Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Charlas ( Chapter 21 )
Nota de Maddie-san: Bien, aquí tenemos un salto de tiempo, yo diría que son unos seis a siete meses hacia adelante.
Descargo de responsabilidad: No soy dueña de DBZ.
Amor difícil
Capítulo veintiuno
Charlas
Bulma arrastraba sus pesados pies escaleras arriba, sentía como si estuviera a punto de colapsar. Las últimas semanas había estado extremadamente ocupada tratando de manejarlo todo. Faltaban dos días para la fiesta de cumpleaños de Trunks y ni siquiera terminaba de prepararla, además de eso, ayudaba a su padre a ponerse al día con un poco de trabajo en la Corporación Cápsula.
En ese momento daban las cinco de la mañana y era como si al fin tuviera la oportunidad de irse a la cama, pero cuando llegó a la parte superior de las escaleras sus planes cambiaron. Estaba agotada y el sofá de la sala lucia demasiado atractivo. Antes de que se diera cuenta, comenzó a dirigirse en esa dirección y una vez que llegó, se derrumbó sobre este. De alguna manera, una cosa tan trivial era capaz de volverse pura dicha.
Poco a poco cerró los ojos. Era muy consciente de que no debía dormirse, tanto porque no se encontraba en su cama como porque, en teoría, debía estar despierta dentro de una hora. Pero por la forma en que sus párpados caían, no podía luchar. El hecho de que no lograra mantenerse despierta, la hizo desear saber de qué manera lo conseguía Vegeta; a veces pasaba días sin descansar.
Estúpidos saiyayíns.
La cantidad de tareas que realizaría si no necesitara dormir sería increíble. Quizás debería trabajar en eso la próxima vez: una pastilla para mantenerte despierto durante días sin dejar de darle a tu cuerpo los nutrientes adecuados. Aunque obviamente te desmayarías un tiempo después, no importaba; en ese momento sería extremadamente útil. Pero ahora no era la ocasión de pensar en un nuevo invento.
Su hijito iba a cumplir dos años y eso estaba en su lista de prioridades para hoy. Bulma tenía que volver a chequearlo todo y además encargar más entretenimiento y comida. Menos mal que su madre la ayudaba sino nada se habría terminado.
De repente, se escucharon unos pasos por toda la casa y Bulma supo que solo podía tratarse de una persona; se obligó a abrir los ojos e inclinó la cabeza hacia el pasillo esperando a que él surgiera. Como era de esperar, Vegeta apareció en su línea de visión unos segundos más tarde. Él había sentido su presencia y no se sorprendió de verla.
Una rápida mirada y notó que ella no durmió en lo absoluto. Al menos eso explicaba el motivo de que disfrutara de un sueño tranquilo. Bulma tenía círculos oscuros debajo de los ojos y le era difícil concentrarse en él. No estaba seguro del porqué no fue a dormir o qué la mantenía tan ocupada por la noche. No preguntó y ella se quedó callada.
Vegeta esperaba que le dijera algo, pero la vio permanecer en un completo silencio, eso era extraño viniendo de su parte. Él fue quien rompió el contacto visual al entrar a la cocina. No debería quejarse de que, por una vez, mantuviera la boca cerrada, sin embargo, parecía que algo estaba mal. Alejó la sensación y decidió enfocarse en su comida para poder ir a entrenar.
Bulma dejó escapar una risita mientras pensaba en su reacción. Vegeta, que estaba tan acostumbrado a una rutina, fácilmente se sorprendía. Se preguntó cómo se sentiría dentro de dos días cuando toda esa gente que decía despreciar invadiera la casa. Le había contado sobre la fiesta de cumpleaños de Trunks, pero rara vez la escuchaba.
Ella quería que asistiera, aunque pedirle que se mezclara con sus amigos quizás era demasiado. Si todo lo que podía hacer era comportarse bien, se conformaría con eso. Suspiró y logró ponerse de pie. En realidad, no tenía sentido ir a la cama ahora; si se quedaba dormida, estaría inconsciente durante las siguientes cinco horas. Lo mejor por hacer era resistir hasta la noche.
Con gran esfuerzo, llevó su cuerpo a la cocina donde planeaba tomar una sobredosis de cafeína. Cuando entró, fue bendecida con una inesperada vista: había una taza de café en el mostrador. Los ojos de Bulma parpadearon hacia Vegeta que estaba desayunando, pero él nunca la miró. Tenía que ser Vegeta, nadie más era lo suficientemente loco como para estar despierto en este momento, excepto ella por supuesto.
Luego miró la tetera, no parecía haber sido tocada. Había estado en la cocina solo por unos minutos, el agua no hervía tan rápido, eso significaba que... ¿la calentó él mismo? Entornó la mirada mientras cerraba la distancia entre ella y su presa. Lentamente, tomó la taza y se la llevó a los labios.
Nada podía haberla preparado para la sorpresa que vino. El café estaba exactamente a su gusto: dos cucharaditas de crema, dos cucharaditas de azúcar. Ahora venía la siguiente pregunta, ¿cómo lo supo? No pasaba mucho tiempo con ella y cuando era así, no le prestaba atención. ¿Debería darle más crédito de lo qué pensaba?
La atención era inesperadamente dulce.
Con una sonrisa en los labios, se dirigió hacia él con la taza asegurada en la mano.
—Gracias —dijo y se sentó a su lado.
Él nunca levantó la vista o siquiera se comportó como si ella estuviera allí y Bulma casi puso los ojos en blanco. No tenía sentido actuar ahora, ya sabía que era blando debajo de toda esa aspereza. Sin embargo, estaba bien incluso si no se comportaba de manera diferente. Vegeta tenía algo especial que Yamcha nunca poseyó, aquello que en verdad la hacía sentir única.
Amó a Yamcha siendo más joven, pero a menudo peleaban por la atención que las chicas bonitas le concedían y por cómo casi les daba esperanzas; aun estando con ella, permitió que sus ojos se distrajeran. Vegeta era diferente, ¿cuándo hablaba con alguien fuera de su familia?, ¡apenas hablaba con ellos para empezar! Todos lo molestaban incluyéndola —según él— y a pesar de eso, la toleraba.
Él no echaría un vistazo a su alrededor. Una vez que encontró una rutina y su entorno, se mantuvo firme. Nunca necesitaría espantar a las chicas porque probablemente lo haría él mismo tratando de acabar con esas «molestas hembras humanas». Era el hombre leal que siempre quiso; podía irse al espacio o a entrenar y aun así era suyo.
El silencio llenó la habitación y Bulma se sintió incómoda. Especialmente ahora que se hallaba tan inquieta y que debía mantenerse despierta, despreciaba la tranquilidad.
—Sabes, ya que te la pasas entrenando y durante las próximas semanas tendré muchas ocupaciones en la Corporación Cápsula... estaba pensando en contratar a alguien para que cuide a Trunks por algunas semanas durante el día.
Por primera vez, ella percibió un cambio en sus acciones: aminoró su movimiento y el tenedor lleno de comida nunca llegó a su boca. Vegeta solo veía a su hijo unas pocas horas al día y era principalmente cuando lo entrenaba o cuando la madre de la mujer lo cuidaba; excepto por eso, Bulma se hacía responsable de él por el resto del día.
Para ser honesto, su hijo era capaz de cuidar de sí mismo muy bien, pero ella no parecía pensar así y como enfrentarla cansada era lo peor, el café había sido simplemente un medio para despertarla y sacársela de encima. Al parecer, no sería tan afortunado.
Así le dijera que no quería a ningún débil alrededor de su hijo, lo más probable era que lo hiciera, por lo tanto, no tenía opinión sobre el asunto. Ella podía hacer lo que guste, siempre y cuando mantuviera al niño tranquilo. Sin embargo, si notara algo negativo o si comenzara a afectar a su hijo, entonces se haría cargo.
—Mujer, haz lo que quieras.
Bulma frunció el ceño ligeramente. Tal reacción era algo esperado. Francamente, no estaba encantada con esta idea de la niñera, pero su madre tendría mucho entre manos todo el día y ella estaría ocupada. No deseaba que Trunks fuera desatendido debido a su trabajo. Además, no era para siempre; tan pronto como la sobrecarga de actividades disminuyera, despediría a la persona.
Luego venía otro problema. Había pensado en dejarlo pasar y esperar a que lo averigüe por su cuenta, pero...
—¿Vas a estar?
Vegeta bajó el tenedor y la miró. Se sintió complacido cuando ella se había callado antes, ahora por lo visto volvía a hablar sin parar. Creyó que a estas alturas ya se habría dado cuenta de que charlar no estaba en su lista de cosas favoritas.
—¿Dónde? —preguntó antes de recoger su plato y dirigirse al fregadero.
—En la fiesta de cumpleaños de Trunks —precisó.
Claro, esta sería durante sus horas de entrenamiento, pero honestamente ¿lo mataría cinco minutos? Estaba segura de que ya había entrenado lo suficiente para toda una vida; todos tomaban un descanso de vez en cuando.
Vegeta no respondió de inmediato. Primero guardó los platos, luego fue hacia la nevera de donde sacó una botella llena de agua y por último giró para encararla con una mirada dura en los ojos.
—Los cumpleaños son triviales, mujer. No hay necesidad de perder tiempo y energía en esas cosas.
Los saiyayíns jamás celebraban los cumpleaños; especialmente con su estilo de vida, nunca sabían si iban a sobrevivir un año más. No entendía el propósito de conmemorar el envejecimiento. Era un proceso natural de la vida, no había nada extraordinario en eso; se supone que debes crecer. Los humanos en verdad disfrutaban mucho con tonterías.
Por supuesto, Bulma no compartía su punto de vista sobre el asunto. Recordaba todas las fiestas de cumpleaños que festejó de niña, la emoción y los regalos. Quería que Trunks experimentara lo mismo. Estaba a punto de preguntarse por qué él no contaba con esa clase de recuerdos, cuando lo advirtió. Vegeta nunca tuvo una fiesta de cumpleaños, dudaba que fuera la especialidad de Frízer.
De hecho, ahora que lo pensaba, ¿en qué fecha cumplía años? ¡Habían estado juntos por cuatro años y conocía tan poco de él!
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —preguntó cambiando por completo el tema y olvidando la cólera por su opinión sobre la fiesta.
Un suspiro de frustración casi escapó de Vegeta. ¿Ella había escuchado algo que no fuera a sí misma? Ya le había dicho que no le importaban esas cosas, además, no era como si recordara eso.
—No lo sé.
Los ojos de Bulma se ampliaron.
—¿Qué quieres decir? —preguntó y se levantó—. Todos conocen la fecha de su cumpleaños. —¿Cómo no podría estar enterado? Claro, él había vivido con Frízer de niño, aun así, tenía la certeza de que nació en su planeta de origen—. Vamos, estoy segura de que lo sabes —agregó presionando el tema.
Él contaba con un plan para la próxima vez: evitar cualquier cuarto donde ella esté.
—Mira, mujer, ya te dije que no lo sé; los años de los saiyayíns no funcionan igual.
Eran las cinco y treinta de la mañana, debería estar en la cámara de gravedad, no desperdiciando preciosos minutos charlando sin parar. Vegeta ya era consciente de que a ella le gustaba hablar, pero por lo general, evitaba hacerlo tanto con él. La mujer se comportaba peor que de costumbre si no dormía lo suficiente.
¡Bulma ni siquiera había pensado en eso! Los saiyayíns parecían tan humanos, que a veces era fácil olvidar que no lo eran. Ahora, él logró despertar su curiosidad.
—¿Cuánto duran tus años? —replicó estrechando la distancia entre los dos.
Otra ola de preguntas.
—Más tiempo —contestó y se dio la vuelta permitiéndole mirar su espalda.
Bulma no iba a calmarse con eso. Cuando él comenzó a salir de la cocina, lo siguió sin siquiera inmutarse por sus acciones.
—¿Cuánto es «más tiempo»?
Tenía la sensación de que le estaba poniendo de los nervios de punta y era lo que hacía que todo fuera divertido. Aunque, era más que eso, ¿cuándo Vegeta y ella realmente se sentaron y conversaron? Nunca. Era agradable descubrir un poco más sobre él una que otra vez. Además, si compartía con ella, también significaba que se sentía más cómodo a su lado, lo que era una idea agradable.
La velocidad de Vegeta nunca cambió, ya que se rehusaba mirar en su dirección.
—Varios meses.
—Entonces deberías saber cuál es la fecha aproximada, ¿verdad? Eres lo suficientemente inteligente como para calcularla. —De acuerdo, tal vez le estaba lanzando un ataque a su ego solo para que se lo dijera.
Técnicamente, no importaba cuando era el día. Demonios, ya ni festejaba el suyo, pero era algo sobre él que no conocía. Además, quién sabe, quizás podrían tener una pequeña celebración juntos, solo para que viva la alegría de una fiesta de cumpleaños. Ella ya sentía la emoción acumulándose en su interior.
Esta vez, él dejó de caminar, necesitaba que dejara de seguirlo; era demasiado temprano en la mañana para lidiar con ella de esta manera.
—Diciembre —respondió finalmente.
Bulma juntó los labios y sus ojos comenzaron a brillar. Faltaba mucho para diciembre, como seis meses, pero no lo olvidaría. Todo lo que debía hacer era elegir una fecha para él y oficialmente podrían convertirlo en su día de cumpleaños en la Tierra. Una sonrisa apareció en sus labios; se acercó a él y puso una mano en su brazo, luego, suavemente presionó un beso en la curvatura de su cuello.
—Gracias, Vegeta —dijo antes de pasar junto a él y dirigirse a su habitación.
Ahora que ya había tomado una decisión al respecto, tenía que terminar con la fiesta de Trunks. Un saiyayín a la vez.
Vegeta se quedó parado allí, con los brazos cruzados frente a su pecho viéndola salir de sus inmediaciones. Era molesta, problemática y había retrasado su entrenamiento con todas sus insensateces. Sin embargo, no se sentía tan irritado.
Evidentemente, esto se estaba convirtiendo en una rutina.
Y no le molestaba tanto como debería.
✺✺✺
—¡MAMÁ! ¿Dónde está el traje de cumpleaños de Trunks?
Los ojos de Bulma se entrecerraron y jadeó mientras recorría la habitación de su hijo tratando de encontrar su ropa. La gente comenzaría a llegar en breve y él todavía no estaba listo. El pánico la llenó y gritó de nuevo.
—¡MAMÁ!
Esta vez, la pobre señora Briefs respondió a su llamado.
—¡Cielos, querida!, ¿qué está pasando?, ¿dónde está mi cumpleañero?
La mujer de cabello azul suspiró.
—Está en su cuna. Mamá, ¿has visto el trajecito que le compré?
Por una fracción de segundo, Bunny frunció el ceño.
—Oh, cariño, no lo entiendo —dijo mirando a su nieto—. Trunksie está usándolo.
Bulma se congeló, luego se dio la vuelta y miró a su hijo, solo para darse cuenta de que su madre tenía razón. ¡Él ya estaba vestido!, ¿cómo pudo olvidarlo? En seguida se pasó los dedos por el cabello e intentó respirar profundamente para tratar de calmarse. Quizás si no fuera la única que organizara esto, no estaría tan estresada.
Parecía que su madre notó su desesperación porque le obsequió una sonrisa.
—Me ocuparé de Trunks, ¿por qué no te preparas, cariño? —le ofreció Bunny y caminó hacia Trunks para recogerlo.
Lentamente, Bulma asintió. Aún estaba en pijamas y su cabello era un desastre.
—Gracias, mamá —contestó y salió rápidamente murmurando para sí misma.
La señora Briefs solo pudo reír ante la reacción de su hija. Ella le recordaba a su esposo, ¡tenían una mente tan caótica a veces!
—Mami loca.
Al instante los ojos de Bunny se abrieron y mostraron sus orbes azules. Levantó a Trunks para mirarlo.
—Bueno, cariño. Tu mamá solo está... —Se detuvo un momento para encontrar las palabras correctas—. De mal humor.
Satisfecha con la respuesta, mantuvo a Trunks cerca de su pecho y se marchó del lugar para revisar algunos detalles de la fiesta.
Mientras tanto, Bulma estaba en su habitación rebuscando entre su ropa en un intento por estar lista. Ese era su único defecto, le tomaba demasiado tiempo prepararse a veces. De hecho, no debería importar como lucía, ya que hoy se trataba de Trunks; además, pasaría tres cuartas partes de la fiesta evitando que Vegeta pelee con alguien o que los insultos volaran por todas partes. Si él aparecía.
Le llevó unos minutos hasta que al fin se decidió por una falda negra de longitud media y una hermosa blusa blanca. No era mucho, pero sí lo suficiente para verse algo elegante. Se peinó a toda prisa renunciando a hacerse cualquier cosa. Su vida había sido tan agitada durante los últimos años que nunca le había prestado atención a su cabello, sobre todo lo ponía en una cola de caballo o en un moño desordenado. Ahora al ver cómo el largo pasaba sus hombros y el flequillo le escondía los ojos, se percató de que tendría que hacerse cargo pronto.
Luego de mirarse al espejo por última vez, se dio una aprobación y salió. Su habitación estaba bastante lejos de la puerta principal, de modo que si alguien hubiera llamado al timbre, no lo sabría. Pero si los invitados ya habían llegado, no tenía dudas de que su madre podría manejarlos por un rato. Bulma debía hacer una pequeña parada primero.
Extendió su caminata hasta la cámara de gravedad. Una vez que se halló en la puerta, tocó con fuerza dos veces.
—Los invitados estarán aquí en unos minutos, si no puedes actuar de manera civilizada, no salgas —ordenó con algo de descortesía.
Bulma prefería que él faltara a que sea un imbécil durante el cumpleaños de Trunks. Para su sorpresa, no apagó la cámara de gravedad ni le respondió. Se encogió de hombros y se dirigió al jardín interior donde todos se reunirían.
En seguida se dio cuenta de que solo habían llegado tres personas: Milk, Gohan y Goten. Ella sonrió cuando los alcanzó, Goten estaba en los brazos de Milk y Bulma pudo notar cuánto creció. Trunks también había crecido bastante rápido y a menudo reflexionaba si era por su sangre saiyayín.
—Hola —saludó —. Gracias por venir.
Pronto sería igual que en los viejos tiempos. Casi todos estarían juntos como si nada en el mundo hubiera cambiado. Por supuesto, “él” no vendría y Milk probablemente sería la que más echaría en falta su presencia. Por esa sola razón, no lo mencionaría. Sería más fácil si guardaba ese detalle para sí misma.
—Hola, Bulma —dijo Gohan y ella no pudo evitar darse cuenta de lo inquieto que se veía.
Bulma frunció el ceño un poco.
—¿Está todo bien?
Gohan le ofreció una sonrisa.
—Sí.
Con el paso de los años, Gohan mantuvo el aspecto de su familia, pero se veía bastante diferente de Gokú. Ahora tenía doce años y debía admitir que había crecido y era bastante guapo.
—¿Vegeta está ocupado? —preguntó Gohan sacándola de sus pensamientos.
Ella se sintió ligeramente sorprendida por la pregunta, ¿quién en su sano juicio querría pasar tiempo con Vegeta?
—Bueno, él está en la cámara de gravedad —respondió. No estaba exactamente ocupado y aun así odiaba ser molestado durante su entrenamiento.
—Gracias, Bulma —contestó Gohan y se dirigió a toda velocidad hacia el pasillo.
No pasó demasiado tiempo para que la genio de cabello azul descubriera lo que iba a hacer y no pudo evitar el impacto, ¿qué tenía que hacer Gohan tan desesperadamente que implicara a Vegeta? Su naturaleza curiosa no le permitía no tener una respuesta, así que se acercó a Milk, como si estuviera a punto de compartir un secreto.
—¿Qué fue eso? —le consultó mirándola.
Y lo vio. Un pequeño dolor brillaba en esos ojos. Lo primero que vino a la mente de Bulma fue que era concerniente a Gokú; sin embargo, apenas encontraba algo relacionado con él que involucrara a Vegeta.
Una vez que la tristeza desapareció de sus ojos, Milk lució un poco molesta.
—Solo tiene preguntas —respondió y se dio la vuelta hacia el buffet.
Entonces todo tuvo sentido. Gohan estaba creciendo y era un saiyayín mestizo sin una figura paterna para ayudarlo, no es que Gokú hubiera podido proporcionar mucho en ese departamento, pero habría servido de algo a pesar de eso. Era casi triste que la única persona que tuviera para recurrir en este tipo de situación fuera Vegeta. No, él no era una mala persona, pero no era muy hablador, especialmente cuando se trataba de ciertos temas o personas.
En el fondo, deseó poder escuchar esa conversación.
Cuando la atención de Bulma volvió nuevamente a Milk, se percató de que el esfuerzo que puso para no recordarles a todos que Gokú se había ido, fue inútil. Ella ya lo sabía, siempre lo sabía. La situación era un poco incómoda; afortunadamente, eso fue roto por el sonido del timbre. Bulma le ofreció a Milk una sonrisa y se dirigió a la puerta.
Tomó una profunda respiración, cruzó los dedos y esperó a que todo saliera bien por una vez.
✺✺✺
—Oh, cariño, ¿no quieres un pedazo de pastel? —preguntó Bunny mientras pasaba junto a su hija.
Bulma negó con la cabeza.
—No tengo hambre. —La verdad era que estaba demasiado cansada para tenerlo.
Todos seguían en el jardín comiendo felices y charlando. Trunks y Goten jugaban sin ninguna preocupación, a pesar de que su hijo había arruinado su traje por completo. Ella, por otro lado, estaba agotada porque se la pasó caminando de un lado al otro el día entero. Aunque, se sentía extremadamente complacida de que todo hubiera marchado sin ningún incidente.
Eso probablemente se debía a que no tuvo tiempo para conversar lo suficiente con nadie —incluido Yamcha— y a que Vegeta no había aparecido. Antes de que lo supiera, Bulma se encontró mirando hacia donde se ubicaba la cámara de gravedad. Él había estado todo el día allí, menos el lapso en que Gohan lo visitó y se preguntó si tenía hambre.
Dándose un impulso, se paró y se dirigió hacia el buffet. En seguida puso dos platos en una bandeja y los llenó con toda la comida que pudo, luego, satisfecha, agarró una botella de agua y partió hacia el interior de la casa. Yamcha vio como ella desaparecía con una sonrisa triste en el rostro.
Para ser honesto, había superado todo lo de Bulma y Vegeta, sin embargo, a veces, en el fondo, se sentía un poco molesto. Bulma fue su relación más larga y nunca halló a alguien a quien amara tanto. Obviamente, él tuvo novias a lo largo de los años, pero nada funcionó. Yamcha cambió su mirada y esta cayó sobre Trunks. El niño crecía rápido y era diferente cada vez que lo veía. Al principio, creyó que se parecía mucho a su madre; ahora, comenzó a ser la imagen de Vegeta. Menos el color, por supuesto.
Y un suspiro se le escapó cuando pensó en todo lo que podría haber sido.
Bulma avanzó por el pasillo y confirmó sus pensamientos de que él todavía seguía en la cámara de gravedad cuando la escuchó operativa. Una pequeña sonrisa se esbozó en su rostro al recodar su conversación con Gohan. Estaba ansiosa por conocer lo que pasó entre esos dos. Gohan había vuelto un tanto nervioso y perplejo, y ella no dejaba de sentir curiosidad.
Una vez que llegó a la cámara, llamó ruidosamente a la puerta. Al principio supuso que la ignoraría, pero después se acordó de que podía oler la comida y que eso sería suficiente para que detuviera su preciosa máquina por un minuto o dos.
Tuvo razón. Un minuto después, Vegeta abrió la puerta. Estaba completamente empapado en sudor, rasguños cubrían su cuerpo y sus ojos lucían entrecerrados. Bulma sintió que el fuego se encendía en su interior mientras cruzaban las miradas. ¿Por qué estaba allí otra vez? Ah, sí, la comida.
—Te traje algo, pensé que estarías con hambre —dijo presentándole la bandeja.
Él dejó que sus ojos recorrieran su rostro y bajó la mirada a la comida que ella sostenía. Lentamente estiró el brazo para alcanzar la bandeja, se dio la vuelta y se preparó para volver a la cámara de gravedad. Bulma podría haberlo dejado ir, pero su curiosidad estaba demasiado despierta. Tenía que saberlo. Por lo tanto, antes de que cerrara la puerta en su cara, entró.
Logró escuchar el suspiro que se le escapó y comprendió que lo más probable era que estuviera un poco molesto. No necesariamente por su culpa, Vegeta no disfrutaba de las reuniones y ser capaz de sentir todos esos kis a su alrededor sería frustrante.
Bulma se apoyó en la pared más cercana y observó su espalda.
—Milk, Gohan y Goten fueron los primeros en llegar —comentó andándose por las ramas. ¿Podría aparecer y preguntar sobre sus asuntos?, él no se involucraba en los suyos.
—¿Qué es lo que en realidad quieres saber? —replicó Vegeta mientras colocaba la bandeja sobre el tablero de control y presionaba las palmas contra este.
La pilló. Bueno, ahora que se dio cuenta, ella también podía preguntarlo directamente.
—¿Qué quería Gohan?
Él dejó escapar una enigmática risa baja y parecía que no estaba sorprendido por su pregunta. La mujer era demasiado curiosa para su propio bien.
—Nada que te concierna —contestó a toda prisa, luego alcanzó algo de un plato y se lo comió.
Bulma sintió que sus dedos tamborileaban, quería salirse con la suya y no le gustaba ser excluida. Decidida, dio unos pasos en su dirección con una sonrisa astuta en los labios. Si tenía que hacerlo, le seduciría una respuesta. Cerró la distancia entre los dos y arrastró los dedos a lo largo de su brazo desnudo, desde el hombro hasta la muñeca.
Por supuesto, Vegeta ni siquiera volvió la cabeza para mirarla. Siguió comiendo como si ella no se hubiera movido en lo absoluto. Bulma entrecerró los ojos, pero no se dio por vencida. En lugar de eso llevó un dedo a uno de los pedazos del pastel y lo sumergió, luego lo acercó a los labios de Vegeta esperando a ver lo que haría. Obviamente, él había probado en el pasado que no le importaba morder ese cebo.
Vegeta finalmente inclinó la cabeza hacia un lado para capturar el dedo con su boca y suavemente lo succionó. Todo el tiempo sus ojos estaban fijos en los de ella. Siguió adelante por unos segundos más, después se alejó y procedió a lamerse los labios. Bulma no pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo. Había una voz gritando en su cabeza y no conseguía oírla.
De repente, antes de que pudiera decir o hacer nada, sintió unas manos en sus caderas. Era como si se derritiera donde sentía el contacto. No le llevó demasiado tiempo a él inclinarse sobre ella, Bulma sintió sus labios en el cuello y gimió. Sus dientes le rozaron la carne y ella echó la cabeza hacia atrás para darle un mejor acceso. Vegeta lo tomó como una señal para impulsar esto más.
La levantó y la colocó en el tablero de control. En seguida, sus manos viajaron sobre su cuerpo y ella le clavó las uñas en la espalda.
—¿Pensé que tenías hambre? —preguntó Bulma en un susurro.
Vegeta sonrió burlonamente contra su piel.
—Oh, sí, lo tengo —dijo con una voz ronca—. Y estoy a punto de darme un banquete.
Al instante se creó un charco de calor en el vientre de Bulma. Se sentía excitada y mojada, y se apoyó en él.
—Tenemos invitados —objetó en un débil intento por detenerlo. Había un grupo de luchadores al final del pasillo, de seguro notarían el cambio en su ki. Pero esta era su casa después de todo.
—Mujer, sabes que no me importan esos débiles.
Ella sonrió pícaramente, se acercó a su rostro y capturó sus labios en un beso.
Esta iba a ser una cena inesperada.
✺✺✺
La mujer era problemática, debía admitirlo. Aunque parecía que se retiró bastante distraída hace más de dos horas olvidando por completo que nunca respondió a su pregunta. No es que fuera a quejarse. El asunto ya había sido difícil de manejar y no deseaba discutirlo, Vegeta tenía la seguridad de que sería un concepto difícil de entender para Bulma.
El hijo de Kakaroto estaba creciendo, pero al parecer —hasta cierto punto ya se lo imaginaba— los saiyayíns no lo hacían de la misma manera, incluso los mestizos. Si ese payaso todavía estuviera vivo, no habría hecho mucha diferencia, ya que él no conocía nada sobre ser saiyayín. Su crecimiento, sus hormonas y su poder cambiaban.
Cuando un saiyayín llegaba a la pubertad, su nivel de potencia a menudo se salía de control. Evidentemente, el escuálido niño no había entrenado por un tiempo, lo que hacía aún más complicado para él controlar su poder. Eso conseguía que tareas diarias como sostener un vaso fueran difíciles. Solo existía una manera de superarlo: entrenamiento. Como ya no contaba con su padre, lo siguiente mejor era el namekuseiyín. Después de todo, Vegeta estaba entrenando a su propio hijo, no tenía tiempo para perderlo con el hijo de otra persona.
Por supuesto, no se lo había explicado tan detalladamente al muchacho, pero le respondió con la suficiente claridad para que lo entendiera. Al parecer, Gohan era el único que comprendía que él no quería estar con esta gente. Por lo general, entendía lo que le decía y se iba al instante; a diferencia de su padre, que nunca pudo captar una indirecta.
Y ahora estaba de pie frente al panel de control con la cámara de gravedad apagada. Había sentido que algunas personas se iban y percibió que la casa estaba un poco más vacía. No tenía ninguna intención real de aparecer, pero decidió que se moría de hambre. La mujer no llevó suficiente comida, además, la mayor parte se arruinó durante sus actividades.
Un poco molesto, Vegeta salió y se dirigió hacia la concurrencia con los brazos cruzados frente a su pecho. No se mezcló con la gente, solo se apoyó contra una pared y los observó. Una vez que se quitaran de en medio, iría por la comida. La mayoría de ellos ni siquiera notaron su presencia, seguían demasiado ocupados con cualquier cosa inútil que estuvieran haciendo.
Sin embargo, un débil lo sintió: Yamcha.
Sorprendentemente, se dirigió en línea directa hacia Vegeta. El príncipe frunció el ceño, más no dijo nada mientras lo miraba abrirse camino hacia su lado. ¿No se había dado cuenta a lo largo de los años qué no podía soportarlo, qué la única razón por la que todavía seguía vivo era por la mujer?
—No creí que aparecieras —comentó Yamcha de manera casual, como si hablara con un amigo.
Fiel a sí mismo, Vegeta no respondió.
Un profundo suspiro escapó de Yamcha y apartó la vista de Vegeta. Su mirada se posó en Bulma. Estaba sentada junto a Milk; Goten y Trunks jugaban cerca de ellas. Tenía una gran sonrisa en su rostro luego de reírse a carcajadas. Sus ojos azules brillaban, todo su rostro brillaba.
Detestaba eso.
—Sabes, me odio por pensar esto, pero... —Hizo una pausa por un instante, como si no pudiera creer lo que iba a decir—. Ella es feliz.
La máscara de Vegeta permaneció en su sitio y no mostró ni una pizca de emoción.
Yamcha se pasó los dedos por su impetuoso cabello.
—Bulma siempre fue difícil de satisfacer. Nada era suficiente y jamás confió plenamente en mí.
Por razones obvias, pensó Vegeta y continuó en silencio.
La siguiente parte le dejó un sabor agridulce en la boca.
—Y tú, después de todo lo que has hecho, has conseguido que ya no se preocupe. —Yamcha había renunciado a mucho por ella: cambió su estilo de vida y superó su miedo a las chicas. Aun así, Bulma no le tuvo una confianza ciega. Vegeta había matado y a pesar de eso, sabía que ella no dudaría de él.
—Por más que deseara a un hombre toda su vida, nunca necesitó de uno. La verdad es que ella no te necesita. —No trataba de ser mezquino, simplemente decía los hechos. Bulma siempre había querido a alguien, aunque él sabía que por sí misma, estaría bien—. Sin embargo, ama tenerte cerca. —Se rio entre dientes—. Me ganaste.
Por un instante, Vegeta casi soltó una sonrisa de suficiencia. La mujer hablaba en voz alta, era independiente, mandona, exigente y quejumbrosa. La mayoría de las veces, solo quería que se callara o que se fuera lo más lejos posible. Y con todo, él siempre se había quedado. No entendía el porqué, pero estaba bien justo ahí, allí mismo. Eso no le molestaba.
Antes de que lo supiera, la estaba observando fijamente. En cambio, a diferencia de Yamcha, fue atrapado en el acto. Como si Bulma hubiera sido quemada por sus ojos, ella volvió la cabeza a un lado y lo contempló. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y luego velozmente le guiñó un ojo casi de una manera coqueta.
Al momento, él miró hacia otro lado.
Ella era soportable.
—Puede que no te mate después de todo —declaró Vegeta antes de alejarse y dirigirse hacia la comida.
Yamcha rio nerviosamente por lo bajo mientras veía al saiyayín marcharse. Esa declaración solo confirmó su peor temor, por más que ya había aprendido a aceptarlo.
Bulma y Vegeta estaban hechos el uno para el otro. Nadie más podría soportarlos a ellos ni a sus salvajes cambios de humor.