Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ En Silencio ❯ Capítulo 5 ( Chapter 5 )

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<b>Capítulo 5</b>
 
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
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“¡Ron!”
 
“No, Hermione, ni pienses por un momento que me voy a ofrecer como conejillo de indias para este… este… Slytherin.” Las palabras le salieron con tanto veneno que Hermione dio un paso atrás.
 
“¿Prefieres que sea yo entonces?” Dijo fingiendo indignación y poniendo su expresión más convincente.
 
“¡No! Es sólo que… yo… pero… ¡demonios sangrientos!” Exclamó el pelirrojo indignado mientras un Draco Malfoy yacía recostado de una de las paredes con una expresión de perfecto aburrimiento que cubría sin error lo mucho que disfrutaba de la reacción del pelirrojo. Además quién diría que Granger podía ser tan taimada y traicionera como una víbora. “¿Por qué yo? ¿Por qué yo?” Gimoteó el pelirrojo mientras comenzaba a quitarse la capa y la camisa bajo ella. Una espalda blanca salpicada de pecas sonrosadas apareció a la vista de los otros dos ocupantes de la habitación que se hallaba sellada contra ruido alguno. Unos ojos plateados la miraron con desprecio, unos ojos color miel la observaron con fascinación. Había una mesa baja en el centro colocada específicamente para lo que los tres estudiantes planeaban y un pesado olor a cerezas permeaba el ambiente. “Pero sólo la camisa.” Advirtió el joven mientras se recostaba boca abajo en la mesa a regañadientes.
 
“Suficiente para comenzar.” Murmuró la joven mientras sostenía un libro en sus manos. “Malfoy, ¿qué estás esperando?” Lo regañó. El rubio volteó los ojos y se quitó la capa, quedando en unos pantalones de mezclilla algo sueltos y una camisa de mangas largas.
 
“Lo primero es iniciar un contacto agradable.” Leyó la chica de uno de los libros.
“Granger, no eres la única que puede recordar lo que lee.” Gruñó el rubio mientras tomaba un poco de aceite en las manos y lo frotaba con suavidad. La aludida levantó la barbilla desafiante pero el rubio la ignoró. Luego de frotarse las manos se acercó a donde yacía el pelirrojo y con un poco de incomodidad puso las manos sobre la espalda. Al instante de tocarlo Ron dio un leve salto sobre la mesa. Draco levantó las manos de inmediato mientras el pelirrojo hervía del coraje.
 
“Agradable, Malfoy.” Reclamó la joven.
 
“No tengo la culpa de que la Comadreja no pueda quedarse quieto.” Exclamó enojado el Slytherin.
 
“Ron, por favor.” El pelirrojo le devolvió una mirada que a las claras le decía que lo que pretendía no era tan fácil como parecía. “Inténtalo de nuevo, Malfoy.” El rubio masculló algo entre dientes pero volvió a poner las manos sobre la espalda, esta vez Ron sólo se tensó.
 
Con evidente incomodidad por lo que hacía, el rubio comenzó a frotar las manos sobre la espalda que en vez de relajarse se tensaba cada vez más. “Está lleno de nudos.” Murmuró enojado.
 
“Esa es la tensión.” Comentó la joven mientras continuaba leyendo.
 
Draco repasó en su mente los pasos que había estado estudiando y trató de repetirlos sobre la espalda del pelirrojo pero cuando pasó los dedos sobre un punto extremadamente tenso el joven dejó escapar un gemido angustiado. “Duele.” Se quejó con los ojos apretados. Draco retiró las manos de inmediato. Se pasó el dorso de la mano por los ojos para luego volver a intentarlo. Volvió a repasar todos los movimientos y al pasar nuevamente por el lugar el pelirrojo volvió a quejarse.
 
“Quizás no deba tocarlo ahí.” Murmuró inseguro. Había sentido que bajo la piel algo de consistencia diferente se estremecía cada vez que lo tocaba.
 
“A ver.” La joven se acercó y Draco le indicó el lugar. Hermione presionó con el pulgar y se asustó cuando Ron dejó escapar un robusto grito. “Lo siento.” Dijo de inmediato.
 
“Mione, prefiero que continúes leyendo el libro.” Gritó furioso el pelirrojo.
 
“Bien, bien. ¿Acaso el libro no dice nada con respecto a eso?” Preguntó Draco.
 
“Sí, debe ser una lesión reciente.” Murmuró Hermione llevándose un dedo a los labios. “¿Podría ser del Quidditch?”
 
“Tal vez.”
 
“¡Ya déjense de tonterías y terminen con esto!” Exclamó impaciente el pelirrojo haciéndole honor a su temperamento.
 
“Aich. Inténtalo de nuevo, Malfoy.” Siseó Hermione enojada.
 
Draco volvió a echarse un poco de aceite y con sumo cuidado comenzó los pasos, nuevamente tocó el lugar y nuevamente el pelirrojo se quejó. “Demonios.” Murmuró. No iba a admitirlo, pero no estaba en sus intenciones lastimar al chico Weasley. Sabía que lo que intentaban era algo serio y provocarle una lesión no era la forma de lograr su objetivo. “Quizás si supiera cómo se siente.”
 
“Esa es una magnífica idea. Quítate la camisa.” Exclamó la joven con un brillo siniestro en los ojos.
 
“¡Mione!” Gimió indignado el Gryffindor.
 
“No seas tonto, Ron.” Respondió la chica volteando los ojos a lo que el pelirrojo respondió volviéndose sobre la mesa con terquedad. Draco finalmente obedeció, pero tuvo que ser ayudado por la chica para no manchar la camisa con el aceite que tenía en las manos. Ron se hizo a un lado y el rubio Slytherin se recostó sobre la mesa. Hermione tomó algo de aceite y lo frotó para luego colocar las manos sobre la espalda del rubio. Draco no brincó, pero no pudo evitar tensarse, sin embargo la joven ignoró la reacción por completo mientras comenzaba a repetir los pasos que indicaba el libro.
 
La espalda bajo sus dedos se sentía tensa y levemente nudosa, por lo que no tardó en encontrar un punto de consistencia parecida al que había tocado en el pelirrojo, tratando de llevar a término los movimientos pasó por el lugar con más fuerza de la que había planeado. Un grito ronco escapó del Slytherin mientras se sujetaba de la mesa con fuerza. Miró por unos segundos al pelirrojo a su lado con los ojos muy abiertos para luego levantarse a toda prisa. “Suficiente demostración.” Dijo al tiempo que se pasaba una mano por el lugar adolorido sintiendo simpatía por el pelirrojo. “Weasley, acomódate en la mesa.” Ordenó impaciente. El aludido refunfuñó pero obedeció lentamente.
 
Draco le volvió a echar una mirada desconfiada a la joven para luego echarse un poco de aceite en las manos, esta vez el pelirrojo apenas se tensó en su lugar. El rubio comenzó a repetir con cuidado los movimientos y a la hora de llegar al punto problemático lo hizo con mucho más cuidado y suavidad. Ron gimió suavemente pero no comentó nada, al cabo de un rato y varios otros quejidos el tono de los mismos fue bajando de intensidad. Draco sintió que los músculos bajo sus manos comenzaban finalmente a relajarse y se sorprendió ligeramente.
 
“Recuerda trabajar cada uno de los grupos de músculos.” Comentó Hermione al descuido mientras se dedicaba a leer el libro, Draco le echó una mirada sucia de la cual la joven no se percató. Lenta, muy lentamente, los músculos comenzaron a perder los nudos y la consistencia del punto que más problemas le había dado comenzó a desvanecerse, aflojando el músculo hasta que finalmente pudo repetir todos los pasos sin problema alguno. Todo el proceso le había tomado más de media hora y se sentía algo cansado. Con unos toques suaves comenzó a despegar las manos de la espalda hasta que finalmente dejó de masajear por completo, rozando con la punta de los dedos la piel hasta que simplemente ya no lo tocaba más.
 
“Umh… creo que ese fue un buen trabajo. ¿Cierto Ron?” Preguntó la chica. El silencio fue su respuesta y se acercó al pelirrojo que aún yacía sobre la mesa. “¿Ron?” Se agachó y pudo comprobar que, efectivamente, el pelirrojo estaba completamente dormido. “Creo que funcionó.” Musitó sorprendida.
 
“¿Ahora cómo se supone que voy a practicar el resto?”
 
“Está dormido, no creo que le importe.” Dijo despreocupada encogiéndose de hombros y Draco procedió entonces a practicar con los brazos del chico y el rostro.
 
Esa noche, cuando Draco Malfoy regresó a su habitación, una extraña sonrisa adornaba sus labios. Si Ron Weasley, enemigo número uno, había sucumbido sin demasiados problemas, Harry Potter, que parecía tolerarle un poco más, no tendría oportunidad alguna y por primera vez desde que había sido castigado comenzó a comprender la verdadera intención del profesor Snape al indicarle que la provocación y la tortura no eran los únicos métodos para conseguir información. Se cambió tan rápido como pudo y cuando regresó sacó el libro muggle que había estado estudiando. Luego de comprobar la eficacia de lo que estaba escrito sentía curiosidad por ver qué otras cosas podía aprender del mismo.
 
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Gracias por leer.