Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Atrapando al Pelirojo ❯ Capítulo 6 ( Chapter 6 )
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Capítulo 6
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
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Draco entró a la habitación de su ahijado y vio de inmediato la silueta del pelirrojo contra una de las ventanas. Con una mano aferraba el cuerpo dormido del infante de casi un año contra su pecho y con la otra sostenía el libro del cual leía. Vestía un fino suéter negro de cuello alto que se ajustaba a su cuerpo y unos pantalones igualmente entallados de piel de bola de fuego chino evidentemente suavizada. Las botas negras contrastaban contra el rojo del pantalón. Descuadraba la avasalladora imagen una sabanilla azul bebé con delicados encajes.
“Buenas tardes, Weasley.” Susurró el rubio intentando no despertar a la criatura. El aludido se giró suavemente y luego de saludarlo cerró el libro. El pelirrojo de Blaise había cambiado drásticamente desde que aceptara unirse a su amigo y se fuera a vivir permanentemente en la mansión de los Zabini. Era como si su amigo hubiera descubierto un rubí y lo hubiera cortado de la forma más exquisita. Draco aspiró inconscientemente el olor del pelirrojo cuando este se acercó y le ofreció el niño dormido, tendría que ponerle freno a sus instintos y deseos, especialmente cuando el anillo de los Zabini relucía en el dedo anular del pelirrojo. “Blaise me comentó que piensas continuar tus estudios.”
“Así es, pero primero tengo que buscar una niñera para Michael.”
“Puedo ayudarte con eso.” Ofreció el rubio mientras observaba el tierno rostro de la criatura que poseía unos hermosos rizos de un rojo más oscuro que el de su padre y no tenía ni una sola peca, para asombro de todos. Ron asintió.
“¿Ya terminaste la universidad por hoy?” Preguntó.
“Sí, no tengo curso esta tarde.”
“Entonces quédate a cenar. A Blaise le gustará poder conversar un poco contigo, hace tiempo que no lo hacen.”
“Pensé que serías tú quien me extrañara, Comadreja.” Le dijo con sarcasmo.
“Puedes llamarme lo que quieras mientras lo cargues un rato. Creo que Blay lo ha estado consintiendo demasiado.” Suspiró cansado mientras se dejaba caer en una mecedora cerca de la cunita. Draco sonrió. Incluso el temperamento de Ron había cambiado, no un giro de noventa grados pero sí comenzaba a tolerarlo. Envidiaba lo que su amigo había logrado, la felicidad que había encontrado pero en el fondo era envidia de la buena.
“Deberían darle un hermanito, así no se consentiría demasiado.” El pelirrojo le dio una mirada turbia y Draco aguantó las carcajadas que amenazaban con salir. Un agradable silencio se posó entre ambos mientras Draco se paseaba de arriba a abajo con el niño en brazos. Draco había cambiado, al menos en lo que a Ron se refería, por lo demás continuaba siendo el mismo bastardo de siempre por lo que más de una vez él y Harry se habían visto envueltos en serias discusiones al momento de coincidir en sus visitas a la mansión para ver al niño. Era en esos momentos en que Ron tomaba al pequeño Michael y se desaparecía del cuarto donde estuvieran metidos. Muy a su pesar no podía ponerse de parte de ninguno de los dos.
Sólo una duda quedaba en la mente del pelirrojo acerca del incidente con el vino y esa era con quién había estado Draco, porque tenía la certeza de que en Gryffindor había otra víctima de la apuesta.
“Malfoy...”
El rubio continuaba admirando al pequeño pero finalmente contestó. “¿Ummh?”
“¿Me responderías si te preguntara algo?”
“Eso depende de lo que quieras preguntarme.”
“Es acerca del incidente con el vino de frambuesas.” Draco se detuvo uno segundos para luego resumir sus movimientos con un suave vaivén que arrullaba al infante.
“Pensé que Blaise te habría contado.”
“No... aparte de lo que sucedió con nosotros dos no me ha contado nada más y sé que tú estuviste esa noche con alguien de Gryffindor. Blaise no ha querido decirme con quién.”
“Pues... es un tanto vergonzoso.” Ron arqueó una ceja con curiosidad y esperó a que el rubio continuara.
“Comenzaré por lo más importante. El vino de frambuesas.”
“¿Qué con el vino?” Draco sonrió de lado y se acercó a la ventana para ver el paisaje.
“Bullstrode... Millicent Bullstrode. Ella trajo el vino y tuvo la brillante idea. Siempre fue algo resentida y qué mejor venganza que emborrachar a los líderes de su propia casa. Supongo que quería llamar la atención ya que no le prestábamos demasiada.” Draco tomó aire y continuó como si recordara buenos tiempos. “Una excelente broma Slytherin, debo decir. En fin... ella mezcló el vino y luego buscó las víctimas perfectas en Gryffindor. Sólo bastaron dos tragos de su mezcla y nos convertimos en dos excitados bastardos ansiosos de probarse ante los demás. ¿Y quién iba a detenernos? Pero la única razón de Bullstrode era humillarnos y bien que lo hizo.” Draco echó a reír aunque Ron podía ver que no era porque le diera gracia. “Cuando al día siguiente ninguno de los dos presentó la prueba de que se había cogido a un Gryffindor los rumores de nuestro fracaso tuvieron que ser acallados. Por suerte teníamos a Vincent y a Gregory..”
“¿Ninguno de los dos presentó pruebas?” Draco negó.
“Estábamos tan borrachos que no pudimos, era parte del plan de Millicent.”
“Pero te cogiste a un Gryffindor, ¿cierto?” El rubio se quedó en silencio un rato. “¿Cierto?” Insistió el pelirrojo con extrema curiosidad.
“No debería contártelo pero a estas alturas la verdad me importa poco. Yo, al igual que Blaise, caí como un idiota en la broma. Mi Gryffindor se veía tan asustado, puedo jurarlo. Lo subestimé.” Esta vez el rubio dejó escapar una suave risa, como si hablara de la hazaña más grande de toda la historia. “No creerías lo bien que sabe fingir el muy bastardo. ¿Pero qué digo? Debió haber sido Slytherin. El caso es que le tomé pena. Ja... Draco Malfoy sintiendo pena por su futura víctima... debí seguir con el plan, ¿pero sabes qué, Weasley? La pena es amiga de jódete. Le traje un poco de vino de frambuesas, para borrarle aquella cara de susto y antes de saber lo que pasaba el hijo de perra me había puesto en cuatro patas y me estaba clavando en la cama. Perdona que sea tan burdo.” Dijo sin sentirlo realmente. Ron sintió la necesidad por unos instantes de taparle los oídos a Michael, pero el niño continuaba dormido.
“Entonces él... te... te...”
“Weasley, cierra la boca que te van a entrar las moscas. No... tu compañero Gryffindor no me violó.” Dijo con determinación y obviando el leve estremecimiento que la palabra le causaba a pelirrojo. “Disfruté cada segundo. El muy cabrón no era tan derecho como parecía y tampoco era lo que parecía.” La sonrisa se tornó algo cargada mientras Draco recordaba. “Tuve que usar dos hechizos contra el dolor la mañana siguiente simplemente para que nadie se diera cuenta de lo que había sucedido.”
“Demonios, Malfoy. ¿Pero quién? No me dirás que fue Harry.”
“Nah... Millicent no quería llamar demasiado la atención. Tú eras su amigo pero nadie iba a notar tu ausencia por una noche, tampoco la suya.”
“¿Entonces quién? Me tienes en ascuas.”
“¿No lo imaginas? Me he pasado tras sus pasos como una estúpida noviecita despechada. Es por eso que cambié drásticamente mi currículo.
“Imposible.” Susurró Ron al sacar cuentas una y otra vez. “¿El?”
“Ajá. ¿Y crees que me ha hecho caso en todo este tiempo? Me ignora a propósito, me evita tanto como puede y si no tiene más remedio que compartir su espacio conmigo me da su lado más frío. Lo peor de todo es que no puedo siquiera ser igual de bastardo con él.”
“¿Por qué no?” Preguntó confundido, la respuesta del rubio lo hizo detener abruptamente todo pensamiento.
Draco se quedó en silencio un buen rato, sus ojos fijos en el niño dormido. Ron lo vio apretar la mandíbula varias veces como indeciso entre hablar o no. El rubio levantó la cabeza en su dirección con un triste sentimiento plasmado en sus líquidos ojos azules. “Creo que estoy enamorado de él.”
“Mierda.” Fue la única palabra que escapó de los labios del pelirrojo al entender la situación.
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Ron se hallaba ocupado con algunas bandejas de entremeses cuando Harry apareció en la cocina y le quitó una de las manos. “Oye, compañero, ¿todo bien?”
“Perfecto.” Le sonrió el pelirrojo mientras le daba otra bandeja y tomaba una adicional de la mesa. “Aunque pienso que lo de los elfos no sería mala idea después de todo.”
“Tú fuiste el que no quiso tener elfos en la mansión.”
“Al menos me da algo que hacer.”
“Te has vuelto muy hogareño.” El comentario le ganó a Harry un empujón que casi lo hizo perder el equilibrio. “Hey, cuidado.” Ambos rieron y continuaron hacia la sala donde varios amigos se habían reunido para celebrar el primer cumpleaños de Michael Zabini o Weasley, dependiendo de qué lado de la familia lo estuviera llamando cosa que a Blaise parecía no molestarle.
Al llegar Ron tomó en consideración los invitados. Nunca había pensado que alguna vez los personajes presentes estarían reunidos en aparente armonía. Vincent Crabbe y Gregory Goyle estaban sentados uno al lado del otro como siempre aunque al lado de Vincent una jovencita de largos cabellos negros y ojos azul cobalto parecía no poder despegarse de su brazo, miraba un poco asustada a sus alrededores pero por lo demás había sido extremadamente cortés. Pansy Parkinson hablaba animadamente con los gemelos Fred y George. Su madre se había dedicado a ver que todos estuvieran cómodos y su padre hablaba con dos compañeros del Ministerio quienes también habían sido invitados de parte de Zabini.
Seamus, Neville y Dean estaban un poco alejados del grupo pero con ellos se encontraba Ginny y Lavander. Varios invitados más se dedicaban a hacerle monadas al pequeño Michael quien intentaba nuevamente arrancarle las barbas a Albus mientras Minerva sonreía complacida. Bill y Charlie habían logrado posponer sus respectivos compromisos y mientras Charlie se había acercado a Remus, Bill había decidido ponerse al día con su antiguo profesor de pociones, Severus, quien no sentía tanta animosidad por el hombre siendo que había sido el primer Weasley en pisar su aula.
“¿Dónde está Blay?” Preguntó confundido el pelirrojo notando que realmente el moreno estaba ausente.
“No lo sé. Hace rato que no lo vemos.” Comentó Harry despreocupado.
“Iré a buscarlo.” Y se separó del joven de la cicatriz. Lo encontró en la guardería perdido en sus pensamientos mientras observaba el carrusel encantado que flotaba sobre la cuna.
“Hey... serpiente.” Susurró desde la puerta. El moreno giró la cabeza en su dirección y sonrió.
“Hey... cachorro.” Le contestó con una sonrisa juguetona.
“¿Todo bien? ¿Por qué no estás en la fiesta? Tus invitados comienzan a preocuparse. Piensan que te asesiné y escondí tu cuerpo en alguna parte de la casa.” Se acercó y le pasó las mano por la cintura atrayéndolo contra su cuerpo. Sabía que Blaise atesoraba todos los contactos físicos que tenían pero los que él iniciaba lo hacían doblemente feliz.
“¿Por qué pensarían eso? Después de todo soy el malo... el Slytherin... el dominante...” Susurró dándole un beso en cada pausa. Ron volteó los ojos y lo tomó de la nuca con agresiva posesividad para robarle el aliento. “Bien... soy el malo y el Slytherin.” Resumió con la mirada algo perdida.
“Así está mejor. Ahora vamos con los demás. Tenemos algo que resolver, ¿recuerdas?” El moreno asintió y lo siguió.
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Eran más de las diez cuando los invitados comenzaron a retirarse uno por uno. El pastel se había cortado y ahora que Michael dormía pacíficamente en su cuna Blaise había repartido algunas bebidas más fuertes. Los que quedaron al final, como siempre, fueron Dean, Seamus, Hermione, Harry, Neville y Draco, aunque el último comenzaba a dar muestras de querer abandonar la fiesta.
“Será mejor que me retire.” Le comentó a Blaise quien le dio una mirada comprensiva.
“¿No vas a intentarlo?” El rubio negó con cansancio.
“Blaise, no me queda más que aceptar que no vamos a llegar a nada. Míralo... ni siquiera le interesa que estoy aquí.”
“Nunca pensé que un Malfoy pudiera darse por vencido.”
“No me he dado por vencido, simplemente no voy a tratar más, después de todo, los Malfoy sí tenemos una autoestima que proteger. Si cambia de opinión puedes estar seguro que no me quejaré.”
“Entiendo. Te acompaño.” Comentó el moreno y lo acompañó hasta afuera de la puerta. “Gracias por acompañarnos esta noche.” Le dijo con una sonrisa llena de picardía.
“Espero que a Michael le guste el regalo.”
“Claro que le gustará, aunque tarde un poco en poder usarlo.” De pronto el moreno le dio una mirada penetrante. “¿Sabes qué, Draco?” Le dijo con seriedad. El rubio se estaba preparando para partir, arreglándose la capa y demás cuando finalmente se volteó hacia su amigo.
“¿Qué?”
“Deberías quedarte un rato más.” La sonrisa de Blaise le dio escalofríos al rubio porque sabía que se traía algo entre manos pero antes que pudiera reaccionar la varita de su propio amigo le apuntaba. “Desmaius.” Y todo a su alrededor se oscureció.
Draco despertó sintiendo que todo a su alrededor le daba vueltas. Cuando intentó moverse se dio cuenta de varias cosas a la vez las cuales le produjeron tal impacto que lo hicieron quedarse quieto por varios minutos. Primero que nada estaba sobre una de las muchas camas de la mansión Zabini Weasley, porque sabía que no había podido salir de la mansión. Segundo... estaba completamente desnudo. Nada de eso le habría preocupado a no ser por las sogas mágicas que lo sujetaban sobre la cama en una posición bastante vulnerable. Sus brazos extendidos sobre su cabeza y sus piernas separadas y de alguna forma dobladas levemente de forma tal que exponían todo su sexo y parecían extender una invitación. Sin embargo eso no era realmente lo que más le preocupaba. Eran los dos juguetes que sospechaba eran inventos muggle y que terminaban por dejarlo sin ganas de querer moverse.
En su boca había un arnés que se ajustaba alrededor de su nuca y que le impedía hablar o gritar. Era como una bola sujeta por lo que sentía ser dos correas suaves. El segundo juguete era el que realmente lo había dejado tan impresionado que no podía moverse. Sentía algunas correas pasar por su cintura y frente a su sexo semi erecto. Parpadeó tratando de ver mejor. Sí, semi erecto. Las correas continuaban pasando entre sus piernas y ajustándose apretadamente sobre su trasero donde podía sentir que algo lo penetraba. Se tensó levemente y suprimió un gemido. Definitivamente algo grande y firme. Suprimió un suspiro frustrado, cuando le pusiera las manos encima a Blaise no iba a quedar nada de la maldita serpiente.
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Dean y Seamus finalmente habían decidido partir y Ron sonrió abiertamente a sus amigos abrazando con suavidad a su compañero. “Oigan, tengo algo especial que he estado reservando.” Dijo al tiempo que se levantaba regresando más tarde con algunas copas. Destapó una botella negra y comenzó a servir a sus amigos hasta que todos tuvieron la copa en la mano. Ron levantó su copa y sonrió. “Quiero brindar por esta hermosa serpiente que está a mi lado.” Sus amigos sonrieron y levantaron sus copas.
“Por tu serpiente.” Luego fue Blaise quien levantó la copa y brindó por su cachorro. Todos rieron hasta que Harry preguntó algo risueño.
“Oye, Ron, ¿qué clase de vino es este? Es estupendo.”
“Sí.” Comentó Neville. “Me parece que lo he probado antes.”
“Es sólo algo de mi propia cava.” Comentó Blaise con naturalidad. “¿Interesado? Tengo algunas más de mejores años que este en reserva.”
“¿En serio?”
“Ron me dice que te has convertido en un buen catador, Neville.” El joven se sonrojó levemente pero asintió. “¿Quieres acompañarme?” Le animó el moreno y Ron asintió con una sonrisa. El grupo se puso en pie de inmediato y todos siguieron a Blaise escaleras arriba. Entraron a una habitación pobremente iluminada pero cuando el moreno recitó un lumos pudieron ver que las paredes estaban llenas de arriba a abajo por botellas y más botellas. La cava de los Zabini era extensa. El ambiente condicionado mágicamente para tener la temperatura perfecta en cada cosecha.
Probaron algunos vinos aunque Ron se disculpó a la mitad diciendo que tenía que echarle un ojo al pequeño Michael. Blaise le dio un corto beso y lo dejó ir mientras Harry, Hermione y Neville continuaban probando vinos. Sonrió maliciosamente cuando abrió una nueva botella y llenó las copas de los tres Gryffindor. “Creo que ya fue suficiente.” Declaró divertido mientras los veía errar algunos pasos. Antes de salir se sirvió una copa adicional pero no tomó nada de ella. Justo cuando bajaban las escaleras se dio con la mano en la frente. “Lo siento, olvidé decirle a Ron que estaríamos aquí abajo. Neville, ¿podrías hacerme ese favor?” El joven asintió y estaba a punto de subir cuando lo volvió a llamar. “Espera, llévale esto, seguro le hace falta. La puerta es la quinta a la derecha.”
No bien había subido cuando un mareado Harry se le acercó al moreno. “Oye... ¿no se suponía que era la quinta a la izquierda?”
“Hemos estado remodelando, Potter. Venga, vamos a terminarnos esta botella. Granger, ¿aún de pie? Vaya que aguantas mujer.” La aludida se sonrojó pero igualmente le dio una sonrisa.
Neville subió lentamente las escaleras intentando no fallar los escalones y dobló a la derecha. Contó torpemente las puertas hasta llegar a la quinta, la empujó y entró. Todo estaba a oscuras por lo que trató de salir sin recordar que podía haber encendido la luz. Tardó un rato pero finalmente se encogió de hombros, recordó que tenía una copa en la mano y se dio un buen trago del contenido. Cinco minutos más tardes sus sentidos habían recuperado la sobriedad y con tranquila calma recitó un lumos y escudriñó la habitación. Había una cama y en ella parecía haber alguien.
Se acercó con lentitud. La persona parecía estar dormida aunque le extrañaba que estuviera atada a la cama. Levantó la varita y sus ojos se abrieron enormes. Se estremeció levemente y buscó asustado en todas direcciones hasta que sus ojos cayeron sobre dos copas limpias y una botella justo en la mesa de noche al lado de la cama. Una nota descansaba junto a la botella con su nombre escrito afuera. Se acercó y tomó la nota cuyas únicas líneas leían.... Neville, no podrás salir de esta habitación hasta que hables con Draco. La nota la firmaba su amigo Ron Weasley. Tomó la botella y leyó la etiqueta... vino de Frambuesas sin adulterar. Arqueó una ceja confundido. Regresó a la puerta de la habitación y trató infructuosamente de abrirla con magia y sin ella. Suspiró y se volvió hacia la cama. Con un hechizo simple encendió las lámparas en la pared que iluminaron el pálido cuerpo.
“¿Draco?” Los ojos azules se abrieron repentinamente y el joven se tensó. Un ahogado sonido salió de su boca tapada y a Neville le pareció que sonaba muy parecido a su nombre. Acercó una mano y le quitó la extraña mordaza.
“Neville.” Murmuró Draco con evidente temor para de repente lanzar un grito. “¡BLAISE, VOY A MATARTE!”
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