Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Huevos Revueltos ❯ Capítulo 5 ( Chapter 5 )
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Capítulo 5
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
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“¡Potter!” Exclamó Draco tan pronto pudo volver a respirar. “¿Qué haces?” La sorpresa fue sustituida por éxtasis cuando la boca del moreno se deslizó por su cuello y comenzó a abrirle la camisa del pijama que tenía puesto. “Potter… Potter…” Jadeó pero el moreno no le hizo caso y pronto, sin saberlo, estuvo sobre el sofá de la salita, con el moreno encima de él, besándole en lugares que lo hacían estremecer con apenas un roce. “Harry… detente… no, no…” La última queja se había convertido en un gemido antes que Draco pudiera detenerse. “Demonios, no me hagas caso, sigue… sí. ¡Por las barbas de Salazar!”
Harry dejó la blanca piel unos segundos para mirar a los claros ojos del rubio y sonreír. Sabía que desde que lo escarmentaran en la mañana Draco no había hecho nada por provocarlo. Habían sido él y los recuerdos de la noche anterior los que le habían calentado la sangre por su propia cuenta. Pero era algo tarde para pensar en otra cosa por lo que inclinó la cabeza nuevamente y regresó a molestar la piel que deliciosamente había dejado al descubierto.
Draco gimió de aquella forma que lo hacía sentir capaz de lograr cualquier cosa pero más que nada, lo hacía desear celosamente ser el único causante de aquel sonido.
Subió por su cuerpo y atrapó los labios entreabiertos descubriendo aún la canela con la que había sazonado la tarta. “Tan dulce…” Susurró contra su boca.
Draco quería olvidar por completo que Harry era un auror, que estaba en su apartamento en calidad de prisionero y que su pelirrojo guardián probablemente estaría encontrando a esas alturas a prueba que hacía falta para entregarlo a manos del Ministerio y de un encarcelamiento. Se dejó ir por completo en los brazos que lo rodeaban y que le iban exigiendo que se entregara por completo. No le quedaba nada, tan sólo su cuerpo y ya algunos lo habían mancillado. Qué más daba si Harry tomaba lo que quedaba de él, al menos no estaba en una pocilga sobre una cama sucia y bajo un cuerpo vil.
Pero los labios de Harry parecía que podían borrar hasta la más vil de las caricias. Sus manos estaban limpias y sólo le hacían sentir placer. Se dejó tomar y no tardó mucho en gritar su placer para luego sentir que el moreno hacía lo propio dentro de su cuerpo. Cerró los ojos exhausto pero con una sonrisa. Minutos más tarde el cuerpo del moreno se retiraba del suyo y lo volteaba poniéndolo sobre su pecho. Recostó la cabeza sobre la cálida piel y escuchó cómo el corazón de Harry recuperaba su acompasado latir.
“¿Por qué Ron?” Preguntó de repente el moreno y aunque lo hizo en voz baja Draco se sobresaltó. Supo entonces que seguía siendo un indeseado en aquel lugar.
“Estaba desesperado.” Dijo haciendo un tierno puchero perfectamente visible al moreno. “Me tenían acorralado, no tenía a dónde ir esta vez.”
“¿Entonces si Ron no te hubiera sorprendido ahora mismo estarías en Azkabán?” Draco se encogió levemente al escuchar el nombre de la cárcel y asintió.
“No puedes culparme por no querer ir a ese lugar. Además, es como sugiere el hechizo, aún hay cosas que nadie sabe acerca de mi caso. Podría estar acusado injustamente.” Abrió los ojos enormes y atacó a Harry con su mejor arma, los ojitos de cachorro apaleado. Harry se removió y cambió el rostro visiblemente afectado. “Tampoco me crees, ¿verdad?” Preguntó con voz lastimera y cuando el moreno no quiso responderle intentó levantarse.
“Draco… yo… no sé en qué creer en realidad.”
“Pero no tengo la marca. ¿Ves?” Y efectivamente, el brazo de Draco estaba libre de marcas. “Ni siquiera me hicieron un juicio completo…”
“Pero el Wizengamot dio la orden…”
“Pero no hubo un juicio como tal. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Eso le pasa hasta al mejor portado.”
“Cuando tiene malas juntillas, sí.”
“¿Qué alternativa tenía? Mi padre era mortífago, tenía que estar donde él estuviera, quisiera o no. Tenía que unirme a los mortífagos quisiera o no. Ni siquiera verificaron los hechizos de mi varita, eso es procedimiento regular. ¡Se saltaron todos los procedimientos conmigo!” Sus enormes ojos grises se aguaron y Harry temió que en cualquier momento el rubio comenzara a llorar por lo que lo pegó a su pecho y le pasó una mano por los cabellos mientras intentaba calmarlo.
“Ya, ya, corazón. Todo saldrá bien, ya verás. Ron encontrará lo que sea que tiene que encontrar y todo se aclarará.”
“¿Lo prometes?” Le preguntó con una mirada angelical y Harry le dio un beso en la punta de la nariz.
“Lo prometo. Palabra del Niño Que Vivió. Ahora qué te parece si descansas un poco, vemos qué hay en la tele y tomamos chocolate caliente con galletas de mantequilla.” Le dijo el moreno con voz melosa mientras buscaba su varita y sin concentrarse demasiado hacía aparecer el chocolate y las galletas. Draco le devolvió una sonrisa encantadora y se acurrucó sobre su pecho con un suspiro satisfecho.
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Ron llegó al apartamento de Harry con los ojos hinchados, de madrugada y con unas ganas enormes de acurrucarse al lado de su moreno novio y olvidarse del resto del mundo.
Su sorpresa fue grande cuando encontró a Harry viendo televisión, una enorme sonrisa en sus labios y una taza de chocolate caliente en la mano.
“¿Bebé, qué haces despierto a estas horas?” Le preguntó con curiosidad echándole un vistazo a la pantalla encendida del televisor antes de agacharse y darle un beso en la boca. El moreno le respondió con un beso lánguido y sensual que lo hizo querer más por lo que poco a poco se fue encaramando encima del moreno hasta quedar a horcajadas.
“Oigan, oigan, consíganse un cuarto.” Masculló adormilado un rubio que estaba desparramado en el sillón contiguo. Ron se despegó de inmediato del moreno.
“Demonios, ¿cómo pude olvidarlo?” Harry sonrió y esta vez el pelirrojo le dio una mirada escrutadora. Aquella era una sonrisa satisfecha… demasiado satisfecha.
“¿Harry?”
“¿Qué?” Le preguntó con mirada inocente que para nada engañaba al pelirrojo.
“¡Harry!” Gimió desconsolado y se levantó de encima del moreno. “¡Te tiraste a Malfoy!”
“Sí, sí, se tiró a Malfoy. Ahora deja el drama que es tarde y necesito dormir.” Gruñó el rubio sin moverse de su lugar.
“¡Malfoy!” Exclamó Ron con mayor indignación.
“Ya, Ron, déjalo tranquilo.”
“¡Y encima lo defiendes! Amor, ¿qué te hizo ese mortífago?”
“Querrás decir qué le hice. Todavía tengo ganas así que ve a ducharte y ponte cómodo.” Le ordenó Harry con una expresión más seria.
“¿Piensas que después de que te tiraste a Malfoy puedes venir a...?” El moreno lo interrumpió con un susurro que hizo que a Ron se le erizaran los cabellos de la nuca.
“Ronald Bilius Weasley, si en quince minutos no estás duchado y cambiado y esperándome encima de la cama me encargaré yo mismo de ponerte sobre ella.”
“¡Sí, señor!” Y desapareció por la puerta de la habitación antes que se lo volvieran a repetir.
Harry se acomodó en el sillón y cambió de canal. Sorbió un poco de chocolate caliente y sonrió con malicia.
“Presumido.”
“No hables si no quieres estar en esa cama acompañándolo.” Musitó Harry bajando la voz al mismo susurro con que le había hablado a Ron y el rubio abrió los ojos y le echó un vistazo desde el sofá.
Harry sonrió encantadoramente y le guiñó un ojo antes de soplarle un beso lo que provocó que el rubio abriera los ojos muy grandes y apretara con fuerza los cojines que tenía sobre el pecho.
“No puedes estar hablando en serio.”
“Pruébame.” Draco negó con rapidez y Harry dejó escapar una risita. “Si te portas bien mañana tendrás tus huevos revueltos.” El moreno se levantó, se acercó a donde estaba Draco e inclinándose le plantó un beso en la frente, luego sacó su varita y transformó el sofá en una cama lo suficientemente cómoda, con almohadas y cobijas. “Buenas noches, Draco.” Y desapareció tras la puerta del dormitorio.
A la mañana siguiente Draco despertó con el olor del desayuno. Se restregó los ojos aún adormilado y se estiró sobre el sofá transmutado sobre el cual había pasado la noche. “Mmhh… eso huele bien.”
“Buenos días, corazón.” Lo saludó una voz desde la cocina. “¿Dormiste bien?” Draco parpadeó confundido, giró la cabeza y luego todo el cuerpo para ver a Harry moviéndose en la cocina con la precisión de un chef internacional y enfundado en un delantal blanco. Desde la cocina el moreno le dio una sonrisa y le guiñó el ojo. “¿Tienes hambre?”
“Estoy famélico… me comería todo un regimiento de huevos con tocineta.”
“Si te levantas y te das una ducha estarás a tiempo para cuando los sirva.”
“De acuerdo.” El rubio se levantó, apenas hacerlo el sofá regresó a su estado normal. “Pero no tengo otra ropa para cambiarme…” Se acercó a la cocina y vio que Harry ya tenía preparados varios platillos para el desayuno. Una crema caliente que humeaba deliciosamente y también había frutas, sin embargo, en el momento, Harry se dedicaba a remover los huevos revueltos que tanto le gustaban.
“Sí la tienes, está en el baño. Es algo muggle en el estilo pero no tengo nada más por el momento.”
“Lo que tengas está bien. No soy quisquilloso.” Musitó con timidez y Harry se volteó a verlo. Draco se sintió avergonzado de sus fachas por primera vez en mucho tiempo. El moreno, al verlo sonrojado soltó la sartén y lo abrazó, acercándolo con la mano que sujetaba la espátula para darle un beso en plena boca.
“Hey… luces perfecto. Si no fuera por el desayuno te demostraría cuán perfecto te ves.” Draco inclinó la cabeza ahora sonrojándose por otras razones y se permitió una leve sonrisa. “Anda. Tendré el desayuno listo cuando regreses y tendrás que probar mi avena con canela.” Le dio un beso en la sien y lo dejó ir.
Se decidió por seguir los consejos del moreno y entró al cuarto en penumbras. Grande fue su sorpresa al ver que la cama seguía ocupada. Había pensado que a esas horas la Comadreja ya estaría en el Ministerio.
“¿Weasley?” Llamó acercándose a la cama.
“Si dices una palabra, Hurón… juro que te mato.” Siseó el pelirrojo desde su posición en la cama y era que estaba atado a ella con un par de grilletes mágicos. Los grilletes brillaban como si estuvieran pulidos y su interior parecía estar forrado con una piel muy suave.
Draco se acercó para verlo mejor y descubrió que la cobija sobre el cuerpo del pelirrojo no podía ocultar una vergonzosa erección. “¿Y eso qué es…?” Preguntó. Ron pareció gruñir rabioso antes de darle una mirada de odio.
“¡Es una margarita! ¿Tú qué crees que pueda ser?” Rugió apenas conteniéndose haciendo que Draco sonriera de medio lado.
“Pues tu margarita parece que está bien cuidada… toda derechita y robusta…” Dijo sentándose en la cama. “¿La puedo tocar?” Preguntó extendiendo la mano pero el pelirrojo haló los grilletes con tanta fuerza que Draco temió que se hubiera dislocado los brazos, sin embargo, no retrocedió.
“Si la tocas te mueres.”
“Pues a esta abejita no la asustan las amenazas de muerte y esa margarita está rogando porque la deshojen hace rato.” Susurró poniendo la palma de su mano abierta sobre la turgente forma cubierta con las sábanas haciendo que el pelirrojo emitiera un ronco gruñido. Ron arqueó las caderas buscando fricción.
“Vas a morir lenta y dolorosamente, Malfoy.”
“Ah, ah, ahh… no más amenazas si quieres que siga.”
“¡No quiero que sigas!” Draco retiró la mano y el pelirrojo se arrepintió de inmediato. “No, abejita, es mentira, no te vayas.”
“Esa abejita no va a comerse ninguna margarita.” Dijo Harry desde la puerta haciendo que Draco se levantara de la cama de un salto. “Esa abejita tiene que ducharse y prepararse para tomar el desayuno.”
“¡Pero, bebé! No puedes dejarme así.” Gimoteó el pelirrojo desde la cama cuando.
“Claro que puedo. Draco, a la ducha.” Ordenó y el rubio obedeció sin chistar.
“¡No es justo!”
“Ya verás que sí. Ahora… calladito te ves más bonito, amor.” Y se dispuso a ponerle una mordaza de cuero que había en la mesita de noche al lado de la cama.
“No… bebé, te prometo que me quedaré tranquilito.” Harry hizo caso omiso de los ruegos del pelirrojo y terminó poniéndole la mordaza. Luego se inclinó y le dio un beso en la frente.
“Te prometo que valdrá la pena esperar, amor. Y sabrás lo talentosa que es esa abejita rubia.” Con una sonrisa maliciosa volvió a acomodar las sábanas sobre el pelirrojo y se regresó a la cocina.
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Gracias por leer.