Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Indomable ❯ Capítulo 3 ( Chapter 3 )
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Capítulo 3
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Al día siguiente Draco llegó más temprano que de costumbre, lo que sorprendió a Lucius al verle en su oficina a esas horas. “Draco… ¿algún problema?” Sin poder borrar la sorpresa de su rostro por completo.
“Buenos días.” Le contestó sentándose en la silla desocupada frente al escritorio. “Gracias por enviarme la carpeta.” Comentó con una sonrisa.
“¿Aún piensas que es interesante?”
“Ahora lo pienso más.” La actitud tan tranquila de su hijo le hicieron ponerse a la defensiva, pero nada le preparó para le giro que tomaría la conversación tan repentinamente.
“¿Y eso?”
“¿Qué podría ser tan poco interesante para que mi padre sienta la necesidad de tergiversar algunos datos al respecto?” Draco sonrió satisfecho cuando vio a su padre tensarse.
“¿Tergiversar? No entiendo a qué te refieres.” Comentó recuperando su serenidad con tanta rapidez que Draco se sintió orgulloso. Su padre seguía siendo el mismo hombre de negocios de siempre y eso, en cierta forma, lo confortaba.
“Dijiste que nunca le habías hecho la propuesta al hijo de James, Harry Potter. Pero Theo… que tan amablemente me hizo llegar la carpeta, me comentó que el mismo Harry había rechazado tu oferta.” Lucius se quedó un buen rato en silencio mientras Draco esperaba que el hombre se decidiera a contarle la verdad o a evadirlo. Pero su padre no era tan tonto, no lo evadiría porque entonces Draco insistiría. Ya le había demostrado a su padre que el esfuerzo de ocultarle algo no valía la pena.
El gerente general de la empresa suspiró profundamente antes de responder. “Tenía… dos propuestas. Una la rechazó. La otra jamás llegué a proponérsela.” Draco se acomodó en espera del resto de la información y su padre se pasó una mano por la frente con exasperación. “Siempre has vivido en la ciudad, Draco, pero no naciste aquí. No entre todos estos edificios. Tu madre y yo vivíamos en la colindancia de la Doble G. A ella nunca le gustó el campo, pasaba más tiempo en la ciudad y cuando tú naciste y demostraste tener una salud algo delicada, me pareció más lógico mudarme a la ciudad donde podía darte atención médica cuando fuera necesario. Tu madre aceptó el cambio sin pestañear. Sólo tuvo que mudar un par de muebles.”
“Ah.”
“El negocio que le había propuesto a Potter antes de pensar en mudarme fue la adquisición de unas mil cuerdas de fácil acceso para construir un pequeño parador. Traer algo de civilización a esa vasta densidad de… nada. Un médico, un par de atracciones. Una boutique para tu madre… ese tipo de cosas. Potter no aceptó.”
“¿Y la segunda propuesta?”
“Esa… es un poco más personal, Draco.” Le dijo con lentitud y con una finalidad que le advertía que no debía seguir preguntando al respecto.
“Bien. Me gustaría que a cambio de esa privacidad que esperas me concedieras la oportunidad de ver por mí mismo qué es lo que tiene esa hacienda que una vez pudo interesarte. Y no veo mejor persona para informarme que tu asistente, Nott. Nunca me comentaste que fuera más que un asistente.”
“Eso es porque mis asuntos personales son sólo eso y jamás entran a discusión en mi oficina. Cuando Theodore entró a trabajar a mi compañía era tan sólo un aprendiz, recién graduado. Yo le pulí.”
“Como a mí.”
“Mejor que a ti.” Sonrió Lucius echándose hacia atrás en su silla ejecutiva con cara de satisfacción.
“¿En serio? Lo dudo. ¿Puedes prestármelo fuera de horas laborales?”
“No. Si va a tu apartamento para asuntos laborales entonces serán horas extras. Nadie hace favores hoy día.” Comentó entrelazando las manos sobre su regazo.
“No… nadie hace favores hoy día.” Repitió el joven con la imagen de su guardaespaldas pasando fugazmente por su mente. “Entonces… ¿puede ser esta misma noche? No quiero atascarme y perder interés tan pronto.”
“Claro.” Lucius apretó el botón del intercomunicador que había en su escritorio y la voz del joven ejecutivo se escuchó. “Nott, pasa por mi despacho, por favor.” Quedaron en silencio hasta que el joven ejecutivo se presentó. Draco tuvo que admitir que sabía fingir perfectamente pues la pequeña sonrisa nunca abandonó su rostro a pesar de verle en el despacho de su padre. Incluso se acercó y le extendió la mano a Draco quien la tomó apretándola con firmeza y mirándole a los ojos. Nott ni siquiera pestañeó.
“Nott, te he mandado a llamar porque Draco está interesado en los negocios de la Doble G. Como no quiero interrumpir tu trabajo diario he accedido a que trabajes con él horas extras. ¿Estarías dispuesto a comenzar esta misma noche?”
“Seguro, señor Malfoy. Cuente conmigo. Esta misma noche podemos comenzar.” Se giró en dirección a Draco con la misma disposición. “¿Algo en especial que desee ver aparte de los datos generales de la hacienda?”
“Quiero ver una copia de la propuesta de mi padre para el señor Potter. Sólo eso, por el momento.” Nott asintió.
“¿Algo más, señor Malfoy?”
“No, nada más, Nott, puedes seguir con tu trabajo.” Draco le vio salir pero no se regodeó demasiado mirándolo pues sentía los ojos de su padre observándole a él. “Draco… sé que tú y Nott no se llevan tan bien como pretenden.”
“Realmente…”
“No me interesa los motivos por los cuales no se llevan bien. Sólo quiero decirte, que no despediré a Theodore por un capricho tuyo. Es un elemento muy valioso en esta compañía y podría serlo algún día en la tuya si sabes llevarte bien con él.”
“Lo sé.
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“Charlie, ya escuchaste a Harry. ¿Cuál es tu problema?” Preguntó Ron con disgusto cuando los comentarios de su hermano le fastidiaron lo suficiente. Casi habían terminado con el trabajo de la rotación de ganado y esa tarde los grupos de peones se reunían para compartir las experiencias y más tarde algo de comer, cortesía de Molly Weasley, la madre de casi todos los pelirrojos del lugar.
“No tengo ningún problema. Pero es difícil trabajar con críos que no escuchan consejos.” Masculló el mayor retándolo con la mirada. El menor de los pelirrojos hizo ademán de acercársele y Harry supo de inmediato que Ron no dejaría pasar aquel comentario como los demás. Se interpuso, mirando al mayor de ambos hermanos con intensidad.
“Me haré cargo de esto, Ron. Dile a Bill que lo espero en los establos en una hora.” El pelirrojo asintió y se retiró evidentemente molesto, caminando a pasos largos en dirección a la casona.
Charlie sonrió descaradamente y se cruzó de brazos, levantando la barbilla con desafío. Harry se limitó a comenzar a quitarse la camisa mientras el pelirrojo lo observaba. “Sabes que yo te llevaba en mis hombros cuando eras un crío.” Le comentó aún sonriendo.
Harry asintió prestándole atención a la camisa. “Sí, lo recuerdo.”
“Yo fui quien te enseñó a lazar toros.” Le dijo el pelirrojo cuando Harry dejó a un lado la camisa y revisó su cinturón.
“Así es.” Volvió a asentir con tranquilidad.
“Y fui yo quien te enseñó a cabalgar.”
“Caballos.” Charlie arqueó una ceja y bajó los brazos, listo a ponerse en una posición de defensa. “Sólo me enseñaste a montar caballos. Lo demás, lo he aprendido yo.”
“Sigues siendo el mismo crío mimado y orgulloso de siempre. El que se ponía las botas con espuelas sólo para escuchar el sonido que hacían cuando caminabas y que te tuvieran miedo.”
“Ya no necesito usarlas… porque ya no soy un crío, Charlie.” Le dijo con mortal seriedad.
“Eso lo veremos.” Y sin decir más, se lanzaron el uno contra el otro. El primero en acertar fue el pelirrojo, golpe que Harry aceptó como bueno para comenzar, devolviéndole uno tan fuerte como el que había recibido. Unos instantes bastaron para que ambos asimilaran cuáles eran las fuerzas y las posibilidades del otro. El resto de los peones formó un círculo.
Charlie tuvo la osadía de levantar las manos en dirección a Harry y hacerle señas para que lo atacara con una sonrisa que no auguraba nada bueno. El moreno lo complació, abalanzándosele encima y llevándoselo de por medio. La fuerza con la que lo empujó lo levantó del suelo y el pelirrojo perdió el balance, cayendo rodando, luchando por obtener la posición dominante.
Por unos segundos Charlie logró ponerse arriba de Harry y sujetarlo, la sonrisa apareció demasiado pronto en sus labios pues el moreno lo golpeó con las piernas por la espalda, haciéndole perder la ventaja, momento que Harry aprovechó para voltearlo.
Los peones vitorearon enardecidos mientras el moreno le molía a golpes el rostro. Pensó que lo tenía cuando dejó ir la cabeza a un lado y ya lo estaba tomando del frente de la camisa para el último golpe cuando Charlie se sujetó de sus brazos y lo golpeó en la frente con su cabeza. Harry soltó una maldición cuando sintió el puño en el estómago y se alejó del pelirrojo. “No soy tan fácil de domar, morocho.” Le dijo sonriendo aun cuando tenía el labio partido.
“Pero cuando yo te dome… te voy a dejar un paso que muchos van a envidiar.” Gruñó Harry volviendo nuevamente a la carga. Esta vez, Charlie pudo sentir más pesados los golpes que le asestaba el moreno y aunque intentaba cubrirse, siempre había un par que pasaban y lo dejaban sin aliento y queriendo tirarse al suelo. Intentó atacarle pero la lluvia de golpes no se lo permitía.
Al ver que no bajaba su guardia, Harry le asestó un golpe en el muslo interior que lo hizo perder nuevamente el balance. Apenas tenerlo en el suelo supo que esta vez lo tenía a su merced. Le asestó un par de golpes más y antes que pudiera reaccionar le colocó una llave al cuello que lo hizo rendirse.
Los ojos furiosos de Harry observaron a su alrededor y los peones entendieron que era tiempo de retirarse.
Sujetó a Charlie por los cabellos y lo arrastró al interior de los establos. Ninguno decía nada, tan sólo se distinguía el pesado respirar. Lo dirigió hacia el corral que solía usar cuando tenía sus encuentros furtivos con Bill por lo que empujó la madera con fuerza y arrojó al pelirrojo al interior, asegurándose de cerrar por completo el portón.
Charlie lo observó desde el suelo mientras se limpiaba la sangre que corría por su boca. “Supongo que tendré que aceptar que ya no eres un crío.”
“Cuando termine contigo nunca más me volverás a ver como un crío, te lo aseguro.” Gruñó Harry arrancándose la correa de un tirón y azotándola contra la pared. El pelirrojo sonrió a través de sus labios hinchados.
“¿Piensas darme de azotes como a los niños pequeños?” El moreno lo tomó por la camisa y lo tiró al suelo donde le puso una rodilla en la espalda para luego atarle las manos.
“Eso lo dejaré para otra ocasión.” Apenas le hubo atado las manos puso un pie a cada lado y lo volteó. “Esta vez pienso enseñarte lo bien que he aprendido a cabalgar.” Le desató la correa y el pantalón y de un sólo tirón se los bajó junto con la ropa interior haciendo que el pelirrojo abriera los ojos desmesuradamente. Lo siguiente que desapareció fue la camisa o lo que quedaba de ella. Le arrancó las botas al ver que le impedían quitar el pantalón y las tiró fuera del corral.
Cuando lo tuvo desnudo sobre el heno fresco lo tomó por un brazo y lo levantó para empujarlo contra la pared. El pelirrojo emitió un gruñido molesto pero sus ojos seguían guardando aquel desafío. “¿Realmente piensas que puedes enseñarme algo?” Masculló entre dientes.
“Si algo aprenderás, será humildad ante tus superiores.” Lo volteó de cara contra la pared y antes que Charlie pudiera hacer otro comentario le golpeó las piernas con las botas, separándoselas para luego sujetar las estrechas caderas y empujar con fuerza al interior de aquella calidez.
Harry tuvo que admitir que Charlie estaba hecho de lo que decía, a pesar de haberle penetrado de una sola embestida el pelirrojo no había dejado escapar más que un furioso respingo.
Tenía demasiado coraje como para detenerse en ese momento y necesitaba quitarse lo grueso de su excitación o no serviría de nada la lección. Se apresuró, buscando un orgasmo rápido y sin demasiadas consecuencias. A sus espaldas escuchó una levísima exclamación de asombro, como una respiración cortada y supo que Bill lo estaba observando. Miró de reojo sin soltar su presa, con ojos de lujuria.
Sin temor a equivocarse, Bill le observaba, labios entreabiertos, incapaz de moverse de su lugar. Sonrió un poco y giró la cabeza al techo, jadeando abiertamente antes de correrse en un espasmo de glúteos, espalda y muslos. Al recuperar el aliento salió del cuerpo que acababa de poseer y se echó a un lado, tomando a Charlie por el punto entre el hombro y el cuello con fuerza. Lo hizo girar para que viera a su hermano.
“Bill…” Susurró el pelirrojo entre dientes. En ese momento Harry lo apretó por el punto de presión con más fuerza y lo hizo ponerse de rodillas. A esa altura pudo notar que el moreno no había perdido ni un poco de su excitación a pesar de haberse corrido.
El pelirrojo recién llegado no supo por unos instantes cómo reaccionar hasta que recordó que Ron le había dicho que Harry quería verlo allí. “Me pediste que viniera.” Le dijo cuando pudo formar palabras. Harry sonrió con lascivia y con un gesto de su mano le indicó que se acercara.
Bill obedeció, cerrando el portón de madera tras de sí. “Quítate la ropa.” Le ordenó Harry con voz enronquecida. Nuevamente Bill se llenó de sorpresa y sus ojos se fijaron en los de Charlie. Sabía que se lo había estado buscando, sabía que había estado provocando a Harry y sabía que todavía no estaba vencido. El por qué Harry lo había llamado era algo que no entendía, menos aún el que lo quisiera humillar frente a su hermano cuando ya lo había hecho suyo y no le quedaban ganas de retar el mando del moreno. Con todo, obedeció y con la eficiencia de siempre se desvistió frente a su jefe.
Charlie pudo ver cómo su hermano obedecía sin chistar. Jamás había visto a Bill tomar una orden como aquella sin protestar. Si no lo estuviera viendo con sus propios ojos, no lo creería. Unos minutos más tarde, estaba tal y como había nacido frente a ambos. “Quiero que me hagas un favor, Bill.” Musitó Harry haciéndole otra seña para que se acercara. Apenas lo tuvo cerca lo tomó de la nuca y lo besó a consciencia, un beso fogoso e intenso que Charlie pudo apreciar de cerca.
También pudo notar cómo su hermano comenzaba a afectarse por la caricia. Sintió rabia, celos y hasta envidia por lo que intentó soltarse del agarre de Harry. Apenas lo hizo el moreno soltó a su hermano y castigó duramente su cuello. “Parece que Charlie quiere participar.” Comentó con fuego en sus ojos verdes mientras el pelirrojo bajo su mano se retorcía levemente. “Necesito que me ayudes con algo, Bill.” Los dedos del moreno se deslizaron por la nuca hasta llegar a la banda elástica que sujetaba los rojos y largos cabellos. Con cuidado la fue deslizando hasta dejarlos sueltos.
Harry estiró la banda entre sus dedos y sonrió. “Le prometí a tu hermano enseñarle a cabalgar, pero no me apetece hacerlo solo.” Soltó el cuello de Charlie y lo tomó de los cabellos, haciéndole poner en pie de un tirón. Le entregó la bandita al pelirrojo que tenía de frente y le habló con voz ronca. “Pónsela.”
Bill no tuvo siquiera que preguntar a qué se refería. Había hecho aquello un par de veces, cuando Harry había querido alargar el encuentro y hacerle suplicar. Miró a su hermano a los ojos mientras su mano tomaba el miembro semi endurecido. Esta vez Charlie se estremeció. Jamás su hermano lo había tocado, era algo extraño sentir la caricia tan íntima pero cuando la banda elástica pasó desde la punta de su sexo hasta la base su garganta lo traicionó con un gemido. Escuchó la carcajada de Harry y la sangre le subió al rostro llenándolo de vergüenza. Volvió a levantar la barbilla en abierto desafío por lo que apenas Bill terminó su orden el moreno lo empujó nuevamente al suelo.
Su rostro quedó casi a la altura de los sexos de ambos, más a la altura del de su hermano que del de Harry. “Trágatela.” Le gruñó Harry apretando el puño en sus cabellos. Pensó en negarse, pero cuando sintió la mirada de Bill cometió el error de mirarle de vuelta. El fuego en los ojos de su hermano era demasiado evidente. No se resistiría y probablemente no volvería a tener una oportunidad como aquella.
Harry sintió cuando el cuerpo de Charlie se relajó, aceptando al parecer la orden. Le empujó levemente en dirección a Bill y volvió a susurrarle con voz ronca. “Haz que se le ponga dura primero.” Apenas pronunció las palabras sintió cómo el poder de las mismas lo embriagaba.
Pudo ver la lengua de Charlie salir de entre sus labios para probar tímidamente la suave piel que se le presentaba y sintió como suyo el suspiro de Bill. No despegó sus ojos de aquella visión hasta que poco a poco, Bill estuvo excitado, palpitando periódicamente en los labios de Charlie. Apretó un poco los cabellos, recordándole la orden completa y luego de un poco de titubeo, la carne ya endurecida desapareció en los labios del pelirrojo arrodillado.
Bill hizo un esfuerzo por mantenerse en pie, mientras su hermano se tragaba su sexo hasta sentir cómo se cerraba su garganta sobre la punta. “Parece que tenemos a un natural aquí.” Musitó Harry con los ojos llenos de lujuria y deseo. Bill apenas asintió antes de cerrar los ojos a causa del movimiento de la lengua de Charlie. Sólo fue consciente de que Harry tomaba su mano y la ponía en los suaves cabellos de su hermano. El mandato silencioso fue entendido de inmediato y sujetó los cabellos con firmeza. El movimiento hizo que Charlie perdiera un poco la concentración y tuviera que luchar por mantener sus reflejos bajo control.
Luego de eso Charlie sintió las manos del moreno en su cintura, levantándolo del suelo, doblándolo hasta dejar su trasero al aire. Expuesto de aquella forma podía sentir la primera corrida de Harry enfriarse entre sus piernas. Se estremeció involuntariamente antes de sentir la ardiente carne posarse sobre su entrada de nuevo. Segundos después Harry le embestía de la misma forma que lo había hecho antes, penetrándole de un solo movimiento. Esta vez dio un respingo más fuerte y su cuerpo se tensó.
Bill quiso dejar que su hermano respirara pero una mirada del moreno lo mantuvo en su lugar. Tragó en seco y empujó sus caderas nuevamente en la garganta de Charlie. Su recompensa fue una hermosa sonrisa de parte del ojiverde. “Así me gusta.” Le susurró y sin moverse de su lugar alargó una mano y lo hizo inclinarse para besarlo de nuevo. “Ahora voy a enseñarle a tu hermano lo que es cabalgar de verdad.” Le hizo señas con los ojos para que se bajara al suelo y en sincronía, se fueron arrodillando de tal modo que Bill quedó apoyado sobre sus talones, haciendo que Charlie quedara con la cara entre sus piernas mientras Harry le obligaba a separar las suyas. Tan pronto lo tuvo bien apoyado en el suelo separó sus caderas para embestirle con fuerza y comenzar un ritmo despiadado.
Bill podía sentir cómo la garganta de Charlie se cerraba cada vez que Harry lo empujaba sobre su sexo. El moreno simplemente tenía la fuerza suficiente para aquello y Bill lo sabía. Se quedó hipnotizado viendo cómo los músculos del vientre de Harry se contraían para empujar sus caderas más profundamente. El fornido pecho subía y bajaba con el esfuerzo mientras que las manos se aferraban con una fuerza brutal que dejaría dolorosas marcas al día siguiente. Harry se iba a asegurar que Charlie no pudiera cabalgar el día de mañana. Si llegaba a intentarlo estaba seguro que lo bajaría de su montura por los cabellos y esta vez se lo cogería en frente del resto de los peones. De sólo imaginarlo su cuerpo se estremeció con lujuria.
Pronto los gemidos de Bill comenzaron a resonar mientras Harry gruñía con cada embestida. Llevado por el momento, el mayor de los pelirrojos comenzó a mover sus caderas. Al principio con cuidado pero cuando su hermano probó que podía aguantar se dejó ir en un vaivén un poco menos violento que su moreno compañero que en esos momentos volvió a reclamar sus labios con pasión.
Su cuerpo se tensó y el moreno sonrió con malicia. “Vamos, Bill… no lo hagas esperar más.” Susurró Harry embistiendo con especial crudeza al pelirrojo bajo su cuerpo. Con un gemido gutural Bill obedeció y aferrando los cabellos de su hermano se derramó en cálidos chorros en el interior de su garganta sin dejarle más remedio que tragarlo todo. Luego de eso se dejó ir a un lado, liberando la boca de Charlie de la cual escapó un poco del cálido líquido. Recostándose sobre el heno permitió que la cabeza de su hermano quedara apoyada sobre su vientre mientras Harry continuaba su feroz asalto.
Una y otra vez, sin saber cuándo estaría satisfecho, sintió cómo su interior era invadido y marcado de por vida por aquella carne que ardía y quemaba sus entrañas. Luego de sentir el sabor de la corrida de su hermano en los labios y de pensar que desfallecería bajo las arremetidas fue que se le ocurrió que podía darse por vencido. Su propia carne parecía querer estallar, presa como estaba de la banda elástica que su hermano le había puesto y que le impedía correrse. Su trasero se tensaba, listo a recibir lo que Harry quisiera darle y con todo sabía que no se le permitiría aún. El tiempo parecía no pasar y su cuerpo sudaba de inalcanzable anticipación. Minutos más tarde, los gruñidos del moreno comenzaron a ser acompañados por los gemidos de Charlie. “Abre más tus piernas.” Le ordenó Harry.
Apenas fue un segundo, un latido y una embestida para que se rindiera. Con músculos temblorosos abrió más las piernas y Harry se inclinó completamente, descansando su pecho contra su espalda, resbalando con el sudor del esfuerzo de ambos. “Dilo, Charlie. Pídelo o no tendrás nada y te dejaré aquí toda la noche hasta que se te baje esta fiebre por sí misma.”
“¡No!” Exclamó con temor. De todas las cosas que había imaginado, aquella no había pasado ni un segundo por su mente. “No, Harry… por favor.”
“Entonces dilo. Antes que sea tarde.” Le urgió con rudeza.
“¿Qué quieres que diga?” Preguntó tembloroso por el esfuerzo de mantenerse en aquella posición.
“Pídeme que te marque… suplícame…” Jadeó el moreno marcando cada palabra con una embestida. Charlie apretó los dientes mientras su cuerpo pedía a gritos ser liberado de aquella tortura.
“Márcame, Harry. Por favor, hazme tuyo.”
“¿A eso le llamas suplicar?” Bill le dio una mirada de súplica a Harry, una que no tenía nada que ver con que aquel fuera su hermano, una que le advertía que podía estar cruzando una raya que no le sería perdonada. En esos momentos el ojiverde lamentó que el pelirrojo se lo recordara pero de la misma forma, aceptó su validez. Pero no quería simplemente suavizarle las cosas a Charlie por lo que pasó una mano alrededor de la cintura hasta alcanzar su carne endurecida y movió la banda, lentamente hasta la punta, acariciando con firmeza y sintiendo que sólo aquel pequeño detalle era lo que impedía que el hombre se corriese definitivamente.
Charlie apretó las manos que seguían atadas a su espalda pero no tenía ya fuerzas para sacudirse siquiera. El movimiento de Harry lo balanceaba a placer y de no haber sido porque su hermano sujetaba aún su cabeza habría dado con ella en el suelo. El cosquilleo en su miembro y alrededor de sus testículos era insoportable. Jadeó, gimió y sus ojos se aguaron de impotencia al no poder alcanzar el placer que estaba a sólo unas palabras. “Por favor… Harry, eres un hombre, lo admito. Por favor… haré lo que digas, cuando lo digas.” Su voz pareció quebrarse y escondió su rostro en el vientre de Bill mientras susurraba súplicas sobre la piel.
Harry sonrió y acarició los muslos de Charlie para calmarle un poco. Su mano volvió a su sexo y sin mediar palabras arrancó la banda elástica haciendo que Charlie gritara y se tensara brutalmente. Aquello provocó su orgasmo, haciéndole derramarse en el trasero de Charlie con fuerza terrible mientras el pelirrojo, incapaz de controlarse, movía sus caderas para recibirle, alcanzando el orgasmo segundos después.
Terminaron en una pila sobre Bill, quien los sostuvo a ambos hasta que Harry pudo incorporarse de nuevo, momento que aprovechó para soltar las manos de Charlie y masajearlas con suavidad. El pelirrojo aún no se reponía cuando lo hizo voltear boca arriba. Era una visión que recordaría siempre. Los dos hermanos, con expresiones de placer post orgásmico. Una pena que Charlie no quisiera mirarlo.
“Hey.” Lo llamó y cuando el pelirrojo aún se negó a mirarlo no pudo evitar sonreír. Estaba frente a uno de los pelirrojos más orgullosos de todo el lar, Charlie Weasley, el domador, como le decían muchos. Seguía siendo testarudo, sí, pero Harry no le iba a permitir que se saliera con la suya apenas minutos después de haber declarado su autoridad sobre él. Lo hizo voltear el rostro y mantuvo su sonrisa. “Sin rencores, Charlie. Peleamos, perdiste. No me vas a salir mal perdedor. Ninguno de tus hermanos lo es. Además, no puedes sacarme en cara que tome lo que gané.” Se inclinó para besarlo desde el cuello hasta la boca con algo de travesura.
“Harry.” Musitó fastidiado el pelirrojo pero el moreno no le hizo caso hasta que probó en su boca el sabor Bill.
“Oh, Charlie, no seas testarudo.” Exclamó Harry dejándolo para ponerse de pie y luego ayudarlo a levantarse. Bill aprovechó también para sacudirse el heno y recoger sus ropas. Al ver que Charlie todavía intentaba ignorarlo, Harry pasó a sus espaldas dándole una sonora palmada en el trasero. “Vamos a tomar algo, yo invito.” Y sin más, recogió la ropa de Charlie del suelo y se le tiró al pecho. “Eso si se sienten de ánimo.” Sonrió y el menor de los pelirrojos gruñó cansado mientras Bill sacudía la cabeza. Apenas Harry salió del corral Bill se acercó a su hermano y atrapó su boca.
“Estuviste genial.” Le susurró dándole una suave palmada en la mejilla. Charlie lo vio salir y con cansancio y evidente molestia, se dispuso a probar que, aunque domado, aún seguía siendo un pura sangre.
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“¿Cuándo dejaste que te montara?” Preguntó Charlie a su hermano mayor cuando finalmente Harry los dejó solos a favor de bailar un poco con una de las mujerzuelas de la barra.
“Cualquiera diría que no bebiste lo suficiente y te quedaste con sed. Puedo remediar eso.” Musitó Bill tomando un largo trago de su cerveza. Charlie lo golpeó con la bota por debajo de la mesa. “No tengo por qué comentar que no es como si me hubiera dejado, tú lo sabes mejor que yo.”
“Entonces también le diste pelea.”
“Tenía que dársela.”
“¿No querías hacerte el difícil? Me sorprendes.” Bill buscó a Harry con la mirada. Reía y bailaba como si no hubiera sucedido nada, divirtiéndose de lo lindo a costa de las chicas del lugar.
“Ocurriría tarde o temprano. Pero puedo asegurarte que fue mucho mejor que hacerme el difícil como tú.”
“Voy a necesitar un cojín mañana en la mañana. Es bueno.” Murmuró Charlie al tiempo que fingía tomar otro sorbo. Su hermano volteó a verlo con una sonrisa maliciosa claramente dibujada y una ceja arqueada. Charlie dejó la cerveza y levantó las manos en un gesto de derrota. “Está bien, está bien. Es un jodido bastardo.”
Se quedaron en silencio, escuchando la música y tomando cuando de pronto apareció Ron en la barra. El pelirrojo venía con un genio de los mil demonios y apenas ver a Harry se apresuró en su dirección. Los hermanos vieron cómo el más joven tomaba al moreno por un brazo y lo zarandeaba brevemente. Charlie se crispó esperando lo peor y Bill entrecerró los ojos. Minutos más tarde, el moreno salía de la barra acompañado de Ron y se despedía al vuelo de ambos. Por un largo rato ninguno de los dos pelirrojos dijo nada. Fue Charlie el que se animó a decir lo que ambos pensaban.
“¿Crees que Ron…?” Bill se apresuró a agarrar su cerveza y darle un largo trago. Charlie sacudió la cabeza para librarse de la imagen mental de su hermanito menor siendo montado de aquella forma por el moreno. “¡Nah!”
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