Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Todo a la vez ( Chapter 19 )

[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]

Descargo de responsabilidad de Maddie-san: No soy dueña de DBZ.

Advertencia: ¡limones!

 

Amor difícil

Capítulo diecinueve

Todo a la vez

 

 

El sol apenas se levantaba, pero ya se encontraba trabajando como un esclavo dentro de la cámara de gravedad. En realidad no se había acostado, permaneció despierto durante toda la noche llevando su cuerpo a nuevos límites; quizás lo hacía porque era la única forma de que lograra despejar la mente lo suficiente para pensar como era debido. Los impactos de sus golpes se volvieron más violentos y fuertes, y su respiración más superficial mientras el sudor goteaba por su frente.

¿Qué estaba haciendo?

Toda la situación actual con la mujer era suficiente para hacer que le duelan los sesos. Cada cosa que sucedió durante las últimas semanas vino a estrellarse sobre él en un instante: el cambio de habitación, el sexo, tolerarla.

¿Lo tenía en la palma de su mano?

Dio un puñetazo contra la pared: No.

Todos sus actos en fechas recientes los hizo por su propia voluntad. Compartir una habitación no fue un pensamiento de lo más placentero al principio y Vegeta creía que hubiera sido más fácil decirle que se había vuelto loca por siquiera considerarlo; sin embargo, los hechos no ocurrieron así. Lo notó cuando la vio a los ojos en el momento en que ella estaba a punto de hablar: el fuego. Él era necio y tenía su orgullo, no obstante, una cosa que aprendió a lo largo de los años fue que cuando se trataba de ciertos asuntos, era imposible que la mujer cediera. Él podría ser extremadamente molesto, pero ella era insufrible. Si se hubiera negado, esa boca suya no se habría cerrado.

Y luego, esto hubiera descendido a la cuestión de la cámara de gravedad.

Era inútil amenazarla, no porque no quisiera, sino porque lo ignoraría. Si hubiera deseado lastimarla, deshacerse de ella, podría haberlo hecho hace mucho tiempo, pero no llevó nada a cabo. ¿Por qué le creería ahora? Vegeta no confiaba en el apego, hace mucho tiempo sintió ese vínculo por su pueblo y su planeta de origen, y le fue arrebatado; a partir de entonces, decidió que no volvería a repetir el error.

Y con todo, no podía matarla.

Le enfurecía que hubiera alguien en este universo a quien no mataría. Su hijo no contaba por razones obvias; el mocoso era un mocoso, pero él tenía su sangre. Ella no, ella no era nada, no debería ser nada y, aun así, sus vidas se encontraban entrelazadas.

Ella estaba en su espacio personal, en su cama, en todas partes.

Lo peor de todo fue que se lo permitió.

Su ceño fruncido se profundizó ante la idea de cómo había dejado que las cosas se volvieran normales. Con demasiada frecuencia él tomaba su cuerpo, con demasiada frecuencia ella invadía su espacio. Aunque no le importaba el aumento en la cantidad de sexo, ¿por qué debería?, no había nada de malo en responder a las necesidades del cuerpo.

¿Y si fuera más qué eso?

Diablos, técnicamente podía tomar a cualquier mujer que deseara y no lo hacía. No quería a esas otras mujeres inmundas, a esas clase baja, putas.

Vegeta no conseguía recordar el momento en que la consideró buena. Él no compartiría un dormitorio con alguien que estaba por debajo suyo y, al final, ¿eso importaba? Una habitación mejor era una mejor y, claramente, la nueva era mucho mejor que la anterior; pero ¿la vida que en la actualidad llevaba lo complacía?, ¿prefería estar con ella y con su hijo o en el espacio completamente solo, entrenando hasta que su cuerpo cayera exhausto? Siempre había sido un solitario, siempre había trabajado mejor por su cuenta que con los demás.

Aquí, dividía su día. Pasaba la mayor parte entrenando, sin embargo, existían esos otros intervalos: estaban las horas cuando entrenaba a su hijo, los momentos del día en que la veía y que duraban más de lo debido, sus momentos en la noche. Si estuviera solo en un planeta desierto, entrenaría todo el tiempo y ¿para qué? Había alcanzado el nivel de super saiyayín, había llegado a la cima, ¿qué venía después de eso?, no lo sabía. Lo que si sabía era que él no era el más fuerte; Kakaroto, ese idiota, todavía era superior. Era cierto que hasta ahora seguía muerto, pero Vegeta estaba convencido de que sería temporal; el payaso no permanecería en el otro lado para siempre.

Debía ser mejor que él, era su destino; había nacido superior y no era un deseo que desaparecería.

Pero algo sucedió que hizo a Kakaroto más fuerte, aun así, no era nada que Vegeta no pudiera obtener. La idea de que la gente a la que Kakaroto apreciaba era la fuente de su poder pasó por su mente, después de todo, ¿no fue esa siempre la principal diferencia entre ellos?

Y ahora, ¿estaba comenzando a tener lo que él atesoraba?

No, existía una diferencia. Kakaroto los aceptaba, los necesitaba y los amaba; Vegeta no estaba seguro de desear entender el concepto de familia. ¿Era eso lo que tenía? Todo había sido un mero accidente, si no hubiera sido por una noche imprudente, no tendría nada de esto; serían solo él y ella.

Luego vino otra pregunta: ¿le molestaba?

Era algo perturbador para su vida que estuviera aquí con ella y su hijo. Eso no lo cambiaba, ¿verdad? Aún entrenaba todo lo que quería, tenía acceso a una gran cantidad de comida y a todo el equipo de entrenamiento que alguna vez precisara; cada uno de sus deseos y necesidades se podían satisfacer aquí mismo, ¿eso era tan malo? De acuerdo, la mujer llegaba a ser molesta a veces, pero al menos no cedía frente a él. Por lo general, ella seguía ofreciéndole un buen desafío y, mentalmente, era la única que lograba hacerlo. Aunque a menudo la etiquetaba como tal, estaba lejos de ser una idiota, que era más de lo que podía decir sobre la mayoría de las personas con las que ella pasaba el rato.

¿Era su situación tan horrible qué debía marcharse? Realmente no.

Él también había tomado la decisión de quedarse y entrenar a su hijo, no podía irse. Además, el contacto físico entre él y ella era inevitable, lo había aprendido a lo largo de los años; entonces ¿por qué hacerlo tan difícil? Era mucho más simple ahora, ¿no?

Y todo lo hizo por su propia voluntad.

Por ninguna otra razón.

✺✺✺

Era oficial, su columna la estaba matando. Bulma se sentó en la cama, puso ambas manos encima de su trasero y trató echar la espalda hacia atrás. No tenía idea de en qué posición durmió, pero su cuerpo había sufrido. Un gemido se le escapó al estirar los brazos sobre la cabeza.

Kamisama, podría dormir por otras diez horas.

Últimamente era como si no descansara al dormir. Tal vez se debía a la cantidad inusual de actividad “física” que realizaba, su cuerpo no estaba acostumbrado. Una pequeña sonrisa se arrastró hasta sus labios ante la idea, no iba a quejarse de eso.

Finalmente, después de un poco de convicción, Bulma quitó las mantas de su cuerpo y se levantó de la cama. Iba caminando en dirección al baño cuando de pronto se detuvo antes de llegar allí; sus ojos parpadearon ante su calendario en busca de cualquier cosa que debiera hacer hoy, tenía la sensación de que algo importante iba a suceder. Echó un vistazo a las fechas, pero lo único que veía eran los informes que se comprometió a presentar. Se encogió de hombros, estaba lista para continuar avanzando, cuando notó el día: el dieciseisavo. No debería haber significado nada aunque era así. Y luego contó: dos.

Eso no era nada, era normal. No era nada fuera de lo común que el periodo de una mujer no llegara a tiempo, a veces el estrés podía producirlo también. Ella todavía no estaba retrasada; bien, no realmente. Bulma quería decirse que no se preocupara, pero aun así se asustó un poco, ¿cómo no hacerlo?

Había quedado embarazada de Trunks después de una vez, conociendo su suerte...

Negó violentamente con la cabeza, no pensaría en eso ahora. Estaba a punto de dirigirse a tomar una ducha fría para distraerse, cuando se abrió la puerta del dormitorio. Bulma giró lo suficientemente rápido para ver a Vegeta entrar. Una mirada hacia él y podía decir que llegó del todo agotado.

¿No había venido a la cama anoche?

Él probablemente la habría ignorado y se hubiera ido a dormir si no fuera por su aroma. Se detuvo en seco para oler mejor. Ella sentía muchas emociones diferentes en este momento, no obstante, las que más lo golpearon fueron el miedo y el nerviosismo. Arqueó una de sus cejas ligeramente antes de verla, pero ella se negó a devolverle la mirada. Vegeta supo al instante que algo no andaba bien, ¿por qué estaba asustada? Sus ojos se entrecerraron mientras caminaba en su dirección; por lo general, no le importaban todos los cambios de humor que ella sufría, pero esta vez parecía como si intentara esconderle algo.

Vegeta la alcanzó y se detuvo cuando sus narices casi se tocaron. Él no pronunció ni una palabra, a pesar de eso, sus ojos penetraron en su alma, ¿por qué la veía parpadear así? Esta vez ella lo miraba, más él no creía en esa máscara. ¿Qué podría desear mantener en secreto? Casi dio un brinco cuando él entró: no esperaba su presencia y todo su ki se perturbó. Estaba agotado y no deseaba lidiar con esto ahora, pero si era algo que le concernía, quería estar al tanto.

—Vegeta —dijo Bulma rompiendo el silencio.

Lo único que pasaba por su mente era que él lo sabía, aun así, luego se calmó pensando que no había nada que saber, absolutamente nada sucedía. Quizás estaba, de hecho, unos días atrasada, sin embargo, no era algo para hacer un drama. ¿Por qué debería compartir eso con él? Tal vez si su miedo se hacía real, entonces sí.

Pero ahora, solo provocaría una pelea.

Y ella no podía estar embarazada, había tomado precauciones esta vez. Se suponía que el control de la natalidad era a prueba de saiyayíns, se aseguró de eso. No, esto era solo un retraso debido a que paraba ocupada y se estresaba por todo, era la única explicación lógica. Ahora bien, ¿y si Vegeta era capaz de confirmarle las cosas? Él sentía el ki. Si se concentraba lo suficiente y ella estaba embarazada, podría sentirlo, ¿verdad? Aunque ¿cómo preguntarle sin levantar sus sospechas?, ¿lo lograría?

—¿Notaste algo diferente en mí? —preguntó poniendo fin a la profunda concentración en que él se encontraba.

Una vez más, los ojos de Vegeta se entrecerraron. ¿Algo diferente? En seguida la miró de pies a cabeza y no vio ninguna diferencia con la forma en que lucía la última vez. Ella estaba al tanto de que a él no le importaba nada de lo que hacía con su apariencia, entonces, ¿por qué preguntarle?

Vegeta también sabía que no intentaba distraerlo, no había rastros de mentiras. Era solo una pregunta, pero tal vez no se refería a su apariencia exterior. ¿Quería decir por dentro? No muchas cosas podrían ser diferentes en su interior, no se volvió más fuerte...

Ella no quería decir que...

Si era posible, sus ojos se volvieron más fríos.

—Mujer... —dijo con una voz amenazadora.

Maldición, ¿la había descubierto tan rápido? De acuerdo, él no era un idiota y, aun así, no creía que hiciera la conexión tan pronto.

Suspiró.

—Solo dímelo.

Una sensación surgió dentro de Vegeta y no estaba seguro de qué se trataba. Comprendió que no era miedo, pero no podía identificarlo. Una cosa si tenía en claro, se sentía furioso. Vegeta dejó de lado ese sentimiento por el momento, cerró los ojos y se concentró en ella tratando de detectar cualquier rastro de otro ki y durante un largo tiempo permaneció así, no queriendo detectar eso, si es que eso existiera. Mientras tanto, su furia crecía, ¿no había mencionado ella hace un tiempo qué todo había sido resuelto? Era obvio que no fue así. Ciertamente no habría sido tan descuidado si se lo hubiera advertido. No podía hacer una cosa bien, ¿verdad? Su paciencia era escasa, ya que no había dormido y esto era lo último a lo que pretendía hacer frente.

Pasaron más minutos antes de que finalmente abriera los ojos.

—No.

Bulma se sintió aliviada. No era como si no deseara otro hijo, pero era más que obvio que este no era el momento, aunque ahora iba a tener que discutir con un Vegeta extremadamente enojado. Hubiera sido mejor mantener sus preocupaciones para sí misma, solo que ya era un poco tarde.

Vegeta no le habló ni reaccionó; en lugar de eso, pasó junto a ella, entró al baño y cerró la puerta.

Bulma suspiró, tanto por una ducha. Mirando hacia la puerta del baño, sacudió la cabeza: saiyayín obstinado. Caminó hacia su armario porque debía vestirse a toda prisa, tenía un niño pequeño a quien cuidar. No tardó más de unos minutos en ponerse la ropa y salió.

Vegeta la sintió alejarse, pero su enojo no disminuyó. ¿Cómo podía ser tan descuidada? La había oído hablar con su madre, él era muy consciente de su deseo de expandir la familia y no quería eso. Aunque debería ser la culpable del primer embarazo, técnicamente no era así. No se suponía que sucediera, no pretendieron que ocurriera. En cambio ahora, especialmente ahora, ella debería haber aprendido la lección. Vegeta confiaba en sus sentidos y estaba seguro que no había detectado nada, aun así, no esperaría a que ocurriera de nuevo. Ya a veces lo sofocaba su situación actual y no tenía la intención de aumentarlo.

Él jamás planeó ser padre, no después de la pérdida de su planeta.

Además de eso, nunca tuvo la intención de ser la clase de figura paterna que el suyo había sido. Vegeta era su propia persona, pero el único modelo de referencia que tuvo fue su padre y fue un ejemplo terrible. Había sido tan débil, lo suficientemente débil como para entregarle su propio hijo a su enemigo, lo suficientemente débil como para hundirse bajo la presión de Frízer.

Francamente, obedecer a Frízer no sirvió de nada, los destruyó de todos modos. Su padre murió sin su orgullo y Vegeta perdió el suyo al desaparecer su pueblo. Entonces ¿por qué seguir una línea que no tenía sentido?, ¿por qué continuar la línea de una raza que estaba muerta? Sus pensamientos a menudo habían sido esos, pero ahora, no sabía qué pensar. A veces, toda la situación hacía que le doliera la cabeza. Se hallaba confundido, este no era el tipo de situación en la que pensó que terminaría, ya ni siquiera era él. Vegeta no era un padre y ciertamente no era humano, esta no era la forma en que debería estar actuando.

Mató a mucha gente y eso lo llenó de felicidad, alegría y orgullo, ¿por qué no lo hacía más? Kamisama sabía que era bueno en eso. Por sí solo pudo destruir un planeta completo con solo mover un dedo, ¿por qué no se encontraba en el espacio haciendo aquello en lo que era el mejor?

En lugar de eso, estaba aquí con ella.

Una cosa era segura, no engendraría otro mocoso. Podría decir que no volvería a tocar a la mujer, pero se estaría mintiendo; no debido a una debilidad, sino por las necesidades de su cuerpo. Ya no tenía que contenerse más, así que ¿por qué debería?

Odiaba hablar y no lo haría; él le ordenaría que hiciera algo al respecto correctamente esta vez.

Ser padre no estaba en su sangre, no nació para eso. El suyo se lo dejó bien en claro: reprodúcete en aras de un heredero y a la primera oportunidad que tengas, sacrifícalo para salvar tu propia vida. No existe la piedad en este universo, eso era lo que le habían enseñado.

Hubiera preferido que lo mataran cuando era un niño a que su padre lo entregara a Frízer, sin embargo, el Rey Vegeta vio la situación desde una perspectiva diferente.

Él no sería ese hombre.

✺✺✺

No había dormido ni entrenado a su hijo.

Hoy se estuvo centrando en esforzarse demasiado hasta el punto en que su cuerpo no logró soportarlo. Planeó tomarse un descanso después de la ducha, cosa que no pudo concretar. Demasiados pensamientos daban vueltas por su mente y no era capaz de bregar con la mayoría de ellos.

Ella tenía la culpa.

Ahora era casi medianoche y acababa de salir de la cámara de gravedad. Sabía que ya estaría en la cama, probablemente dormida, pero él no la quería así, quería que estuviera despierta. La necesitaba lúcida porque debían sostener una conversación. No dejaría que otro mocoso fuera engendrado, uno era demasiado. Mientras Vegeta se dirigía a la habitación, se aseguró de ser tan ruidoso como fuera posible, casi daba pisotones. Ni siquiera estaba seguro de estar haciéndolo a propósito. No tardó demasiado en llegar y cuando al fin lo hizo, prácticamente abrió la puerta de un solo manotazo.

Para su sorpresa, Bulma no dormía, se encontraba sentada frente a su escritorio cubierto por un montón de papeles, con una mano en el corazón. No había esperado que apareciera tan violentamente. De otro lado, por la forma en que terminó su última conversación, no era una sorpresa que no estuviera de buen humor. Lo observó cerrar la distancia entre los dos. No le llevó mucho tiempo a ella reconocer la expresión de su rostro: quería hablar. Era un espectáculo tan raro que nunca lo había olvidado. Giró su cuerpo un poco para obtener una mejor vista de él cuando se detuvo a su lado.

Vegeta apoyó una mano en el escritorio y se inclinó para parecer prácticamente amenazante, sin embargo, casi tuvo el efecto opuesto. ¿Podría en realidad ser culpada? Él estaba exponiendo su fuerte torax frente a su cara... ¿cómo más se suponía qué ella debía reaccionar?

—¿Hay algún problema? —preguntó Bulma de manera demasiado inocente.

Los labios de Vegeta casi formaron un rictus.

—No habrá más mocosos, mujer.

A ese respecto, no le importaba lo que ella había dicho o lo que quería. Uno era suficiente, uno era demasiado. Ella lo conservó, incluso cuando la hizo a un lado, pero ahora se pondría firme. Él ya había hecho demasiadas concesiones solo para evitar que gritara, esta vez no irían por el mismo camino.

—No te preocupes —contestó antes de mirar hacia otro lado—. Ya tomé precauciones, incluso contra un ejército de saiyayíns. —Casi soltó una risita.

—Entonces, ¿por qué la pregunta?

Ella se mordió el labio inferior: porque todo podría fallar, porque podría haber sucedido de cualquier forma.

—Tuve dos días de retraso y me sorprendiste cuando me enteré. Solo estaba un poco asustada. —Él no parecía muy convencido—. Retrasarse unos días suele ocurrirle a mucha gente. —Ella lo sintió retirar el brazo y era como si pudiera respirar mejor—. Yo tampoco quiero otro —agregó.

Bien, tal vez era una pequeña mentira. Ella sí quería, pero ahora no. Eventualmente, si las cosas alguna vez llegaban a ser normales o mejor para ellos, quizás lo mencionaría. Por ahora, uno era suficiente. Incluso si Trunks fuera el único hijo que tendría, sería la mujer más feliz de la Tierra. Vegeta no le creyó, bueno, no completamente. Aun así, estaba convencido de que ella disponía del suficiente respeto y orgullo para no hacer algo tan mayúsculo a sus espaldas. Podría ser un tanto tramposa para salirse con la suya a veces y con todo, él era consciente de que ella no era así cuando se trataba de problemas importantes. Además, la olía antes o durante y sabía que la atraparía.

Se sentó en el borde de la cama, el sudor goteaba por su cuerpo incluso después de su intenso entrenamiento.

Bulma lo miró, todavía se mordía el labio inferior. A ella le gustaba la limpieza y también a Vegeta; podría tomar tres duchas al día si tuviera que hacerlo, pero viéndolo tan salvaje y sucio... además, acababan de sostener una conversación normal... sus sentidos le estaban cosquilleando.

Era usual para las parejas hablar sobre tener hijos y que Vegeta hiciera algo así, resultaba casi adorable. Y significaba que en su mente, él aún seguía embarcado en una larga aventura para los dos. Él era rudo y necesitaba ser domesticado solo un poco, sin embargo, había recorrido un largo camino del hombre que solía ser. Aunque se había suavizado, no cambió exactamente. Su personalidad seguía siendo la misma y lo más probable era que fuera eso lo que más amaba. Una vez que Yamcha dejó sus malas costumbres, se convirtió en una persona completamente diferente, pero él no. Por otro lado, en este punto no valía la pena compararlos.

Vegeta podía sentir sus ojos como si lo estuviera quemando e inclinó sutilmente la cabeza hacia un lado para mirarla. La excitación que ella desprendía estaba presente en la habitación y casi se rio por lo bajo. Para ser honesto, si hubiera sabido todo este tiempo que la mujer tenía un deseo sexual tan alto, podría haberlo aprovechado. Él distaba mucho de ser gentil con ella. En realidad, dado que el sexo se había convertido en algo más habitual para los dos, cada vez se volvía más rudo; pero advertía que a ella no le importaba. Vegeta estaba comenzando a familiarizarse muy bien con el cuerpo de Bulma: romántico no era como a ella le gustaba, lo cual le iba bien porque no lo hacía suave.

A pesar de que compartían un dormitorio y mantenían relaciones sexuales ocasionales, durante un tiempo creyó que ella esperaría algo de él, mas no fue así. Aparte de aquella ocasión después de la primera vez que estuvieron juntos, nunca quiso nada que él no quisiera dar; de alguna manera eso lo complacía, había menos con lo que molestarme. Lo que él ambicionaba lo conseguía y por lo general, lo que no pretendía discutir, no lo hacía. A veces se encontraba haciendo concesiones solo cuando no deseaba escuchar sus lloriqueos o sus quejas.

Era cierto que ella no le exigía ninguna emoción, pero eso no significaba que se quedara callada. Le encantaba usar su fuerte voz cada vez que se enojaba, lo cual era bastante frecuente. Por otra parte, disfrutaba enfureciéndola, mordía el anzuelo tan fácilmente todo el tiempo.

Vegeta levantó la cabeza un poco y sus ojos se encontraron.

Estaba exhausto y debería estar tomando una ducha. No le importaba el sudor y la suciedad cuando luchaba o entrenaba, fuera de eso, disfrutaba de la limpieza; pero ella se negaba a apartar la mirada. Aunque no debería haberle importado, simplemente no podía romper el contacto visual.

Vegeta acaba de tener una breve conversación seria con ella sobre no quedar embarazada y, aun así, estaba excitada. Todos los días, la mujer lo confundía más y más. Podía fácilmente tomarla, tal vez en el escritorio desordenado, pero prefería torturarla. Finalmente, fue él quien desvió la mirada.

Casi veía la protesta en sus ojos. Una sonrisa burlona apareció en sus facciones mientras se dirigía al baño sin volverse hacia atrás ni una sola vez. Después de todo, él todavía era el que tenía el control.

¿Verdad?

✺✺✺

Parecía que la mujer disponía de una forma particular de tomar venganza. Por más que sus “ejercicios” durante el sueño no fueran tan malos, aún se hallaban presentes. Su solución solo había medio resuelto el problema. La mayor parte del tiempo, ella todavía se movía tanto que botaba el peluche de la cama y una vez más él era presa de sus ataques.

Esta noche no tenía paciencia para eso.

Su actual reflexión sobre los últimos acontecimientos estaba jugando con su mente y pequeñas cosas lo molestaban mucho más de lo normal. Sus ojos se entrecerraron y respiró profundamente tratando de calmarse cuando la sintió envolver las piernas con las suyas. No le gustaba estar tan entrelazado.

Luego, ella se echó hacia atrás y su mano le dio un golpe en la cara, él cerró los ojos y frunció el ceño. Con un movimiento rápido, se levantó, se colocó encima y la inmovilizó, pero Bulma ni siquiera se inmutó. Vegeta miró su rostro durmiente desde arriba.

Ella descansaba sin ninguna preocupación.

¿Cómo podía dormir tan pacíficamente?

¿Cuándo fue la última vez qué él tuvo un sueño tranquilo, un momento de descanso en el que no tuviera pesadillas ni destellos de su pasado?, ¿cuándo se despertó sin gotas de sudor cayendo por su nuca? No podía recordarlo, probablemente porque nunca sucedió.

La vida de ella era muy diferente, pensaba que experimentó el dolor y el sufrimiento o incluso la pérdida, pero no era así, no en la medida de él. Y sintió envidia de su tranquilidad. ¿Alguna vez conocería ese sentimiento? Fue entonces cuando decidió despertarla para molestarla o simplemente porque no podía soportar cómo se movía cuando dormía. Le puso una mano sobre el hombro y la sacudió tratando de alejarla de su sueño. Aunque sus movimientos fueron bruscos, ella no se despertó. Casi puso los ojos en blanco y volvió a intentarlo.

—Vegeta, por favor —murmuró, sus párpados todavía estaban cerrados.

Intentó volverse a su lado de la cama, pero él no la dejó. Vegeta cerró su control inmovilizándole las piernas usando las suyas. La mujer no iría a ningún lado. Bulma levantó las manos y se aferró a su cuello. Ella presionó su cuerpo contra el suyo, sin embargo, él podía decir por su ritmo de respiración que no estaba despierta.

Era casi demasiado tentador.

—¿Por favor qué, mujer? —preguntó con una sonrisa de suficiencia en el rostro.

En lugar de responder con palabras, ella gimió y retorció su cuerpo como si se encontrara frustrada.

Hace unos minutos, él era el que se había sentido frustrado, pero ahora, ella demostraba ser entretenida. No estaba acostumbrado a una Bulma durmiendo o semidespierta, o al menos, no habituado a interactuar con ella en ese estado. Bajó las manos y la agarró por la cintura. Como si pensara que él le había dado lo que necesitaba, ella balanceó las caderas. Parecía que el contacto la despertaba lentamente, porque abrió los ojos con mucha suavidad. Su mente todavía permanecía borrosa y confundida, y no tenía la seguridad de sí estaba despierta o soñando.

¿Por qué Vegeta se hallaba tan cerca?

Él se inclinó hasta que su boca llegó a su oído.

—¿Qué quieres? —preguntó con una voz casi sensual.

Ella era una mujer orgullosa, nunca suplicaba, siempre exigía; pero en estos instantes, estaba en un momento de debilidad. Probablemente él trataba de aprovecharse de eso, aunque ella era la que lo hacía demasiado accesible, era la que se permitía ser tan vulnerable. Los labios de Bulma se separaron ligeramente; tenía que estar durmiendo o soñando, Vegeta no estaría encima suyo en medio de la noche, él la evitaba como la peste. Una sonrisa milimétrica apareció en su rostro mientras que el resto de sus facciones aún parecían dormidas y confundidas.

—A ti —respondió, su voz era apenas un susurro.

Rápidamente ella sintió que se formaba un charco de calor en el fondo de su vientre y ansió el alivio. ¿Por qué Vegeta se portaba tan sensual? Le acarició el cabello e inclinó la cabeza hacia un lado.

La mujer no tenía idea, pero se estaba ofreciendo en una posición muy sumisa al exponer su cuello de esa manera. Él enterró la nariz allí y absorbió su aroma. Necesitaba que lo dijera de nuevo.

—¿Qué quieres de mí?

Le apetecía que quisiera esto. Tal vez deseaba el control. Esta no era su casa, era de ella; no era su dinero, era el suyo. Todo lo que él poseía era su orgullo. La mayoría de las veces la veía actuar como si tuviera el control y esta vez, iba a recuperar el poder; la despojaría de eso.

Dudaba que a ella le importa.

Vegeta quería que jamás dejara de enfrentarlo y, al mismo tiempo, su sumisión en ciertas áreas. Sin embargo, a ella casi nunca le gustaba dejar de dominar las situaciones. Él estaba a punto de cambiar eso.

Una Bulma muy soñolienta bajo la mano hasta llegar a la entrepierna de Vegeta, la puso sobre la ropa que cubría su longitud y la mantuvo allí.

Que mujer tan vulgar.

Ella no deseaba despertarse, esto se sentía tan bien. Él nunca la provocaba, pero cielos, en este momento, le encantaba que lo hiciera. Quizás necesitaría más sueños como este en el futuro, porque todo su cuerpo temblaba con ansias. Vegeta bajó una de sus manos hacia su ropa interior y suavemente insertó unos dedos por dentro de la prenda íntima. La sintió estremecerse bajo su toque. Ella casi echó la cabeza hacia atrás cuando sintió un dedo en su clítoris. Contuvo un gemido cuando él insertó un dígito en su interior.

Ella siempre estaba empapada y él sabía que se hallaba lista. Aun así, no pasaría hasta que le dijera lo que quería oír. Quizás era un deseo tonto, pero tenía ganas de eso. Deseaba que esta mujer le suplicara que la tomara. Por lo general, era incluso la que iniciaba el acto sexual. Esta vez no.

Vegeta intensificó la velocidad de su dedo dentro de ella, la sintió retorcerse debajo suyo y su sonrisa de suficiencia creció.

—Por favor —exigió ella.

Y él siguió burlándose.

—¿Por favor, qué? —preguntó con una voz cargada de orgullo.

Bulma sacudió la cabeza de un lado al otro. Si ella le decía eso de verdad, su ego aumentaría de tamaño. Pero ahora esto se sentía bien y la veía querer más. No podía reprocharle estar dormida, ¿no? Y técnicamente, ni siquiera tenía que saberlo.

Ella arqueó el cuerpo hacia atrás de improviso.

—Fóllame, Vegeta. —Sus ojos estaban un poco más abiertos y podía ver sus orbes azules centellear en la oscuridad de la habitación.

Él parecía bastante satisfecho con su pedido. La agarró de las caderas y antes de que ella pudiera entender lo que hacía, intercambió las posiciones. Vegeta quedó acostado de espaldas y ella ahora se sentaba encima de él. Bulma estaba un poco confundida, pero le explicó las cosas muy rápido.

—Mujer, si lo quieres, métetelo.

Mordisqueando su labio inferior, ella lo miró y se alzó de cuclillas. Al ver lo que trataba de hacer, Vegeta le dio una mano. Le quitó la ropa interior dejando su parte inferior desnuda. Ella se elevó con dificultad y lo colocó en su entrada con un solo movimiento, se empujó sobre su longitud y gimió en voz alta.

Era casi difícil para Vegeta no soltar un gruñido.

Su ritmo era un poco torpe y no sabía si era porque no tenía mucha o ninguna experiencia en esa posición, o si era debido a su estado actual. A veces, por la forma en que lo miraba, se preguntaba si estaba realmente despierta.

Bulma se sentía débil, era como si sus piernas no tuvieran el poder suficiente para ayudarla a ir a la velocidad que deseaba; pese a todo, siguió esforzándose. Por un momento, todo se sentía demasiado real. ¿De verdad estaba teniendo sexo con Vegeta? No tenía sentido, nunca la despertaría a mitad de la noche para esto.

Vegeta sujetó sus caderas y la ayudó a aumentar el ritmo, ya que no era suficiente para él. Los difíciles movimientos causaban que sus senos saltaran de arriba hacia abajo, pero él no podía verlos porque los cubría su camisola. Cuando estaba a punto de alcanzarlos con las manos, ella hizo una jugada inesperada. La sintió contraer los músculos vaginales a su alrededor y por un segundo, todo su control escapó. Concentró su atención en ella y la vio gimiendo y sacudiendo la cabeza en todas direcciones mientras intentaba guiar el ritmo. Estaba empujando violentamente sus nalgas contra él al impulsar las caderas de arriba hacia abajo.

Súbitamente, ella se dejó caer. Se inclinó hacia adelante manteniendo sus movimientos y puso las manos en la cama, sus senos cubiertos se ubicaron al nivel de su rostro y se negaba a dejar de apretar.

Si ella no se detenía pronto, él no podía garantizar cuánto resistiría. Ya estaba fatigado, no había conseguido descansar y esto no ayudaba. Ella gimió su nombre más fuerte, continuó así por varios minutos hasta que perdió la noción del tiempo y de repente explotó, su voz se hizo más intensa cuando llegó al clímax y todo lo que él logró hacer cuando finalmente la sintió relajarse fue verterse en su interior.

No le llevó demasiado tiempo desmayarse sobre Vegeta, que percibió que los latidos de su corazón volvían a desacelerar. Se quedó acostado allí por unos minutos más antes de que casi la arrojara fuera de él hacía un lado de la cama. Luego pasó los dedos por su espesa melena, se sentía casi frustrado.

Estaba perdiendo el control.

✺✺✺

Todo lo que él podía escuchar era la molesta llamada del teléfono. Trató de volver a su estado de sueño, pero el sonido exasperante se negó a cesar. Parpadeó un par de veces y abrió sus ojos de ónix. Una vez que estuvo más despierto, maldijo. ¿Cuándo ella había puesto un teléfono en el dormitorio?, nunca lo había visto antes. Otra maldición salió de sus labios y giró hacia un lado para mirar a la mujer: sus piernas casi colgaban de la cama y sus brazos descansaban sobre él. Con un movimiento, se los quitó de encima, pero aun así, ella permaneció con los ojos cerrados. Como sabía que estaba a segundos de destruir el molesto objeto, la sacudió con violencia. Esta vez pareció funcionar, ya que lentamente reveló sus orbes azules.

El intenso ruido hizo que Bulma sintiera que su cabeza estaba a punto de estallar.

—¿Vegeta? —preguntó entrecerrando los párpados.

—Mujer, solo responde el maldito teléfono —ordenó y luego recostó nuevamente su cabeza sobre la almohada.

Mientras Bulma procesaba las palabras, él miró el reloj, los números rojos se reflejaban en su rostro: las tres y veinte de la madrugada. No había forma de que pudiera volver a dormir ahora. Insultó a quien tuvo la idea de llamar tan tarde. Cuando la escuchó agarrar el teléfono y detener el sonido molesto, esperó a enterarse de quién era el que hablaba.

—¿Aló? —respondió ella con una voz ronca—. ¿Milk? Espera, no... un momento. ¿Gohan?

Por supuesto, la arpía.

Los ojos de Bulma se abrieron de inmediato.

—Voy para allá. —Sin darle a Milk la oportunidad de decir no, colgó el teléfono y saltó de la cama.

La idea de Milk casi sola, a punto de dar a luz le causó un poco de tristeza en el corazón. Ella conocía muy bien la situación. La última vez, Milk tuvo a Gokú, pero ahora estaba desamparada. A Bulma no le importaba lo que la mujer obstinada quisiera, no la dejaría. De alguna manera, se sentía demasiado doloroso. Tal vez lo hacía por sus propios sentimientos, mas no le importaba. Torpemente y en medio de la oscuridad, se dirigió al interruptor de la luz y lo encendió; eso casi le valió un gruñido de Vegeta. Oh, cierto, había olvidado que estaba allí.

—Lo siento —murmuró y recorrió su armario tratando de encontrar algo que ponerse.

No había forma de que pudiera volver a dormirse con esa molesta mujer despierta. Se quitó las mantas y pasó los dedos por su cabello puntiagudo. Vegeta no necesitaba que ella le contara lo que pasaba, ya que era bastante fácil de entender. El próximo mocoso de Kakaroto iba a nacer. Como si uno ya no fuera suficiente y el idiota no estaba allí. Bulma miró en su dirección y juntó los labios: él se encaminaba a hacer su rutina habitual de la mañana quizás unas horas antes. Entre tanto, ella se encontraba tan estresada que el corazón le martilleaba. No podía evitarlo, pero esperaba que el trabajo de parto de Milk no fuera como el suyo. Todavía recordaba toda la sangre y lo preocupada que se sintió por la seguridad de Trunks.

¿Qué se suponía que debía hacer? Si Milk planeó dar a luz en casa, ¿eso significaba qué tendría que llevar algunas cápsulas o la conduciría a un hospital? Cuando su mente se llenó de pensamientos, se dio cuenta de que aún seguía de pie en la habitación, sin ningún progreso hecho. Tomaría una cápsula por si acaso y se preocuparía por eso una vez que aterrizara en la casa de su amiga. Bulma se puso un jean y una camiseta, y agarró su caja de cápsulas. Sacó el aerojet más veloz que tenía y se dirigió hacia afuera esperando llegar allí lo suficientemente rápido o al menos antes de que Milk diera a luz.

Vegeta sintió que ella salía de la casa a una velocidad que no sabía que tenía. Se echó agua en el rostro y se secó la piel con una toalla cercana. Decidió olvidarse de la súbita oleada de energía para concentrarse en su entrenamiento. Probablemente lo habría hecho si no hubiera sido interrumpido por otro ruido muy irritante.

Podía escuchar los gritos de Trunks a través del monitor y su rabia subió a un nuevo nivel. Primero que nada, el niño no había mostrado un comportamiento tan infantil en mucho tiempo y segundo, todo estaba sucediendo en un día para molestarlo. Hubiera dejado que la madre de la mujer cuidara del mocoso, pero tenía otra cosa en mente. La mujer no seguía aquí para protestar y como se había levantado más temprano que de costumbre, pensó que era el momento de agregar unas pocas horas al tiempo que Trunks pasaba en la cámara de gravedad.

No entrenaría, solo subiría la gravedad más de lo que usualmente hacía cuando el mocoso estaba en el lugar y vería cómo se las arreglaba. En los últimos días había sido demasiado blando con él, en cambio ahora llevaría las cosas un peldaño más arriba.

Una vez que Vegeta terminó su rutina habitual de aseo, salió de la habitación para buscar a Trunks. Era hora de ponerse serio.

✺✺✺

Tres horas agotadoras.

Ese fue el tiempo que tardó en nacer Goten. Milk se había negado a ir a un hospital alegando que no lo hizo con Gohan y que no necesitaba la ayuda de nadie para dar a luz a su propio hijo. Bulma se sorprendió por las palabras que salieron de ella mientras pujaba. Una cosa era segura, hizo una nota mental para nunca sacar a Milk de sus casillas. El nombre de Gokú surgió varias veces durante sus intensos gritos, pero no estaba convencida de que se diera cuenta de que lo decía. Eso drenó y casi le costó la mano a Bulma y, aun así, se sentía contenta de haberla acompañado. El nacimiento de un saiyayín no era del todo fácil y dado que eran las únicas que daban a luz a niños así, pensó que debían permanecer unidas.

Había notado que una nueva sensación la embargaba cuando vio a Milk sostener a Goten por primera vez. Dios, eso le recordó tanto a Trunks. Y, por supuesto, Gohan fue más que adorable cuando cargó a su hermanito. No tenía dudas de que él sería el hermano mayor perfecto y, tal vez, llenara los vacíos que Gokú no podía, porque no se hallaba presente.

Permaneció una hora más después del nacimiento para ayudar a Milk a restablecerse. Francamente, no le hubiese importado quedarse más tiempo, pero casi la había echado. No era que su amiga no estuviera agradecida, sin embargo, Bulma sabía que tenía su orgullo. Con Gokú marchándose todo el tiempo, ella se había acostumbrado a hacer las cosas por su cuenta, sin la ayuda de nadie y hacía un gran trabajo en eso. Ahora que llegaba a casa, podía sentir que la falta de sueño se apoderaba de ella. No había nada que quisiera más que desmayarse en su cama por unas horas. Claro, tenía la certeza de que ese escenario sería imposible de alcanzar. Miró su reloj y notó que eran casi las ocho en punto. Lo más probable era Trunks ya se hubiera despertado, imaginaba que su madre lo cuidaba ahora.

Obviamente sus padres no tenían ni idea de a dónde había ido, porque estaba segura de que Vegeta no compartió la información con ellos. Un suspiro escapó de sus labios cuando abrió la puerta principal y entró a la casa. Por supuesto, ahora, todos se habrían levantado. Bulma se quitó los zapatos, dejó caer su bolso y se arrastró hasta la cocina.

Tan pronto como puso un pie dentro, el olor de la comida llenó su nariz y se dio cuenta de que se moría de hambre.

—Buenos días, cariño —dijo la señora Briefs con una enorme sonrisa, ¡ya era hora de qué su niña se levantara!—. ¿Cómo has dormido?

¿Su madre no se había dado cuenta de que salió, que parecía agotada, sucia y que era evidente que acababa de entrar a la casa? A veces no entendía por qué se molestaba.

—Bien —respondió sin demora antes de que su mirada se dirigiera a la mesa.

Inmediatamente, vio a su hijo comiendo de espaldas a ella. Una sonrisa llegó a sus labios desde el momento en que se dirigió a él. Ver a Milk con Goten hizo que lo echara de menos, incluso si solo hubiera sido por unas horas. Se mordió el labio inferior mientras sacaba una silla y se sentó a su lado. Nada podía haberla preparado para lo que vio. Sus labios se separaron cuando un grito silencioso escapó de su garganta. ¡Qué mierda pa…

Allí estaba él, su hijito, mirándola y su cabello largo... ¿se había ido?

Cerró la boca y sus ojos comenzaron a parpadear por toda la cabeza del niño. Parecía más corto también al frente. ¿Pero qué pasó? Ella amaba su cabello, le gustaba mucho. Sintió que la furia se agitaba en su interior. ¿Su madre hizo esto? No, ella no lo haría sin consultarle primero, ¿verdad? El pánico se apoderó de Bulma cuando finalmente recuperó la voz.

—¿Mamá?

Bunny levantó la cabeza y miró en dirección de su hija.

—¿Sucede algo?

Ella sintió que su labio inferior temblaba.

—¿Qué pasó con el cabello de Trunks? —preguntó tratando de permanecer lo más calmada posible.

Una sonrisa enorme se dibujó en el rostro de Bunny.

—Oh, no estoy segura, querida. Su cabello estaba así cuando Vegeta lo trajo a la cocina. Creo que se ve adorable, ¿no es así?

Bulma ni siquiera escuchó la última parte del discurso de su madre. Todo lo que se quedó con ella fue la palabra Vegeta. Su mente intentó dar con una explicación lógica de porqué haría esto y no la halló. Una cosa era cierta, podía imaginarse a sí misma rompiéndole el cuello. ¡Cómo pudo cortarle el cabello a su hijo sin preguntar! En realidad, eso no era sorprendente, ¿desde cuándo pedía permiso para algo? Aunque ella deseó que en esto, él no hubiera sido egoísta; ¡era su hijo!

Tratando de mantener su enojo bajo control, Bulma lentamente se puso de pie.

—¿Dada? —preguntó Trunks mirando a su madre con sus brillantes orbes azules.

Ella sonrió.

—Oh, sí; papá está muerto —afirmó antes de salir de la cocina.

Bunny vio cómo su hija se alejaba dando pasos fuertes.

—¡Pondré tu desayuno sobre la mesa, cariño! —dijo sonriendo.

¡Era tan hermoso ser joven y estar enamorada!

Los ojos de Bulma desprendían chispas mientras avanzaba hacia la cámara de gravedad. Muchas maneras de matar a Vegeta vinieron a su mente, pero ninguna de ellas parecía lo suficientemente satisfactoria. Tal vez era demasiado protectora con su pequeño hijo, ¿y qué? Durante un tiempo fueron solo ella y Trunks, y disfrutó de ser parte de sus primeros momentos. Tenía que haber estado allí para su primer corte de cabello y no debería haber sido una decisión que Vegeta hizo por su cuenta. De acuerdo, ella tomó muchas decisiones sin consultarle, aun así, esto no era lo mismo. Ella era la madre activa en la vida de Trunks.

Tan pronto como llegó a la cámara de gravedad, comenzó a golpear la puerta tan fuerte y con tanta intensidad como pudo. Sorprendentemente, él la apagó casi de inmediato. ¿Ya sabía qué esto la enojaría más allá de lo que creía? Unos instantes después, la puerta se abrió y se encontró mirando a Vegeta. Bulma puso las manos en sus caderas y entrecerró los ojos.

—¿Qué le hiciste?

Él cruzó los brazos frente a su pecho.

—¿De qué estás hablando?

Ya era suficiente con que perturbara su entrenamiento, pero ahora también estaba diciendo cosas sin sentido. Él la habría ignorado si no hubiera sido por la intensa alteración en su ki. Vegeta era capaz de decir que se sentía enojada y sabía que cuanto antes tratara con ella, más rápido se desharía del problema. Siempre se rehusaba a irse sin ser escuchada.

—¡DEL CABELLO DE TRUNKS! —Ella respiró hondo—. Se lo cortaste. —No lo dejó decir ni una palabra—. ¿Por qué lo hiciste? ¡Tal vez yo quería ser la que lo hiciera!

¿Lo molestaba por eso? Honestamente, ella eligió el tema más pequeño e insignificante para desperdiciar su energía.

—Mujer, le corté el cabello al mocoso porque se interponía en su entrenamiento. Si hubieras estado aquí en lugar de con la arpía de Kakaroto, podrías haberlo hecho tú misma. Como no era así, no te esperé.

Él dio un paso hacia delante. ¿Por qué tenía que ser tan ruidosa todo el tiempo? Su paciencia ya se estaba agotando por el horrible día que le toco hoy, no necesitaba que ella gritara por todo.

—No te hagas ideas equivocadas, mujer. —No porque compartieran un dormitorio, ella gozaba del derecho de opinar sobre lo que hizo.

Bulma juntó los labios, esas palabras resonaban en su mente. La calma que expresaba era casi aterradora. ¿Por qué a él nunca le importa una mierda?

—Sabes que, Vegeta, no quiero verte hoy, ni esta noche. —Los nervios se apoderaron de ella y su rabia subió a otro nivel—. Eres un cretino insensible y estoy cansada de lidiar contigo. Y deja de comportarte como si todavía fueras de la maldita realeza, ya no es así.

Quizás era porque estaba cansada o porque había llegado al final de su lista por hoy. Cualquiera que fuera, no deseaba hacerle frente en estos momentos. Sus emociones eran un remolino y él la observaba con el mismo rostro impasible que ponía siempre. Después de una última mirada en su dirección, Bulma se dio la vuelta y lo dejó allí parado.

Decir que parecía completamente desquiciada no era suficiente, ¿realmente había perdido la paciencia a causa de algo tan trivial? Vegeta dejó que sus brazos cayeran a los lados, se dio la vuelta, entró en la cámara de gravedad y cerró la puerta.

¿Pensaba qué le iba a dar órdenes como esa? Podía ir a cualquier lugar que le diera la gana en la casa y no había manera de que lo detuviera. Puso la gravedad a 850 g y comenzó a entrenar nuevamente tratando de ignorar la furia que se acumulaba en su interior.

Él ni siquiera le había respondido nada, su confirmación de que en los últimos meses estaba perdiendo el control solo aumentaba cada día. Bueno, tal vez era hora de que le demostrara que ella no era la que se encontraba en la cima. Usaría sus propias palabras en su contra y sabía muy bien lo que sucedería. La mujer podía tener una gran boca, pero no siempre cumplía lo que decía.

Además, el niño también era su hijo y lo último que necesitaba era su permiso para hacerle algo. Podía hacer lo que quisiera, incluso si se entrometía en los planes de ella. Después de todo, no era más que un corte de cabello, volvería a crecer. Había tomado la decisión de cortarlo porque interfería con el entrenamiento.

¿Y por qué demonios este asunto lo estaba molestando?

✺✺✺

Bulma acababa de despertarse de una siesta de cinco horas y todo su cuerpo adolorido la hizo asumir que había dormido en una posición extraña. Extendió los brazos por encima de la cabeza y casi se partió el cuello. Echó un vistazo alrededor de la habitación vacía. Por supuesto, no esperaba que él llegara. En primer lugar, porque era solo la una de la madrugada y segundo, debido a la breve discusión que tuvieron. Ahora que había descansado algo y pasado algún tiempo alejada de la situación, estaba dispuesta a admitir que era probable que reaccionara en exceso. Aunque, para ser honesta, difícilmente podía ser culpada. Ella venía sufriendo por la falta de sueño, tuvo una mañana agotadora y volvió a casa para ver que le había cortado el cabello a Trunks.

Quizás fueron sus palabras o cómo él se expresó, pero había tenido ganas de arrancarle la cabeza. Tal vez fue la forma en que dijo que no la esperaría. A veces sentía que progresaban mientras que en otros momentos parecía que daban diez pasos atrás. Solo quería que la considerara a ella y a sus sentimientos por una vez.

Todavía recordaba la mirada en sus ojos cuando se fue. Vegeta no siempre hablaba con palabras, pero eran más que suficiente sus expresiones, especialmente sus ojos hablaban por él. En este caso lo habían hecho y tenía la sensación de que ella no podría fingir que no había dicho lo que le había dicho. Aun así, sinceramente, a veces era frustrante hacer grandes esfuerzos y ver tan pocos resultados.

Bulma era consciente de que cuando se trataba de Vegeta, debías tomar los pedacitos que él podía dar, pero a veces eso la abrumaba. Ella estaba contenta con la vida que tenía, que tenían, aunque no significaba que una chica no pudiera salirse de sus casillas de vez en cuando. Por más que fuera increíble, había extendido su paciencia más de una vez con Vegeta y hoy, ella simplemente estalló.

Un suspiro pasó por sus labios cuando se puso de pie. La única forma de averiguar cómo iban las cosas era salir y esperar hasta que se cruzaran. Bulma ni siquiera se molestó en cambiarse cuando se marchó de la habitación y se dirigió a la sala de estar. Allí, encontró a su hijo y a su madre en el sofá, Bunny leía una revista y Trunks se divertía con uno de sus juguetes.

—¡Mamá!

Bulma le sonrió a su hijo mientras su madre miraba en su dirección.

—¡Oh cariño, estás despierta! —ella contestó sonriéndole.

¡Bunny había estado preocupada cuando Bulma no regresó para tomar su desayuno! Pero luego, Vegeta irrumpió en la cocina y pasó volando por la comida como un loco. Había supuesto que su hija y él estuvieron un poco ocupados y que ahora la pobre chica descansaba. Tenía razón.

—Gracias por cuidar de él, mamá —dijo Bulma y tomó al pequeño niño con sus manos.

Se sentó en el sofá y lo puso sobre su regazo. Trunks alcanzó su osito de peluche, descansó felizmente la cabeza sobre su pecho y se puso a jugar con él.

—¡Oh, no hay problema, cariño! Ya sabes cómo me gusta pasar el tiempo con mi nieto. —Él era demasiado adorable y Bunny podía decir que sería tan guapo como su padre cuando creciera.

Bulma pasó sus dedos por el cabello corto de su hijo. Tal vez era cierto que se veía bien de esa manera y era bueno que ella no fuera la que lo hizo. Después de todo, ¿no era agradable que Trunks tuviera a su padre en ese momento? Además, debía admitir que la idea de Vegeta sosteniendo un par de tijeras y cortándole el cabello era bastante divertida.

Quizás su reacción fue desproporcionada.

El peluche de Trunks cayó al suelo, pero el niño no lloró. En su lugar, saltó del regazo de su madre para ir a buscarlo. Cuando aterrizó, se aferró a la mesa de café y se inclinó para agarrarlo. Fue entonces cuando Bulma y Bunny escucharon el crujido. Luego, frente a sus ojos, la mesa se partió en dos, justo donde Trunks la había estado sosteniendo.

Bulma no pudo evitar quedarse sin aliento cuando se inclinó hacia su pequeño niño que agarraba a su osito de peluche sin siquiera inmutarse por todo el asunto.

—¡Vaya, vaya!, ¡se ha vuelto bastante fuerte! ¡Creo que Vegeta lo ha estado entrenando muy bien! —Bunny se acercó a la cara de su nieto y le pellizcó ligeramente la mejilla—. Vas a ser tan fuerte como tu papá.

Los ojos de Bulma aún miraban la mesa, tendría que ser más cuidadosa a partir de ahora. Al parecer, Trunks se había vuelto mucho más fuerte, si bien nunca lo vio mostrar su fuerza antes. Todo lo que podía hacer era orar para que aún no se diera cuenta de que conseguiría romper cualquier cosa que quisiera. Cuando él lo hiciera, tenía la sensación de que no sería bueno porque nada era a prueba de saiyayíns.

Una vez más, pasó los dedos por el cabello del pequeño y suspiró. Dependía de Vegeta enseñarle a su hijo cómo controlar sus poderes y tuvo la corazonada de que él se sentiría más orgulloso al ver a Trunks usarlos y luego controlarlos. Probablemente podría estar hablando de esto con él, pero tenía la impresión de que en esta ocasión no la escucharía.

—Mamá, ¿viste a Vegeta hoy?

Bunny inclinó la cabeza hacia un lado y pensó.

—¡Oh, sí! ¡Vino un poco después de que te fuiste y comió mucho! El pobre muchacho estaba tan hambriento —respondió antes de reír suavemente.

Bulma frunció el ceño.

—¿No parecía enojado?, bueno ¿más enojado qué de costumbre?

—No, ¿por qué lo estaría?

No sabía sí debía confiar en las palabras de su madre. Después de todo, nunca notaba el mal humor de Vegeta, así que no sería una buena referencia, pero ahora ella era todo con lo que contaba. Tal vez pensaba que la situación se veía peor de lo que en realidad era. Vegeta no dejaría que algo tan tonto lo afecte, ¿o sí?

Después de todo, era un asunto nimio. Era cierto que ella fue quien lo hizo mudarse para compartir la misma habitación, que ella fue quien lo empujó constantemente hasta que logró abrirse paso un poco y ahora le dijo que no quería verlo. Pero seguramente Vegeta no permitiría que eso lo detuviera ni lo cambiara. ¿Por qué le importaría a él que en el calor del momento dijera ciertas cosas?

No era como si hubiera lastimado sus sentimientos, ¿verdad?

Bulma percibió que un cierto nerviosismo la embargaba. Por lo general, sabía cómo tratar con Vegeta. Él, o la ignoraba o se enojaba por alguna extraña razón, sin embargo, esto era diferente. Una nunca podía decir cómo él se sentía porque era una información que mantenía en secreto. ¿Qué pasaría si disfrutaba de su vida aquí más de lo que dejaba ver?, ¿y si, tal vez, había herido una pequeña parte de suya por básicamente echarlo de su habitación por hoy?

Sacudió la cabeza, qué tontos pensamientos, Vegeta no era así.

¿Y por qué demonios estaba tan estresada? Vegeta y ella tuvieron más discusiones de las necesarias en el pasado, a veces incluso causaron que él desapareciera en el espacio durante meses, pero ya habían superado esa etapa. Ella negó con la cabeza una vez más. Nada estaba mal. Aunque no podía quitarse el mal presentimiento.

Solo el tiempo lo diría.

✺✺✺

Eran las dos de la madrugada y Bulma todavía debía ir a su habitación. En lugar de eso, se había encerrado en el laboratorio para trabajar en un proyecto en el que estaba aislada de las personas y de cualquier sonido. Ella no escucharía cuándo apagara la cámara de gravedad, tampoco lo oiría caminar. Tal vez era lo mejor, porque aún no quería saber dónde dormía ahora.

¿Regresaría al dormitorio?, ¿no mostraría su cara?

Suspiró profundamente y dejó su bolígrafo. Había estado trabajando en un pequeño regalo para Trunks: su propia armadura saiyayín. Sabía que Vegeta ya no usaba la suya, pero pensó que sería bueno para él ver a su hijo vestido con la ropa adecuada. Además, luciría absolutamente adorable en ella. Todo estaba hecho, todo el diseño y las medidas; lo único que quedaba por hacer era unirlo, pero eso podía esperar hasta mañana. En este momento tenía problemas en los que mantener sus ojos abiertos y eso significaba que debería ir al piso de arriba. No era como si le diese miedo pelear con Vegeta, esa era una situación común para ellos.

Quizás era porque lamentaba parte de su discurso. Vegeta siempre podía actuar fuerte y decir que no necesitaba a nadie, sin embargo, no debió haberle refregado en la cara que toda su raza había muerto. Bulma estaba bastante segura de que él lo sabía y de que cargaba con ese hecho todos los días de su vida. Un suspiro escapó de sus labios mientras subía las escaleras.

Él parecía una roca, pero no lo era.

A veces, olvidaba que existían ciertos temas que podrían lastimarlo. Aunque no lo admitiera, incluso él tenía sus debilidades.

Ella no quería retractarse de todo lo que dijo, solo de una parte.

Demasiado pronto, llegó a su habitación y lentamente abrió la puerta. Para su sorpresa, oyó la ducha cuando entraba. ¿Acababa de terminar su entrenamiento?, y lo más importante, ¿él estaba aquí? En ese momento, Bulma se dio cuenta de que podría haber juzgado mal a Vegeta todo este tiempo. Tal vez ella era la que se equivocaba a veces.

Era solo un corte de cabello después de todo.

Bulma se sentó en la cama, de cara hacia la puerta, esperando a que él saliera. Casi se veía a sí misma como una acosadora. Tenía la seguridad de que a estas alturas Vegeta era consciente de su presencia y se preguntó cómo se sentiría. Probablemente, él no debía estar tan enojado si todavía seguía aquí. A menos que lo hiciera para probar un punto, lo cual no la sorprendería.

Ella permaneció allí por unos minutos más hasta que escuchó que se cerraba el grifo del agua. Con Vegeta, siempre era una sorpresa ver cuáles serían sus emociones. ¿Siquiera le dirigiría la palabra cuándo saliera? Hablar no era el fuerte de Vegeta. Como ella había notado a menudo, él era más físico que verbal; ¿tal vez esa era la forma de manejar esto?

Decidida a enfrentar el problema de inmediato, se levantó y se dirigió a la puerta del baño. Antes de que pudiera agarrar el mango, Vegeta abrió la puerta como si supiera lo que ella había estado pensando. La miró, se encontraba completamente desnudo y ella trató de concentrar su atención en su rostro. Tenía la mirada fría, por lo que era difícil volver la vista hacia otro lado.

¿Cómo comenzar esto?

¿La dejaría acercarse?

Bulma dio unos pasos hacia adelante y él nunca se apartó. Por supuesto, Vegeta no era un cobarde y nunca retrocedía ante un desafío. Lentamente ella le echó los brazos al cuello y enterró el rostro allí; de alguna manera, hallaba esa posición reconfortante. Decir lo siento no tendría ningún significado para él.

Pero ella lo sentía.

No solía ser la equivocada, al menos en su opinión, sin embargo, esta vez era así.

Si toda su familia estuviera muerta, seguramente no le gustaría que alguien se lo arrojara a la cara. Ella quería progresar con él, quería que se abriera y lo más obvio era que esa no sería la manera correcta de lograrlo. Se mordió el labio inferior por un breve instante antes de besar la piel tensa de su cuello.

Vegeta no se movió ni se inmutó bajo el contacto.

Bulma lo tomó como una buena señal y lo abrazó más fuerte, las palabras no serían suficientes. Luego comenzó a arrastrar con suavidad las manos por su espalda clavándole las uñas a la vez. A Vegeta no le gustaba gentil. Ella se frotó el rostro en su piel y sintió la calidez que provenía de él.

Finalmente se apartó un poco sin soltarlo. Recorrió con los labios la longitud de su pecho, lamió cada una de sus cicatrices y finalmente sintió una pequeña reacción de su parte, aunque no estaba segura si era algo bueno o malo.

Continuó arrastrando los dedos por su espalda hasta deslizarlos sobre sus caderas y se detuvo antes de llegar al premio. Ella no había esperado que estuviera tan desnudo. No pudo evitar sentirse nerviosa. Comenzó a inclinarse más y más, hasta que se ubicó casi a la mitad de su pecho. Siguió tocándolo y rasguñándolo.

Bulma estaba a punto de ir más abajo, cuando lo sintió poner las manos sobre sus codos y detenerla para que no se moviera. Él la levantó hasta que sus miradas quedaron al mismo nivel. Ella descansaba las manos sobre su pecho y tenía los labios ligeramente entreabiertos. ¿Por qué la había detenido?

—No te viene bien estar de rodillas, mujer.

Ella casi se sonrojó. ¿Trataba de decir que era demasiado buena para hacer eso?, ¿que poseía demasiado orgullo? Bulma no pudo evitar notar que su voz no sonaba enojada en absoluto, ¿no estaba enfadado?

Vegeta rápidamente vio la confusión en sus ojos. Él sabía lo que ella pensaba y sonrió levemente. Estuvo un poco molesto por su actitud, pero por otro lado, era algo a lo que se había acostumbrado. Podía ver que ella dejó que eso la afectara y se quedó pensando en el asunto todo el día. Él no había perdido el tiempo en aquella tontería, al menos no tanto como ella. Era exasperante y algunas veces —a menudo— no podía soportarla; su voz era ruidosa y molesta, y era una mujer vulgar.

Sin embargo, hubo un hecho o él no estaría parado allí.

Ahora tenía algo más en mente. Ella había entrado y se puso en una posición vulnerable, y no siempre lo hacía. Obviamente quería tomar ventaja de esto.

—Debo hacer otras cosas, después perderé mi tiempo contigo, mujer.

Su voz era completamente tranquila y neutral cuando pasó junto a ella dándole una buena vista de su perfecta espalda. Bulma se mordió el labio inferior. ¿Se estuvo preocupando sola todo este tiempo? Pensó que le había traído malos recuerdos de su planeta, que había tocado un tema delicado.

Él vio la confusión en sus ojos y sacudió la cabeza un poco.

—Mujer, no pierdo mi tiempo en el pasado. Es un asunto muerto y enterrado. No cambiará.

Deseó que esa declaración fuera cierta, pero la verdad era que algunas veces todavía lo atormentaban sus acciones de tiempo atrás. A él no le importaba su pequeño arrebato, donde le dijo que no era de la realeza más. Nadie se había dirigido a él con ese título desde que su planeta fue destruido. No le importaba lo que ella pensara, lo que pensaran; él conocía su origen y su herencia muy bien.

Y tenía un heredero a quien trasmitírsela.

Vegeta guardaba rencor cuando era algo importante y esto no lo era.

Todavía podía sentir sus ojos en él, aun así, la ignoró mientras caminaba hacia su armario. Bulma parpadeó varias veces tratando de procesar todo lo que acababa de ocurrir. No tenía absolutamente ningún sentido. ¿Vegeta acababa de vencerla? ¿O realmente ella hacia un gran drama por cualquier cosa? Dejó escapar un suspiro.

Tal vez necesitaba poner un poco más de confianza en él. Todo este tiempo, pensaba que se daría la vuelta y escaparía en cualquier momento. Probablemente se debía a que hasta ahora, así fue su relación. Vegeta era capaz de irse cuando quería. Quizás esperaba que hiciera eso siempre.

Como de costumbre, él sabía cómo sorprenderla. El corazón frío de Vegeta no era la única fachada que existía.

Y luego, por extraño que pareciera, se sintió mal por ser grosera. Ella, la humana débil se sentía mal por ser grosera con el asesino de masas. Cada día que pasaba se volvía más loca.

Bulma caminó en su dirección, el impulso era demasiado fuerte para ser detenido. Antes de que Vegeta pudiera darse la vuelta, la sintió envolver los brazos alrededor de su cintura y presionar el rostro en su espalda aún húmeda. Él no le devolvió el gesto, pero no intentó alejarse.

Ella sonrió.

—Gracias por quedarte —susurró besando su espalda.

Luego se apartó, decidió que lo había sofocado suficiente por una noche. Después de una última mirada hacia él, se dirigió al baño con la certeza de que después de todo lo que sucedió hoy, necesitaba una ducha.

Peleas, reconciliaciones y sorpresas. De alguna manera, esa era su rutina y le encantaba. De ahora en adelante iba a confiar en él un poco más. Al parecer, Vegeta disfrutaba de su familia más de lo que dejaba ver y estaba siendo absorbido por el sentimentalismo. Bulma no pudo evitar reír un poco.

Una vez que él oyó que se cerraba la puerta, volvió la cabeza y miró la puerta. La mujer era bastante difícil a veces y no sabía por qué le permitía hacer todo eso. Había momentos cuando lo tocaba así, en que todo se sentía prácticamente natural y era casi aterrador.

¿Fueron unos cuántos meses inmersos, invadidos por ella, todo lo que se necesitó? Por primera vez en mucho tiempo, Vegeta sintió miedo. Era como si se estuviera perdiendo a sí mismo lentamente todos los días y no estaba seguro de que el pensamiento fuera agradable. Veía la forma en que ella actuaba a su alrededor, la forma en que decía que le importaba. Sus ojos mostraban sus fuertes emociones y todos los días él los miraba.

La gente siempre le tenía miedo. Desde el momento en que nació hasta el día en que conoció a ese idiota de Kakaroto. Nadie siquiera le hablaba porque, ¿por qué lo harían? Mató por placer y tomó lo que quería. Nunca tuvo ninguna consideración por los sentimientos de nadie. Era frío de corazón y así era como siempre había sido.

Pero a ella no la mató. Tomó lo que deseó, aunque no por la fuerza y ella estuvo más que dispuesta a dárselo. Era cierto que había herido sus sentimientos unas cuantas veces, sin embargo, la mayor parte del tiempo, solo trataba de evitar sus gritos; además permaneció en la Tierra cuando no necesitaba hacerlo.

Y si la idea de todo eso no fuera lo suficientemente aterradora, otro pensamiento lo era: esto debería molestarlo muchísimo y de alguna manera, no era así.

¿Había perdido la cabeza?