diferentes. Bulma ojeó la habitación y se adentró más. Había unos elementos en el lugar que le encantaban especialmente: las dos grandes puertas que adornaban la pared y, al otro lado, un pequeño balcón que les daba una vista al jardín de atrás.

Podía ser un lugar muy romántico si compartiera el dormitorio con cualquier persona que no fuera Vegeta, él no nació para esas cosas sentimentales.

Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios mientras contemplaba más allá de los ventanales, luego se volvió.

Se dirigió hacia la puerta, estaba lista para salir. Cuando dio un paso afuera tuvo una colisión inesperada. Chocó contra un pecho fuerte y antes de abrir los ojos, supo que era de Vegeta. Lo miró solo para darse cuenta de que tenía los brazos cruzados y la estaba observando con una ceja arqueada. ¿Qué hacía ella allí? Nunca la había visto entrar a ese lugar antes.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó él, su expresión nunca cambió.

¿Podía decírselo? ¡Por supuesto que podía decírselo!, ¡también iba a ser su habitación! Aunque no sabía que ella había tomado tan en serio el tema... aun así, él estuvo de acuerdo al comentar que no le importaba lo que hiciera.

Lo que técnicamente implicaba que no le molestaba compartir una habitación con ella... ¿verdad?

—Escogí la habitación —contestó con una inocente sonrisa en los labios.

Los ojos de Vegeta se entrecerraron.

—¿Qué habitación?

Aquí vamos.

—La nuestra.

De repente, Vegeta pareció confundido y no era una expresión que Bulma estaba acostumbrada a ver en su rostro. ¿Una habitación para los dos?, ¿de qué demonios hablaba? Le tomó a Vegeta unos segundos recordar la conversación del día anterior. Nunca pensó que la mujer seguiría con eso y que realmente llevaría adelante aquella idea. Por un momento se olvidó de su presencia y se dejó arrastrar por sus propios pensamientos: ¿compartir una habitación con ella?, ¿estar en la misma cama todos los días?, ¿tener qué escuchar constantemente lo que decía? No estaba seguro de querer eso.

Le devolvió su atención y miró sus brillantes ojos azules; no dejaría que eso suceda.

—Mujer...

Al parecer, Bulma no tenía la intención de dejarlo hablar.

—¡No! —Ella lo señaló con el dedo—. Me vas a escuchar, ¡oh, todopoderoso príncipe!, nos mudaremos aquí y no me importa lo que desees o lo que pienses.

Hizo una pausa para exhalar con fuerza.

—¡Lo único en lo qué tienes voz es sobre el maldito color de la pared o el edredón de tu preferencia! Si lo que estás a punto de decir no tiene nada que ver con la forma en que quieres que se vea la habitación, entonces ¡no voy a oírlo!

Una vez que Bulma terminó con su diatriba, se giró y lo dejó parado solo; ya era hora de que se pusiera firme. Ella se moría por darse la vuelta y mirar su rostro, pero sabía que arruinaría el momento.

Por lo visto, necesitaría esperar hasta que lo volviera a encontrar para constatar si él había tomado una decisión. Hasta entonces, se enfocaría en finalizar con la habitación. Todavía era temprano; si terminaba todo rápido, estaría lista esta noche. La única pregunta que quedaba era si Vegeta se mudaría o no.

¿Y si lo drogaba y lo arrastraba hasta allí?

✺✺✺

—¿Mama?

Bulma bajó la mirada hacia su hijo que se estaba escondiendo debajo de varias capas de mantas en el piso. Los pintores acababan de terminar con las paredes y aunque lucían decentes, no le convencía el resultado. ¿Podría ser qué el azul fuera demasiado oscuro? Y el blanco debería haber sido un poco más crema.

—¿Mama?

Una vez más, centró su atención en su hijo.

—¿Qué pasa, cariño? —le preguntó y lo sacó de su pequeño castillo.

Tan pronto como estuvo en sus brazos, Trunks se acurrucó contra ella. Probablemente estaba cansado, la verdad era que lo había hecho saltarse su siesta durante el día porque estuvo perdida en sus pensamientos. Bulma miró su reloj que indicaba las ocho de la noche. Quizás podría tomarse un descanso y acostarlo. La cama aún no había entrado porque temía que las paredes no estuvieran secas. Los trabajadores estaban en este momento fuera de la habitación, casi parecía que le tuvieran miedo. Ella no era realmente una persona aterradora, aunque se molestaba con bastante facilidad cuando trabajaba mucho y tomaba decisiones importantes durante aproximadamente nueve horas seguidas. No era su culpa que no pudieran entender sus órdenes a la primera.

Gente inútil.

Una vez más, su hijo trató de llamar su atención, pero esta vez, tiró de su blusa. Un sentimiento de culpa se apoderó de ella mientras miraba a Trunks. En verdad necesitaba el descanso, era una buena idea acostarlo. Tan pronto como salió de allí, todos los trabajadores se pararon derechos, como si esperaran sus órdenes.

—Metan las cosas —les indicó molesta—. Dibujé un mapa de donde quiero todo, no lo estropeen.

Una vez que terminó con sus amenazas, salió con Trunks cuidadosamente metido entre sus brazos. Otra cosa que estaba contribuyendo a su mal humor era Vegeta. Él no había hecho absolutamente ningún intento de hablar con ella o de venir a ver la habitación. Si bien compartió su evidente falta de interés en esto, ¡podría haber tenido curiosidad! Llegó a ver que un grupo de personas entraban y por lo general eso animaba su interés. ¿Sabía que ellos venían por la habitación? No lo creía.

Lo más probable era que solo la estuviera evitando.

Bueno, apenas importaba. Si fuera necesario, lo haría entrar usando como truco la comida. Los saiyayíns pensaban primero con el estómago, ¿verdad? Bulma no comprendía por qué tenía la intención de pelear tanto por esto. Quizás era porque Vegeta había dado unos pasos hacia adelante y se rehusaba a dejarlo retroceder. Mostraba señales de que estaba dispuesto a trabajar en ello y deseaba que siguiera en esa línea.

Él necesitaba ayuda con sus sentimientos, no podía hacerlo solo.

Y nadie era tan terca como ella para soportar sus estupideces.

Finalmente, llegó a la habitación de Trunks y procedió a desvestirlo y prepararlo para la cama. Todos los días, él crecía bajo sus ojos y pronto llegaría su segundo cumpleaños. El año pasado, todos estuvieron tan ocupados entrenando para asegurarse de no morir que apenas los había visto. Diablos, ni siquiera tuvieron noticias de Trunks hasta que lo conocieron cuando tenía un año. Para su segundo cumpleaños, quería hacer las cosas de manera diferente. Esta vez, sería un evento para recordar. De acuerdo, él sería demasiado joven para recordarlo, pero ella lo haría tan a lo grande que habría muchas fotos y videos para que pudiera verlo cuando creciera.

Después de todo, era su único hijo y tenía la intención de consentirlo tanto como pudiera.

Bulma presionó un beso en la frente del pequeño antes de ponerlo en su cuna, lo cubrió cuidadosamente con su manta y le quitó el flequillo del rostro.

Salió esbozando una pequeña sonrisa.

Estaba un poco exhausta anímicamente cuando se dio cuenta de que debía enfrentar su propia habitación pendiente. Luego aceptó que no podría dormir allí esta noche como lo había planeado, era bueno que aún no hubiera empezado a desprenderse de sus cosas, seguramente estaría de mejor humor en el momento que terminara todo. Sin querer ver los resultados inconclusos, Bulma decidió pasar de largo hasta su habitación. Sus planes eran hacer algo de trabajo en su laptop y luego irse a la cama temprano, deseaba levantarse con la primera luz de la mañana.

Con la moral un poco baja llegó, abrió la puerta y avanzó hasta casi chocar con su cama. Era una persona organizada, algo perfeccionista y disfrutaba cuando las cosas salían como deseaba.

Hoy no fue uno de esos días.

Bulma dejó que su cuerpo golpeara el colchón y su cabello cayó en cascada sobre la cama. Gimió de frustración; si quería que sus proyectos funcionaran bien, necesitaba mejorar los ánimos. Desde la actualización de la cámara de gravedad, tenía un montón de ideas que se filtraban en su mente. Hasta ahora, Vegeta aún no se quejaba por el trabajo que había hecho. ¿Por qué se quejaría?, podría elevarla a una mayor gravedad sin riesgo de que explote o se rompa. Y pensarías que él le habría agradecido. Pero siendo quien era, no lo hizo. Sinceramente, ella no esperaba nada diferente.

Bulma se puso de pie para de dirigirse a sus cajones. Se sacó la blusa, la tiró al piso y luego procedió a hacer lo mismo con su jean. Sus ganas de sentirse cómoda la hizo elegir un pantalón gris holgado y una camiseta blanca suelta. Rápidamente tomó un elástico y ató su cabello azul en un moño desordenado. Después, se puso un bolígrafo en la boca y se dirigió al escritorio.

Habría comenzado a trabajar si no hubiera sido por la fuerte explosión que se escuchó desde el pasillo. Y seguidamente, se oyó a unos hombres gritar antes de que un completo silencio llenara la casa otra vez. Bulma se sintió extrañada y se apresuró hacia la puerta, la abrió e inspeccionó el pasillo, mas no había nada, ni siquiera un cuarto abierto. Ahora estaba aún más confundida, ¿y si uno de los hombres se hirió? En verdad tenía que dejar de imaginar los peores escenarios.

Regresó a su escritorio, encendió la laptop y comenzó a abrir los archivos de un grupo de planos. Quería obtener algunas ideas como anticipo a la gran reunión de la próxima semana; con un poco de suerte, podría conseguir que unas cuantas personas trabajasen en esto y se fabricara un prototipo. En el pasado, probablemente lo hubiera hecho ella misma, ahora eso ya no era una posibilidad. Con su hijo y su padre dándole más y más responsabilidades, no tenía la facilidad de perder todos sus días trabajando en algunos inventos. Atrás quedaron los días libres de preocupaciones, ya no podía hacer lo que quisiera.

No es que le molestara; amaba a su familia, adoraba a su hijo y no cambiaría su vida por nada. No resultó cómo lo planeó, pero era incluso mejor de lo que esperaba.

¿Qué más podría pedir?

De pronto, Bulma fue sacada de sus pensamientos una vez más por un gran estruendo, esta vez era imposible que fuera otro accidente. No creyó que dejaran caer alguna cosa, pues sabían lo furiosa que estaría si arruinaban algo.

Lo más conveniente era ir a revisar.

Bulma arrojó el bolígrafo sobre su escritorio y salió, al menos no llevaba ropa expuesta. Corrió por el pasillo hasta que llegó a la nueva habitación. La puerta estaba cerrada, lo cual era extraño, ¿por qué necesitarían algún tipo de privacidad? Cada vez más curiosa, decidió abrirla solo para agraciarse con una vista extraña. El dormitorio estaba casi terminado, todos los muebles se encontraban adentro; los hombres incluso tendían la cama. Lanzó una mirada sospechosa y entró. Eso pareció atraer la atención del personal porque todos se voltearon para observarla.

Una sensación de pánico pareció atravesarlos y ella pudo ver el sudor brillando sobre sus frentes.

—Lo sentimos señora —balbuceó uno de ellos casi sin aliento—. Prometemos que no nos tomará mucho más tiempo.

—Le dijimos a su esposo que terminaríamos en unos minutos.

Bulma arqueó una ceja. ¿Su esposo?, ¿de qué diablos hablaban? Ella no estaba casad… Inmediatamente volvió la cabeza y allí estaba él, apoyándose contra la pared, con los brazos cruzados frente a su pecho; Vegeta se hallaba en la habitación, como si estuviera supervisando todo. Sintió que su corazón se detenía y las palabras que tenía que decir simplemente murieron en sus labios. ¿Vegeta estaba aquí?, fue quien les dijo que se dieran prisa, pero ¿por qué? Él no quería esta habitación ni quería compartirla con ella.

Sin embargo, allí estaba, no había forma de negarlo.

De acuerdo, no se veía feliz de estar en el lugar y aun así se quedaba.

¿Hizo esto por ella?

Bulma se olvidó por completo de los otros hombres y sus ojos se fijaron en su silueta. Vegeta no la miraba, estaba viendo al frente. Sus ojos se entrecerraron, dio un paso en su dirección y él no se movió.

No se suponía que ella estuviera aquí, al menos no ahora. Aunque por supuesto, si estos idiotas no hubieran hecho tanto puto ruido, probablemente no habría venido. Vegeta sintió crecer su furia. Inútiles y jodidos humanos. Podía sentir sus ojos en él, pero no pronunció ni una palabra. Ni siquiera la miró.

Bulma ya estaba casi a su lado y finalmente recuperó la voz.

—¿Vegeta? —Era todo lo que logró preguntar.

Finalmente él giró la cabeza hacia un lado para mirarla.

—Mira, mujer, querías todo terminado para esta noche y ya lo está.

Esa era la cosa más dulce que había hecho por ella, por ellos.

Si fueran una pareja normal, habría saltado a sus brazos y lo habría besado con todas sus fuerzas, pero él era Vegeta y no solo no sería algo que harían, sino que no sería la forma adecuada de agradecerle.

En cambio, le ofreció su mejor sonrisa.

—Gracias. —Una vez que las palabras fueron pronunciadas, ella se volvió y se dirigió al otro lado de la habitación.

Vegeta la observó casi sorprendido apoyarse contra la pared, como él lo estaba haciendo, aunque lejos. Habría aceptado algún tipo de contacto o incluso que lo besara como a ella le encantaba hacer, pero nada.

Era agradable.

Y luego, ambos permanecieron así durante unos diez minutos. Pasado ese tiempo los hombres finalizaron; casi todos se inclinaron ante Vegeta, se disculparon y salieron de la habitación casi temblando. Bulma hizo una nota mental para pagarles bien por tener que soportar ese tipo de estrés.

Una vez que nadie quedó en la habitación, excepto los dos, ella se acercó a la cama para revisar los resultados. No era lo que había esperado y probablemente cambiaría algunas cosas mañana, ya que en estos momentos era imposible. Contra su mejor juicio, Vegeta estuvo involucrado en la finalización de esto, lo que le gustaba. Ahora la habitación en verdad les pertenecía. Y quizás, después de todo, él no estaba tan en contra de la idea como lo había dado a entender. Por otra parte, Vegeta no era alguien que compartiera sus sentimientos muy a menudo, sin embargo, a ella le agradaba el modo silencioso en que lo hacía, era solo su forma de hacer las cosas.

—¿Qué opinas? —le preguntó sin esperar que le respondiera.

La siguiente pregunta era, ¿sería la única en esta habitación o se le uniría? Tal vez se aseguró de que se completara porque sabía que ella no se detendría hasta que lo hiciera, pero no tenía la intención de mudarse aquí.

—Es solo un cuarto —dijo Vegeta antes de finalmente moverse.

Él no fue en su dirección, en cambio, dio media vuelta y se dirigió al pasillo. Bulma lo vio irse, más no sintió tristeza en su corazón. En lugar de quedarse quieta, se sentó en el borde de la cama. Dormiría aquí después de todo. Se encargaría de transferir sus cosas mañana. El dormitorio y el baño necesitarían muchos viajes, así que lo mejor que podía hacer para ahorrar tiempo era encapsularlo todo y luego desempacarlo. No había ninguna razón para que no descansara en esta nueva habitación. No solo la ayudaría a acostumbrarse más rápido, sino que la cama estaba hecha y lista gracias a que Vegeta era una persona muy aterradora.

A veces valía la pena tenerlo cerca.

Entonces, algo inesperado sucedió, ella lo escuchó ingresar. Su corazón saltó en su pecho; ¿él venía a quedarse? Inclinó la cabeza hacia un lado y le echó una mirada: se había cambiado de ropa. Vegeta ahora estaba vestido —más vestido de lo que nunca lo había visto; bueno, casi— con un pantalón de chándal negro y su pecho estaba desnudo. Entró muy casualmente, como si no fuera nada.

Había una pregunta que se moría por hacerle, tenía que formularla.

—¿Qué estás haciendo?

Vegeta levantó la cabeza y miró en su dirección.

—Mujer, ¿eres estúpida? —Él esperó, pero ella no dijo nada—. Tengo que entrenar mañana, me voy a la cama.

¿De verdad Vegeta la había escuchado?, ¿su pequeño arrebato a primera hora dio resultado? No había manera de que él dijera lo que pensaba que acababa de decir. ¿Estaba felizmente de acuerdo en compartir una habitación con ella?

Bueno, que la parta un rayo, ¡lo estaba!

Era difícil ocultar la sonrisa en su rostro y no hizo ningún intento por realizarlo. Millones de pensamientos pasaron por su mente, la mayoría de ellos estúpidos —como: ¿de qué lado dormiría?—, los empujó a un lado mientras se levantaba y se alejaba de la cama. Bulma decidió observarlo. Vegeta podía sentir sus ojos en él, aun así, decidió ignorarla por completo. No estaba seguro de lo que trataba de hacer, mas no le importaba. ¿Y qué pasaría si durmiera en la misma habitación con ella?

No hacía ninguna diferencia. Una cama era una cama, sin importar dónde se hallaba y quién estaba allí. No permitiría que el asunto afectara su sueño o cambiara la forma en que hacía las cosas. Solo estaba de acuerdo con esto porque, sinceramente, si tuviera que escucharla gritar una vez más...

Además, esta habitación era mejor que la que tenía.

Se merecía lo mejor.

Vegeta no miró en su dirección cuando se acostó en el lado derecho. Puso las cobijas sobre su cuerpo y se giró hacia un lado causando que ella solo le viera la nuca. Una vez que se aseguró de que él estuviera bien instalado, Bulma se acercó al lado izquierdo. Su corazón estaba latiendo más rápido de lo que debería, pero no le importó. Este momento era demasiado extraño.

Era casi como si fueran una pareja normal.

Una pareja casada normal.

Sin embargo, apenas si estaban juntos.

La sonrisa en sus labios se hizo aún más grande, le gustaba esto. Añadía normalidad a su relación y aunque lo normal podía ser aburrido, de vez en cuando era agradable tener una constante. Quizás deberían desarrollar algunos pequeños hábitos como este, a ella no le importaría. Bulma arregló su almohada y dejó que su cabeza descansara; a diferencia de Vegeta, estaba acostada sobre su espalda. Mientras el silencio llenaba el ambiente, se encontró deseando haber usado algo un poco mejor para la primera noche aquí, aunque ¿cómo sabría qué él haría un giro de 180 grados?

Bueno, si iba a compartir una habitación con ella, tenía que aceptarla de cualquier forma. No siempre se vería muy bien, en especial por la mañana; eventualmente él aprendería a aceptarlo. Pero si le decía algo cruel mañana sobre su apariencia, golpearía su cara bonita contra la pared. Lo cual era, por supuesto, una reacción totalmente no violenta. Volvió un poco la cabeza para echarle un vistazo. ¿Llegaría el día en que se quedaría dormida entre sus brazos con su poderoso pecho presionándole la espalda y se sentiría segura?

Vegeta claramente no daba ese tipo de abrazos, lo más probable era que lo viera más como un gesto posesivo. Mientras tanto, ella podía hacerlo.

Reuniendo todo su coraje, Bulma se volvió hacia un lado y antes de darse cuenta, lo abrazó. Él ni siquiera reaccionó, como si hubiera esperado que hiciera eso.

¿Quizás ella era predecible a veces?

Como él no parecía tener ningún problema con eso, presionó el rostro en su espalda y disfrutó de su calor. Vegeta no era alguien que daba el primer paso, pero estaba bien, ya que le gustaba tomar la iniciativa.

Ella haría todo lo que él no podía.

Ella le enseñaría todo lo que él no sabía.

Ella sería la otra parte que a él le faltaba.

Y tal vez, un día, Vegeta estaría completo.

Hasta entonces, le daría todo el apoyo y el amor que le faltaba, y algún día dejaría de alejarse. Cuando eso sucediera, finalmente liberaría la fuerte presión que tenía sobre él.

Algún día.

✺✺✺

Bulma parpadeó un par de veces cuando salió de la tierra de los sueños. Lo primero que la sorprendió fue el hecho de que había logrado dormir, ¡nunca pensó ni en un millón de años qué lo haría!, ¡no durante la primera noche!

Entonces lo sintió.

La falta de calidez.

Una vez que abrió los ojos, vio que Vegeta se había ido y lo que quedaba era un espacio vacío a su lado. Sin embargo, era mejor despertarse sola después de saber que has compartido la cama con alguien a darte cuenta que has permanecido sola toda la noche. Se sentó en la cama con una sonrisa en el rostro, luego echó un vistazo al despertador, que ahora estaba hacia la orilla de Vegeta, y notó que eran las siete de la mañana. Probablemente se había ido a entrenar hace horas. Fue en ese momento que se hizo evidente para ella: no había escuchado la alarma.

O bien se había dormido más profundamente de lo que pensaba o él no la programó. ¿Quizás lo había olvidado? Bulma se preguntó si Vegeta había conseguido conciliar el sueño. Estaba al tanto de que no dormía por muchas horas y, a veces, pequeños cambios en su rutina podían interrumpir todo su patrón de descanso. Pero ella encontraría rápidamente una respuesta a su pregunta; si estaba más malhumorado que de costumbre, entonces no durmió. Estiró los brazos sobre su cabeza y suspiró de satisfacción; era hora de ir a buscar a su pequeñito y una vez que eso se solucionara, lo pondría en su columpio en la sala mientras transfería sus cosas a la nueva habitación.

Su estado de ánimo era claramente mejor que el de la noche anterior, Bulma se levantó, mantuvo su ropa holgada y se dirigió a la habitación de Trunks. Una vez que llegó allí, fue bendecida con la visión de su hijo que le sonreía y la aguardaba pacientemente.

Una cosa que había advertido desde que entrenaba con su padre era que ya no gritaba por la mañana cuando se despertaba. Esperaba que no hubiera aprendido eso de la manera más difícil con él. Bulma lo levantó de su cuna y le dio un beso en la frente, Trunks se rio y su sonrisa se amplió; ella le frotó la espalda suavemente cuando se dirigían a la cocina. Estaba segura de que Vegeta no estaría allí, ya que acababa de comenzar su entrenamiento, pero su madre sí y tenía la corazonada de que ella le haría un montón de preguntas.

Bulma no encontró a quien esperaba en la cocina. En lugar de su madre o de Vegeta, su padre estaba sentado a la mesa leyendo su periódico y tomaba un café.

—¡Buenos días, cariño! —dijo cuando la vio entrar.

—Buenos días, papá—le contestó mientras dejaba a Trunks en su silla.

Excepto por el evento de caridad, ella no lo había visto mucho en las últimas semanas y no pudo evitar preguntarse qué lo mantenía tan ocupado. Después de todo, la tenía para ayudarlo con las responsabilidades de la compañía.

—¿Está todo bien en la Corporación Cápsula? —preguntó Bulma preparando el cereal de su hijo.

—¡Por supuesto!, ¿por qué no lo estaría? —le respondió con los ojos todavía en su periódico.

Ella se encogió de hombros.

—Yo solo… bueno, no estás a menudo en casa. Pensé que tal vez había algún tipo de problema... ya sabes papá, si pasa algo estoy aquí.

El señor Briefs esperaba esta conversación. A menudo, su hija le sugería que disminuyera su carga de trabajo, especialmente porque no se estaba haciendo más joven, sin embargo, necesitaba que entendiera que a su edad, esto era todo lo que tenía.

Como ella mencionaba asiduamente, él estaba envejeciendo y pronto no sería capaz de hacer lo que más amaba, que era dedicarse a su compañía y a sus inventos. Pero hasta que llegara ese momento, continuaría. En tanto su cuerpo y su mente lo permitieran, haría su trabajo. Aunque, no sabía cómo explicárselo a su hija. A diferencia de ella, solo era bueno con las máquinas, no con las personas; no tenía demasiadas habilidades sociales. Suspiró y se dio la vuelta.

—Bulma, ¿puedo hablar contigo?

Ella lo observó con una mirada confundida en el rostro, aun así, accedió. Tomó el tazón de Trunks y se lo llevó con una cuchara para que pudiera comer, luego se sentó al lado de su padre.

—¿Está todo bien? —le consultó preocupada.

Él hizo un gesto afirmativo.

—Bulma, sabes que inventar es lo que hago, es por eso que cree la Corporación Cápsula. Vivo para mis inventos y mi trabajo, y un día, todo mi duro esfuerzo pasará a ti. —Puso su mano sobre la de ella—. Sé que quedará al mando de la mejor. Pero mientras sea capaz de crear y ejercer mi pasión, seguiré.

El señor Briefs la miró a los ojos.

—He estado casado por mucho tiempo, te he visto crecer y convertirte en una maravillosa mujer y madre, he sido bendecido con esos momentos. Ahora es tu turno y no quiero que estés enterrada constantemente bajo una montaña de obligaciones.

Le soltó la mano.

—Quiero que disfrutes tu vida. Tienes a Trunks y a Vegeta quienes te necesitan; puedes preocuparte por la Corporación Cápsula dentro de otros diez años, ahora no.

Bulma junto sus labios y asintió. ¿Cómo podría quitarle a su padre su pasión? A ella también le encantaba inventar, era algo que le transmitió, pero él fue el primero. Esperaría, Kamisama sabía que tenía suficiente de que ocuparse.

Extendió los brazos y lo abrazó.

—Lo haré, papá —dijo refiriéndose a su última declaración.

Después de unos minutos, se alejaron; ambos sonreían. El señor Briefs miró hacia su nieto que estaba jugando alegremente con su comida, había derramado la mitad.

Bulma sonrió ante el espectáculo y se levantó para buscar algo con que limpiarlo. Su hijo comía como un verdadero saiyayín, no había dudas al respecto.

—Debo volver al trabajo —continuó el señor Briefs, luego dejó el periódico, la miró con dulzura y salió de la habitación.

Ella no pudo evitar pensar en sus palabras. Si trabajaba demasiado, ¿estaría perdiéndose los mejores años de la vida de su hijo, de sus años con Vegeta? Aunque, por otro lado, lo mismo se aplicaba a él.

Vegeta pasaba su tiempo entrenando y haciendo poco más. Dudaba que un discurso hiciera cambiar la forma en que llevaba su vida. ¿Pero no era eso lo que los hacía perfectos el uno para el otro? Eran independientes, tenían sus propios trabajos y lo hacían con pasión.

Estar juntos las veinticuatro horas, los siete días de la semana, probablemente los enloquecerían. Necesitaban ese espacio de vez en cuando para aguantar la personalidad del otro.

Si él no entrenara todo el tiempo, no sería Vegeta.

Si ella no se empeñara testarudamente en todos sus proyectos, no sería Bulma.

Una sonrisa apareció en su rostro cuando caminaba de regreso hacia Trunks, suavemente le limpió la cara e hizo lo mismo con la mesa.

Si no fueran lo que eran, no tendrían este pequeño paquete de alegría.

La vida era perfecta tal como estaba, al ritmo que iba y no la cambiaría.

Para evitar que Trunks hiciera un desastre, decidió alimentarlo ella misma. Además, no lo había hecho en un tiempo, ¿qué daño podría hacer? Cogió la cuchara y fingió que era un avión; inmediatamente, él abrió la boca riéndose.

—Pensé que habías dejado de engreírlo, mujer.

Sorprendida de que Vegeta estuviera en la cocina, casi dejó caer la cuchara. Volvió la cabeza y lo vio entrar: se estaba frotando el cuello, tenía los ojos algo inyectados de sangre y parecía enojado.

Definitivamente no había dormido.

—¿Por qué no estás entrenando? —le consultó mientras reanudaba sus acciones.

Él la miró enfadado, ella sabía por qué no había dormido. ¿Cómo se suponía que podría dormir en la misma cama a su lado? No debería haber importado, pero así era. Las únicas veces que se acostaba con ella era después de tener relaciones sexuales. Anoche, no las tuvieron. Se sintió extraño. Había logrado dormir durante una hora en total, el resto del tiempo se quedó despierto con sus pequeños brazos alrededor de él. Nunca hizo un intento de apartarla, ¿dejaría qué se convirtiera en un hábito?

Tocar era de esperarse cuando compartías una cama...

Gruñó antes de volver la cabeza para observarla a ella y a su hijo. Todos los días sentía como si estuvieran en una situación normal, ¿estaba bien eso?

Vegeta agarró el cereal, se preparó un tazón y se unió a ellos en la mesa. Se sentó al costado de Bulma, lo cual era otra acción sorprendente que venía de su parte.

Ella no consiguió resistir el impulso de darse la vuelta, así que le dio a Trunks su cuchara y lo enfrentó. ¿Qué podría decirle? La noche anterior no había sido incómoda, sin embargo, esperó que así fuera.

—¿Cómo estuvo todo? —preguntó ella burlonamente.

Él le siguió el juego.

—Causaste una buena impresión con tu ropa —respondió, sus facciones nunca se alteraron.

Bulma no pudo evitar la sonrisa que creció en su rostro, ¿Vegeta le tomaba el pelo? No era un lado de él que veía muy a menudo, a ella le gustó.

—¡Besho! ¡Beso!

Ambos giraron la cabeza en dirección a Trunks. Él estaba feliz aplaudiendo mientras repetía sus palabras nuevamente.

—¡BESO!

Bulma sintió que sus mejillas ardían y aun así se rio. Ahora no había forma de que aprendiera esa palabra de ninguno de ellos, quizás pasaba demasiado tiempo viendo la televisión con su madre. Tendría que ser precavida con eso en el futuro.

—Tu madre es una mala influencia para el mocoso —dijo Vegeta y alejó su plato.

De repente, él ya no tenía hambre. Sin embargo, todavía seguía sonriendo socarronamente. De hecho, su estado de ánimo había mejorado y decidió que lo mejor sería reanudar su entrenamiento, ya que se sentía enfocado.

Bulma lo observó cuando estaba a punto de salir de la cocina. Una vez que llegó a la puerta, ella habló, lo que hizo que se detuviera.

—Te veré esta noche.

El azul se encontró con el ónix y él sonrió con suficiencia. Se demoró un largo segundo para alejarse murmurando algo.

Ella se imaginó que la estaba maldiciendo, pero no le importaba.

Nunca dijo que no la vería en “su” habitación.