Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Huevos Revueltos ❯ Capítulo 7 ( Chapter 7 )
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Capítulo 7
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
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“Draco… despierta. Es hora de la cena.”
“No quiero… cansado…” Gruñó el rubio haciendo un puchero inconsciente en sueños.
“Déjalo dormir un rato más.” Musitó Ron desperezándose un poco aún con el rubio encima suyo.
“No lo estarás engriendo, ¿o sí?” Preguntó juguetonamente el moreno al ver que el pelirrojo reacomodaba al rubio sobre su pecho.
“Para nada… ehhh… es que hace un poco de frío y estoy sin camisa.”
“Claro, claro y era más fácil dejar que Draco se te durmiera encima a pedirme una camisa. Muy listo.”
“Harry… ya dime qué fue lo que descubriste.” Susurró Ron con vehemencia. Harry se acercó a su lado y se permitió acariciar los rubios cabellos.
“Estuve hablando con Kingsley.” Ron se tensó de inmediato, pero recordó que Harry le había hecho un juramento. “Le dije que estaba cansado de perder el tiempo y que agradecería que viera si había algo en el caso de Malfoy que pudiera ponerle fin al asunto.”
“¿Qué te dijo?”
“Bueno… luego de insinuar que estaba buscando razones para dármelas de flojo, me preguntó mi verdadera razón. Le dije que odiaría haber estado malgastando tiempo y dinero en una búsqueda que bien se podía resolver por la vía legal ya que Malfoy había probado ser más escurridizo de lo que valía la pena el esfuerzo.”
“¿Entonces?”
“Entonces Kingsley prometió echarle un vistazo y dejarme saber tan pronto supiera algo al respecto.”
“¿Nada más? Entonces pusiste a otro a hacer tu trabajo… no lo puedo creer de ti, Harry James Potter.” Harry sonrió con picardía.
“No he puesto a nadie a hacer mi trabajo sino que he buscado a la persona indicada para hacerlo antes de pasarme horas buscando algo de lo cual no tengo ni la más mínima idea.”
El rubio en brazos de Ron se removió levemente y ambos detuvieron la conversación para observar cómo aquellos ojos grises se abrían aún somnolientos.
“¿Me atraparon finalmente?” Musitó aún dormido.
“No, abejita, aún no te atrapan. ¿Quieres algo de comer?” Draco asintió adormilado y Harry no pudo resistir el revolver los rubios cabellos sacándole un resoplido al dueño de los mismos.
“Siempre es hora de comer en este apartamento.” Musitó el rubio restregándose los ojos. “Eso y La Hora Feliz.”
“¿Así le dicen ahora?” Preguntó Harry desde la cocina mientras servía la cena del rubio y la de Ron.
“Me refería a la televisión. Tienen un programa que se llama: La Hora Feliz.” Replicó con sarcasmo levantándose finalmente para sentarse a la mesa.
Luego de la cena, los tres se sentaron a ver televisión, Harry pegado a un lado de Ron mientras Draco estaba pegado al otro lado.
Todo comenzó con los dedos de Draco sobre la rodilla del pelirrojo. Una simple gesto de agradecimiento, se dijo a si mismo el rubio mientras sus dedos acariciaban la extremidad con suavidad trazando lánguidos círculos. Al poco rato de haber comenzado el moreno le imitó.
Ron simplemente dejó ir la cabeza hacia atrás y cerró los ojos para disfrutar tranquilamente de la atención. Antes de saberlo, la entrepierna del pelirrojo comenzaba a dar signos de vida.
Draco le dio una mirada de reojo, sabiendo lo que escondía el pantalón del pijama y ansioso por volver a probarlo mientras que Harry, con una sonrisa maliciosa, comenzó a trazar círculos sobre el muslo de su compañero.
Ron se acomodó nuevamente sobre el sofá, desplegando toda su humanidad y sugiriendo, con un leve arqueo de sus caderas que podían continuar camino arriba cuando gustaran. Harry no se hizo esperar, sus dedos yendo directo al borde del pantalón del pijama para deslizarla y dejar al descubierto lo que él y Draco estaban deseando hacía ya un rato. Al hacerlo el pelirrojo gimió suavemente.
El rubio entonces llevó sus ojos grises a los verdes con curiosidad, sin saber qué hacer. Harry resolvió el dilema tomándole la mano y halándolo hacia las piernas del pelirrojo. Luego se inclinó hacia los labios de Ron mientras Draco comenzaba a moverse sutilmente sobre aquellas piernas.
Ron creyó perder la consciencia pero sus sentidos lo llamaron de vuelta inmediatamente. La boca de Harry lo reclamaban… las caderas de Draco lo anclaban. Aquello era el paraíso.
En un instante tenía a Draco sobre sus piernas y a Harry en su boca, en el siguiente tenía a Draco de espaldas en el sofá y a Harry a sus espaldas ayudándole a quitarse el pantalón del pijama.
Draco gimió con suavidad al sentir el peso del pelirrojo cubrirlo sin presionarlo. En su vida ese era uno de los momentos en que siempre se sentía seguro, cuando sentía el peso de un cuerpo cubriéndole de pies a cabeza, presionando suavemente su cuerpo y dándole calor.
Ninguno de los dos aurores había intentado nada más para deshacerse de él. En los últimos días había disfrutado de la cocina de Potter ya que la Comadreja no parecía tener inclinaciones culinarias, y además había dormido como un mismo hurón, tranquilo en su madriguera.
Dejó de pensar en su suerte cuando el pelirrojo atrapó sus labios y comenzó a esmerarse en hacerle perder el sentido. Cuando logró recuperar un poco de sus sentidos pudo ver por encima del hombro de Ron los revueltos cabellos del moreno y se estremeció sabiendo que el pelirrojo estaba recibiendo tanto placer como estaba dándole en esos momentos cuando dentro de su cuerpo se movía deliciosamente despacio.
La noche llegó sin que ninguno de los tres se percatara de ello y ninguno descansó hasta que ya no pudieron mantenerse despiertos. Draco, con una lánguida sonrisa, se recostó en el pecho del moreno mientras enredaba sus piernas en las de Ron quien las sujetó para que no perdiera el balance.
Si aquello era un sueño entonces no quería despertar para encontrarse tirado en alguna oscura esquina, sin calor, desprotegido, con hambre y el cuerpo doliéndole. No, si era un sueño no quería despertar y si era una ilusión bien podían enviarlo en ese mismo instante a San Mungo y meterlo a la sección de enajenados mentales porque no pensaba escapar de ella.
Con un suspiro satisfecho y un beso en la sien terminó por quedarse dormido, olvidándose de su futuro y sus miserias.
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Kingsley Shacklebolt terminó de leer los documentos relacionados al caso de Draco Malfoy en apenas quince minutos lo que le dijo a las claras que el asunto no había sido investigado ni analizado a profundidad. Potter tenía razón y habían estado persiguiendo a un mago cuya culpabilidad estaba aún por probarse lo que hubiera redundado en una demanda si el joven se hubiera contactado con sus abogados. Pero el simple hecho de ser enviado a Azkabán hubiera retrasado el papeleo y aún cuando se probara su inocencia pasaría un tiempo antes de que el joven Malfoy pudiera salir de prisión.
Suspiró cansado y decidió comunicarle a Harry su decisión de detener la búsqueda de Draco Malfoy hasta tanto no se completaran las debidas investigaciones. Tomó unos polvos flu y los arrojó a la chimenea con la cual podía tener contacto con la chimenea de Harry.
Asomó la cabeza y llamó. “Harry Potter.” La visión del otro lado se hizo un poco más clara aunque no parecía haber nadie en esos momentos. No recordaba exactamente dónde quedaba la chimenea de Harry en su apartamento pero pensaba que era bajo la telovisión o algo parecido. Cuando la imagen fue completa casi tuvo que sujetarse la quijada.
Sí, ahí estaba Harry Potter, su auror estrella, desnudo, enredado en el que era uno de sus mejores aurores bajo el mando de Harry, Ron Weasley. Pero lo que realmente lo tenía sorprendido era el hecho de reconocer al tercer integrante del enredo de brazos y piernas desnudas.
“Draco Malfoy.”
“Presente.” Masculló el aludido pero aparte de eso ninguno dio señas de vida. Shacklebolt dio un profundo respiro y antes de despertarlos intentó entender la situación.
Ronald Weasley había actuado de forma extraña hacía unos días atrás cuando pareció ayudar a Draco Malfoy y tenía todos los síntomas de estar bajo un hechizo que no le permitía revelar el paradero del joven. Luego de eso había dado por perdido el esfuerzo de ese día pero no había dejado de vigilarlo.
Ronald Weasley había ingresado a la biblioteca del Ministerio. Los libros que había usado revelaban que buscaba información sobre hechizos de control y más tarde sobre el caso de Draco Malfoy. Luego del suceso Harry Potter había ido al Ministerio y luego de buscar información sobre el caso Malfoy le había comentado acerca de investigar más a fondo.
Ninguno de los dos había intentado ir directamente al grano de lo que querían como era su costumbre. De todos sus aurores, Potter era con el cual tenía más confianza.
Ahora y por lo que veía, sus dos aurores estaban involucrados con uno de sus casos. Pero un caso que podía estar fuera de lugar si las investigaciones arrojaban alguna luz positiva con respecto a la culpabilidad del joven Malfoy. Su intuición le dio una respuesta y su instinto se la confirmó de inmediato.
“¡Auror Potter!” Exclamó con voz grave pero firme y finalmente el moreno despertó.
“Kingsley…” Murmuró Harry despertándose repentinamente al escuchar la voz. El rubio entre sus brazos se estremeció levemente pero no despertó. El pelirrojo no tuvo tanta suerte y lo único que pudo hacer fue cubrir al rubio que tenía sus piernas enredadas en las suyas con uno de los cojines.
“Señor.” Musitó desesperanzado el pelirrojo.
“Veo que han estado ocupados con la misión.” Dijo carraspeando levemente al final haciendo que ambos se sonrojaran. “Venía a informarles que la búsqueda de Draco Malfoy sería suspendida hasta nuevo aviso pero viendo que han resuelto esa parte he cambiado de opinión.”
“¿Señor?”
“Su misión será custodiar al joven Draco Malfoy hasta que su caso sea debidamente investigado.” Ambos le miraron sorprendidos y el auror ocultó su sonrisa. “No necesitarán presentarse a trabajar en otros casos hasta que este asunto sea esclarecido del todo.” Mientras hablaba pudo ver cómo sobre el pecho de Ronald aparecía un medallón de aspecto antiguo. “A excepción de llevar ese medallón para estudio. Imagino que esa era la razón por la cual no podías decirnos dónde se hallaba Malfoy.”
“Así es, señor.” Contestó Ron olvidando por unos instantes su vergüenza. “Mañana mismo lo tendrá sobre su escritorio… con un informe sobre sus aparentes efectos.” Musitó al final.
“Bien, bien. Entonces, no les quito más tiempo.” Hizo ademán de alejarse pero se detuvo dándole una larga mirada a Draco. “¿No está algo bajo de peso?” Preguntó con aparente preocupación. Harry apretó al rubio contra su pecho.
“Estamos trabajando en eso.”
“No se vería bien en nuestro expediente el haber maltratado a uno de nuestros custodios.”
“¡Sí, señor!” Shacklebolt se despidió y desapareció de la chimenea dejando a un par de aurores sorprendidos y a un Malfoy ignorante de la buena suerte que le había tocado.
“Harry… ¿Tú crees que…?”
“No lo sé, Ron, pero no quiero averiguarlo ahora. ¿Por qué mejor no nos metemos a la cama, es más cómodo y no hay chimeneas en el cuarto.” Ron asintió y bajó las piernas de Draco de su regazo. Le quitó al rubio de encima y se adelantó mientras Harry ordenaba la sala y desaparecía los rastros de su placentera noche.
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Gracias por leer.