Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Libre mi alma ❯ Capítulo 7 ( Chapter 7 )

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Exención de responsabilidad: No soy dueña o me beneficio de Dragon Ball Z.
Nota de Tempestt: Creo que mi profesor de escritura creativa me está haciendo en realidad una peor escritora, ¡el hombre nunca está satisfecho!
 
 

Capítulo siete

  

 

Bulma corrió tras de una rechoncha bebé que daba sus primeros pasos con el pañal caído y una cola negra agitándose diabólicamente.

—¿A dónde crees que vas?

Ella cogió a la bebé y la alzó al aire. La niña se rio y su cabello negro le enmarcó las mejillas gordas, luego extendió la mano hacia Bulma, sus pequeños dedos regordetes codiciaban el cabello azul.

—Oh, no, no lo harás. Tus manitos agarradoras fueron la razón de que mami tuviera que cortar todo su cabello. —Ella fingió un enorme puchero en su rostro antes de reír cuando la bebé la imitó hasta en su estirado labio inferior.

—Mami. —La bebé se rio otra vez y alcanzó el tentador cabello.

Bulma la abrazó y la meció.

—Tú eres la bebé más especial de todo el universo. Tres meses de edad y ya caminas y hablas. Vas a ser inteligente como tu mamá y fuerte como tu papá. Nadie nunca va a intimidar a Bunny Briefs.

—A los seis meses será capaz de destruir su primera ciudad.

Sorprendida, Bulma levantó la cabeza. Vegeta estaba parado en la puerta de la pequeña casa que ella había escondido con mucha habilidad, pensó, en el fondo de una cueva. Vestía su uniforme azul básico y llevaba una esfera del dragón de oro debajo del brazo. El adelgazamiento en sus normalmente labios gruesos le envió ondas de miedo bajo la espina dorsal. Bulma acercó más a Bunny apartándola de Vegeta. Él frunció el ceño y las líneas de su frente se profundizaron.

—No a mi Bunny, ella es mi pequeño ángel.

—¿Bunny?

—Yo la llamé como mi mamá. Te dije que realmente la necesito en este momento. No tengo ni idea de cómo hacer esto por mí misma.

Sintiéndose perdida, se mordió el labio y bajó la mirada hacia su hija. Bunny la miró con los mismos ojos azules. Cuando ella vio la tristeza de su madre comenzó llorar unos fuertes sollozos de lamentos que lastimaban los oídos.

—Shush, no llores bebé, mami está aquí.

Bunny hipó y se frotó el rostro con el dorso de la mano antes de mirar por encima del hombro a Vegeta. Tres meses de edad y era extremadamente inteligente. Quedó claro por la rebelde expresión que formó en su redondo y angelical rostro que sentía que era él la causa del malestar de su madre. El pelaje en su cola negra se puso de punta y un construido gorgoteo gruñó en su pequeño pecho.

—¡Bunny! —Bulma la amonestó, sorprendida ante el comportamiento de su bebé.

Vegeta dirigió a la niña sus dientes y su propio gruñido resonó a través de la habitación. Bunny chilló y ocultó su rostro en el pecho de su madre.

—¡Vegeta!

—Ella tiene que aprender.

—¿Aprender qué? ¿Qué papá es un ogro?

—Si esto fuera a tu manera, ella ni siquiera me conocería. —Las palabras eran suaves, pero se oía un matiz de ira. Bulma cambió su peso con incomodidad y alejó la vista de la mirada penetrante de Vegeta.

—Nana —llamó.

Una mujer con una peluca rubia rizada y piel metálica rebotó en la habitación. Tenía una obscena mancha de lápiz labial en sus labios metálicos y llevaba puesto un vestido rojo que hacía a su piel de plata destacar.

—Toma a Bunny, protocolo doce.

—Sí, señora.

La androide tomó a la bebé quien fue de buena gana a los brazos de su niñera y se alejó.

—¿Qué es eso?

—Es una androide con un sistema neuronal de moléculas a nanoescala: NANA. La creé para ayudarme a cuidar de Bunny.

—Parece que lo estás haciendo muy bien sin tu madre y sin mí.

—Vegeta…

—Cállate. —Su mano hendió el aire con violencia y Bulma dio un paso atrás—. ¿Dónde están las esferas del dragón?

—¿Qué?

—No juegues, sé que tú las robaste de mi habitación. —Vegeta avanzó y echó un vistazo alrededor de la casa prefabricada. Había un mullido sillón cerca, dejó caer la esfera del dragón que le entregó Guru allí. Parte de él no se sorprendió cuando regresó a la nave en busca de sus otras esferas del dragón.

—¿Cómo me encontraste? Me aseguré de no dejar pistas esta vez.

—¿Pistas? Mujer, podría encontrarte en el infierno si tuviera que hacerlo. Todo lo que tengo que hacer es pensar en ti.

Bulma se sonrojó ante el tono íntimo de sus palabras mientras se alejaba a medida que él avanzaba. Vegeta la condujo a una pared, permaneció lo suficientemente apartado para que ella no pudiera sentir su calor, pero lo suficientemente cerca para que se sintiera amenazada.

—¿Por qué abandonaste la nave?, ¿por qué estás justo en medio del peligro con nuestra hija?, ¿por qué no me lo dijiste? —Su timbre se suavizó en la última pregunta y Bulma pensó que había oído dolor en su voz, sin embargo, cuando lo miró, solo vio fría ira. Ella apartó la mirada y se mantuvo observando sin ver el final de la mesa.

—No podía quedarme en la nave.

—¿Por qué?

Bulma suspiró y se frotó los labios con sus temblorosos dedos. Vegeta se acercó más, reconfortándola con su calor.

—Todo el mundo fue muy simpático cuando estaba embarazada. Nadie me preguntó por el padre. Todos asumieron que había muerto en la Tierra, pero cuando nació Bunny, quedó claro que no era humana. Ellos no entendieron por qué conservé a la hija de un extraterrestre que debió haberme violado, la hija de un extraterrestre que debió de haber participado en la destrucción de nuestro planeta. Ellos no sabían lo que realmente sucedió y yo no podía explicárselos. Cuando vieron lo mucho que amaba a Bunny se enojaron. La miraban y todo lo que veían era a nuestro planeta muerto. Tuve que escapar, tuve miedo de que lastimaran a mi bebé si no lo hacía.

—¿Dónde estaba Kakaroto? —Vegeta escupió la pregunta de entre sus labios apretados y Bulma se encogió.

—Se había ido para entonces persiguiendo algún tipo de mal que sintió ascender en el universo. —Ella cruzó los brazos sobre su estómago y encorvó los hombros—. Yo estaba sola y asustada, y no sabía qué hacer. Quería a mi madre tanto, quería todo de vuelta. Pensé que la única manera de hacerlo eran las esferas del dragón, así que vine aquí en una cápsula de escape.

Vegeta no habló, pero él se acercó una fracción más.

—¿No ibas a decírmelo?

—No pensé que te encontraría aquí. No tenía ni idea de donde estabas. Me dejaste, ¿recuerdas? —La ira destelló por el rostro de Bulma haciendo que sus ojos brillaran.

Vegeta apoyó una mano en la pared al lado de ella, a nivel de su cabeza, y se le acercó enjaulándola para que no pudiera escapar.

—No tenías ninguna intención de decírmelo. —La acusó.

—Lo habría hecho. —Bulma se miró los pies. Todavía llevaba las botas de montaña, él usaba sus botas de cuero blanco con puntas de oro.

—¿Pero? —La demanda en las palabras de Vegeta fueron suavemente habladas, aunque persistentes. Bulma trató de encogerse. Pensó en no contestar, sin embargo, no había escapatoria ya que la tenía cercada.

—Tú ordenaste que aquella gente fuera arrojada al fuego. Los niños… —susurró temblando contra la pared. Una mancha oscura apareció en la punta de su bota y otra lágrima goteó.

Vegeta se apartó tomando su calor con él y el frío se extendió entre los dos.

—¿Pensaste que lastimaría a mi propia hija?

—No. No lo sé. Yo realmente no te conozco tan bien, ¿verdad, Vegeta? —Ella apretó los brazos alrededor de su estómago. Se sentía como si estuviera a punto de vomitar. Podía percibir el peso de su mirada en la nuca empujándola hacia el suelo. Deseó poder colapsar sobre sí misma y desaparecer para siempre. Él dio otro paso alejándose y la dejó queriendo llorar por la pérdida.

—¿Dónde están las esferas del dragón? —dijo de un modo frío, entrecortado y autoritario. Bulma se encogió de hombros en respuesta.

—Yo no las tengo.

—Parece que eres más mentirosa de lo que pensaba.

—Simplemente no puedes confiar en nadie, ¿no es así, Vegeta?

Los dos se dieron la vuelta. Cooler estaba parado en la puerta sonriendo como si fuera un invitado en una casa de huéspedes. Entró seguido por Lyedra que arrastraba a un pequeño niño namekuseiyín quien tenía contusiones de color rosa oscuro en sus mejillas hinchadas y sus labios.

Vegeta lanzó la vista a su esfera del dragón todavía acurrucada en el asiento y Cooler siguió sus ojos.

—Bien, ahora llevo una y faltan seis. —Su fría mirada de reptil se deslizó sobre Bulma—. Y escuché que eres la persona con quien tengo que hablar de eso.

Vegeta dio un paso delante de ella bloqueándola de la mirada de Cooler.

—Veo que no te tomó mucho tiempo brincar de la nave. —Él miró con furia a Lyedra. Ella lanzó al niño lejos e inclinó las caderas mientras hacía girar un dedo por su largo cabello rubio.

—Podríamos haber tenido algo especial, Vegeta, pero tenías que ir e intimar con esa patética mujer que está encogiéndose de miedo detrás de tu espalda. Es repugnante. Necesito un hombre que aprecie mi talento, que vea mi valor.

—Te dirigirás a mi como señor Vegeta.

—No por mucho tiempo. —Ella se rio.

—Yo sabía que no era confiable —siseó Bulma desde detrás de la espalda de Vegeta.

—Vamos, solo dennos las esferas del dragón. Nadie tiene que salir herido aquí —arrulló Cooler con una empalagosa voz.

—Nunca. —Vegeta tomó posición de ataque.

Cooler sonrió.

Bien, ya lo veremos. Tu mujer se ve muy frágil. Ella se romperá rápidamente y entonces, el deseo será mío.

Sin previo aviso, Vegeta cargó contra Cooler. Lo golpeó con tal fuerza que los llevó a ambos a través de la pared y fuera de la casa. Lyedra se acercó al agujero para evaluar los daños. Bulma no vaciló, sacó una cápsula de su cinturón de herramientas, la tiró al suelo y se ocultó en una nube de humo.