Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Atrapando al Pelirojo ❯ Capítulo 5 ( Chapter 5 )
[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]
*******
Capítulo 5
*******
Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
*******
Olía a medicamentos, también podía sentir que todavía había gente corriendo a su alrededor. Le pareció ver que Madame Pomfrey era una de esas personas. Escuchaba gritos justo fuera de la puerta... su padre... su madre... sus hermanos y sus amigos.
“¿Jovencito, dónde te duele?” Preguntó la voz maternal de la enfermera. Ron sonrió levemente, esta vez le iba a dar el susto de la vida a la pobre mujer.
“El estómago.” Y sus dedos fueron torpemente hacia los broches de la capa invisible.
“¡Por las barbas de Merlín!”
“No... es un bebé.” Le corrigió el pelirojo. “Quiero a mi madre aquí, ella sabrá qué hacer.” Susurró entre jadeos. La mujer asintió y se acercó a la puerta. Era obvio que nunca antes había atendido un embarazo masculino.
“¡Ron! ¡Bebé! ¿Cómo te sientes?” Preguntó la señora Weasley en cuanto entró corriendo en dirección al joven. Le dio una sonrisa y extendió la mano hacia ella.
“Mamá, perdóname por no decirte antes.”
“No te preocupes por eso ahora, cariño. ¿Cómo te sientes?”
“Duele, pero se supone que aún falta tiempo. Tres meses.”
“Amor, ¿tu papá llegó a decirte algo sobre... que podías...?”
“No... pero lo sé hace tiempo ya.”
“Pero si lo sabías... lo siento, lo siento, corazón. No es momento para preguntas tontas. Tu padre no alcanzó a los nueve meses tampoco. Pero seis meses... es muy poco tiempo. Preferiría que estuvieras en San Mungo pero no sé si aguantarías el viaje. Sería peligroso aparecerse justo ahora o usar un transportador. Los polvos flu no sé que efecto tengan en el embarazo... no lo sé en verdad.” Dijo con un tono algo desesperado.
“Podemos hacer que uno de los médicos lo asista aquí mismo.” Sugirió la enfermera.
“Por favor.” Contestó la señora Weasley de inmediato y la enfermera salió para comunicarse al hospital.
“Mamá... ¿dónde está Blaise?”
“Afuera. Pero ahora no dejan entrar a nadie y es mejor así.” Le dio un beso en la frente y le sonrió. “Todo va a salir bien, ya verás.” Le aseguró.
“Mamá, cuando a papá le llegó el tiempo... tú lo atendiste, ¿cierto?” La señora Weasley asintió.
“Sí, estábamos en casa cuando sucedió, no queríamos que nadie supiera. Tu padre había pedido un sabático cuando ocurrió.”
“Cuéntame. ¿Cómo sucedió? Quiero saber.”
*******
La colación de grados tardó unas cuantas horas en reanudarse. A los únicos graduandos que no pudieron arrancar de la puerta de la enfermería fue a Blaise Zabini quien se quedó acompañado de Arthur Weasley y su mejor amigo Draco Malfoy. Paseaba de arriba a abajo sin poder contenerse.
“Blaise. Ya siéntate, me estás desesperando.” Gruñó Draco de mal humor.
“Draco, ¿qué no entiendes? Tiene sólo seis meses. ¡Tan sólo seis meses! Explícame cómo puede sobrevivir una criatura de sólo seis meses de gestación fuera del vientre de su progenitor.”
“Con todo el respeto y sin querer ofender.” Dijo dándole una mirada al padre de Ron. “Pero es un Weasley, vienen garantizados con todo y apetito. Sino ya estuvieran en peligro de extinción.” Arthur Weasley no dijo nada pero comprendía que Draco Malfoy estaba tratando de animar a su amigo de la forma en que conocía por lo que trató de tranquilizarlo también.
“Quizás es sólo una falsa alarma.” Musitó en tono sereno.
“Claro... claro... sólo me estoy preocupando demás. Ron es fuerte... el bebé es fuerte. Todo saldrá bien.” Comentó Blaise como si tratara de convencerse. El señor Weasley lo observó detenidamente pensando que su hijo realmente había tenido suerte.
Cuando la colación de grados terminó todos los estudiantes que tenían algún interés en saber cómo continuaba Ron se habían agrupado fuera de la puerta de la enfermería. Entre ellos estaban Harry, Hermione, Dean, Seamus y Neville.
“¿Cómo está?” Preguntó quedamente la chica Granger. El señor Weasley les había explicado lo que le sucedía a Ron y también les había pedido cortésmente que no discutieran luego que Harry y Draco se enfrascaran en una ardiente discusión acerca del derecho que tenía Blaise y él de permanecer allí esperando noticias.
“Harry, te pido que guardes la compostura, el señor Zabini habló con nosotros hace dos semanas acerca de su situación con Ronald.” Eso calmó bastante los ánimos pero Harry aún no podía creer que su mejor amigo le hubiera ocultado semejante secreto. Finalmente se había sentado lo más alejado posible de los dos Slytherin mientras Hermione lo hacía a su lado. Seamus y Dean parecían estar cómodos conversando acerca de los nombres que le podían poner al bebé cuando naciera y Neville los observaba con velada curiosidad. Draco por su parte observaba al grupo de Gryffindor y de vez en cuando soltaba un suspiro disfrazado de cansancio. Blaise no había tenido tiempo de pensar en los problemas de su amigo justo en ese momento, su mente continuaba fija en la suerte del pelirojo y su bebé.
Dos horas más tarde Molly salió al pasillo con la noticia de que el medimago ya había revisado a Ron y todo estaba en aparente orden con la excepción de que el bebé quería nacer pero que su hijo estaba haciendo todo lo que estaba a su alcance para retenerlo. Con eso el primer día de espera pasó y el siguiente día los encontró a todos nuevamente reunidos frente a las puertas de la enfermería.
Habían arrastrado algunas butacas y el señor Weasley con preocupación había tenido que regresarse al Ministerio para continuar con sus labores. Harry había sido el segundo en llegar luego de Zabini. Hermione había llegado acompañada de Neville, Dean y Seamus tras ellos y finalmente Draco. Todos sentados en las butacas en silencio, esperando de un momento a otro las noticias acerca de su amigo.
“Harry, ¿qué piensas hacer ahora? Ya sabes, ahora que sales de Hogwarts.” Preguntó Dean intentando romper el pesado silencio. Harry se encogió de hombros.
“No lo sé todavía. No creí que fuera a terminar.”
“¿Por qué no?”
“Ahh... con la guerra y todo lo demás la verdad no le di mucho pensamiento. ¿Qué se supone que puedo estudiar de todas formas?”
“Pues hay muchas ramas de la magia que puedes estudiar, Harry.” Comenzó a decir Hermione pero Neville la cortó para alivio de todos.
“Yo voy a estudiar medicina, con una concentración en enfermedades mágicas incurables.” Dijo con una sonrisa.
“Yo quiero entrar al equipo de Quidditch profesional.” Exclamó Seamus.
“Yo quiero recibirme en leyes.” Aportó la joven.
“Yo me inclinó por la arquitectura mágica.” Seis pares de ojos parpadearon ante el comentario de Dean. “¿Qué?”
“Creo que ninguno de nosotros había pensado en eso.” Comentó Neville. “Pero ciertamente podría ser una buena ocupación.”
“¿Has pensado en algo, Zabini?” Preguntó Harry tratando de involucrar al que probablemente sería el compañero de su mejor amigo en un futuro. El aludido miró de repente como si hubiera estado pensando en otras cosas.
“Ah, lo siento, me tomaste por sorpresa. Pues tenía pensado entrar a la rama política pero creo que voy a tener que re-estructurar mis prioridades. Aún no hemos tenido tiempo de hablarlo y eso y no sé si Ron quiera ingresar a la universidad ahora que tiene el bebé o quiera esperar un tiempo. No me gustaría dejar al bebé tan pronto y tengo suficiente como para no preocuparnos en buen tiempo.” Levantó los acaramelados ojos para ver seis rostros algo asombrados. “¿Dije algo malo?” Preguntó confundido. Hermione fue la primera en romper el silencio.
“Es tan lindo.” Exclamó con los ojos brillosos y Blaise la miró como si le hubiera crecido una cabeza extra. “No pensé que fueras tan atento.”
“¿No se supone que lo sea?” Preguntó con leve sarcasmo sabiendo que todos esperaban que una serpiente no se preocupara por los demás sino por sí mismo.
“Creo que lo que quiere decir es que no pensábamos que una serpiente pudiera ser tan considerado con un Weasley.” Aclaró Dean. “Después de todo no pensábamos que las serpientes tuvieran corazón.” Seamus le dio un leve codazo a su compañero y Draco le dio una mirada fulminante al joven.
“No tienes por qué reprenderlo, Seamus. Dean ha dicho la verdad de lo que pensábamos. ¿Y tú, Draco, qué piensas hacer con tu vida luego de la graduación?” El tono de Neville era serio y su mirada penetrante.
“Yo... aún no lo decido.” Fue la respuesta algo insegura del rubio ante el interrogatorio. Blaise se volvió hacia su amigo.
“Draco, pensé que querías ser auror.”
“Cambié de parecer.” Fue la respuesta seca del rubio. Las miradas incrédulas ahora estaban posadas sobre Malfoy.
“Hubiera jurado que buscarías un puesto en el Ministerio.” Añadió Neville pero Draco negó con la cabeza. Justo en esos momentos la señora Weasley salió de la enfermería y los chicos se pusieron en pie para escuchar las nuevas sobre el estado del pelirojo dejando sin concluir la conversación.
*******
Tres días habían pasado desde que el pelirojo fuera ingresado a la enfermería de la escuela. Un medimago había sido llamado para atenderlo y había confirmado la sospecha de la enfermera de no intentar moverlo de ninguna forma mágica. La forma muggle era la más indicada pero el viaje era demasiado largo como para intentarlo.
En el transcurso de esos tres días el pelirojo había desarrollado una fiebre que lo consumía poco a poco y comenzaba a perder el conocimiento por tiempos más largos cada vez. El medimago le había indicado a los que esperaban impacientes que la fiebre se debía en gran parte al choque de voluntades entre el pelirojo y el niño no nacido. Mientras el niño ansiaba nacer el padre quería que cumpliera el tiempo. Por más que habían intentado convencer al pelirojo de que le permitiera nacer este se negaba tercamente y poco a poco perdía las fuerzas.
Ese día el medimago había permitido que Blaise entrara a verlo. El moreno había acercado una silla a la camilla donde descansaba el pelirojo que en esos momentos se hallaba dormido. Le dio un beso sobre los rojos cabellos y le quitó algunos mechones húmedos mientras le acariciaba la frente.
“Cachorro... todo esto es mi culpa.” Le susurró mientras observaba el perfil dormido. El semblante pálido se veía frágil como nunca lo había visto. No quería creer lo que estaba sucediendo, él que siempre había visto en el pelirojo una fuerza y gran terquedad, un fuego voraz que permeaba todo lo que hacía. No podía creer que esa misma terquedad estaba robándole la vida segundo a segundo. Tomó la sudorosa mano y depositó un beso en el dorso de ella.
“¿Blaise?” El pelirojo sonrió al sentir el toque en su mano.
“Aquí estoy. ¿Necesitas algo?”
“Tengo sed.” Susurró con voz ronca.
“Claro... espérame un momento.” Se levantó y buscó al lado de la camilla una jarra con agua y un vaso llenándolo un poco para acercárselo a los labios resecos. “¿Mejor?” El pelirojo asintió y Blaise volvió a acariciarle la frente sintiendo la fiebre que continuaba tan alta como en un principio. “Ron, ¿por qué no lo dejas nacer?” Le preguntó incapaz de soportar más la interrogante.
“Está muy pequeño... puede que no sobreviva... no quiero perderlo ahora.” Suspiró el pelirojo con agonizante preocupación. “Sólo tiene seis meses... ¿cómo va a sobrevivir?”
“Pero están sufriendo ahora. Si continúas esperando ya no tendrás fuerzas.”
“Es tan... terco.” Exclamó de repente el pelirojo sin aliento.
“No puedes culparlo, es tan terco como su padre.”
“¿Cuál de los dos?”
“Ron, por favor. No le sigas negando que venga. Pase lo que pase voy a estar aquí, contigo, con él, con los dos. Por favor, cachorro.”
“Siéntate a mi lado y abrázame.”
“Pero no me permiten...”
“Ssshh... ház lo que te pido. Hoy va a nacer y no tengo muchas fuerzas, necesito que me des la tuya.” Le hablaba como si fuera un niño pequeño al que tenía que explicarle algo complicado sin realmente contarle la verdad. Blaise asintió y con cuidado se sentó a su lado, acomodando al pelirojo sobre su pecho. “No tengas miedo. Lo que se concibió mágicamente tiene que nacer mágicamente. No me sueltes.”
“No lo haré.” El pelirojo se estremeció de repente e intentó esconder su rostro bajo el cuello del moreno aún cuando continuaba sobre su espalda. Blaise pasó sus brazos sobre el pecho desnudo y Ron se aferró con la fuerza que le quedaba a ellos. La respiración del joven Gryffindor se volvió más dificultuosa al tiempo que una tenue luz blanca comenzó a resplandecer desde el interior de su vientre.
Blaise observó con temerosa fascinación cómo la luz comenzaba a resplandecer más fuerte y los estremecimientos del pelirojo se volvían más fuertes. Lo abrazó con fuerza cuando sintió que el cuerpo se relajaba completamente bajo sus brazos temiendo que fuera a resbalar de la camilla.
La luz iluminó completamente el cuarto y lo obligó a cerrar los ojos. Por unos instantes le pareció que la fiebre del pelirojo contagiaba las paredes de la habitación y su propio cuerpo hasta que finalmente lo escuchó, débil pero estaba seguro que estaba allí. Abrió los ojos presuroso para ver cómo la luz se iba desvaneciendo y en su lugar dejaba a un pequeñísimo bebé de apenas treinta centímetros acostado sobre el vientre semiplano de su pelirojo. Un torrente de lágrimas saltó repentino cuando extendió una mano temblorosa y acarició a la pequeña criatura. “Pequeño.” Susurró con reverente asombro.
Se aseguró de que el cuerpo del pelirojo no se le resbalaría de sobre su pecho y con extremo cuidado tomó el bebé y se lo puso sobre el pecho desnudo para luego cubrir el cuerpo con las sábanas. “Eres un pequeño milagro.” Besó la sien del pelirojo y subió aún más las cobijas para cubrir el diminuto cuerpecito.
“Lo siento, pensé que estaba solo.” Dijo una voz desde el umbral de la puerta. Cuando Blaise elevó los ojos vio a un Harry Potter flotando aparentemente a la mitad pero no le dio demasiada importancia al detalle. “Regresaré más tarde.” El joven Gryffindor estaba a punto de voltearse para salir cuando el moreno sonrió entre lágrimas.
“¿Potter, podrías hacerme un favor? Díle al doctor que Ron acaba de alumbrar.” Los verdes ojos se abrieron como platos y lo que fuera que hacía que su cuerpo no se viera cayó al suelo cuando el joven se acercó corriendo al lado de su amigo. Quitó un poco las sábanas y le permitió ver parte del cuerpecito desnudo que se movía como un pequeño gatito acabado de nacer.
“Es... muy pequeño.” Susurró.
“Así es. Por eso creo que será mejor avisarle al doctor.” Harry asintió enérgicamente y salió a toda prisa. Blaise volvió a cubrir al pequeño y sonrió como un tonto. Harry Potter había aceptado el hecho de que su mejor amigo estuviera esperando un hijo tan fácilmente como lo había aceptado Draco. La chica Granger sin embargo había entrado en shock y había tardado dos días en comprenderlo. No pasaron ni cinco minutos cuando pudo sentir los pasos apresurados en dirección a la habitación por lo que se inclinó una última vez y besó la sien del pelirojo que continuaba inconsciente pero respirando calmadamente.
*******
El día estaba perfecto, ni una sola nube perturbaba el azul del cielo cuando Ron Weasley y Blaise Zabini presentaron al pequeño Michael. Los padrinos, Harry y Draco de pie uno al lado de cada uno de sus amigos, escuchaban en silencio el pequeño discurso que Dumbledore había preparado para la ocasión. La ceremonia había sido una familiar por lo que Blaise y Draco habían tenido la oportunidad de ver a todos los Weasley juntos excluyendo a Percy que había enviado sus felicitaciones pero se había disculpado por no asistir.
No había sido nada fácil llegar a aquel acuerdo, Ron aún no toleraba del todo a Draco pero Blaise lo había convencido de forma tal que no pudo negarse. A lo único que no había accedido el pelirojo era a “completar” su unión con el moreno legalmente.
Ese día la fiesta era en la mansión Zabini y los amigos de ambas partes se hallaban compartiendo de forma bastante civilizada. Ron se sentía un poco apabullado cuando uno tras otro de los invitados se acercaba a darle las felicitaciones, a dejar un regalo y se quedaban para hacerle preguntas que tenía que responder de la forma más educada posible. No conocía a todos los presentes por lo que tenía que cuidar sus palabras no fuera a ser que se consiguiera un enemigo ahora que su pequeño estaba vulnerable.
Un pequeño respiro se asomó en la forma de Blaise quien irrumpió en el círculo donde lo tenían acorralado y lo sacó a uno de los balcones algo alejado del bullicio de la fiesta.
“¿Cómo te sientes? Te ves algo cansado, cachorro.”
“Estoy jodidamente cansado, no me han dejado respirar desde que comenzó a llegar la gente.” Musitó entre dientes. Unos brazos se enroscaron alrededor de su cintura desde atrás y sintió un cálido beso en su cuello.
“Déjame cargarlo un rato y descansa un poco. Te lo mereces.” Le susurró al oído. Ron se apoyó en el abrazo, no entendía cuándo o cómo había comenzado a confiar de aquella forma en la serpiente, pero ahora simplemente no podía imaginarse un día sin su presencia. En escasos seis meses se le había metido bajo la piel, lo había hecho caer de sus pies y le había vuelto el mundo patas arriba con aquel bebé. Ahora luego de tres meses de que el pequeño Michael hubiera nacido la serpiente continuaba haciéndole evaluar todo lo que en un principio había pensado acerca de él. Había resultado ser un padre amoroso y un compañero leal y complaciente. Jamás lo hubiera imaginado.
Las manos acariciaron sus caderas y lo pegaron al cuerpo tras de sí sin otro propósito que el de hacerlo sentir amado. No le había contado a nadie lo que había pasado realmente aquella noche que había bautizado como el incidente del vino de frambuesas, tan solo Malfoy sabía la verdad y era poco probable que de él saliera palabra alguna al respecto puesto que había estado involucrado de una forma que el pelirojo aún desconocía.
Se despegó del moreno y se volteó para pasarle al infante que ahora yacía serenamente dormido, sus adorables ojos azules cerrados graciosamente. Blaise lo tomó con deleite, olvidándose por completo del mundo exterior. Ron lo observó detenidamente. Tenía que admitirlo, el moreno era mucho más de lo que él había pensado y contra su mejor juicio decidió que no podía haber tenido mejor suerte. Quizás...tal vez... valía la pena sellar su vida con el moreno.
Blaise ya le había pedido cientos de veces durante esos tres meses lo mismo y él aún seguía dándole la misma respuesta, que tenía que pensarlo. Pero al verlo así, con el niño en brazos, completamente desconectado del resto del mundo, admirando a su hijo y sabiendo que aquel corazón latía también por él Ron sintió un torrente de emociones golpearle el pecho.
Por impulso se acercó por la espalda del moreno y lo abrazó de la misma forma en que antes lo había hecho el joven y le besó de la misma forma el cuello saboreando la piel levemente.
“Blaise... he estado pensándolo...” Comenzó a decir y el moreno pareció detener hasta la respiración.
“¿Sí? ¿Has decidido algo?” Preguntó con anticipación.
“Ajá...” Susurró.
“¿Y qué has decidido?”
“Quiero estar junto a tí, junto al bebé. Quiero que estemos los tres juntos hasta donde sea posible.”
“¿Entonces aceptas?” Preguntó emocionado el moreno a lo que Ron asintió para luego susurrarle aquellas dos palabras que tanto se había negado.
“Te amo.”
Blaise apenas tuvo tiempo de darse la vuelta para poder besarlo. Un grito de felicidad había hecho que el bebé en sus brazos despertara sobresaltado.
“¡Ron...! ¡Por todos los cielos! ¡Soy tan feliz!” Exclamó con una sonrisa húmeda a lo que Ron volteó los ojos.
“Eres un llorica.”
“Sí, soy un estúpido llorica.” Aceptó entre risas el moreno. “¡Tengo que contarle a todos!” Exclamó de repente y lo tomó de la mano mientras lo arrastraba hacia la fiesta.
*******
Esa noche el pequeño Michael fue a la cama más tarde que de costumbre. Cuando finalmente el último de los invitados había desalojado la mansión eran pasadas las doce.
“Ron.” La voz de Blaise se escuchó desde la cama a donde el pelirojo aún le faltaba por llegar luego de acostar al infante en su cuna. Varios hechizos de protección se habían tejido alrededor de la cuna y uno en especial que les permitía escuchar el llanto desde la habitación principal a la guardería. “Ron.” Se volvió a escuchar, esta vez la voz sonaba cargada de apasionado deseo.
“¿Qué?” Le preguntó con su habitual despreocupación el pelirojo hasta que estuvo cerca de la cama y vio la mirada que le estaba dando el moreno. “Ahh no, Zabini... apenas llevo tres meses sin tener la barriga inflada.” Exclamó el pelirojo con algo de pánico. El moreno se limitó a recostarse de la cama y sujetar un tubo de ensayo en su dirección. “¿Qué es eso?”
“Tu padre me regaló este frasco. Tal parece que el señor Weasley aún tiene que preocuparse por su fertilidad.” Le dijo con una sonrisa pícara Ron atinó a enrojecer de un rojo profundo con tan sólo pensar que sus padres aún estuvieran interesados en... eso. “No tienes que usarlo si no lo deseas, no me importa si eres tú o soy yo con tal de que estemos juntos esta noche.” Le dijo de repente colocándose en sus manos y rodillas y Ron pudo contemplar el cuerpo desnudo. Blaise lo observaba con intenso deseo y su cuerpo temblaba ligeramente. Las manos del moreno se aferraban con fuerza a las sábanas mientras arqueaba suavemente su cuerpo tratando de provocarlo. “Weasley, por favor, te necesito con urgencia.”
Ron se estremeció ligeramente. La única vez que le había abierto las piernas al moreno había sido aquella noche y contra su voluntad. Ahora su cuerpo le decía que quería volver a estar en aquella posición y que Blaise lo tomara una segunda vez. Tragó en seco mientras desataba el cordón del pantalón de su pijama y lo dejaba caer al suelo. Blaise se relamió ante la imagen. Como en sueños su pelirojo se acercó, besándolo profundamente y empujándolo al medio de la cama. Estuvo a punto de acostarse sobre su espalda cuando el posesivo beso se tornó delicado y tuvo que seguir la boca hasta la almohada donde el pelirojo se había recostado.
El cristal con el líquido incoloro fue tomado de entre sus dedos y conteniendo el aliento vio cómo Ron apuraba el contenido. Su respiración se volvió pesada al comprender lo que implicaba el acto y tuvo que hacer un esfuerzo consciente para no colapsar sobre el cuerpo tendido. Con amoroso cuidado volvió a besar los suaves labios que se abrieron para recibirlo mientras sus piernas se acomodaban entre las del joven.
“Divino paraíso.” Susurró bajando por el gracil cuello y topándose finalmente con un endurecido pezón que chupó hasta hacer brotar suaves gemidos a su dueño. Sus dedos se encontraron de repente con un frasco conocido y no tardó en tomar parte del unguento y comenzar a preparar al pelirojo provocando pequeños gritos de sorpresa y placer mientras acariciaba el resto del cuerpo con su mano libre y su boca.
“Blaise.” Murmuró el pelirojo con impaciencia. “Házlo ya. Me estás enloqueciendo.” El moreno sonrió con picardía. Su pelirojo jamás había tenido demasiada paciencia. Tomó otro poco del unguento y cubrió su carne endurecida gimiendo con suavidad para luego posicionarse en la entrada del pelirojo. Las bien formadas piernas se enredaron alrededor de su cintura haciendo que la punta de su sexo penetrara al pelirojo quien emitió un grito ahogado pero no lo soltó. Luego de unos instantes sujetó las esbeltas caderas y comenzó a penetrarlo. Cada agonizante gemido lo excitaba aún más y no podía menos que recordar la noche en que lo había tomado por primera vez.
El cuerpo del pelirojo había respondido desde un principio y lo había aceptado sin esfuerzo. Había arrancado esos mismo gemidos una y otra vez durante toda la noche. Eso había jugado una parte importante al momento de capturar su interés y parte de su corazón.
Se detuvo cuando sintió que lo había penetrado por completo y esperó acriciándolo hasta que la presión disminuyó levemente. El pelirojo movió las caderas y esa fue su señal para retirarse y penetrarlo nuevamente en un movimiento ininterrumpido mientras intentaba rozarlo en aquel punto que sabía lo haría estremecer.
El tercer intento provocó un largo y ronco gemido que hizo que el cuerpo del pelirojo se arqueara deliciosamente. “Eres perfecto.” Susurró mientras establecía un ritmo suave y erótico puntualizado por placenteros jadeos, gritos y suspiros cargados. “Eres mío.”
“Soy tuyo.” Respondió Ron entre jadeos, arqueándose nuevamente. El moreno se lo estaba cojiendo, lo estaba reclamando y eso lo hacía estremecerse aún más. Era suyo por completo, finalmente lo había atrapado en cuerpo y alma. “¡Tuyo!” Exclamó en un gemido aferrando sus piernas en la cintura del moreno y haciéndolo acelerar el ritmo. “¡Blaise!” Gritó mientras las violentas olas de placer se concentraban en su estómago con cada embestida que recibía del moreno golpeando su punto más sensible. Cuando la mano del Slytherin tomó su erección perdió la noción de todo lo que le rodeaba y mientras Blaise se lo metía una y otra vez, masturbándolo con el mismo ritmo se dijo a sí mismo que jamás se arrepentiría del incidente del vino de frambuesas.
Su cuerpo se tensó con fuerza y se vino en las manos de Blaise mientras gritaba su nombre una y otra vez. A los pocos segundos sintió la cálida semilla de su amante llenarlo lo que le provocó un segundo orgasmo corto pero violento.
Finalmente Blaise cayó sobre su pecho mientras jadeaba irregularmente. Su sexo aún estaba en su interior ya que no le había permitido retirarse aún. “Te amo.” Susurró al oído del moreno. El joven sonrió y le mordió el cuello con ternura.
“Y yo estoy loco por tí. Te amo, Ron Weasley, mi Gryffindor.” Le sonrió con una mirada llena de maliciosa picardía. “¿Cuándo crees que podamos comenzar otra vez?” Preguntó con aparente inocencia.
“Yo estoy listo para cuando quieras.” Murmuró el pelirojo con la misma sonrisa.
*******
Gracias por leer.