Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Espacio Exterior ( Chapter 23 )

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Amor difícil

Capítulo veintitrés

Espacio Exterior

 

 

Los números rojos del reloj iluminaban la habitación oscura mientras él bajaba los dedos por su espalda. Ella inhaló profundamente ante la idea de las sensaciones por venir y se quedó sin aliento cuando lo sintió posar los labios sobre la carne ardiente de su hombro. En respuesta, enredó los dedos en su cabello, echó la cabeza hacia atrás y gimió en voz baja; luego envolvió las piernas con fuerza alrededor de su cintura, lo necesitaba desesperadamente.

Durante una semana la había descuidado por completo al entrenar desde la mañana hasta la mañana. Esta vez no lo dejaría escapar, era suyo. Se había quedado despierta más allá de su horario habitual luchando contra el sueño, solo para poder atraparlo y a pesar de que los párpados le pesaban, el resto de su cuerpo estaba completamente despierto. Todavía no lo oía hablar, decir una palabra y, aun así, no le importaba; se encontraba en llamas y solo su hombre era capaz de extinguirlas.

Él podría haber notado algo inusual, pero desafortunadamente, se distrajo cuando la sintió poner las manos en sus mejillas y levantarle la cabeza para besar salvajemente sus labios. Debido a que no prestaba atención, no se percató de que un ki se acercaba sigilosamente hacia ellos. El pasillo estaba sombrío; cuando se abrió la puerta, no hubo un cambio en la luz.

Él deslizó una mano hacia sus senos expuestos y agarró uno con fuerza. Ella gimió y casi tiró de su cabello; prácticamente temblaba debajo suyo, había esperado demasiado tiempo por esto. ¿Significaba que era adicta si no podía pasar una semana sin su cuerpo?

¿Por qué tenía que ser tan guapo para empezar?

—¿Mamá?

Ambos se congelaron.

La excitación de Bulma cesó tan rápido como las palabras escaparon de la boca de su hijo. Un poco aterrada e insegura de qué hacer, sobre todo porque no tenía ni idea de dónde estaba su ropa, mantuvo las luces apagadas.

—¿Qué sucede, Trunks? —preguntó extremadamente nerviosa.

El niño no dijo nada, simplemente siguió caminando en su dirección hasta que llegó al borde de la cama; después, para sorpresa de sus padres, tomó la iniciativa de subir y se arrastró hasta ellos. Bulma se puso rígida, envolvió las sábanas alrededor de su cuerpo y casi empujó a Vegeta.

En este punto, él no sabía si estaba frustrado más allá de lo que creía o demasiado aturdido para hacer algo. El niño nunca había entrado en su habitación antes, especialmente de noche. La solución era regresarlo para que esto no se convirtiera en un hábito.

Desde que cambiaron la cama, a menudo se levantaba solo durante la noche y la mayor parte del tiempo Vegeta se veía atrapado siendo el que lo devolvía a su habitación. Podía vivir con eso, pero con esto no. No lo haría.

Advirtió que ella se movía y la observó agarrar su camisola y su ropa interior del suelo para ponérselos a toda prisa. De inmediato supuso que lo llevaría de regreso. No fue hasta que la vio meterse bajo las mantas de nuevo que se dio cuenta de lo que hacía. La mujer iba a permitir que Trunks se quedara.

¿Estaba completamente loca?, ¿no era ella la que le saltó encima cuándo entró? Apenas había llegado a la cama y ya estaba sobre él. Y ahora que inició todo, ¿quería retroceder?

A pesar de la oscuridad, Bulma se encontraba lo suficientemente cerca como para ver la expresión de Vegeta. Entendía su sorpresa, pero no fue capaz de detenerse. Especialmente desde que comenzó a entrenar, Trunks había dejado de ser dependiente y para que la buscara a mitad de la noche... simplemente le derretía el corazón.

No había nada de malo en acceder a que pasara una noche con ellos. Vegeta le enseño a ser independiente, por lo que no vendría siempre. Tal vez fue ese pensamiento el que le impidió sentirse sexualmente frustrada.

—Es solo por una noche, Vegeta —dijo rompiendo el silencio.

Decir que estaba irritado no era una palabra lo suficientemente fuerte. Echó un vistazo a su silueta por un minuto o dos, casi esperando a que ella se volteara y lo mirara, mas nunca lo hizo. En cambio, tomó a Trunks entre sus brazos y apoyó la cabeza sobre la almohada. Molesto, alargó la mano hacia su calzoncillo para ponérselo.

—Mujer, ya no puedo dormir contigo por la forma en que peleas mientras sueñas, ¿y quieres agregar al mocoso a la mezcla?

—Si Trunks está aquí no me moveré tanto —contestó, pero sabía que no lo convencería. Aunque apenas daba crédito a su afirmación de que tuviera un sueño tan agitado.

Por supuesto, Vegeta no le creyó. Ella había intentado muchas cosas durante el último año y ninguna probó funcionar. Todas las veces, él era la víctima de sus ataques. Su única esperanza sería que el mocoso no resultara ser como su madre, pero estaba convencido de lo contrario porque ahora mismo sería el complemento perfecto a su situación: se sentía frustrado, molesto y cansado.

Tenía la corazonada de que iba a permanecer despierto toda la noche, sin dormir.

Fue bueno que la cama haya sido tan grande, eso le permitió crear un espacio entre él, Trunks y Bulma. Vegeta se volvió hacia un lado dándoles la espalda, Bulma pasó un brazo alrededor de Trunks, él cerró los ojos y se preparó para dormir. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Bulma cuando se dio cuenta de que era la primera vez que disfrutaba de tener a toda su familia durmiendo junta.

Se sintió un poquito triste por el hecho de que Vegeta y ella no llegaron a estar juntos, pero de alguna manera estaba tan agotada que era algo bueno que hubiera pasado. ¿Quizás podría atraparlo temprano en la mañana y compensar esta noche? Era obvio que seguía enojado con la situación. Pensándolo bien, ¿cuándo no era así? Además, si él no la hubiera ignorado toda la semana, no estaría sexualmente frustrado en este momento. Fue su culpa.

Vegeta esperó y esperó hasta que el ritmo de la respiración de ellos cambió. Trunks fue el primero en quedarse dormido y la mujer lo siguió unos minutos después. Últimamente no había dormido mucho, razón por la cual entrenaba tanto. Cada vez que trataba de descansar un poco, soñaba. La mayoría de sus sueños eran de hecho pesadillas.

En realidad, era peor que eso; eran recuerdos. Vegeta no conseguía dejar de soñar con su pasado: el tiempo que estuvo bajo el control de Frízer y todas las cosas que hizo. No se arrepentía de sus actos, no se arrepentía de quién era, pero aquello aún lo perseguía. ¿A cuántos niños aniquiló qué tenían la misma edad de su propio hijo?, ¿a cuántas esposas asesinó salvajemente?

El panorama de la sangre derramada solía ser algo que deseaba ver. Estar cubierto de ella durante una batalla era lo que más le complacía, representaba un trabajo bien hecho. Ahora ya no quería decir eso. Cuando estaba en la casa y veía sangre, lo primero que se le venía a la mente era que la mujer fue herida, ¿cómo perdió su significado de esa manera?

Suspiró y se giró sobre su espalda para mirar al techo. Durante los últimos cinco años su vida había cambiado, él había cambiado. De acuerdo, todavía entrenaba y, aun así, a veces notaba que desperdiciaba varios minutos, algo que jamás le sucedió antes. El problema consistía en que olvidó el motivo de tanto esfuerzo. Antes era para convertirse en un super saiyayín, lo cual logró. Luego fue para derrotar a los androides, pero ya no estaban.

Aunque Vegeta creía que debía entrenar siempre porque nunca se sabía cuándo aparecería una amenaza, aún no entendía por qué era lo único que hacía. Él no conocía nada más. ¿Qué se suponía que debía hacer?, ¿sentarse y mirar la televisión?, ¿cocinar?, ¿perder el tiempo haciendo compras y todas esas otras cosas insignificantes cómo los otros débiles? No podía hacer eso, era un guerrero, lo llevaba en la sangre.

Incluso el idiota de Kakaroto que fue criado en este planeta rara vez hacía nada más que pelear.

Ser saiyayín no era algo que pudieras detener, no es que quisiera hacerlo.

El entrenamiento era el único medio que tenía a mano para no volar todo el planeta en un arranque de rabia y significaba que aún, en el fondo, seguía siendo él mismo. No importa cuánto comenzara a adaptarse a este lugar, su sed de poder permanecía y le recordaba que todavía era Vegeta, el Príncipe de todos los Saiyayíns. Nadie le quitaría eso.

Inclinó la cabeza hacia un lado y miró a Bulma. Su flequillo azul le cubría el rostro mientras dormía profundamente. ¿Qué había en ella que lo hizo quedarse?, ¿qué había en ella que hizo que ni siquiera cuestionara esta situación? Era casi como si estuviera de acuerdo con eso. Lo peor, aquella noche, casi se lo dijo y, sin embargo, él continuó.

¿No se fue la primera vez porque ella no tenía control sobre sus sentimientos?, ¿no le molesta eso? Para empezar, ¿no se suponía que esto no era nada?

No obstante, allí estaba él, compartiendo una habitación con la mujer y ahora mismo, compartiendo una cama con su hijo. ¿Cuándo las cosas se volvieron así?, ¿era esta la razón por la que no conseguía dormir sin tener pesadillas?, ¿por qué su vida anterior era tan diferente de la actual?, ¿qué fue del tiempo dónde podía marcharse en un abrir y cerrar de ojos?, ¿por qué no lo hacía más?

Nada le impedía irse, ni siquiera ella.

Quizás era algo que requería, un tiempo lejos. Tomaría una nave espacial y se alejaría por unas semanas, tal vez un mes. Entonces, de repente, se preguntó cómo reaccionaría Bulma ante la idea. Lo sorprendió un poco porque no debería importar. Y con todo, de alguna manera, era así.

De la nada, Vegeta sintió un pie en su rostro que de improviso lo golpeó. Miró hacia un lado, solo para darse cuenta de que pertenecía a Trunks. Así que él dormía exactamente igual que su madre. Trunks siguió empujándolo en su cara, como si estuviera pateando algo. Vegeta casi puso los ojos en blanco cuando cogió el pie y lo empujó a un lado. Pero eso no detuvo al niño, que rodó sobre su espalda haciendo que su brazo descansara sobre el pecho de su padre.

No le llevó a Vegeta nada más tomar una decisión. Salió de la cama lo más rápido posible, se dirigió a su armario, cogió un short spandex, se lo puso y se fue de la habitación. Un pequeño escalofrío lo recorrió cuando pensó en pasar la noche en la misma cama con esos dos.

Si no podía dormir, bien podría entrenar.

✺✺✺

Bulma fue bruscamente despertada por la sensación de alguien tirando de su camisola. Se dio la vuelta y vio a Trunks sentado en la cama jalándole la ropa. Ella sonrió al recordar los eventos de la noche anterior, luego echó un vistazo al lado vacío de Vegeta y se preguntó cuándo se había ido. Después de unos instantes, volvió a centrar su atención en Trunks que la miraba fijamente con una gran sonrisa. Aparentemente estaba feliz de haber pasado la noche en su habitación.

—¿Listo para el desayuno, campeón?

—¡Comida! —exclamó Trunks y de un salto bajó de la cama.

Bulma no pudo evitar que su sonrisa creciera. Aunque su niño era muy joven, cada día se volvía más y más capaz. A veces, lo atribuía a que era mitad saiyayín, otros días asumía que se debía a que era su hijo, ¿cómo no podría estar adelantado?

Arrastró su pesado cuerpo fuera de la cama, tiró las sábanas sobre el colchón y se dirigió hacia la cocina con él. Fue difícil dejar el hábito de cargarlo, pero tuvo éxito, sobre todo porque Trunks quería bajarse la mayor parte del tiempo. Con el corazón oprimido, aceptó la realidad de que estaba creciendo. Vegeta se había sentido bastante satisfecho con el cambio.

Tan pronto como entraron a la cocina, Bunny los saludó. Tenía una gran sonrisa en el rostro cuando se acercó a su nieto para levantarlo y abrazarlo. Al niño no pareció importarle, ya que reía en los brazos de su abuela. Una vez que terminó de besar cada centímetro de su rostro, se volvió hacia su hija.

—¿Tienes hambre, cariño?

—Sí —dijo Trunks despreocupadamente de camino hacia su silla.

—Yo también —contestó Bulma tomando a su pequeño y ayudándolo a subir. Se suponía que a estas alturas, podía hacerlo por sí mismo, pero no iba a dejar que todo se le escape de las manos. No porque su hijo creciera rápido no disfrutaría de ciertas cosas. A fin de cuentas, sabía que una vez que fuera un adolescente, la evitaría como a la peste.

—¿Ya desayunó Vegeta? —preguntó Bulma con total tranquilidad mientras tomaba asiento.

Bunny negó con la cabeza.

—No lo he visto todavía, cariño, pero la cámara de gravedad estaba encendida cuando me desperté esta mañana.

Su madre solía estar despierta a partir de las seis de la mañana y eran las nueve en punto. Vegeta tuvo tres horas para venir a desayunar, ¿y nunca lo hizo? Tal vez había tomado un bocadillo cuando se despertó. Sin embargo, incluso si encontraba que Bunny era un fastidio, amaba su cocina. ¿Por qué se saltaría su comida más grande del día?, algo no estaba bien.

—Quizás deberías ir a buscarlo —comentó Bunny que terminaba de poner las tostadas francesas y la miel en los platos.

Bulma frunció el ceño.

—Él vendrá cuando esté listo.

Bunny solo le sonrió a su hija y dejó los platos frente a ellos, de algún modo estaba de acuerdo. Hacía un tiempo, Trunks había desarrollado el mismo apetito de su padre y eso lo hizo saltar algunos años en lo que a comida se refiere. Literalmente podía comer cualquier cosa y por lo general en menos de cinco minutos. Bulma estaba tan acostumbrada a eso con Vegeta y Gokú, que no se sorprendió.

La genio de cabello azul tomó su tenedor y comenzó a cortar un pedazo mientras sus pensamientos iban a la deriva. Vegeta nunca se perdía una comida y no conseguía deshacerse de la inquietante sensación en su interior. Ella siempre era demasiado curiosa para su propio bien y esto la molestaría hasta que se lo preguntara. El único problema era que obtener una respuesta suya iba a ser una tarea bastante difícil.

¿Y si venía y se lo decía por su cuenta? No, él no era así.

Bulma sabía que en el fondo había una cosa que Vegeta se estaba guardando para sí mismo. Un par de veces se despertó al sentirlo dar vueltas en la cama y logró ver la mirada irritada en su rostro. Algo lo molestaba y por supuesto, nunca lo compartiría. No importaba cuánto tiempo hubieran vivido juntos, cuando se trataba de sí mismo, era muy reservado. Ella nunca entendió el porqué. Era cierto que no conocía todo sobre su pasado, a pesar de eso tenía una idea decente de quién solía ser.

Esa era la cuestión, quién solía ser. No importaba cuán duro actuara Vegeta, Bulma veía el cambio todos los días. Él podía dar la batalla por cualquier cosa todo el tiempo, pero había perdido esa mirada asesina en los ojos. Aún tenía su orgullo, sin embargo, ella sabía que no era una persona de corazón frío ni alguien a quien no le importara nada. Acostumbraba decir que una vez que los androides se hubieran ido, mataría a Gokú y destruiría la Tierra.

Un año después, todavía estaba esperando.

De acuerdo, no podía matar a Gokú y aun así era capaz de volar la Tierra o incluso irse.

Y no lo hacía.

Sí, entrenaba muy duro todos los días, pero eso era como su trabajo o hasta su pasión. Cuando ella no estaba con él de noche o cuidando a Trunks, se hallaba en su laboratorio inventando. Diablos, pasaba horas sin descansar, días sin dormir, cuando hacía lo que amaba. Vegeta era igual. Ambos se consagraban a sus trabajos.

Tal vez que los dos fueran tan parecidos fue lo que hizo que esto funcionara en primer lugar. Eso y el hecho de que solo ellos eran capaces de desafiarse mutuamente y mantenerse firmes.

El silencio de la cocina se rompió por los pasos de Vegeta y Bulma se preguntó si venía ahora porque sabía que ella estaba allí. Levantó la cabeza y sus ojos se encontraron por un breve segundo. Él tomó su asiento habitual y Bunny se apresuró a traerle el desayuno.

—Me preguntaba cuándo vendrías a desayunar —dijo entregándole el tenedor—. Esta cocina se siente sola sin un hombre guapo para animar las cosas.

La mirada en el rostro de Vegeta era casi invaluable y Bulma reprimió una risa. Su madre le daba a la palabra torpeza un nuevo significado cuando se trataba de Vegeta. El pobre saiyayín permaneció rígido hasta que Bunny se apartó de su lado. Una vez que estuvo lo suficientemente lejos, comenzó a comer.

Después de pasar muchas horas entrenando, hizo su elección. Se iría por un mes. Necesitaba el espacio exterior, necesitaba estar en otro lado. Vegeta no huía de nada, simplemente requería lo que tenía antes, aunque solo fuera por un breve momento. Bulma había cambiado y él dudaba que su reacción fuera negativa, pero de alguna manera, imaginó muchos gritos. No es que eso lo detuviera.

Algunas semanas no parecían ser un tiempo suficientemente largo y unos pocos meses sonaba demasiado. Después de todo, también tenía a su hijo aquí, a quien estaba entrenando. Dudó que un mes pudiera hacer una diferencia en la vida de Trunks. Desde que tomó su decisión y ya que no había nada que ocultar, Vegeta decidió salir y anunciarlo.

—Necesitaré una nave.

Por un instante, Bulma dejó de moverse. La pequeña sonrisa que estuvo en sus labios a causa de Trunks desapareció y miró a Vegeta. ¿Una nave? Así que tenía razón, eso no era algo malo. En el pasado había notado que Vegeta se iba al espacio exterior cuando estaba huyendo de algo: ella, la Tierra, la derrota, el deseo, una meta.

Cuando algo no salía como él quería, lo buscaba allí. Lentamente liberó el aliento que estaba conteniendo. Casi le parecía como si hubiera vuelto a dos, casi tres años atrás, a la época antes de que Trunks naciera. Se sentía como esa chica desesperada preguntándose por qué se iba. Sin embargo, esta vez, no lo veía como un abandono.

No interesaba lo que él dijera o no, Bulma estaba segura de que a él le importaba. No le hacía falta preguntarse si regresaría o si la evitaba. De alguna manera, tenía la corazonada de que en lo más profundo, Vegeta huía de sí mismo. Eso explicaría la falta de sueño, la actitud gruñona y todo lo demás. Aunque era cierto que después de estar a su lado todo el tiempo durante casi dos años, sería difícil verlo partir. Bulma se había acostumbrado a la vida con Vegeta, pero nunca lo obligó a quedarse y nunca lo haría.

—¿Para cuándo? —preguntó ella finalmente.

Vegeta casi sonrió con satisfacción. Por unos segundos, había visto tantas emociones en su rostro, luego todas desaparecieron y su humor habitual regresó. Parecía como si hubiera tenido un momento de debilidad, que después ella ahuyentó. Era obstinada, ya lo sabía.

—Eso depende de ti, mujer.

Bulma hizo un sonido que era la mezcla de una burla y una risita.

—Tal vez tengo otras cosas que hacer. —Su tono no era hostil ni herido, era casi juguetón. Cuando la miró, ella sacudió la cabeza suavemente —. ¿Por cuánto tiempo?

—Un mes.

Bulma asintió.

—Dame unos días.

Mientras él continuaba comiendo, Bulma se dio cuenta de que era la conversación más amable y educada que alguna vez mantuvieron y era una sensación extraña, como si no estuviera bien. ¿Acaso Vegeta se sentía un poco incómodo ante la idea de irse? El pensamiento le trajo una pequeña sonrisa al rostro. Él podía ser impredecible y lleno de sorpresas a veces.

✺✺✺

Tres días.

Fue el tiempo que le tomó a Bulma terminar de preparar la nave para Vegeta. Requirió un poco más de trabajo de lo esperado, sobre todo porque no se había utilizado en mucho tiempo. Como él se iría por un mes, la abasteció con suficiente comida para dos. No solo era debido a que tenía un gran apetito, sino que quería asegurarse de que no se le acabara. Además, incluyó más suministros médicos y actualizó el límite de gravedad.

No podía llegar tan alto como en la cámara de gravedad, ya que la nave colapsaría, pero no había ninguna razón por la cual no debiera estar un poco por encima de los 500 g. También pensó que a Vegeta le gustaría un pequeño desafío en el espacio. Fue por lo que incluyó muchos robots de todo tipo e incluso prototipos. Sería realmente útil si los probara por ella.

Como permaneció muy ocupada terminando todo para él, no había pensado demasiado en sus sentimientos. Aunque tenía el convencimiento de que Vegeta regresaría, aun así, estaría sola. No, no lloraría ni le suplicaría que no se fuera. Sin embargo, deseó que él se abriera un poco más. ¿Quizás este viaje fuera lo que necesitaba para hacer algún tipo de cierre?

Bulma retrocedió y observó su trabajo. Obviamente, la nave era perfecta y no había fallos. Un poco orgullosa de sí misma, salió del laboratorio y subió las escaleras. Todavía era bastante temprano y sabía que Vegeta no necesitaba ninguna preparación, eso significaba que probablemente se iría antes de que cayera la noche. No lo detendría, por más que hubiera una pequeña parte suya que se lo pediría.

Avanzó por el pasillo en dirección a la cámara de gravedad. Una vez que llegó, golpeó fuerte. Ya que él esperaba esa nave desde que la pidió, comprendería por qué estaba allí. Como era de suponer, Vegeta abrió la puerta después de unos segundos.

Él apareció a la vista completamente empapado de sudor.

—La nave esta lista —dijo sin mirarlo al rostro.

¿Quién la culparía? Había pasado más de una semana después de todo y era una mujer con necesidades y deseos.

Vegeta tenía toda la intención de marcharse tan pronto como terminara, pero con la mirada que ella le daba, era casi imposible de hacer. También debía admitir que la falta de contacto físico comenzaba a molestarlo y se iba a ir un mes entero. Contaba con tres horas antes de la caída de la noche. Aunque podía usar todo ese tiempo, no necesitaba tanto.

Antes de que Bulma tomara conciencia de lo que estaba sucediendo, sintió que la llevaba a toda velocidad al dormitorio. Lo siguiente que supo fue que la arrojaron sobre la cama, boca arriba. Un estremecimiento atravesó su cuerpo cuando se le ocurrió que no sería amable. Era algo bueno porque ahora mismo, no le gustaba que fuera lindo.

Con un movimiento rápido, se unió a ella en la cama. Él se colocó entre sus piernas y asoló sus labios con la boca. Sus manos estaban por todas partes de su cuerpo mientras intentaba deshacerse de su bata de laboratorio. Odiaba la ridícula cosa. Vegeta podría habérsela arrancado, pero estaba al tanto de que a ella le importaba eso más que su ropa habitual.

Finalmente, después de algunos intentos más, la liberó de la prenda y la tiró al piso. Ahora que se hallaba fuera del camino, no tuvo problemas en arrancarle la blusa azul. Bulma sintió un ligero hormigueo de dolor, mas eso cayó en el olvido cuando la boca de Vegeta abandonó sus labios para explorar sus senos. Se encontraba tan excitada que era casi doloroso.

Como él disfrutaba rompiéndole la ropa, ella asumió que no habría problemas en hacer lo mismo. La tarea fue bastante fácil, ya que su short spandex estaba desgarrado. Ahora todo lo que se interponía entre los dos era el pantalón y la ropa interior de ella. Bulma notó que lo desabrochaba y lo abría. La emoción creía en su interior con cada acción.

Esto probablemente sería rápido. Existía demasiado deseo acumulado y él se iría pronto. La idea hizo que el corazón de Bulma saltara y solo había una cosa que quería hacer. Cuando le retiró el pantalón, las palabras resonaron en su mente. La última vez, no fue capaz de pronunciarlas, pero en este momento él se estaba yendo. Sí, tenía la intención de volver y a pesar de eso cualquier cosa podría pasar en el espacio.

La nave quizás explotaría o pudiera recibir un ataque, o un destino terrible le esperaría al planeta sobre el que aterrizara. Tal vez algo le impediría regresar. Y, en caso de que tal cosa sucediera, deseaba asegurarse de haberlo dicho al menos una vez. Para él, no haría ninguna diferencia, en cambio, para ella significaría mucho.

Entonces, cuando Vegeta se colocó en su entrada claramente impaciente, ella abrió la boca para hablar y lo tomó por sorpresa para que esta vez no la callara.

Bulma puso las manos sobre su pecho para atraer su atención y después se lanzó a ello.

—Te… —Hizo una pausa. Podía hacerlo, no cambiaría nada y él no escaparía—. Te amo —dijo casi sin aliento en un susurro. Un furioso rubor le cubrió las mejillas, se sentía un poco avergonzada.

A falta de una mejor reacción, Vegeta detuvo sus movimientos por un segundo, ¿por qué de todos tuvo que escoger justo este momento para decirlo? Él pensó que esa pequeña frase suya había fallecido la otra vez. Aparentemente sobrevivió para que la dijera. Bajo la mirada hacia sus ojos y el rubor de Bulma se desvaneció lentamente. Había algo en la forma en que la veía.

Él no articuló ni una palabra ni hizo nada, solo la observaba.

Y luego, se sumergió en su interior. Un gemido escapó de ella y antes de que lo supiera, la cubrió con su cuerpo y enterró el rostro en la curvatura de su cuello. Una sonrisa diminuta apareció en los labios de Bulma, que llevó una mano a su nuca y enredó los dedos dentro de sus oscuros mechones.

Esto estaba bien. Aunque él no había dicho nada, ella sentía el corazón mucho más ligero, como si esas palabras hubieran estado esperando a ser dichas. Bulma no pudo evitar besarle la mejilla.

Se sentía libre, se sentía genial.

✺✺✺

Vegeta se sentó en el sillón principal de la nave y pasó los dedos por su cabello. Había ingresado las coordenadas y estaba listo para irse, todo lo que debía hacer era presionar un último botón. Por más que no tenía que esperar, lo hacía.

Desde la ventana más grande de la nave, veía a Trunks y a Bulma de pie mirándolo, preparados para que él se fuera. No oía lo que la mujer decía, pero apuntaba a la nave mientras le hablaba a su hijo. Quizás le estaba explicando las cosas. Afortunadamente, el niño se hallaba lejos de ser un tonto y sabía que no pasaría mucho tiempo hasta que ella le mostrara todos sus inventos.

A él no le importaba, siempre y cuando siguiera con su entrenamiento. No había ni una razón por la cual no pudiera tener un cerebro y ser un excelente luchador. Vegeta miró en dirección a ellos una vez más y cuando acercó el dedo al botón, sus ojos se cruzaron por un breve segundo. Bulma le ofreció una sonrisa y extrañamente, se encontró asintiendo con la cabeza hacia ella.

¿Qué se suponía que significaba? ¿Nos vemos luego?

Las palabras que le había dicho antes todavía hacían eco en su mente. ¿Por qué ella sintió la necesidad de expresarse así? Por un segundo, casi se preguntó si pensaba que no regresaría. Aquello no debería importar, eran preocupaciones de la mujer, pero ¿a dónde más él iría?

Su hijo vivía en la Tierra y también los últimos saiyayíns. En ese lugar se le proporcionaba todo lo que requería y también ella estaba allí. No tenía en claro lo que significaba la declaración, sin embargo, sabía en el fondo que lo que dijo era parte de eso.

Ella estaba allí.

Vegeta finalmente apartó la vista y presionó el botón haciendo que la nave se pusiera en marcha. Nunca volvió a mirar por la ventana hasta que estuvo en el aire. Cuando lo alcanzó, finalmente los miró. Apenas podía divisarlos, pero aún conseguía sentir su kis. Ella se encontraba calmada, en cambio Trunks estaba ligeramente perturbado.

A la mujer le daría un ataque una vez que se diera cuenta de que el marcharse molestaba más a su hijo.

Mientras observaba a la Tierra volverse más y más pequeña, advirtió que el silencio y el vacío le eran casi extraños. Viviendo con ellos estaba acostumbrado a la constante interrupción, al ruido, a la conversación. Fuera estaría absolutamente solo. Sí, era cierto que el volumen le molestaba enormemente, aun así, era algo a lo que se había adaptado a lo largo de los años.

Cuando esos pensamientos lo golpearon, llegó a la conclusión de que este viaje era muy necesario. Había permanecido en la Tierra por mucho tiempo y empezaba a afectarlo demasiado. Un periodo a solas era lo que requería. Aunque no podía ahuyentar la sensación de que morar en sus cavilaciones sería su peor enemigo.

Paralelamente, Bulma veía como la nave desaparecía completamente de vista.

Antes, casi creyó que Vegeta no seguiría cuando él tuvo un miniataque al corazón debido a su confesión. Pese a ello, luego procedió a mostrarle un lado completamente diferente de su personalidad. En cierto modo, le había devuelto sus sentimientos. No de una forma clara, obvia, sino a su manera.

Su pequeña sesión comenzó muy bruscamente y él le había arrancado la ropa de un modo muy rudo. Sin embargo, después de que esas palabras salieron de su boca, Vegeta se comportó completamente diferente. Su velocidad no fue tan rápida como esperaba y todos sus golpes se volvieron lentos y casi dolorosamente provocadores. Se tomó su tiempo con ella como si en lugar de tener relaciones sexuales o follarla, le hiciera el amor.

El pensamiento casi hizo que el corazón le estallara de felicidad.

Te amo, nunca serían palabras que lo oiría decir y había aceptado eso hace mucho tiempo.

Pero, cuando le mostraba su amor de la única forma que podía, significaba mucho más, especialmente cuando a veces no se daba cuenta de que lo estaba haciendo. Bulma no era tonta y sabía que cuando se trataba de sentimientos, Vegeta era un desastre. Era la misma razón por la que se iba en este momento. Él estaba cambiando y no le gustaba. Entonces, el hecho de que inconscientemente la amara con su cuerpo era algo que nunca olvidaría.

Bulma comprendía que el mes por venir sería difícil. Parecía como si lo estuviera perdiendo y no pudo evitar sentirse un poco triste. Pero tenía la seguridad de que la sensación no duraría. Si había algo que creció mientras vivía con Vegeta, era su orgullo. Regresaría del espacio más fuerte y ella tenía la intención de hacer lo mismo.

Tal vez intentarían probarse el uno al otro que no se necesitaban para vivir. Técnicamente, eran independientes y no lo eran, pero la vida era mucho más entretenida cuando chocaban. La idea la hizo sonreír.

Si le ofrecía un desafío, ella lo tomaría. Una cosa era cierta, él siempre hacía algo que volvía la vida más interesante. Ahora que no debía reparar la cámara de gravedad casi todos los días, tenía la intención de hacer un montón de trabajo. Quizás la reharía por completo. Al menos él no estaría para quejarse cuándo lo hiciera. También pensaba en trasladarla a un área más aislada de la casa. A veces, a mitad de la noche, era un poco ruidosa.

Bulma miró a su hijo cuando él comenzó a jalarle violentamente la mano. La vista casi le rompió el corazón. Sabía que él no lloraría porque su padre le enseñó a no hacerlo, pero era evidente que se hallaba molesto. Al principio, sintió un poco de aprensión y ahuyentó la sensación. Trunks admiraba a su padre, quería ser como él. Bulma no lo consideraba como un abandono porque estaba acostumbrada a este tipo de comportamiento.

Para Trunks era diferente, ya que nunca había visto a su padre irse antes. La única vez que Vegeta se fue, era demasiado pequeño para darse cuenta de lo que sucedía. Ella alcanzó a su hijo, lo cargó y lo sostuvo contra su pecho.

Aparentemente, tendría que mantener a Trunks ocupado.

Quizás esta era su oportunidad de introducirlo a su futuro. Después de todo, su hijo no solo había heredado músculos, también obtuvo un cerebro y ella se aseguraría de que lo usara. También era una ocasión para demostrarle a Vegeta que no todos los humanos eran inútiles y que ese sería el destino de Trunks. Ya era hora de darle a su pequeño las oportunidades de las que ella gozó.

Además, eso la distraería un poco durante el próximo mes.