Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Punto sin retorno ❯ Tiempo para respirar ( Chapter 18 )

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Punto sin retorno

Capítulo dieciocho

Tiempo para respirar

 

 

No era frecuente que una mujer descubriera que estaba destinada a tener un hijo con un asesino sádico y trastornado. Incluso para una heredera brillante y genial, eso era mucho para manejar.

Mil pensamientos cruzaban por la mente de Bulma mientras caminaba de un lado al otro fuera de su casa dañada. La mano le tembló cuando llevó un cigarrillo a sus labios para aspirar otra bocanada de humo. Después de que Trunks se fue, ella hizo acopio de todo su coraje para ir a ver a Yamcha con la esperanza de que él todavía siguiera vivo, pero no era así y su maquillaje se arruinó por la crisis nerviosa que siguió. Finalmente, luego de que recobró la compostura, llamó a las personas necesarias a fin de que se llevaran su cuerpo. Fue más fácil cuando recordó que tenían las esferas del dragón para desear que él y a todos los demás vuelvan.

Pero, por un cruel giro en su futuro, el asesino de su amado era el hombre con el que estaba destinada a tener un hijo. No pudo evitar preguntarse qué demonios había hecho para merecer algo semejante.

Vegeta, incluso pensar en su nombre hacia que la bella joven se estremeciera de asco y de odio. ¿Cómo pudo siquiera tener algún contacto íntimo con él? Era un bastardo psicótico y tenía toda la evidencia necesaria para respaldar eso. No sabía cómo se suponía que se desarrollarían las cosas entre ellos y, aun así, un hecho era seguro: en esta línea de tiempo, no permitiría que el desgraciado se acercara e ella, mucho menos que la tocara.

Pero entonces, ¿qué pasaría con Trunks?

Como si fuera una señal, el adolescente apareció en el horizonte. Estaba volando de regreso y no venía solo. Bulma entrecerró los ojos para asegurarse de que fueran ellos y luego suspiró aliviada. Si volvían, eso significaba que la amenaza había terminado o eso esperaba. La joven dejó caer su cigarrillo sobre el pavimento que conducía a su casa y lo apagó con su zapatilla cuando el grupo de sobrevivientes descendió frente a ella.

Trunks aterrizó en la hierba con su padre inconsciente colgado sobre su hombro. El adolescente miró preocupado a su madre mientras Raditz aterrizaba a su lado. El saiyayín mayor todavía parecía aturdido, pero fue el más fácil de despertar de los tres guerreros, porque había sufrido la menor cantidad de heridas. Tenía cargado a un Gokú fuera de combate sobre su hombro. Finalmente, Gohan aterrizó detrás de todos ellos. El niño lucía alterado, como si estuviera a punto de llorar en cualquier momento. Dio un paso adelante y se aferró a la pierna de su tío como si no fuera capaz de mantenerse parado por sí solo.

—Bulma —dijo Trunks atrayendo su atención hacia él—. ¿Estás bien?

Estaba a punto de decirle que no, que no lo estaba. Había esperado estresada a que alguien regresara, le dolía la cabeza y la espalda por sus encuentros con Vegeta y con las Fuerzas Especiales Ginyu, se sentía muy preocupada por Krilin y todavía seguía molesta por lo que le pasó a Yamcha. Pero tras una buena mirada al grupo de saiyayíns y saiyayíns mestizos maltratados, se dio cuenta de que, sinceramente hablando, ella se hallaba en mejor estado.

—Sí, estoy bien. ¿Dónde está Krilin?

Trunks y Raditz intercambiaron una mirada antes de que el adolescente volviera a mirar a su madre y admitiera:

—No lo sé. Uno de nosotros tendrá que ir a buscarlo. Escucha, ¿puedes ayudarnos con mi padre y con Gokú? Raditz y yo iremos a buscar a Krilin mientras los revisan.

Trunks miró hacia el ala médica donde estuvo más temprano ese día. La Corporación Cápsula era el mejor lugar para recuperarse y reorganizarse, que era exactamente lo que él quería. Desde que había hecho atravesar la pared a Vegeta ese mismo día, las cosas se sucedieron demasiado rápido y ahora necesitaba tiempo para respirar.

—¿De verdad me estás pidiendo que deje que ese maldito vuelva a mi propiedad?

La expresión en el rostro de Trunks cambió a una de pesar. Volvió a mirar a Bulma y ​​casi se sorprendió por la cantidad de odio en sus ojos. Era la misma mirada que tenía en su línea de tiempo cada vez que surgía el tema de los androides. Le dolió cuando se dio cuenta de que para su madre, Vegeta se había convertido en el equivalente de ellos en esta línea de tiempo.

—Bueno, ¿al menos Raditz puede llevar a Gokú adentro para que lo ayuden? —preguntó mirándola irritado.

La ira de Bulma desapareció al ver el agotamiento en los ojos de Trunks y suspiró.

—Esta bien, llévenlos adentro. No hay mucha gente en la Corporación porque casi todos se fueron cuando la ciudad fue atacada, pero sé que algunos todavía están allí. Ellos sabrán qué hacer.

Trunks le brindó una cansada sonrisa de gratitud. Él y Raditz le dieron la espalda para llevar a los dos saiyayíns heridos al ala médica cuando Bulma gritó:

—¡Trunks!

El adolescente giró y levantó una ceja. 

—¿Sí?

—¿Puedo hablar contigo un segundo antes de que lo lleves?

Trunks se volvió hacia Raditz y con una mirada dura y un movimiento de barbilla hacia el ala médica, dos gestos hechos de un modo muy parecido a como solía hacerlos Vegeta, le ordenó en silencio que llevara a Gokú adentro. Raditz asintió; Trunks se había ganado su respeto al demostrar su valía en la batalla. Además, era el hijo de Vegeta y con el príncipe todavía fuera de combate, respondía a él ahora. El saiyayín mayor miró al pequeño que se aferraba a su pierna.

—Vamos, niño, entremos. Llamarás a tu madre antes de que sufra un ataque al corazón —dijo Raditz reacomodando a Gokú lo mejor que pudo. Gohan asintió en silencio y siguió a su tío.

Cuando estuvieron solos, Trunks se volvió hacia su madre. Bulma se enderezó de inmediato; ella había tratado de echarle un vistazo al príncipe inconsciente mientras su hijo estuvo de espaldas. Sí, ya lo había visto de cerca, pero eso fue antes de que supiera qué tipo de papel desempeñaría en su vida. Mentalmente se dio de cabezazos contra la pared por preocuparse y miró a su hijo.

—Trunks... no sé si confiar en Vegeta…

—Sé que no confías en él y no te culpo después de todo lo que te hizo, pero te prometo que no volverá a lastimarte.

—¿Cómo puedes prometer eso? —lo desafió Bulma cruzando los brazos—. Te venció en una pelea antes, ¿no?

La mandíbula de Trunks se tensó ante el recordatorio de esa pelea. Quería estar enojado con su padre por el golpe bajo, sin embargo, estaba más enojado consigo mismo por haber caído en la trampa. Durante los meses que estuvieron en el espacio, Vegeta había dicho varias veces que hacerse el muerto era uno de los trucos más viejos a los que recurrir en un combate y él cayó redondo.

—Sí, pero solo porque me agarró con la guardia baja, pero créeme, eso nunca volverá a suceder.

—¿Y tú eres más fuerte que él?

—Sí.

Bulma miró a Trunks por un momento para estudiarlo cuidadosamente antes de ceder.

—Está bien... Él puede quedarse para curarlo, pero solo si estás con él.

Trunks asintió.

—Gracias. Yo me quedaré con él y Raditz ira a buscar a Krilin sin mí. Ah, y también tengo esto —dijo metiendo una mano en su chaqueta, sacó el rastreador verde de Ginyu y se lo entregó a su madre.

—Este era el rastreador de su líder. Todo el tiempo estuvo transmitiéndole en vivo a Frízer, pero ahora está desconectado. Necesito que veas si puedes conseguirme la ubicación de Frízer para calcular cuánto tiempo tenemos antes de que llegue aquí. No quiero apurarte ni nada, pero está camino a la Tierra mientras hablamos, así que cuanto antes lo sepamos, mejor.

—Está bien. —respondió Bulma y tomó el rastreador de su mano—. Conozco los circuitos del rastreador de Raditz, así que veré qué puedo hacer. Con suerte le sacaré la información a este bebé pronto.

—Genial, gracias. —Trunks iba a darse la vuelta, pero se detuvo y la miró, ella ojeaba el rastreador—. Y si sirve de algo... siento mucho lo que mi padre te hizo a ti y a tus amigos.

La joven volvió a mirar a su hijo, un hijo que nunca tendría. Suspiró.

—Yo también lo siento, Trunks.

El adolescente se alejó derrotado. Ella no necesitaba decirle su hilo de pensamientos, podía leer a su madre como un libro. Le dolía pensar que no nacería, pero sus objetivos eran salvar esta línea de tiempo y luego volver a la suya, en ese orden. Si podía librar a la Tierra de la destrucción en la que creció, entonces su existencia era un pequeño precio a pagar.

Trunks apenas había acostado a Vegeta en la misma habitación en la que estuvo antes, cuando entró Raditz. El saiyayín se paró detrás del adolescente que intentaba despertar a su padre nuevamente dándole palmaditas en la cara, pero el príncipe seguía sin responder a sus esfuerzos.

—¿Cómo está? —preguntó Raditz mirando por encima del hombro del muchacho.

—Estará bien siempre y cuando reciba ayuda pronto —respondió Trunks y frunció el ceño mientras ponía los dedos debajo de la mandíbula de Vegeta para sentir su pulso. Habría estado mucho más preocupado si no lo hubiera visto sufrir tanto a manos de los tsufurus y de Frízer. Si todo eso no lo mató antes de que él pudiera ayudarlo, entonces esto tampoco lo haría.

—Me encargaré de que alguien venga a revisarlo.

—Está bien —suspiró Trunks—. ¿Cómo está Gokú?

—Sigue inconsciente. Considerando que tiene una pierna y otros huesos rotos, no está mal. Lo están revisando ahora. Es algo bueno que el tonto esté inconsciente o tendría un ataque de nervios por las agujas —resopló Raditz y puso los ojos en blanco al mismo tiempo. Recordaba la última vez que Gokú requirió atención médica. Nunca pensó que podría estar más avergonzado de su hermano menor hasta ese día—. También llamé a su mujer para que viniera a verlo a él y a Gohan.

—¿Y tú? ¿Estás bien?

Raditz frunció el ceño ante la pregunta, no estaba muy contento por la facilidad con la que cayó en la batalla. Su voz sonó impaciente cuando respondió:

—Estoy de pie, ¿no?

—Bien, entonces ve a buscar a Krilin mientras yo me quedo aquí.

—Krilin está muerto, muchacho —le dijo Raditz sin rodeos—. Lo sabes y lo sé. No sé por qué tengo que...

—Raditz, solo… —replicó Trunks con exasperación mientras se pasaba una mano por el cabello. Estaba luchando por mantener la paciencia, pero perdió el control—, solo búscalo, ¿sí? Puede que este herido o inconsciente o algo por el estilo. No hará daño intentarlo, así que hazlo. Y mientras estás en ello, ve si puedes conseguir algunas semillas del ermitaño para mi padre y Gokú.

—Bueno, iré a buscar a Krilin, pero no hay más semillas del ermitaño. El maestro Karín me dio la última que tenía hoy, es la que le di a Vegeta.

Por supuesto que no hay más semillas del ermitaño, pensó Trunks con amargura, eso significaría que algo estaría yendo bien para variar.

—Entonces vete —le ordenó Trunks usando un tono seco mientras miraba a su padre.

Raditz frunció el ceño y salió de la habitación gruñendo por lo bajo ... realmente están emparentados...

Lo que escuchó sorprendió tanto a Trunks que miró por encima de su hombro. ¿Qué se suponía que significa eso? Antes de que pudiera entenderlo, un médico y una enfermera entraron. Trunks dio un paso atrás y luego trató de no estorbar a los que atendían a su padre.

Finalmente se obligó a darse la vuelta para salir de la habitación, las palabras de Raditz resonaban en sus oídos. Había estado con Vegeta por meses en el espacio y hasta ahora, no pensó mucho en cómo lo estaba cambiando. Lo amaba y respetaba, sí, pero NO quería ser como él. Se frotó la nuca mientras reflexionaba al respecto y no le gustó lo que vio.

Iba a salir a tomar aire fresco para despejar su mente, cuando notó a Gohan. El niño estaba sentado en una silla fuera de la habitación de Gokú con las rodillas dobladas hacia su pecho y la barbilla apoyada sobre ellas. Trunks esbozó una sonrisa agridulce. Era genial volver a ver a Gohan, incluso si el niño no tenía idea de quién era él.

—Hola pequeño, ¿cómo estás?

Gohan levantó la vista sorprendido cuando el saiyayín mestizo de mayor edad se sentó en la silla ubicada a su lado. El niño lo miró con cautela, al principio pensó que Trunks era el enemigo. Rayos, incluso cortó su colita sin dudarlo. Pero luego lo había protegido de las Fuerzas Especiales Ginyu, así que ahora no estaba muy seguro de qué pensar. Sin embargo, se relajó un poco al ver la sonrisa genuina que Trunks le dio.

—Estoy bien. Están ayudando a mi papá —respondió Gohan y nuevamente descansó la barbilla sobre sus rodillas.

—También están ayudando a mi padre, así que los dos estarán bien. Son bastante fuertes. —Hubo un momento de silencio entre ellos antes de que Trunks agregara—. Por cierto, lamento lo de tu cola. Solo estaba protegiendo a mi padre, no me guardas rencor ¿verdad?

Gohan negó con la cabeza manteniendo la vista al frente. Después de ver a Gokú ser pulverizado por Rikkuum, definitivamente entendía lo que debió haber sido para Trunks. Habría hecho lo mismo si la situación hubiera sido al revés.

—Ninguno. A mi mamá nunca le gustó mi cola de todos modos.

Trunks sonrió. 

—Me lo imagino.

—Lamento haber ayudado a lastimar a su padre, señor Trunks. Es que él era tan… aterrador —admitió Gohan con desconfianza, como si temiera la reacción del adolescente ante sus palabras.

Sin embargo, para su sorpresa, Trunks se rio a carcajadas. El niño no tenía idea de que su futura contraparte le había dicho exactamente lo mismo en su línea de tiempo alternativa: que Vegeta lo asustó muchísimo cuando se conocieron.

—Mi padre puede dar miedo, eso es seguro, pero es un buen tipo si miras su interior. Y solo llámame Trunks, todavía no soy tan viejo como para que me llamen “señor”.

—Bueno, está bien, Trunks. —Gohan miró hacia otro lado y la sonrisa de Trunks desapareció poco a poco.

—Estás pensando en Píccolo, ¿verdad? —preguntó leyendo al niño de manera perfecta.

Gohan bajó la mirada al suelo y soltó un profundo suspiro que llevaba el dolor de un anciano que miraba su vida con pesar. Podía sentir las lágrimas en el fondo de sus ojos. Aun cuando las contenía fácilmente, no confiaba en su voz para responder, por lo que permaneció en silencio.

—Sabes, Gohan, yo también tuve un mentor. Lo mataron una noche en una pelea y no pude evitar que sucediera porque me dejó inconsciente antes —admitió Trunks en voz baja. El aliento de Gohan quedó atrapado en su garganta mientras lo miraba—. Sé cómo te sientes, pequeño, sé exactamente cómo te sientes.

—No es justo. —Se ahogó Gohan. Trunks puso su mano en la nuca del niño y le dio un apretón reconfortante.

—Lo sé.

Ambos mestizos saiyayíns permanecieron en silencio dándose consuelo el uno al otro. Pasado un rato, los pensamientos de Trunks comenzaron a alejarse y dirigirse hacia la inevitable confrontación con Frízer, cuando de pronto Gohan se puso de pie.

—Son mi mamá y mi abuelo —exclamó el niño que sonrió y corrió hacia una ventana para mirar afuera. En efecto, vio a Milk y a Ox Satán deteniéndose al frente de la Corporación Cápsula. Gohan los saludó con la mano mientras Trunks se levantaba.

—Eso es genial, pequeño —dijo Trunks distraídamente, sus pensamientos estaban ocupados con destinos y líneas del tiempo estropeadas. Se iba a dar la vuelta para ir a ver cómo seguía su padre cuando Gohan lo llamó.

—Oye, Trunks.

—¿Sí? —preguntó el adolescente volviendo el rostro a medio camino.

—Gracias —dijo Gohan y le dio una sonrisa de aprecio.

Trunks le devolvió la sonrisa en respuesta.

—De nada.

***********

Una vez que fue suturada y tomó sus medicamentos, Bulma se puso a trabajar. Un par de horas después, ella seguía revisando el rastreador de Ginyu en uno de los laboratorios intactos. Este era mucho más avanzado que el de Raditz y ella acababa de llegar a un obstáculo en su progreso. Estaba tan cerca de conseguir los datos cifrados. No ayudaba que estuviera nerviosa porque esperaba que las explosiones comenzaran de nuevo o que tuviera el noticiero de fondo informando sobre todo el daño que causaron las Fuerzas Especiales Ginyu.

Minutos después, entró en la cocina para buscar el rastreador de Raditz. Sería un buen punto de partida para entender el de Ginyu. Lo encontró justo donde lo dejó, en la mesa donde había estado trabajando acompañada de Yamcha. Lo agarró mientras bostezaba e iba a salir cuando vio algo en el piso. Parpadeó por la sorpresa antes de agacharse.

Había tres semillas del ermitaño, eso la confundió por un momento hasta que recordó que Yamcha estuvo sentado allí temprano ese día recostado en su asiento. Debieron haberse caído de su bolsillo, esa era la única explicación. Mirando hacia el cielo, pronunció un silencioso gracias a su amante caído y se dirigió al ala médica. No estaba segura de darle una semilla a Vegeta, pero tener curado y nuevamente de pie a Gokú la haría sentir mil veces mejor con su decisión de albergar por un tiempo al saiyayín peligroso.

Bulma no tardó mucho en encontrar a Gokú. Pudo escucharlo gritar tan pronto como abrió la puerta de la habitación que le asignaron.

—¡Ay, no! ¡Aleja eso de mí!

—¡Gokú! —Se escuchó el grito de Milk—. Te tienen que aplicar los fluidos para que sanes más rápido, ¡así que deja que el médico haga su trabajo!

Hubo un gemido de rendición seguido de un momento de silencio. Luego, más gritos:

—No, no puedo hacerlo, ¡ALÉJALO!

—Hola chicos. —Bulma los saludó alegremente mientras entraba en la habitación.

Gokú parecía tan pálido como sus sábanas. Su pierna y su brazo derechos estaban enyesados y había una gran cantidad de vendajes y contusiones en su cuerpo. Le dio a su antigua amiga una mirada que decía por favor sálvame, mientras un médico que se hallaba a su lado trataba de colocarle la vía intravenosa que el saiyayín se había arrancado hace unos momentos cuando volvió en sí. Milk se paraba al otro lado de la cama y, ​​a un costado, Ox Satán se encontraba sentado con Gohan en su regazo. Ambos estaban sonrojados de vergüenza.

—Bulma, ¡por favor, dile a este hombre que deje de comportarse como un niño! —gritó Milk señalando a su marido. Se giró para mirar a Gokú que se estremeció al ver su mirada—. ¡Quiero que regrese mi esposo ahora mismo!

—Ay, vamos, Milk. —Se quejó Gokú mientras vigilaba la aguja por el rabillo del ojo—. Soy un saiyayín y Raditz dijo que sanamos mucho más rápido que los humanos. ¡No necesito esa cosa!

—¡Tu hermano también dijo que hay un extraterrestre psicópata que viene a la Tierra! ¡Sé que quieres pelear con él, pero primero debes SANAR!

—En realidad, ahí es donde puedo ayudar —los interrumpió Bulma. Ella levantó una semilla del ermitaño y los ojos de Gokú se iluminaron de inmediato. Bulma sonrió, se la arrojó y él la atrapó con su mano buena—. Ahora puedes volver a tu entrenamiento con los Dioses o lo que sea que hayas estado haciendo últimamente.

Gokú masticó la semilla del ermitaño y la tragó con entusiasmo. Diez segundos después, se estaba arrancando los yesos y las vendas. Se puso de pie, alzó un brazo y apretó el puño con fuerza. Sonrió abiertamente.

—Gracias, Bulma, eso es justo lo que necesitaba. ¡Wow, me siento fantástico! ¡Vaya, Raditz no bromeó al decir que nos fortalecíamos luego de cada pelea!

Se rio ni bien Milk lo abrazó justo cuando Gohan se abalanzó sobre él. 

—Debes entrenar más duro para no que no te lastimen tanto —suspiró Milk.

Bulma sonrió ligeramente mientras miraba a la familia reunida. Se escapó sin que nadie se diera cuenta, su buen humor iba desapareciendo con cada paso que daba.

Sin previo aviso y de la manera más extraña, tenía una familia propia. Consistía en un hijo que casi era un hombre y el padre de ese hijo era el hombre que casi la mata el día de hoy. Ella sacudió la cabeza y suspiró, estaba considerando seriamente en no darle a Vegeta una de las semillas del ermitaño. ¿Y si se volvía más fuerte que Trunks? Entonces lo más probable era que los mataría a todos y ella tendría que ayudarlo a reunir las esferas del dragón. La idea la hizo estremecerse.

Bulma abrió poco a poco la puerta de la habitación del príncipe para asomarse. Vegeta estaba acostado de lado con los ojos cerrados. Tenía las costillas y el pecho fuertemente vendados y otro vendaje envolvía su cabeza. Trunks se encontraba sentado en una silla al lado de la cama con los antebrazos apoyados en el borde del colchón mientras contemplaba a su padre. Miró un instante hacia la puerta cuando Bulma asomó la cabeza. El adolescente llevó un dedo índice hacia sus labios para decirle silenciosamente que permaneciera callada antes de volver su atención a Vegeta.

—Sí, lo hice —susurró Trunks.

Hubo silencio por un momento antes de que Trunks añadiera:

—Bueno, uno ya estaba muerto cuando llegué y acabé con los dos con los que ustedes peleaban, al otro lo maté yo.

Nuevamente silencio y luego:

—Era azul.

Trunks frunció el ceño mientras pensaba y después dijo:

—No, no vi a uno rojo, pero no puedo sentir que quede alguien, así que debieron atraparlo, ya que dijiste que no pueden reprimir su ki.

Una intrigada Bulma terminó por entrar en la habitación. No importaba cómo mirara la escena frente a ella, parecía que Trunks estaba hablando solo. Aunque daba la impresión de que Vegeta seguía fuera de combate, su hijo sostenía una conversación real con él. Había escuchado a Raditz mencionar la telepatía varias veces, pero nunca la vio en acción. La joven se recostó contra la pared, cruzó los brazos y los miró asombrada mientras Trunks se inclinaba sobre el príncipe.

El adolescente se sorprendió antes de que una leve sonrisa se extendiera por su rostro. 

—Sí, estoy bien —respondió en voz baja—. Está fuera de mi sistema.

Silencio y luego:

—Sí, estoy seguro.

Nuevamente silencio y después un fuerte suspiro de Trunks cuando dejó de sonreír, porque la preocupación se apoderó de sus rasgos. El adolescente extendió la mano a fin de colocarla en el pecho de Vegeta como para mantenerlo acostado.

—Padre, Nappa murió hace tiempo. ¿Recuerdas? Lo mataste.

Un notable ceño fruncido apareció en el rostro de Vegeta mientras Bulma los miraba incrédula. No sabía qué la sorprendía más: que Vegeta parecía ser una especie de asesino en serie o que Trunks ya lo supiera y no parecía importarle. Por otra parte, Trunks no se veía mayor de veinte años. Era joven e impresionable y claramente Vegeta estaba siendo una espantosa influencia. Él corrompía a "su" hijo y no iba a tolerarlo.

—¿Trunks? —lo llamó para que hablaran en privado.

Antes de que el adolescente pudiera siquiera mirarla, Vegeta se sobresaltó ante el sonido de su voz, rodó sobre su espalda y levantó una palma brillante en su dirección. Trunks inmediatamente agarró la mano de su padre y la obligó a retroceder justo antes de que matara a su madre.

—Oye, tranquilo, tómalo con calma. Nadie aquí va a lastimarte, te lo prometo —le aseguró Trunks. Vegeta, haciendo un esfuerzo, entrecerró los ojos para ver a su hijo y asintió en señal de acuerdo. Apoyó la cabeza hacia atrás luchando contra un mareo por el repentino movimiento que hizo y cerró los ojos otra vez.

Bulma tenía una mano sobre su corazón mientras exhalaba poco a poco. Vegeta la iba a matar antes de que terminara el día, de una forma u otra. Cuando finalmente recuperó el aliento, susurró:

—Trunks, necesito hablar contigo.

Trunks asintió, se paró y salió con Bulma siguiendo sus pasos. El adolescente se volvió hacia ella y cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿Averiguaste algo sobre Frízer?

—No, todavía no, pero estoy cerca, solo necesito un poco más de tiempo para descifrar el encriptado.

—Está bien, ¿de qué querías hablar?

—Encontré esto en la cocina, Yamcha debió haberlos tenido. Ya le di una a Gokú —dijo Bulma mientras le mostraba a su hijo dos semillas del ermitaño. El rostro de Trunks se iluminó cuando las vio y sonrió. Extendió la mano para agarrarlas de inmediato, pero Bulma las retiró. Ante eso, el adolescente la miró sorprendido y su madre suspiró—. Trunks... voy a confiar en ti sobre esto. Espero que realmente sepas lo que estás haciendo.

—¿Con Frízer?

—Bueno, sí, con él también, pero me refiero a Vegeta.

—Ah, está un poco desorientado en este momento, eso es todo —le explicó Trunks y se encogió de hombros despreocupadamente—. No sabía quién eras, solo estaba actuando por instinto. No le guardes rencor.

—¿Estás de acuerdo con lo que hace? —Bulma llevó una mano a su cintura con impaciencia—. ¡Quiero que sepas que casi me mata y que mató a Tien, a Chaoz y a Yamcha justo frente a mis ojos!

—Sé lo que ha hecho, pero ha hecho cosas peores, créeme.

—¿Y eso no te molesta? —le preguntó ella exasperada.

Trunks suspiró y miró por la pequeña ventana a su padre. Vegeta ya se había quedado dormido otra vez, podía sentirlo en su ki. Se volvió hacia Bulma para responderle en voz baja.

—No dije que no me molestara, pero hay mucho más en él que eso. Demonios, tú eras quien solía decirme que había más en él de lo que se veía a simple vista. Además, al final, no importa cuán desgraciado pueda ser, sigue siendo mi padre. Así que, ¿me darás una semilla del ermitaño para que ya no sufra más?, ¿por favor?

Bulma dudó solo por un momento antes de finalmente poner las semillas en su mano. No confiaba en Vegeta ni un poco, pero confiaba en Trunks.

—Solo ten cuidado con él, ¿de acuerdo? —El adolescente no pudo evitar sonreír ante su tono maternal.

—No te preocupes. Ha tenido la oportunidad de matarme varias veces, pero no lo ha hecho —le aseguró Trunks. La joven lo miró inexpresiva. Si ese era su intento por aliviar sus preocupaciones, había fallado. Sin embargo, antes de que ella pudiera responder, agregó—. Y si no te importa, mantengamos esto entre tú y yo. Cuanto menos sepan los demás sobre mí, mejor.

Bulma asintió con la cabeza y luego Trunks regresó a la habitación de Vegeta. Segundos después, el príncipe estaba sentado arrancándose los vendajes con Trunks parado a su lado. Bulma no pudo aguantar la curiosidad y espió por el cristal de la pequeña ventana.

—¿Todavía no llega al planeta? —preguntó Vegeta terminando de arrancarse las vendas del pecho. Frunció el ceño cuando vio el extraño short que ahora llevaba puesto, tiró de ellos con curiosidad y desprecio.

—No, pero definitivamente está en camino.

—¿Cómo lo sabes?

—Hablé con él.

Vegeta alzó la mirada. 

—¿Cuando? —preguntó.

—Después de que maté a Ginyu. Estaba escuchando a escondidas a través del rastreador…

—¿Los otros todavía están vivos? —lo interrumpió el príncipe con un tono de voz enojado mientras se ponía de pie.

—¿Qué? ¿Quienes?

—Kakaroto y su mocoso, ¿los dejaste vivos?

—Ah, bueno, sí, por supuesto que sí. ¿Por qué no lo haría? Están de nuestro lado.

Vegeta soltó un gruñido de disgusto y miró fríamente a su hijo. 

—Después de todo lo que hemos pasado, me parece que todavía no has aprendido una puta cosa, ¿verdad?

—Padre —suspiró Trunks ni bien Vegeta se alejó de él para revisar la habitación en busca de su uniforme y su armadura. Cuando lo encontró todo en un rincón, fue a buscarlo. Su uniforme estaba ensangrentado y rasgado en algunas partes, y su armadura había agotado su tiempo de vida. No le importaba, se las pondría aun así. Trunks continuó—. No son una amenaza, te lo aseguro, no hay razón para matarlos.

—«No son una amenaza»repitió burlonamente Vegeta mientras levantaba su armadura—. Sí, Trunks, nosotros solo caímos en picada sobre su planeta y matamos a la mitad de sus amigos. No es posible que quieran venganza y no estamos en riesgo de ser atacados tan pronto como les demos la espalda, qué idea más absurda. —Se burló el príncipe de un modo desagradable y se puso la armadura.

Trunks apretó los dientes. 

—Nadie va a atacar a nadie —repitió lo que rápidamente se estaba convirtiendo en su mantra—. No voy a dejar que suceda. Ellos no van a hacernos daño y tú tampoco los dañarás.

—Hmm, bueno, si te niegas a encargarte de ellos, tendré que hacerlo yo.

—Y cómo demonios lo harás —gruñó Trunks.

El silencio cayó entre ellos después de esas palabras. Vegeta se puso el segundo guante con tanta fuerza que las yemas de sus dedos casi rasgaron la tela. Lo soltó y apretó el puño hasta que sintió dolor mientras mantenía los ojos en su mano.

—¿Estás seguro de que quieres ir por ese camino conmigo otra vez, muchacho? —le preguntó Vegeta con una voz mortal, sin dejar de darle la espalda a su hijo—. Recuerdo que no terminó muy bien para ti la última vez.

—Sí, y recuerdo que dijiste que me matarías si tuvieras la oportunidad. ¿Y adivina qué? Tuviste tu oportunidad y no lo hiciste.

Vegeta cerró los ojos e irritado, se tronó el cuello. ¿Qué podría decir en respuesta? El muchacho tenía razón. El príncipe cambió de tema luego de darse la vuelta para ver a su hijo.

—Mira, han cumplido su propósito contra las Fuerzas Especiales Ginyu. Ahora tienen que morir para que nos concentremos en Frízer. El único problema aquí es el mismo que siempre tenemos... tu debilidad sentimental.

Trunks entrecerró los ojos cuando Vegeta caminó hacia él. La mirada del príncipe era intensa, pero su hijo no desvió la suya.

—¿Pensaste que usé tus emociones contra ti en nuestra pelea, muchacho? —Se burló Vegeta—. Estás enfrentando a Frízer, él detectará tu debilidad y la usará en tu contra tan rápido que no sabrás lo que pasó. Ahora NO es el momento para debilidades o nos matará a los dos. No podemos darnos el lujo de cometer más errores debido a tu estupidez, tu intuición despistada y tus sentimientos, ¿entiendes lo que te digo?

Trunks volvió el rostro hacia otro lado y Vegeta le agarró la cara con brusquedad para obligarlo a que lo volviera a ver mientras gruñía:

—Mírame cuando te estoy hablando, muchacho. ¿Entiendes o no entiendes lo que te estoy diciendo?

El adolescente enrojeció de vergüenza. Ni siquiera había pensado en una buena respuesta cuando la puerta se abrió abruptamente.

—¡HEY, IDIOTA! ¡No le hables así!

Padre e hijo volvieron sus rostros sorprendidos justo en el momento en que Bulma entró enojada, su paciencia al fin se terminó. Había visto suficiente y no iba a dejar que Vegeta tratara a SU hijo de esa manera. De improviso, no le importó si ella alguna vez tendría a Trunks en esta línea de tiempo. En otra vida y lugar, lo dio a luz, le puso un nombre y lo amó. Eso era suficiente para que lo reclamara y lo defendiera, incluso si eso significaba enfrentarse al volátil príncipe saiyayín.

—Bulma, está bien… —Trunks comenzó a decir torpemente.

—No, no está bien, ¡y no te atrevas a defenderlo! —le dijo Bulma interponiéndose entre él y Vegeta. El príncipe solo pudo parpadear en estado de shock cuando la audaz mujer lo miró directo a la cara— ¡Trunks es tu HIJO, imbécil! ¡Él de verdad se preocupa por ti, probablemente sea el único ser vivo que lo haga! ¿Y lo tratas así? ¿Tratas de manipularlo para que haga lo que tú quieres? ¿Por qué, porque eres demasiado débil para encargarte de Frízer tú mismo?

Mierda, pensó Trunks al sentir que el ki de Vegeta casi crujía en el aire como electricidad mientras se disparaba. Era la única señal de la furia del príncipe que miraba tranquilamente a la mujer frente a él. El adolescente agarró a Bulma por la cintura desde atrás para alejarla de Vegeta.

—Vaya, así que eres “ardiente”... —Vegeta arrastró peligrosamente las palabras y bajó los ojos hacia su garganta. Observó su pulso con la mirada hambrienta de un león considerando a su presa. Todavía no la mataba porque estaba contemplando cómo castigarla de forma adecuada por su flagrante falta de respeto. ¿Debería atravesarle el pecho y arrancarle el corazón? ¿Quizás decapitarla lentamente? ¿Quemarla viva con su ki, un centímetro de piel a la vez? Lo último sonaba intrigante; sin duda ella gritaría por piedad, la cual no recibiría.

—Bulma, ¿por qué no vas a revisar el rastreador de Ginyu? Voy a usar esa información tan pronto como la obtengas para mí —dijo Trunks con una voz nerviosa al reconocer de inmediato la mirada oscura y homicida en los ojos de su padre.

—Trunks, ¿qué te sucede? ¡No puedes dejar que te pase por encima! —gritó Bulma mirando al adolescente detrás de ella—. ¡Eres más fuerte que él, patea su trasero o algo así!

—La verdad es que no fue tan malo, solo me estaba dando un consejo.

—¿Consejo? ¡Él quiere que mates a Gokú y a Gohan!

—No te preocupes por eso. Ahora vamos, ve a buscarme esa información —dijo Trunks y prácticamente empujó a Bulma mientras la conducía hacia la salida.

Vegeta apareció de improviso justo en frente de la puerta para bloquearla. Bulma retrocedió sorprendida y se recostó contra su hijo. Un miedo real se disparó por su columna vertebral al ver la furia en el rostro del príncipe y de repente se arrepintió de su impulsividad.

Trunks gruñó y sus ojos se oscurecieron en señal de advertencia. 

—Padre, sal de mi camino.

—No te metas en esto, muchacho. Después de todo, me parece que a ella le urge aprender su lugar. Pero no te preocupes, mujer. —Una sonrisa de anticipación sedienta de sangre se extendió por el rostro de Vegeta mientras pasaba la lengua por uno de sus caninos expuestos—. Príncipe Vegeta, a tu servicio...

—Vete al coño, maldito bastardo —escupió Bulma. Odio no era una palabra lo suficientemente fuerte.

Vegeta se rio entre dientes.

—Eso puede arreglarse antes de tu muerte, si insistes.

Trunks jaló a Bulma, la puso detrás de él y luego se plantó frente a la cara de su padre.

—Es suficiente; no vas a tocarla, así que sal de mi camino antes de que tenga que hacerte a un lado —juró con la mirada clavada en la de Vegeta. Los ojos del príncipe se entrecerraron ante el evidente desafío y apretó los puños con fuerza. Padre e hijo se miraron fijamente por unos momentos tensos antes de que Vegeta rompiera el silencio primero.

—Kakaroto, que bueno que nos acompañas —dijo en un tono burlón, justo cuando el otro saiyayín apareció detrás de él.

—¿Que pasa aquí? —preguntó Gokú, Gohan se escondió detrás de él.

Milk ya se había ido con su padre y Gokú estuvo esperando a que Raditz regresara mientras al mismo tiempo vigilaba de cerca los kis de Vegeta y de Trunks. Principalmente el de Vegeta. La desconfianza que el príncipe tenía hacia él corría en una calle de doble sentido, sobre todo ahora que la amenaza de las Fuerzas Especiales Ginyu había pasado.

Pero después de que Milk se retiró, Gohan le contó lo que Trunks hizo por él. Al igual que su hijo, Gokú no sabía en quién confiar. Estaba inclinado a confiar en él, parecía un muchacho realmente bueno, aunque aún no se hallaba convencido del todo. Comenzó a tener sospechas ni bien sintió que el ki de Vegeta aumentaba, pero cuando el ki del adolescente también empezó a aumentar en respuesta a su propia ira, decidió venir a revisar las cosas.

—No pasa nada —respondió Trunks, su voz llamó la atención de Vegeta otra vez. Bulma desde atrás puso las manos sobre los hombros de su hijo y se asomó para echar un vistazo mientras el adolescente continuaba—. Bulma me informará sobre la ubicación de Frízer y mi padre estaba a punto de marcharse.

Vegeta gruñó furioso.

—Esa mujer no es nada para ti, muchacho, y aun así tratas de protegerla como si ella fuera... como si ella fuera...

Las palabras murieron y la ira en su rostro lentamente fue reemplazada por la confusión. Miró a su hijo a los ojos y luego desvió su mirada escrutadora hacia la mujer detrás de él. Bulma casi podía observar como las ruedas giraban en su cabeza y se agachó para que no la viera.

—¿Como si ella fuera su familiar? —Terminó de decir Gohan inocentemente.

Todos se volvieron anonadados para mirar al niño, excepto Trunks que cerró los ojos, levantó una mano y se frotó los ojos suspirando mientras lo hacía.

—¿Qué? —dijo Vegeta mirando al pequeño escondido detrás de las piernas de Gokú—. ¿Qué demonios acabas de decir, niño?

Gohan parecía confundido, era como si acabara de anunciar que dos más dos eran cuatro y nadie hubiera escuchado algo semejante. Se rascó torpemente la nuca, ¿no lo sabían ya?

—Bueno, ¿acaso no lo eres, Trunks? —preguntó Gohan viendo directamente al adolescente en la habitación—. Quiero decir, dijiste que te llamabas Trunks Briefs cuando peleaste con las Fuerzas Ginyu, ¿verdad? ¿Eso no significa que estás emparentado con Bulma?

—Gohan, cállate —le ordenó Gokú, no le gustaba cómo Vegeta miraba a su hijo.

—Ahí están todos —sonó la voz de Raditz cuando entró en la habitación ahora abarrotada—. Wow, ustedes dos se recuperaron rápido. Bueno, no pude encontrar a Krilin, pero…

—Raditz —lo interrumpió Gokú y solo entonces su hermano mayor notó la tensión en el ambiente.

Vegeta se quedó atónito, apenas registró la llegada de su subordinado. Estaba mirando a Gohan mientras finalmente juntaba todas las piezas. Ahora todo tenía sentido: Trunks se había ofrecido para acompañar a Raditz a la Tierra en primer lugar, luego había dicho que su madre era una genio en tecnología, además tenía un interés antinatural en este planeta fangoso. Ahora estaban aquí y parecía dispuesto a luchar hasta la muerte por proteger a esta mujer.

El príncipe se volvió lentamente hacia Trunks para buscar la verdad en sus ojos.

—Ella es... ¿tu madre?

—¿Qué? —interrumpió Raditz preguntándose qué se había perdido—. ¿Quién es su ma… —Esas palabras fueron cortadas por el codo de Gokú que golpeó sus costillas.

Trunks dudó por un momento, pero ahora estaba hasta el cuello. No tenía sentido negar nada más. Asintió con la cabeza y respondió en voz baja:

—Sí, Bulma es mi madre.

—Pero... cómo... —Vegeta luchó por encontrar las palabras antes de gritar—. ¡Eso es imposible! ¡Nunca antes había visto a esta mujer en mi vida!

—Eso es porque no soy de esta época, soy del futuro —admitió finalmente el adolescente ganándose las miradas atónitas de todos los saiyayíns de sangre pura frente a él. Vegeta en particular parecía que acababa de perder la capacidad de pensar. Trunks continuó—. Mi madre construyó una máquina del tiempo y yo la usé para volver al pasado con el propósito de advertirles a todos sobre lo que sucedería en el futuro.

—¡Wow! ¿Así que eres de la Tierra? ¿Y vienes del futuro? ¡Eso es impresionante! —exclamó Gokú.

Trunks suspiró. 

—Les explicaré todo...

Y lo hizo. Les contó todo lo que pudo sobre lo que debería haber sucedido en esta línea de tiempo, luego les contó sobre el verdadero motivo de su visita: advertirles acerca de la llegada de los androides. Un punto importante fue el virus del corazón que padecería Gokú en el futuro. Dijo que se suponía que todos debían morir, excepto Bulma y Gohan. Añadió que perdió el antídoto del virus en el espacio y que la máquina del tiempo había sido destruida, así que estaba atrapado en esta época por ahora.

Diez minutos después, Bulma masajeaba despacio los hombros de Trunks por detrás y observaba a Vegeta sutilmente mientras lo hacía. Raditz miraba con incomodidad a su hermano ahora que era consciente de cómo debería haber sido su primer encuentro. Gokú estaba de pie frente a la ventana contemplando inexpresivamente el jardín, trataba de aceptar el hecho de que él era el elegido: el que lograría alcanzar el estado del Legendario, el que destruía a Frízer de una vez por todas, el que salvaría miles de millones de vidas. Gohan miraba a Trunks con asombro, ahora que sabía que era el mentor del que el muchacho había estado hablando antes. Lejos de sentirse angustiado por su propia muerte en el futuro, pensaba en lo genial que era que él lo hubiera entrenado personalmente.

Vegeta estaba sentado al borde de la cama contemplando la pared, apretó las sábanas con tanta fuerza que sus nudillos igualaron el color de estas. Se sentía tonto por no haber descubierto la verdad sobre Trunks antes, a pesar de la gran cantidad de pistas frente a él. Estaba enfurecido más allá de la razón, porque Gokú, tan solo un saiyayín de tercera clase, era el destinado a vengar a su raza y no él. Sentía vergüenza no solo de estar destinado a fracasar, sino de morir a manos de Frízer.

Y no podía precisar lo que sentía hacia Trunks no solo por ocultarle la verdad tanto tiempo, sino por decírselo a Bulma antes que a él. Al final lo categorizó como traición. Una persona más en sintonía con sus sentimientos lo habría llamado dolor.

—No puedo quedarme aquí para siempre —dijo Trunks cortando el silencio extremadamente incómodo—. Mi madre en mi línea de tiempo está sola. Tengo que volver lo más pronto posible, ella no puede defenderse contra esos androides. Podría ser capaz de volver para ayudarlos a luchar contra esos monstruos, pero necesito que Gokú se convierta en un super saiyayín. Pero ahora no lo sé —admitió el adolescente mirando a Gokú por el rabillo del ojo—. Sin ofender, pero no estoy seguro de que seas lo suficientemente fuerte, Gokú. No estoy seguro de que alguno de ustedes lo sea —agregó perdiéndose la forma en que Vegeta se enfurecía ante sus palabras—. Eso significa que tengo que vencer a Frízer yo mismo. Puedo hacerlo, pero luego, cuando lleguen los androides... no sé si podré derrotarlos.

—Bueno, lo primero es lo primero. La prioridad es Frízer. Tenemos que vencerlo, sin importar quién lo haga —suspiró Gokú y cruzó los brazos sobre su pecho—. Así que si puedes hacerlo, Trunks, entonces hazlo. Nosotros entrenaremos después para los androides y tú podrías volver a tu casa si le pedimos ese deseo a las esferas del dragón.

—Y si las esferas del dragón no funcionan, construiré otra máquina del tiempo si es necesario. Volverás a tu casa, te lo prometo —le aseguró Bulma.

—Claro, pero tenemos que ir a Namekusei por las esferas del dragón, ya que Píccolo murió —señaló Raditz.

—Sí, pero Frízer viene camino a la Tierra. Nos convendría esperar para ir allá hasta que lo derrotemos. Después podemos reparar los daños que suframos con las esferas del dragón —sugirió Gokú.

—¿Y si Frízer va a Namekusei como en la época de Trunks? —preguntó Raditz con una expresión de ansiedad.

—No lo hará, tonto —lo interrumpió un enojado Vegeta que se masajeaba las sienes—. Él solo estaba escuchando por el rastreador de Ginyu. Así que a menos que ustedes, idiotas, hayan mencionado las esferas del dragón después de que quedé inconsciente, estamos a salvo. Además, Trunks lo desafió directamente. Confía en mí, Frízer vendrá a la Tierra.

—Bueno, tal vez Raditz y mi madre puedan ir a Namekusei para conseguir las esferas del dragón mientras nosotros nos quedamos en la Tierra para esperar a Frízer —sugirió Trunks.

—Hmm, ¿por qué esa mujer idiota no hace algo útil primero y descubre dónde demonios está Frízer? —gruñó Vegeta mirando a Bulma por el rabillo del ojo—. Es decir, si ella realmente tiene la pericia de la que se jacta.

—¡Cómo te ATREVES a hablarme así en mi propia casa! —gritó Bulma y Trunks tuvo que agarrarla por la cintura para evitar que se abalanzara sobre su padre—. ¡Vete al infierno, idiota!

Vegeta se burló.

—Pero sin follarte en esta línea de tiempo, perra.

—Oye, no le hables así —gritó Gokú mientras giraba hacia el príncipe—, esa es la madre de tu hijo.

—Sí. —Se burló Vegeta, sus ojos oscuros se volvieron fríos cuando se movieron para fijarlos en su hijo—. La madre de un hijo que nunca pedí y nunca quise, ¿no somos una familia feliz?

Trunks hizo una mueca de dolor. Su padre no lo había mirado con tanto desprecio en mucho tiempo. El adolescente no pudo mantener el contacto visual por más de unos segundos, necesitó mirar hacia otro lado.

—No lo escuches, Trunks —susurró Bulma detrás de él—. No es más que un imbécil.

—Está bien, mi padre tiene razón. Necesitamos la ubicación de Frízer antes de que hagamos más planes —cedió Trunks discretamente.

—¿Cuánto tiempo te tomará obtener esa información, Bulma? —preguntó Gokú para saber si podía volver a casa por un tiempo.

—No mucho, tal vez una o dos horas. Me pondré a trabajar ahora mismo —contestó Bulma y salió para hacer eso. Vegeta la miró sutilmente con su visión periférica cuando ella se marchó, antes de desviar la vista hacia su hijo, ya que él lo miró otra vez.

—¿Papá? —susurró Gohan.

—¿Sí, Gohan?

—¿Puedo ir a Namekusei? Quiero ayudar a traer de vuelta al señor Píccolo y a todos los demás.

Gokú sonrió.

—Primero tenemos que solucionar los problemas de la Tierra, luego veremos lo que dice tu madre, pero no veo por qué no.

—Así que estabas destinado a matarme, ¿eh? —preguntó Raditz de improviso, lo que llamó la atención de su hermano. Gokú se rio nerviosamente y se rascó la nuca.

—Bueeeeno... algo así, pero en esta línea de tiempo las cosas resultaron mucho mejor, ¿no crees?

Vegeta se comenzó a impacientar tanto que estuvo a punto de gritarles a todos que se callaran. No estaba de humor para escuchar su basura sin sentido. Justo cuando iba a ponerse de pie para hacer eso, Bulma regresó, una expresión de dolor y pérdida se había apoderado de rostro.

—Acabo de recibir la llamada de uno de los hospitales del área metropolitana. Krilin... falleció —admitió con la voz quebrada. Trunks suspiró y le pasó el brazo por los hombros. Raditz y Vegeta no se vieron afectados por la noticia, sin embargo, Gokú parecía que había recibido un golpe físico. El saiyayín más joven se dio la vuelta con los hombros caídos.

—Está bien, desearemos que regrese, no te preocupes —dijo Trunks tratando de ofrecerle algún tipo de consuelo.

Vegeta giró el rostro hacia Raditz que estaba recostado contra la pared y le preguntó:

—¿Cuál era Krilin?

—El bajo y calvo.

Vegeta se rio a carcajadas. 

—¡El calvo terminó muriendo de todos modos! La pequeña mierda se lo tiene bien merecido. No vale la pena desperdiciar un deseo en…

Sus palabras fueron cortadas violentamente por un fuerte puñetazo en la mandíbula. Gokú se movió tan rápido al lanzar el golpe que cuando Trunks se dio cuenta de lo que sucedió, los dos saiyayíns ya peleaban en el piso. Vegeta trató de defenderse con valor, pero sus palabras tocaron una fibra sensible en el momento equivocado. Gokú estaba fuera de control y se necesitó tanto del adolescente como de Raditz para separarlo del príncipe.

—¡Miserable hijo de puta! —dijo Vegeta enfurecido mientras se volvía a parar. Se limpió la sangre de su labio roto y luego retiró la mano; una brillante esfera azul de ki apareció inmediatamente sobre su palma, la echó hacia atrás y gruñó—. Pagarás caro por esto…

—¡Alto! —gritó Trunks de pie entre su padre y Gokú. Este último apenas estaba siendo contenido por Raditz—. ¡Tenemos que trabajar UNIDOS! ¡Esa es la única forma de salir adelante! —Puso los ojos en Vegeta con exasperación—. Padre, por favor.

Vegeta miró a Trunks por unos tensos segundos antes de extinguir la esfera de ki. Escupió una bocanada de sangre en el piso y se burló.

—Bien, pero como dijiste, Trunks, no te quedarás en esta línea de tiempo para siempre.

No tuvo que seguir con la amenaza verbal, ya que pasó lentamente su mirada que llevaba una promesa de asesinato de Gokú a Bulma, quien luchó contra el impulso de retroceder. Una contracción jaló de sus labios por una esquina, se dio la vuelta y caminó hacia la ventana. Una vez que llegó allí lanzó un fuerte puñetazo, todo el cristal se hizo añicos y salió por ese espacio.

—Bien hecho, Kakaroto —gruñó Raditz dejando ir a su hermano menor. Gokú todavía seguía enojado y resentido, no solo por los insensibles comentarios de Vegeta, sino por la destrucción que el príncipe había causado en tan poco tiempo. Sin embargo, se recordó que él estaba destinado a convertirse en un aliado de ellos y eso ayudó a calmarlo un poco—. ¡Ahora va a purgar todo tu maldito planeta!

—No lo hará —comentó Trunks mientras miraba en la dirección por la que su padre había volado—. Solo necesita un poco de tiempo a solas, eso es todo.

—Lo siento —agregó Bulma con pesar—. Solo quería que lo supieran, chicos, no creí que esto sucedería…

—Está bien, no te preocupes. Ya sabes lo que necesitamos —dijo Trunks.

—Volveré a ocuparme de eso ahora mismo —afirmó Bulma con una gran determinación. Tenía toda la motivación que requería y ya estaba cerca de descifrar el encriptado del rastreador avanzado en un tiempo récord.

—Bien. Se está haciendo tarde, creo que llevaré a Gohan de regreso a casa y luego volveré aquí para ver qué haremos.

—Pero papá, no estoy cansado. —Se quejó Gohan.

—Sin peros, ahora vámonos —le ordenó suavemente Gokú y empujó al niño. Miró a Raditz—. Volveré en menos de una hora, pero si Bulma lo descubre antes, aumenta tu poder para que lo sepa.

—Lo haré.

Pronto solo quedaron Raditz y Trunks en la habitación. El adolescente estaba tan agotado emocional y mentalmente que se dejó caer en una silla. Raditz lo miró para estudiarlo.

—¿Estás bien, muchacho?

Trunks asintió mientras se cubría los ojos con una mano. Se sentía exhausto. Raditz se acercó y le dio unas palmaditas en el hombro.

—No pongas esa cara, mestizo, así es Vegeta.

—Es que a veces él es tan difícil —murmuró Trunks.

—Sí, pero todavía sigo vivo, ¿no? Hace un año, ya me habría matado por luchar contra él. No sé qué pasó desde que los dejé en Rithica, pero él es diferente.

—Supongo.

—Céntrate en Frízer, no en Vegeta. Ese es tu papel en esta línea de tiempo. Tú eres el elegido ahora, el vengador. Todo depende de ti.

Trunks asintió y miró a Raditz con recelo. 

—Pensé que me odiabas.

Raditz se rio entre dientes antes de volverse para marcharse. 

—Vegeta no es el único que es diferente ahora, muchacho.

Trunks lo miró fijamente, no tenía una respuesta para eso.

**********

Más tarde esa noche, Vegeta se arrojó de un árbol sobre un tigre desprevenido con una espada de ki formada en su mano. El impacto mató al animal que cayó con un ruido sordo en la hierba. Vegeta se enderezó y disparó una ráfaga de energía para formar una fogata en la que cocinar su cena.

Media hora después, el príncipe estaba sentado con las piernas cruzadas apoyado contra una roca, comiendo un trozo de carne de tigre medio cruda mientras reflexionaba sobre la situación en la que se encontraba. Era propenso a tener mala suerte, una terrible de hecho, pero esto era más que ridículo. Las líneas generales del futuro que Trunks expuso ante todos le produjo asco y vergüenza: se había establecido en esta bola de barro para llevar una vida de mediocridad con una mujer humana y luego fue asesinado por unos androides. No era de extrañar que muriera en esa futura línea de tiempo. Se había vuelto débil.

Después estaba Trunks. En retrospectiva, Vegeta sospechaba que la edad del muchacho no coincidía con nada que recordara, pero no era como para llegar a la conclusión obvia y cotidiana de “debe venir del futuro”. Además, en una larga misión de infiltración cuando era más joven que Trunks, se había acostado con algunas mujeres que envejecían más rápido que los saiyayíns. Supuso que él era el resultado de una de esas noches de borrachera y no llevó el tema más allá.

¿Pero que esa mujer fuera su madre? La mujer de cabello azul era muy atractiva y agradable a la vista, sí. No le sorprendió descubrir que la había llevado a la cama. Con su fuego y fiereza, sabía que ella sería un gran revolcón. Sin embargo, estaba sorprendido de que la dejara vivir el tiempo suficiente para que le diera un hijo.

Por otra parte, no iba a dejar que eso sucediera en esta línea de tiempo, así que no importaba. Tan pronto como Frízer fuera derrotado, dejaría este planeta y libraría al universo de su ejército para siempre. No iba a quedarse en la Tierra como su futura contraparte. No se iba a conformar, él era mejor que eso.

Vegeta arrancó la carne de un hueso, masticó pensativamente y luego tiró el hueso al fuego. Tragó la carne mientras se recostaba antes de que dijera en un tono burlón:

—Tienes que ser más sutil que eso para acercarte sigilosamente a mí, mestizo.

—Lo imagino. Pero gracias por no purgar el planeta, lo aprecio mucho.

Vegeta puso los ojos en blanco. Se le había pasado por la cabeza purgar la Tierra, aunque no tenía sentido hacerlo. Además, Trunks lo habría detenido.

—¿Qué demonios quieres?, ¿unirte a mí en la comida o tienes más encantadores secretos que compartir conmigo? —dijo Vegeta con un tono de voz amargo.

—Padre... siento no haberte dicho la verdad antes —suspiró Trunks mientras salía de las sombras hacia la luz del fuego.

—Mmm. —Vegeta entrecerró los ojos y arrancó violentamente otro pedazo del tigre muerto.

Trunks se estremeció un poco por el asco al ver la presa semicocida, pero continuó.

—Estaba preocupado por mi nacimiento en esta línea de tiempo, eso es todo.

—No nacerás —gruñó Vegeta—, problema resuelto.

—Sí, ya lo suponía —murmuró Trunks derrotado, sus hombros cayeron mientras escondía las manos en su chaqueta.

—¿Tu madre hizo algo útil y consiguió la ubicación del maldito lagarto?

—Sí.

—¿Cuán lejos está?

—A menos de tres días de distancia.

Vegeta lo miró sorprendido. 

—¿Tres días?

—Sí. No es mucho tiempo, lo admito.

El príncipe arrojó el hueso con carne a un lado donde rodó sobre la hierba. De improviso perdió el apetito. La pelea que había esperado toda su vida estaba a la vuelta de la esquina y la ansiedad se instaló en su pecho ante la idea. Todo iba a terminar pronto de una forma u otra.

—Espero que estés listo, muchacho —dijo cruzando los brazos y miró las llamas—. No hay lugar para ningún error ahora.

—Lo sé. Hablé con Gokú y él comentó que hay una manera de entrenarnos bien antes de que Frízer llegue. Ninguno de los dos es lo suficientemente poderoso en este momento, pero tal vez si los ayudo pueda llevar a uno de ustedes a ese nivel. Lo ideal sería que ambos lo hicieran.

Vegeta volvió a poner los ojos en blanco. 

—Muchacho estúpido, ¿cuánta fuerza se puede ganar en tres días?

—Dijo que hay un lugar en este planeta donde se obtiene un año de entrenamiento en solo un día —añadió Trunks, eso inmediatamente llamó la atención de su padre.

—¿Qué? ¿Cómo?

—No lo sé, pero creo que podría pasar un tiempo allí contigo y después con él. Luego, cuando vuelva a casa una vez que Frízer sea aniquilado, ambos estarán listos para los androides suponiendo, por supuesto, que pueda regresar para darle el antídoto a Gokú —Trunks suspiró y negó con la cabeza. Había demasiados "si" que tenían que alinearse correctamente para que todo funcionara, pero, por ahora, era mejor dar un paso a la vez.

Vegeta volvió a mirar al fuego, mil pensamientos cruzaban por su mente. Podría hacer progresos considerables en un año. Diablos, si cerraba la distancia entre él y Trunks, entonces podría vencer a Frízer o, al menos, igualar las probabilidades. Sin duda, el iceyín vendría con un as bajo la manga para compensar el poder de Trunks. Sin embargo, si él y Gokú entrenaban...

Fue una decisión fácil. Podía mantenerse al margen, ser un espectador y probablemente morir en el proceso o podía entrenar, fortalecerse y contribuir. No era del tipo que entrena con otros, pero si lo hacía con Trunks, el muchacho lo ayudaría a ascender más rápido que si entrenaba solo.

Y entonces él también sería un super saiyayín.

—Bueno, ¿qué dices? ¿Quieres hacer esto? —preguntó Trunks rompiendo el incómodo silencio casi un minuto después de darle tiempo a su padre para pensar.

Vegeta miró el fuego por un rato más. Finalmente se levantó, se sacudió el polvo y miró a su hijo.

—¿Cuándo empezamos?