Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ En Silencio ❯ Capítulo 2 ( Chapter 2 )

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Capítulo 2
 
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
N/A: Gracias, Evilvixen… la verdad, esta historia ya tiene aproximadamente 41 capítulos y está publicada en la página de Slasheaven (sólo añade las w al principio y el com al final) bajo el nick Suisei Lady Dragon. Allí también está el resto de mis historias. Es una página de slash en español exclusivamente, si te gusta el slash, puedes ir allá, seguro te gustará. Besos y gracias por dejar comentario.
 
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Harry despertó con la desagradable sensación de haberse pasado de sus horas de sueño, todo amodorrado y con dolor de cabeza. Se levantó de la cama y se metió al baño de inmediato. Una ducha de agua fría le quitó el mal humor y el dolor de cabeza le disminuyó levemente. Se agachó sobre el lavabo de mármol sin siquiera mirarse al espejo, era una costumbre que había adquirido desde que derrotara a Lord Voldemort el año anterior. Cuando estuvo listo miró por primera vez el reloj y se supo que ya no alcanzaría a Ron y Hermione para desayunar. Se pasó nuevamente el ungüento y le echó un último vistazo a la habitación. Ese domingo se pintaba como un hermoso día para visitar Hogsmeade, aunque a decir verdad no tenía ganas de ir. Con paso algo pesado llegó hasta el pasillo que lo dirigiría al salón principal.

Justo cuando estaba por doblar una de las esquinas uno de los estudiantes se tropezó de forma bastante brutal con su persona. Harry mantuvo a duras penas el balance mientras intentaba ahuyentar el dolor que el golpe le había provocado en el brazo. El estudiante, en vez de darle paso franco lo empujó con fuerza hacia la pared haciendo que su cabeza golpeara el muro. Maldijo mentalmente por haberse descuidado pero no soltó ni una queja, no iba a darle ese placer al idiota que lo estaba molestando. Pasaron algunos segundos antes de poder fijar su vista nuevamente. Cabellos rubios imposibles de confundir. Maldijo por segunda vez.

“Malfoy.” Siseó al confirmar sus sospechas, un pequeño gruñido se produjo en su garganta. “Suéltame.”

“No, tú y yo tenemos que hablar.” Murmuró el rubio muy cerca de su rostro y manteniéndolo pegado a la pared con fuerza.
 
“¿No puede ser luego del desayuno?” Dijo en tono de burla pero cuando Draco no lo soltó y trató de pegarlo nuevamente a la pared para enfatizar su punto Harry lo sorprendió con un certero empujón que le dio el espacio que buscaba. El rubio controló los deseos de responder con su propia violencia pero se contuvo, aquel no era el lugar.

“Escucha, Malfoy. No tengo tiempo para tus juegos. ¿Quieres hablar? Entonces dí lo que tienes en mente y déjame en paz.” Gruñó el chico con verdadero fastidio, sin quererlo Malfoy se resintió, Harry nunca le había hablado con esa seriedad. Siempre estaba listo para defenderse y devolverle cada insulto y acción.
 
“Aquí no, en la torre de astronomía, a las nueve de la noche.” Harry volteó los ojos, típico de Malfoy querer torcer lo que podía ser simple.

“Bien, bien, ya te escuché, ahora si me lo permites, estoy tarde para desayunar.” Sin más reanudó la marcha y Draco lo vio caminar algo tieso mientras se sujetaba el brazo. Aguzó la vista con recelo. Potter apenas había protestado aparte de la actitud y eso porque lo había atacado, en otras ocasiones había encontrado mucha más oposición luego de la escena. Sus instintos le decían que algo importante le pasaba al Chico Dorado y él, como cualquier Slytherin que se respetara, lo iba a descubrir.

En el interior del Gran Comedor apenas había uno que otro estudiante por lo que Harry se sentó y de inmediato el desayuno apareció en su plato. Comió poco, no tenía demasiada hambre luego del encuentro con el rubio. Ni siquiera sabía para qué lo querría a esas horas en la torre de astronomía. Pero suponía que seguirle el juego no le haría daño, por esa vez. Desde el día del juego no había tenido la oportunidad de darle un buen vistazo, no que quisiera que el rubio se enterara. De hecho, observar al Slytherin de ojos plateados era uno de sus pasatiempos favoritos desde hacía mucho tiempo. Sólo que últimamente el rubio estaba más pesado que de costumbre o quizás era su imaginación.

Desde la derrota de Voldemort las cosas en Hogwarts se habían vuelto bastante tranquilas, sin embargo él continuaba teniendo pesadillas y visiones acerca del Heredero de Slytherin. Sus noches y a veces sus días parecían estar destinadas a recordar para siempre aquel rostro maldito. La cicatriz en su frente seguía intacta, aunque ya no le dolía más ni le molestaba. Todos pensaban que Voldemort nunca más los espantaría y que estaban seguros, pero existía una persona a la que Tom Riddle seguiría persiguiendo el resto de su vida. Frunció el rostro molesto. Mientras la guerra había terminado para el resto del mundo, para él las cosas continuaban igual. El director de la escuela, el señor Dumbledore, había insistido en que continuara sus estudios, eso no le había molestado al chico de ojos verdes. Pero la insistencia en que tomara clases especiales adicionales a los cursos regulares le había parecido algo extraño. Luego de un tiempo había comprendido la razón, su magia aumentaba día con día, haber derrotado a Voldemort siendo de apenas meses simplemente había sido una advertencia. A veces podía sentir cómo aumentaba su poder y también podía sentir que ese poder amenazaba con consumirlo y desatarse incontrolable. Sabía lo peligroso que él mismo podía ser y estaba seguro que por eso era que Dumbledore le había asignado aquellos cursos extra. Por el momento estaba aprendiendo a controlar su magia, a subyugarla a su voluntad para no perder su salud mental, también había estado aprendiendo a utilizarla en su favor y a manejarla con precisión.

A pesar de todo había momentos en que sentía que su cabeza estallaría y que los recuerdos de Voldemort tomarían control de todo volviéndolo una bestia oscura llena de crueldad y malignidad. Si había algo a lo que Harry le temía era a eso, volverse como la entidad que había derrotado. Pero sus amigos estaban allí para ayudarlo. Ron y Hermione habían sido asignados por el profesor Dumbledore para ayudarlo, ambos eran como su consciencia y si algo se salía de control ellos tenían la habilidad de subyugarlo.
 
Recordaba aún los enormes ojos de Ron y la mirada húmeda pero determinada de Hermione cuando el profesor Snape les había mostrado la forma de noquearlo de forma rápida y segura, sin causarle daño a él.
 
Sonrió para sus adentros, confiaba en ambos a ojos cerrados, lo suficiente para poner su vida en sus manos de ser necesario por lo que había permitido que el profesor Dumbledore le colocara un hechizo con el cual le sería imposible defenderse de la magia de ambos, sólo como un seguro de que no les haría daño si llegara a darse el caso de que perdiera el control.
 
De inmediato su rostro se volvió serio. Harry ya había perdido el control una vez. No quería recordarlo para nada. Terminó el desayuno sin demasiados ánimos y salió al patio, seguramente el aire fresco de la mañana le haría bien.
 
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Harry suspiró al ver frente a sí los escalones. Subió con cautela. Hacía cinco minutos que el reloj de la torre principal había marcado las nueve, pero por nada del mundo iba a mostrarle a Malfoy que iba a obedecerlo al pie de la letra, aún cuando su persona lo obsesionara. Por suerte ninguno de los profesores, ni siquiera Dumbledore, se había dado cuenta de su debilidad. No quería que alguien pudiera utilizarla en su contra o en su favor, como podría suceder si Malfoy descubría realmente lo que estaba pasándole. Cuando llegó, el joven se hallaba recostado del muro de piedra que bordeaba la torre.

“Buenas noches, Malfoy. ¿De qué querías hablarme?” Dijo tan pronto el rubio lo miró.

“Buenas noches, Potter.” Le dijo arrastrando el nombre. “¿Mejor de tu brazo?” Por instinto el moreno se llevó la mano al brazo, el olor del ungüento de Madame Pomfrey llenó el aire. Harry apenas asintió mirando con curiosidad al rubio.

“¿Y bien?” Preguntó.

“Mhh, ¿ansioso?” La respuesta hizo que el moreno le devolviera una mirada enojada e impaciente. “¿Por qué?”

A la pregunta, Harry se quedó en blanco, tratando de entender lo que el rubio quería decir.

“A mí no me engañas, Potter. Durante el juego de Quidditch podías haber alcanzado la snitch antes que yo, ¿por qué no la tomaste? ¿por qué te atravesaste?” Susurró cerrando los ojos con sospecha.

“Instinto.” Murmuró Harry inseguro.

“¿Instinto natural de héroe? No sabía que tu estúpido complejo Gryffindor se extendía a tus enemigos.”

“No eres mi enemigo, Malfoy. Voldemort lo era.” El rubio pareció estremecerse levemente y Harry sonrió para sus adentros. El nombre del Señor Tenebroso aún causaba ese efecto en las personas y por alguna razón, el que él pudiera nombrarlo sin problemas y los demás no le daba cierta satisfacción.

“Estás bastante seguro de que no lo soy.” Dijo con aire satisfecho el rubio mientras cruzaba los brazos.

“¿Lo eres, Malfoy?” Susurró Harry tan bajo que Draco no pudo escuchar el tono apesadumbrado.

“Soy un Slytherin, hijo de un reconocido mortífago, de quien eres enemigo.” Dijo como si fuera lo más obvio del mundo.

“Que seas un Slytherin es lo de menos. Hijo de un mortífago... eso podría ser una razón, pero sólo si estuvieras pensando convertirte en uno.”

“Eso no podrías saberlo.” Sonrió con crueldad y se acercó un paso.

“No... tú no...” Harry aún no podía entender. Tampoco se atrevía decir lo que pensaba, por suerte el rubio no lo había escuchado. “¿Esto era lo que me querías decir?” Dijo levantando desafiante las verdes gemas.

“No, quiero que sepas que la próxima vez que quieras jugar al héroe, te busques a uno de tus amigos muggle para ello. Yo no necesito de nadie para que me proteja.” Harry se quitó de un golpe la mano que lo señalaba y estaba a punto de darse la vuelta para bajar de la torre. No tenía por qué soportar las tonterías del rubio, menos tonterías que le herían sin querer.

“Eres un cobarde.” Resopló Malfoy, sintiéndose frustrado por no haberle podido sacar nada. Cuando el joven se detuvo en sus pasos se permitió sonreír, finalmente el joven Gryffindor había mordido el anzuelo.

“Retira tus palabras, Malfoy.” Gruñó Harry dándole aún la espalda.
“No las retiro, es la verdad, eres un cobarde.” Y con cada palabra se acercaba un paso más al joven. “Amante de muggles, un héroe de mentira, igual que tus padres.” Las palabras apenas habían abandonado los labios del Slytherin cuando sintió que una fuerza mágica lo tomaba por la garganta. Se llevó las manos al cuello con sorpresa pero no podía quitarse la presión. Alrededor del joven Potter el aire parecía cargado de chispas doradas y rojas mientras los hombros le temblaban. Se volteó con lentitud.

“Retira... tus palabras.... Malfoy.” Murmuró con más saña.
 
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En el salón principal de los Gryffindor, una Hermione preocupada le insistía a su amigo que debían buscar a Harry. “Hermione, tienes que dejarlo respirar. Harry no aprecia que lo tratemos como a un niño que no sabe cuidarse sólo.” Trató de convencerla el pelirrojo molesto.

“Ya lo sé Ron, pero tengo un mal presentimiento. ¿Y si está en problemas? No lo hemos visto ¿desde cuándo? ¿la cena? Tú sabes que Harry apenas se la pasa solo, no tanto tiempo.”

“Es por esa misma razón que pienso que no debemos salir a buscarlo. Hermione, Harry tiene una agenda muy cargada, últimamente ha estado bajo mucha presión y apenas tiene tiempo para sí mismo.” La joven se dejó caer al lado de su amigo derrotada.

“Está bien, está bien. Pero al menos podemos echarle un vistazo al mapa, para estar seguros, ¿no crees?” Puso enormes ojos y el pelirrojo sudó la gota gorda hasta que finalmente accedió. Ron buscó el mapa y lo trajo a la sala de los Gryffindor, una vez allí pronunció las palabras que develaban el secreto del manuscrito.
“Solemnemente juro que mis intenciones no son buenas.” Las diminutas huellas aparecieron. Luego de unos minutos encontraron las pequeñas huellas de tinta que indicaban la posición de su amigo.

“Está en la torre de astronomía, ¿pero de quién son esas huellas? Pareciera como si el nombre se desvaneciera.”

“¿A ver?” Ron trató de leer el nombre borroso que indicaba la identidad de quien acompañaba a su amigo.

“Hermione... me parece que es...” Abrió los ojos como platos. “Es Malfoy.” La joven le arrebató el mapa de las manos y cuando leyó el nombre no tuvo dudas de que Ron había leído correctamente.

“Ron... creo que debemos ir a buscar a Harry, temo que Malfoy está en problemas.” Dijo tartamudeando mientras se ponía en pie. La joven echó a correr y tras ella Ron.

Mientras tanto, en la torre, Draco Malfoy se encontró suspendido a unos pies de altura del suelo, imposibilitado para respirar y comenzando a perder el sentido, sus labios comenzaban a tomar un tono azuloso mientras se movían desesperados. A su alrededor el viento ululaba airado y Harry Potter le parecía la expresión máxima de la violencia en ese momento. Los verdes ojos brillaban con una intensidad que nunca había visto, rojos como la sangre y era algo más que obvio que Potter no necesitaba una varita mágica para desatar su poder. Era lamentable que perteneciera a los Gryffindor puesto que cualificaba de forma excelente para ser un Slytherin, o al menos eso le decía su mente nublada. Su último pensamiento era lo magnífico que se veía su enemigo envuelto en aquel torbellino de furiosa magia y poder. Una voz conocida detuvo todo el suceso en segundos.

Relaxo.” Y Draco cayó al suelo tratando de inmediato de meter aire en sus ardientes pulmones. Lo que vino a continuación no fue de su agrado pero tampoco podía quejarse. Una Hermione Granger trataba de ayudarlo a sentarse mientras el chico Weasley tomaba a un Harry Potter del suelo donde se había desvanecido. Al cabo de unos minutos de confusión, el profesor Snape apareció en la escena y revisó primeramente a Draco, viendo que el chico estaba bien le echó una mirada reprobatoria a los Gryffindor y una mirada cansada al joven que yacía desvanecido.

“Jóvenes, tenemos que hablar, ahora.” Su voz rasposa y lánguida les sonó a los estudiantes como un decreto de muerte.
 
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Draco Malfoy se encontró en el interior de la oficina del Profesor Dumbledore, director de la Escuela de Magia y Hechicería Hogwarts. Junto a él, su profesor de pócimas y a quien admiraba, el profesor Severus Snape, cabeza de la casa de Slytherin. Además de él se encontraban en el lugar Ron Weasley y Hermione Granger y entre medio de ambos un aturdido Harry Potter.

“Señor Potter, su comportamiento de hoy deja mucho que desear.” Masculló enojado el profesor Snape. “Su conducta es simplemente intolerable.” El joven aludido simplemente continuaba con la cabeza agachada.

“Señor Malfoy. Antes de verbalizar lo que pienso, quisiera que me dijera qué lo hizo provocar al señor Potter en primer lugar.” Siseó el profesor de forma que Draco comprendiera lo estúpido que había sido.

“Fue mi culpa, profesor.” Murmuró el moreno antes de que Malfoy pudiera hablar.

“Señor Potter, le agradecería que guardara silencio.” El moreno volvió a bajar la cabeza en un gesto derrotado.

“Profesor, sólo quería averiguar por qué Potter quizo ponerse en mi lugar durante el juego de Quidditch. Pudo haber tomado la snitch pero no lo hizo, en cambio decidió hacerse el héroe, seguramente para llamar la atención aún más.”

“¿Es eso cierto... señor Potter?” Harry asintió sin levantar la vista. “¿Y eso fue lo que hizo que el señor Potter perdiera el control.”

“Unos segundos estaba hablando con él y al siguiente estaba colgando del aire. Harry Potter no debería haber sido admitido en Hogwarts, casi mata a un indefenso estudiante.” Chilló con indignación el rubio y a sus palabras el joven moreno se hundió un poco más en la silla. El profesor Snape se le acercó al rubio y lo observó con aquellos ojos penetrantes hasta que Malfoy comenzó a incomodarse en su asiento.

“Señor Malfoy, estoy a punto de olvidar todo lo buen Slytherin que es y toda la influencia que pueda tener su padre en cualquier asunto concerniente a la escuela y darle a probar un poco de veritaserum, así quizás entienda que éste es un caso sumamente delicado.” Siseó muy cerca haciendo que el joven se enterrara en la silla. “Creo que no entiende la importancia de este asunto. Necesitamos saber por qué el señor Potter perdió la paciencia con usted y necesitamos las palabras exactas.”

“Profesor...” Severus Snape giró la cabeza hacia el joven que había hablado. Harry los observaba con expresión cansada y nerviosa. “¿Podría excusarme mientras habla con Malfoy?”
“No veo razón para excusarlo, señor Potter...” Albus Dumbledore lo interrumpió.

“Severus... creo que lo que el señor Potter no desea es escuchar nuevamente la discusión que causó que perdiera el control de sus poderes. ¿No es así, señor Potter?” Harry asintió sin levantar la vista del suelo. “Señor Weasley, ¿podría acompañar al señor Potter afuera? Estoy seguro que no tardaremos demasiado en aclarar este asunto.” El pelirrojo asintió y se levantó, el moreno lo imitó de inmediato. Antes de salir el pelirrojo le dio una mirada enojada al rubio, pero de inmediato le dio una mirada arrepentida a la joven que lo observaba. En cuanto salieron el profesor Dumbledore continuó.

“Señor Malfoy. Como pudo comprobar esta noche, los poderes de Harry han aumentado significativamente, tanto así que hemos tenido que tomar medidas extremas para asegurar que los estudiantes de Hogwarts tengan un ambiente seguro a pesar de la estadía del señor Potter. Me temo que esas mismas medidas han causado que el joven Potter se resienta, aunque no demuestre lo contrario.” Comentó Dumbledore con serenidad. El profesor Snape se enderezó y le dio una mirada penetrante al rubio para continuar donde Albus se había detenido.

“El señor Potter ha estado tomando cursos adicionales durante lo que va del semestre para controlar sus nuevos poderes. Además le hemos asignado dos guardianes, el señor Weasley y la señorita Granger, quienes están supuestos a acompañar al señor Potter en todo momento. El por qué esta noche el señor Potter estaba solo en la torre de astronomía sigue siendo un misterio.” Susurró con voz profunda dándole una mirada enojada a Hermione. La joven bruja bajó el rostro y Dumbledore le preguntó.

“Señorita Granger, ¿podría explicarnos lo que el profesor y yo quisiéramos saber?”

“Profesor, nos preocupamos por Harry y no fue nuestra intención dejarlo sólo si hubiéramos sabido que se metería en problemas.”

“Asumir, señorita Granger, nos causa más problemas que los que resuelve.” Interrumpió Snape.

“Harry ha estado muy tenso en estos días, profesor. Sólo queríamos darle algo de espacio. Nos prometió que nos llamaría si nos necesitaba. Cuando nos dimos cuenta que Malfoy estaba con Harry...” Dijo en tono defensivo.

“¿Cómo supieron que Malfoy estaba con Potter?” Gruñó Snape de repente.

“Con el mapa, Severus.” Esta vez fue Dumbledore quien interrumpió.

“Sí, utilizamos el mapa. Cuando vimos que el nombre de Malfoy comenzaba a borrarse supimos que estaba en graves problemas.” Respondió Hermione.
“¿Graves problemas? Casi me mata.” Chilló el rubio desde su asiento sintiéndose con valor una vez más.

“Señor Malfoy, ¿sería tan amable de explicarnos lo que sucedió? Y creo que no hace falta explicarle la importancia de que nos revele las palabras exactas que utilizó con el señor Potter.” Volvió a insistir Dumbledore.

Draco suspiró enojado pero finalmente y con gesto derrotado comenzó a narrar los eventos desde el suceso en el campo de Quidditch.

Luego de escuchar la historia Draco comenzó a sentir que la oficina se hacía cada vez más pequeña con las miradas enojadas que todos le dirigían, incluso su profesor preferido.

“Para concluir esta... pequeña discusión, sólo me gustaría saber por qué, señor Malfoy, consideró necesario provocar al joven Potter.” Siseó el profesor de pociones aunque ya se sospechaba la respuesta.

“Es sólo una táctica, profesor.” Murmuró el joven. “Una táctica normal para cualquier Slytherin.” Volvió a murmurar mirando fijamente al profesor Snape. El hombre cruzó los brazos y caminó algunos pasos alejándose de ambos jóvenes.

“Es una táctica usual para un Slytherin, señor Malfoy, cuando se sabe que el enemigo es débil. Pero es de tontos utilizarla en un enemigo cuyo poder no hemos calculado o simplemente hemos subestimado.” La voz profunda y llena de cinismo de Severus resonó pacífica en la oficina. “Me parece que el haber subestimado a su contrincante, señor Malfoy, merece que le quite 20 puntos a la casa de los Slytherin.” El rubio gruñó su desaprobación pero no se atrevió a contradecir al profesor. “De hecho, también merece un castigo.”

“La irresponsabilidad de los guardianes también merece una acción.” Murmuró en dirección al anciano director.

“Así es, Severus. ¿Qué sugerencia tienes?”

“Un momento, ¿sólo nosotros seremos castigados? ¿Qué de Potter? El también debería ser castigado.” Levantó la voz enojado pero una mirada del profesor Snape lo hizo entrar en razón y volvió a su postura anterior.

“Señor Malfoy, el señor Potter no tiene siquiera tiempo para cumplir un castigo, de eso nos hemos encargado concienzudamente. Sin embargo, considero que el profesor Snape encontrará una forma de incluirlo.” El aludido sonrió de forma corta pero torcida.

“Señor Malfoy, creo que el castigo que le impondré no sólo le hará reconsiderar sus tácticas, sino que le ayudará a ampliar sus conocimientos. Después de todo, un buen Slytherin aprende de sus errores mejor que cualquier otro.” Una amplia sonrisa dominó el rostro del profesor.
 
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