Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ El festival de las estrellas ( Chapter 25 )

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Chapter Text

 

Amor difícil

Capítulo veinticinco

El festival de las estrellas

 

 

Una radiante sonrisa apareció en el rostro de Bulma desde el instante en que vio el kimono azul oscuro que descansaba sobre la cama. Ella no era una entusiasta de vestirse elegante, pero cuando el festival de las estrellas llegaba, la historia cambiaba. El ambiente, la gente, las actividades, todo era emocionante. No solo eso, ¡sino qué sería la primera vez que Trunks iría! Antes lo consideraba demasiado pequeño y había supuesto que no lo recordaría, pero ahora que tenía cuatro años, pensó que el momento era perfecto.

Milk y sus hijos los acompañarían, Trunks y Goten eran casi inseparables, por lo que la idea de llevarlo sin su amigo ni siquiera se le cruzó por la cabeza. Sus padres también pensaban ir, lo que al final dejaría solo a Vegeta. Bulma no le había contado nada, no porque no quisiera que él fuera, sino porque no lo haría. No solo involucraba a Milk, sino también a una multitud; considerando el hecho de que Vegeta despreciaba ambas cosas, era mejor no invitarlo.

Pero si él deseaba asistir, no lo detendría.

—¿Cariño?

Bulma se dio la vuelta y vio a su madre entrar sosteniendo un pequeño haori.

—Terminé el de Trunks —dijo con una sonrisa.

Bunny fue quien hizo toda la ropa para el festival; cuando Bulma compartió su idea con ella, quedó muy entusiasmada. Aunque su madre podía ser despistada y a veces torpe, cuando se trataba de las tareas de ama de casa, nadie la vencía. Desde cocinar hasta coser, era la mejor.

Bulma no pudo evitar que se le escapara un grito de emoción. Ella ya tenía una cámara lista para capturar cada uno de los movimientos de su hijo, él iba a verse adorable en su haori y no quería perdérselo.

—Gracias mamá —contestó mientras lo tomaba y lo ponía junto al suyo.

—También hice uno para Vegeta —agregó Bunny llena de alegría.

De repente, Bulma se congeló, cesó sus acciones y se volvió un poco para mirarla. Seguramente no había escuchado bien; su madre era desorientada y con todo, no podía serlo tanto. La posibilidad de que él asistiera al evento ya era una locura, ¿pero que se pusiera el haori? ¡Ella apenas lograba que se vistiera con ropa normal!, jamás accedería a hacer tal cosa.

Bulma le ofreció a su madre una sonrisa fingida.

—No creo que Vegeta... —Hizo una pausa para buscar las palabras correctas—. Pueda venir. —Tal vez era mejor no herir sus sentimientos y decirle que no podía en lugar de que no quería.

La sonrisa de Bunny se desvaneció un poco.

—¡Pobre muchacho!, ¡debe estar devastado! —¡Vegeta siempre trabajaba tanto! ¡Nunca se divertía y estaba muy solo a menudo!

La científico de cabello azul casi se echó a reír.

—Sí, devastado —recalcó y frunció los labios.

Bunny avanzó y colocó en la cama un haori blanco y negro.

—¡Lo dejaré aquí por si pasa algo y él se une a nosotros! —sugirió ella recuperando la sonrisa. Con la alegría de vuelta, dejó sola a su hija en la habitación para ir a terminar de preparar el picnic para el festival. Todos esos niños estarían hambrientos y necesitarían mucha comida.

Bulma negó con la cabeza suavemente, giró y se dirigió a su tocador; cuando se inclinó para tomar sus pinzas para el cabello, se vio en el espejo. Este año no podría peinarse como solía hacerlo; hace algún tiempo, Trunks se involucró con su cabello y después de que acabó con la mitad, ella se decidió por un estilo corto. También estaba tratando de evitar que tal cosa vuelva a ocurrir.

Desde entonces, no lo había dejado crecer.

A veces, como ahora, extrañaba lo largo que era, pero aún disfrutaba del nuevo look.

—¡Mujer!

Bulma casi puso los ojos en blanco, se dio la vuelta, vio a Vegeta entrando en la habitación y se preguntó qué había descompuesto esta vez. Después de todo, era demasiado pronto para que dejara su entrenamiento y la cocina seguía actualmente llena de comida. Solo podía significar que había malogrado la cámara de gravedad.

Él avanzó hasta que estuvo cara a cara con ella. Vegeta iba a contarle sobre su invento inútil, cuando notó algo diferente. No estaba seguro de qué se trataba, era la mujer o el lugar. El ambiente y el aroma de ella eran raros, y eso no fue de su agrado; echó un vistazo para intentar resolver el enigma. Fue entonces cuando un traje extraño que nunca había visto le llamó la atención, él la olvidó y caminó en dirección a la cama.

Vegeta cogió el kimono de Bulma y palpó la suave tela. Este no era el tipo de ropa que solía ver en este planeta, casi parecía demasiado formal; por lo general, la mayoría de las mujeres usaban ropa reveladora. Él inclinó la cabeza hacia un lado y la miró.

—¿Qué es esto?

Ahora no había manera de eludirlo.

—Es un kimono, mi mamá hizo varios para el Tanabata.

Él arqueó una ceja.

–¿Tanabata?

Vegeta se había familiarizado un poco con las festividades de la Tierra desde que comenzó a vivir en este planeta. Pudo esquivar la mayoría, pero no escapó de todas. Por supuesto, rara vez participaba, sin embargo, por lo general se enteraba de ellas. Bulma asumió que era el lado intelectual en él el que buscaba el conocimiento.

—Es una festividad que celebra el reencuentro de Orihima y Hikoboshi. —Como todavía no le proporcionaba mucha información, continuó—. Existe una leyenda que dice que la Vía Láctea separa a los dos amantes y solo pueden volver a estar juntos una vez al año el séptimo día del séptimo mes del calendario lunar. —Un suspiro casi romántico escapó de sus labios—. Además, es muy divertido. Hay desfiles, competiciones y condecoraciones.

Vegeta dejó caer el kimono sobre la cama, era claro que había perdido el interés. No solo la historia detrás de esto era completamente ridícula, sino que era una pérdida de tiempo. ¿Por qué esta gente siempre sentía la necesidad de celebrar cualquier cosa estúpida?, le daban caramelos a los extraños, un hombre gordo irrumpía en las casas para dejar regalos; los terrícolas inventaban las costumbres más extrañas.

—Trunks también tiene un haori —dijo sin pensar en el de Vegeta que descansaba justo al lado.

No fue hasta que él lo levantó y lo revisó que ella lo recordó.

—¿Y para quién es este? —le consultó, sabía muy bien que el azul era el suyo; Vegeta ya conocía la respuesta, pero preguntó igual.

—Mi madre lo hizo para ti —respondió Bulma con sinceridad.

No tenía sentido no decírselo y ella no iba a esconderle nada. Ya era notorio que no le gustaba la idea.

—Milk, Gohan y Goten vendrán —le informó cuando él no dijo nada.

Bulma esperaba que se marchara o que no le hiciera caso, pero en lugar de eso, Vegeta se giró hacia ella. Exhibía una extraña mirada en los ojos que nunca había visto antes.

—¿Cómo está el mocoso? —preguntó sorprendiéndola.

—¿Gohan?

Él asintió.

Ella se encogió de hombros.

—Está bien, supongo... no sabía que había algo mal con él.

—No lo hay —respondió sin demora antes de darse la vuelta, como si estuviera listo para irse.

Bulma de inmediato reconoció esa actitud, él evitaba el tema. Vegeta no era alguien que ocultara nada, por lo que este cambio despertó su curiosidad. Ahora ella tenía que averiguar lo que sucedía. Como se alejaba a una velocidad normal, no le fue difícil alcanzarlo; se situó frente a él y se detuvo haciendo que dejara de caminar.

—¿Qué le pasa a Gohan?

Vegeta y Gohan apenas si se encontraban, solo los había visto juntos unas cuantas veces y fue en el pasado, no en fechas recientes. Además, ¿por qué le interesaría a él la situación actual de Gohan?, ¿por qué le importaría como iba la vida del preadolescente?

—Nada que sea de tu incumbencia, mujer —dijo, aunque no hizo ningún intento por avanzar.

Podía ser bastante entretenida cuando intentaba indagar algo y ya que no iba a usar su cámara de gravedad, estaba un poco interesado en ver hacia dónde se dirigía. Cruzó los brazos frente a su pecho como si estuviera tratando de desafiarla, sabía que ella no retrocedería.

—Si no es de mi incumbencia, entonces no debiste habérmelo consultado. —Odiaba cuando compartía solo la mitad de la información con ella. Hubiera dejado el tema, pero el hecho de que se molestara en preguntar le estaba haciendo cosquillas.

—Es un asunto entre el muchacho y yo.

Bulma no logró evitar esbozar una pequeña sonrisa de diversión. Ella se le acercó eliminando la distancia entre sus cuerpos, arrastró los dedos a lo largo de sus brazos y su sonrisa se hizo más amplia. Tal vez si lo hacía entrar en pánico solo un poco, obtendría la respuesta.

—Oh, lo entiendo —comentó, su sonrisa divertida se transformó en una de aprobación—. Como sientes que se lo debes a Gokú, cuidas de su hijo convirtiéndote en una figura paterna para él. —Ella se alejó muy satisfecha—. Está bien, Vegeta, es comprensible, ¡no hay nada de qué avergonzarse!

Uno.

Él frunció el ceño.

Dos.

Bajó los brazos.

Tres.

—¿Te has vuelto loca, mujer?

Ahí estaba, ahora ella iba a conseguir lo que quería.

Vegeta suspiró un poco molesto, no era un tonto y podía ver a través de su pequeño juego, pero le molestaba que ella pensara aquello; como si alguna vez sintiera que le debía algo a ese payaso. Él casi puso los ojos en blanco.

—Los saiyayíns no se desarrollan como los humanos.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Así que ayudaste a Gohan con sus dudas e inseguridades de adolescente? —preguntó con un tono de voz jovial.

Bulma no quería burlarse de él porque sabía que lo molestaría, pero le fue muy difícil contenerse. Esta era una situación muy improbable en la que nunca pensó que Vegeta se encontraría.

Por supuesto, en lugar de responderle, él cambió de tema.

—Mujer, ¿no deberías arreglar la cámara de gravedad en vez de estar parloteando?

De nuevo se estaba aislando, pero eso a ella no le incomodaba; no lo hacía porque la despreciara, sino porque así era él. Al principio, pensó que con el pasar de los años, Vegeta se abriría más y compartiría lo que sentía, ahora se daba cuenta de que no era esa clase de persona. Se guardaba las cosas para sí mismo, no debido a que no confiaba en nadie, sino porque no conocía de otra forma de actuar.

—No puedo, tengo que prepararme para el festival y aún debo recoger a Milk. —Ella vio su ceño fruncido—. Y tú, o te quedas aquí solo y buscas algo que hacer, o vienes con nosotros.

Vegeta solo en una casa, sin su cámara de gravedad y sin comida; quizás era la única situación que lo haría considerar ir al festival de las estrellas.

✺✺✺

Bulma apenas podía borrar su sonrisa mientras vagaba por las calles. Esta era la vista más hilarante de la historia. Sus padres, Milk y sus hijos; ella, Trunks y Vegeta. Era extremadamente obvio que este no era su elemento y se destacaba muchísimo en medio de su pequeño grupo. La mirada en su rostro y la actitud que él irradiaba no ayudaban.

Los acompañó, aunque había volado solo en lugar de viajar con ellos y se negó a ponerse el haori, lo que no era de extrañar; sin embargo, su presencia hacía la diferencia. Al menos, estaba segura de que la noche sería muy entretenida por más que Vegeta hubiera demostrado que sabía cómo controlarse en público; eso probablemente se debía a la forma en que fue criado y al hecho de que tenía modales.

Bulma volvió el rostro hacia atrás y descubrió a Trunks y a Goten mirando en todas direcciones; por lo visto trataban de escapar de sus padres. Esos dos cuando estaban juntos eran extremadamente difíciles de vigilar. A pesar de eso, suponía que con Vegeta presente, actuarían como angelitos; después de todo, el saiyayín de mayor edad podía detectarlos sin dificultad y castigarlos.

Finalmente se permitió relajarse un poco para disfrutar de la magia del ambiente. En su adolescencia, creía que se trataba de un festival romántico; no solo su origen representaba al amor, sino también el entorno que los rodeaba. Por supuesto, el ambiente solo se profundizaría una vez que cayera la noche, pero al parecer a ella no la afectaría, ya que contaba con todos los ingredientes para que su velada no lo fuera: estaba rodeada de su amiga, los niños, sus padres y su interés romántico era Vegeta.

Aunque eso no la detendría de soñar por el resto del día.

La tradición más esperada era la parte del deseo. Por lo general, había una avalancha de un millón de ellos en su mente, pero este año era diferente. Por primera vez en su vida, Bulma no tenía idea de qué desear. ¿Qué le faltaba a su vida?, ¿qué le daría esa pequeña alegría extra?, ¿había un vacío buscando ser llenado? Juntó los labios, el asunto tomó posesión de sus pensamientos. De acuerdo, era rica y hermosa, y aun así, eso no le impidió querer algo en otras épocas; tal vez había madurado.

—Oh, cariño, ¿no es emocionante? —preguntó la señora Briefs después de correr al lado de su hija—. ¿Te importaría si te dejo sola con los niños? Tu padre y yo hemos hecho algunos planes —anunció riendo como una jovencita de secundaria.

Bulma luchó contra el impulso de desviar la mirada; eran demasiados detalles que no deseaba conocer.

—No te preocupes mamá, estaremos bien —respondió con un tono claramente sarcástico.

Bunny le sonrió a su hija, luego agarró el brazo de su esposo y desapareció entre la multitud. Bulma negó con la cabeza, se dio la vuelta y los enfrentó a todos.

—A ver, ¿quién tiene hambre?

Los tres niños no tardaron mucho en pasarla a toda velocidad en dirección al patio de comidas. Ella dejó escapara un suspiro; era evidente que no se interesaban en el picnic que prepararon. Por otra parte, apenas había suficiente comida para alimentar a Vegeta.

Milk cruzó por delante de Bulma con el ceño fruncido.

—Esperen —dijo un poco molesta.

Bulma rio.

—Son solo niños, Milk, estarán bien.

—Supongo que tienes razón. —Mientras ella disminuía la velocidad un poco, giró la cabeza hacia un lado y observó a Vegeta—. Vaya, ¿cómo demonios te las arreglaste para que viniera? —consultó con incredulidad.

Bulma le restó importancia a la situación.

—Según parece, no encuentra atractiva la idea de que la cámara de gravedad este inoperativa y que no haya comida —respondió muy divertida.

Milk la comprendió.

—Incluso Gokú no habría sido capaz de continuar sin comer y sin donde entrenar. Te juro que esos saiyayíns...

Ella se detuvo y Bulma no pudo evitar mirar al hombre que amaba. Tenía los brazos cruzados frente a su pecho y estaba enviándole una mirada mortal a todos los que se atrevían a echarle un vistazo, quizás para que no se acercaran más. Para otros, parecía peligroso, pero para ella, él era simplemente su hombre. Al final la atrapó observándolo y cuando sus ojos se encontraron, en lugar de volver el rostro hacia otro lado, ella le sonrió con alegría.

Sus acciones lo tomaron por sorpresa y él desvió la mirada, pero Bulma no se rindió.

—¿Tienes hambre? —le preguntó levantando la canasta en su mano.

Su única respuesta fue un gruñido cuando cerró la distancia entre él y las mujeres. Bulma puso una manta en el suelo para que Milk y Vegeta tomaran asiento; obviamente, ambos se ubicaron lo más lejos posible el uno del otro, lo que la hizo reír. Esta sería una interesante e incómoda comida. Ella colocó las fuentes y ninguno las tocó; en cambio, se miraron fríamente el uno al otro. Bulma luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco mientras buscaba un plato y comenzó a llenarlo.

Si no querían comer, era asunto de ellos, pero ella estaba muerta de hambre.

Dispuesta a ignorarlos, volvió la cabeza hacia un lado para vigilar a los niños. Cuando salían, especialmente si Goten los acompañaba, había establecido como regla que su hijo llevara una tarjeta de crédito de emergencia. Se metían en problemas con demasiada frecuencia y por las dudas, quería que él llevara dinero. Por supuesto, ahora imaginaba que Trunks ya la había usado para comprar montañas de comida. Era algo bueno que fuera rica.

Tal vez su hijo era un poco joven para esto, pero ella no podía evitarlo. Después de todo, sus propios padres le proporcionaron un celular y tarjetas cuando tenía la misma edad. Trunks era bastante listo para su edad también y ella sabía que la mayoría de las veces, él era responsable, siempre y cuando Goten no estuviera allí. Esos dos eran unos monstruos y su coeficiente intelectual parecía disminuir cuando se juntaban, ya que perdían todo el sentido común.

Al menos Gohan estaba con ellos.

Goten usualmente escuchaba a su hermano mayor, sobre todo porque era la figura masculina en su vida, con Gokú ausente. Bulma se preguntó si esa era la razón por la cual Gohan era tan maduro, ¿se sentía cómo si tuviera que ser un padre para su hermano? Era una gran responsabilidad asumir esa tarea a una edad tan temprana. Por otra parte, Milk había sido muy estricta con él y todavía lo era.

—Bulma, dile a tu mono que mantenga sus manos fuera de mi comida.

La científico de cabello azul salió de sus pensamientos para contemplar el desastre frente a ella. A juzgar por la forma en que Milk y Vegeta se miraban el uno al otro, podía decir que esto terminaría mal.

—Vegeta, ¿por qué no vas a buscar a los chicos? Ellos te harán caso.

—Estoy ocupado —contestó agarrando un ala de pollo y empujándola en su boca.

—Bien, iré yo —declaró, su tono decía mucho más de lo que lo hicieron sus palabras.

Bulma descubrió durante los últimos años que había ciertas cosas que asustaban a Vegeta. Una de ellas era ser expulsado del dormitorio. Las primeras veces que ocurrió años atrás, a él no le importó para nada y por lo general permanecía en su “nueva” habitación durante unos días antes de regresar. Ahora era un poco diferente. Por supuesto, él no diría que quería quedarse, pero discutiría con ella para evitarlo; decía cosas como «Mujer deja de ser tonta» o «Ya no perturbes mi sueño y métete en la cama». Sabía que eso significaba que no quería irse, pero tenía que salvaguardar su orgullo.

Naturalmente, había usado eso contra él varias veces para obtener lo que quería. Era una solución que probó funcionar en el transcurso de los últimos años y lo disfrutaba mucho.

Eso no implicaba que no se lo hubiera devuelto algunas veces. Vegeta contaba con algunas armas propias, una de ellas estaba metida en un short spandex apretado muy lejos de su alcance. Él era el culpable de que fuera adicta al gran placer físico que podía proporcionar. Dado que era dueño de un gran ego, ella no lo diría en voz alta, pero en la cama, el hombre sabía lo que hacía y la conocía muy bien. Era una desgracia que eso creara apetencias.

Vegeta mostraba mucho más autocontrol que ella. Aparentemente, no sostener relaciones sexuales durante unos días no era un problema para él. La ignoraba por completo, sin importar lo seductora que ella intentara ser y se iba a la cama como si nada estuviera mal. Algunas de sus preferencias involucraban el sofá o terminaban teniendo sexo en la mesa de la cocina, si bien, otras veces era la ley del silencio.

Pero independientemente de la pelea, esta no duraba mucho.

Los niños al fin aparecieron en su línea de visión y Bulma frunció el ceño muy molesta. A ellos les tomó unos segundos darse cuenta de que la tenían parada en frente. Bulma cruzó los brazos mirando a Trunks para tratar de recordarle a su padre. No se sentía molesta porque compraron comida, sino porque se aventuraron por su cuenta. Los dos pequeños demonios podrían causar daños sin la debida vigilancia.

—Vamos —les ordenó haciendo alusión al lugar donde se sentaban Milk y Vegeta. Al ver que los dos niños no obedecían, ella suspiró—. Trunks, no me obligues a llamar a tu padre.

Y fue como un truco de magia. Trunks no solo deseaba ser como su padre, sino que él lo aterrorizaba. Bulma a menudo pensaba que Vegeta estaba siendo un poco duro con el pobre, pero ahora que notaba lo bien que su hijo lo obedecía, llegó a la conclusión de que tal vez había sido un poco blanda con él. No es que alguna vez lo admitiría.

La sonrisa divertida de Trunks se convirtió en una expresión de preocupación mientras tomaba su bolsa de Mc Donald.

—Vamos, Goten —musitó el niño con un aire extremadamente derrotado y se dirigió hacia su padre.

Fue entonces cuando Bulma se percató de que Gohan no se hallaba allí. Ella miró a su alrededor buscándolo y de repente lo vio. Estaba al lado de los árboles, un poco encorvado, agarrándose al tronco más cercano. Las palabras previas de Vegeta volvieron a su mente y se preocupó un poco. Sin pensarlo dos veces, caminó en su dirección.

—¿Gohan? —dijo ella con mucha suavidad.

Poco a poco él se dio la vuelta, parecía un poco sorprendido de verla. Tenía gotas de sudor cayendo por su frente y eso solo aumentó su preocupación.

—¿Estás bien? —agregó acercándose más.

Gohan asintió con calma antes de soltar el árbol.

—Sí.

Bulma presionó sus labios e inclinó la cabeza hacia un lado. Seguramente no era su trabajo hacer esto, aun así, lo haría.

—Sabes, Gohan, quiero decir… sé que Vegeta no es la persona más amable, pero... si alguna vez pasa algo, puedes consultarle lo que gustes. —Tenía la sensación de que él no le creía, así que empujó la conversación más allá—. Le preocupas, preguntó por ti antes.

Los ojos de Gohan se abrieron algo más por la sorpresa de la revelación. ¿Vegeta se preocupaba por alguien más? A veces ya era bastante difícil creer que disfrutaba de la Tierra y que formó una familia.

Ella le ofreció su mejor sonrisa.

—Lo sé, a primera vista no lo creerías, pero Vegeta tiene un corazón. No dejes que su fría apariencia te engañe.

Gohan asintió.

—Gracias, Bulma —contestó con sinceridad.

Luego rompió el contacto visual, pasó junto a ella y se dirigió hacia donde estaban todos los demás. Bulma sonrió con tristeza y suspiró. Gohan podría nunca volver a contar con una figura paterna en su vida y se sentía satisfecha de que Vegeta mirara más allá de su rivalidad para ofrecerle al niño perdido lo que necesitaba.

Los lazos entre las personas de la misma especie y los de sangre eran algo muy fuerte.

Eran lo que no le permitieron perder la esperanza.

✺✺✺

—¡Oh, cariño, ahí estás! —exclamó Bunny al ver a su hija—. ¡Te hemos buscado por todos lados!

Ya casi llegaba la hora de escribir los deseos y colgarlos en el árbol. Si su madre no se lo hubiera dicho, Bulma habría permanecido demasiado atrapada en sus pensamientos para recordarlo. Milk y ella estuvieron tratando de ubicar a los niños durante casi media hora y no lo lograron. Por supuesto, le había pedido ayuda a Vegeta, pero él desestimó su pedido diciendo que los niños estarían bien solos. También le pidió a Gohan que los localizara, sin embargo, como era de esperarse, estaban ocultando su ki.

Ambas madres enfurecidas vagaban por el desfile intentando localizar a sus hijos, aunque ahora, Bulma también debía lidiar con su madre.

—No en este momento mamá, necesito encontrar a Trunks.

Bunny no tomó en cuenta esas palabras.

—Oh, querida, Trunks estará bien. Vamos, ¿no recuerdas cómo solía gustarte pedir un deseo?

Lo más seguro era que a Bulma aún le hubiera gustado si tuviera uno que pedir, mas no hallaba ni uno. No importaba lo mucho que se esforzara en pensar, su mente seguía vacía. También sabía que técnicamente Trunks estaría bien, pero eso no impedía que ella quisiera ubicarlo.

—Bien, me tomaré un minuto y luego volveré a buscarlo.

Bunny pareció complacida con la respuesta de su hija, así que la agarró del brazo y la llevó hasta donde estaban el señor Briefs y Vegeta.

—Vegeta, ¿no estás emocionado por tu deseo?

Obviamente, cuando el tema le fue presentado por primera vez, él no entendía de qué estaban hablando; pero después de que Bunny se volviera loca por ver a Bulma, el doctor Briefs le explicó en poco tiempo lo que involucraba la última parte del festival. No hace falta decir que a Vegeta le parecía que era una pérdida de tiempo. Los únicos deseos en los que creía eran los que concedían las esferas del dragón, todo lo demás eran fantasías.

No le respondió a Bunny, en lugar de eso miró hacia otro lado. Bulma puso los ojos en blanco, se le acercó y con total familiaridad se detuvo ante él.

—¿Encontraste al mocoso? —le preguntó muy tranquila.

Ella lo miró y de pronto se percató de algo.

—No sabes dónde está —dijo con una sonrisa, ¿por eso no quería ayudarla?—. ¡Trunks te burló y te niegas a admitirlo! —exclamó conteniendo una carcajada.

Él frunció el ceño.

—Como si un niño de cuatro años pudiera escapar de mí.

—Entonces, ¿dónde está?

Silencio.

Ella miró hacia otro lado.

—Lo sabía.

Antes de permitir que Vegeta dijera algo más, Bulma cambió de tema.

—Entonces, ¿no pedirás un deseo?

—Es absurdo. —Él volvió el rostro para mirarla—. No necesito ninguna cosa.

Sus palabras quizás no significaban nada, pero para ella, lo eran todo. Vegeta había deseado muchas cosas en el pasado, y aunque esto no iba a hacerse realidad, él aún podría desear algo más, pero no era así. ¿Sería posible que él estuviera contento con la vida que llevaba? Hace mucho tiempo, eso hubiera sonado descabellado; ahora, era casi plausible.

Vegeta nunca había tenido nada antes.

Llevaba una existencia solitaria y no quería a nadie en su vida, sin embargo, el destino le jugó la más extraña de las bromas y quedó inmerso en una situación en la que se vio rodeado de gente. ¿Podría ser que a pesar de todo, había aprendido a amar este lugar y a su familia?

El poderoso príncipe hambriento de poder no tenía problemas con su vida actual. No consideraba que le faltara algo.

Una sonrisa iluminó el rostro de Bulma en el instante en que sintió que nacía una nueva alegría en su interior. Cuando su madre volvió a su lado y le pidió que viniera a escribir su deseo con ella, la siguió. Después de pasar todo el día pensando en ello, finalmente tomó una decisión y supo lo que quería.

No sintió los ojos de Vegeta sobre ella cuando se fue. Rápidamente ambas tomaron papel y lápiz, Bulma sonrió todo el tiempo mientras seguía a su madre para colgar su deseo en el árbol. Unos minutos más tarde, toda la gente a su alrededor hicieron lo mismo y empezaron a cantar.

Sasa no ha sara-sara (Las hojas del bambú susurran)
Nokiba ni yureru (al alejarse por la ventana)
Ohoshi-sama kira-kira (Las estrellas brillan)
Kingin sunago (como granos de arena hechos de oro y plata).

Una vez que la canción terminó, Bunny aplaudió emocionada y después cogió las manos de su hija, la diversión era evidente en sus facciones.

—¿Qué deseaste, tesoro?

Bulma giró la cabeza hacia atrás y observó a Vegeta que le devolvió la mirada.

—Nada —contestó, sabía perfectamente que él podía escucharla—. No hay nada que necesite.

—¡Oh, desperdiciaste tu deseo! —comentó Bunny decepcionada, aunque el tono de su voz no lo demostró.

—He oído peores —respondió recordando cierto deseo de ropa interior.

De repente, todos dejaron de charlar y se quedaron sin aliento, eso atrajo la atención de Bulma. Alzó los ojos hacia el árbol y lo que vio la dejó sin palabras: estaba en llamas. Todo él, incluidos los deseos, ardían frente a los visitantes. Al principio, nadie se movió, ya que no sabían qué hacer o cómo reaccionar ante el evento inesperado. Lentamente, entraron en pánico y algunas personas comenzaron a correr por las calles gritando.

Bulma apretó los labios mientras la preocupación se apoderaba del lugar. Esto podría ser peligroso y no tenía idea de dónde estaban Trunks y... detuvo sus pensamientos al darse cuenta de algo. Trunks y Goten. Los niños desaparecieron y ¿de improviso se produce un incendio? Todo lo que logró hacer fue murmurar de frustración. A través del caos ubicó a Vegeta y cuando lo hizo, se le acercó.

—Encuentra a los niños —dijo, esta vez era una orden, no una solicitud.

Él la miró por un breve instante antes de asentir y marcharse. En realidad no le importaba si los dos mocosos habían causado el desastre, ya que lo haría irse antes, pero comprendía que la mujer pensaba de manera diferente. Sería muy agradable verla alterarse por esto. Lo usual era que ella actuara con delicadeza cuando se trataba de su hijo y odiaba esa actitud.

Por una vez, su insensata furia se dirigiría hacia otra persona. El niño no había experimentado su ira con la suficiente frecuencia, lo que explicaba por qué la desobedecía tanto. Aquello no era de su incumbencia; siempre y cuando el niño hiciera lo que le decía, no le importaba cómo el mocoso actuaba en torno a la mujer.

A Vegeta no le llevó demasiado tiempo encontrar dónde se había iniciado el incendio y cuando lo hizo, todo lo que tuvo que hacer fue olfatear para hallar a los dos pequeños problemáticos. Vio un breve movimiento en los arbustos y sonrió con suficiencia. Él llegó al sitio, los agarró y los sacó de allí.

Era claro que ambos sabían que estaban en problemas e inmediatamente evitaron mirarlo.

—Papá, yo...

—No me des explicaciones, niño —le indicó mientras comenzaba a llevarlos hacia donde los esperaban Bulma y Milk —. Tu madre se encargará de ti.

Al instante, el alivio se apoderó del rostro de Trunks como si acabara de escapar de una muerte segura. Por desgracia, Goten no sintió lo mismo.

—¿Puede la mamá de Trunks encargarse de mí también?

Vegeta se burló.

—¿Ese es tú deseo?

La mujer podía hacerle estallar los oídos, pero esa arpía llevaba la palabra irritante a un nuevo nivel.

Se escuchó un par de gritos bastante fuertes tan pronto como Bulma y Milk vieron a sus hijos que parecían en extremo culpables siendo llevados a través de la multitud. Vegeta los arrojó descuidadamente a los pies de las mujeres, después retrocedió y cruzó los brazos frente a su pecho; no iba a perderse esto. La noche se había vuelto demasiado interesante.

—¿EN QUÉ DEMONIOS PENSABAN? —gritaron Bulma y Milk al unísono.

Ambos niños temblaron un poco en respuesta. Goten estaba acostumbrado a ver a su madre enojada, pero Trunks solo la había visto así con su padre, no con él.

—¡No puedes quedarte solo por dos minutos! —exclamó Bulma y suspiró. ¡Acababa de cumplir solo cuatro años!, ¿cómo alguien tan pequeño podía causar tantos problemas?

El rostro de Milk lucia enrojecido cuando se acercó a su hijo, estaba dispuesta a agarrarlo y literalmente arrastrarlo de vuelta a su casa. Por desgracia para ella, él lo advirtió y ambos niños tuvieron la misma idea. Sus madres eran humanas y no usaban el ki, eso significa que existía una forma de escapar, siempre y cuando Vegeta no los persiguiera y Goten pudiera sostenerse con firmeza.

Ambos niños se apresuraron, Trunks cogió a Goten del cuello de su haori y salió volando por el aire a toda velocidad dejando a sus madres boquiabiertas.

—¡TRUNKS, REGRESA!

—¡GOTEN-SON! ¡VUELVE AQUÍ EN ESTE MISMO INSTANTE!

Era claro que ninguno de los niños escuchaba a sus madres y en su lugar, siguieron volando hacia el cielo, más y más lejos de ellas.

—¡Vegeta!, ve por ellos.

Él casi se rio entre dientes.

—No es mi problema, mujer. Tal vez si aprendieras a volar... —Luego le dio la espalda y se marchó.

Bulma se quedó parada allí con los ojos entrecerrados. Esperaba que Vegeta no planeara nada que involucrara usar la cámara de gravedad pronto y que Trunks no disfrutara de ningún juguete de Goten, porque ambos iban a perder sus cosas favoritas.

Ella podría no contar con poderes, pero estaba segurísima de que disponía de la inteligencia y de la autoridad.

Monos estúpidos.