Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Punto sin retorno ❯ Situaciones volátiles ( Chapter 14 )

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 Punto sin retorno

Capítulo catorce

Situaciones volátiles

 

 

Trunks frunció el ceño e intentó inspeccionar el área. No podía sentir nada. Agudizó el oído para tratar de escuchar cualquier cosa mientras caminaba pegado a la pared, sin embargo, todo estaba en silencio.

En demasiado silencio. Asomó la cabeza por una esquina y vio un movimiento entre las sombras. Levantó la mano para agarrar su espada, pero solo encontró aire.

Apenas tuvo tiempo de agacharse antes de que su propia espada le quitara la cabeza. Vegeta la blandía con una experiencia que tomó a Trunks completamente desprevenido y lo puso a la defensiva. Él esquivó los implacables ataques y luego apareció detrás de Vegeta. El príncipe gruñó e intentó darle un codazo en la cara, pero su hijo se agachó y le asestó un rodillazo en los riñones con mucha más fuerza de la que pretendía usar.

Vegeta cayó postrado, se apoyó en sus manos y tosió. Los ojos de Trunks se ampliaron alarmados, se arrodilló al lado de su padre y puso una mano sobre su espalda.

—Oye, ¿estás bien? —le preguntó muy preocupado—. No quise...

Fue interrumpido por un codazo directo en la cara que lo envió volando contra la pared. Trunks levantó la vista sorprendido y se limpió la nariz que ahora sangraba con el antebrazo.

—Idiota —siseó Vegeta—, si bajas la guardia estarás muer…

Justo en ese instante, Trunks apareció otra vez detrás de Vegeta, pero su padre lo sorprendió al hacer lo mismo. Inmediatamente después, Vegeta lo agarró por el mentón para exponer su garganta y bajó la espada hasta esa zona mientras lo obligaba a echarse hacia atrás. Trunks atrapó su mano y se asombró por la cantidad de fuerza que tuvo que emplear para evitar que lo matara allí mismo. La mano de Vegeta temblaba, ya que usaba toda la fuerza que tenía para intentar bajar la espada por completo, esta ahora se encontraba a solo centímetros de la garganta de Trunks mientras continuaba forzándolo a echarse hacia atrás.

—¿Qué vas a hacer ahora, super saiyayín? —Vegeta se burló. Trunks apretó los dientes. Fácilmente podría dominar a su padre usando la fuerza bruta, pero ese no era el objetivo de este ejercicio en particular. El uso del ki también estaba prohibido, lo que lo dejaba retorciéndose contra él mientras pensaba en como soltarse. Vegeta sonrió y aumentó su agarre— ¿Qué te pasa? Pareces un poco incómodo.

De pronto, Trunks detuvo su resistencia y se dejó caer de espaldas obligando a su padre a caer con él. Vegeta rodó a un costado, se levantó en menos de un segundo y se dio la vuelta para atacar, pero Trunks botó de un golpe la espada en su mano, le lanzó una patada giratoria que le habría quitado la cabeza a Vegeta si él no se hubiera echado hacia atrás lo suficientemente rápido como para apartarse del camino y empezaron a intercambiar golpes que ambos evadían a una velocidad demasiado rápida para que ojos humanos la siguieran.

Vegeta finalmente rompió el estancamiento. Luego de bloquear un golpe, apareció detrás de Trunk, le dobló el brazo y le dio un fuerte golpe en la nuca antes de que el adolescente le lanzara un codazo en la cara. Trunks se dio la vuelta y trató de patear a Vegeta en el pecho, pero el príncipe atrapó su pie. Ante eso, Trunks usó a su padre como punto de apoyo y lo pateó a la velocidad del rayo con el otro pie en la sien.

Vegeta vio una explosión de colores brillantes mientras caía de rodillas completamente aturdido. Intentó recuperarse del golpe, pero cuando quiso levantarse, sintió que el talón de Trunks presionaba su nuca.

—Terminamos.

—Hmm. —Vegeta lentamente se llevó la mano a la sien y luego la bajo para asegurarse de que no hubiera sangre. Trunks se acercó, le ofreció la mano para ayudarlo a ponerse de pie, pero el príncipe gruñó y la apartó—. No necesito tu ayuda.

—Está bien —dijo Trunks después de guardar la espada en su funda, él solo observó cómo Vegeta se ponía de pie. Su padre nunca tomaba su mano, no obstante, eso no impedía que se la ofreciera siempre.

—Todavía necesitas trabajar en tu defensa, la descuidas demasiado tiempo.

—Será diferente en una pelea real, padre —le aseguró Trunks mientras se llevaba el cabello hacia atrás para atarlo—, podré usar mi ki.

—Tendrás que luchar contra Frízer en un combate cuerpo a cuerpo donde él es el guerrero más hábil del universo. —Vegeta prácticamente escupió las palabras—. Recuerda que has perdido el elemento sorpresa, él sabe lo fuerte que eres ahora y lo compensará.

—Sí —suspiró Trunks. Todavía no creía que debía luchar contra Frízer. No estaba en su destino hacerlo. Se encogió de hombros en un esfuerzo por parecer tranquilo, pero dio la impresión de indiferencia y continuó—, está bien, aun así, ganaré.

Vegeta frunció el ceño y miró a su hijo. En su opinión, era solo cuestión de tiempo antes de que Trunks luchara contra Frízer en una batalla que debería haber sido suya. Le llevó algo de tiempo, pero había comenzado a aceptar el hecho de que si no iba a ser él quien lo destruyera, entonces era apropiado que fuera su hijo el que hiciera el trabajo.

Sin embargo, Vegeta no podía evitar sentirse ansioso y eso no era algo a lo que estaba acostumbrado. Conocía bien a Frízer y sabía que el tirano había visto la transformación de Trunks. Él siempre miraba los Juicios y esta última vez no habría sido diferente. Vegeta estaba seguro de que trataría de hacer algo para igualar a su hijo en el campo de batalla, aunque no tenía la menor idea de lo que podría ser. Y entre no saber cómo Frízer iba a abordar la batalla y su hijo pensando que la pelea ni siquiera valdría la pena, Vegeta sentía ganas de matar a alguien, literalmente.

Al final, solo negó con la cabeza, se giró y comenzó a alejarse. Puso los ojos en blanco cuando sintió que trunks comenzaba a seguirlo. El muchacho rara vez lo dejaba en paz. No tenía dudas de que ya lo habría matado si hubiera sido cualquier otra persona, pero como seguía siendo más fuerte que él, era poco lo que podía hacer, excepto tolerar a regañadientes su presencia.

—¿Cómo lograste sacar mi espada sin que yo lo sintiera? —preguntó Trunks mientras alcanzaba a su padre.

Vegeta suspiró antes de responder de mala gana.

—Simplemente la saqué de su funda. No es mi culpa que seas ajeno a tu entorno.

—No soy ajeno a mi entorno —resopló Trunks.

—No me engañas —murmuró Vegeta antes de mirarlo—. ¿No tienes que visitar a alguno de tus amigos? —Se burló.

—Naji y los chicos están piloteando la nave. Ya revisé las coordenadas de nuestro destino con ellos.

—Sabes que tendremos que matarlos tarde o temprano, ¿no?

—Ay, vamos, han sido útiles, lo sabes. Te salvaron la vida, ¿recuerdas?

Vegeta frunció el ceño y miró hacia otro lado mientras se acercaban a la habitación que reclamó extraoficialmente como suya. No le gustaba hablar de todo ese fiasco. Pensar en lo débil que había sido con Frízer fue suficiente para hacer que la sangre le hirviera de rabia. Todos los días cuando se vestía recordaba su humillación al no ver su cola, a pesar de que todavía podía sentirla como un miembro fantasma. De alguna manera, pase lo que pase, se prometió hacer que Frízer pague por eso y mucho más.

—Solo mantenlos fuera de mi camino o les arrancaré las cabezas. Y tú mantente fuera de mi camino también, muchacho, o recibirás el mismo tratamiento —gruñó Vegeta y sin siquiera mirar a su hijo, desapareció en la habitación.

Trunks sonrió un poco. Estaba de muy buen humor y ni la amarga disposición de su padre podía hacerlo desaparecer. Habían estado en el espacio durante mucho tiempo, pero ahora se acercaban a la Tierra, lo que era fantástico para él. Sería genial estar de vuelta en su pequeño planeta azul.

Por no mencionar que había sido muy agradable pasar tanto tiempo con su padre. Tan pronto como Vegeta fue capaz de ponerse de pie, comenzaron a entrenar todos los días. A veces, él le enseñaba lo que el adolescente siempre consideró tácticas sucias de pelea, pero el príncipe intentó inculcarle que no existía honor en pelear limpio si eso significaba que perderías.

Sin embargo, la mayoría de las veces solo entrenaban. Sin ki, sin transformaciones de super saiyayín, solo pura habilidad y técnica. Trunks siempre ganaba, principalmente porque Vegeta se ponía lívido cada vez que él se contenía e intentaba luchar al nivel de su padre. No entendía esa reacción demasiado bien, pero hizo lo que le ordenó. Para su sorpresa, cuanto más derribaba a Vegeta, más rápido se levantaba el príncipe y más violentos se volvían sus ataques. Aunque Trunks siempre ganaba al final, cada vez le era más difícil hacerlo sin transformarse en un super saiyayín. Vegeta se estaba volviendo más veloz y más fuerte, ya que se esforzaba continuamente para mantenerse al día con él y tenía un impulso implacable de mejorar como guerrero que el adolescente había subestimado muchísimo.

A medida que transcurría el tiempo, Trunks comenzaba a comprender mejor a su padre a un nivel más personal. La fuerza y ​​el poder eran lo que le importaban, pero no tanto como el inquebrantable orgullo que llevaba con una actitud resentida. Vegeta era un maldito bastardo, un hecho que solo se confirmaba cuanto más tiempo vivía con él, sin embargo, el adolescente empezaba a notar que había mucho más dentro de su padre de lo que se veía a simple vista. A menudo se la pasaba despierto mientras todos los demás dormían, preguntándose cómo habría sido Vegeta si Frízer no hubiera entrado en su vida. Meditar en eso le ayudaba a olvidar lo arruinada que estaba esta línea de tiempo y lo que significaba para la Tierra.

Trunks entró en la sala de control principal donde se encontraban los otros alienígenas. Se sentía agradecido por su presencia. Por mucho que le encantara conocer más a su padre, era bueno tener a otras personas cerca con las que no era tan difícil hablar. Después de que su mutua desconfianza pasara, descubrió que los alienígenas eran simpáticos y amigables. Naturalmente, se alejaron de Vegeta, pero aun así era útil tenerlos allí. Sabían más sobre la nave que él y, por supuesto, Trunks se sentía en deuda por su ayuda para salvar la vida de su padre, incluso si Vegeta no compartía ese sentimiento.

—Oye, muchacho, ven aquí. Mira esto.

Trunks se acercó a los controles donde estaba Naji con otro alienígena que le entregó una hoja de papel. El adolescente la tomó y la miró, pero no pudo entender nada. Le parecía un extraño mapa con diferentes líneas y formas.

—¿Qué es esto? —dijo finalmente.

—Vamos, Trunks, ¿todavía no puedes leer el estándar galáctico? —le preguntó Naji con una sonrisa.

—No. He intentado descifrarlo, pero no tiene mucho sentido para mí.

—Mira, aquí es donde estamos ahora —le explicó Naji con paciencia señalando lo que parecía una cruz—. El planeta Tierra está en esta parte del sector sur —dijo moviendo su dedo azul—. Ahora, este planeta aquí, que no está lejos de la Tierra, se llama Pyris. Podemos ir allá para reabastecernos de suministros y alimentos para ti y tu padre; nosotros nos quedaremos en ese lugar mientras ustedes dos continúan hacia la Tierra.

Trunks asintió luego de seguir la sucesión de datos. 

—Eso suena bien. ¿Cuánto tiempo crees que falte?

—No mucho. Llegaremos a Pyris en unas cuantas horas, lo cual es bueno porque la nave se está quedando sin suministros y no queremos que tu padre nos mate y nos coma, si podemos evitarlo.

Trunks se rio.

—Oh, vamos, él nunca haría eso.

Naji y su compañero alienígena intercambiaron miradas. El otro alienígena murmuró en su idioma:

Es como si ni siquiera conociera a su propio padre.

Sí —reconoció Naji antes de mirar a Trunks—. Muchacho, créeme si te digo que todos estaremos muy contentos cuando nos alejamos de Vegeta.

Trunks asintió, aunque no pudo evitar sentirse decepcionado. No importaba cuanto mejor comprendiera a su padre, no podía borrar lo que él había hecho. Tampoco podía garantizar que no volvería a ser el saiyayín de siempre si se le presentaba la oportunidad. Aun así, se mantuvo firme en su creencia de que podría cambiar, quizás ya había cambiado para mejor, solo por no haber matado a los alienígenas a pesar de que era capaz.

Levantó la vista y vio la clara desconfianza en los alienígenas que lo miraban, desconfianza dirigida a Vegeta. Trunks suspiró.

—Está bien —dijo para concluir—, lo entiendo. Si ese es el planeta en el que quieren quedarse, estoy de acuerdo. Iré a decírselo a mi padre.

Les devolvió el trozo de papel y luego salió. El tamaño de la nave era engañoso. La primera vez que la recorrió tratando de conseguir ayuda para Vegeta, no esperó que fuera tan grande y definitivamente no esperaba que la tecnología resultara ser tan avanzada. Nunca había visto algo así.

Sin siquiera tocar, Trunks entró en la habitación que Vegeta reclamó como suya. Se trataba del laboratorio que se había convertido en un hospital rudimentario mientras se recuperaba de sus heridas casi fatales sufridas a manos de Frízer. Con el paso del tiempo, se convirtió en su habitación solo por conveniencia.

Vegeta le lanzó a Trunks una mirada oscura al revés cuando entró. El príncipe para no aburrirse se había puesto a hacer flexiones parado en una mano. Si no estaba durmiendo o entrenando con Trunks, se la pasaba meditando o haciendo ejercicio. Él disfrutaba su tiempo a solas y lo usaba para pensar, por lo tanto, no apreciaba esta interrupción.

—Será mejor que sea algo ​​bueno, muchacho —masculló Vegeta y continuó sus metódicas flexiones sin perder el ritmo.

—Bueno, ya casi llegamos —dijo Trunks—. Haremos una parada rápida en el planeta Pyris para abastecernos de algunas cosas y luego iremos a la Tierra.

—Hmm. —Vegeta se dejó caer, aterrizó sobre sus pies y le lanzó a Trunks una mirada sospechosa—. ¿Por qué allí?

—Está en el camino y Naji y los chicos quieren quedarse en ese lugar.

—¿Cuánto tiempo estaremos?

—No mucho, tal vez unas pocas horas.

—Bien —dijo Vegeta en un tono brusco, luego se volvió y le dio la espalda a Trunks. No se oponía a un poco de aire fresco. La nave en la que viajaban apestaba a los Colds. Cuanto antes pudiera salir, mejor—. Te puedes ir ahora.

—Está bien…

Vegeta giró la cabeza un poco cuando escuchó la decepción en la voz de Trunks. Por reflejo lo miró con desdén. Quién demonios sabía lo que ese muchacho esperaba de él. Ciertamente no le importaba. Vegeta se volvió a parar de manos, reanudó sus flexiones con el otro brazo esta vez mientras su mente volvía a un tema que no involucraba a Frízer y que consumía sus pensamientos de forma regular: cómo podía alcanzar él también el legendario estado del super saiyayín. Trunks no fue de mucha ayuda en ese aspecto. Solo lo habían discutido una vez y las cosas no salieron como tenía previsto...

¿Cómo lo hiciste siendo tan joven?

Cuando mi maestro… que también era mi amigo… murió a manos de esos monstruos y lo encontré después, fue una experiencia espantosa. Estaba tan enojado con él, conmigo mismo, con todo. Simplemente sucedió.

—¿Simplemente sucedió?

Sí, no pude controlarlo. Ni siquiera me di cuenta de que estaba pasando.

Hmm, típico.

¿Qué?

Por supuesto, tuviste una respuesta emocional. Eres blando, tu lucha está dictada por tus ridículos sentimientos y emociones.

Mira, lo querías saber y te lo he contado. Así fue como sucedió.

¿Por qué no me dijiste antes que eres un super saiyayín?

Pensé que te enojarías.

¿Qué me enojaría?

Sí, ya sabes, porque soy más fuerte que tú. No quería hacerte enojar ni nada...

¿Sabes lo que me enoja? No es que seas un super saiyayín. Tienes mi sangre, la sangre real de un saiyayín élite, por supuesto que tienes la capacidad. No, lo que me enoja es que te quedaste parado mirando como Frízer me partía por la mitad y no hiciste absolutamente nada. Podrías haberlo matado allí mismo, pero no lo hiciste, ¿por qué?

Silencio.

Eso es lo que pensé, no tienes carácter. Todo el poder del universo corre por tus venas, está a tu alcance, a tu disposición y no lo usaste en el momento que debiste. ¡Tuviste que matarlo cuando se te presentó la oportunidad, imbécil!

No entiendes…

Claro que no entiendo. Ahora sal de mi vista, me das asco.

Irritado y ahora oficialmente fuera de sí, Vegeta se dejó caer otra vez. Se sentó con las piernas cruzadas, apoyó la espalda contra la pared y suspiró antes de pasarse una mano por la cara. Hasta que lograra la transformación, Trunks era la mejor oportunidad que tenía para derrotar a Frízer.

Solo esperaba que el muchacho estuviera preparado.

**********

Trunks respiró profundamente el aire fresco del nuevo planeta. Era húmedo y oscuro, pero maldición, le gustaba estar fuera de esa nave. Se habían quedado allí por meses, al parecer. Estiró los brazos un poco antes de mirar al frente donde su padre seguía parado al borde del acantilado en el que aterrizaron.

Cuando percibió el olor de esta peculiar atmósfera, Vegeta deseó tener un rastreador. Volvió el rostro al sentir que Trunks se acercaba a él.

—¿Hueles eso?

Trunks olfateó y negó con la cabeza. 

—No huelo nada, ¿por qué?, ¿qué hueles?

Vegeta observó desde el borde del acantilado y permaneció en silencio. Le pareció percibir un olor familiar a carne quemada, el claro indicador de una purga en curso, pero no lograba ver nada fuera de lo común. Había pequeñas ciudades allá abajo, podía distinguir a algunos alienígenas moviéndose en la zona. ¿Por qué entonces estaba captando el olor de la muerte en el aire?

—Nada —respondió finalmente Vegeta y frunció el ceño. Algo andaba mal, sus instintos le decían eso. Levantó la vista hacia el cielo nocturno, estudió las estrellas y entrecerró los ojos mientras Trunks lo miraba con curiosidad.

—¿Qué les parece? Es un pequeño planeta muy agradable y sencillo, ¿no?

—Sí —contestó Trunks un poco distraído, ya que se preguntaba en qué estaría pensando su padre. Volvió a mirar a los alienígenas que salían lentamente de la nave—. ¿Ustedes han estado aquí antes?

—Por supuesto, Trunks —le aseguró Naji de un modo cortés—. Pyris es mi planeta natal.

—Es una mierda de planeta —comentó Vegeta con total naturalidad, todavía de espaldas a los alienígenas ahora ofendidos. Bajó la mirada y miró las ciudades—. Pongámonos en marcha.

Vegeta abrió el camino mientras todos bajaban por el borde del acantilado. Cuando Trunks preguntó por qué no podían volar al pueblo para conseguir los materiales que necesitaban, Vegeta lo ignoró. La verdad era que no tenía idea de quienes se hallaban en este planeta y se sentía muy desorientado sin su rastreador que le dijera dónde se ubicaban los niveles de poder más altos. Trunks le había mostrado cómo sentir el ki, pero todavía no estaba del todo cómodo con la técnica. Sumado al hecho de que había un tirano alienígena extremadamente poderoso e influyente que quería sus cabezas, Vegeta pensó que era prudente no llamar la atención. Todos siguieron en silencio su ejemplo hasta que terminaron por llegar a la primera ciudad.

Vegeta levantó un puño y todos dejaron de caminar. El príncipe ladeó la cabeza y permaneció así por varios segundos.

—Está bien —dijo dándose la vuelta para mirar al grupo—. Ustedes, fenómenos azules, conocen este planeta, vayan a buscar los alimentos y los suministros para la nave. Nos vemos en una hora o purgo este planeta y los dejo para el final. No se hagan los valientes e intenten pasarse de listos conmigo, ¿quedó claro?

Ninguno de los alienígenas parecía muy feliz, pero asintieron y se fueron a hacer lo que se les ordenó. Trunks los observó entrar a la ciudad conversando entre ellos. Cuanto más se alejaban, más claro se hacía que estaban felices de estar en casa.

—Ven aquí, muchacho.

Trunks avanzó rápidamente hacia su padre. 

—¿Qué pasa?

—Tenemos visita —anunció Vegeta sin rodeos, sus manos enguantadas se apretaban y soltaban de un modo inconsciente—. Y están cerca.

—¿Qué?

—Puedo olerlos.

—… ¿Qué? —repitió Trunks confundido mientras miraba a su padre. No pudo evitar preguntarse si tal vez le provocó una conmoción cerebral en su última sesión de entrenamiento. Lo que decía no tenía sentido—. Apenas estamos en el límite de la ciudad y quieres decirme que puedes oler…

—Ahí están, ¿escuchaste eso? —preguntó Vegeta e inclinó la cabeza hacia un lado para concentrarse en el sonido.

—¿Escuchar qué?

—Rastreadores —gruñó Vegeta con ambos puños apretados ahora. El sudor comenzó a formarse en su frente, ya que su cerebro trabajaba a toda velocidad. Solo el ejército de Cold usaba rastreadores. Vegeta y Trunks estaban en el sector sur, ningún soldado bajaba a esa zona. Frízer apenas comenzaba a tantear el sector este. No había razón para que estuvieran allí.

A menos que los buscaran.

—No escucho nada…

—Cállate y mantén tu nivel de poder bajo. Nos quedaremos en tierra, sígueme —le ordenó Vegeta.

Trunks no pudo obtener otra palabra, ya que el príncipe salió disparado para adentrarse en las sombras de la ciudad. El adolescente inmediatamente lo siguió, aunque recibió más de una mirada asesina de él por lo ruidoso que estaba siendo. Trunks respiró hondo e hizo todo lo posible para que sus pasos fueran tan livianos como los de Vegeta, pero era más difícil de lo que parecía. El suelo no era nada sobre lo que hubiera caminado antes, casi se sentía igual que fragmentos de vidrio unidos. Cómo su padre podía caminar sobre esto tan a la ligera, no tenía idea.

Vegeta dobló en una esquina sin ser visto con Trunks pisándole los talones. El adolescente casi chocó con él cuando Vegeta se detuvo abruptamente. El príncipe le lanzó una mirada que podría haberlo matado y Trunks le dio un silencioso encogimiento de hombros como disculpa. Vegeta puso los ojos en blanco antes de hacer un gesto con la cabeza para que lo siga. Trunks lo hizo y después de unos pocos pasos, una horrible sensación de déjà vu se apoderó de él cuando al fin olió lo que su padre había captado a casi un kilómetro de distancia.

Vegeta se apoyó contra la pared de piedra de un edificio donde quedó cubierto por la oscuridad. Trunks siguió su ejemplo.

¿Sientes a alguien?, preguntó Vegeta usando su mente.

Trunks intentó detectar a cualquier ser vivo fuera de lugar, pero luego negó con la cabeza. 

A nadie, excepto a los nativos con bajo ki, frunció el ceño y después agregó... Aunque ahora puedo olerlo.

Fuego.

Y carne.

Allí hay luz, ¿la ves?

Trunks miró y vio el resplandor de un enorme fuego detrás un edificio. El color era extraño, una mezcla de azul y rojo. 

Sí, la veo ahora.

Lenta y silenciosamente, ambos se acercaron. Fue entonces cuando Trunks terminó por notar cómo su padre siempre se las arreglaba para acercarse de un modo sigiloso a él. El hombre era absolutamente silencioso y metódico en sus movimientos. Estaba claro que había hecho esto muchas veces antes.

Vegeta se detuvo en el borde del edificio, se puso de cuclillas y Trunks se inclinó sobre él, ambos intentaron escuchar. Ahora podían oír voces.

¿Quiénes son?, preguntó Trunks por telepatía y miró a su padre. ¿Los reconoces?

Vegeta se llevó un puño a la boca. Escuchó con atención. Oyó que estaban hablando en un idioma que entendía, luego oyó que una mujer comenzaba a gritar. Frunció el ceño y envió como respuesta: 

... No, pero definitivamente son hombres de Frízer.

¿Cómo lo sabes?

Vegeta le dio una mirada reprobatoria, negó con la cabeza y se puso de pie. 

Lo sé, mi negocio es saberlo, se burló mentalmente. A diferencia de ti.

Supongo. ¿Sabes cuántos hay?

Los gritos de repente se intensificaron. Sin una palabra de advertencia, Vegeta desapareció a la vuelta de la esquina del edificio y de inmediato, ráfagas comenzaron a dispararse. Trunks corrió detrás de él, pero se distrajo al ver una pila de cuerpos en llamas en el callejón oscuro. Su estómago se revolvió con náuseas imperiosas ante la horrible escena. Echó un vistazo y vio más cadáveres en el suelo, muertos por la mano de su padre en cuestión de segundos. Reconoció la armadura y los rastreadores. Al levantar la vista, logró ver como Vegeta separaba al último soldado, un alienígena de escamas púrpuras con ojos completamente blancos, de una mujer alienígena a la que había estado a punto de violar.

Vegeta le dio una patada tan fuerte en la sien que hizo añicos el rastreador que llevaba. El sorprendido soldado gritó, se incorporó con dificultad y enseguida se subió los pantalones.

—Vegeta. —Se quedó sin aliento al reconocerlo, solo ahora parecía notar que todos los que vinieron con él estaban muertos. Su bravuconería desapareció en segundos.

—Me conoces, que bien. Entonces sabes que no soy muy paciente, así que responde esto: ¿qué demonios estás haciendo aquí? —le preguntó el príncipe y levantó la mano hacia el soldado en señal de advertencia mientras Trunks ayudaba a la mujer alienígena a sentarse. Era de un azul oscuro como Naji y estaba más que todo asustada, para alivio del adolescente.

La bravuconada del soldado volvió y dijo de mala gana: 

—No tengo porqué responder… 

—Respuesta incorrecta.

Vegeta disparó una ráfaga de ki que golpeó al soldado justo en la entrepierna. El alienígena aulló por la agonía y cayó al suelo. Se dio la vuelta y gritó de dolor en la tierra, pero eso duró poco. Vegeta lo pateó en las costillas y lo envió a estrellarse contra el siguiente edificio. El soldado alienígena que se retorcía por el sufrimiento, rápidamente se vio atrapado por la bota del saiyayín.

—Esta es tu última oportunidad de vivir —dijo Vegeta—. ¿Qué haces aquí, débil?

—Frízer nos… nos envió. —El soldado prácticamente sollozaba. Trunks frunció el ceño mientras ayudaba a la mujer alienígena a ponerse de pie y le indicó que se escapara. Ella no necesitó que se lo dijeran dos veces.

—¿Por qué a este planeta? —gruñó Vegeta clavando su bota sin piedad en la garganta del soldado hasta que lo vio regurgitar sangre. En ese instante soltó la presión, pero solo un poco. El soldado tosió e intentó quitarse la bota de encima—. Tengo todo el jodido día para obtener respuestas de ti y créeme, haré que tu muerte sea lo más lenta y miserable posible si no comienzas…

—Estamos… explorando… planetas cercanos —contestó el soldado.

—¿Qué?

—Él sa… sabe que… van a la Tierra.

Trunks y Vegeta casi gritaron:

—¡Qué!

—Hackeó el… sistema de la nave. Envió a todos los que… quedaron a los planetas cercanos… a la Tierra. —Sonrió, su boca estaba llena de sangre—. Puedes huir…, pero no esconderte, Ve… Vegeta. Van a purgar todos esos planetas…, también la Tierra…, hasta que no tengas más remedio que… enfrentarte a Frízer y morir…

—El único que va a morir aquí eres tú, idiota —gruñó Vegeta, acto seguido levantó la rodilla, puso su bota justo sobre la cara del alienígena y luego la pisó con fuerza.

Trunks apartó la mirada para no ver. Si bien se había acostumbrado más a la violencia del tiempo en el que estaba, todavía quedaban algunas cosas con las que nunca se sentiría cómodo. Finalmente miró hacia atrás cuando sintió que Vegeta caminaba en dirección a uno de los otros soldados caídos. El príncipe se puso de cuclillas, le quitó el rastreador y lo giró en sus manos para inspeccionar su estado. Frunció el ceño y maldijo por lo bajo mientras Trunks se paraba a su lado. El adolescente inspeccionó la sangre que ahora manchaba el pantalón azul oscuro de Vegeta desde las rodillas hacia abajo, así como sus botas blancas antes limpias.

—Si hubieses usado tu ki, te habrías ahorrado este desastre —comentó Trunks.

—Le di a ese pedazo de mierda lo que se merecía —le aseguró Vegeta sin un atisbo de remordimiento en su voz.

—¿Por lo que le iba a hacer a esa chica?

Vegeta permaneció en silencio unos segundos y luego cambió de tema. 

—Saben a dónde vamos —dijo más para sí mismo que para Trunks y se puso el rastreador.

—Sí, parece que sí —murmuró Trunks con el ceño fruncido mientras Vegeta se ponía de pie.

—Sus naves deben ser más rápidas para que ya estén aquí —razonó Vegeta, sus ojos oscuros observaron a los soldados muertos en el suelo antes de mirar más allá del enfurecido fuego y de los cuerpos que ardían en él. Su mente que se encontraba tan furiosa como las llamas, intentaba descifrar lo que Frízer había planeado. El tirano conocía la fuerza de Trunks; si estaba tratando de animarlo a salir era porque sentía que podía derrotarlo. Su ansiedad anterior regresó y su estómago se tensó.

Finalmente, Vegeta sacudió el polvo de su armadura, negó con la cabeza y reflexionó en voz alta:

—Ya no podemos ir a la Tierra. Esto es una trampa, Frízer nos ha preparado algo, pero no sé lo que es.

—¿Eso qué quiere decir?

—La Tierra probablemente ha sido invadida. Él incluso podría estar allí esperando…

—Si Frízer está allá, ¡entonces TENEMOS que ir! —lo interrumpió Trunks con una sensación de urgencia que llamó la atención de Vegeta.

—Si Frízer está en la Tierra, no hay duda de que el planeta ya ha sido purgado y preparado a su conveniencia para inclinar la batalla a su favor. No sería inteligente ir directo a…

—No, vamos a la Tierra ahora mismo.

Vegeta volvió el rostro hacia Trunks con una expresión más curiosa que enojada, ya que desafiaba su autoridad. Se cruzó de brazos y lo miró.

—¿Cuál es tu interés en este planeta, muchacho? —Demando saber.

—Yo… —comenzó Trunks antes de quedarse en silencio mientras intentaba a toda prisa pensar en algo que pudiera decir. Finalmente, decidió una estrategia—, no quiero huir de Frízer como un cobarde.

Vegeta bajó los brazos y cuadró los hombros, su mirada se oscureció. 

—¿Me estás llamando cobarde?

—No, todo lo que digo es que no tiene sentido evitarlo. Él nos quiere, así que vamos a buscarlo.

—No estás listo para pelear con Frízer.

—Sí lo estoy y lo probaré. No voy a huir de él y tú tampoco deberías.

Vegeta gruñó en voz baja antes de decir de un modo amenazador:

—Yo jamás huyo de nadie, muchacho, nunca olvides eso. —Luego le dio la espalda y se marchó, por lo que se perdió el alivio en la cara de Trunks—. Vamos a la Tierra de una vez para resolver esto.

Finalmente regresaron a la nave donde los otros alienígenas ya los estaban esperando. Vegeta cruzó miradas con Trunks y el adolescente se adelantó para hablar con los alienígenas sobre los suministros que encontraron. Vegeta se quedó atrás y observó cómo ellos le mostraban a Trunks dónde dejaron las reservas de combustible. Él se dio la vuelta y permaneció de pie en la rampa de descenso.

—No sé cómo pudieron hackear el sistema —le confesó Naji a Trunks—. Solo conozco los conceptos básicos de esas cosas. Eso requiere un nivel de comprensión más profundo, aunque Frízer tiene el mejor personal técnico del universo. Probablemente deberíamos haberlo anticipado, lamento no haberlo hecho.

—Lo entiendo. —dijo Trunks antes de darle una sonrisa de agradecimiento—. Está bien, gracias por tu ayuda.

—Ni lo menciones, buena suerte.

—Gracias.

Vegeta observó por el rabillo del ojo cómo los alienígenas pasaban titubeando a su lado para bajar por la rampa.

—Vamos, padre, tenemos que irnos. —Trunks lo llamó.

Vegeta permaneció en silencio, sus ojos se entrecerraron mientras contemplaba a los alienígenas que se alejaban.

—No lo hagas —le suplicó Trunks justo cuando Vegeta estaba a punto de levantar la mano.

Las manos del príncipe formaron puños y apretó los dientes ni bien el resentimiento lo invadió. Su autoridad natural era otorgada por la superioridad física, sin embargo, el muchacho era más fuerte que él, por lo que había poco que pudiera hacer para desafiarlo.

Aunque eso no iba a durar para siempre, Vegeta decidió con una feroz determinación. Luego se dio la vuelta en silencio sin matar a los alienígenas que se iban, caminó por la rampa y pasó a su hijo sin mirarlo. Trunks lo observó y suspiró antes de subir.

Para bien o para mal, era hora de ir a casa.

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Estaban cerca de la Tierra ahora. Trunks se sentía emocionado, ansioso y un poco enfermo. Vegeta y él habían comido la carne que Naji y sus compañeros alienígenas trajeron a bordo. Primero sintió asco cuando su padre desgarró con voracidad la carne cruda con sangre y todo. Después de bromear una y otra vez sobre hacerse hombre y aprender a comer como uno, Trunks finalmente probó algo de carne cruda. Fue asqueroso y casi lo hizo vomitar. Su padre se rio de buena gana, pero todo lo que el adolescente sacó de esa experiencia fue un fuerte dolor de estómago.

Vegeta estaba sentado en la sala de control detrás de Trunks revisando el rastreador que recogió en Pyris. Era un modelo nuevo que nunca antes había visto, lo que confirmaba sus sospechas de que los soldados con los que se topó eran novatos. Frízer ya estaba "reclutando" nuevos hombres para llenar sus filas. Vegeta frunció el ceño mientras miraba los circuitos avanzados del rastreador.

—¿Ya descifraste cómo funciona esa cosa?

—Sí, por eso todavía lo sigo mirando —comentó el príncipe usando un tono sarcástico. Tocó un circuito con su herramienta e inmediatamente retiró la mano cuando el voltaje se disparó y lo sacudió.

—Déjame revisarlo, tal vez pueda hacer algo con eso.

Vegeta se burló al ver que Trunks se le acercaba.

—¿Qué demonios sabes tú de rastreadores?

—No mucho —admitió Trunks mientras se ponía de cuclillas frente a Vegeta—, pero sé un par de cosas sobre electrónica.

—Mmm.

Vegeta le entregó el rastreador a Trunks. El adolescente lo tomó y lo estudió con detenimiento, sus ojos azules se estrecharon por la concentración. Vegeta esperó impacientemente.

—¿Y bien? —espetó al fin y le arrebató el rastreador de las manos, sin siquiera darle a su hijo la oportunidad de responder—. Dices que sabes de electrónica, tú no sabes nada de electrónica. Deja de hacerme perder el tiem…

—No, espera —dijo Trunks y le quitó el rastreador—. Creo que es justo aquí, ¿ves? —señaló una parte del circuito que el príncipe no había examinado.

—... Iba a probar eso —se quejó Vegeta mientras le volvía a arrebatar el rastreador. Trunks sonrió, se levantó y regresó a los controles oyéndolo murmurar maldiciones por lo bajo.

Una vez que lo sincronizó correctamente, Vegeta cerró de un golpe el rastreador y luego se lo puso. Observó cómo las luces parpadearon cuando intentó establecer un enlace con su antiguo rastreador. Se cruzó de brazos y esperó. Después de unos segundos, el rastreador mostró que no se podía establecer ningún enlace.

Tan pronto como apareció el mensaje, Trunks susurró:

—No, esto no puede ser verdad.

Vegeta levantó la vista. 

—¿Qué pasa?

Trunks no respondió. Estaba parado detrás de los controles inclinándose sobre ellos mientras miraba a través de la ventana de cristal reforzado hacia el espacio. Vegeta se puso de pie y se acercó.

—Te hice una pregunta —gruñó parado junto a Trunks y revisó los controles. Todo iba en orden. Levantó la vista hacia la ventana, nada le parecía fuera de lugar. Volvió a mirar a su hijo que había palidecido—. ¿Qué pasa? —exigió saber de nuevo.

—No está —murmuró Trunks luciendo como si estuviera completamente aturdido.

—¿Qué no está? —presionó Vegeta.

—La Tierra no está allí.

Vegeta volvió a comprobar las coordenadas y luego levantó la vista. El muchacho tenía razón. Se suponía que el planeta debía estar justo frente a ellos ahora, pero todo lo que veía era polvo espacial, un par de planetas distantes y un sol por detrás.

—Esto no puede ser verdad —le aseguró Vegeta, sin darse cuenta de que estaba citando a Trunks palabra por palabra—. La nave nunca habría calculado las coordenadas si no hubiera un planeta allí.

—A menos que el planeta fuera destruido después de obtener las coordenadas —dijo Trunks y se inclinó más sobre el panel de control. De pronto sintió las rodillas débiles.

—Tonterías —replicó Vegeta—. La nave nos lo habría informado de inmediato. Está recalculando constantemente las coordenadas para asegurarse de que la trayectoria sea correcta.

—¿Pero es que no lo ves? ¡No está allí!

Vegeta miró con más detenimiento por la ventana e ignoró a su hijo. Trunks se dio la vuelta, se recostó contra el panel de control y levantó una mano para cubrirse los ojos mientras hacía todo lo posible por mantener la calma a fin de no tener un colapso mental frente a su padre. Completamente ajeno a lo que esto significaba para Trunks, Vegeta inclinó la cabeza hacia un lado, cruzó los brazos sobre su pecho y revisó el tramo del espacio frente a ellos.

—Mmm, que extraño. Esto no puede ser verdad.

—Es verdad…

—No —dijo Vegeta con firmeza—. Algo no está bien aquí, mira.

Trunks frunció el ceño y se dio la vuelta.

—¿Qué quieres decir?

Vegeta señaló. 

—El sistema es simétrico.

—… ¿Qué…

—Observa, hay un patrón de constelaciones en este lugar —le indicó Vegeta y levitó en el aire para poder apuntar en la ventana—. Y se refleja exactamente igual aquí, pero al revés. —Su mano comenzó a moverse para trazar una línea divisoria que poco a poco se prolongó en una forma esférica—. Las constelaciones son simétricas alrededor de esta zona y luego aparece un agujero en el medio. Nunca había visto algo como esto en todo el tiempo que tengo viajando por el espacio. Esto sencillamente no está bien.

Trunks parpadeó mientras miraba lo que su padre señaló. Nunca habría notado tal cosa.

—¿Es un escudo? —preguntó esperanzado.

—Un escudo o un espejo de algún tipo —dijo Vegeta y descendió al piso con los brazos cruzados de nuevo—. El planeta todavía está allí, pero de alguna manera, alguien logró ocultarlo muy bien —añadió incapaz de mantener la sorpresa fuera de su voz—. Cualquiera a quien no se lo dijeran, daría media vuelta y regresaría por donde vino.

—Supongo que ellos no quieren que aterricemos allí, ¿eh?

—Sí, pero quiénes son ellos es la pregunta…

De improviso, ambos fueron tirados al piso cuando una explosión sacudió violentamente la nave. Las alarmas y las luces rojas comenzaron a parpadear como respuesta al peligroso aumento de velocidad de la nave.

—¡Qué está pasando!

—¿Qué quieres decir con qué está pasando? ¡Estamos bajo ataque, idiota!

Otra explosión más violenta que la anterior los golpeó haciendo que Vegeta y Trunks se cubrieran instintivamente la cabeza mientras la nave espacial comenzaba a despedazarse.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Trunks sobre el sonido de las alarmas.

—¡No sabemos qué tan cerca estamos del planeta! —gritó Vegeta que de alguna manera había logrado ponerse de pie. Repentinamente el rastreador que tenía puesto le estalló en el rostro haciéndolo caer de espaldas por la fuerza del impacto: Trunks estaba ascendiendo al estado de super saiyayín e irradiaba una luz dorada que llenó la sala de control. Al no haber visto la transformación desde los Juicios, Vegeta miró atónito a la central de energía nuclear que era su hijo y olvidó por un momento la situación en la que se encontraban.

—¡Debemos arriesgarnos! —replicó Trunks mientras se acercaba a su padre. Intentó agarrarlo para levantarlo y sacarlo de la nave, pero él lo empujó con violencia.

—¡No necesito tu ayuda! —exclamó Vegeta y se volvió a poner de pie.

—¡AHORA NO ES MOMENTO PARA ESTO! —le gritó Trunks—. TENEMOS QUE…

El adolescente se detuvo abruptamente y se volvió hacia la ventana, sus sentidos captaron algo que venía hacia ellos. Vegeta siguió su línea de visión y frunció el ceño. Ambos miraron lo que parecía ser el espacio con sus constelaciones.

El príncipe terminó por sentirlo también antes de gruñir:

—¿Qué demo…

De improviso, Trunks se lanzó sobre Vegeta y ambos cayeron al piso justo cuando un poderoso rayo de energía azul en espiral atravesó el vidrio, un poderoso rayo que habría matado a su padre al instante si hubiera hecho contacto con él. Eso fue todo lo que tuvo tiempo de hacer antes de que la nave chocara contra la tierra, explotara y se perdiera en un mar de metal, fuego y humo.

Vegeta se movió algún tiempo después, gimió y lentamente abrió los ojos que le molestaban por el humo. Se hallaba enterrado bajo trozos de metal. Murmuró para sí mismo que estaba cansado de que esta mierda siempre le sucediera, comenzó a escarbar para salir y siseó ni bien un dolor en carne viva lo atravesó. Su mano se dirigió a su abdomen. Cuando la retiró, pudo ver que su guante blanco quedó manchado de sangre.

¿Trunks?, él envió el pensamiento débilmente. No escuchó nada y poco a poco empezó a retirar los trozos de metal que tenía encima.

Genial, simplemente genial. Sabía que no debíamos haber venido a este maldito planeta, pensó irritado mientras emergía de los escombros y tosió de forma violenta apoyado sobre sus manos y sus rodillas, solo ahora se daba cuenta de la sangre que corría por su rostro. Se la limpió con brusquedad y entrecerró los ojos ante la repentina luz brillante del sol.

¡Trunks!, envió el pensamiento con más fuerza que antes.

Estoy aquí, la voz débil y dolorida de su hijo sonó en su mente. ¿Estás bien?

Nunca he estado mejor, respondió Vegeta haciendo una mueca de dolor mientras intentaba ponerse de pie.

Inmediatamente una mano sobre su hombro lo obligó a ponerse de rodillas.

—No, será mejor que te quedes abajo. No quiero ser el que tenga que lastimarte, pero lo haré si es necesario —dijo una voz desconocida detrás de él. Vegeta se tensó cuando sintió lo que solo podía ser una pistola o un rifle de algún tipo presionando su nuca.

—Escucha. —El príncipe se dejó caer otra vez sobre sus manos y sus rodillas jadeando y cerró los ojos con fuerza—. No estoy aquí para crear problemas, ¿de acuerdo? Ni siquiera puedo ver en este momento. Necesito ayuda —suplicó mientras su mano derecha se cerraba sutilmente alrededor de un pequeño fragmento de metal afilado.

—Sí, bueno, ya lo vere…

De improviso, Vegeta se volvió hacia atrás y de un golpe apartó el rifle de su camino con la mano izquierda, acto seguido se paró velozmente y clavó el fragmento de metal en la garganta del hombre con la mano derecha. El sujeto que era calvo se tambaleó de espaldas balbuceando, se habría caído si el príncipe no hubiera aparecido detrás de él. Vegeta puso su brazo izquierdo alrededor de la garganta de su enemigo e incrustó el fragmento más profundamente mientras el hombre intentaba escapar en vano.

—¡Krilin! ¡NO! —gritó una voz joven. Vegeta de inmediato cogió el hombro de Krilin con su mano derecha y lo obligó a girar con él como si fuera un escudo. Ni bien estuvo en una posición segura, vio que un niño que sostenía un rifle demasiado grande para él, observaba horrorizado la espantosa escena.

Vegeta le ofreció una sonrisa desquiciada y su mano comenzó a brillar con su ki.

—Se desangrará en exactamente veinticuatro segundos y medio —dijo y apretó sin piedad la garganta de Krilin. El pequeño hombre solo pudo emitir sonidos ahogados mientras intentaba desesperadamente arrancarse el brazo de Vegeta que se estaba manchando de rojo con su sangre, pero era una barra de hierro presionando su garganta. El príncipe apenas notó su lucha y continuó—. Sugiero que te vayas, mocoso, a menos que quieras lo mismo.

—¡DÉJALO IR! —gritó el niño con todas sus fuerzas antes de soltar su rifle, ya que una explosión de ki azul producto de su ira lo rodeó. Vegeta levantó una ceja sorprendido y lo miró de arriba abajo. Era una cosa pequeña, aunque increíblemente poderosa.

Escuchó un distante:

—¡Gohan, no lo hagas!

El príncipe miró por el rabillo del ojo para tratar de averiguar cuántos de ellos había, cuando de repente Gohan lo atacó. Ante eso, inmediatamente liberó a Krilin y apenas pudo formar una defensa adecuada, en parte debido a que sus propias lesiones lo frenaban, pero principalmente por el asombro de que un niño se atrevería a atacarlo de frente. Gohan lo hizo tambalearse hacia atrás, sin embargo, recuperó la calma y lo atrapó por sorpresa con un rodillazo en el estómago que al instante lo arrojó a los restos de la nave. Sin darle al niño la oportunidad de recuperarse, le dio una patada en las costillas que le quitó el aire y lo hizo gritar de dolor.

De improviso, Vegeta retrocedió, escupió una bocanada de sangre y utilizó toda su fuerza de voluntad para no doblarse de dolor mientras su visión se volvía borrosa. Intentó desesperadamente controlarse cuando de pronto Trunks reapareció a su lado para bloquear sin esfuerzo una ráfaga de ki dirigida a su padre que envió a la distancia.

—Vaya, te tomaste bastante tiempo en aparecer. —Vegeta tosió mientras Trunks miraba con preocupación a Gohan, el niño luchaba por levantarse, luego levantó la vista para ver que estaban rodeados. No reconocía a todos, pero podía adivinar quienes eran por lo que Bulma le había contado.

Trunks se limpió la sangre de la cara y después levantó las manos en un gesto pacífico. No quería mostrar su fuerza si no era necesario.

—Miren, chicos, no estamos aquí para lastimarlos…

—¡Casi matas a nuestro amigo! —gritó un hombre sin camisa con tres ojos que flotaba en el aire.

—¡No dejaremos que te apoderes de nuestro planeta! —gritó un guerrero de cabello largo con una cicatriz en la cara, estaba arrodillado junto a Krilin que de algún modo milagrosamente se había sentado. Vegeta lo miró asombrado, ¿cómo demonios seguía vivo?

Trunks suplicó:

—No, por favor, ¡solo escúchenme! Ustedes no entienden…

Vegeta apoyó su espalda contra la espalda de Trunks y volvió ligeramente el rostro hacia él. 

—Encárgate de tres ojos y de cara cortada, yo me encargaré del niño y del namekuseiyín —le ordenó.

—¡No! —siseó Trunks y miró por encima de su hombro para ver que Píccolo estaba en el aire con los ojos fijos en Vegeta. El saiyayín lo miró con desprecio en respuesta. Trunks sintió que el calor del cuerpo de su padre comenzaba a ascender vertiginosamente detrás de él como producto del aumento de su ki.

—¡Alístense! —retumbó Píccolo. Casi de inmediato, todos los guerreros Z lo imitaron y empezaron a elevar su poder para defenderse.

—Ataca a mi señal —ordenó Vegeta. Trunks gruñó y se decidió a elevar también su poder para neutralizar la situación volátil antes de que se le fuera de las manos. Las palabras no habían funcionado; si se daban cuenta de lo fuerte que era, podría obligarlos a escuchar.

Estaba casi a menos de dos segundos de transformarse en un super saiyayín cuando se oyó una nueva voz.

—¡ALTO! ¡Retrocedan, ahora!

Todos vieron surgir una nueva figura. Trunks podía sentir que el nivel de poder de todos disminuía en respuesta, aunque era claro que los guerreros de la Tierra seguían preparados para luchar en un abrir y cerrar de ojos. Vegeta, sin embargo, bajó su poder por completo y miró fijamente al recién llegado. Después de unos pocos tensos segundos, el príncipe fue el que terminó por romper el silencio.

—¿Raditz?