Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ En Silencio ❯ Capítulo 3 ( Chapter 3 )

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Capítulo 3
 
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
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Draco Malfoy, prefecto de la casa de Slytherin sentía que si otro incauto más, aunque fuera de su propia casa, le preguntaba qué hacía con un libro acerca de los muggle lo iba a obliterar hasta la próxima vida si es que existía alguna. A su lado, sangre sucia Granger reía calladamente mientras que frente a él un muy enojado Weasel observaba cada movimiento de sus ojos sobre el libro. La única razón por la que estaba allí era porque su profesor había tenido la idea, no porque Dumbledore lo creyera conveniente, en su torcida mentalidad si Snape podía verle algún beneficio entonces él, como una perfecta serpiente, tenía que encontrarlo también.
 
“¿Podrías dejar de mirarme?” Siseó con furia contenida pero sin levantar la platinada vista. Ron gruñó algo incoherente y bajó el rostro, él también tenía en sus manos un libro acerca de los muggle. Hermione por su parte, volteó los ojos con resignación. “Esto es humillante.” Murmuró el rubio al tiempo que resumía la lectura.
 
“No pensé que un poco de lectura muggle pudiera hacerle daño a un Slytherin como tú.” Respondió el pelirrojo. No sólo lectura muggle, pensó Draco para sus adentros, sino también la compañía.
 
“Chicos, será mejor que continúen con sus lecturas.” Les advirtió Hermione. Ron bajó la vista de inmediato y continuó leyendo, Draco dejó escapar un gruñido sarcástico pero también se dedicó a la tarea. El libro que tenía en sus manos era un ejemplar bastante antiguo, pero nada que ver con magia. Anatomía y Fisiología del Cuerpo Humano. El título del libro que Ron estudiaba era Manejo de Estrés y el que tenía Hermione era Técnicas de Relajación.
 
“Creo que vamos a necesitar voluntarios para esto.” Musitó la chica un tanto confundida tratando de descifrar los diagramas.
 
“Para eso esta Potter, ¿no? Además, ¿quién se ofrecería como conejillo de indias para que practicáramos con él?” Gruñó el Slytherin. Hermione levantó la vista de forma sospechosa hacia Ron quien continuó leyendo en silencio, Draco siguió la mirada y sonrió, ni siquiera él mismo habría podido pensar en una mejor forma de humillar al pelirrojo. Luego de unos minutos el “conejillo de indias” sintió que era observado.
 
“¿Qué?” Preguntó con toda la inocencia del mundo.
 
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El profesor Severus Snape le echó una mirada crítica al único alumno en su clase mientras mezclaba varios líquidos en un pequeño caldero sobre su área de trabajo. El joven observaba con mucha atención la pócima que estaba hirviendo en el interior del caldero con mucha seriedad y si el profesor no lo hubiera estado observando conscientemente no se hubiera percatado de nada. Pero Severus estaba muy atento, cada cierto tiempo podría observar que el joven se pasaba una mano por los cabellos, luego lo vería restregarse un poco los ojos con el dorso de la mano, parpadear lentamente y llevarse una mano al hombro o detrás de la nuca.
 
“Señor Potter.” El aludido levantó la vista hacia el profesor sin mucho enfoque. “¿Se siente bien?” Susurró en aquel tono que le provocaba escalofríos a Harry. La pregunta era extraña, o al menos eso le pareció, fuera de lugar y eso lo puso en alerta de inmediato.
 
“Sí profesor, estoy bien.” Vio al profesor aguzar la mirada como un águila sobre su presa pero finalmente cambió la vista. Harry lo tomó como señal de que podía continuar con la pócima.
 
Continuó mezclando ingredientes con la mayor precisión sin volverse a mirar al profesor ni una sola vez. Lo que en esos momentos le preocupaba era el castigo que le había sido impuesto a sus amigos y al Slytherin. Pero más que nada, le preocupaba que por primera vez tuviera que pasar tiempo con Malfoy. Era suficiente verlo de forma esporádica, había aceptado que le atraía y esas discusiones a veces eran simplemente una buena excusa para observar los tormentosos ojos grises de cerca. Era fácil de esa forma, verlo de lejos sin más aspiraciones que las de un enemigo. Se llevó una mano a la nuca y se masajeó suavemente el cuello. No que la abrupta decisión de sus profesores fuera a cambiar su forma de ver al Slytherin. Estaba fuera de su alcance y punto, aún cuando tuviera que pasar algo de tiempo con él nada cambiaría entre los dos, de eso estaba seguro, al menos de su parte.
 
Se alejó un poco del caldero cuando los vapores comenzaron a desprenderse de la pócima. No, eso no cambiaría nada entre ambos y le parecía bien. No era como si necesitara más problemas en su vida. Draco Malfoy como una mera distracción era más que suficiente y él estaba conforme con eso. Suspiró suavemente mientras tomaba con unas enormes pinzas el caldero y lo retiraba del fuego. La pócima, ahora de un color claro, comenzó a asentarse mientras limpiaba el resto de los ingredientes y guardaba lo demás.
 
“Señor Potter, mañana está excusado de la clase. Sus compañeros, el señor Weasley, la señorita Granger y el señor Malfoy le indicarán qué hacer con el tiempo que corresponde.”
 
“Sí, profesor.”
 
“Cuando termines de embotellar tu pócima puedes retirarte.”
 
“Gracias, profesor.” Con eso Harry terminó toda conversación. Cuando la pócima estuvo lista, la embotelló con cuidado y limpió el caldero. Guardó el resto de sus materiales y puso la botella de cristal sobre el escritorio del profesor para que la examinara. Severus Snape apenas levantó la vista del pergamino que examinaba y con un gesto de la mano despidió al chico. Harry se dio la vuelta y salió del salón sin percatarse de las miradas que le daba el profesor.
 
Snape se sentó tras su escritorio y contempló el tubo que Potter había dejado sobre su escritorio. La pócima era del color exacto, consistencia exacta y no dudaba que fuera del sabor, olor y reacción perfecta. No, al profesor no le preocupaba que la fórmula fuera a fallar... lo que le preocupaba era que en menos de unos meses un estudiante que apenas había logrado sacar buenas calificaciones se volviera un maestro en pócimas y brebajes. Eso era lo que en realidad le preocupaba al ex mortífago, ex espía de la Orden del Fénix.
 
Harry vagó un rato por los pasillos, no era demasiado tarde, finalmente decidió ir en busca de sus amigos. Los encontró en la biblioteca y fue entonces que recordó que Draco Malfoy estaría con ellos, intentó regresarse pero ya Hermione había levantado la vista y lo había saludado. En esos momentos los tres escribían concienzudamente en sus pergaminos... bueno, al menos dos de ellos escribían, un Ron Weasley se dedicaba a darle miradas enojadas al Slytherin y a su compañera por igual.
 
“Buenas noches.” Saludó, atrayendo la atención sobre su persona.
 
“Oh, Harry, terminaste temprano hoy.” Comentó la joven con alegría. El chico asintió y se sentó al lado del pelirrojo.
 
“¿Eso es parte del castigo?” Murmuró al ver los libros que sus amigos leían.
 
“Sí, personalmente creo que son de mucha ayuda.” Comentó Hermione con una expresión satisfecha.
 
“Pues yo no entiendo nada. Parecen puras babosadas.” Respondió Ron con amargura ganándose una mirada reprobatoria de la chica.
 
“En fin, creo que estaremos aquí un rato más. Harry, ¿por qué no vas y descansas un poco?” Harry, que había tomado una de las plumas que sobraban la dejó caer en su lugar con suavidad. Los pocos ánimos que tenía evaporándose de inmediato.
 
“Claro. Será mejor que vaya a dormir más temprano.” Murmuró sin mucho entusiasmo y tratando de ocultar la decepción en su voz. “Que se diviertan.” Susurró antes de levantarse. Ron se levantó de inmediato dándole una mirada enojada a la chica quien por primera vez mostraba un gesto culpable.
 
“Te acompaño.” Dijo sin más el pelirrojo.
 
“¿No tienes que terminar el castigo?” Preguntó sorprendido el joven.
 
“Nahh, apenas puedo entender lo que dicen esos libros, es aburrido. De todas formas, alguien tiene que acompañarte.” Comentó Ron con la sutileza de siempre.
 
“Ahh, lo olvidaba, mis guardianes.” Volteó los ojos con algo de fastidio pero no comentó nada más. Sin esperar emprendió la marcha hacia su habitación sin notar las miradas extrañadas que Ron y Hermione le daban. El pelirrojo se encogió de hombros y lo siguió tan rápido como pudo.
 
“Ustedes dos son, seguramente, las personas con menos tacto que jamás haya conocido.” Murmuró el rubio sin levantar los ojos del pergamino.
 
“¿A qué te refieres?” Le preguntó Hermione con el ceño fruncido.
 
“Nada. Sólo comentaba en voz alta.” La chica lo observó con cautela pero al poco rato resumió su trabajo.
 
Draco Malfoy se preguntó si todo el asunto de que Potter perdiera el control sería exclusivo de su estrés. Era obvio que el Chico de Oro había ido en busca de sus amigos para charlar o lo que fuera que hicieran cuando estaban los tres juntos y había sido despedido sin el menor de los cuidados. Luego había sido tratado como un chiquillo al recordársele que no podía estar sin la compañía de uno de los dos. Humillante desde su punto de vista. Potter, por su parte, había tomado todo sin apenas chistar, era como si no le importara demasiado.
 
“Mañana iremos a Hogsmeade.” Comentó mientras terminaba de escribir. “Potter irá con nosotros.”
 
“¿Mañana?” Exclamó Hermione.
 
“¿Hay algún problema con eso, Granger? Es obvio que necesitaremos algunas cosas que no tenemos disponibles aquí.”
 
“De hecho, tengo un problema. En dos días tengo prueba de transformación y dos trabajos que entregar, diez pergaminos cada uno. Gracias al castigo he perdido todo el día de hoy.”
 
“¿Cómo es que tienes prueba de transformación? McGonagall no ha avisado de ninguna prueba.” Preguntó curioso y con sospecha. La escuchó mascullar algo entre dientes. “Granger, será mejor que aprendas a expresarte con claridad.”
 
“Estoy tomando clases extra, al igual que Harry. De hecho, Ron también está tomando cursos extra.”
 
“¿Cómo es que todos están tomando cursos extra?” Exclamó el Slytherin con enfado.
 
“Si pensabas que ser los guardianes de Harry era cosa sencilla te has equivocado de plano.” Murmuró la joven con gesto cansado.
 
“Bien, entonces iré con el cabeza hueca de Weasley y Potter.”
 
“Eh... Ron tampoco puede acompañarte.”
 
“¿Qué dices?”
 
“El también tiene pruebas...”
 
“Si piensas que iré sólo con Potter estás equivocada.”
 
“¿Miedo, Malfoy? Miedo de que Harry te vuele el trasero al más allá si te descuidas.” La chica le dio una sonrisa maliciosa.
 
“No te pases, Granger. Ustedes son sus amigos, sus guardianes.” Enfatizó la palabra y vio con placer que la chica se estremecía levemente.
 
“Por esa misma razón, Malfoy. ¿No te das cuenta de que Harry está fastidiado con ese asunto? No sólo Harry, nosotros también. Le haría bien estar en compañía de otras personas, aún cuando fuera la compañía de alguien tan arrogante como tú.” Hermione casi escupió las palabras.
 
“Estoy tan obligado como ustedes a hacerle compañía, Granger, ¿qué te hace pensar que sería diferente?”
 
“Sería... diferente, lo sé.” Le dijo con una mirada cautelosa y Draco meditó por largo rato en aquellas palabras. Terminó de enrollar los pergaminos y procedió a guardar las plumas y las tintas con cautela. Tomó dos libros adicionales de la pila que anteriormente habían buscado y lo puso todo en un bolso.
 
“Creo que es todo por esta noche. Adiós, Granger.” Salió con pasos largos de la biblioteca, sin mirar atrás.
 
“Buenas noches para tí también, Malfoy.” Susurró Hermione, ocultando una pequeña sonrisa mientras comenzaba a guardar los libros y pergaminos que ella misma había reunido. Harry y Ron seguramente la estarían esperando en el salón principal de los Gryffindor. Caminó hasta el cuadro y susurró la clave, al pasar por el portal se encontró con dos de sus compañeros, Seamus y Neville. Ambos conversaban animadamente.
 
“¿Han visto a Ron?” Ambos negaron y continuaron su conversación. Decidió entonces buscarlos en la habitación de Harry. Cuando llegó finalmente y abrió la puerta se encontró con un par de jóvenes a medio dormir, tendidos sobre lo que parecía ser un juego de ajedrez que se hallaba en el suelo mientras algunas de las figuras intentaban alcanzarse con sus armas. Volteó los ojos mientras dejaba los libros en una de las mesas. Con cuidado se agachó sobre el joven de cabellos oscuros.
 
“¿Harry? ¿Harry?” Un leve gemido respondió el llamado y Hermione intentó levantarlo. “Vamos Harry, será mejor que llegues a tu cama.” Con un último esfuerzo logró ponerlo en pie aunque no del todo balanceado. Ya lo había hecho antes y sabía que, aunque no llegaría sólo a la cama, podría dirigirlo sin problemas a ella. Una vez que lo hizo acostar murmuró un hechizo con el cual las ropas regulares de Harry se transformaron en ropa de dormir. Lo arropó y le quitó los lentes colocándolos con cuidado en la mesa justo al lado de la cabecera. Luego se volteó y observó al pelirrojo que estaba en el suelo. Una sonrisa pícara y una mirada apreciativa iluminaron su rostro.
 
“Ron Weasley, creo que hoy vas a tener problemas para llegar a tu propia habitación.” Murmuró por lo bajo mientras procedía a hacer la misma operación.
 
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Gracias por leer.