Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ En Silencio ❯ Cap�tulo 11 ( Chapter 11 )
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Capítulo 11
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
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Cuando Harry asistió a la clase regular de pociones ese día apenas pudo mirar al profesor y mantuvo un sonrojado color durante las dos horas que duró el ejercicio. Con todo su poción estaba saliendo a la perfección. Y aunque el profesor Snape no pareció darse por enterado la realidad era que las miradas nerviosas del joven lo estaban poniendo de un humor perro. Intentó ignorarlo pero la sensación de ser observado por el joven Gryffindor aumentó. Harry había sido pareado con un Slytherin de largos cabellos negros y ojos miel oscuros, Blaise Zabini, pero cuando el joven había comprendido que el Gryffindor estaba haciéndolo todo a la perfección se había limitado a asistirle en cortar o mover la pócima, tareas que se le daban mejor. Severus decidió finalmente acercarse a la pareja y ver si podía de alguna forma disuadir al joven de su comportamiento.
“¿Hay algún problema?” Preguntó con seriedad a espaldas de Harry quien dio un pequeño brinco haciendo que su magia se descontrolara levemente, como un pequeño relámpago que recorrió la superficie de su cuerpo erizando sus propios cabellos y colándose hacia la pócima que estaba preparando, haciendo que cambiara de color de forma violenta.
Antes que el profesor pudiera reaccionar el moreno sujetó con fuerza las ropas de Zabini y lo alejó de un tirón del caldero. La mezcla hizo una espuma ácida que subió y se derramó alrededor del caldero salpicando levemente los alrededores. Todo lo que tocó lo desvaneció con un sonido siseante. El lugar donde había estado de pie el joven Slytherin había sido el más afectado. Con un movimiento de la varita del profesor la mezcla desapareció y en su lugar quedó un caldero muy estropeado por el ácido.
“Gryffindor, veinte puntos. Zabini, únase con alguno de sus compañeros y observe.” Susurró el profesor. “Potter, quiero hablar con usted cuando termine la clase.” Harry asintió y bajó la cabeza mientras comenzaba a guardar los materiales. El resto de la clase le pareció tan largo y maldito como esperar una sentencia de muerte por lo que sus labios se tornaron de un rojo brillante cuando sin poder contenerse comenzó a morderlos despiadadamente.
Draco observaba la escena, unas mesas más allá podía ver a los amigos del joven preocupados aunque no tanto como lo hubieran estado durante su sexto año si el profesor Snape les hubiera dado un castigo. El rubio captó por primera vez la confianza oculta que le profesaban ambos estudiantes al profesor. No pudo evitar sonreír al pensar en cuánto se habrían humillado ambos Gryffindors al confiar en un Slytherin. Pero frunció el ceño al notar que en sus meditaciones no había incluido a Potter, su semblante decayó aún más al constatar que esa no era la primera vez que excluía al joven con deferencia. Dejó todo pensamiento cuando Blaise se unió a su grupo para continuar observando.
“¿Qué sucedió?” Le preguntó en un susurro cuando vio que su profesor no los estaba observando.
“No lo sé. Potter estaba mezclando la poción a la perfección.” El joven sonrió algo confundido. “Jamás lo había visto mezclar pócimas con tanta precisión, es un milagro, Potter nunca ha destacado en pociones.” Comentó al descuido. “Cuando el profesor iba a supervisarnos el líquido cambió de color y se transformó en ácido.” Se encogió de hombros.
“¿No mezclaron nada mal?” Preguntó el rubio con interés.
“No, todo estaba perfecto, ni siquiera equivoqué la cantidad de veces que tenía que revolver. Quizás alguno de los ingredientes estaba dañado.”
“Bley, ¿seguro que no fue el torpe de Potter?” Susurró con saña la compañera de Draco, Pansy.
“No, estoy muy seguro. Debió ser uno de los ingredientes, Pansy primor.” Murmuró enojado con el mote que le había dado la rubia.
“Quizás.” ¿Pero por qué el profesor le quitaría puntos a Gryffindor si fue por culpa de los ingredientes? Musitó Draco extrañado. Quizás por la misma razón que tenía Granger para mirar preocupada al moreno. El trabajo continuó en silencio hasta el momento en que terminaron las pociones, las embotellaron y las dejaron sobre el escritorio del profesor. Trató de quedarse al último pero una mirada de su profesor le indicó a las claras que no iba a discutir nada con el Chico Dorado frente a nadie más. Dio un resoplido indignado cuando recogió sus cosas y salió, cerrando la puerta con más fuerza que de costumbre.
Harry entonces quedó solo con el profesor de pociones. No podía levantar la vista del suelo y mentalmente maldecía sus hormonas y aquella voz interna que sólo reía y reía ante sus reacciones.
“Señor Potter. Creo que es obvio por qué lo he retenido hoy después de clases. No sólo puso en riesgo a un estudiante… de nuevo. Ha estado distraído, ha cometido errores y su actitud comienza a molestarme.” A lo último Harry elevó los ojos hacia el profesor. Aquellos ónices fulguraban de forma extraña. “El joven Draco no ha mencionado nada fuera de lo normal con las sesiones de relajación que le fueron asignadas para su beneficio. ¿Cómo es entonces que en vez de progresar está dando pasos hacia atrás?” Harry tembló de pies a cabeza cuando el hombre se acercó y bajó el rostro como intentando discernir en su rostro algo que le indicara lo que le sucedía al joven. “Señor Potter…” Susurró cuando pudo notar el leve temblor en el cuerpo del chico. “¿…se encuentra bien?” Preguntó cambiando la voz con notable preocupación suavizando la voz de repente.
Harry rogaba en su interior porque el hombre se alejara y lo dejara salir porque en esos momentos sabía que iba a perder el control y no precisamente de sus poderes. Esta vez la batalla había cambiado de campo. No, esta vez no había riesgo de matar a nadie… sino de hacer algo de lo cual se iba a arrepentir aún cuando la voz en su interior le dijera que honestamente no sentiría remordimiento.
“Señor Potter.” Volvió a insistir el profesor. Harry se estremeció suavemente cuando sus ojos se cerraron con fuerza y se abrieron segundos más tarde. Su cuerpo había tomado una decisión y no había marcha atrás. Suaves reflejos carmesí mezclados con verde esmeralda en los ojos de Harry saludaron al profesor de pociones que de pronto se encontró imposibilitado para moverse. “¿Qué…?” La pregunta completa murió en sus labios cuando el Joven-Que-Había-Vivido se acercó como en trance y sujetando con fuerza sus cabellos tras la nuca atrapó su boca en un beso que hizo estremecer hasta la más dura fibra de sus huesos. Y mientras la boca de Harry Potter devoraba la suya Severus Snape sintió perder la noción del aquí y el ahora.
Cuando finalmente el joven lo soltó parpadeó varias veces hasta que comenzó a recuperar la compostura y entonces el grito airado no se hizo esperar. “¡Potter! ¿Cómo te has atrevido?” Rugió mientras sacaba su varita. Harry abrió los ojos enormes y dio un paso atrás.
“Profesor, yo… lo siento… yo no sé…” Se agachó con asombrosa rapidez cuando el profesor le lanzó una maldición. “¡Demonios sangrientos!” Exclamó el chico recuperando la compostura. “Protego.” Y se formó alrededor de su cuerpo un escudo de magia que repelió la segunda maldición.
“¡Nunca en mi vida…” Harry esquivó otra maldición. “…me había sentido…” Y otra maldición. “…irrespetado de esta forma!” Harry dio un chillido cuando otra maldición pasó cerca. “¡Mocoso de los mil demonios esta es la última vez que te burlas de mí!” Gritó y los estudiantes en el pasillo lo escucharon.
“¡Profesor! ¡Lo siento mucho! Pero no pude evitarlo. ¡Ouch, demonios! ¡Eso duele!” Exclamó Harry mientras respondía por reflejo con una maldición. Si hubiera podido se hubiera dado de golpes contra la pared como muchas veces viera hacer a Dobby. Aún así agradecía que hubiera sido su profesor de pociones y no Draco Malfoy. Si bien su profesor estaba tan irritado como un colacuernos húngaro la animosidad no pasaría de unos cuantos días. Pero si hubiera sido Draco sabía que el rubio no lo dejaría vivir en paz y luego aprovecharía el escándalo a su favor. No, el rubio de Slytherin lo traía medio de cabeza pero no por eso tenía los ojos cerrados ante su forma de ser, ni siquiera porque ahora lo estuviera tratando un poco mejor.
“¡Te dolerá mucho más si llego a descubrir la forma de traspasar ese maldito escudo!” Bufó el profesor de pociones sintiendo unos fuertes deseos de estrangular al escurridizo estudiante y atacándolo nuevamente con otra maldición.
“¡Expelliarmus!” Gritó Harry, pero el profesor lo esquivó.
“¡Petrificus totalis!” Contraatacó el profesor.
“¡Accio varita!” Otra maldición fallida.
“¡Desmaius!” Las cosas en el salón comenzaban a reventar, especialmente las pócimas recién preparadas en clase y que estaban sobre el escritorio de Severus.
“¡Impedimenta!”
“¡Rideo risi risium!” La última maldición pasó el escudo y dio de lleno en el pecho de Harry. Una risa incontrolable le asaltó el cuerpo.
“Expectro… ¡Agghh! Jajjajajaja.” El Chico de Oro comenzó a reír como un desquiciado pero entre jadeos logró recitar algo. “¡Occumbo!” Y el profesor cayó al suelo pesadamente pero pasados unos segundos volvió a ponerse en pie y a pesar de la risa Harry comenzó a buscar una forma de salir de allí y de prisa. El profesor continuaba con una rabieta de los mil demonios. No que pudiera hacerle daño, de eso Harry no se preocupaba, pero podría ser que le diera un par de buenos azotes si lograba ponerle la mano encima. Aprovechando la tontera del hombre se abrió paso fuera del salón y comenzó a correr pasillo abajo, el profesor de pociones tras su trasero.
“Profesor, jajaja, ya le dije que lo siento, jajajaja.” La maldición de risa apenas lo dejaba respirar menos aún disculparse como era debido.
“¡Más lo vas a sentir si te pongo las manos encima! ¡Maldito Gryffindor!” Gritó perdiendo toda compostura al escuchar reír al chico.
Cuando minutos más tarde Hermione y Ron vieron pasar corriendo a Harry en dirección a su habitación con un Severus Snape muy cerca de sus talones el pelirrojo se encogió de hombros.
“¿No vas a hacer nada?” Preguntó la chica preocupada.
“¡Estás loca, Mione! Demonios, si Snape lo alcanza lo va a convertir en rana. ¿Crees que voy a ponerme en medio? ¡Ja!” Comentó enérgico el pelirrojo sin dejarle espacio a Hermione para convencerlo.
“Vaya amigo que eres.” El pelirrojo volvió a encogerse de hombros pero ni siquiera Hermione iba a interponerse entre aquellos dos.
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“¡Todo esto es tu culpa!” La voz ahogada de Harry se escuchaba hasta el otro lado de la habitación.
Draco y los amigos de Harry se detuvieron tras la puerta al escucharlo desde el otro lado de la puerta.
“¿Por qué te hago caso? ¡Eres un asqueroso bastardo! ¡Casi me mata por tu culpa!”
Parecía que Harry hablara con alguien pero no podían escuchar a nadie más en el interior de su habitación. Escucharon varios gritos más hasta que Draco impaciente dio la clave para que la puerta se abriera.
“¿Cómo que tienes necesidades que satisfacer?” Se escuchó la voz en el baño un poco más baja y de repente un grito. “¡No soy ninguna maldita monja! Tú eres el que no puede controlar sus estúpidas hormonas, maldito bastardo hijo de pe…”
“¿Potter?” Interrumpió el rubio. Harry se quedó de una pieza y se sujetó del lavabo mientras sentía que todo su cuerpo enrojecía del bochorno y procuraba hacerse tan invisible como si tuviera la capa. “¿Con quién hablas, Potter?” Preguntó curioso, la rubia cabeza asomándose al baño. Harry volteó hacia la puerta con rapidez, su cuerpo tapando por completo el espejo sobre el lavabo.
“¿Yo? Ehh… con nadie… eh… sólo hablaba conmigo mismo.” Dijo evidentemente nervioso.
“Pues bien que te tratas.” Sonrió con malicia el rubio cruzándose de brazos en el umbral.
“Jaja… ¿verdad? Lo hago todo el tiempo, en serio.” Dijo pegándose más al espejo y sintiéndose miserablemente idiota.
“Ahora entiendo por qué tienes la autoestima tan alta. Si ya terminaste tu monólogo externo será mejor que te prepares para comenzar.” El rubio se enderezó para salir cuando escuchó claramente un susurro a sus espaldas.
“¡Por la marca! Este también está para comerse. ¿Por qué Lucius no lo llevó antes?” El rubio volteó de inmediato y vio a Harry enrojecer por completo.
“¿Qué dijiste?” Preguntó con ira velada y asombro sin poder creer lo que había escuchado.
“¡Nada! No dije… nada. ¿Por qué no esperas en mi recámara hasta que termine?” Dijo con rapidez el moreno y lo empujó fuera del baño con rapidez. Draco dio un respingo indignado y sus ojos plateados brillaron levemente enojados. Finalmente salió sin decir nada más y Harry dejó escapar un largo suspiro y se volteó hacia el espejo sobre el lavabo.
“Estás en graves, graves, graves problemas.” Susurró entre dientes mientras señalaba el espejo de forma amenazante. Luego tomó una de las toallas y de mal talante cubrió la pieza. Con rapidez se desvistió y se metió a la ducha.
Harry salió de la ducha envuelto en la usual toalla y bata de baño, lo que no era usual era la actitud que traía, oscura y algo tenebrosa. Malfoy arqueó una ceja cuando todas sus alarmas se activaron al tomar en cuenta la postura del joven, brazos cruzados, ceño fruncido, ojos entornados y labios apretados en una fina línea. El moreno se quitó la bata de repente y se dejó caer sobre la cama, brazos cruzados bajo la almohada. Draco presentía que recibiría otra descarga si osaba tocarlo pero al voltearse el pelirrojo y la joven no se habían dado por enterado de la actitud del moreno y esperaban impacientes que comenzara. Suspiró de forma imperceptible y endureció el rostro, no iba a mostrarte inseguro frente a dos estúpidos Gryffindors. Esta vez tomó el aceite de pomarrosas y se frotó las manos con cautela.
“Oye Harry, ¿por qué Snape te estaba persiguiendo?” Preguntó el pelirrojo justo antes de que Draco pusiera sus manos sobre la espalda del moreno. Harry pareció saltar de la cama en dirección a su amigo.
“Es… es… un…” Gruñó airado sin poder decir realmente lo que pensaba.
“¿Pero qué le hiciste para que te corriera por toda la escuela? Jamás había visto a Snape tan enojado contigo.” El pelirrojo se acercó a la cama cuando Harry gruñó molesto y se dejó caer nuevamente en la cama. Draco los observaba con cautela, había retirado las manos en cuanto el moreno había saltado de la cama.
“Yo… fue un…” El joven Gryffindor se puso tan colorado que parecía haberse pintado con los colores de su casa. “No quiero hablar de eso ahora, Ron.” Gimió hundiendo la cabeza en la almohada.
“¿Fue por eso que Snape canceló tus clases de defensa hoy?” Preguntó la joven curiosa. Draco que estaba a punto de poner las manos en la espalda por segunda vez volvió a retirarlas cuando el joven levantó la cabeza con sobresalto.
“No, Hermione, las canceló porque practicamos más hechizos de ataque después de la clase de pociones que en cualquier otra sesión de defensa.” La chica trató de acallar la risa que sentía al ver la expresión dolida del joven. “¡Mione! No es gracioso.” Dijo hundiendo la cabeza nuevamente.
“Casi te atrapa el murciélago esta vez.” Soltó Ron de buena gana. Dos cabezas lo miraron enojadas. “¿Qué?” Se encogió de hombros al notar los furiosos ojos verdes y plateados fijos en su persona. “Demonios sangrientos, ahora son dos en mi contra.” Exclamó fastidiado el pelirrojo pero un coscorrón de Hermione lo hizo recuperar la compostura. “¿Tú también, Mione?” Preguntó sobándose la cabeza. Harry dio un resoplido y bajó la cabeza nuevamente.
“¿No vas a comenzar?” Preguntó molesto y el rubio murmuró algo entre dientes que se escuchó como estúpidos Gryffindors pero recuperó la compostura. Puso las manos con más fuerza de la que debía sobre la espalda y comenzó la rutina con más vigor del necesario. Harry no se dio por enterado, él también estaba algo enojado y apenas podía sentir la fuerza que estaba utilizando el rubio con sus músculos.
“Ustedes, Gryffindors, son fáciles de predecir. Ridiculizan todo lo que no entra en sus parámetros. Estigmatizan todo lo que no entienden.” Le dijo enojado el rubio a Ron quien le devolvió una mirada fastidiada.
“No nos incluyas a todos, Malfoy.” Gruñó Harry desde su lugar.
“¿No? ¿Entonces por qué el profesor Snape estaba tan perturbado esta tarde?”
“Yo… fue una tontería de mi parte, ¡está bien! Debí cerrar la bocota.” Exclamó furioso. “Además voy a tratar de disculparme con él… pero primero tengo que esperar, mínimo que no me maldiga en cuanto vea mis narices en su oficina.”
“¿Tanto lo enfureciste?” Quiso saber la chica.
“No tienes idea, Mione, no tienes idea.”
“¿Pero qué hiciste, Harry? Ron tiene razón, nunca lo había visto tan enojado.”
“No quiero hablar de eso.” Exclamó exasperado.
“Pero Harry, si sigues callando todo lo que te pasa vas a reventar el día menos pensado.” Exclamó la joven. Muchas veces habían intentado hablar con el joven de sus cosas, compartir con él. Pero Harry siempre se mantenía imperturbable, contestando sí o no, o no quiero hablar. Era como si el exterior de Harry siguiera igual pero su interior se hubiera hundido y envuelto en una capa de pesado silencio que lo apartaba de todo, incluso de sus mejores amigos.
Harry no se molestó en responder esta vez y Draco arqueó una ceja curioso. Entonces el Chico de Oro se estaba separando realmente de sus amigos. Era obvio que el profesor Snape lo había envuelto en aquel castigo para espiar al joven y sus amigos. Las pequeñas discusiones y demás conversaciones que había podido captar entre el trío de oro de Gryffindor no eran muchas pero era fácil entrever cómo se rompían los lazos que los unían, especialmente de parte del moreno. ¿Acaso era esa la razón por la cual estaba perdiendo el control de sus poderes?
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Gracias por leer.
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