Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Un arreglo para dormir ( Chapter 17 )
Descargo de responsabilidad de Maddie-san: No soy dueña de DBZ.
Amor difícil
Capítulo diecisiete
Un arreglo para dormir
Día siete.
Era el séptimo día, casi la octava noche desde que Bulma y Vegeta comenzaron a compartir una habitación. Las primeras noches transcurrieron sin problemas, pero no estaba segura de qué esperar ahora. Después de todo, ambos se habían mudado oficialmente y no podía evitar sentir un poco de estrés. Aunque era un buen tipo de estrés, el que siempre obtienes, incluso cuando las cosas salen como deseas. La primera noche fue buena, pese a que no estuvieron muy cercanos y las cosas se mantenían igual desde entonces. Aun así, solo el hecho de que Vegeta hubiera aparecido, había sido una sorpresa inesperada.
Ella se preguntó si esta noche sería diferente, ¿iba a ignorarla otra vez o iba a intentar algo? No estaba en la naturaleza de Vegeta acercarse. Él no haría nada o siquiera lo consideraría si antes ella no pronunciaba una palabra. La idea extrañamente trajo sacudidas de placer por su espina dorsal. Siempre había sucedido fuera del dormitorio o en la habitación de él, ¿cuán diferente sería esta vez si sucedía en una habitación que era de los dos? Quizás algún día, él estaría allí cuando ella se despertara, algo que aún no pasaba.
No es que le importara, Vegeta podría no estar en la habitación cuando ella se despertaba, pero siempre estaba presente y eso era más que suficiente. A pesar de que Bulma se quejaba a veces, disfrutaba de la relación que compartían; tenía sus ventajas, ya que nada entre ellos se volvía una rutina. De un día para el otro, nunca sabía lo que sucedería o cómo él se sentía. En ocasiones eso traía consigo algo de inseguridad, aun así, la mayor parte del tiempo solo condimentaba sus vidas. No le gustaba estar atrapada en un círculo y con Vegeta, no existía el riesgo de que ocurriera.
Una sonrisa apareció en su rostro mientras recogía otra pila de su ropa que permaneció tirada por mucho tiempo porque, honestamente, no contaba con la energía para dedicarse a eso.
Ni siquiera había terminado de ordenar la mitad y ya tres cuartas partes de los clósets estaban llenos. Era algo bueno que todo lo que Vegeta parecía poseer fueran trajes de entrenamiento y shorts de tela spandex que con facilidad cabían en un cajón. Ante ese pensamiento, se preguntó cómo sería llevarlo de compras. A medida que algunas imágenes comenzaron a formarse en su mente, se dio cuenta de que sería un desastre. Lo más probable era que estuviera bien con la ropa que tenía ahora. Además, él siempre se la pasaba entrenando, ¿cuándo contaría con el tiempo para usar ropa bonita?
A Vegeta no le agradaba la gente y no era de los que salían de la casa, a menos que fuera para luchar. No se sentaba a mirar una película ni iba a un restaurante cuando podía conseguir el mismo tipo de comida en la casa.
Tal vez, algún día, cuando su temperamento se calmara, lo llevaría a dar un paseo; hasta entonces, era un gran no.
Bulma se permitió echar un vistazo a su dormitorio y notó lo desordenado que estaba, todo parecía patas arriba. Debió haber sido más cuidadosa cuando abrió la cápsula que contenía sus pertenencias. No es que en realidad importara, ya que disponía de unas cuantas horas antes de que Vegeta regresara de su entrenamiento. La idea de ir a su habitación para traer algunas de sus cosas le pasó por la mente, pero dudaba que a él le pareciera bien.
Algo de lo que se sintió aliviada las noches anteriores era que no había escuchado sonar su maldito despertador. Con suerte, sería igual de afortunada todos los días. Mientras estuviera profundamente dormida o completamente agotada, estaba bien. Entonces, de repente, Bulma se sonrojó por sus propios pensamientos. Podía pensar en muchas formas de agotarse y todas ellas involucraban a Vegeta. ¿En verdad quería tanto eso? Bueno, era algo natural por su apariencia física y por toda la tensión que constantemente se construía entre ellos.
Pensó que debería tener un poco más de autocontrol.
Respiró hondo y se enfocó en su ropa una vez más, al menos eso limpiaría su mente de él.
—¡Mama!
Bulma de inmediato giró la cabeza solo para hallar una vista impactante. Trunks caminaba sobre la alfombra blanca completamente cubierto por lo que parecía ser chocolate de los pies a la cabeza. Amplió los ojos, era evidente que esperaba que alguien le explicara esta situación. El niño no pareció percatarse de su sorpresa y siguió corriendo hacia ella hasta que envolvió los brazos alrededor de sus piernas y todo lo que Bulma logró hacer fue cerrar los ojos. Era por eso que no podía permitir que otras personas cuidaran a su hijo. A pesar de que claramente necesitaba un baño, Bulma bajó los brazos hacia él y lo recogió; su ropa ya estaba manchada, así que no marcaría una gran diferencia.
Y luego, cual si fuera una señal, su madre apareció por la puerta. Tenía una gran sonrisa en su rostro, como si todo estuviera bien en el mundo.
—¡Oh, lo encontraste! —ella dijo riéndose.
Bulma parpadeó lentamente, mantener la calma era la clave.
—¿Lo encontré?, mamá, ¿qué pasó? —preguntó mirando a su hijo cubierto de chocolate, ¿ella siquiera quería saber lo que ocurrió?
Bunny de inmediato le restó importancia con un gesto de la mano.
—Trunks y yo estábamos haciendo pasteles con miel, ¡y él se emocionó demasiado! Dejó caer toda la mezcla de chocolate sobre sí mismo. —Se inclinó ligeramente para echarle un buen vistazo a su nieto—. ¿No se ve adorable?
En ese momento Bulma decidió que era inútil intentar explicarle nada a su madre, suspiró y le ofreció la mejor sonrisa que pudo.
—Sí, eso parece —respondió obviamente sarcástica—. Creo que iré a darle un baño.
El accidente estaba retrasando un poco su plan, pero no podía dejar a su hijito en ese estado y ciertamente no podía dejar que su madre lo limpiara. La próxima vez, lo más probable era que estaría cubierto de caramelos con destellos de todos los colores, ¿a quién se le ocurre hace un pastel con un niño de un año? Al parecer, a su madre.
Bunny no era capaz de ver la desesperación de su hija, en especial desde que comenzó a echar una mirada a la habitación. ¡Qué desastre!, ¿por qué la ropa de Bulma estaba por todo el lugar?, ¿se fue de compras hoy?, ¿y por qué había tantas manchas de chocolate en el piso?, ¿no sabía su hija que eran muy difíciles de quitar de la alfombra?, ¡Bulma tenía que ser más cuidadosa en el futuro! Bunny luego levantó la cabeza y vio como su hija desaparecía en el baño. ¡Pobre Bulma, estaba tan ocupada! Tal vez ella podría ayudar.
Decidió hacerlo guardando algo de ropa después de limpiar esas horribles manchas de la hermosa alfombra.
Con una sonrisa en el rostro, Bunny se dirigió a la cocina. Una vez que llegó se sorprendió gratamente al ver a Vegeta allí merendando los bocadillos que dejó preparados para él. ¡Siempre comía tanto! Pero estaba segura de que su hija y él habían encontrado muchas maneras de quemar todas esas calorías extras.
—¡Buenos días, Vegeta! —dijo saludándolo con una risita.
Vegeta se sintió tenso por un segundo cuando escuchó su voz chillona, ¿por qué tenía que haber regresado? Él ni siquiera miró en su dirección ni respondió, aunque sabía que no sería suficiente para que captara la indirecta. A menudo se preguntaba cómo ella podía ser la madre de la mujer. De acuerdo, Bulma tenía sus momentos lentos, pero nada comparado con su progenitora. Volvió a comer a toda prisa, esperando poder salir lo suficientemente rápido antes de que ella comenzara a soltar sus disparates, como si a él le importara y estuvieran sosteniendo una conversación.
—¡Trunks es tan adorable! —Ella comenzó a decir mientras revisaba entre los productos de limpieza hasta que dio con el que estaba buscando. Pensando que Vegeta no respondía porque no quería hacerlo con la boca llena de comida, continuó—. ¡Está cubierto de chocolate!, ¡Bulma le está dando un baño ahora! —Se rio para sí misma y emergió de debajo del fregadero—. ¡Ustedes dos tienen que pensar en tener otro!, ¡me encantaría ver más nietos corriendo por todos lados!
Tan pronto como terminó de hablar, salió de la cocina para alivio de Vegeta que ya casi había acabado de comer. Sus pensamientos fueron en poco tiempo hacia Bulma, que estaba en su habitación bañando al mocoso. La habitación de los dos. Todavía no podía creer que hubiera aceptado algo así. Las últimas dos noches él no programó su despertador; no fue para evitarla, simplemente se le olvidó. Hoy no sería tan afortunada. Ella fue la que quiso esto, entonces, que así sea; no demoraría su entrenamiento por su causa.
Las últimas noches, se le había acercado dormida hasta invadir su espacio personal y esperaba que no se habituara.
A menos que ella quisiera hacerlo de “otra manera”.
Bulma podía quedarse dormida fácilmente, él no. Las noches más recientes no fueron tan malas como imaginaba, ya que ella usaba mucha ropa, sin embargo, la había visto irse a la cama con atuendos más pequeños. Aunque Vegeta poseía un gran autocontrol, encontraba su cuerpo bastante atractivo, en especial ahora que usaban la misma habitación, ¿qué razón existía para no tocarla si lo deseaba? Compartir su espacio con ella debía guardar algunas ventajas y consideraba que era una de esas. Conocía su historia sexual juntos, Bulma no tendría problemas con eso.
Pero no más mocosos.
Él había escuchado la conversación al respecto con su madre y todavía pensaba que uno era demasiado. No le molestaba en el caso de su hijo y aun así no quería otro mocoso en la casa; en cuanto se acabara el asunto de los lloriqueos y las malcriadeces, no pretendía volver a pasar por todo de nuevo, una vez era más que suficiente. Le disgustaba la crianza y no tenía que hacerlo, solo debía estar allí y soportarlo. Pese a todo, no pudo evitar preguntarse si la mujer sacaría el tema a colación, sabía que era bastante terca sobre lo que deseaba.
Sea como sea, él no cedería. No más mocosos.
De repente, fue como si lo que Bunny le había dicho hubiera caído sobre él. ¿Chocolate? Enseguida imágenes de un niño que corría completamente cubierto con una sustancia marrón se alzaron en su mente y gruñó. Él no limpiaría ese desastre. Vegeta era muy estricto con la limpieza —aparte de con la lucha—. Ya podía imaginarse cómo luciría el prístino baño en estos momentos. Y conociendo a la mujer, ella olvidaría limpiarlo y seguiría con las millones de cosas que realizaba todos los días, y cuando él fuera a tomar su ducha, no sería capaz de hacerlo.
Volvió a gruñir.
Apartó su plato vacío, se puso de pie y se dirigió a su nueva habitación. Tan pronto como estuvo cerca, oyó la charla inútil y desatendida de Bunny, así como a su hijo chapoteando en el agua. Tras ignorarla por completo, entró y apenas la miró mientras ella le mostraba una sonrisa antes de salir.
—¡Ah!, ¡hola, Vegeta!
Las palabras de su madre llamaron la atención de Bulma, que inclinó la cabeza hacia un lado, justo a tiempo para ver a Vegeta ingresar al baño. Él no pronunció ni una palabra, en lugar de eso, se apoyó contra una pared cercana a ellas y entrecerró los ojos. Bulma esperó a que dijera algo, pero nunca lo hizo. No teniendo la paciencia para lidiar con su silencio, especialmente después de pasar cinco minutos tratando de retirar el chocolate del cabello de su hijo, suspiró.
—¿Hay algo qué quieras?
Vegeta miró en su dirección y bajó los brazos.
—No dejes este lugar sucio.
Bulma arqueó una ceja.
—¿Qué?
Entre tanto, Trunks se estaba divirtiendo en el agua y mientras Bulma se concentraba en Vegeta, él salpicaba el piso. Como ninguno de sus padres lo regañaba por ello, siguió y comenzó a hacer olas más grandes, que casi hicieron que su patito de goma se cayera de la bañera.
—Cuando hayas terminado con el mocoso, asegúrate de limpiar este lugar.
Bulma sintió que la furia se desataba en su interior, ¿quién demonios se creía qué era?
—Discúlpame amigo, pero…
Antes de que pudiera terminar la frase, Trunks le dirigió una de sus olas y la mojó. Su ropa estaba completamente empapada y todo lo que podía hacer era mirar a su hijo, boquiabierta. Parpadeó un par de veces, lo soltó y se puso de pie, causando que parte del agua se derramara sobre su pantalón. Si su estado de ánimo había sido malo, ahora era terrible. Ella le lanzó a Vegeta una mirada asesina; si alguien tenía la culpa, era él.
Había estado tan distraída por su orden que no vio lo que hacía Trunks.
Levantó un dedo hacia él.
—¡Tú… tú!, cuida a Trunks, me voy a cambiar. —Sus ojos se entrecerraron y pasó por su lado. Antes de salir de la habitación, ella agregó algo.
—¡Y me refiero a vigilar, Vegeta!
A pesar de sus palabras, Vegeta permaneció cerca a la pared mientras su hijo jugaba en el agua. El mocoso no necesitaba que nadie lo cuidara, podía hacerlo por sí mismo. Él no era completamente humano ni débil, sería capaz de sobrevivir a situaciones que para los niños terrícolas era imposible. La mujer se preocupaba demasiado todo el tiempo y era muy blanda. Pese a que Vegeta estaba lejos, todavía mantenía sus ojos en él, pero solo por si acaso.
Trunks no parecía darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, ya que siguió adelante con la diversión. Entonces, notó algo brillante en el agua. Era el brazalete de Bulma que se le había caído durante la conmoción. En lugar de estirar la mano, Trunks decidió lanzarse de cabeza a buscarlo. Inmediatamente se sumergió en el agua, como si estuviera tratando de atrapar el brazalete con la boca.
Los ojos de Vegeta se abrieron de par en par al ver el chapoteo cuando la cabeza de su hijo desapareció en el agua. Por unos segundos, él no hizo nada. Pero después de cinco —¿o fueron dos?— no pudo evitar dar algunos pasos en dirección a la bañera. Al no salir nada, frunció el ceño, metió las manos en el agua semimarrón, agarró a su hijo por la cintura y lo sacó.
Tan pronto como Trunks fue puesto a salvo, tosió y salió agua, mas no parecía aterrorizado o asustado. En realidad, una vez que el agua abandonó su boca, comenzó a reír y a aplaudir. Vegeta miró a su hijo que todavía sostenía por la cintura, aunque muy lejos de su cuerpo; el agua goteaba en el baño y no en él. Aparentemente, la cara que estaba poniendo arruinó la diversión de Trunks, porque al instante la risa se había ido y las lágrimas amenazaron con caer.
La expresión de Vegeta se endureció.
—Ni se te ocurra —dijo, su voz era extremadamente severa—. Los saiyayíns no lloran.
Como si reconociera el tono que su padre estaba usando, Trunks no se atrevió a llorar, pero sus ojos permanecieron acuosos. Buscando venganza, él le agarró los dedos y comenzó a apretarlos tan fuerte como pudo. Por mucho que Vegeta hubiera sentido peores dolores en su vida, casi se estremeció. El niño aún no sabía cómo controlar su fuerza por lo que, a veces, su nivel de poder era fluctuante. Y a pesar de que Trunks demostrara su fuerza lo complacía, no toleraría ese tipo de comportamiento.
Antes de que Vegeta hiciera cualquier cosa, Bulma regresó al baño.
Ella no pudo evitar arquear una ceja ante lo que vio. Por dentro aún se sentía un poco irritada; pero ahora, contra su mejor deseo, todo lo que conseguía hacer era reírse. No sabía qué sucedió para atraparlos en esta situación, pero era gracioso. La mirada en la cara de Vegeta no tenía precio.
Obviamente, la forma en que se estaba riendo de él no lo complació y de inmediato caminó en su dirección. Sin dar tiempo a que ella pudiera reaccionar, empujó a un Trunks mojado en sus brazos.
—Cuida al mocoso, mujer. —Y dicho esto, se fue de inmediato.
Bulma sonrió al mirar a su hijo que parecía tan perplejo como ella.
—Si tan solo ya hablaras —comentó caminando—, me dirías cómo te las arreglaste para que tu papá entrara en pánico.
Ya que el niño no podía responderle, se comenzó a reír casi a carcajadas, como si recordara la reacción de su padre. Bulma negó con la cabeza muy suavemente y volvió a poner a Trunks en la bañera, con la esperanza de limpiarlo por completo. Y, por supuesto, una vez que hubiera terminado, se aseguraría de que el baño permaneciera hecho un lío.
Solo para divertirse a costa de Vegeta.
✺✺✺
A medida que transcurrían algunas semanas, era como si Bulma y Vegeta hubieran comenzado a crear su propio pequeño mundo. Compartían una cama y su relación parecía ser la misma. Ella no tenía ningún problema con eso. En realidad, su estado de ánimo era mejor de lo que había sido en un tiempo.
Aunque no todo era perfecto, no había ninguna razón para buscar problemas donde no existía uno.
En seguida se encontró pensando en él y en su torturante cercanía cada noche. Cuando Bulma sintió que una oleada de deseo la golpeaba, lo maldijo por su entrenamiento intenso y su terquedad. Honestamente, ¿quién necesitaba entrenar tanto? Gokú era alguien que trataba de luchar todo el tiempo y no lo hacía cada segundo del día.
Sin embargo, no podía quitarle a Vegeta quien era.
A veces, casi lo olvidaba.
Después de pasar tantos años con él, vivir con él y compartir su vida con él, Bulma solía olvidar que, en otro tiempo, Vegeta fue el mal que trataron de vencer. Una vez, ella lo despreció por matar al hombre que amaba. Deseó que no hubiera sido perdonado por la misericordia de Gokú. En cambio, hoy, no había nada por lo que estuviera más agradecida.
Eso también demostraba que, a veces, Gokú sabía lo que estaba haciendo. Veía lo bueno en la gente que otros pensaban perdido hace mucho tiempo. Claro, Vegeta aún no era la mejor persona, pero había recorrido un largo camino de lo que solía ser. Y cada día, se volvía más y más bueno, incluso si se negaba a admitirlo.
Ella nunca podría pretender que entendía lo que él había vivido. Él vio a su planeta morir y a todo su pueblo desaparecer. Fue criado bajo el reinado de Frízer y solo eso era suficiente para que alguien se volviera loco. Y tal vez, era la razón por la que Vegeta entrenaba tanto, a lo mejor era así como se había protegido del abuso y de lo que hizo.
Bulma vio su corazón y sabía que en algún lugar en lo profundo, él no disfrutaba tanto como aparentaba de matar a la gente. Ahora que era libre, seguramente pensaba a menudo en las vidas que había tomado.
A ella no le importaba que él dijera que era lo que los saiyayíns hacían, lo conocía muy bien. No estaba al tanto del lado oscuro de su historia, pero no necesitaba de esas piezas para ver el rompecabezas completo.
Su corazón era bueno o nunca se hubiera convertido en un super saiyayín. A ella le gustaba creer que lo que le permitió transformarse fue su deseo de sobrevivir para poder ser mejor y, quizás, no dejarla sola a ella ni a Trunks.
Probablemente era una ilusión y aun así lo creía.
Después de todo, ¿Vegeta no había sentido furia cuándo Mirai Trunks fue asesinado? No era algo que pudiera esconder. Amaba a su hijo; nunca lo demostraría de la manera en que Gokú lo hacía, pero era innegable.
Y Bulma creía firmemente que Trunks lo notaba. Por eso intentaba ser como su padre.
Ella también tenía su propia teoría acerca de por qué no era tan cercano al pequeño: tal vez se debía al miedo de arruinarlo. Había visto en lo que niño se había convertido solo siendo criado por ella en la otra línea de tiempo y era posible que creyera que su hijo estaba mejor así. Sabía que Vegeta solo distinguía la oscuridad en el interior de su corazón, pensaba que se la podía contagiar a Trunks y eso evitaría que se convirtiera en quien debía ser.
Si tan solo lograra abrir los ojos y viera la verdad.
Ella deseaba que un día pudiera curarlo.
Una lágrima amenazó con caer, así que cerró sus párpados. No había tiempo para llorar. Luego, lentamente, se dejó llevar a la tierra de los sueños.
✺✺✺
Vegeta acababa de salir de la cámara de gravedad donde permaneció una hora más de lo que planeó. Técnicamente, cuanto más tarde entrara a la habitación, mejor. No era como si la evitara, sino que le estaba dando la oportunidad de no ser asesinada.
No pronunció una palabra cuando a ella se le ocurrió su idea. Para ser honesto, casi lo dejó indiferente. Era solo una habitación, solo una cama. Pasaba tan pocas horas allí, que apenas hacía una diferencia —para él—. Esto era algo para ella, lo cual se demostraba con su falta de quejas en los últimos días.
Por lo que sus oídos estaban agradecidos.
Existía un par de beneficios adicionales que podrían agregarse de los que no se quejaría. Aunque, por otro lado, no era como si no haber compartido una habitación les hubiera impedido hacerlo. Esto simplemente era más conveniente.
Vegeta pronto se percató de un importante fracaso en todo esto. Algo que incluso él no vio venir.
Como hasta ahora no había compartido una cama a tiempo completo con la mujer, no estaba al tanto de sus malos hábitos al dormir. Malo ni siquiera era una palabra lo suficientemente fuerte para describirlo. Era un infierno y él conocía el infierno, pero nada era tan horrible.
Y no importaba si ella se dormía antes o después de que él se metiera en la cama, eso no cambiaba nada.
Frustrado y molesto, se dirigió a la habitación. Al menos esperaba que ya se encontrara durmiendo. No porque le importara el contacto físico, sino porque si estaba despierta, dormiría aún menos.
La situación en la noche cuando ella dormía era peor que cuando se hallaba despierta: no podía mantener ninguna parte de su cuerpo quieto. ¿Cuántas veces había sido despertado por un puño otra vez sobre su cara o su pie debajo de su mandíbula? La mujer estaba loca, ¡no era posible que alguien durmiera así!
Abrió la puerta nada más que para verla perfectamente metida en su lado de la cama.
Por supuesto, cuando dormía sola y tenía toda la cama, no se aprovechaba, solo lo hacía cuando él estaba allí. Todavía debía hablar con ella sobre eso, ya que pensó que el problema desaparecería después de unos días y no fue así.
Si la encontraba una vez más sobre él roncando, la empujaría fuera de la cama.
Casi en silencio, se dirigió al baño, donde se desnudó para meterse en la ducha. No estaba de ninguna manera acortando la duración de su aseo por qué ella dormía cerca.
No iba a perturbar su propia rutina por su culpa.
Vegeta permaneció en la ducha durante unos diez minutos antes de apagarla. En seguida agarró una toalla y se secó con ella; una vez que terminó, la dejó caer al suelo. Como no había traído ropa consigo, salió desnudo; eso no le importaba.
Al llegar a su cajón, sacó un short suelto, se los puso y se unió a ella en la cama. Mientras yacía a su lado, aguardó por el momento esperado, mas no pasó nada.
Algo satisfecho, cerró los ojos.
Pero, cuando intentaba conciliar el sueño, apareció un pensamiento que no podía apartarse de su mente. Si dormir en la misma cama con ella le molestaba tanto, todo lo que tenía que hacer era irse, regresar a su antigua habitación.
Lo que la mujer quería no debería hacer una gran diferencia, aunque de alguna manera era así, porque se estaba quedando.
Y no se iría.
✺✺✺
Que insolente.
Vegeta exhaló con fuerza al verse obligado a abrir los ojos. La familiar sensación de enojo se había apoderado de él. Ella lo hizo de nuevo, podía sentir su pie en el pecho.
La miró, solo para ver dos pies cerca de su rostro. De alguna manera, durante la noche ella había logrado ponerse de cabeza. Sus pies a veces le daban patadas mientras sus brazos le rodeaban las piernas y se agarraba con fuerza.
Vegeta estaba haciendo todo lo posible para mantener su autocontrol, si bien en esta situación era difícil. Como no dormía mucho y principalmente entrenaba, disfrutaba de las pocas horas de sueño que tenía todos los días y ella arruinaba totalmente ese momento. Le había demostrado más paciencia que a la mayoría de las personas. Le aguantaba mucho, más ahora, en este instante, su estado de ánimo era espantoso. Ella albergaba unos hábitos molestos, pero este los vencía a todos.
Procedió a hacer lo que hacía todas las noches —casi— desde que se mudó a esta miserable habitación: la agarró por la cintura, la alzó y sin darle la vuelta, colocó sus pies sobre su almohada y su cuerpo lejos de él.
Luego, Vegeta volvió a su lado y cerró los ojos; su somnolencia estaba todavía presente y esperaba dormirse rápido, solo le quedaban tres horas más.
Por supuesto, Bulma no permitió que eso sucediera. Una vez más, la sintió darse la vuelta en la cama y antes de que pudiera siquiera pensar en moverse, una mano le golpeó los ojos y le cubrió la vista. Obviamente no le dolió, pero era extremadamente irritante. No dormir lo ponía de mal humor y estaba enojado ahora mismo.
Tomó su mano de forma brusca y se la quitó de la cara. ¿Cómo era posible que ella no se diera cuenta de lo qué estaba haciendo? En el fondo se preguntaba si quizás lo hacía a propósito.
Solo había una cosa que podía hacer: despertarla. Vegeta se sentó en la cama, la agarró de los hombros y la sacudió. Después de unos instantes, se dio cuenta de que no funcionaba, así que lo hizo más fuerte hasta que la cabeza de Bulma se tambaleó en todas direcciones.
—¿Vegeta? —Ella finalmente preguntó algo mareada y confundida. Sus ojos azules ni siquiera estaban abiertos mientras se agarraba a su almohada.
Él se indignó.
—Mujer, mantente en tu lado.
Ella parpadeó.
Pronto entendió que se encontraba demasiado dormida para comprender lo que sucedía. Aunque decidió quedarse, ella lo estaba haciendo reconsiderar su decisión, ¿cómo diablos se suponía qué iba a dormir así?
Bulma no había actuado de esa forma las pocas noches que compartieron, tampoco las primeras noches en el nuevo dormitorio. Comenzó de repente y desde entonces, no se detuvo.
Esto llegó oficialmente a la cima en su lista de cosas molestas.
Hubiera sido tolerable si todo lo que hiciera mientras dormía fuera tocarlo, podría vivir con eso, ¿pero luchar contra él? Estaba dándole a la palabra molesto un significado completamente nuevo y ponía a prueba su paciencia de una manera que nadie lo había hecho.
¿Por qué se lo permitía?
—Solo quédate en tu lado —le advirtió mirándola con los ojos entrecerrados.
—De que hablas, Vegeta —contestó sin sentido.
Cuando ella casi se iba a poner de costado, probablemente para volver a sumirse en un sueño profundo, sabía que tenía que detenerla. Si le impedía dormir, él le haría lo mismo.
En el momento en que se movió para acercársele, ella hizo algo inesperado. Bulma envolvió los brazos alrededor de su torso con fuerza y estrelló sus labios sobre los de él. Aunque no la tocaba, la oyó dejar escapar un gemido y luego abrió la boca permitiéndole el acceso.
En un inicio, algo sorprendido, Vegeta respondió a su beso. ¡La mujer ni siquiera se hallaba despierta! A pesar de lo cual, él deslizó su lengua dentro. Los gemidos de Bulma se hicieron cada vez más fuertes, Vegeta se desplazó y cuando se encontraba casi listo para posicionarse encima de ella, repentinamente la sintió liberar el agarre que tenía sobre él. Frunció el ceño al notar que separaba los brazos de su cuerpo.
La vio acurrucarse suavemente alrededor de su almohada y alejar su rostro.
Allí estaba ella, de vuelta a su sueño pacífico.
Pero acababa de hacer que sus posibilidades de volver a dormirse disminuyeran drásticamente. Vegeta miró la habitación mientras contenía su ira.
A la mierda con el sueño.
La única forma de quitarse la rabia era con el entrenamiento. En el momento en que Vegeta se levantó, se dio cuenta de cuan estúpida fue su decisión. Él nunca había compartido una cama con nadie antes. Estaba acostumbrado a su propio espacio, a su libertad de movimiento.
Cuando alguien más dormía a su lado, cambiaba toda la perspectiva.
Aunque, no cambió la de ella, porque seguía actuando como si estuviera sola en el mundo. La miró y casi se sorprendido de que una cosa tan pequeña pudiera producirle tanta frustración.
¿Qué la hacía tan especial?
✺✺✺
Bulma se dirigió a la cocina y una vez que llegó, a la única persona que encontró fue a Vegeta. Él no se veía feliz y eso era un eufemismo. Fulminaba con la mirada su comida, había brusquedad en sus movimientos y no se volvió hacia donde estaba. Ella no pudo evitar pensar en qué podría haberlo enojado. En realidad, muchas cosas lo lograban.
—¿Qué te tiene de mal humor esta mañana? —preguntó casualmente al sacar el jugo de naranja de la nevera.
Quizás la sola expresión de su cara debería haber sido una gran señal de advertencia para dejarlo en paz, pero eso solo la atrajo. Había pasado un tiempo desde la última vez que vio a Vegeta tan enojado y el deseo de descubrir qué provocó tal ira era demasiado fuerte como para ignorarlo.
Vegeta lentamente inclinó su cabeza hacia donde Bulma se ubicaba antes de entrecerrar sus ojos aún más, ¡como si ella no tuviera la culpa de su situación actual! En realidad, en más de una forma era la responsable. Primero que nada, apenas dormía y en segundo lugar, se estaba presionando debido a las mejoras en la cámara.
Ya que ahora podía aumentar la gravedad mucho más, no toleraría nada menos que el máximo. Ahora bien, muy probablemente porque no se ejercitaba de la forma correcta o debido a los recientes eventos, los cuales habían ocasionado que disminuyera la velocidad de su entrenamiento, no manejaba la gravedad alta tan bien como pensaba que lo haría.
A veces, incluso si ignoraba eso, se encontraba asfixiándose, como si su propio cuerpo no le permitiera respirar. Otras veces, ataques o movimientos simples le exigían demasiado y le llevaba más tiempo ejecutarlos. No lo admitiría ante nadie. Después de todo, era su propia debilidad y no quería compartirla con el mundo; en especial con ella.
La falta de sueño aunado a la mayor gravedad lo hacían esforzarse aún más de lo normal y solo podía culparla, tal vez porque era lo más fácil de hacer. Aunque, se consideraba a sí mismo responsable de su falla.
Esa era una responsabilidad que nadie más sino él cargaría.
La observó esbozar una pequeña sonrisa burlona en sus labios y supo que ella veía esto como algo entretenido. Vegeta apartó su comida, se levantó y caminó en su línea.
A pesar de que podía verlo cerrando la distancia entre los dos, Bulma siguió bebiendo su jugo de naranja. Sus ojos eran fríos y se preguntó qué tenía en mente. La forma en que la miraba le envió escalofríos por la espalda y no se hallaba segura de si era bueno o malo.
Ella contuvo el aliento cuando la alcanzó y dejó su vaso. Los labios de Vegeta estaban extremadamente cerca de su oído.
—Puede que tenga que atarte esta noche, mujer.
La aspereza en su voz hizo que echara ligeramente la cabeza hacia atrás. Por supuesto, para ella el significado de esas palabras era diferente de las que él le daba. Pero Vegeta ya intuía que lo entendería mal.
Después de demorarse unos segundos, él se apartó y la dejó sola en la cocina. El momento pasó y Bulma no pudo evitar sonreír un poco. No creía que Vegeta hubiera dicho eso, ni la leve excitación que le había causado. Después de todos los pensamientos sucios que ella tuvo en el pasado, pensó que era la pervertida...
Aunque la situación resultaba graciosa, Bulma se comprometió a descubrir por qué Vegeta actuaba así esta mañana.
Él no parecía ser el mismo de siempre.
✺✺✺
—Iré a acostar a Trunks —susurró Bulma antes de dejar a su madre.
La señora Briefs y ella acababan de volver de hacer las compras hace media hora y el niño se había quedado dormido en la sala de estar donde estuvieron charlando.
Mientras caminaba, admiró la pijama nueva que llevaba su hijo y que ella y su madre le habían comprado en el centro comercial. El pequeño traje tenía un diseño que lo hacía lucir aterrador, incluso dormido. Seguramente lo hubiera elegido su padre.
Lo puso dentro de la cuna con cuidado, le retiró el flequillo y decidió que necesitaría un corte de cabello pronto. Después de darle una última mirada salió silenciosamente dejando medio cerrada la puerta, luego se dirigió a la habitación donde esperaba encontrar a Vegeta.
Aunque todavía era bastante temprano, la cámara de gravedad estaba apagada, eso la llevó a creer que él había detenido su entrenamiento prematuramente. ¿Por qué? No tenía ninguna pista. Tal vez se sentía enojado porque nadie le advirtió que se iban. No, tener la casa para él era algo que disfrutaría.
Lo único que se le vino a la mente fue que la cámara de gravedad se había malogrado y que nadie estuvo allí para arreglarla. Ahora bien, dado que acababa de actualizarla, si realmente la rompió, le diría unas cuantas verdades.
Cuando llegó a la habitación, sintió que el alivio la llenaba; sus pies la estaban matando. No solo eso, sino que no podía esperar para quitarse el kimono. Tan pronto como puso un pie dentro, echó un vistazo solo para ver a Vegeta acostado en la cama.
Se había quedado dormido con el control remoto en una mano y la televisión encendida.
Bulma no pudo evitar reírse de manera contenida, ¿Vegeta podría lucir más humano? Sacudió suavemente la cabeza y comenzó a desvestirse. Extendió la mano hacia la blusa que llevaba más temprano en la mañana, se la puso y se dirigió a la cama.
Observó la pantalla para tratar de descubrir lo que él había estado mirando. Por el momento, El vengador del futuro aparecía. Tomó con cuidado el control remoto de sus manos y cuando iba a apretar el botón de apagado.
Se detuvo.
La luz del televisor era la única en el dormitorio y le iluminaba el rostro a Vegeta. Bulma notó que fruncía el ceño, lo cual era inusual. Por lo general, durante su sueño, permitía que sus rasgos faciales se relajaran.
Fue entonces cuando asumió que lo que fuera que lo molestara todavía lo tenía nervioso.
Y luego, el impulso fue más de lo que ella pudo soportar.
Lentamente llevó una mano a su rostro e hizo contacto con las yemas de los dedos. Trazó cada línea con delicadeza tratando de ser cuidadosa para no despertarlo.
Si la encontraba en esta situación, él tendría su cabeza.
Sintiéndose un poco atrevida, especialmente porque no se movía o reaccionaba en absoluto, Bulma comenzó a acariciar su cabello muy despacio. Dios, ¿por qué su cabello la obsesionaba tanto?
Quizás era porque este siempre permanecía en el aire sin importar lo que pase o porque aun si lo cuidaba o no, nunca cambiaba o se veía mal.
Eso no era justo.
Dando un suspiro, retiró la mano y se acercó a su rostro. Suavemente besó la punta de su nariz y se apartó. Siempre había querido hacer eso, a pesar de que pensaba que Vegeta no lo habría permitido; probablemente lo consideraría un acto cursi.
Pero todo era válido cuando dormía.
Se alegraba de que él se permitiera estar tan cómodo en su presencia. No es que tuviera ningún motivo para temerle, después de todo, incluso si lo deseara, nunca podría hacerle daño. Seguramente se lastimaría a sí misma y no a él.
Como no quería ver la película, Bulma apagó el televisor y guardó el control remoto.
De pronto, mientras ella estaba allí en silencio, todo en su interior comenzó a suplicarle que lo abrazara. Desde que se había quedado dormido solo, al parecer se encontraba menos en guardia. En lugar de dormir de lado como de costumbre, estaba boca arriba. Bulma se moría por acurrucarse en su robusto pecho y esta podría ser la única ocasión que alguna vez iba a tener.
Aunque si se despertaba cuando ella lo hacía, probablemente se cabrearía.
Después de decidir que valía la pena el riesgo, Bulma tomó uno de sus brazos, lo levantó, se lo colocó sobre la espalda, a un costado, y apoyó la cabeza en su hombro. Luego, gentilmente, pasó un brazo por su cintura y lo abrazó.
Todo lo que podía oír desde que su oído se presionó contra él fue el latir de su corazón. Iba a un ritmo lento y constante, y encontraba el sonido tranquilizador. En poco tiempo, Bulma cerró los ojos y debido al sonido y a la calidez de su cuerpo, se halló siendo arrastrada a la tierra de los sueños.
Él esperó.
Y esperó.
Cuando al fin Vegeta la sintió bajar el ritmo de su respiración y una vez que estuvo seguro de que estaba dormida, abrió los ojos. ¿Realmente creía que nunca notaría su presencia? Se había despertado cuando ella hizo todo ese ruido, antes de que decidiera acercarse tanto a su cuerpo.
Ya podía sentir sus piernas tratando de enredarse con las suyas.
Vegeta gruñó y se maldijo por quedarse dormido. La mujer se había marchado sin dejar ninguna indicación. Por supuesto, usualmente eso no lo habría molestado, pero si la cámara de gravedad necesitaba ser reparada, no tenía como llamarla.
Esta podía alcanzar los 1200 g de forma normal, sin embargo, cuando alcanzaba los 1400 g se presentaban los problemas. De alguna manera, era un alivio que aún no lo supiera.
Y no estaba dispuesto a escucharla gritar en este momento.
Vegeta se movió un poco solo para encontrar resistencia. Venía de ella. En este punto, llegó a la conclusión de que era mucho peor dormida que despierta. No le permitiría moverse ni moverla, ya que lo abrazaba con fuerza. Puesto que no había muchas cosas que pudiera hacer en esta situación, bajó el brazo con cuidado hasta que su mano alcanzó su espalda baja.
La palma le ardía por el contacto de la piel e hizo la idea a un lado. Luego, apaciblemente, la subió hasta apoyarla en el medio de su espalda; pero el gesto no se hizo por la razón que parecía.
Todavía no estaba dormido y debido a que se encontraba con la guardia baja, ella se las arregló para acercársele en poco tiempo.
Todo el propósito al rodearla con el brazo era protegerse. La próxima vez que tratara de patearlo mientras intentaba dormir, podría ser capaz de bloquearla. Antes de que las cosas llegaran demasiado lejos, la inmovilizaría debajo de él; eso la despertaría o la motivaría a actuar igual.
Una cosa era segura, solo hacía esto porque quería deshacerse de ella rápidamente si cruzaba la línea de nuevo.
Vegeta no pudo evitar mirar sus ojos cerrados, no se veía tan malvada así.
Como una cosa tan pequeña podía dar tantos problemas.