Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ En Silencio ❯ Capítulo 6 ( Chapter 6 )

[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]

*******
 
Capítulo 6
 
*******
 
Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
*******
 
Harry se hallaba en la enfermería, Madame Pomfrey revisaba su brazo. Le molestaba un poco pero según la médico bruja lucía mucho mejor, por esa razón utilizaría un hechizo menor para terminar de reparar el hueso. Mientras la mujer se preparaba Harry sólo podía pensar en una cosa, el frasco que Malfoy había comprado. Sabía que no podía ir al poblado sin que uno de sus amigos lo acompañara y no quería por nada del mundo que Malfoy lo acompañara. Simplemente la curiosidad estaba sacando lo mejor de sí. Podía preguntarle quizás a Madame Pomfrey, pero qué pensaría de Harry si era una broma de Malfoy, seguramente quedaría en ridículo frente a ella y seguramente le contaría al profesor Dumbledore, quien quizás le contaría a McGonagall.
 
Cerró los ojos cuando la médico hechicera comenzó a aplicarle el conjuro para sanar el hueso. Dolió un poco pero no tanto como cuando le había crecido todo el hueso del brazo. Finalmente pudo estirarlo completamente y moverlo a voluntad sin que le molestara. Ahora podría salir más temprano de la clase de pociones puesto que el brazo no le estorbaría al momento de mezclar los ingredientes pero la noticia no le produjo la alegría que en otros tiempos le hubiera provocado.
 
Salió con paso lento casi lánguido, por los pasillos que lo llevarían al exterior del castillo, tenía ganas de visitar a Hagrid, de ver sus fantásticos animales y despejarse la mente un rato, alejarse de todo. La cabaña de Hagrid era uno de los pocos lugares a los que podía ir sin la compañía de sus amigos y eso porque Hagrid mismo estaría con él.
 
“Buenos días, Hagrid. ¿Cómo estas?” Llamó desde la puerta. El gigante le dedicó una enorme sonrisa y sus ojos se iluminaron al ver al joven.
 
“¡Harry!, todo bien muchacho, por fin vienes a visitarme.” Prorrumpió en aquella voz estruendosa y una robusta carcajada. “Ven, quiero mostrarte algo.” Hagrid se acercó con cautela a una canasta cubierta por una gruesa manta y esperó a que el joven se acercara. Con una sonrisa mal contenida la destapó cuidadosamente. Tres enormes bolas de pelos se estremecieron en el interior y Harry observó fascinado las pequeñas alitas de colores que tenía cada una.
 
“¿Qué son, Hagrid?”
 
“Mimosas voladoras.” Al escuchar la retumbante voz las bolas se desenroscaron y Harry pudo ver con claridad las puntiagudas orejas y los ojos rasgados como de gato.
“¿Gatos con alas?” Preguntó fascinado.
 
“Algo así. Estos están acabados de empollar.” Susurró de forma conspiratoria. “¿Quieres cargar una?” Harry asintió y Hagrid le pasó con cuidado uno de los ejemplares cuya piel era tan suave como el visón, de color blanco con diseños de color negro que semejaban plumas.
 
El animal, del tamaño de un gato adulto, se acurrucó de inmediato en el calor del pecho de Harry, ronroneando plácidamente mientras el joven le acariciaba las alas que tiritaban desprovistas aún de las suaves plumas que en un ave ya estarían presentes.
 
“Cuando son adultos sus garras se llenan de veneno y sus alas pueden llegar a medir más de seis pies de envergadura.” Murmuró emocionado el gigante haciendo que Harry se congelara en su lugar con los ojos muy abiertos.
 
“¿Veneno?” Susurró sin poder creer que Hagrid fuera capaz de darle a cargar un animal que pudiera dañarlo, fuera una cría o no.
 
“Sí, pero ahora son inofensivos.” Se acercó y tomó una de las patas del animal, colocó su dedo bajo las almohadillas y presionó. “¿Ves? No tienen garras.” Dijo orgulloso de su astucia. Harry dejó escapar el aliento que había estado reteniendo.
 
“Oh.” Y resumió las caricias en el lomo del animal que luego de ronronear un rato emitió algunos gorjeos alegres. “Fascinante.” Exclamó. “¿Y ya pueden volar?”
 
“No, aún están muy tiernos. Los encontré cerca del territorio de Aragog, por suerte ninguna de las arañas los notó primero.” Harry se estremeció al recordar al arácnido. “¿Quieres ayudarme a alimentarlos?” Preguntó mientras se volteaba hacia el fuego donde hervía una olla con un líquido blancuzco como leche. “No es leche de mimosas pero es un sustituto bastante bueno.” Sentenció satisfecho. Harry asintió y se sentó a la mesa mientras Hagrid llenaba unas mamaderas bastante grandes. “Colócalo boca arriba luego que le pongas la mamadera en la boca, verás cómo le gusta.” Le comentó mientras le extendía una de las mamaderas.
 
Luego de un rato durante el cual la mimosa se alimentó animadamente de la mamadera que Harry sujetaba, el joven levantó la vista hacia el gigante.
 
“¿Hagrid?”
 
“¿Umhh?”
 
“¿Sabes qué son aceites comestibles?”
 
“¿Aceites qué?” Susurró el gigante con miedo de que lo escucharan en alguna parte.
 
“Comestibles. Ayer estuve en Hogsmeade, en una tienda de aceites perfumados.” Hagrid levantó una peluda ceja con curiosidad y se volteó con una de las mimosas en brazos para ver al chico. “Y había una sección completa de aceites comestibles, de sabores. ¿Sabes para qué sirven?” Si Hagrid hubiera tenido menos barbas y menos cejas Harry hubiera podido ver un profundo sonrojo en el rostro del gigante.
 
“Harry, esas cosas… son… para adultos.” Dijo trabándose con las palabras miserablemente.
 
“¿Para adultos?” Preguntó el joven y cuando Hagrid vio aquellos ojos verdes llenos de inocencia su mente no pudo asociar que para sus diecisiete años Harry ya debería sentir curiosidad por ciertas cosas y que era tiempo para la famosa charla.
 
“Sí, sí, son cosas de adultos. No debes estar preguntando por ese tipo de cosas. A nadie.” Negó enérgicamente.
 
“Pero Malfoy compró un frasco de ese aceite.”
 
“¿Malfoy? ¿Estaba contigo?” El joven asintió, los ojos verdes fijos en el gigante.
 
“Dijo que me mostraría cómo se usaba si…” El gigante palideció y no lo dejó continuar.
 
“No, no, no, Harry. ¿Qué dices? Ese Slytherin no está más que para hacer bromas pesadas. Esa sangre está podrida, toda la sangre de los Malfoy está podrida, llena de malicia. Harry, si Malfoy vuelve a mencionarte algo de ese aceite, prométeme que te alejarás de él de inmediato.”
 
“Pero… Hagrid… es que…”
 
“Nada de peros, Harry, ese chico sólo está buscando abrirte los ojos a cosas que no son buenas para tí. ¡Me lleva! Si yo fuera su padre, cosa que no me gustaría de todas formas, le daría una buena tunda para que se dejara de andar en malos pasos. ¡Pero cómo iba a ser de otra forma con el padre que tiene!” Harry se acercó a la canasta y depositó a la mimosa ya llena con cuidado, le entregó la botella a Hagrid que la sujetó sin siquiera notarlo y se escurrió por la puerta de la cabaña. Aún cuando subía podía escuchar la cátedra que el gigante se estaba echando a costa de la familia del chico.
 
“Será mejor que me regrese al castillo.” Murmuró algo decepcionado y entornando los ojos terminó de subir las escaleras de piedra que llevaban al castillo.
 
Buscó a sus amigos por todas partes hasta que los encontró en la biblioteca, acompañados del rubio de los Slytherin. Se sorprendió al notar que ninguno estaba discutiendo, sino que leían ensimismados los libros que tenían sobre la mesa, apenas lo notaron llegar por lo que se sentó sin llamar la atención. “Hola chicos.” Murmuró y fue recibido con varios sonidos de saludo que en nada se acercaban a palabras. Al notar que ninguno le prestaba demasiada atención se reclinó sobre la mesa y colocó la barbilla sobre las manos observando a cada uno de sus amigos y luego al joven rubio. Sus labios se movían silenciosos concentrado en lo que leía, pausando a veces para anotar algo en su pergamino. Suspiró quedamente cuando notó que estaba siendo ignorado completamente y recostó la mejilla sobre el brazo, entrecerrando los ojos con aburrimiento.
 
Luego de un rato de estar en aquella posición sus dedos comenzaron a moverse con suavidad producto del leve estado de ensoñación en el que se encontraba. Comenzó a imaginar, como solía hacer de pequeño, que podía crear formas en el aire, sólo que hasta entonces no había vuelto a repetir aquella manía suya siendo que nunca se había vuelto a ver con tiempo suficiente como para jugar con su imaginación. Una figura borrosa, formada de diminutas gotas de lo que parecía ser rocío, revoloteó suavemente sobre sus dedos apenas perceptible.
 
Por un buen rato la figura revoloteó inadvertida por el resto del grupo mientras Harry continuaba observándola con ojos entrecerrados. De a poco la figura fue ganando colorido hasta que casi se solidificó sobre los dedos del joven. Una snitch dorada revoloteaba inquieta sobre sus dedos, todo parecía normal con la esfera hasta que Harry le imprimió un resplandor mágico a las alas que a cada movimiento parecían desprender polvo de hadas. Draco levantó los ojos hacia lo que revoloteaba sobre los dedos de Harry y se quedó mirando con interés, no sabía que Harry fuera capaz de ponerse a jugar con una snitch en el interior de la biblioteca.
 
“Harry.” Siseó Hermione al darse cuenta de lo que sucedía. Al momento la esfera cayó sobre la mesa, rompiéndose en diminutos cristales que se derritieron y se evaporaron sin dejar rastro.
 
“Lo siento, Mione.” Respondió arrepentido el moreno. Draco fijó la vista segundos después por encima del libro que leía en el rostro de Potter. Decepción, tristeza quizás e inquietud. Harry se levantó del asiento con lentitud. “Iré a mi habitación.” Susurró a modo de disculpa.
 
“Te acompaño.” Respondió el pelirrojo de inmediato.
 
“No te preocupes Ron, sólo voy a descansar un rato antes de la clase de defensa.”
 
“¿Estás seguro?”
 
“Ah… sí, no hay problema Ron.” Dijo sin detenerse. El pelirrojo se volvió a sentar mientras observaba a su amigo retirarse.
 
“Sigo pensando que necesita unas vacaciones.” Gruñó en dirección a su compañera. La joven sacaba de su bolso un pergamino doblado de forma extraña. El rubio los observó abrirlo pero no pudo discernir lo que la joven le susurraba. Al instante apareció en el mapa la estructura del castillo. Malfoy abrió los ojos asombrado hasta que la chica apuntó con el dedo unas pisadas que leían Harry Potter. Siguieron viendo las pisadas hasta que finalmente se detuvieron en lo que parecía ser un cuarto en el ala de los Gryffindor. Al momento la joven volvió a pronunciar otras palabras, aparentemente satisfecha con el resultado y todo rastro del mapa se borró.
 
“¿Qué es eso?” Preguntó interesado el rubio.
 
“Es… un mapa mágico.” Respondió el pelirrojo encogiéndose de hombros como si fuera lo más estúpido que hubiera podido preguntar. Draco entrecerró los ojos ofendido y dio un resoplido indignado.
 
“¿Por qué interrumpiste a Potter?” Preguntó cambiando la conversación. La joven lo miró como si fuera lo más obvio del mundo pero él no se dio por enterado.
 
“¿Acaso no te diste cuenta, Malfoy? Harry no estaba usando su varita.”
 
“¿Y? No necesitas una varita para jugar con una snitch.”
 
“Malfoy, pensé que era obvio. Nadie hace magia de ese nivel sin una varita y esa no era una snitch normal, Harry la creó.” El rubio abrió los ojos, finalmente comprendiendo a lo que se refería la chica, se sintió como un tonto cuando la sangre sucia le tuvo que recordar algo tan sencillo. Había estado tan absorto en lo que hacía el muchacho que no había reparado en las verdaderas implicaciones del acto. Todo le había parecido tan natural.
 
“Creo que la estrangulada que te dio Harry te hizo daño.” Musitó sin veneno el pelirrojo. El rubio extendió la mano y le dio un coscorrón al joven, de inmediato sintió que alguien le pegaba un coscorrón. Al voltearse se encontró con una Hermione Granger muy enojada.
 
“Sólo yo le puedo dar de coscorrones.” Murmuró con la voz cargada a lo que el rubio se enderezó en la silla mientras se sobaba la cabeza, luego de una batalla de miradas enojadas terminó por continuar leyendo. Vaya que tenía la mano pesada la Granger, una risita ahogada se escuchó de atrás del libro que el pelirrojo sostenía para taparse el rostro.
 
“Creo que he leído suficiente por hoy.” Comentó enojado mientras comenzaba a recoger sus notas y algunos libros con rapidez. La joven sólo le dio una mirada que apenas ocultaba lo divertida que le parecía la reacción. Con postura en exceso arrogante el joven de los Slytherin terminó de organizar sus materiales y se retiró de la mesa.
 
Sus pasos lo llevaron hasta su propia habitación y por unos segundos se preguntó si el par de tontos Gryffindors habría sacado el mapa aquel para ver hacia dónde iba y descubrir el lugar oculto donde tenía su habitación. Luego de pensarlo un rato decidió que no le importaba si lo sabían o no.
 
*******
 
Gracias por leer.