Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Amor Eterno ❯ Capítulo 6 ( Chapter 6 )
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Capítulo 6
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
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Severus aceptó quedarse al lado de Harry esta vez y Harry no soltó su mano aún cuando volvió a quedarse dormido al poco rato de haber despertado. No se atrevía a tomarse la confianza de cambiarle de ropa pero al menos le soltó los largos cabellos para que estuviera un poco más cómodo.
No se sentía bien en esos momentos. Estaba cansado. Cansado de ver cómo iba perdiendo el amor de Harry, cansado de no poder hacer nada al respecto, cansado en su cuerpo y en su corazón.
Estaba volviendo a quedarse dormido en el silencio de la habitación cuando la mano de Harry se movió sobre la suya. Abrió los ojos con cautela, su esposo aún los tenía cerrados pero era obvio que pronto despertaría. Bajo los párpados había movimiento y las cejas se movían nerviosamente.
“¡Severus!” Exclamó Harry de repente sobresaltándolo. El joven se quedó quieto, como intentando decidir si era seguro hablarle o no.
“Estoy aquí.” Murmuró apretando la mano que sostenía aún. Los hombros tensos se relajaron y los ojos verdes tomaron una expresión más tranquila.
“Te quedaste.” Severus se animó a sonreír un poco y Harry haló su mano hasta hacer que el hombre descansara a su lado completamente. “Gracias.”
“¿Cómo te sientes?”
“Extraño... como si me faltara algo... aquí.” Puso la mano de su esposo sobre su pecho para intentar decirle lo que sentía. Severus se mantuvo callado. No quería recordarle a Harry que aquellos, posiblemente, eran los efectos del desvanecimiento de la poción, al menos no todavía. “¿Dónde está Ron?”
“El señor Weasley se fue ya. Aunque estaba un poco preocupado...”
“Y furioso.” Añadió Harry. “No lo culpo. Ojalá me perdone.”
“Lo hará. Es imposible no hacerlo.” Le aseguró casi rayando en la ternura pero conteniéndose a tiempo.
“¿Lo crees?” La duda en la voz de su esposo lo desconcertaba. Pero era que en los seis años que nunca había visto dudar a Harry mientras había estado bajo los efectos de la poción. No se había percatado de ello, pero verlo con aquella expresión se lo recordaba y a la vez le parecía extraño en él.
“No lo pongo en duda.” Sonrió levemente, como si estuviera preguntando por segunda vez de qué color era el cielo.
“¿Me perdonarás?” Murmuró más bajo.
“¿Perdonarte qué? Harry, si alguien tiene que pedir perdón...” Harry puso sus dedos sobre los labios de Severus impidiéndole continuar. Su expresión diciéndole a las claras que no continuara con esa línea de pensamiento.
“No me siento muy diferente de la última vez, tan sólo por este vacío...” Musitó inseguro. “¿Cuánto tiempo crees que tengamos?”
“Pensé que al menos una semana... pero parece que serán unos días más.” Harry cerró los ojos y con lentitud y cuidado apretó al hombre contra su pecho. Severus por su parte recostó su cabeza allí, sobre las manos de ambos aún entrelazadas. Cuando Harry volvió a hablar ya comenzaba a pensar que se había quedado dormido de nuevo.
“¿Qué harás entonces?” Susurró apenas. Un susurro aún más quedo fue la respuesta que le dio su esposo.
“Ya te dije lo que haré.”
“Severus...” Gimió con voz suplicante pero el hombre negó enderezándose levemente.
“No, Harry. Es lo correcto.”
“No me hables de lo que es correcto ahora cuando me hace daño que lo hagas. ¿Por qué no puedo tener lo que quiero por una vez en mi vida?” Sabía que se comportaba como un niño con un berrinche, pero no hubiera podido evitarlo por más que lo deseara. Severus era algo con lo cual se sentía el ser más egoísta del mundo. Era suyo y no podía estar lejos de él en ningún momento. Era como si la poción no hubiera perdido su eficacia en ese sentido.
“Pensé que siempre habías tenido lo que querías.”
“Quería una familia... tuve a los Weasley, pero ahora mi familia eres tú.”
“¿Por qué mejor dejamos esta charla para otro momento? Debes descansar.”
“Ya no me siento tan cansado.”
“Entonces acompáñame a desayunar. Luego que te des un baño, claro está.” Harry asintió y Severus se levantó de su lado permitiéndole hacer lo propio.
“¿Me esperarás?” El maestro de pociones asintió y Harry pareció animarse un poco. Severus pensó que la sonrisa en el rostro de su esposo valía la pena ese pequeño sacrificio. Esa sonrisa sería algo que extrañaría en los años por venir.
Cuando hubo entrado a la ducha Severus llamó a uno de los elfos y le informó que pronto bajarían a desayunar. Luego se sentó en la cama a esperar.
Podía escuchar el agua corriendo y le pareció demasiado corto el tiempo cuando Harry apareció en la puerta del baño envuelto en una bata y con los largos cabellos húmedos y pegados a su espalda y pecho.
Unos instantes transcurrieron con Harry parado en la puerta del baño y Severus observándolo desde el centro de la cama antes que Harry se moviera en su dirección. Le pareció que sus mejillas estaban algo rojas pero no sabía si por efecto del agua caliente. Los movimientos de su joven esposo parecían tímidos y reservados pero lo llevaron sin tardanza hasta su lado.
“Severus... creo... creo que ya sé qué es lo que me falta, este vacío...” El aludido le devolvió una expresión curiosa como sólo él sabía darla, seria, en apariencia cínica, de labios brevemente curvados entre una mueca y una sonrisa de autosuficiencia como si ya supiera la respuesta. Los labios de Harry temblaron así como los músculos de su pecho y los de sus brazos cuando los apoyó en la cama para poder acercar su rostro al de su esposo.
Con las verdes pupilas fijas en aquellas tan negras se detuvo inseguro, retrocedió un poco pero finalmente terminó de acercarse para darle un beso casto, apenas un roce que lo hizo cerrarse a la luz de la habitación para poder sentir la cálida piel de Severus bajo sus labios.
Se separó apenas unos segundos después y al ver que el hombre no se alejaba volvió a repetirlo, esta vez por un poco más de tiempo, obteniendo el mismo sentimiento. Pero Severus aún no respondía, no se animaba a hacerlo, estaba petrificado queriendo que aquel momento durara eternamente como había prometido la poción.
No fue hasta que Harry lo besó por quinta vez que separó los labios levemente permitiéndole acceso al interior de su boca. El joven lo imitó, deslizando sus labios abiertos sobre los suyos para después volver a intentarlo. Cuando sus lenguas se tocaron fue como si el mundo se detuviera junto con sus cuerpos. Ambos tan quietos, temiendo continuar, temiendo terminar pero disfrutando de igual forma de lo que sentían.
La respiración de Harry finalmente escapó de sus pulmones con suavidad y tomó aire, como el que se prepara para zambullirse bajo el agua sin prisas antes de pegar su pecho contra el de Severus y envolverlo en sus brazos. Unió nuevamente sus labios y un leve gemido se produjo en su garganta. Un gemido complacido y satisfecho. Severus no podía rebelarse contra tanto sentimiento, simplemente era demasiado y sus brazos se enredaron en la cintura de Harry mientras sus labios comenzaron a besar el rostro de su amado esposo con ternura.
Besó sus labios, luego sus mejillas, sus ojos, su sien y finalmente acurrucó la cabeza de Harry, mejilla contra mejilla suspirando quedamente.
“Esto era lo que me faltaba.” Murmuró Harry con una sonrisa esperanzada. Severus acarició sus largos cabellos.
“¿Qué voy a hacer contigo?” Le dijo ocultando su propia tristeza en la esperanza de Harry.
“Amarme.”
“¿Y cuando ya no me ames?”
“Puede que nunca amara al Severus Snape que me obligó a casarme bajo amenaza... pero creo que puedo amar al Severus en que te has convertido para mí. Tan sólo necesito una oportunidad.”
No quiso responder. El muchacho siempre se salía con la suya... siempre. Aunque esta vez estaba seguro que no le molestaría si el hijo de James y Lily lo lograba.
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La tensión en la Madriguera de los Weasley era un peso abrumador sobre la mesa a la cual estaban sentados pero Harry parecía no notarla. Estaba feliz de estar nuevamente allí entre aquellos que consideraba su familia.
Los gemelos parecían ser los menos afectados, pero Ron miraba a su antiguo profesor de pociones como el que mira a un áspid venenoso mientras sostiene una lanza en su mano analizando la mejor forma de clavarla en tierra. Molly intentaba por todos los medios que la cena fluyera con normalidad mientras Arthur miraba a sus hijos como retándolos a que dijeran algo fuera de lugar en su casa.
Los había sentenciado mucho antes de que Harry y su esposo llegaran. No quería bajo ningún concepto que se repitiera la misma situación que había transcurrido durante seis años y que los había mantenido separados de Harry.
El moreno de ojos verdes por su parte, estaba feliz de poder verlos nuevamente. Los había extrañado demasiado y ahora que estaba en aquella difícil situación los necesitaba más que nunca. Los había extrañado y se sentía raro al verlos tan cambiados... tan crecidos. Ginny, por ejemplo, se había convertido en una hermosa joven de cuerpo redondeado, el tipo de belleza campesina de hermosas curvas y cintura fina.
Los gemelos, aunque no se habían convertido en hombres de cuerpos toscos como Ron, Bill o Charlie, reflejaban en sus rostros una madurez cuajada de picardía, la chispa traviesa negándose a dejarlos. Un par de cicatrices adornaban sus manos y sus brazos aquí y allá, muestras viva de algunos experimentos fallidos con sus propios artículos de broma.
Severus intentaba comportarse civilizadamente hacia sus anfitriones, lo que significaba que estaba totalmente callado y concentrado en el plato de comida que tenía frente a sí mismo.
La cena era al aire libre, bajo el cielo estrellado ya que además de los Weasley estaban presentes sus respectivas compañeras y compañeros. Varios niños correteaban alrededor, pequeños pelirrojos mostrando la herencia familiar con orgullo. Harry, en medio de todos, conversaba animadamente con los gemelos, quienes a ambos lados de la pareja que formaba con Severus hablaban de varios de sus inventos con Harry en un intento por relajar el ambiente. Pero cuando comenzó a entrar la noche Severus se levantó de la mesa y se disculpó con todos para irse a dormir.
“¿Sev?”
“No te preocupes, Harry. Estoy un poco cansado, sólo eso. ¿Por qué no te quedas y terminas de ponerte al día con tu familia? No quiero dañarte la noche con mis achaques de mazmorra.” Luego de discutir lo más diplomáticamente posible Severus lo convenció de que no se preocupara y se retiró a una de las habitaciones. Ya desde un principio habían planeado pasar la noche en la Madriguera para que Harry pudiera pasar más tiempo con sus amigos. No que Severus fuera el hombre más feliz del mundo por ello, pero sentía que se lo debía al joven.
Media hora más tarde Molly se disculpó de la mesa con la excusa de ver que Severus estuviera cómodo en su habitación. Al tocar a la puerta un Severus ya en pijamas la recibió. “¿Se le ofrece algo, señora Weasley?” Su expresión tan plácida como podía, o sea, como estatua de piedra.
“Molly, Severus, llámame Molly, no es como si no nos conociéramos.” El hombre asintió levemente intentando evitar cualquier malentendido con la mujer. “Quería saber si no necesitabas nada adicional. No es mucho lo que podemos ofrecer pero...”
“No te disculpes, Molly, no hay necesidad. Esta es tu casa y yo soy el que te agradece que nos recibieras en tan corto tiempo y en las circunstancias actuales.”
“¿Circunstancias actuales?”
“¿No te comentó nada tu hijo Ronald?” Le preguntó con aquella calma que lo caracterizaba, como cuando daba clases en Hogwarts.
“Sí... me comentó algo. Pero es algo difícil de creer. Sabes que Arthur y yo te conocemos desde hace mucho tiempo y dudo que realmente quisieras dañar a Harry como insinúa Ronald.”
“Pues no dudes de la palabra de tu hijo...”
“Pamplinas, Severus. Si fueras el bastardo, perdonando la expresión, que dice mi hijo que eres, entonces no te habrías enamorado de él. Y no me pongas esa cara, que Ronald también nos comentó de ese asunto.” Severus la miró confundido. “¿Pensabas que no me lo diría? Ron es un buen chico y será todo lo cascarrabias que pueda ser pero su boca no sabe mentirme. No, a su madre no le puede mentir. El tiene un corazón demasiado grande y sus labios no pueden mantenerlo callado por mucho tiempo.”
“Ese bocazas malcriado...” Masculló entre dientes apretados provocando en la mujer de regordetas mejillas una expresión maternal.
“Ah, ah, ah.” Lo amonestó la mujer con media sonrisa. Severus infló el pecho ofendido.
“Entonces también le debe haber comentado que pienso divorciarme de Harry tan pronto me lo permita.” La mujer miró a ambos lados del pasillo asustada y empujando a Severus al interior de la habitación cerró la puerta tras de sí.
“Shhh, ¿quieres que te escuche?” Severus volteó los ojos y se dirigió con pasos apurados a la cama.
“Mujer, Harry ya lo sabe.”
“No me refiero a Harry.”
“¿Entonces a quién demonios?”
“Ssshhh. No me digas que un maestro de pociones como tú no se ha dado cuenta.” Replicó mirando con insistencia a su vientre. Claro que Ron le había comentado lo... extraño que se veía su ex profesor. La vida sedentaria con Harry le ha sentado bien. Eso había mascullado Ron cuando le había comentado a su madre de la visita. Ya no se ve tan pálido y no parece un murciélago del infierno. Está triste, sí, pero aún así pareciera como si brillara. Demonios sangrientos, si hasta pareciera tener unas cuantas arrugas menos.
“No sigas hablando tonterías, Molly. No sé a qué te refieres.” Le dijo algo nervioso.
“Claro que lo sabes... claro que lo sabes, Severus Snape. Y no se lo has dicho a Harry. ¿Sabes cómo se pondrá cuando lo sepa?”
“Tengo una leve idea.” Murmuró llevándose una mano al puente de la nariz y apretando los ojos. “El disgusto será fenomenal.”
“¿Disgusto? ¡Disgusto! ¿Acaso no conoces a Harry? ¡Estará muerto de la felicidad!”
“Molly, te suplico que no le digas nada aún.”
“¿Por qué no? Debería saberlo ya. Tiene derecho a saberlo.”
“Y mi derecho es poder decírselo antes que nadie más.”
“Eres un tonto, Severus. Antes te comportaste como un bastardo pero ahora eres un supremo tonto. Luchaste por una venganza y ahora no quieres luchar por el amor.” Le reclamó llevándose las manos a la cintura en pose intimidante.
“No lo merezco.” Susurró el moreno tan bajo que pensó que la mujer no lo había escuchado.
“Quizás no lo merezcas pero Harry sí. Se merece la familia que quiere, tú se la puedes dar y reparar el daño que hiciste.”
“¿Pero la querrá cuando todo esto termine? No, Molly, no puedo arriesgarme aún.”
“Ay, Severus. Ya verás que con Harry, arriesgarte es lo primero que debieras hacer.” Terminó por decirle la mujer mientras sacudía la cabeza en un gesto maternal que no le hacía mucha gracia a Severus. “¿Quieres que te traiga un chocolate caliente? Puedo hacerlo doble para ti.”
Severus arqueó una ceja ante el atrevimiento de la mujer de suponer lo que le gustaba o no sin conocerlo... “¿Cómo sabes que me gustará doble?”
“Mientras más gruñones, más dulce necesitan.” El hombre la miró con gesto derrotado y asintió. Molly sonrió y se dio la vuelta para salir pero antes que lo hiciera escuchó nuevamente a Severus.
“¿Tienes un poco de crema?”
“Claro, Severus. Crema, pastillas de altea y galletas de mantequilla recién horneadas.” Severus se fue a sentar en la cama a esperar. No pasaron mas que nos cuantos minutos que ya Molly estaba de vuelta con una enorme taza de chocolate bien cargado, crema y galletas que puso sobre la mesa de noche en la habitación de huéspedes que habían despejado sólo para ellos.
“Gracias, Molly.”
“Severus...” Comenzó a decirle la mujer algo cohibida, cosa que sorprendió al hombre puesto que la mujer era de todo menos tímida. Levantó el rostro en su dirección con una expresión neutra. “...lo que sea que pase... si lo deseas, serás bienvenido siempre. Quizás no llegues a considerarnos amigos cercanos pero si para algo te podemos ser útiles estaremos dispuestos.”
“Hablas por toda tu familia.”
“Mis hijos no siempre son los más comedidos o amables, pero nunca han dejado que sus desacuerdos les impidan hacer lo correcto. Bueno... quizás Percy se ha desviado un poco, pero creo que sabes a qué me refiero. Si no fuera así Ronald no te hubiera dado una oportunidad y él es el más terco de todos mis hijos.” Y sin más la mujer lo dejó a solas en la habitación a la espera de Harry.
Su esposo entró cerca de la una de la mañana cuando finalmente sus amigos pelirrojos le permitieron retirarse a dormir por insistencia de Molly. Sin hacer ruidos cerró la puerta, se cambió y se deslizó bajo las sábanas a su lado. Lo sintió darle un suave beso antes de recostarse a su lado. “Aún te amo, Severus.” Susurró pensando que dormía y sintió una calidez en su pecho que amenazó con aguarle los ojos. ¿Cómo podía simplemente olvidar al joven que le había robado el alma y el corazón? Aunque no lo amara él ya no podía olvidarlo. Sabía que sufriría y aún así se aferraba tontamente a una ilusión que pronto se desvanecería.
Permitió que Harry se durmiera a su lado y cuando estuvo seguro de que estaría completamente dormido se levantó de la cama. No podía dormir sabiendo que el día de mañana podría ser el último día en que los ojos verdes lo miraran con adoración.
Salió sigilosamente y llegó hasta la cocina donde se sirvió un vaso de agua y se fue a sentar en la sala, en uno de los muebles remendados que había allí. Al hacerlo pudo comprobar que a pesar de estar remendados eran posiblemente más cómodos que un par de muebles nuevos. Se arropó con una de las colchas que al parecer había doblada sobre uno de los brazos con el propósito de alejar el frío que se colaba.
No se percató de cuándo comenzó a cabecear pero al escuchar una voz decir su nombre despertó de inmediato. No tenía su varita, cosa que lamentó de inmediato. No podía darse el lujo de simplemente bajar la guardia nuevamente y que se repitiera algo como el último ataque durante el aniversario de Harry y suyo.
“Snape.” El nombre le trajo dolor, más del que suponía. Tan sólo los recuerdos de Harry llamándolo por aquel nombre le causaban más dolor del que hubiera imaginado tener que soportar. Distinguió tras la luz de la varita el rostro del menor de los Weasley, menor en edad porque su altura era intimidante, al menos para Severus. “¿Qué hace levantado? ¿No estaba Harry en la habitación?” Preguntó con cierta preocupación.
“Todo está bien. Es sólo un poco de insomnio.” Le aseguro sin sentimiento en la voz y queriendo que lo dejara solo tan pronto fuera posible.
“¿En serio? Pensé que lo que en realidad no lo dejaba dormir eran sus acciones y no un simple insomnio.” El hombre de rojos cabellos se acercó hasta el sillón que quedaba del otro lado justo frente a él y trepó los pies sobre la mesita que quedaba en el centro de la sala.
Severus le dio una mirada incrédula al verlo ponerse cómodo en su presencia. Rodó los ojos y pensó que lo mejor sería buscarse otro lugar para pasar la preocupación. “Me disculpa si no me siento con ánimos de escuchar su charla, señor Weasley. No es como si me ayudara a dormir.”
“Uhhh, estamos algo sensibles, ¿no?” Severus se levantó resuelto a devolverse a la habitación pero el pelirrojo se levantó prestamente y se interpuso en su camino con el suficiente atrevimiento de ponerle las manos encima para detenerlo.
“Señor Weasley, retire sus manos de mi persona.” Siseó enojado.
“Ron, Ronald, como sea, pero no me vuelva a llamar señor Weasley. Eso está bien para cualquiera de mis hermanos mayores. Y ni piense que se me va a escapar sin que hablemos antes.” Severus se retiró unos pasos logrando que el amigo de Harry lo soltara. Con todo le sorprendía que el hombre se tomara para sí mismo la libertad de tutearlo de aquella forma.
“No tenemos nada de qué hablar ya.” Volvió a sisear entre dientes. Ron se cruzó de brazos como si mirara a una inofensiva serpiente intentando estrangular a un elefante.
“Claro que sí. Además, no pierde nada, tiene insomnio, no es como si pudiera dormir de todas formas.” Severus suspiró con la lógica del hombre y luego de analizar sus posibilidades de escapar a la habitación dio un profundo suspiro y procedió a sentarse algo tenso en el sofá.
“¿De qué es lo que quiere hablar?” Ron rodó los ojos cuando el hombre volvió a tratarlo de usted pero no dijo nada al respecto.
“Estuve hablando con Harry hoy. Está muy cambiado... pero a la misma vez comienza a ser el mismo de antes.”
“Volverá a ser exactamente el mismo de antes.”
“No lo creo.” Severus arqueó una ceja y el pelirrojo le dio una mirada calculadora, como si buscara algo. El silencio se alargó hasta que el moreno comenzó a molestarse.
“Vaya al punto antes que finalmente comiencen a salirme canas.” Le dijo entre dientes, lo que hizo sonreír al pelirrojo nuevamente enfureciéndolo por no saber qué demonios le causaba tanta diversión.
“Harry está volviendo a ser el mismo que era antes... sí. Pero ahora desea las cosas con más fuerza, con más pasión. Estuvimos hablando sobre la situación entre ustedes dos.”
“¿Y qué fue lo que dijo?” El sentimiento en su voz se escapó desnudo, fácil de reconocer. Al momento reconoció su error y de no haberlo hecho la sonrisa de Ron igualmente lo hubiera acusado sin tener que decir más, pero el pelirrojo se tomó la satisfacción del mundo en decirlo.
“Severus Snape... realmente estás enamorado de Harry. ¡Quién lo hubiera creído! Al principio no lo creí. Debo admitir que me rehusé rotundamente a creerlo. Pero ahora...”
“Weasley...” Le dijo rehusándose a llamarlo por su nombre de pila. “Si ya terminó de vanagloriarse de sus conocimientos podría decirme qué fue lo que dijo Harry.”
La mirada de Ron se volvió seria. Tan seria como era capaz y Severus arrugó el ceño confundido. El pelirrojo se inclinó hacia adelante en el asiento con sus manos firmemente plantadas en sus rodillas y cara de pocos amigos. “Dijo... que primero muerto antes que firmar los papeles del divorcio.”
Severus se dejó ir hacia atrás en el sofá, con los ojos como en blanco intentando analizar lo que quería decirle el hombre. “Y yo le creo. Y si algo le vuelve a pasar a Harry por su culpa... no me importará que haya estado realmente enamorado de él. Esta vez las va a pagar.”
“Nada saca con amenazarme.” Respondió Severus con aparente serenidad.
“Estoy siendo serio. No me gustó para nada el tono con el que Harry me lo dijo y a pesar del tiempo que estuvimos lejos él sigue siendo obstinado y obtendrá lo que quiere. Si logró burlarlo una vez, no dudo que encuentre la manera de cumplir con este último deseo.”
“¿Y qué es lo que me aconseja? ¿Que espere hasta el final para ver cómo me rechaza? ¿O ver cómo me repudia por lo que le hice?” Siseó el moreno con ira apenas contenida. “No sé si sobreviva eso.”
“Harry sobrevivió cosas peores que esas.” Severus se levantó dispuesto a retirarse. La charla no le hacía bien.
“Pero yo no soy Harry... sólo soy Severus Snape. Tan sólo un slytherin. No tengo el coraje para sobrevivirlo. Nunca antes sentí esto... y no existe en el mundo nadie más aparte de él que me haga sentir de esta forma. Y si él cambia no me queda nada que valga la pena.” Sin embargo, una voz en su consciencia lo contradijo firmemente. Claro que tenía ya algo por lo cual vivir... si es que sobrevivía.
“Cuidado con lo que va a hacer.” Le advirtió el pelirrojo refiriéndose a lo que haría de ahora en adelante.
“Haré lo que sea necesario.” Severus se alejó tan rápido como pudo, escaleras arriba en dirección a la habitación de su esposo mientras los ojos azules de Ron lo seguían.
“No seas tonto, Severus... no seas tonto, por favor.”
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Gracias por leer.