Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Indomable ❯ Capítulo 7 ( Chapter 7 )
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<b>Capítulo 7</b>
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
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Draco apenas sintió el viaje y eso le hizo pensar que tal vez, montar no era una faena realmente fuerte como le habían hecho creer. Su padre se había burlado de su inexperiencia justo antes de partir pero Draco había dicho que si no podía montar, alquilaría algún vehículo todo terreno para ver lo que quería.
Pero montado sobre aquel caballo parecía que todo lo que le habían dicho estaba fuera de proporción. Montar era una delicia, especialmente sentir la brisa del campo en el rostro. Al menos, en campo abierto no había extraños olores a vaca o a caballo, simplemente la brisa pura del campo y de vez en cuando podía sentir un fuerte perfume de flores cuando pasaban por alguna parte cubierta de ellas o algún árbol florecido. Hablando de árboles, habían llegado a una parte donde un solitario árbol parecía dueño y señor de todo un llano. Sus flores de un rojo fuerte cubrían no sólo el árbol sino el suelo y parecía que el mismo estaba encandilado.
“¿Qué tipo de árbol es ese?” Preguntó con curiosidad el rubio.
“Es un flamboyán.” Le dijo el moreno mientras daba un leve suspiro haciendo que Draco lo mirara con extrañeza. Era como si los ojos verdes se hubieran suavizado un poco.
“¿Da algún fruto?”
“No, sólo flores y vainas.” Draco dio un resoplido sarcástico.
“Es un árbol inútil entonces. ¿Por qué no lo cortan entonces?”
“Porque es hermoso.” Dijo el moreno como si fuera lo más obvio del mundo. “Dime una cosa, Draco. ¿Talarás todos los árboles del terreno que compres sólo porque no pueden dar frutos?”
“Talaré todos los árboles, den fruto o no. Es lo que se requiere para conformar el terreno al plan que tengo previsto.”
“¿Y luego qué? Plantarás palmeras y arbolitos decorativos que sólo servirán para adornar.” Draco volteó a verlo.
“¿Qué importa lo que haga con el terreno cuando lo compre?” Preguntó sin entender.
“Puedes comprar el terreno, pero seguirá siendo la misma tierra, en el mismo lugar y yo seré tu vecino y estaré viendo qué haces con ella.”
“Una vez la compre ya no tendrás nada que ver con ella.”
“Te equivocas.” Musitó el moreno para luego espolear su caballo y Draco lo imitó, demasiado confundido por la actitud del hombre con respecto a su proyecto.
“¿Falta mucho para llegar?” Gritó cuando lo alcanzó y el moreno sonrió.
“¡No falta mucho! Vamos, espoléalo con ganas, si no lo haces no le sacarás una buena carrera.” Le gritó de vuelta, esta vez ajotando su caballo con un corto grito y dándole rienda. Draco abrió los ojos sorprendido y luego de ver que el moreno le sacaba ya bastante ventaja decidió hacer lo que le decía. Grande fue su sorpresa cuando dejó de sentir por completo el trote de su caballo y le pareció que en vez de correr volaba. Se embriagó con el sentimiento de poder que provocaba y finalmente le soltó las riendas, dándole permiso para correr todo lo que quisiera, minutos más tarde, Manchas alcanzaba al caballo de Harry sin esfuerzo.
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“¡Hey, Ced!” El rubio levantó la vista de los documentos que analizaba en esos momentos para ver a su amigo asomarse por encima del panel que dividía su espacio de los demás. “Te invito a almorzar.”
“¿Te sientes bien, Theo?” Preguntó algo confundido.
“Claro que me siento bien, es sólo que te veo cada vez menos. Anda, acompáñame hoy.” Le dijo en un tono lastimero. Los ojos azules lo observaron unos momentos y al final Cedric suspiró.
“¡Genial! Finalmente podremos ponernos al día, ¿qué te parece?” Exclamó Theodore al ver que su amigo había aceptado y el rubio puso cara de circunstancia sabiendo que su amigo probablemente no lo dejaría almorzar con tranquilidad.
A mediodía, cumpliendo su palabra, Cedric llegó hasta la oficina de Theodore para esperarle. El moreno ya estaba listo y ambos partieron en dirección a uno de los puestos de comida que había cerca del edificio.
“Ced, ¿dónde has estado metido en estos días? ¿Aún estás asistiendo al departamento donde trabajan los terribles dos?”
“Sí.” Respondió sin muchos ánimos. “Sigo asistiendo a los terribles dos, como les dicen. Realmente se merecen el apodo.” Dijo al tiempo que ponía el rostro sobre el brazo en la mesa.
“Te admiro. Yo no habría durado un día con ellos y tú aún sigues ahí.”
“No es nada del otro mundo. Los gemelos son… algo despistados, sólo eso.”
“¿Los gemelos?”
“Sí, ¿no lo sabías? Son unos gemelos, por eso les dicen los terribles dos.”
“Ya veo. Es que no muchos se arriesgan a ir allí con la fama que tienen.”
“Supongo. Oye, Theo… ¿cómo te va con… ya sabes?” Preguntó algo tímido el rubio. Theodore comenzó a jugar un poco con la comida.
“No lo sé.”
“En verdad eres increíble, Theo. No escarmientas por nada del mundo.” Cedric vio cuando los dedos de Theodore se enredaron distraídamente en la cadena que llevaba. “Siempre los llevas al cuello y nunca en el dedo… deberías aprender algo de eso.” Susurró con algo de tristeza notando que había un anillo nuevo. Theodore sonrió con melancolía.
“Lo compré por adelantado.” Dijo antes de dar un largo suspiro. “Es más que obvio que Draco sólo quería pasar un buen rato, ya me lo habías dicho.” Luego forzó una sonrisa a sus labios. “Pero también lo he pasado bien así que no hay daño.” El rubio meneó la cabeza en desacuerdo.
“Si pudiera… haría que te quedaras conmigo.” Le dijo con sinceridad y Theodore sonrió con más naturalidad.
“Pero no eres mi tipo, Ced. A mí me gustan los chicos malos. Pero aprecio tu sacrificio.”
“No sería ningún sacrificio.” Musitó el rubio antes de echarse otro bocado.
“Cuando te interesen las relaciones de una sola noche sería el día.” Le dijo con un guiño el moreno. “Pero eres demasiado bueno, Ced. Tan buen chico como yo.” Cedric alargó la mano y le dio un zape al moreno.
“Tonto.” Theodore estuvo a punto de responder al pequeño juego de ambos cuando dos hombres se acercaron y se sentaron en las sillas que sobraban a cada lado de la mesa en perfecta sincronía.
“Así que es por este moreno que nos has dejado plantados hoy.” Exclamó uno de ellos. Theodore no tardó en notar que eran una copia exacta del otro y su mente relacionó de inmediato a los recién llegados.
“Los terribles dos.” Dijo con algo de pánico y Cedric dio un larguísimo suspiro.
“Sí… este es Fred y este es George. Él es Theodore.”
“Encantados de conocerte.” Dijeron a la vez mientras sonreían y Theodore sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.
“La próxima vez invítalo a comer con nosotros, Ced.” Dijo George mientras le sonreía con picardía al moreno.
“Sí, es desconsiderado de tu parte el ocultarnos tan hermosa joya.”
“Theodore es el asistente personal de Lucius.” Les dijo el rubio y ambos se quedaron inmóviles.
“Demonios. Intocable.”
“Sí, demonios.” Y Cedric no pudo evitar soltar una leve carcajada mientras Theodore intentaba sobreponerse del susto.
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“Aquí es.” Exclamó Harry. “Estos son los terrenos que escogiste.” Draco tardó un poco en sobreponerse a la belleza del lugar. Ahora entendía lo que su padre había dicho acerca de ser unas tierras paradisíacas. Cómo se había rendido a la hora de hacerle una oferta a Harry Potter era algo que ahora no podía entender.
“Me parece que he estado ofreciendo muy poco por estas tierras. Tan poco que pudiera sentirse ofendido por la oferta.” Musitó. El moreno volteó a verlo.
“Para nada. Al fin y al cabo lo que comprarás será tierra. Yo me encargaré de entregártela limpia. Talaré todos los árboles antes de entregártela.”
“¿Qué? ¡Estás demente! Si haces eso disminuirás su valor.” Casi gritó al escuchar lo que haría el moreno con el terreno antes de él comprarlo.
“¿Cómo así? Sólo son… <i>árboles</i>.” Draco apretó las manos sobre las riendas al darse cuenta de su propio error mientras Harry hacía que su caballo se acercara al del rubio. “Además, aún son mis tierras, puedo hacer con ellas lo que desee.”
“Pero pensé…” El rubio dio un resoplido y se inclinó hacia el caballo de Harry con molestia. “¿A qué juegas, Potter?” Preguntó bajando la voz a unas notas graves. El moreno respondió inclinándose a su vez hacia el rubio.
“No estoy jugando. Intento comprender las tácticas de los citadinos.”
“Estás siendo irracional. Es obvio que quiero las tierras tal y cual las estoy viendo ahora.”
“Eso cuesta.”
“Prepararé una mejor oferta entonces. De haber sabido su valor real no habría hecho una oferta tan baja en un principio.”
“Tal vez no quiero dinero.”
El tiempo se detuvo entre ambos y Draco se quedó sin aliento al ver tan de cerca el deseo desnudo en aquellos ojos verdes. ¿Sería posible que ya hubiera capturado más que el interés de aquel campesino ignorante?
Su cuerpo le gritaba que ese podía ser el momento de actuar y comprobar nuevamente que Draco Malfoy siempre obtenía lo que quería.
“¿Y qué podrías querer en lugar de dinero? Tendría que ser algo que yo te pueda dar.” Susurró con calculada sensualidad entrecerrando los ojos.
“¿Cómo va el paseo?” Exclamó una voz no muy lejos y Draco se alejó repentinamente del moreno para voltear a ver. La mirada de Harry se había vuelto una de profunda ira en el momento mismo en que había escuchado la voz. “Ah, ya veo, están hablando los términos.” Volvió a decir, esta vez con una sonrisa abierta que mostraba todo lo que estaba pensando realmente.
“¿Qué haces aquí?” Preguntó Harry con evidente molestia al escuchar al pelirrojo.
“Quise ver cómo les iba.” Dijo con una sonrisa maliciosa. “Pero veo que no tenía que preocuparme. Estás mostrándole las mejores partes al hijo de Lucius.”
“Charlie…” Le dijo en un tono de advertencia.
“Siempre me pregunté a dónde traerías a tu primera cita real… porque eso de cogerse a más de la mitad de tus propios peones no cuenta… ¿cierto?”
“Draco… toma a Manchas y regresa a la hacienda. Tengo un asunto que atender justo ahora.” Le dijo Harry al rubio quien estuvo a punto de protestar pero no tuvo tiempo viendo lo rápido que sucedió todo después.
La única señal que Charlie tuvo de que había enfurecido al moreno fue la forma en que espoleó a su animal.
Charlie no era hombre de huir.
Jamás había huido de enfrente de ningún animal enfurecido, por más bravo o enorme que pareciera. Para eso estaba él en la hacienda. Pero cuando Harry había espoleado el caballo en su dirección su instinto de supervivencia, hasta el momento dormido, despertó repentinamente e hincando su caballo agarró sabana.
Cuando luego de varios kilómetros de persecución se fue dando cuenta que pronto Harry lo alcanzaría, se juró que no volvería a provocarlo. Estaba seguro que esta vez la humillación sería positivamente pública. La carrera terminó cuando sorpresivamente, el lazo de Harry lo alcanzó. “¡Demonios!” Exclamó cuando la soga se apretó alrededor de su pecho y lo tumbó del caballo. Se puso de pie tan pronto tuvo la oportunidad y ya estaba por aflojar el lazo cuando el moreno llegó a su lado y lo empujó por la espalda con la bota, haciéndole caer de frente.
Le pareció sentir el temblor de la tierra cuando el moreno se tiró del caballo o tal vez era el temblor de su cuerpo. La rodilla en la espalda no se hizo esperar y gruñó su molestia.
“Esta… es la última vez que minas mi autoridad, Charlie.” Siseó el moreno en su oído mientras le ataba las manos con el pedazo de soga que sobraba. “Espero que te guste montar a pelo.” Lo siguiente que le hizo el moreno fue amordazarlo. Abrió los ojos azules con sorpresa, no se esperaba que el moreno hiciera aquello. Cuando le quitó las botas se imaginó lo que vendría.
Le siguieron los pantalones, la ropa interior, las medias, la camisa hasta quedar completamente desnudo. Sólo entonces Harry se le salió de encima, dejándolo sobre la hierba mientras doblaba sus ropas, atándolas junto con las botas a la silla de su caballo. Se acercó entonces al caballo de Charlie y le soltó la silla, dejándola caer al suelo y atando las riendas del animal con las de su montura.
Regresó a su lado y lo miró por unos instantes dándole una sonrisa ladeada. “Estás un poco pálido.” Le dijo con diversión para halarlo por la soga que ahora ataba sus manos hasta ponerlo en pie. Subió a su caballo y con poco esfuerzo lo subió a él también para luego sentarlo a horcajadas sobre su caballo desensillado. Charlie le dio una mirada sucia desde atrás de la mordaza que sólo le sacó una carcajada al moreno.
Harry espoleó su caballo luego de tomar las riendas y la soga, un trote relajado pero no en dirección a la hacienda como temía Charlie. La suave piel del caballo y el tranquilo trote no era algo que ayudara a su desnuda humanidad, especialmente cuando el salvaje roce amenazaba con tumbarlo. Se sujetó con fuerza de las crines e intentó relajarse pero por más que lo intentaba no podía. La sensación, la vergüenza, el suave vaivén de la cintura de Harry sobre su propio animal no se lo permitían. Muy a su pesar, la visión enfrente suyo y lo que probablemente le esperaba alimentaban su libido morbosamente.
Cabalgaron por lo que le parecieron horas cuando en realidad eran apenas minutos. Aquella era un área no muy utilizada por los peones, pero siempre había el riesgo de ser vistos.
Ahí Harry detuvo los caballos y se volvió hacia Charlie. Sin decir palabra acercó su caballo y con agilidad innata pasó de una montura a la otra, quedando a espaldas del pelirrojo.
De nada le valió protestar ni retorcerse. Apenas unos segundos después de sentirlo trabajar el cierre de su pantalón la dureza del moreno se presionó contra su trasero penetrándole con esfuerzo por la posición. Una mano en sus cabellos lo empujó contra el cuello de su caballo mientras las caderas de Harry lo iban empujando hacia delante, hasta que ocupó un lugar más cómodo que a fuerza hacía que su cuerpo resbalara hacia el moreno.
“Mh… ahora sí podemos disfrutar de una buena cabalgata. ¿No te parece?” Con una leve patada al costado del caballo el animal echó a andar al trote y Charlie supo exactamente a qué se refería su jefe con eso. Cada cadencioso trote de su caballo lo empujaba contra Harry quien no hacía nada por evitarlo, tan sólo se limitaba a sostenerlo.
Aún cuando estaba prácticamente recostado sobre el animal, pudo reconocer hacia dónde dirigía los caballos. Iban al río, peligrosamente cerca de la hacienda. Maldijo mientras su cuerpo se encandilaba con el vaivén y apretó las manos sobre las crines del caballo para no caerse.
Harry se mantuvo en su lugar hasta que llegaron al río y allí, sin demasiado preámbulo, lo separó de su cuerpo y lo bajó del caballo para luego bajar del mismo aún con los pantalones abiertos y su erección tan turgente como cuando la había liberado. La arena del río estaba fresca bajo las plantas de sus pies mientras Harry lo dirigía a la rivera cristalina.
Finalmente se detuvieron y Harry le quitó la mordaza con media sonrisa. “Escoge dónde quieres que te coja. Sobre las rocas dentro del agua, sobre la arena o en el tronco del árbol de pomarrosas.” Le dijo mientras se quitaba la correa y comenzaba a desvestirse. No lo pensó demasiado, sobre las rocas dentro del agua, ahí serían menos visibles si pasaba alguien.
“En el agua.” Gruñó con voz ronca por el coraje y la humillación. El moreno terminó de vestirse y en un repentino arrebato, agarró al pelirrojo y se lo echó al hombro para luego entrar al agua y dejarlo caer en ella. Charlie salió buscando aire, incapaz de enderezarse rápidamente a causa de la soga por lo que Harry lo ayudó a ponerse en pie y con mano firme lo llevó hasta unas enormes piedras que sobresalían del agua. Eran lisas, como pulidas, muchas veces sus hermanos habían ido allí a tirarse al río y quitarse el calor cuando chamacos. Ahora ninguna de aquellas imágenes podía alterar su sentir con respecto al momento. Apenas sus caderas estuvieron apoyadas contra la piedra, el moreno volvió al ataque, penetrándole con más facilidad.
Gruñó, aferrándose a la roca mientras Harry empujaba sus piernas, separándolas con los brazos y empujándolo sobre la piedra hasta tenerlo a la altura que deseaba. El húmedo cuerpo atrás del suyo comenzó de inmediato el salvaje ondular que ya reconocía como el que le era natural al moreno.
Se mordió los labios, intentando no darle la satisfacción de escucharlo gemir, pero el moreno, adivinando sus intenciones se detuvo, saliendo de su cuerpo con brusquedad y girándolo hasta tenerlo de frente. Sin demasiados miramientos se hundió levemente en el agua para pasar los brazos bajo sus muslos y levantarlos sin mucho esfuerzo, exponiéndolo por completo. Volvió a ser penetrado con rudeza y su cuerpo se estremeció de extraño placer.
Por un largo tiempo, los únicos ruidos eran aquellos de sus respiraciones y el agua cuando las caderas de Harry la agitaban en un obsceno chapoteo. De pronto, la cabeza del moreno se inclinó y comenzó a besarle el pecho, mordiéndole con rabia, atacando sus raspados pezones con la lengua y los dientes. Las caderas cambiaron de ángulo y Charlie gritó muy a su pesar, sus piernas tensándose con placer.
No recibió comentario alguno, pero le bastaba con ver la risa y la lujuria dibujadas en aquellos ojos de un verde intenso sumándole la suave curva de los labios, prestos a sonreír satisfechos. Maldijo mentalmente cuando sus caderas se movieron a contra tiempo para empujar contra las de Harry, maldijo y continuó maldiciendo mientras el endemoniado moreno seguía cabalgándolo con furiosa intensidad.
Sus maldiciones fueron cambiando de tono, se volvieron más jadeadas hasta que con timidez y vergüenza fueron cambiando a exigencias mal veladas. Se aferró al cuello de Harry con manos atadas, aprovechando que así no se zafarían mientras sus piernas luchaban por mantenerse en posición. Estaba dejando que Harry lo marcara, rogando prácticamente ser su puta y de pronto ya no era el peón orgulloso, confiado de sus habilidades sino un cuerpo sin voluntad, pidiendo ser llevado a la cúspide de las sensaciones.
Comenzó a gritar, con voz grave, sin súplica pero rendido por completo, moviéndose al compás que le imponía el moreno. Se fue tensando, sintiendo el orgasmo cerca. Harry, consciente de que el pelirrojo estaba por correrse se dedicó a buscar su propio placer en cada embestida, concentrándose en cómo la carne se deslizaba dentro de aquella otra, apretándolo de forma intermitente, aferrándose a la suya de a ratos.
Se derramó con un gruñido gutural, hundiendo los dedos en la firme carne de las caderas del pelirrojo quien se arqueó y se corrió entre ambos, manchando el cristalino líquido que los rodeaba con su semilla. Se quedaron allí, jadeando por el esfuerzo hasta que Harry escuchó un extraño sonido proveniente de más arriba del río. Supuso que alguno de los caballos habría asustado a algún animal o que tal vez alguna vaca descarriada estaba en las inmediaciones. Se mantuvo alerta unos instantes, recuperándose del reciente orgasmo hasta que sus ojos se entrecerraron con sospecha al divisar una mancha blanca moverse entre los bambúes de más arriba, una mancha blanca que parecían los cabellos de alguien que conocía.
Se puso en pie de inmediato con la intención de seguirlo pero cuando intentó separarse de Charlie este se deslizó de la roca sin tener fuerzas para sostenerse por sí mismo. Lo sujetó y lo llevó a la orilla donde le quitó la soga con la que lo había amarrado. Charlie tenía las muñecas de un rojo furioso. “Debería dejarte aquí. Debería dejarte para que aprendieras tu lección.” El pelirrojo no le contestó de inmediato, aún jadeaba y sus ojos estaban cerrados. Harry lo vio estremecerse de frío y supo que tendría que llevarlo a la hacienda él mismo.
Se quitó la camisa y cuando lo tuvo de nuevo en pie se la puso. “Vamos.” Le dijo y el pelirrojo obedeció sin chistar.
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Draco espoleó su caballo con ansiedad y para su sorpresa, Manchas respondió de inmediato. “¡A casa!” Le había gritado cuando estuvo lejos de la escena que acababa de presenciar mientras su corazón corría tan rápido como el animal. Lo que fuera que estaba jugando Potter era mucho más complicado de lo que había imaginado. Primero uno de los hermanos y ahora otro.
Además, la escena que acababa de presenciar sólo hacía que deseara más ponerle las manos encima a aquel salvaje ejemplar. Pero justo en esos momentos no concebía la forma correcta de llevar a cabo sus maquinaciones. Algo en su instinto le decía que aquel no era un hombre que pudiera dominar tan fácilmente. Necesitaría algo más que un lindo cuerpo y una buena oferta. Necesitaba algo a su favor.
El viaje de regreso le pareció más corto y el animal volaba sobre la tierra. Al llegar a la hacienda Manchas se dirigió a los corrales disminuyendo el paso hasta detenerse justo en frente de su corral. Allí, con piernas temblorosas, logró meter al animal a su corral y luego le avisó al encargado para que lo desensillara. Aún tenía la mente algo nublada por lo que decidió subir a su habitación. No le extrañó que su compañera de viaje no estuviera por ninguna parte. El moreno la había dejado encargada a un par de peones para que le mostraran otra parte menos riesgosa de la hacienda.
Se dio una ducha y evitó por todos los medios terminar de encandilarse el cuerpo. Ver al moreno cogerse a aquel pelirrojo no era suficiente para hacerlo venir, tenía su orgullo y Harry Potter no sería el que se lo echara por tierra.
Cuando salía de la ducha y se secaba los cabellos escuchó un pequeño revuelo y se asomó a la ventana. Pudo ver cuando el moreno de ojos verdes llegaba a la hacienda, estaba sin su camisa y en su montura traía al pelirrojo. Cuando lo bajaron los otros peones se apresuraron a llevárselo pero el moreno no los siguió sino que miró directamente a su ventana. Dio un paso atrás instintivamente pero luego, molesto por su propia reacción, volvió a ponerse en la ventana y miró al moreno con actitud desafiante. “No vas a amedrentarme con esa mirada, Potter.” Luego de lo cual, se volteó dándole la espalda a propósito y continuando con lo que hacía.
Harry sonrió levemente antes de llevarse una mano al sombrero. “Será mejor que vea cómo van los preparativos para esta noche.” Se dijo con un tono animado. “Porque me parece que esta noche la cosa va a estar interesante.”
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Las fogatas ardían aquí y allá mientras los peones comenzaban a arrimarse. Había un grupo con varios instrumentos, entre ellos guitarras, cuatro y furruco. También había quien tocaba una flauta de madera y varios instrumentos de percusión que parecían tambores. Todo esto Draco lo observó con interés mientras mantenía un ojo puesto en el moreno de ojos verdes que, en honor a la verdad, era el espécimen más prominente de toda aquella juntilla.
Le seguían los pelirrojos, pero en especial aquel a quien había visto con el moreno en el río. Pero aquel pelirrojo se limitaba a beber y el resto de sus hermanos comenzaba a ganarle la partida.
También vio finalmente a las mujeres de aquel campo. La mayoría eran robustas, por no decir otra palabra, muy parecidas a Molly Weasley, y tenía la impresión de que algunas miraban a su compañera como una vaquilla a la que era mejor engordar. Pansy revoloteaba de peón en peón, bailando y riendo, como una frágil mariposilla entre burdas langostas.
“Espero estés disfrutando, esta fiesta es en tu honor.” Draco se mordió la lengua. Sabía que lo primero que saldría sería una acusación y entonces él mismo estaría delatándose.
“Claro que disfruto.”
“Pero no has bailado con ninguna de nuestras hermosas mujeres.” Dijo guiñándole un ojo. “¡Hey, Gin!” Gritó con fuerza. Una joven pelirroja de largos cabellos ondulados apareció. Su figura bien podría haber competido con la de Pansy y ganarle sin mucho esfuerzo. Vestía unos apretados pantalones vaqueros y una camisa blanca amarrada bajo los turgentes pechos. “Nuestro invitado quiere divertirse un poco bailando. ¿Me haces el honor?” La pelirroja le dio una mirada de arriba abajo al rubio y sonrió.
“Seguro, morocho.” Dijo tomando a Draco del brazo y arrastrándolo a donde bailaba el resto mientras Harry reía por todo lo alto, especialmente cuando el rubio volteó y le dio una sucia mirada llena de rencor.
Para sorpresa de Draco, aquella pelirroja estaba más llena de energía de lo que imaginaba y antes de saberlo estaba sudando de gusto, olvidándose de los ojos verdes que lo observaban a cada paso que daba y la forma en que se movía.
Ron se le acercó y notó la dirección en que miraba. “Harry. Estás seguro que quieres involucrarte con él.” Preguntó mientras le daba una jarra con cerveza que el moreno le agradeció con un gesto.
“Pues yo diría que es él el que se quiere meter conmigo.” Dijo sorbiendo un poco. “La verdad no me importaría.”
“Es el hijo de Lucius.”
“¿Y piensas que no lo sé?” Dijo riendo para luego bajar el rostro para que no se notara demasiado la dirección de su mirada. “Aunque tal vez Lucius me lo agradecería.” Murmuró en la jarra. “¿Cómo está Charlie?”
“Creo que pescará el resfriado al fin y al cabo. Está algo afiebrado pero no nos ha dejado regresarlo a la casa.” Harry emitió un gruñido.
“Tu hermano es un testarudo de primera.” Le dijo espetándole la jarra de vuelta para dirigirse a donde estaba Charlie. “Vamos.”
Los ojos azules estaban algo nublados cuando lo miraron y Harry no pudo menos que dar un suspiro cansado. “Venga, hombre. No me hagas llevarte a rastras.” Charlie se levantó apoyado en el brazo que el moreno le ofreció y al rato ya estaban de camino a la casa. El suceso no pasó desapercibido al rubio y no pudo evitar un profundo resentimiento hacia el moreno.
Cuando Harry regresó a la fiesta la música sonaba aún más fuerte y el rubio parecía divertirse de lo lindo. En esos momentos bailaba con la morena citadina que no hacía más que provocar con su cuerpo al resto de los presentes mientras el rubio la manejaba con una soltura demasiado familiar. El moreno arrugó el ceño y aunque bailó con varias de las presentes, su atención no pudo ser retenida por ninguna.
Finalmente, cuando la fiesta terminaba, decidió alcanzar al rubio citadino y confrontarlo.
Lo alcanzó frente a los corrales y allí lo detuvo por un brazo. “Nos seguiste hasta el río.” Draco tiró del brazo con fuerza.
“No los seguí, pero es difícil no encontrárselos cuando estaban a la vista de cualquiera que pasara por allí.” Exclamó el rubio de vuelta. “Además, a quién te tiras o dejas de tirarte no es mi asunto.”
“Pero bien que te quedaste a ver hasta el final. ¿Te gustó lo que viste?” Draco no era ajeno a la violencia física, pero tampoco acostumbraba a usarla. Su padre se había encargado de inscribirlo en los mejores salones de estudio de artes marciales aunque si bien había sido un estudiante dedicado en sus primeros años… le había perdido amor a la materia. Conservaba algunos conceptos y pensaba que con ellos era suficiente para defenderse en caso de una pelea callejera o algo por el estilo. Sin embargo, esta vez su cuerpo tomaba la ofensiva por primera vez.
El puño en el pecho de Harry le causó más sorpresa al moreno que daño. El segundo intento no lo tomó tan desprevenido y cuando Draco trató de golpearlo, esta vez en el rostro, lo tomó de la muñeca, poniéndolo a su alcance y tomándolo por el pecho. “No me agradaría usar la violencia en un ejemplar tan fino.” Le susurró al oído.
“¡Potter!” Exclamó con rabia el rubio antes de asestarle un golpe en el estómago con el codo haciendo que Harry lo soltara. En esos momentos Draco sólo tenía en su mente la forma en que aquel moreno había dominado al pelirrojo en el río y sus instintos le exigieron darse a la huída. Harry sonrió con malicia mientras se sobaba el estómago.
“Así que puedes pegar después de todo.” Se dijo a sí mismo y salió tras el rubio.
Lo alcanzó en el interior de los corrales. Algo aturdido por la semi oscuridad de los mismos fue a parar a uno de los corralones sin salida y casi rió de anticipación. La adrenalina cantaba dulcemente en sus venas, especialmente al ver el momento en que se daba cuenta que no tenía escapatoria.
Harry miró fijamente aquellos ojos grises. Sí, estaban furiosos… y sí, había odio en ellos, pero también había temor. Acorralado como lo tenía parecía que era una fierecilla a punto de atacar. Agachó un poco el rostro para poder mirarlo a la misma altura, haciendo que fuera más evidente aún que Draco era más bajo y que su espalda era, al menos, una cuarta parte más ancha que la del rubio.
Draco lo siguió con la mirada, incapaz de pegarse más a la pared a riesgo de fundirse con ella.
“Malfoy…” Susurró sedosamente. “Me recuerdas a Azkabán.” Hizo un espectáculo de arrastrar sus ojos por el pálido cuello hasta llegar al pecho donde el botón superior se había perdido en el breve forcejeo. Bajó la mano con lentitud y con un dedo apenas tocando la tela la abrió un poco para admirar la blanca piel.
“¿Quién es Azkabán?” Preguntó Draco, embelesado por unos segundos con la forma en que aquellos ojos verdes lo devoraban.
“Mi paso fino, por supuesto. El caballo más hermoso, más fino y más caro de todo este territorio.” Draco dio un resoplido disgustado al entender con qué lo habían comparado.
“No me compares con una bestia, Potter.” Gruñó el rubio intentando alejar inconscientemente su cuerpo del escrutinio del otro.
“Pero es la verdad… ambos son quisquillosos… orgullosos… les gusta pavonearse frente a los que son menos que ustedes.” Susurró acercando sus labios por unos momentos a los oídos y comprobando que el cálido aliento hacía estremecer al rubio. “Y les gusta que les susurren palabras bonitas.” Un jadeo indignado escapó de los labios de Draco haciéndolo recuperar parte de su enojo. “No servirán para grandes carreras y hay que cabalgarlos lento… muy lento… para sacarles un buen paso.” Draco tragó en seco ante la insinuación y sintió, más que ver cuando el moreno se acercó a su cuerpo.
Antes de poder impedírselo le estaba arrebatando el aliento en un apasionado beso. Sus manos fueron a los hombros de Harry y por unos instantes arrugaron la tela de su camisa. De pronto el moreno gritó y se apartó, llevándose una mano a sus labios sangrantes.
“No soy un caballo, Potter.” Exclamó todo colorado el rubio y salió disparado de los establos. Harry se lamió los labios varias veces y sonrió de lado mientras seguía con la mirada la furiosa forma que se alejaba casi corriendo.
“No, pero al igual que Azkabán, sólo te dejas montar por un solo hombre y ese hombre seré yo.”
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Gracias por leer.