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Punto sin retorno

Capítulo veinte

Punto de ruptura

 

 

—KAAAAA... MEEEEEE...

El fuego rojo que rodeaba a Gokú lo hacía brillar como una estrella a punto de explotar. Se sostenía en una rodilla apoyada sobre el piso y sus manos temblaban mientras clavaba los ojos en Trunks, que volaba por encima de él. El joven saiyayín mestizo tenía las manos echadas hacia atrás, estaba reuniendo su propia energía para el enfrentamiento que empujaría a Gokú a la ascensión. Un brutal ki azul eléctrico salía de sus manos y su aura dorada se encendió al aumentar su poder.

Algo está mal, pensó Trunks de improviso y se sorprendió ante la sensación que repentinamente se había instalado en su pecho. Apretó los dientes, apartó esa sensación y se enfocó en reunir más energía.

—HAAAAAH... MEEHHHH...

El adolescente tuvo que resistir el impulso de sacudir la cabeza con admiración. Solo habían entrenado por seis meses, pero Gokú ya se encontraba al borde de la legendaria ascensión. Él tenía un talento innato y su progreso fue mucho más veloz que el de Vegeta. Estaba seguro de que podría ascender aquí y ahora. Este no era el momento para distracciones.

Pero entonces la sensación en su pecho se intensificó. Solo había sentido eso una vez en su vida: cuando se despertó después de que Gohan lo dejó inconsciente en su línea de tiempo. Era un sentimiento de absoluta desesperanza y temor. Sus ojos se ensombrecieron por un instante mientras se preguntaba qué estaría mal. Seguramente, Vegeta no había renegado de su juramento... ¿o sí?

—¡HAAAAAAAH!

Gokú disparó una poderosa ráfaga de ki azul que de inmediato volvió a llamar su atención. Trunks estaba a punto contraatacar para empujar los límites de Gokú aún más, cuando la sensación de temor en su pecho empeoró y se extendió por su columna vertebral. No, algo definitivamente iba mal.

Sus ojos se estrecharon cuando vio el rayo en espiral dirigido a él, su propio ki que ardía entre las palmas de sus manos esperaba a ser desatado. Todo retumbaba a su alrededor en respuesta al extraordinario poder de Gokú, el cual parecía un trueno que aguardaba a que Trunks lanzara el suyo para finalmente ser completado.

Pero a escasos segundos, el adolescente esquivó el ataque y extinguió su ki al mismo tiempo. Observó cómo la poderosa energía se alejaba en espiral hacia el abismo blanco y sintió la ola del brutal calor que pasaba a su lado.

—¿Trunks? —preguntó Gokú mientras jadeaba por aire.

Fue entonces que ambos escucharon los golpes que confirmaron la intuición. Gokú solo pudo sorprenderse cuando el aura dorada de Trunks se encendió antes de que volara hacia las pequeñas habitaciones sin decir una palabra. El saiyayín de inmediato salió disparado tras él y tuvo que volar lo más rápido que pudo para no quedarse atrás. Trunks descendió y corrió a toda velocidad mientras sacaba su espada, bajó el hombro y cargó contra la puerta de la Cámara del Tiempo con tanta fuerza que casi mata al señor Popo, quien había estado golpeándola.

—¡Trunks! ¿Qué pasa? —insistió Gokú que lo alcanzó un par de segundos después. Estaba sin aliento por su combate.

Pero Trunks ya había corrido hacia el borde del templo y miraba con el corazón a mil por hora. Se le hizo un nudo en la garganta mientras apretaba el mango de su espada, prácticamente podía oler la muerte desde donde se ubicaba. Tenía que ser una purga. Su primer pensamiento furioso fue que Vegeta había hecho esto, pero cuando extendió sus sentidos con el fin de buscarlo para ponerle fin al derramamiento de sangre, su furia dio paso a la confusión y luego a la preocupación. No sentía el ki de Vegeta en lo absoluto.

—¿Qué diablos está pasando aquí? —preguntó en voz alta, sus ojos se ampliaron conmocionados al sentir miles de ki que no reconoció.

—Estaba tratando de que me oyeras, Trunks —dijo el señor Popo desde atrás mientras Gokú se apoyaba en él—. ¡La Tierra está siendo invadida! Necesitan tu ayuda…

—¡Qué! —gritó Gokú asombrado—. Pero se suponía que Frízer no debía…

—¡No es Frízer, lo más seguro es que sean los restos de su ejército que envió a purgar el planeta! —gritó el adolescente—. ¡No hay tiempo, Gokú! ¡Empieza a acabar con esos tipos, tengo que encontrar a mi padre!

—¡Trunks, espera! —le gritó el saiyayín de sangre pura, pero él ya se había ido.

Trunks volaba a una velocidad supersónica por el cielo nocturno hacia la Capital del Oeste mirando la destrucción. Había tanta muerte debajo de él que lo hizo sentir enfermo. Cadáveres, tantos cadáveres humanos y alienígenas por igual. Los edificios estaban en llamas y todavía seguían produciéndose ligeras explosiones a lo lejos.

El adolescente extendió sus sentidos de nuevo e identificó a Raditz y a Gohan. Peleaban, podía sentirlo. Se encontraba lo suficientemente cerca de la Corporación Cápsula para captar a Bulma, algo en lo que estaba muy versado al tratar de protegerla siempre en su línea de tiempo. Tardó unos segundos en identificar su ki débil que se movía rápido: parecía estar bien. Era solo su padre a quien no sentía. Como suponía que el príncipe ocultaba su ki, Trunks trató de alcanzarlo por telepatía, sin embargo, no recibió ninguna respuesta.

Pero ¿cómo pudo ser derrotado? ¡Ninguno de estos tipos es más fuerte que él!, pensó con desconcierto. Finalmente cambió de táctica y contactó a Raditz.

¡Raditz!

Tomó unos segundos antes de que él respondiera:

¿Trunks? ¿Ya estás afuera?

¿Dónde está mi padre?, preguntó el adolescente mientras miraba a la Capital del Oeste. Su casa estaba destruida, él había viajado para evitar precisamente eso. Sus ojos azules se oscurecieron cuando vio a un grupo de alienígenas disparando ráfagas de ki a voluntad para quemar a los terrícolas. Gritos de agonía se elevaron hacia él y respondió de inmediato disparando una ráfaga propia mientras volaba sobre ellos. Mató al grupo instantáneamente cuando el hormigón y el metal explotaron por su ataque. Trunks siguió volando manteniendo su velocidad todo el tiempo.

Se dirigía hacia el norte. Había un gran nivel de poder que percibimos allí. Debe haber sido Frízer, pero... Raditz emitió un torrente de furiosas maldiciones mentales mientras esquivaba el ataque salvaje de un alienígena con el que estaba luchando en la calle. El saiyayín retrocedió rápidamente y se disparó al aire cuando un auto fue arrojado justo donde había estado hace un segundo. El auto se estrelló contra una tienda con tanta fuerza que la demolió al impactar y produjo una gigantesca explosión.

Raditz! ¿Todavía tiene la semilla del ermitaño o ya la usaron?

Aún debe tenerla, le comunicó Raditz por vía mental y desesperado, levantó las manos sobre su cabeza para reunir su ki. Él apretó los dientes y trató de mantener la mirada en su enemigo mientras vigilaba a Gohan, quien se hallaba involucrado en una acalorada batalla. Todo esto sucedía al mismo tiempo que trataba de mantener el contacto mental con Trunks. Estaba a punto de disparar cuando otro guerrero alienígena le disparó una poderosa ráfaga de energía directamente a su espalda. El saiyayín lo notó, dio un salto mortal hacia atrás para salir del camino y mientras estaba boca abajo en el giro, disparó su ataque contra el alienígena, lo que envió al lagarto azul chillando de regreso a la distancia.

¡Lo siento muchacho, estoy un poco ocupado ahora!, dijo Raditz mentalmente. ¡Tienes que ir a buscar a Vegeta! No sé dónde está Frízer, el poder cayó y ya no puedo sentirlo, ¡MIERDA!, maldijo Raditz al ser sorprendido por un codazo en la nuca que lo envió directo hacia el ataque de ki de otro guerrero. Apenas pudo levantar los dos brazos para defenderse cuando las cifras comenzaron a sacarle ventaja.

¡Solo resiste! ¡Gokú irá a ayudarte!, le respondió Trunks por vía mental y se dirigió al norte, todo el trayecto buscó con desesperación a su padre en el suelo mientras disparaba poderosas ráfagas a todos los alienígenas que veía en el camino. Rápidamente acumuló una gran cantidad de cuerpos, ya que mataba de un modo despiadado exento de dudas. Sin siquiera pensar en sus acciones, Trunks frunció el ceño al reflexionar en el alto nivel de poder que Raditz había sentido.

Frízer, ¿ya estaba aquí? Y si ese fuera el caso, ¿dónde estaba ahora? No podía sentir ningún nivel de poder enorme. ¿Vegeta lo había derrotado? No era demasiado descabellado, concluyó Trunks con optimismo, especialmente si su padre logró transformarse en un super saiyayín. Tal vez él había derrotado a Frízer y luego se desmayó por el agotamiento.

Sus pensamientos, optimismo y vuelo se detuvieron abruptamente en el cielo nocturno. Trunks se quedó sin aliento mientras miraba un enorme claro circular estéril de casi un kilómetro de radio en el medio de la Capital del Norte. Casi parecía un campo de batalla preparado, pero lo que llamó su atención fue Vegeta que estaba en el interior con un rastro de sangre que venía del borde del claro como si se hubiera arrastrado —o lo hubieran arrastrado— al centro. Incluso desde donde estaba en el cielo, Trunks sabía que era grave. Bajó de inmediato y cayó de rodillas junto a su padre.

Ahí está mi nueva mascota mestiza, justo a tiempo.

¿Atacamos ahora? El tonto está tan preocupado por Vegeta que no nos ha notado.

¡Paciencia, querido hermano, paciencia! El mono mestizo no nos notará mientras sigamos ocultando nuestro poder. Además, tengo curiosidad por ver cuál es la relación entre estos dos. No arruines mi entretenimiento...

—Oh, no —susurró Trunks completamente desolado mientras miraba a su padre. El príncipe estaba tumbado sobre su espalda, su cara era un desastre ensangrentado y, aun así, fue la horrible herida en su estómago lo que hizo que las manos de Trunks comenzaran a temblar. En el mejor de los casos se hallaba inconsciente, pero en el peor...

—No, no, no, no otra vez, no otra vez —siseó Trunks por lo bajo, imágenes del cuerpo muerto de Gohan cruzaban por su mente y el sudor corría por su nuca. No podía sentir el ki de Vegeta en lo absoluto. Al instante comprobó el pulso de su padre con una mano y puso la otra sobre su pecho para sentir si este se elevaba. Mantuvo ambas manos quietas durante unos segundos que le parecieron décadas. Vegeta no estaba respirando, pero había unos débiles latidos cardiacos. Eso era suficiente.

Trunks no perdió el tiempo. Se inclinó sobre él, agarró su armadura y la levantó tanto como pudo para deslizar su mano por debajo. Cerró los ojos con fuerza cuando sintió la piel helada del pecho de su padre y trató de ignorarlo mientras buscaba la semilla. Después de unos segundos, se le acabó la paciencia y desesperado, le quitó la armadura de un jalón. La semilla salió volando por el fuerte arrastre y rodó sobre la tierra.

De inmediato la recuperó, usó la fuerza para abrirle la boca y prácticamente empujó la semilla del ermitaño dentro. Luego agarró a Vegeta por debajo de los brazos y lo alzó un poco para que se sentara, lo que obligó a que la semilla descendiera. Una vez que lo vio deglutirla, se sentó detrás de él a fin de servirle de apoyo mientras trataba de ignorar lo frío y sin vida que se sentía.

Y esperó.

Trunks enterró su rostro contra el hombro de su padre cuando sus ojos se cerraron al llenarse con lágrimas ardientes que luchaba por controlar.

Esperó un poco más.

Finalmente, después de unos largos y agonizantes segundos para él, Vegeta tomó aire de un modo brusco y rompió en un ataque de tos tan fuerte que lo hizo escupir sangre. Trunks sintió que la capacidad de respirar había sido restaurada para los dos. Suspiró de alivio y le dio unas palmaditas en la espalda para ayudarlo en su lucha por recuperar el aliento. Sin embargo, unos momentos después de hacer contacto, Vegeta echó el codo hacia atrás y casi lo clavó en la cara de su hijo. Trunks apenas logró bloquearlo antes de que el príncipe comenzara a elevar su poder en lo que era un delirante esfuerzo por luchar contra quien asumió que era Frízer tratando de torturarlo.

—¡Padre, basta! ¡Soy yo! —gritó Trunks haciendo que instantáneamente terminara la lucha de Vegeta.

¿Acaba de llamar a Vegeta PADRE?

Sí, pero no tiene sentido. De todos mis hombres, Vegeta fue quien hizo el mayor esfuerzo por evitar tener descendencia... ¿cómo pudo tener uno sin que me entere?...

Te lo dije hermano, te dije que mataras al príncipe mono cuando era un niño, ¿no? Ahora ha engendrado a un super saiyayín. ¡Todo esto podría haberse evitado si no fuera por tu arrogancia!

Cálmate, Cooler, ambos morirán de todos modos.

¿También estás ciego? ¿No viste como curó a Vegeta?

Sí, pero es útil saber que tienen algo para restaurar la salud, en lugar de sorprendernos más tarde. No hace ninguna diferencia; en cualquier caso, todavía los superamos en fuerza. Además, ¡mira cuán unido está el mestizo a mi príncipe favorito! Es bastante conmovedor, ¿no?...

Tomó cerca de quince largos segundos para que las heridas de Vegeta se curaran por completo debido a que se tuvo que eliminar la sangre de sus vías respiratorias para que pueda respirar. Trunks se paró, agarró a Vegeta por el tórax y lo puso de pie. El príncipe se dobló, apoyó las manos sobre las rodillas y tosió los últimos restos de sangre.

—No me sigas asustando así. —El joven mestizo sonrió aliviado, pero solo por un instante. Le tranquilizaba que su padre estuviera bien, no obstante, el planeta todavía seguía siendo purgado.

Vegeta finalmente se comenzó a enderezar, se limpió la sangre de la cara con el antebrazo, se miró a sí mismo y se cubrió el estómago ahora curado con una mano. Cerró los puños con fuerza mientras se terminaba de incorporar, sentía como una nueva energía corría por sus venas. Apretó los dientes, todavía no era suficiente.

—Padre, tenemos que…

Las palabras de Trunks fueron interrumpidas instantáneamente cuando Vegeta le dio un fuerte puñetazo en la cara. Trunks cayó, había sido tomado desprevenido. Miró a su padre sorprendido con una mano en el costado de la mandíbula.

—¿Me diste la semilla? —le gritó Vegeta lleno de furia—. ¡Deberías haberla guardado para ti, maldito idiota!

—¡Qué… ¡Pero te estabas muriendo!

—¡PODRÍAS HABER DESEADO QUE REGRESE! ¡Esa era la última semilla que teníamos! ¡Sigues siendo nuestra única oportunidad y acabas de arruinarlo todo al darme la última en lugar de guardarla para ti!

Los ojos de Trunks brillaron de ira mientras se volvía a poner de pie. 

—Bueno, tal vez si no hubieras tratado de enfrentarte a Frízer sin mí, ¡entonces no te habrías lastimado y no habría necesitado usar la semilla del ermitaño! ¿Por qué no te limitaste a venir por mí?

La cara de Vegeta se puso roja de ira y vergüenza; en el calor del momento, ante las desalentadoras probabilidades, lo obvio se le había escapado. Por lo menos debería haberlo intentado. Un raro percance, pero no tan malo como el que lo preocupaba. Su mirada se oscureció considerablemente mientras gruñía:

—¿Quieres ir por ese camino conmigo, muchacho? Bien, entonces, ¿por qué no te encargaste de Cooler como dijiste que habías hecho? ¿Me estuviste mintiendo todo este tiempo o solo lo dejaste vivir porque fuiste demasiado débil para acabar con él?

—¿Qué? —preguntó Trunks, su cara adquirió una expresión de confusión—. ¿De quién estás hablando? ¿Del tipo de los Juicios? Maté a todos allí…

—No hiciste una mierda. —Vegeta lo miró con desprecio—. ¡Cooler está vivo y está aquí con Frízer!

Trunks gruñó:

—Eso es imposible, yo lo maté…

—¿Y qué, crees que yo mismo me perforé el estómago? ¡Frízer me sorprendió solo porque yo estaba distraído con Cooler! ¡No ACABASTE con él, imbécil! ¡Cuántas veces te he dicho que tienes que asegurarte de acabar con tu enemigo!

—¡Hey, aquí están!

Ambos alzaron la vista para ver a Gokú volando hacia ellos. Vegeta le dio a Trunks una última mirada de desprecio antes de ir a recuperar su armadura maltratada. Trunks suspiró lentamente, miró a su padre con exasperación y luego miró a Gokú que descendía al lado de ellos.

¿Quién diablos es él?

No lo sé, pero interrumpió una discusión muy interesante.

¿Puedes ver su cara desde dónde estás?

No, ¿por qué?

Se parece al saiyayín que dirigió la última rebelión antes de que destruyeras el planeta Vegetasei. ¡Se parece a él!

¿Bardock? No puede ser él, yo mismo lo vi arder hasta morir.

Hermano, el parecido es inconfundible. Debe ser un saiyayín.

Bueno, entonces es una suerte que esté aquí, ¿no? Es muy conveniente, así podremos matar a todos los monos de una buena vez...

—Gokú, ¿qué haces aquí? —le preguntó Trunks cuando Gokú se les acercó.

—Les di una mano a Raditz y a Gohan. Me hice cargo de un número suficiente de esos extraterrestres para poner las probabilidades a su favor. Raditz dijo que se encargarían del resto, así que me envió aquí para asegurarse de que todo estuviera bien. —Miró a Vegeta y alzó una ceja ante su ensangrentada espalda desnuda que dejó de estar visible unos momentos después, ya que el príncipe se puso su armadura. Gokú bajó la mirada y se sorprendió al ver toda la sangre en la tierra—. Vaya, parece que las cosas se pusieron difíciles, aunque supongo que ahora todo está bien, ¿no?

—En realidad no —murmuró Trunks y frunciendo el ceño miró a su padre antes de examinar el lugar. Extendió sus sentidos, sin embargo, no podía sentir a nadie más fuerte que los dos saiyayíns con los que estaba parado—. Frízer y Cooler están en este planeta, pero no puedo sentirlos, ¿tú puedes?

—No —respondió Gokú rascándose la nuca—. ¿Quién es Cooler?

—Es el hermano mayor de Frízer. Pensé que lo maté hace mucho tiempo, pero de alguna manera, sobrevivió...

—Están cerca —anunció Vegeta, finalmente notó el rastro de su sangre en la tierra y sus músculos se tensaron. Había sido arrastrado hacia el centro del claro después de desmayarse por el dolor para estar a la vista. Maldijo en voz baja y miró a su alrededor—. Sí, deben estar cerca. Prepárate, lo más seguro es que nos están mirando ahora mismo…

—Pensé que habías dicho que no sabían cómo ocultar su poder —dijo Trunks irritado, todavía seguía enojado por el golpe que le dio.

Vegeta le lanzó una mirada de odio por el rabillo del ojo mientras se burlaba.

—No sabían, pero cuando tú les mostraste claramente que estabas ocultando tu poder en los Juicios, les enseñaste que era posible, mestizo idiota…

—Bien, muchachos, vamos a calmarnos —interrumpió Gokú, que miraba con seriedad a su alrededor. Más allá del claro había edificios que estaban en llamas o destruidos, también había escombros, humo, cadáveres y sangre. Incrédulo, apretó los puños con fuerza. Nunca había sido testigo de tanta destrucción y le dolía verlo—. Ahora no es el momento, tenemos que trabajar juntos.

Trunks retiró lentamente su espada de la funda. 

—No creo que estén cerca, ya habrían atacado. Escuchen, ¿por qué no van a ayudar a Raditz y a Gohan a deshacerse del resto de los alienígenas para que no causen más daño? encontraré a Cooler y a Frízer por mi…

Vegeta negó con la cabeza.

—Son demasiado fuertes, muchacho, vas a necesitar ayuda.

—Puedo vencerlos a los dos por mi cuenta —lo interrumpió Trunks con tanta confianza en su voz que estuvo al borde de la arrogancia—. Ustedes dos no son los únicos que se hicieron más fuertes en la Cámara del Tiempo…

—Te volviste más fuerte, ¿verdad? Qué maravilloso. Después de todo, tendré un desafío.

Gokú, Vegeta y Trunks se volvieron de inmediato, solo para ver a Frízer parado frente a ellos, a unos quince metros de distancia. El tirano les ofreció una sonrisa, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho mientras su cola se movía de un modo perezoso. Vegeta y Trunks se sorprendieron, nunca lo habían visto antes en esa transformación. Su armadura había desaparecido y su piel se veía lisa y en su mayoría blanca con toques púrpura. Era una maquina compacta para matar. Frízer lucía casi irreconocible si no fuera por la oscuridad en sus ojos que era exclusivamente suya y, desde luego, por su elegante voz que era inconfundible.

Vegeta tragó saliva con fuerza. A pesar de que su horrible herida había sido curada, la piel de su estómago se tensó inconscientemente, como si temiera ser abierta en segundos.

—Mmm, siempre es maravilloso dejar a una audiencia sin palabras —dijo Frízer con una sonrisa siniestra. Lentamente extendió los brazos a los costados haciendo que sus tres adversarios se pusieran en posición de lucha. Frízer sonrió ante su reacción, cerró los ojos y comentó con aire de suficiencia—. Pero no los culpo, monos. Después de todo, soy el ser más poderoso del universo.

—Me ocuparé de él —le susurró Trunks a los saiyayíns que estaban de pie atrás y apretó su espada—. Ustedes dos salgan de aquí…

—Nadie se va a ninguna parte —interrumpió una voz firme. Sin darle la espalda a Frízer, todos los que tenían sangre saiyayín miraron sobre sus hombros, solo para ver a Cooler parado detrás de ellos a unos quince metros. Cooler hacía coincidir su sonrisa de la de su hermano. Los ojos de Trunks observaron la mitad inferior metálica de su cuerpo, apretó los dientes y se pateó mentalmente. No creyó que pudiera sobrevivir a su ataque.

Cooler vio la expresión de Trunks y su sonrisa aumentó. 

—Vegeta tiene razón, muchacho. Siempre asegúrate de acabar con tu oponente y no dejes lugar a dudas. Desafortunadamente tu error te va a costar la vida a ti y a todos los que viven en este patético planeta.

—¿Qué pasa, Frízer? —siseó Trunks volviendo la mirada hacia el tirano más joven—. ¿Tuviste que traer a tu hermano porque no puedes vencerme por tu cuenta?

Frízer se rio de nuevo y negó con la cabeza.

—Dios mío, qué arrogante. Realmente eres el hijo de Vegeta. Sí, es obvio ahora, ¡el parecido es inconfundible! —Se rio a carcajadas—. Trunks, ¿verdad? Bueno, Trunks, debo decir que serías una mejor incorporación a mi creciente ejército que tu padre. Si te hincas de rodillas, muchacho, y me juras tu lealtad, tal vez solo mate a los dos monos que están detrás de ti y te traiga a trabajar conmigo. Sería muy poético. Sabes lo que dicen, de tal padre, tal hijo...

Vegeta gruñó en voz baja, prácticamente temblaba de rabia al pensar en que el ciclo entre él y su padre se repitiera con su propio hijo. Moriría antes de dejar que suceda. Sin siquiera pensarlo, se lanzó al ataque y se detuvo solo cuando Trunks lo agarró por la cintura para retenerlo. Eso no impidió que el príncipe gritara furioso:

—Nadie con sangre saiyayín se arrodillará nunca más ante ti, ¿me oíste, Frízer?

—Hmm, qué descortés. ¿Esa es la forma de hablarme después de que tuve la amabilidad de no arrancarte el corazón hace unos momentos? —dijo el tirano con fingido dolor.

—Tranquilízate —le susurró Trunks a su padre, cuyo ki reaccionaba violentamente a sus propias emociones.

—¿Por qué hicieron esto? —preguntó Gokú con los ojos fijos en Cooler—. ¡Si querías desafiar a Trunks, podrías haberlo hecho sin matar a todas esas personas inocentes…

—Saiyayín, deberías estar agradecido de que solo hayamos traído a los soldados más débiles del ejército Liyan. —Cooler se rio entre dientes—. Además, mi hermano siempre insiste en tener entretenimiento extra. Así que no me mires, si fuera por mí, ya habríamos destruido tu planeta.

—¿Y dónde está la diversión en eso? —Frízer se rio.

Gokú se quedó sin palabras. Raditz le había contado muchas cosas sobre Frízer, sin embargo, solo ahora estando ante su siniestra presencia, finalmente lo entendía. Su maldad era casi tangible y sofocante en el aire nocturno. No podía imaginar cómo Vegeta y Raditz pudieron vivir décadas con el tirano, pero lo que en realidad no entendía era cómo estos dos extraterrestres tenían tan poca consideración por la vida. Si la purga de la Tierra se parecía a las purgas que Frízer había ordenado cientos de veces, entonces se enfrentaba al mal por primera vez en su vida.

Apretó más los puños al sentir una ira pura que se elevaba desde lo profundo de su pecho. Luchaba por mantenerse bajo control, pero todos sintieron el destello de su verdadero poder. Vegeta giró la cabeza al instante hacia Gokú y quedó sorprendido. No pudo evitar preguntarse cómo era posible que se hubiera vuelto tan fuerte en solo medio año. Era casi tan fuerte como él lo era ahora.

—Mira eso, has molestado a ese débil —resopló Cooler y ladeó la cabeza antes de preguntarle a Gokú—. ¿Te gustaría hacer algo respecto a los comentarios de mi hermano?

—Cálmate, Gokú —susurró Trunks—. Solo están tratando de provocarte para que ataques primero.

—Está bien... —dijo Gokú de mala gana, apenas era capaz de contenerse—.  ¡Rayos! ¡No puedo percibir cuan fuertes son estos tipos!

—Cooler es extremadamente poderoso —les informó Vegeta en voz baja—. Y Frízer lo es más, pero no sé cuánto...

Trunks dudó solo un segundo antes de que diera un paso en dirección a Frízer. Extendió un brazo, señaló al tirano con su espada y dijo:

—Tu hermano, mi padre y Gokú se mantendrán alejados de esto. Esta pelea es entre nosotros dos, Frízer. Tú y yo, él uno contra el otro, sin interferencias ni excusas, ¿o eres tan cobarde que no puedes enfrentarme solo?

La sonrisa de Frízer desapareció ante el evidente desafío. Sus ojos se oscurecieron y pasaron de los saiyayíns hacia su hermano. Transcurrieron unos tensos segundos de silencio en el que ambos tiranos mantuvieron un intercambio mental silencioso. Gokú y Vegeta se miraron con cautela. Esto era el final, la familia Cold sería destruida esta noche y el universo finalmente sería liberado de su tiranía intergaláctica o todos morirían y la Tierra no sería más que polvo espacial antes de que terminara la noche.

—Muy bien, muchacho, te enfrentaré solo —respondió Frízer con calma. Se rio entre dientes, levantó un dedo y lo señaló a modo de advertencia—. Pero si Vegeta y el clon de Bardock intentan involucrarse, el acuerdo queda cancelado.

Trunks, la voz de Vegeta sonó en la mente de su hijo. Trunks lo miró por el rabillo del ojo. Si Frízer comienza a perder es posible que no cumpla su palabra. Tienes que terminar con esto rápido. No puedes mostrarle misericordia, porque él no te mostrará ninguna.

Trunks asintió sutilmente antes de que sus ojos azules volvieran a su enemigo. Terminaría con esto, esta noche, o moriría en el intento.

—No necesito la ayuda de nadie, a diferencia de ti. —dijo con desprecio.

—Bueno, entonces, ¿qué estás esperando, muchacho? Vamos, deja de ocultar tu poder. Muéstrame lo que la raza saiyayín tiene para ofrecer. —Se burló Frízer.

Casi con tranquilidad, Trunks se sacó la funda de su espada, se quitó la chaqueta de cuero y se quedó en un polo ajustado sin mangas color negro de la Corporación Cápsula que Bulma le había dado. Luego le dio una sonrisa de suficiencia. 

—Como quieras.

El ki de Trunks explotó repentina y violentamente en una cegadora luz dorada que obligó a Vegeta y Gokú a retroceder tambaleándose y terminaron por caer al suelo. Ambos tuvieron que levantar los brazos para protegerse los ojos porque el polvo se alzó alrededor de Trunks en un poderoso vórtice antes de que se disparara al cielo.

Nubes oscuras se acumularon en lo alto mientras el aire giraba en torno al adolescente que soltó un grito sobrehumano cuando su verdadero potencial se abrió paso a través de él y terminó rodeándolo con una brutal energía eléctrica dorada. Su masa muscular se duplicó, lo que casi le rompió el polo, ya que su cuerpo se acomodaba a la enorme fuerza que explotó en su interior. Su cabello dorado hasta los hombros se erizó y todo su cuerpo tembló por las mareas de poder a las que nunca antes había tenido acceso.

Los saiyayíns de abajo solo podían contemplarlo boquiabiertos, nunca habían visto aumentar su poder a niveles tan extraordinarios antes. Los hermanos Cold miraron a Trunks con expresiones tranquilas y vigilantes. Frízer lo observó subir de poder durante unos segundos más, una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro y poco a poco extendió los brazos otra vez.

Había visto suficiente. Era hora de desatar su propio poder.

Gokú y Vegeta de inmediato volvieron a mirar a Frízer cuando su poder aumentó a un ritmo vertiginoso que fácilmente coincidía con el de Trunks. El suelo temblaba como si hubiera un terremoto por la cantidad de energía que generaba el tirano, el cual se desataba como violentas ondas de presión. Un ki rojo oscuro rodeó a Frízer antes de que ascendiera rápidamente al aire hasta que igualó la altitud de Trunks. Ahora estaban cara a cara y con una fuerza pareja. Pero el tirano solo se rio, parecía que pasaba el mejor momento de su vida.

—¡No tienes idea de lo privilegiado que eres, muchacho! —le gritó y sonrió—. ¡NUNCA nadie me ha obligado a llegar a mi forma perfecta y mucho menos a recurrir a la antigua técnica de compartir energía con mi hermano para aumentar mi poder!

El poder de Trunks se estableció en su máximo y levantó una ceja. 

—¿Compartir energía...?

—De hecho, hubieras tenido una ventaja antes, si me hubieras tomado por sorpresa, pero los monos nunca se han caracterizaron por ser inteligentes, ¿verdad? ¡Ahora mi poder es INFINITO, muchacho!

¡NO lo escuches!, la voz furiosa de Vegeta interrumpió los pensamientos de Trunks. ¡Él dirá cualquier cosa para que dudes de ti mismo! He oído hablar de esa antigua técnica ¡y NO es infinita! Simplemente se están absorbiendo la energía entre los dos: si matas a uno de ellos, ¡su poder volverá a la normalidad!

Trunks asintió, apretó con fuerza su espada, respiró hondo y se disparó hacia Frízer, que también estaba cerrando la distancia entre los dos a la velocidad de la luz. Trunks levantó la espada sobre su cabeza y rápidamente la bajó para cortar al tirano por la mitad, pero Frízer desapareció de vista y reapareció justo detrás de él. Trunks se agachó, evitó una patada despiadada lanzada hacia su nuca que le habría quitado la cabeza y ambos terminaron por desaparecer.

Durante unos segundos, nadie debajo pudo verlos, pero escuchaban los poderosos golpes bloqueados y veían breves destellos de luces doradas y rojas producidos por sus kis. Los puños de Vegeta se extraían sangre de lo fuerte que los apretaba. Apenas podía seguir el ritmo de la pelea mientras en silencio le pedía a su hijo que continuara.

Finalmente, la pelea se detuvo de un modo abrupto cuando Trunks dio el primer golpe que cayó directo en la cara de Frízer. El tirano lo absorbió con un silbido, tomó represalias a toda prisa y enterró su rodilla con fuerza en el estómago del adolescente. Trunks jadeó mientras se doblaba y sintió que la sangre le subía por la garganta. Nunca había sido golpeado así en su vida. Frízer lo agarró por el cabello, lo obligó a echar la cabeza hacia atrás y levantó su poderoso puño, pero Trunks lo golpeó con su espada y Frízer desapareció de vista nuevamente.

El adolescente miró desesperado a su alrededor tratando de ubicar a Frízer. El tirano apareció detrás de él y le lanzó una patada en la base de la espalda. Trunks se estrelló contra el suelo casi al instante y provocó una violenta explosión cuando el suelo se derrumbó y el polvo se elevó hacia el aire.

Vegeta sin darse cuenta dio un paso hacia adelante antes de que Gokú lo agarrara del brazo.

—Recuerda, no podemos involucrarnos. Cooler nos está mirando —susurró Gokú.

—No iba a involucrarme, idiota. ¡Y no me toques! —gritó Vegeta en la cara de Gokú mientras liberaba su brazo. Volvió a ver la acción con la mandíbula apretada. Estaba tratando de no involucrarse emocionalmente, pero falló. Trunks era su hijo y se enfrentaba a Frízer, su enemigo mortal. No había nadie en el universo que pudiera estar más involucrado en esta batalla que el príncipe saiyayín.

La risa estridente de Frízer cortó el aire. 

—¡Al fin un oponente digno! ¡Realmente disfrutaré romperte, muchacho!

Levántate, Vegeta instó por vía mental a su hijo que luchaba por volver a ponerse de rodillas, lucía afectado por el golpe en la espalda y el posterior impacto. Frízer se lanzó como un torpedo hacia Trunks, por lo que Vegeta le dijo: ¡LEVANTATE!

El ki dorado de Trunks explotó a su alrededor y se disparó de nuevo al aire como una mancha dorada justo cuando Frízer golpeaba brutalmente el suelo con su rodilla en el lugar donde había estado la cabeza del adolescente que desapareció de allí por solo nanosegundos. Frízer hizo una mueca de enfado mientras miraba al saiyayín mestizo, su cola azotaba el suelo rompiéndolo con cada impacto.

El tirano instantáneamente se lanzó al aire en un rayo de luz roja y Trunks blandió su espada hacia la derecha justo cuando estaban a punto de encontrarse. Frízer desapareció de vista, pateó la espada de las manos del adolescente y ambos comenzaron a intercambiar golpes fallidos. Fue un borrón de movimientos, bloqueos y asaltos aéreos creativos en el combate cuerpo a cuerpo que parecía en un punto muerto.

—Algo está mal —le susurró Gokú a Vegeta, que sudaba como si fuera él quien estuviera en la intensa batalla de vida o muerte—. Son iguales en fuerza, pero…

—¡Cállate, Kakaroto! —dijo Vegeta y un tic se apoderó de uno de sus ojos cuando vio como Frízer salía de la situación de estancamiento dándole una patada brutal a su hijo en la sien. Trunks respondió al instante y acabó con el combate cuerpo a cuerpo cuando disparó una poderosa ráfaga de ki que golpeó a Frízer en la cara obligándolo a retroceder en el aire. El adolescente cargó directamente contra el tirano y ambos desaparecieran de vista.

Mierda, maldijo Vegeta un minuto después mientras veía continuar la batalla. El tonto tiene razón, algo está mal.

Cuanto más duraba la pelea, más parecía que Frízer ganaba ventaja. Daba la impresión de que Trunks estaba luchando por mantenerse al día con la velocidad excepcional de Frízer y cuanto más tiempo pasaba, más castigo recibía su hijo. Vegeta apretó los dientes cuando Frízer le lanzó un codazo a Trunks en las costillas haciéndolo toser sangre. El adolescente furioso y casi desesperado respondió, pero Frízer se agachó con facilidad y apareció detrás de él. Antes de que Trunks pudiera darse la vuelta, Frízer ya había disparado una ráfaga de ki que lo golpeó en la espalda. Una vez más, Trunks se estrelló contra el suelo, esta vez con tanta fuerza que casi hizo caer a Vegeta y a Gokú.

—No puede seguir el ritmo —dijo Vegeta desalentado, sentía que su lengua se quemaba solo por admitirlo en voz alta—. No es lo suficientemente rápido...

—Lo sé —susurró Gokú mirando como un Trunks inestable se obligaba a ponerse de rodillas—. Tiene mucha fuerza, pero eso compromete su velocidad.

Ambos cayeron en un silencio tenso, ninguno de los dos quería admitir la verdad en voz alta. Trunks era su mejor carta y, aun así, iba a perder esta pelea. La única forma de que recuperara su velocidad era que perdiera algo de poder, pero Frízer seguiría siendo igual de fuerte y rápido. Era solo cuestión de tiempo antes de que el tirano lo agotara lo suficiente para ponerle fin a la batalla.

Vegeta miró sutilmente a Cooler que estaba ocupado viendo a su hermano y a Trunks. Luego volvió a mirar la batalla y abrió un vínculo mental con Gokú.

¡Kakaroto, escucha! Vegeta envió las palabras ganándose una mirada de sorpresa de Gokú. El príncipe mantuvo sus ojos hacia adelante mientras continuaba. Tenemos que ayudar a Trunks, no puede hacer esto solo.

—Pero cómo…

¡Cállate!, dijo Vegeta con dureza. Podía sentir que la mirada de Cooler se dirigía hacia ellos, lo que hizo que los pequeños pelos de su nuca se erizaran cuando el sudor estalló en su cuerpo. Tenía tanta seguridad de que Cooler estaba a punto de atacarlos que extendió los dedos para comenzar a reunir la energía necesaria para defenderse. Pero Cooler miró la batalla como si no pasara nada y sonrió con aprobación, ya que la pelea se volvía cada vez más unilateral a favor de Frízer.

Vegeta respiró hondo deseando que su corazón se desacelerara y dijo usando su mente:

... No hables en voz alta, llamarás la atención de Cooler, imbécil. Solo escucha. Tengo un plan, pero tenemos que hacerlo rápido si queremos tener una oportunidad.

Gokú no respondió nada, en lugar de eso Vegeta oyó: 

¿Cuál es tu plan?

Trunks se estaba desesperando. La desventaja en su velocidad ahora era brutalmente obvia, Frízer ya lo había olido y lo aprovechaba al máximo como un tiburón rabioso. Trunks se dio la vuelta en el aire, solo para recibir otro golpe fuerte en la cara haciendo que volara sangre de su boca.

—¿Qué pasa, mono?, ¿no puedes seguir el ritmo? ¡Pensé que ibas a ser un desafío! —Se burló Frízer.

Trunks gruñó y desapareció de vista para tratar de obtener algún tipo de ángulo nuevo que lo ayudara a recuperar la ventaja en la pelea que rápidamente se le escapaba de las manos. Sin embargo, tan pronto como reapareció por detrás de Frízer, el tirano dio un salto hacia atrás en el aire y esquivó la patada de Trunks.

—¡Vamos, muchacho, enfréntame! —gritó Frízer volando más alto en el cielo mientras Trunks lo miraba sin aliento ahora. El saiyayín mestizo echó las manos hacia atrás y una luz azul se encendió entre ellas cuando comenzó a acumular energía. Vegeta y Gokú intercambiaron una mirada y compartieron un sutil asentimiento de cabeza mientras Frízer se reía—. Ese es el espíritu, mo…

Las palabras de Frízer se interrumpieron abruptamente cuando Vegeta apareció detrás de él y lo sujetó por los brazos para inmovilizarlo y mantenerlo en su sitio, haciéndolo tan rápido que Frízer no tuvo tiempo de reaccionar. Abajo, Gokú le había lanzado una brutal patada a Cooler directo en la cabeza que atrapó al alienígena por sorpresa, luego de completar su kaioken.

¡DISPARA, TRUNKS!, gritó mentalmente Vegeta, sus músculos se tensaron más allá del límite mientras ejercía hasta el último gramo de la fuerza que tenía para mantener a Frízer en su lugar por la fracción de segundo que tomaría el ataque de su hijo.

Trunks retrocedió para disparar, pero dudó justo por una fugaz fracción de segundo. Él podría matar a Frízer ahora mismo, pero ¿mataría a Vegeta al mismo tiempo? Trunks tardó un breve y precioso momento en recordar que podía desear que Vegeta volviera a la vida con las esferas del dragón si era necesario y disparó la ráfaga de ki más poderosa que pudo generar.

Pero para entonces, ya era demasiado tarde.

Frízer había echado la cabeza hacia atrás para golpear la cara de Vegeta con lo que casi lo noqueó. Luego rompió su agarre y sin demora le propinó un fuerte codazo en el cuello que obligó al saiyayín a caer a la tierra. Finalmente se volvió, vio la ráfaga en espiral dirigida hacia él y apenas pudo apartarse del camino.

—¡Maldita sea! —gritó Trunks frustrado y jadeando por haber tenido que reunir la energía para su ataque. Miró hacia abajo donde un enfurecido Cooler ya recuperado cargaba directamente contra Gokú. El saiyayín hizo un valiente esfuerzo por tratar de defenderse, pero fue superado. No pasó mucho tiempo antes de que Cooler le disparara una brutal ráfaga de ki al pecho que lo envió a volar fuera del claro y se estrelló contra un edificio en llamas. Trunks observó como sucedía todo y apretó los dientes con furia mientras Frízer se reía.

—¡Bueno! Parece que Vegeta y su pequeño amigo han roto nuestro acuerdo. Yo diría, mi mascota mestiza, que el trato se terminó. ¿Cooler? Creo que querías participar, ¿verdad, querido hermano? —preguntó Frízer con una falsa cortesía mirando a su hermano mayor.

Cooler desde abajo sonrió sádicamente. Su modus operandi habitual era matar rápido. Le parecía una pérdida de tiempo hacerlo de otra forma. Las largas sesiones de tortura eran el juego de Frízer, pero esta noche, estaba dispuesto a hacer lo mismo.

Trunks apenas pudo reaccionar antes de estar tratando de defenderse de los dos hermanos Cold al mismo tiempo. Cooler no era tan fuerte como Frízer, pero peleando a esa velocidad, poco importaba. Siempre que Trunks podía asestarle un golpe a uno, el otro lo capitalizaba. Estaba luchando con desesperación, lo que solo lo hacía decaer en su técnica. Frízer aprovechó, con una tenacidad que demostraba por qué era el guerrero más temido del universo, para golpear a Trunks con tanta fuerza en el estómago que el adolescente prácticamente podía sentir cómo se destruía su interior. Se dobló sin siquiera poder respirar antes de que Cooler agarrara un puñado de su cabello dorado y lo forzara a arquearse hacia atrás para que Frízer le diera un fuerte codazo en el pecho.

Entre tanto, abajo, Vegeta luchaba por sostenerse en sus manos y sus rodillas. Los oídos le resonaban mientras levantaba una mano temblorosa con la que se frotó los ojos para tratar de despejar su visión borrosa producto de los golpes de Frízer. Un Gokú muy quemado por el ataque de Cooler se arrastró hacia él, lentamente se obligó a volver a pararse, agarró a Vegeta por el dorso de la armadura y lo puso de pie otra vez. Enojado, Vegeta se liberó y descansó las manos sobre sus caderas.

—Escucha —exhaló Gokú—. Creo que puedo hacerle algo de daño a Cooler. No es tan rápido ni fuerte como Frízer.

Ambos vieron como Trunks aterrizaba de nuevo en el suelo tosiendo bruscamente mientras lo hacía. El cuerpo del adolescente tembló al sentarse poco a poco, sudor discurría por sus ojos, pese a eso, se obligó a saltar del camino de la poderosa ráfaga de ki que Frízer envió directo hacía él. El suelo se rompió donde acababa de estar.

—¡Escupe tu plan, Kakaroto! —gruñó Vegeta con impaciencia.

—Trabajé duro en la Cámara del Tiempo; para reunir la mayor cantidad de energía requeriré de unos quince segundos para cargarla completamente. Eres un poco más fuerte que yo, así que resistirás más tiempo contra Cooler. Tal vez si lo distraes…

Sus palabras fueron interrumpidas por el ki azul que estalló alrededor de Vegeta al marcharse.

Cooler estaba en medio del aire disparando un aluvión de ráfagas de ki que prácticamente golpeaban los talones de Trunks mientras el saiyayín mestizo corría por su vida. Sin embargo, el ataque del alienígena se detuvo de forma abrupta cuando Vegeta salió de la nada y se lanzó contra él con todas sus fuerzas. Ambos cayeron al suelo y se estrellaron produciendo una explosión de tierra. Frízer los miró sorprendido, Trunks aprovechó la distracción, apareció detrás del tirano y lo pateó con todas sus fuerzas en el cuello. La segunda oportunidad de Trunks había llegado y su pelea con Frízer volvió a empezar.

Gokú se dejó caer sobre una rodilla y echó las manos hacía atrás. La tierra y los escombros comenzaron a levantarse en torno a él en respuesta a su poder cuando un aura roja se encendió rodeándolo y su ki azul ardió en sus manos.

—Kaaaahhh... meeehhh...

Vegeta solo había recibido algunos golpes de Cooler, pero eran de romper huesos. El saiyayín despegó desesperado al aire para distraer a Cooler del ataque que se estaba generando en el suelo.

—HAAAAHHH... MEEEEEHHH...

Las manos de Gokú temblaban y sus músculos se tensaron mientras su energía aumentaba de un modo espectacular. Vegeta estaba recibiendo una paliza colosal que apenas resistía. Entre tanto, Frízer finalmente se dio cuenta de lo que pasaba. Se dio la vuelta con los ojos muy abiertos e iba a gritarle a su hermano idiota que mirara cuando Trunks apareció y cortó sus palabras con un fuerte golpe en la cara que sacudió al tirano. Sin embargo, Frízer envió la advertencia mentalmente y Cooler al fin notó a Gokú, cuyo poder había aumentado más allá de lo que creía que era capaz. De pronto Vegeta apareció detrás de él y al instante lo agarró por los brazos como lo había hecho con Frízer.

—¡HAAAAHHHH!

Gokú disparó una ráfaga capaz de destruir planetas enteros y Vegeta cerró los ojos preparándose para el impacto. Cooler gritó atrayendo de nuevo la atención de Frízer. Trunks una vez más aprovechó la distracción, reunió hasta el último gramo de la energía que le quedaba y cuando Frízer se volvió para mirarlo, disparó la ráfaga más poderosa de la noche directamente hacia él.

Las ondas de ki golpearon a ambos tiranos y luz explotó acompañada con gritos de dolor que resonaron a kilómetros mientras la Tierra se sacudía casi hasta el núcleo.

Gokú bajó sus manos que todavía seguían temblando cuando las cosas se calmaron un poco. Entrecerró los ojos entre el polvo y fue incapaz de ver nada. Arriba, Trunks jadeaba y extendía sus sentidos, pero no pudo sentir a ninguno de los hermanos Cold.

¿Padre?, preguntó Trunks mentalmente lleno de pánico al recordar la posición en la que Vegeta había estado.

Estoy bien, respondió la voz débil de Vegeta. El príncipe estaba tumbado sobre su espalda en la tierra, era incapaz de detener los temblores que se extendían por su cuerpo. El poder del ataque de Gokú había sido completamente abrumador; lo subestimó mucho y ni siquiera había recibido la peor parte, pero ¿funcionó? Vegeta levantó la cabeza con esfuerzo e instintivamente se sobresaltó cuando Gokú se acercó a él. Miró al saiyayín más joven con cautela y se preguntó si estaba a punto de matarlo aprovechando su debilidad.

—¿Estás bien? —dijo Gokú extendiendo una mano hacia Vegeta. El príncipe se sorprendió, frunció el ceño y la alejó de un golpe.

—¿Dónde diablos están? —preguntó Vegeta.

—No lo sé —respondió Gokú entrecerrando los ojos para ver si podía vislumbrar a uno de los hermanos—. No puedo sentirlos ni nada de eso, ¿crees que los vencimos?

—No, no pudo haber sido tan fácil. Todavía deben estar por aquí. Probablemente se están reuniendo —dijo Vegeta mientras se sentaba poco a poco y se agarró las costillas—. Ese ataque debió haber lastimado a Cooler —agregó con un gruñido acalorado.

—¡Eso espero! Puse todo lo que tenía en eso —comentó Gokú que ahora comenzaba a recuperar el aliento.

Trunks, entre tanto, podía escucharlos a los dos, pero estaba demasiado ocupado tratando de buscar a Frízer y a Cooler. Lentamente descendió al suelo lejos de Vegeta y Gokú, y miró su espada caída que se hallaba a unos metros de distancia. Luchó por recuperar el aliento al mismo tiempo que esperaba alguna señal de cualquiera de sus enemigos. Se hizo el silencio. Trunks se agachó ignorando el dolor en sus piernas, recuperó su espada manteniendo los ojos en alto y miró a su alrededor mientras lo hacía. Se levantó de nuevo y frunciendo el ceño, continuó con su vigilancia. Todo estaba muy silencioso.

Vegeta había vuelto a ponerse de pie y se había alejado tambaleándose de Gokú para extender sus sentidos en busca de cualquiera de los hermanos. Gokú fue en la dirección opuesta con los puños apretados. Todos intentaron detectar algo. El silencio era sepulcral, pero los tres podían escuchar los latidos de sus corazones con total claridad. El corazón de Gokú en particular se aceleró cuando de improviso sintió que Raditz y Gohan volaban hacia ellos. Se acercó por vía mental a su hermano para advertirle que se mantuviera alejado y que definitivamente mantuviera alejado a Gohan cuando todos lo sintieron de golpe.

Una poderosa ráfaga de ki amarillo cruzó el aire nocturno antes de que alguien pudiera reaccionar. Trunks ni siquiera tuvo la oportunidad de darse la vuelta, ya que la ráfaga lo atravesó por la espalda y salió por su pecho.

Gokú y Vegeta de inmediato giraron justo a tiempo para ver como Trunks soltaba poco a poco la espada y se desplomaba de bruces en la tierra, en lo que fue una escena horriblemente lenta para Vegeta. El aura dorada de Trunks desapareció y su cabello regresó a un lavanda sudoroso. No se movió más.

—Ya me CANSÉ de jugar —gruñó Frízer de pie a las afueras del campo de batalla improvisado. Se hallaba encima de los restos de un edificio que se había desmoronado y estaba en llamas, Cooler no se ubicaba muy lejos—. Si quieres hacer algo, tienes que hacerlo tú…

Sorpresivamente, Cooler lo atacó antes de que hubiera terminado la oración, pero Frízer lo estaba esperando. Desapareció de vista cuando Cooler estuvo a punto de alcanzarlo, reapareció detrás de él y lo decapitó con una cuchilla de ki en la punta de su mano. Frízer echó la cabeza hacia atrás y se rio de un modo despiadado ante su victoria. Primero Trunks, ahora su hermano. El planeta, demonios, todo el maldito universo era oficialmente suyo.

Sin embargo, nadie le prestaba atención a él ni a Cooler. Gokú y Vegeta corrieron hacia Trunks sin una palabra o un segundo de vacilación tan pronto como golpeó la tierra, aunque Vegeta tuvo el suficiente juicio para recoger la chaqueta de su hijo en el camino. Ya lo habían volcado sobre su espalda cuando Frízer los miró; el tirano rápidamente comenzó a preparar dos esferas de ki en ambas manos para dispararles a los saiyayíns agachados si veía que planeaban curar al muchacho. Pero cuando el frenético esfuerzo por salvarlo no parecía que iba a incluir darle lo que sea que haya curado a Vegeta antes, Frízer disipó la energía, los miró con una cruel diversión y cruzó los brazos sobre el pecho. No importaba ni un poco que su poder hubiera disminuido considerablemente ahora que no tenía la ayuda de Cooler y volvía a su propio máximo poder. Después de todo, ya no tenía un reto.

Pero, por una vez, Frízer fue lo último en lo que pensó Vegeta. Solo estaba enfocado en su hijo. Sin perder el tiempo, rápidamente rompió en pedazos la chaqueta, cubrió la herida en el pecho con los jirones y aplicó presión. Gokú rasgó la parte superior de su gi quemado para hacer lo mismo. Trunks estaba convulsionando débilmente cuando Gokú puso los jirones alrededor de la mano de Vegeta. El príncipe le echó una mirada nerviosa a la cara de su hijo: estaba blanca y cubierta de sudor, y se oía el sonido de la sangre que salía de su boca. El adolescente luchaba contra la abrumadora oscuridad que se deslizaba por su visión mientras se esforzaba por mantener los ojos abiertos.

—Quédate conmigo, muchacho —le ordenó Vegeta. Bajó la mirada cuando sintió calor en sus rodillas. Había un charco de sangre debajo de Trunks y Vegeta maldijo por lo bajo—. Kakaroto, necesitamos más para su espalda —dijo, su voz repentinamente se tornó ronca y sus movimientos más desesperados mientras intentaba quitar algunos de los jirones de la chaqueta que ya estaban empapados de sangre.

Con una expresión preocupada, Gokú puso una mano sobre la frente de Trunks solo para encontrarlo sudando frío. Sus ojos estaban vueltos hacia atrás y la sangre corría libremente por su nariz y su boca. Al final miró al desesperado príncipe que temblaba visiblemente.

—Vegeta...

—¡Cállate y ayúdame, Kakaroto! —le gritó él en respuesta.

Gokú puso su mano sobre la mano de Vegeta que estaba aplicando presión sobre el pecho de Trunks. Ante el toque, Vegeta se detuvo, levantó la vista e hizo contacto visual con el joven saiyayín. Gokú negó con la cabeza.

El príncipe volvió a mirar el pecho de Trunks. La pérdida de sangre era demasiada y muy rápida. El corazón de Trunks estaba destruido. Vegeta había visto esa herida un millón de veces, la infligió un millón de veces más. Sin una intervención extremadamente veloz de un tanque de regeneración o algo mágico como una semilla del ermitaño, era fatal. Siempre lo era, siempre lo había sido.

Y como no quedaba nadie para derrotar a Frízer, no iban a vivir lo suficiente como para ir a Namekusei. No iba a poder desear que su hijo regresara, no había nada que pudiera hacer.

Levantó la vista para mirarlo: el muchacho estaba mortalmente pálido, más inconsciente que consciente, luchaba por levantar la cabeza. Gokú retiró su mano de la frente de Trunks y fue reemplazada por la sangrienta de Vegeta.

—Tranquilízate, muchacho —dijo el príncipe, su voz parecía en carne viva. Por alguna razón, le era increíblemente difícil hablar.

Trunks intentó responder, pero no pudo. Todo lo que hacía era saborear su sangre. Apoyó la cabeza en el suelo y sus ojos desenfocados se posaron por un momento en los de Vegeta.

Padre, lo siento, se las arregló para decirle mentalmente.

Deberías estarlo, estúpido hijo de puta, le respondió Vegeta con suavidad. ¿Cuántas veces te he dicho que siempre cuides tu espalda?

No lo maté... lo siento...

No tienes nada que lamentar, Trunks, lo hiciste bien... estoy orgulloso de ti, hijo.

Trunks logró sonreír por un segundo antes de que sus ojos finalmente se cerraran. Sus débiles convulsiones se detuvieron y se quedó quieto.

Vegeta agarró un puñado del polo ensangrentado de su hijo y cerró los ojos con fuerza. Pensó que había experimentado dolor antes, pero estaba equivocado. Este era el verdadero dolor, el cual le atravesó el pecho, congeló su cuerpo y le quemó el alma. Un alma que nunca supo que tenía.

Gokú le decía algo, pero Vegeta no podía escucharlo. Su mente comenzaba a reproducir recuerdos, torturándolo con cosas que Trunks había dicho, cosas que él había dicho y cosas que debió haber dicho. Lágrimas inundaron sus ojos quemándolos por la pérdida desgarradora cuando el caparazón endurecido e insensible que había usado toda su vida finalmente se hizo añicos.

«¿Me juras tu lealtad, muchacho, por el honor de tu padre?»
«Sí, moriría por usted».

Vegeta soltó el polo de Trunks, se cubrió la cara con una mano temblorosa y, sin saberlo, la manchó con la sangre de su hijo como si fuera pintura de guerra. Intentó valientemente mantener las lágrimas a raya, pero ante la idea de que acababa de perder a la única persona que se preocupaba por él —la única persona desde que era más pequeño que Gohan que se preocupara por él—, se desmoronó.

«Podrías ser mucho mejor».
«Sí, un mejor guerrero».
«No, un mejor hombre».

Súbitamente, fuego explotó en las venas de Vegeta y todo su cuerpo comenzó a temblar en respuesta. Se pasó las manos por el cabello, apretó los puños con fuerza y se inclinó rechinando los dientes mientras el suelo temblaba a su alrededor. Nunca se dio cuenta de que Gokú se alejaba llevándose el cuerpo de Trunks. Nunca se dio cuenta de que Raditz y Gohan finalmente habían llegado y que todos los ojos estaban puestos en él ahora. Nunca se dio cuenta de que Frízer se reía al verlo. Todo lo que sabía era que perdía el control y cuanto más luchaba por contener su poder, más se le escapaba de las manos.

«Te dije que no volvieras. Lo hiciste... ¿por qué...?»
«Porque eres mi padre, tenía que hacerlo».

El cielo nocturno se oscureció. Un animal lleno de furia en su sangre rasgaba su piel por ser liberado, rugía clamando venganza y el sonido crudo inconscientemente salió desgarrándole la garganta. Su ki subió a un nuevo nivel y un relámpago estalló en el cielo nocturno como respuesta.

Sus padres, su planeta, su libertad, su cola, su cordura. Ahora su hijo, Trunks, lo único que le quedaba. Frízer le había quitado todo y esta vez era demasiado.

Vegeta bajó sus puños apretados, echó la cabeza hacia atrás y soltó un gritó lleno de una ira desgarradora.

Una potente ola de presión explotó repentinamente dentro de él, esta lanzó a los que tenían sangre saiyayín hacia atrás y obligó a Frízer a volver al aire, ya que todos los edificios cercanos se derrumbaron por la magnitud del poder liberado. La electricidad destinada a él se disparó desde sus pies, atravesó su columna vertebral, llegó hasta las puntas de su cabello y lo encendió a oro. Esta volvió a bajar rápido como un rayo y cargó cada músculo de su cuerpo con una fuerza capaz de acabar con el universo. Los gritos de Vegeta se intensificaron y sintió que su garganta y su pecho iban a romperse cuando la ola de energía contundente estalló a su alrededor.

El suelo retumbó violentamente en respuesta a su ira inhumana mientras una brillante luz dorada lo cubría. El voltaje volvió a subir y le quemó los ojos, haciéndolos destellar a un verde azulado detrás de sus lágrimas. Este se disparó por todo su cuerpo con una furia implacable hasta que sintió que iba a morir debido a la energía que se irradiaba a través de todos los poros de su cuerpo. Gritó con una ira contenida por veinticinco años cuando el animal dentro de él finalmente se liberó. El ki de Vegeta estalló y una cegadora luz dorada eclipsó el campo de batalla. Ni bien esta terminó de bajar su intensidad, Gokú y Raditz lo miraron y solo pudieron parpadear en estado de shock.

Vegeta estaba de pie ahora envuelto en llamas doradas que cargaban la furia de un dolor de toda la vida. Su cabello brillaba en oro mientras se daba la vuelta. Sus ojos verde azulados que llevaban consigo una venganza mortal miraron a un Frízer absolutamente atónito. Vegeta prácticamente emanaba rabia, su dolor físico quedó olvidado cuando cambió a una posición de lucha, clavó una bota en la tierra manchada con la sangre de su hijo y se preparó para la batalla que había estado esperando toda su vida.

Sin más vacilaciones o una palabra de advertencia, se disparó al aire en una mancha dorada con Frízer en la mira.