Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Punto sin retorno ❯ Consecuencias ( Chapter 13 )
Punto sin retorno
Capítulo trece
Consecuencias
Estuvo brevemente tentado por la forma en que se lo pidió, pero hizo lo contrario.
Los atroces temblores del cuerpo de Vegeta se detuvieron y soltó la mano de Trunks. El adolescente respiró hondo, mantuvo la mano sobre el pecho de su padre y continuó alimentándolo con su ki directo en el corazón. El sistema agotado del príncipe absorbía con desesperación la energía para reponer su ki apenas existente y Trunks podía sentir que el sudor estallaba en su propia piel mientras le daba casi todo lo que tenía.
Finalmente, sintió que los débiles latidos del corazón de su padre se hacían un poco más fuertes. La piel de Vegeta, que había estado fría al tacto, se calentó un poco.
Cuando Trunks escuchó unos pasos, retiró la mano. Casi de inmediato, se tambaleó hacia atrás y cayó al suelo completamente agotado. La transferencia de energía era una técnica que Gohan le había enseñado, sin embargo, solo era buena para emergencias precisamente por esa razón. El adolescente se sentó poco a poco, levantó una mano temblorosa y se limpió el sudor de la cara. Miró a su padre con preocupación. Vegeta se había desmayado otra vez, pero al menos le compró algo más de tiempo. Miró por encima de su hombro y maldijo al escuchar los pasos, el alienígena regresaba.
Con mucho más esfuerzo del que debería haberle llevado, Trunks se arrastró y tomó su espada. Se obligó a ponerse de pie y se dio la vuelta cuando la puerta se abrió.
El médico alienígena azul entró a toda prisa visiblemente alterado. Había escuchado las explosiones que ocurrieron afuera de la nave, pero no tenía idea de la magnitud de la masacre. Había trabajado para King Cold en los departamentos de ciencia y medicina, y aunque no sentía cariño por su superior, la visión del su cuerpo decapitado a través de uno de los portales de la nave le envió escalofríos por la espalda. Alguien fue lo suficientemente fuerte como para diezmar al ejército más mortal del universo entero y tenía el presentimiento de que el muchacho que acudió a él en busca de ayuda era esa persona.
—Bueno, está bien. Creo que pue…
El alienígena se congeló al ver a Trunks y olvidó sus palabras. La cara del adolescente lucía roja y respiraba con dificultad, empuñaba con fuerza la espada y sus ojos azules se habían clavado en él. Sin saber que se sentía completamente exhausto, el médico asumió otra cosa: estaba enfurecido.
—¿Qué es lo que crees? —le preguntó Trunks con impaciencia y brusquedad. El alienígena se estremeció ante el tono de voz, retrocedió un poco y sus ojos se ampliaron. Trunks lo miró confundido, nunca antes había visto a alguien mirándolo con tanto terror y aprensión. Respiró hondo, se recordó que ahora no era el momento de asustar a nadie y lo intentó de nuevo.
—Mira, no voy a lastimarte, solo necesito tu ayuda. ¿Puedes ayudar a mi padre o no?
Para su alivio, notó que el alienígena se quedó un poco más tranquilo con eso, aunque no mucho.
—Bueno —comenzó el alienígena, sus ojos se desplazaron hacia Vegeta—, no tenemos tanques de regeneración a bordo, que es lo que necesita, y no sobrevivirá lo suficiente como para que podamos llegar a la estación más cercana. Hay un equipo a bordo y creemos que su única oportunidad es si intentamos reparar el daño interno directamente. Si podemos hacer eso...
—¿Quieres decir cirugía?
—Sí. A juzgar por cuánto sangra por la boca y por los moretones, sus órganos…
Trunks levantó su mano libre para pedirle silencio. Entrecerró los ojos y bajó la mirada, sus sentidos captaron algo. Alguien estaba afuera. El ki era tenue, lo que significaba que se encontraba débil o muy lejos.
¿Un sobreviviente? ¿Frízer?
Maldijo en voz baja. Todavía se sentía cansado por la transferencia de energía y no estaba en condiciones de pelear, en especial si era Frízer quien había llegado. Un tic se apoderó de uno de sus ojos y se lo frotó con impaciencia.
—Entonces aplícale anestesia y hazlo —dijo finalmente.
—… ¿Anestesia?
Trunks volvió a mirar al alienígena, la expresión en su rostro era de clara incredulidad.
—¿No tienes anestesia?, ¿qué pasa con los medicamentos para el dolor?
—No, no hay nada de eso. King Cold y sus hijos piensan que esas cosas solo promueven la debilidad.
Era lo más loco que había escuchado, ¿cirugía sin ningún tipo de anestesia? Trunks miró casi impotente al médico antes de darse la vuelta para mirar a su padre que todavía seguía inconsciente. Los fuertes moretones que cubrían el torso del príncipe hicieron que se le hiciera un nudo en el estómago. Habían intentado vendar las profundas laceraciones en su piel y sus muñecas, pero estaban empezando a empaparse.
—Está bien, está bien —escupió las palabras exasperado y levantó la vista hacia la pared donde aún podía sentir algo—. Haz lo que puedas entonces.
Se dio la vuelta justo cuando el alienígena hizo un gesto hacia la puerta para que entraran los otros. Él se apartó para dejar pasar a un equipo de tres personas. El alienígena de cabeza azul les habló en otro idioma y Trunks captó más de una mirada de desconfianza. Un pequeño alienígena púrpura se acercó a Vegeta, lo miró atentamente y de inmediato retrocedió con miedo una vez que lo reconoció.
El adolescente se sorprendió cuando todos comenzaron a gritar y a discutir. No entendía las palabras, pero reconoció el nombre de su padre en la conversación.
—¿Que está pasando? —los interrumpió enojado.
El alienígena azul suspiró y se volvió hacia él.
—No quieren salvarlo.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—Porque si lo hacemos, su poder y su fuerza se dispararán. —El alienígena se aclaró la garganta y miró a Vegeta—. Es probable que nos mate a todos tan pronto como se recupere.
Trunks prácticamente podía sentir que su presión arterial aumentaba al mismo tiempo que su rostro se enrojecía por una furia creciente. No tenía tiempo para esta mierda.
—Si lo ayudan, te lo prometo, todos vivirán. No dejaré que los lastime, tienes mi palabra. Pero si se niegan, “ustedes” morirán y no será Vegeta quien los mate, ¿entendiste? —Trunks lo amenazó, sus ojos se oscurecieron mientras sudor discurría por su espalda desnuda. Estaba luchando solo por permanecer de pie, sería complicado respaldar sus palabras.
No necesitó hacerlo. Su mensaje fue captado y eso hizo que los alienígenas se movieran. Trunks se mordió el labio inferior y los observó con ansiedad durante unos segundos mientras atendían a su padre. De pronto frunció el ceño y miró a un lado. Sí, definitivamente estaba captando un ki.
No podía luchar, por lo que solo había otra opción: volar, después de todo, esta era una nave espacial.
Dudó y volvió a mirar a los alienígenas. Parecían estar realmente tratando de salvar a Vegeta, pero ¿y si lo mataban tan pronto como él saliera de la habitación?
Levantó la mano para frotarse otra vez el ojo con el tic y se preguntó si podría reunir la fuerza suficiente para luchar en caso de ser necesario cuando de improviso el alienígena azul habló.
—Tienes que salir.
Trunks entrecerró los ojos y alzó la mirada.
—¿Qué?
—Los estás poniendo nerviosos.
— Está bien —suspiró Trunks—, pero necesito que uno de ustedes venga conmigo. Tenemos que sacar esta cosa fuera del planeta lo antes posible.
—No creo que sea una buena idea mientras hacemos…
—Algo está por venir y no sé qué es, podría ser Frízer. —Al oír el nombre del tirano, todos dejaron lo que hacían y lo miraron con los ojos muy abiertos. Trunks, sin embargo, solo se enfocó en el alienígena azul—. Ayúdenme a mí y a mi padre, y te lo juro, los dejaré ir a algún lugar donde Frízer no los encuentre. Todos serán libres, solo, por favor, ayúdame.
El alienígena no se perdió la sinceridad en los ojos del adolescente. Después de unos segundos, finalmente asintió. Le dijo algunas palabras a sus camaradas, luego caminó de regreso hacia Trunks, le indicó que lo siguiera y él lo hizo.
—¿Estás seguro de que no necesitan tu ayuda? —le preguntó Trunks con cautela mientras caminaba al lado del alienígena y miró por encima de su hombro.
—Pueden ayudarlo sin mí. Tienen más experiencia con ese tipo de lesiones en todo caso.
El adolescente asintió antes de mirar al alienígena.
—Gracias por tu ayuda.
—Naji.
—¿Qué?
—Ese es mi nombre.
—Ah, yo soy Trunks.
—No eres de por aquí, ¿verdad, Trunks?
Trunks frunció el ceño.
—No, realmente no.
—Bueno, no te estás perdiendo de nada —dijo Naji mientras entraban en una gran sala de control—. Estuve aquí una vez cuando uno de los soldados de King Cold fijó unas coordenadas, estoy bastante seguro de que recuerdo cómo hacerlo. Si empujas esa palanca de allí —señaló una palanca roja junto a la puerta donde estaba el adolescente de pie—, la nave despegará, así que…
Trunks tiró de la palanca. Naji solo lo miró sorprendido antes de continuar:
—En fin. Bueno, ¿sabes a dónde quieres ir?
La respuesta fue inmediata.
—Al sector sur, planeta Tierra.
—Al planeta Tierra entonces.
***********
Los ojos endurecidos de Frízer estudiaron minuciosamente el daño. Su mirada se detuvo por un segundo en el cuerpo decapitado de su padre y en los restos de su hermano antes de volver a contemplar los despojos de su ejército diezmado. El tirano se cruzó de brazos y suspiró en voz baja. Había construido su ejército desde cero e iba a ser muy molesto reconstruirlo. Y aquello ni siquiera era el asunto más apremiante.
Ese muchacho. Era muy joven y, sin embargo... la cola de Frízer dio un latigazo detrás de él mientras bajaba la vista hacia la mitad inferior cortada de su hermano.
La miró con asco y la pateó.
Había visto cada segundo de la transmisión de los Juicios hasta la transformación de Trunks, cuando de improviso el poder del adolescente acabó con la transmisión de video de forma permanente. Ahora estaba parado justo en el medio de donde ocurrió todo el caos y, aun así, apenas podía creerlo.
¿Un super saiyayín? Había oído las leyendas y escuchó a Vegeta, a Nappa y a Raditz mencionarlo algunas veces cuando espiaba sus rastreadores, pero nunca creyó que esas ridículas historias fueran dignas de crédito. Frízer negó con la cabeza al recordar su primer encuentro con Trunks y la mínima lectura de poder que obtuvo de él.
Entrecerró los ojos. El muchacho era fuerte, pero él era más fuerte, de eso estaba seguro y lo iba a demostrar poniendo su cabeza en exhibición para cualquiera que se atreviera a desafiarlo en el futuro...
—Revisamos el planeta, Gran Frízer, no hay nadie aquí que esté vivo.
—Ya veo —murmuró Frízer antes de volverse hacia Cui—. ¿Y qué hay de la nave insignia?
—¿Señor? —preguntó un desprevenido Cui con cautela.
—La nave insignia de mi padre —respondió Frízer usando un tono impaciente que envió escalofríos de miedo por la columna vertebral del alienígena. Frízer miró más allá de él y continuó—. Estaba ubicada justo allí, detrás de ti, durante los Juicios y ahora se ha ido.
—Ah —dijo Cui y parpadeó sorprendido—. Yo no…
—Sé que estaba allí. Sí, ahora lo entiendo... Bueno, Cui, hubo al menos un sobreviviente de este baño de sangre y la nave de mi padre está desaparecida. Entonces, ¿qué supones que eso implica? —preguntó Frízer, su mirada enojada y oscura se desplazó y se fijó en Cui, quien dio un paso atrás asustado.
—Este... él tomó la nave de su padre y dejó el planeta? —chilló el alienígena.
—Sí, precisamente eso —señaló Frízer con fingida cortesía mientras su cola comenzaba a dar latigazos—. Ahora Zabón está muerto y, por lo tanto, no me sirve de nada. Por el momento, tú tomarás su lugar. Descubre dónde está la nave de mi padre y hacia dónde va. Te sugiero que lo hagas rápidamente, a menos que quieras morir y volverte inútil también, ¿quedó claro?
—Sí, Gran Frízer —respondió Cui con los ojos muy abiertos ante su silencioso ascenso de rango. La mirada de Frízer se volvió mortal como recordatorio de que su nuevo puesto se debía más a la falta de opciones y Cui agregó al instante:
—Me encargaré de inmediato, señor.
—Bien. Ahora salgamos de aquí para poder destruir este planeta.
—Sí, Gran Frízer.
—… ¿Que estas esperando? —dijo Frízer con una cara inexpresiva.
Sin necesidad de que se lo repitieran, Cui se echó a correr hacia la nave insignia de Frízer. El soldado de bajo rango observó por encima del hombro al tirano, como si temiera que lo asesinara. Al hacerlo, tropezó con un cadáver y casi se cayó de bruces. Frízer puso los ojos en blanco y miró hacia otro lado.
Contempló a los hombres masacrados nuevamente con indiferencia y luego se dio la vuelta para regresar a su nave.
Después de todo, tenía trabajo que hacer.
***********
Trunks estaba sentado en el piso con la espalda contra la pared, a solo un par de metros de su padre, y sostenía su espada en la mano derecha. Acababan de realizar el trabajo de cirugía más arcaico que había visto, pero eso fue lo mejor que pudieron hacer bajo las circunstancias. Naji le dijo que la mayoría de las veces, soldados tan heridos como Vegeta simplemente morían cuando no había tanques cerca. Eran muy raras las ocasiones en que salvaban a alguien de la manera en que lo habían hecho y eso se notaba.
Sin embargo, lo lograron y supuso que era todo lo que importaba. Trunks miró hacia donde Vegeta descansaba y suspiró. No tenía un sentido concreto del tiempo, pero sabía con certeza que había pasado el equivalente a varios días terrestres. Durante todo ese lapso, Vegeta no se despertó y Trunks no había dormido.
Siendo honesto consigo mismo, todo empezaba a pasarle factura. El estrés que había sufrido hace poco lo desgastó física y emocionalmente. Le tomó horas a los médicos ayudar a Vegeta y, en ese tiempo, Trunks vomitó dos veces. Estaba muerto de hambre, privado de sueño y todavía se recuperaba de su calvario con los tsufurus. Además de todo eso, les había dado una buena cantidad de su sangre para que pudieran transfundírsela a Vegeta.
Trunks cerró los ojos. Estaba tranquilo y podía sentir que los médicos alienígenas se trasladaron al extremo opuesto de la nave. A pesar de que Naji aparecía de vez en cuando para revisar a Vegeta, era obvio que los demás le tenían miedo. A él no le importaba mucho, le gustaba el silencio.
Estaba a punto de quedarse dormido cuando sintió un movimiento. Se forzó a permanecer despierto y miró a su padre.
Vegeta intentó abrir los ojos, pero no pudo hacerlo, intentó moverse y tampoco pudo. Todo le dolía demasiado. Solo podía recordar otras dos o tres instancias en su vida donde sintió tanto dolor. Para eso servían los malditos tanques, ¿por qué no se hallaba en uno?, ¿dónde diablos estaba? Frustrado y desorientado, se obligó a moverse. La tensión enrojeció su rostro y apenas logró levantar un hombro para darse vuelta cuando fue detenido rápidamente.
—Hey, cálmate —dijo una voz familiar. La mano fuerte que se encontraba sobre su hombro lo empujó hacia abajo para que permaneciera acostado—. Todavía no estás listo para salir de la camilla.
Vegeta gruñó e intentó hablar, pero tenía la mandíbula ferulizada con alambre quirúrgico. Miró a su hijo haciendo un esfuerzo antes de cerrar los ojos otra vez.
¿Por qué demonios hay tanta luz aquí? Apágala, Trunks escuchó la voz enojada de su padre en su mente. El adolescente parpadeó y miró a su alrededor. La habitación estaba apenas iluminada para que él pudiera descansar mejor.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Trunks mientras fruncía el ceño preocupado. El rostro de Vegeta se veía rojo brillante y sus ojos estaban cerrados por el dolor, sudor fresco comenzaba a brotar por todo su cuerpo.
Te dije lo que tenías que hacer, muchacho, y no lo hiciste
Trunks suspiró, debería haber sabido que esto pasaría. Su cansancio volvió repentinamente en oleadas.
—No pude. Eres mi padre, lo sabes.
Así que puedes matar a todos los demás, excepto a mí, solo porque tenemos la misma maldita sangre, Vegeta lo miró indignado.
—Es una locura y nunca lo haré. Demonios, te salvé la vida…
¡No te pedí que me salvaras! La voz mental de Vegeta se quebró por el rencor, tanto que Trunks se estremeció. El príncipe jadeaba por la nariz en su lucha por respirar.
—Está bien, está bien, solo tómalo con calma…
Una cosa, solo una cosa, la única que te pido y ni siquiera puedes hacerlo. Pensé que eras fuerte, pero sigues siendo el mismo idiota de corazón blando que encontramos.
Trunks apretó los dientes y bajó la mirada, su cara enrojeció debido a la frustración. Permaneció en silencio por un momento antes de mirar a su padre. ¿Había algo que fuera lo suficientemente bueno para este hombre?
—Mira —comenzó a decir, sus ojos se entrecerraron—. Si te quisiera muerto, habría dejado que Frízer o que Zabón acabaran contigo. Regresé para salvarte y eso fue lo que hice. Si eso me hace blando o cualquier otra cosa, entonces está bien, que así sea. Pero no entiendo por qué querías morir, vas a mejorar, ¿demonios, no puedes ver eso?
Vegeta no proyectó nada mentalmente, solo cayó en un amargo silencio. ¿Qué podía entender el muchacho de todos modos? Era solo eso: nada más que un muchacho, uno que no estaba acostumbrado a las verdaderas dificultades. ¿Cómo podría explicarle a su hijo lo desmoralizante que fue que Frízer lo rompiera tal como lo hizo? El tirano lo destrozó física y luego mentalmente. Rogó por su cola y aun así la perdió. Lo único que lo hacía un saiyayín había desaparecido, fue arrancado de él como si fuera un maldito juguete. Todo fue tan humillante.
Demonios, ahora el muchacho era prácticamente más saiyayín que él. Trunks había alcanzado el estado del legendario super saiyayín. ¿Qué diablos había logrado él?, ¿una vida causando estragos en nombre de Frízer?
Con un tremendo esfuerzo alimentado por el poco orgullo que le quedaba, Vegeta se obligó a rodar sobre su costado para darle la espalda a Trunks. Fue una buena idea, ya que su cara se había puesto rojísima. Estaba apretando los puños con tanta fuerza que sangre fresca se filtraba entre sus dedos mientras se clavaba las uñas en las palmas.
Lárgate, gruñó. Si el muchacho no iba a sacarlo de su miseria, lo mínimo que podía hacer era dejarlo en paz para sufrir a solas y para recuperar su fuerza, tanto física como mental.
Lo que Vegeta no conocía era que aún no tenía el control total de su telepatía. Al reflexionar sobre lo que Frízer le hizo, sin saberlo, le proyectó a Trunks las imágenes de lo que había sucedido con el tirano. El adolescente se quedó con los ojos muy abiertos, mirando el pequeño muñón con un borde de pelaje en la parte inferior de la espalda de su padre, un muñón que estaba rojo e hinchado en la punta desde donde le habían cortado el resto de la cola. En todo el caos, ni siquiera se dio cuenta de que la había perdido.
Trunks abrió la boca para decirle que lamentaba lo de su cola, pero sabiamente lo pensó mejor. La lástima o la simpatía no serían bienvenidas, no ahora y lo más probable nunca. Cambió su peso incómodamente, quería ofrecerle algún tipo de consuelo, sin embargo, no sabía cómo hacerlo.
Al final, se dio cuenta con tristeza de que solo podía ofrecerle ese consuelo dejándolo a solas.
El príncipe se hallaba concentrado únicamente en respirar cuando Trunks comenzó a alejarse. Vegeta se sintió aliviado y por fin se dejó relajar tanto como pudo bajo las circunstancias. Estaba a punto de dormirse otra vez cuando notó que Trunks ponía algo en su mano ensangrentada.
—Regresé a la base para buscarte. No había nadie allí, pero encontré esto, pensé que lo querrías.
Vegeta frunció el ceño. No necesitaba abrir los ojos para saber que sostenía el pedazo de su antigua armadura rota con el escudo real de su familia grabado en la superficie.
Quédatelo, es una mierda inútil.
—Quédatelo tú, es tu mierda inútil —dijo Trunks sonriendo un poco—. Si no te gusta, deshazte de él, aunque parece que nunca has tenido prisa.
Cuida tu boca, muchacho, le advirtió Vegeta. La advertencia perdió efecto ya que su voz llegó con debilidad a la mente de su hijo.
—Lo que quiero decir es que él tomó tu cola, pero hay algunas cosas que no puede tomar, así que no lo dejes ganar.
Piérdete, mestizo, gruñó Vegeta, has agotado tu bienvenida.
—Como gustes —suspiró Trunks. Vegeta escuchó sus pasos y luego una puerta que se abría y se cerraba. Finalmente se hizo el silencio.
Vegeta respiró hondo. No por primera vez, agarró con fuerza el pedazo de la armadura para destrozarlo. ¿Después de todo, para qué diablos lo necesitaba? Conocía el escudo de memoria, había memorizado cada línea. Era una mierda inútil, tal como le dijo a Trunks, no tenía valor.
Y no por primera vez, Vegeta aflojó su agarre justo cuando estaba a punto de romperlo. Tan pronto como lo hizo, suspiró y cayó en un sueño profundo y curativo.
Apenas lo sintió dormido, Trunks regresó. El adolescente revisó brevemente a su padre para asegurarse de que estuviera lo más cómodo posible, luego caminó en dirección a la pared, se apoyó en esta y se dejó deslizar hacia abajo hasta que estuvo sentado. Acercó su espada; a pesar de que los otros alienígenas le tenían un miedo mortal, todavía no confiaba en ellos.
Finalmente, después de unos minutos, ya no pudo luchar contra la fatiga y entró en un sueño inquieto.
**********
—No estoy seguro de su nombre, es un muchacho de cabello lavanda y ojos azules. Tiene una espada que sabe usar. Tampoco sé si Vegeta sobrevivió o no, pero parece que los dos son aliados. El muchacho es poderoso para su edad, aun así, estoy seguro de que puedes traerlo aquí. Usa a Vegeta como carnada si es necesario, en caso de que haya sobrevivido.
—Sí, Gran Frízer.
—Cui te dará pronto una pista sobre su paradero.
—Muy bien, Gran Frízer.
—Buena suerte, Ginyu —añadió Frízer antes de alzar la mano para terminar la transmisión en su rastreador.
Sus ojos permanecieron fijos en la gran pantalla frente a él. Hizo girar el licor de la copa que tenía en su mano mientras miraba las imágenes donde la transformación de Trunks en super saiyayín se reproducía una y otra vez en un ciclo infinito. Habían pasado días desde el fiasco en los Juicios y como trabajaban para encontrar la nave desaparecida, se había entretenido unificando las fuerzas militares tanto de su padre como las de su hermano bajo sus filas.
Y, por supuesto, observaba la repetición de la transformación de Trunks cada vez que tenía tiempo.
Frízer levantó su copa para tomar un trago y maldijo en silencio que la transmisión del video muriera solo unos momentos después de que el muchacho se transformara. Hubiera sido útil ver la batalla en vivo.
—Gran Frízer —dijo uno de los técnicos mientras entraba directo a la oficina—. Tenemos…
Eso fue lo más lejos que llegó antes de que el tirano enviara un rayo directo a su corazón sin mover los ojos de la pantalla. El técnico estaba muerto antes de tocar el piso.
Sinceramente, ¿cuántas veces tenía que decirles que no entraran así? Nunca aprenderían.
Suspiró, tal vez iba a extrañar a Zabón...
—¿Puedo pasar, señor? —solicitó una voz aterrorizada desde la puerta.
—Por supuesto, Lino. —Frízer lo recibió educadamente—. ¿Cuál fue la lectura?
—Este, bueno, la máquina explotó mientras seguía subiendo…
—¿Cuál fue la lectura?
—La última lectura registrada fue de más de cinco millones, señor.
Eso hizo que Frízer lo mirara.
—¿Qué? —preguntó parpadeando con incredulidad—. ¿Dijiste cinco millones?
—Sí, Gran Frízer. Y todas las señales indican que no había alcanzado el máximo cuando la máquina explotó.
Un escalofrío recorrió la espalda de Frízer hasta su cola e inmediatamente volvió su atención a la pantalla.
—Eso es todo, Lino. —El tirano lo despidió casi sin darse cuenta. Mientras el técnico escapaba por su vida, Frízer levantó su copa para tomar otro trago y reflexionó sobre esta nueva información.
¡Cinco millones! Que absurdo. ¿Cómo era eso posible? Habría encontrado al muchacho hace mucho tiempo, incluso si estuviera en el planeta más alejado del universo. Ese poder era más alto que el suyo aun en su máxima fuerza.
No, no habría perdido a un muchacho de tal nivel. Además, era imposible que fuera tan joven y tan escandalosamente poderoso, super saiyayín o no. No, era claro que la lectura del nivel de poder fue incorrecta. Eso tenía que ser, no había otra explicación.
Frízer puso mala cara cuando unos pasos volvieron a sonar por la puerta antes de detenerse allí.
—Dije que eso era todo, Lino —dijo en un tono aburrido mientras comenzaba a hacer girar el licor en su copa—. El nivel de poder es incorrecto, no tengo dudas de eso. Probaré que ese mono mestizo no es tan fuerte, yo personalmente lo destruiré, eso es todo.
—Si peleas con ese muchacho, morirás.
Los ojos de Frízer se entrecerraron y su mano se detuvo. Poco a poco su asiento giró para quedar frente a la puerta. Miró a su nuevo invitado por un tiempo antes de comenzar a hacer girar perezosamente el licor en su copa otra vez.
Fingió una sonrisa, a pesar de que sus ojos eran asesinos.
—Vaya, sí que eres resistente, ¿no?
—Más de lo que crees.
—Me gustan tus nuevas piernas. Son metálicas, ¿verdad? Qué moderno de tu parte.
—Hice lo que tenía que hacer. El muchacho me mutiló, pero no terminó conmigo. Mis hombres trabajaron hasta el cansancio y me dejaron mejor de lo que era antes.
—Ya lo veo —respondió Frízer con desprecio mientras Cooler daba un paso adelante. Frízer se reclinó en su silla—. Lamento lo que ese mono te hizo a ti y a papá, fue absolutamente atroz.
—¿Lo buscaste?
—Lo hice. Lo busqué en el planeta y no lo encontré ni a ti, por cierto.
Porque habría acabado contigo si lo hubiera hecho, pensó Frízer en silencio.
—Llamé a mis hombres para que vinieran a rescatarme. El muchacho ya había tomado la nave de nuestro padre para ese entonces.
—En efecto, así fue. Destruí el planeta después de mi búsqueda y ahora tengo a mis hombres rastreando la nave de papá. Lo encontraremos pronto.
—¿Y luego qué?, ¿lo destruirás? —Cooler se burló.
—Ese es el plan. —Frízer se burló también.
Cooler gruñó, su nueva cola metálica se movía detrás de él irritada.
—Tu arrogancia te ciega, hermano. Ese muchacho es más fuerte que tú, te destruirá con facilidad si te precipitas en esta batalla.
—Bueno, alguien tiene que matarlo y ciertamente no serás tú, ya que eres demasiado débil y no será nuestro padre, ya que está muerto.
—Sí, nuestro padre murió a manos del muchacho y es precisamente por eso que debe morir. Ese mono se burló de nuestra familia, no lo toleraré.
Frízer hizo girar el licor en silencio. En realidad le importaba un bledo que su padre o su hermano sean asesinados. Quería que el muchacho saiyayín mueriera porque odiaba la idea de que un mono mestizo fuera más fuerte que él, eso era todo. Cooler estaba orgulloso de su familia y sus motivos eran diferentes, quería venganza. Frízer casi resopló con disgusto, la venganza era emocional y las emociones se traducían en debilidad dentro del campo de batalla.
El tirano suspiró. Si tan solo su hermano se hubiera quedado muerto.
—¿Qué sugieres entonces? —preguntó Frízer por curiosidad mirando a su hermano mayor mientras tomaba un trago de su copa.
—Una alianza.
—… ¿Cómo dices?
—Ya me escuchaste. Soy más fuerte con las reparaciones que hicieron mis hombres. Por separado, ninguno de los dos es rival para él, pero juntos podemos compartir energía.
—Ha pasado mucho tiempo desde que usamos esa técnica obsoleta.
—Y la última vez, duplicó nuestra fuerza.
—Mmm, que poético. Dos hermanos trabajando juntos para vengar a su querido padre…
—Esto es serio —gruñó Cooler, su cola metálica daba latigazos ahora—. El muchacho es un super saiyayín. Apenas podía creerlo cuando lo vi. La única forma en que podemos destruirlo es trabajando juntos y duplicando nuestra fuerza mediante la vieja técnica de compartir energía.
Frízer terminó el licor de su copa y luego la aplastó en su mano. Su asiento giró poco a poco hasta que estuvo otra vez frente a la pantalla. Observó a Trunks transformarse de nuevo y prácticamente podía sentir el poder que el muchacho desataba con solo mirar la transmisión. Y eso era con el sonido apagado, no podía imaginar verlo en persona.
—Es la única manera —le aseguró Cooler que ahora estaba de pie con los brazos cruzados mirando también la pantalla. Sus ojos se habían oscurecido por el odio y la venganza. Frízer lo observó disimuladamente antes de volver a mirar las imágenes.
—Así parece —dijo Frízer para concluir—. Aceptaré esta alianza con una condición.
—¿Cuál?
—Yo doy el golpe mortal.
—Hecho.
**********
Trunks se despertó horas después, aunque le parecieron solo minutos más tarde cuando de pronto sintió que alguien tocaba su hombro. El adolescente frunció el ceño y miró con unos ojos cansados a Naji parado junto a él.
—A los saiyayíns les gusta comer, ¿verdad? Te traje algo —dijo el alienígena azul y le entregó un objeto. Trunks bostezó, lo tomó y lo miró más de cerca. Parecía una barra de pan. La apretó. Al menos no era dura como una roca.
Levantó la vista y le dio a Naji una sonrisa de agradecimiento.
—Gracias.
—Ni lo menciones, muchacho. Es lo menos que puedo hacer considerando tu generosa promesa.
Trunks asintió y partió un trozo de pan. Se lo llevó a la boca antes de mirar a Vegeta que se hallaba profundamente dormido a su lado. Frunció el ceño, quería guardar un poco de pan para él, pero no estaba seguro de cómo podría mover la mandíbula.
—Su mandíbula se está curando rápidamente, fue una fractura limpia. Las otras lesiones son las que están tomando tiempo.
—Oh, eso es bueno, supongo. Me refiero a la mandíbula.
—Sí. —Estuvo de acuerdo Naji mientras miraba a Vegeta con un poco de aprensión—. De todos modos avísame si necesitas algo, muchacho.
—Está bien —dijo Trunks. El adolescente bajo la mirada, siguió comiendo y Naji salió de la habitación. Estaba alimentándose lentamente a pesar de que se moría de hambre. No sabía cuánta comida tenían y por lo que Vegeta les había dicho a Nappa y a Raditz, la Tierra se hallaba lejos de donde se situaban...
Alzó la cabeza. ¡Mierda! ¡Se había olvidado por completo de Nappa!
Él está muerto. No malgastes tu poder mental en ese tonto.
Sorprendido, Trunks miró a su padre con la boca abierta. Vegeta estaba despierto y lo miraba de reojo.
—¿Puedes escucharme? —preguntó Trunks. Vegeta gruñó fastidiado desde el fondo de su pecho. Trunks sonrió—. Sí, es una pregunta tonta, ¿no? Wow, no sabía que podía hablar contigo usando mi mente.
Por supuesto que puedes, solo tienes que aprender cómo.
—¿Me enseñarás a hacerlo?
¿A quién diablos me parezco?, ¿a tu madre? Aprende tú solo, muchacho.
Trunks asintió antes de que su sonrisa desapareciera al recordar lo que había desencadenado la conversación.
—Espera, ¿Nappa está muerto?
Vegeta suspiró y volvió a cerrar los ojos.
Sí.
—¿Fue Frízer?
No exactamente.
Trunks esperó un poco, pero nada más fue dicho. Abrió la boca para presionarlo cuando Vegeta lo interrumpió.
¿A dónde vamos?
—Configuré las coordenadas para ir al planeta Tierra.
¿Tierra?, preguntó Vegeta algo confundido.
—Sí.
La Tierra... Raditz...
—Bueno, lo enviaste allí.
¿Para purgarlo?
—No, para traer a Go… este, para traer a Kakaroto —dijo Trunks y miró a su padre con cierta preocupación—. ¿Estás seguro de que estás bien?
Estoy bien, respondió Vegeta, su voz era débil, estaba más dormido que despierto.
—Puedo irme para que descanses un poco si quieres…
No necesito descansar y no necesito que me cuides, muchacho, replicó Vegeta, su voz se oyó repentinamente alerta mientras abría los ojos para lanzarle una mirada asesina a Trunks. El adolescente le ofreció una cálida sonrisa en respuesta.
—Lo que digas.
Hmm, mocoso arrogante.
—Bueno, soy tu hijo.
Vegeta resopló y sonrió un poco mientras cerraba los ojos.
Lo que digas, muchacho.
—¿Puedo preguntarte algo?
No.
—Voy a preguntar de todos modos.
¿Nunca te callas?
—Depende de quién me lo pida. Igual no puedes hacer nada para detenerme ahora, a menos que quieras que me vaya para que puedas descan…
¡Está bien! ¡Mierda!, es por eso que nunca quise tener mocosos. Bueno, una pregunta. Adelante, muchacho.
—¿Solo tengo una pregunta?
Esa cuenta como pregunta, terminamos.
—¿Qué? ¡Esa no cuenta! —gritó Trunks. Vegeta hizo una mueca de dolor y Trunks agregó inmediatamente con una voz más suave—. Esa no cuenta, sabes muy bien que no.
Sabes muy bien que tienes suerte de que no pueda moverme o ya te habría roto algunos huesos de la cara, gruñó Vegeta.
—Sí, bueno, entonces aprovecharé mientras pueda.
Hmm. Vegeta respiró hondo y tragó saliva. Le dolía la cabeza muchísimo, pero eso palidecía en comparación con el dolor insoportable que sacudía al resto de su cuerpo. Hablar con el muchacho en realidad estaba ayudándolo a no pensar en eso y lo hacía al menos un poco más tolerable.
Bien, una pregunta, dijo Vegeta de nuevo con una voz cansada. Podía seguirle la corriente al muchacho, no había mucho más con lo que distraerse de su dolor.
—¿Cómo eran tus padres?
Pensándolo bien, el dolor no era TAN malo.
Oh, vete al infierno. Lárgate para que pueda dormir un poco.
—Oye, vamos, dijiste que responderías —le recordó Trunks. Padre e hijo fruncieron el ceño al mismo tiempo—. No es justo.
La vida no es justa, se burló Vegeta. Aprende a lidiar con eso.
—Sé que la vida no es justa…
¿Así? ¿Y con quién has luchado?, preguntó Vegeta sarcásticamente.
—Bien, ¿quieres saberlo? Entonces te lo diré. Cuando era un bebé, unos androides fueron liberados en mi planeta y mataron a todos, ese es el ambiente en el que crecí. Mataron a todos los que me importaban, a todos los que amaba. Tuve que aprender a proteger a mi madre y a los que quedaban, tuve que aprender a sobrevivir. Ahora no estoy allí con ella y no tengo idea de si ya la encontraron y la mataron. Si lo hicieron, tendré que vivir con eso. No viajé para arruinar tu vida, estaba buscando a alguien que pudiera ayudarme a salvar mi mundo y fracasé. Está bien, yo no lo he pasado tan mal como tú, ahora lo veo. Tu vida es difícil, pero la mía tampoco fue fácil, ¿quedó claro?
La cara de Trunks lucía roja. No se dio cuenta hasta que terminó su sermón de que había comenzado a llorar al hablar de su madre. Apartó la mirada, respiró hondo y contuvo las lágrimas. Su estrés lo estaba afectando nuevamente.
El silencio se hizo pesado entre ellos. Trunks le lanzó una mirada a Vegeta, pero él tenía los ojos cerrados con el ceño fruncido. Suspiró, bajó la mirada y admiró sus botas.
No conocí muy bien a mi padre, solo lo veía de vez en cuando, era pequeño cuando me entregó a Frízer, luego él lo mató. No hay nada más que decir al respecto.
La voz de Vegeta sonaba cansada de nuevo. Trunks masajeó su rodilla dañada en silencio y mantuvo los ojos bajos, como si temiera arruinar el raro momento al mirar o decir algo.
Mi madre fue una buena reina. Pasé la mayor parte de mi tiempo con ella hasta que la mataron. Frízer lo ordenó por quien sabe qué razón. Sucedió frente a mis ojos. No hay nada más que decir sobre eso tampoco.
—¿Alguna vez los extrañaste?
Dije una pregunta, gruñó Vegeta.
Silencio por un minuto y luego:
Pero para responder a tu pregunta: no, no los extraño.
—¿En serio? ¿Por qué no?
¿Cuál es el punto? Están muertos.
—Supongo.
Mi turno, ¿quién demonios es tu madre?
—Oh, bueno, lo más probable es que no la recuerdes —dijo Trunks tímidamente.
Pruébame, recuerdo todos mis buenos revolcones.
La cara de Trunks se sonrojó.
—Bueno... ya sabes, era solo una jovencita a la que…
¿Cómo es ella?
Trunks se encogió de hombros e hizo todo lo posible por parecer desinteresado mientras miraba hacia otro lado.
—Ay, ya sabes. Ojos azules como los míos.
Vegeta frunció el ceño.
Nunca me he acostado con una mujer con tus tonalidades.
—Estás cansado, hablaremos de esto cuando estés mejor —ofreció Trunks mirando a Vegeta de una manera nerviosa. No había reflexionado mucho sobre cuánto podía decirle acerca de Bulma. Tal vez ya no importaba, puesto que ahora sabía que tenía un hijo. Pero confiarle la verdad absoluta significaría que tendría que contarle sobre el viaje en el tiempo, porque Vegeta se daría cuenta rápidamente de que nunca había conocido a la mujer que Trunks le estaba describiendo.
¿Cómo se llamaba?, insistió Vegeta.
—¿Quieres decir que tomaste nota de algunos nombres? —preguntó Trunks con una sonrisa.
Vegeta resopló antes de que Trunks oyera un murmullo en su mente:
Piensa que es tan listo... El príncipe se movió e intentó recostarse sobre su espalda de nuevo, pero su rostro reveló al instante su agonía. Trunks se levantó tan rápido como pudo.
—Déjame ayudarte.
Extendió la mano hacia Vegeta, quien la apartó.
No necesito tu maldita ayuda, muchacho, gruñó. Trunks suspiró y se mantuvo firme, listo para ayudarlo si era necesario. Hizo una mueca de dolor ante la piel dañada del cuerpo de su padre tanto por la "sesión" y los golpes de Frízer como por la cirugía rudimentaria que debieron hacer por ese motivo.
Vegeta gimió y jadeó por aire tan pronto como estuvo de espaldas. Oh, lo que daría por un tanque de regeneración. Miró a Trunks con los ojos entrecerrados, estaba a punto de gritarle mentalmente para que se fuera, pero se detuvo cuando vio que el adolescente lo observaba con una mirada que no había visto con demasiada frecuencia en su vida:
Preocupación genuina.
Vegeta casi no sabía qué decir ante esa mirada. Frunció el ceño, echó la cabeza hacia atrás y observó a su hijo. Suspiró, tal vez Frízer lo golpeó demasiadas veces en la cara...
Toma muchacho. Trunks alzó la mirada y parpadeó sorprendido cuando Vegeta le devolvió el pedazo de armadura rota.
—¿Qué? No, eso es tuyo…
Tómalo o lo destruiré. Además, ya no tienes tu cadena, necesitas un reemplazo, incluso si es esta mierda.
Trunks cogió la pieza rota y sonrió ligeramente.
—Gracias.
Como digas. Ahora piérdete, muchacho, estoy cansado de ver tu cara.
—Muy bien, me iré para que puedas dormir.
Hmm. Tienes suerte de que no pueda moverme, murmuró Vegeta mientras su hijo caminaba hacia la puerta. Se quedó dormido antes de que siquiera la puerta se cerrara.
Trunks regresó de inmediato, caminó a su lugar habitual y se sentó. Examinó la pieza de armadura rota y sonrió ligeramente al hacerla girar en sus manos. Poco a poco comenzaba a conocer a su padre, no podía estar más complacido. La guardó en el bolsillo interior de su chaqueta y luego tomó su espada, su sonrisa lentamente se transformó en una expresión preocupada.
Estaba aliviado porque al fin podía ir a casa. Reuniría las esferas del dragón y desearía volver a su tiempo, entonces su madre repararía la máquina y él regresaría y arreglaría las cosas. Tal vez incluso usaría las esferas del dragón nuevamente para desear que los recuerdos de Vegeta sobre él se borren. Sí, todo caería en su sitio.
¿Por qué, entonces, sentía que estaba cometiendo un terrible error al ir a la Tierra?