InuYasha Fan Fiction ❯ Agonia ❯ confesion tardía ( Chapter 6 )

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Todos los personajes de Inuyasha, incluido el sexy y misterioso Sesshoumaru y la tierna Rin, son propiedad de la talentosa y genial Rumiko Takahashi.
 
Espero que con este capítulo queden aclaradas todas las dudas de porque Sesshoumaru no quiere a Rin.
 
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Capítulo 6
 
Confesión tardía
 
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Rin se había levantado temprano y después de comer algo, decidió que era un día perfecto para visitar al dragón de dos cabezas y su cuidador. Toki la recibió con una gran sonrisa y unas cuantas flores silvestres que había tomado del suelo.
 
“Gracias Toki!”
 
“Un placer pequeña. Quédate aquí sentadita que tengo algo más para ti!”
 
“Uy en serio? Aquí me quedo sin moverme!”
 
Toki se carcajeó calladamente y fue hasta su habitación que quedaba justo al lado del establo. En el momento que salió, percibió la presencia de Sesshoumaru a la distancia y su sonrisa se torció anticipando el intercambio entre ellos.
 
De regreso, le enterneció ver a Rin sentada en el suelo como una estatua y sin decir nada. Escondiendo el regalo a sus espaldas, Toki le dijo que mejor se lo daba afuera que había más luz.
 
“Ven pequeña mejor afuera!”
 
“Claro lo que tu digas!”
 
Inocentemente Rin caminó fuera del establo, sin sospechar que Toki estaba provocando a Sesshoumaru abiertamente. En el momento que Rin tuvo la peineta en su cabello, le lanzó los brazos al cuello y le dio un beso en la mejilla para agradecerle.
 
“La guardaré como un tesoro!”
 
Estaba tan feliz con su regalo, que no se dio cuenta que Sesshoumaru se acercaba con la cara desfigurada por la furia. Lo que sintió al verla en brazos de Toki, fue tan extraño que no supo como interpretarlo. Si sabía que era la primera vez que su corazón experimentaba algo semejante.
 
Sacudiendo su incomodidad, se aproximó con paso firme hasta ellos. Traumatizada por la reciente tirantez entre ellos, cuando el youkai habló, Rin asumió que era con ella, y aunque no entendió muy bien las acusaciones, tomó una actitud defensiva.
 
“Que sucede aquí?...creí haber sido muy claro ayer, acaso te atreves a desafiarme?”
 
“Oiga que le pasa? Esta peineta es mía Toki me la dio de regalo. Envidioso porque nadie le da regalos…claro si es un amargado!”
 
Toki tuvo que apretar los labios para no reírse a carcajadas. Sesshoumaru miraba desconcertado a la pequeña frente a él; estaba parada con los pies ligeramente separados y ambas manos en la cadena en actitud muy agresiva.
 
“Quien está hablando contigo insolente?”
 
La expresión de furia de Rin se desvaneció, comprendiendo inmediatamente que los reclamos eran, por variar, para Toki y no para ella. Con una gran sonrisa, el cuidador le extendió la mano para ponerla detrás de él a manera de protección, de cualquier intento de Sesshoumaru por agredirla.
 
Una vez que la `insolente' estuvo a salvo, Toki le recordó al príncipe que ayer habían acordado que dispondría de las cosas de Mizuki como le diera la gana. Temblando, Rin no perdía ni un solo detalle de aquella conversación, sin entender muy bien porque el príncipe estaba molesto.
 
“Sesshoumaru no tienes derecho a prohibirme nada y lo sabes. Además que te importa si desprecias a la pequeña!?”
 
“Eso no te incumbe…te dije que no le hicieras mas regalos a la pestilente esa!”
 
“Primero, no le digas pestilente en mi presencia, la pequeña es como una rosa silvestre. Por otro lado, me incumbe porque ella es muy querida para mí!”
 
Rin cerró los ojos y aguantó las lágrimas, el odio en la voz de Sesshoumaru era tan latente, que sentía como si sus palabras le robaran la energía, pero al mismo tiempo, la preocupación de Toki era su felicidad.
 
Furioso y con ganas de desahogarse, las energías de Sesshoumaru crearon un aura a su alrededor. Con una sonrisa, Toki le indicó a Rin que fuera al establo para que estuviera a salvo. La sangre en las venas del cuidador de dragones, se calentó ante el prospecto de un enfrentamiento contra un oponente tan digno con su amigo.
 
“Ve al establo y quédate ahí!”
 
“Pero…no quiero que nada malo te pase Toki!”
 
“No pequeña solo vamos a jugar un rato, como cuando éramos mas jóvenes!”
 
Lanzándole una mirada ácida a Sesshoumaru, Rin salió corriendo en dirección a donde estaba Sukime esperándola, para poder ver aquel encuentro desde una distancia segura.
 
Con una sonrisa desafiante, Toki dejó su cabello suelto. Era casi tan largo como el de Sesshoumaru, la única diferencia era su color azabache. Al verlo así, Sukime ahogó un suspiro y le dijo a Rin se preparara para ver al príncipe rodar por los suelos.
 
“Como dices nana?”
 
“Toki es muy fuerte, ya verás como barre el piso con tu príncipe!”
 
“Ese sujeto abusivo y grosero no es la misma persona de la que yo me enamoré!”
 
Sukime soltó una risita y se dio cuenta que realmente Rin había cambiado mucho en aquellos días. Guardando cualquier palabra para si misma, la youkai se concentró en el enfrentamiento frente a ella.
 
No habían pasado ni dos minutos cuando Tokiyin salió volando por los aires, ante la mirada estupefacta de Rin. Abriendo la boca, Sesshoumaru lanzó un rugido y se lanzó sobre Toki con furia.
 
Mientras forcejeaban, la imagen de Rin abrazada al otro youkai, era como si tuviera un clavo en el ojo. Arrasado por el descontrol que eso le producía, Sesshoumaru vocalizó su descontento. Toki no tuvo ningún problema en hostigarlo, todo mientras forcejeaban y rodaban por el piso, como un par de animales.
 
“Porque le volviste a dar un regalo infeliz? Te dije que no lo hicieras?”
 
“Y yo te dije príncipe testarudo que le haré cuantos regalos me venga en gana. Si no hay nadie más que la consienta lo haré yo!”
 
“Con que propósito, acaso tu y ella…?”
 
“Jajaja quizás con el tiempo ella me acepte!”
 
Sesshoumaru estaba prácticamente derrotado, pero al escuchar aquellas palabras sintió tal fuerza inundar su cuerpo, que en un solo movimiento logró liberarse de la abrasadora potencia de Toki.
 
Frente a él, el cuidador sonreía de comprobar lo fácil era provocarlo, por lo que lanzándose sobre Sesshoumaru siguió torturándolo. Le dijo que no había placer mas delicioso y gratificante que hacerle el amor a una mujer virgen y con un cuerpo tan jugoso y sensual como el de Rin.
 
“Deja de decir sandeces! No harás nada de eso en mi castillo!”
 
“Muy bien, entonces cuando ella me acepte me la llevaré lejos de aquí!”
 
La idea de que Rin abandonara el castillo fue demasiado para el youkai y por un instante vio borroso. La pequeña y su nana vieron con horror, como Sesshoumaru levantaba su mano para lanzar su veneno contra Toki, sin embargo, el youkai fue mas rápido y sujetándolo por el cuello, le dijo un par de palabras al oído que en un abrir y cerrar de ojos acabó con la pelea.
 
Con las palabras de Toki, Sesshoumaru abrió los ojos como si le cayera el peso de una gran verdad y con un siseo le ordenó a su amigo que lo soltara. Con una sonrisa de triunfo, Toki hizo exactamente eso y se dejó caer en el suelo para tomar aire.
 
Al ver a Toki en el suelo, Rin se soltó de su nana y salio corriendo para cerciorarse que su amigo estaba bien. Al arrodillarse junto al youkai, se dio cuenta que Toki estaba riendo y se encontraba ileso.
 
“Estas bien Toki?”
 
“Si pequeña, te preocupaste por mi!?”
 
“Claro, pensé que te iba a matar con su veneno, eres muy fuerte y ágil. Jamás pensé que alguien pudiera sujetarlo de esa forma…gracias por defenderme antes!”
 
Toki le pasó la mano por el cabello asegurándole que no era nada, luego le pidió que fueran al establo. A unos cuantos pasos, el príncipe los veía indignado. Sacudiendo su kimono, empezó a caminar detrás de ellos. Aunque lo vio entrar, Rin se hizo la tonta y siguió con los ojos fijos en Toki, encolerizado le habló golpeado a la pequeña.
 
“Y tu? Porque aceptas regalos?”
 
“Ese es mi problema. Déjeme tranquila!”
 
En una actitud infantil y rebelde, Rin le sacó la lengua y le dio una patada en la espinilla. Cuando Sesshoumaru movió la mano para sujetarla, Toki se irguió interponiéndose entre los dos.
 
Aterrorizada, Rin se pegó a su protector con los ojos cerrados. Con voz pausada y firme, Toki le pidió al youkai que se calmara. Con los ojos como dos calderos, Sesshoumaru amenazó entre dientes a su viejo amigo, exigiéndole que se apartara.
 
“A un lado!”
 
“No te permitiré que la lastimes de nuevo!”
 
“Tu la escuchaste, es una malcriada y se atrevió a agredirme!!”
 
El youkai mantuvo la calma, realmente Rin se merecía una reprimenda por ser tan insolente pero Sesshoumaru se lo había buscado al retarla. Era claro que el asunto de los regalos le molestaba, pero era demasiado alboroto, para Toki no había duda que el príncipe estaba celoso y simplemente no toleraba que nadie tuviera atenciones con ella, aún cuando ni el mismo supiera que le estaba pasando.
 
“No quiero que le pongas un dedo encima es solo una pequeña!”
 
“Ha! Tiene una lengua muy áspera!”
 
Sesshoumaru iba a decir algo más, pero de repente fue como si recordara algo que lo sacó de su presente enojo. Desviando la mirada, pareció buscar algo mas allá del establo, fuera, entre los árboles. Frente a él, Toki no perdió de vista aquel sutil pero fugaz cambio.
 
Volviendo su vista al establo, Sesshoumaru dio un leve suspiro y miró a Toki con los ojos entrecerrados.
 
“Déjanos solos!”
 
Sesshoumaru no había terminado de hablar cuando Rin ya se estaba moviendo para alejarse de ahí lo más rápido posible. Podía escuchar los latidos de su propio corazón retumbar en su mente.
 
Toki se rió calladamente al ver como Rin empezaba a caminar, sabía muy bien que al pedir que los dejara solos, el príncipe se refería a él. Con una fibra de histeria latente en su voz, el príncipe lanzó las palabras como un rugido dejando a Rin paralizada.
 
“Tu no, me refería a Toki!”
 
Asustada, Rin bajó la cabeza escondiéndose tras su larga cabellera. Tuvo la intención de estirar el brazo cuando vio a Toki pasar a su lado, pero una mezcla de miedo y curiosidad mantuvo sus manos pegadas a su cuerpo. Acercándose por detrás, Sesshoumaru se detuvo a escasos milímetros de ella, podía percibir la excitación y miedo que ella sentía y eso le dio un escalofrío.
 
Respirando profundamente, el youkai trato de liberarse de la reacción de su cuerpo a la cercanía de aquella mujer. Tuvo que cerrar los ojos un segundo para poder visualizar las palabras que necesitaba decir. Para Rin, aquella espera, sabiendo que tenía a su amo prácticamente pegado a su espalda, fue eterna y angustiante.
 
Hasta pensó que estaba soñando, pero supo que no cuando lo escucho hablar con un tono extraño de voz. Parecía ansiedad lo que se colaba en la voz masculina, pero, era posible? El gran Sesshoumaru ansioso! Con una risita cínica y silenciosa, Rin se dijo a si misma que eso era imposible.
 
“Tienes una cicatriz en forma extraña en el codo. Muéstramela!”
 
Su cerebro necesitó de varios segundos para comprender la pregunta que Sesshoumaru le había hecho mientras ella pensaba que algo extraño le pasaba a su amo. Salió de su trance al oír la voz masculina golpear contra sus oídos.
 
“Acaso estas sorda?”
 
“…gomen nasai…”
 
Comprendiendo que el miedo se estaba apoderando de ella, Sesshoumaru bajo el tono de su voz y volvió a hacer la pregunta que Rin pensaba era producto de su imaginación. Al saber que no estaba en un sueño, Rin asimiló aquella pregunta como una nueva forma de humillación por lo que reaccionó con rebeldía.
 
“Mi cicatriz, para que quiere verla?”
 
“Muéstramela!”
 
“No quiero!”
 
En ese momento Rin se volvió para encararlo pero anticipando su agresividad, ya que podía oler la furia destilando de su cuerpo, Sesshoumaru la sujetó por la muñeca con firmeza. Rin apretó los dientes y el youkai cerró sus garras con más fuerza, exigiéndole que le enseñara la cicatriz que tenía desde niña.
 
“Como sabe que tengo esa cicatriz?”
 
“Enséñamela Rin!”
 
“Porque?”
 
Sesshoumaru apretó los dientes y luego dejó escapar un gruñido que a Rin le dio escalofríos. Asustada y con el corazón latiendo acelerado en su pecho, la pequeña se vio obligada a dejar al descubierto su codo derecho. No tuvo necesidad de soltarse de su amo, al subir la mano, la manga del kimono se deslizó hacia abajo, dejando la piel expuesta.
 
La expresión en los ojos ámbar cambio visiblemente al encontrarse con la marca en la piel femenina. Era una vieja herida que al sanar había tomado la forma de lo que parecía una estrella. Al notar que los ojos de su amo destellaban, Rin sintió más miedo que antes, porque parecía que Sesshoumaru era presa de un desconcierto inexplicable en él.
 
Impactado por la visión de la cicatriz frente a sus ojos, Sesshoumaru aflojó la fuerza pero sin soltarla. Levantando su mirada hasta los ojos verdes, el príncipe le pregunto si recordaba algo de esa herida. Mirándolo fijamente, Rin le respondió con frialdad que no recordaba nada.
 
“No recuerdo nada, pero supongo que fue una de mis tantas caídas…dado que soy una humana torpe e insignificante”
 
Soltándola, el youkai llevo su mano hasta el codo expuesto y sin darle tiempo de reaccionar, paso las yemas de sus dedos sobre la piel irregular en forma de estrella. Al sentir los dedos de su amo, Rin dejó escapar un suspiro y dio un paso atrás. Iba a salir corriendo pero una vez mas la garra se cerró alrededor de su muñeca, esta vez con mucha más fuerza.
 
“Que mala memoria tienen los humanos, por eso son tan débiles, siempre repiten sus errores…!”
 
Indignada por el tono humillante y despectivo de su amo, Rin forcejeó para liberarse pero solo consiguió que él estrujara más. En su interior se mezclaba el miedo y la excitación porque no entendía porque aquella cicatriz trastornaba tanto al youkai. Recordaba perfectamente como se la había hecho, pero se negaba a ceder ante Sesshoumaru motivada por su orgullo.
 
Había estado jugando con Jaken y por no obedecer a las recomendaciones del sapo, se había caído en una trampa para animales pequeños clavándose un par de espinas en el codo, sangrando muchísimo. Recordó que había llorado llamando a su amo para que la sacara, porque como era de esperar el pequeño y verde youkai solo pudo quedarse con ella acompañándola hasta que su amo regresara.
 
Rin movió la cabeza con fuerza como para sacudirse de aquellos recuerdos, pensar que alguna vez ella le importara a Sesshoumaru le daba un dolor agudo en el pecho, como si le clavaran un fierro caliente justo en el corazón.
 
Volviendo al presente, Rin le dijo con tono áspero que tenía de malo no recordar cosas, Sesshoumaru la miro con dureza y no le dijo absolutamente nada.
 
“Tener mala memoria es a veces una bendición…suélteme maldita sea, ya le mostré mi cicatriz!”
 
“No seas insolente!”
 
“O que? Me va a golpear otra vez?!!”
 
Los ojos youkai destellaron con indignación y diversión, sin embargo, Rin no logró reconocer nada de eso. Estaba demasiado exaltada como para notar algo más que su instinto de supervivencia gritándole que se alejara antes de que le cayera a golpes y la matara por ser tan altanera.
 
Desobedeciendo el llamado de la razón, Rin levantó el mentón en actitud desafiante y se lo quedo viendo con los ojos centelleando por el nerviosismo. Al aventurarse en aquellos ojos profundos, algo dentro del youkai se agitó con fuerza, provocándole una sensación de descontrol inaguantable.
 
Controlando aquella ola que pretendía revolcarlo, Sesshoumaru aminoró la fuerza y finalmente soltó a Rin. Dando media vuelta empezó a caminar dejándola sola. De pie en el establo, la pequeña se dejó caer en el suelo temblando como una hoja.
 
Segundos mas tarde, A-UN se sentó a su lado y ella pudo respirar un poco mas tranquila. No podía creer que el príncipe no le hubiera soltado un golpe después de haber sido tan impertinente. Con su mascota echada a su lado, Rin empezó a hablar para si misma tratando de calmarse.
 
“Viste A-UN? Creo que esta enfermo! Para que rayos quería ver mi cicatriz…esa herida me la curo él después de sacarme de la trampa, como no me voy acordar, me consoló por horas…lo odio!”
 
Sesshoumaru estaba a punto de abandonar el castillo nuevamente cuando la escuchó y sintió que la razón lo abandonaba. Ya eran demasiados insultos por parte de esa niña impertinente, y en ese momento estaba dispuesto a ponerla en su sitio de una vez por todas.
 
Regresando sobre sus pasos, se detuvo a tan solo una corta distancia de Rin. Al verlo devolverse, ella tragó grueso y dio un resoplido, desechando la idea de negar todo lo que sabía perfectamente el youkai había escuchado.
 
El príncipe le hablo en tono áspero y sin importarle que toda su frustración se escuchara en su voz.
 
“Levántate!”
 
“Para que?”
 
“Quiero saber cuando te di esperanzas para que te enamoraras de mi?”
 
La expresión que inundó el rostro femenino era una mezcla de incredulidad con diversión y tristeza. Quería gritar y llorar pero de alguna manera, aquella pregunta le ofrecía desahogo, le diría al amor de su vida las razones por las que lo amaba con locura.
 
Poniéndose de pie con gracia y sin titubear, Rin le dijo lo que el youkai quería saber.
 
“Me dio tantas esperanzas que no se por donde empezar. Me revivió con colmillo sagrado y me dejo seguirlo a todos lados. Me hizo compañía, y se preocupó por mi cada vez que me secuestraban para tratar de obligarlo a hacer cosas...Me dejaba quedarme dormida entre sus brazos en las noches de lluvia… recuerdo cada detalle de cada vez que fue amable y cariñoso conmigo, cree que no me acuerdo de mi cicatriz? Caí en una trampa y cuando me rescató, curó me herida, me consoló por horas y yo le pedí que…”
 
Rin dejó de hablar al ver como los ojos youkai parecían traspasarla, no parecía probable, pero Sesshoumaru lucía a la expectativa por lo que ella iba a decir. Alargando la mano hasta sujetarla nuevamente por la muñeca, de un tirón la atrajo hacia a él y entre dientes le exigió que dijera en voz alta lo que le había pedido.
 
Ella no luchó por liberarse, el magnetismo de aquellos ojos que pretendía no amar, era demasiado. Podía sentir el cuerpo de su amo pegado al suyo y por un breve instante se imaginó como sería tenerlo junto a ella, en una noche de amor y pasión.
 
Toda la excitación femenina le llegaba a Sesshoumaru como una ola, pero aquella sensación se sentía diferente a cualquier cosa que él hubiera sentido hasta ahora por ella. Estrujando la muñeca entre sus dedos la instó a que hablara para así terminar con aquella incomodidad física que su cuerpo parecía recibir con demasiada facilidad.
 
Respirando profundamente, Rin tragó saliva y trató de recordar cada una de las palabras que le había dicho a su amo en esa ocasión. En un segundo todo estuvo claro en su mente, y ella empezó a mover los labios temerosa.
 
“Le pedí que no me dejara nunca…también fue la primera vez que le dije que lo quería…”
 
Al ver el reproche reflejado en los ojos de Sesshoumaru, Rin apretó la boca y en actitud desafiante le soltó unas cuantas palabras que perforaron el corazón youkai.
 
“No haga esos ojos, yo lo amo, siempre lo he hecho, si a usted no le gusta ese es su problema. Mi corazón es tonto y se enamoró de la única persona que ha tratado con cariño y compasión…me percaté muy tarde que usted es incapaz de amar a nadie. Aunque quisiera, no puedo borrar tantos años de recuerdos felices, el daño está hecho… - Rin hizo una pausa, sentía la sangre en la cabeza y escuchaba las pulsaciones de su corazón retumbando en sus oídos. Si le iba a preguntar algo tenía que ser ahora o nunca. Trago saliva y con voz completamente calmada, le preguntó algo que la atormentaba - …Sesshoumaru-sama porque si antes se preocupaba por mi ahora me odia tanto?”
 
Sesshoumaru dejo escapar un suspiro, sentía como si su alma se hubiera partido en dos, muchas veces en los últimos días se había preguntado lo mismo. Porque si antes la protegía ahora la consideraba un estorbo. Sabía que la respuesta estaba en su interior, ni siquiera necesitaba cerrar los ojos para recordar que en un instante, Rin se había transformado en una plaga en su vida por decisión propia.
 
Rin había crecido y frente a sus ojos se estaba transformando en una criatura hermosa y deseable para él, tanto que sentía perder la razón. Ni siquiera le importaba que fuera de raza humana, menos la diferencia de edades. Ella se había convertido en una mujer y Sesshoumaru la quería para él. Sin embargo, sus convicciones de fortaleza lo habían traicionado haciéndolo dudar de que la felicidad estuviera al lado de aquella delicada humana.
 
En esas noches que se debatía entre sus sentimientos para con Rin y su noción de fortaleza, el recuerdo de la madre de Inuyasha lo asaltaba. Su padre se había dejado cautivar por el corazón de aquella mujer y eso había resultado en su propia muerte. Que esperanza de felicidad tenía, si sabia de antemano lo frágiles que eran los humanos. Eso sin contar que eventualmente perdería a Rin cuando su vida se extinguiera.
 
Si se dejaba llevar por esos sentimientos, sería una felicidad efímera y nada duradera, terminaría solo, con un montón de recuerdos inservibles. En esos momentos de soledad donde imaginaba que la hacía suya, fueron los mismos momentos en que empezó a odiarla por ser la debilidad que resquebrajaba su fuerza interior.
 
Se había enamorado de sus facciones, su risa, sus curvas, su aroma y sobre todo de su corazón. Sin embargo, presa del temor a ser débil, aquel amor empezó a transformarse en apatía y repudio. Transformándose un día cualquiera en odio, aquella transformación fue gracias a que se repitió una y mil veces que no valía la pena tener una felicidad que solo durara algunos años.
 
Después de muchos meses y eventualmente años, un día Sesshoumaru se despertó sintiendo menosprecio por su protegida. Tan solo unos meses después escuchó de labios de Rin, la declaración de su amor. Confesión sincera y tierna que le había revuelto las vísceras.
 
Sin embargo ahora, estaba otra vez en una encrucijada. Descubriendo que quizás, aquellos sentimientos que creía olvidados, siempre habían estado ahí bajo la superficie, esperando por una señal para emerger.
 
Rin notó algo extraño en la mirada de Sesshoumaru pero no supo que era. Dominada por el nerviosismo, le volvió a preguntar porque la odiaba tanto. El youkai todavía estaba divagando en sus recuerdos, cuando escuchó la voz femenina preguntándole la razón de su odio.
 
Consumido por su descontrol, Sesshoumaru alargó la mano hasta rozar la delicada barbilla, Rin lo miraba estupefacta. De pronto su amo parecía otra persona y eso la hizo sentir muy extraña. Teniéndola tan cerca, recordó con claridad todas las noches que se debatió entre sus sentimientos y su sentido de fortaleza.
 
Justo en ese momento, rozando su piel, se dio cuenta que todas sus fuerzas y determinación eran inútiles ante el impacto de aquellos ojos verdes o aquella deslumbrante sonrisa. Como hipnotizado movió una vez más sus dedos sobre la piel femenina, tratando de grabar la sensación de su piel en su mente. Ante aquella extraña caricia, Rin frunció el ceño sintiendo pánico y con voz quebrada le preguntó que le sucedía.
 
“Que le sucede, por favor dígame porque me odia?”
 
Sesshoumaru dejo de tocarla y sus miradas se cruzaron, por unos segundos se quedaron así, mirándose fijamente. Luego el príncipe dejó escapar un suspiro y le hablo a su protegida con voz pausada.
 
“Creciste, convirtiéndote en alguien imposible de ignorar…no estaba preparado para eso!”
 
Rin escuchó aquellas palabras atónita y con una sensación de pesadez horrible. Era como si todo a su alrededor se moviera muy lento, mientras ella se veía irremediablemente lanzada a un abismo negro y profundo. No había forma de malinterpretar a Sesshoumaru, en algún momento él se había sentido atraído por ella pero no había hecho nada.
 
Tratando de comprender las ramificaciones de aquella desconcertante y tardía declaración. Rin sintió una punzada en su pecho, las palabras de Sesshoumaru fueron con se le abrieran el pecho y le sacaran el corazón, para dejarlo secarse al sol lentamente; lo único era que ella no moría sin su corazón, era su sentencia por enamorarse de aquel ser hermoso y fuerte.
 
Hasta ese momento, Rin creía firmemente que su herida estaba sanando pero era mentira, aun amaba a Sesshoumaru y con aquella confesión su amo le estaba partiendo el corazón más allá de las lágrimas. Arrasada por el desconcierto, Rin se frotó la sien en busca de entendimiento y empezó a balbucear pregunta tras pregunta, tratando de aclarar sus dudas.
 
“Pero como? Cuando? Porque no me dijo nada?...por eso me odia, porque crecí? Usted me salvó y protegió durante años para después desecharme como algo inservible…es mas despiadado de lo que imaginaba…es un mounstro!”
 
Sesshoumaru mantuvo los ojos fijos en ella y la forma como parecía estar perdiendo la cordura. Verla con la mirada completamente trastornada se sintió como una estaca en su costado, y de pronto Sesshoumaru quiso alejarse de ahí para no tener que presenciar los frutos de su abrupta confesión.
 
Para Rin, aquella revelación era demasiado apabullante para tolerarla sin perder un poco de su cordura. Respirando a empujones, trató de controlarse para no dejar que sus emociones la revolcaran por las arenas de la desesperación y la locura.
 
En su pecho había una efervescente mezcla de sentimientos presentes y pasados, que la devoraban y le provocaban un excesivo ardor en toda la piel. De pronto, aquel volcán de emociones estalló y su mente se sumergió en un pozo de serenidad que le permitió ver a Sesshoumaru bajo otra perspectiva.
 
El temor del príncipe a la debilidad, era la verdadera razón por la que no le había confesado sus sentimientos, y para Rin, eso no era otra cosa más que un acto de cobardía. Tragando saliva, ella apretó los labios conteniendo las ganas de llorar, lo vio un segundo y luego le dijo lo que pensaba con voz gélida, dejando al youkai sin palabras.
 
“…cobarde, prefirió su fortaleza a mi…como puede ser tan cruel?”
 
“Mi motivación dista muy lejos de ser la crueldad…”
 
“Mentiroso, miente, siempre lo ha hecho…dejó que yo le confesara mi amor, me humilló, se burló de mí, como puede vivir así?…”
 
“Fue la decisión correcta”
 
“Que? Esta loco o es que su soberbia la ha dañado la razón, como puede ser la soledad la decisión correcta? Yo quería hacerlo feliz y sé que lo hubiera logrado, nadie lo conoce como yo, habríamos tenido una familia hermosa…”
 
“Hubiera sido un error, algún día morirás!”
 
“Pues es mejor conocer la felicidad aunque sea solo por un tiempo”
 
“Estas equivocada!”
 
“NO! No lo aceptaré…!”
 
Sesshoumaru iba a decir algo más pero Rin lo interrumpió con una mirada asesina y un enérgico movimiento de manos, conteniendo la rabia respiró profundo y fijo la vista en el piso. Por un momento, revivió la noche de su declaración y sintió las piernas débiles. Estaba tan decepcionada que su corazón parecía haber perdido la capacidad de sentir.
 
Sin moverse de donde estaba, Sesshoumaru percibía con claridad la mezcla de emociones que ella experimentaba, sin embargo, era muy diferente a lo que se había imaginado; estaba tranquila, quizás demasiado, y eso lo desconcertó. También lo desconcertaba la convicción con le había asegurado que lo hubiera hecho feliz.
 
Era como si ella supiera algo que él ignoraba, como si tuviera una clave vital para saber que lo complacería y traería paz a sus interminables noches de insomnio. Renuente a contemplar la posibilidad de que su felicidad era junto a una humana, Sesshoumaru se repitió a si mismo que estaba en lo correcto y Rin no.
 
Inesperadamente, ella levantó la cabeza y sus ojos parecieron traspasarlo, como si se hubiera hecho invisible. Moviendo su cuerpo suavemente, empezó a caminar deseando llegar al ala sur.
 
Sesshoumaru no se atrevió a detenerla y tampoco quería hacerlo. Verla tan desconcertada le provocó una incomodidad que no lograba ahuyentar, pero supuso que era algo pasajero. Una debilidad momentánea, motivada por el recuerdo de la preocupación que sentía por ella cuando era niña y no se había percatado de lo tóxica que era su presencia.
 
Convencido de que finalmente había logrado liberarse de ella, el youkai cerró los ojos y con paso sereno se encamino a su habitación. Sin embargo, muy a su disgusto, mientras caminaba, los recuerdos de sus noches en vela pensando en Rin nublaron su mente.
 
Como si todo el entorno estuviera a su favor, Rin no se encontró a nadie en el camino. Al llegar al ala sur, busco refugio en su campo florido, dejándose caer sobre el pasto, empezó a llorar calladamente hasta que fue de noche y presintiendo que algo malo había pasado entre ellos, Toki fue a buscarla.
 
Al sentir el roce de su amigo, Rin se abrazó a él y balbuceo unas cuantas palabras. Tratando de verla bien, Toki busco sus ojos, tenia la cara sucia de estar llorando contra la tierra. Con un nudo en la garganta, le pidió que le contara que había sucedido entre ella y Sesshoumaru, porque el youkai había abandonado el castillo de improviso.
 
“El me quiso Toki, alguna vez sintió algo por mi pero no me dijo nada…como se supone que deba sentirme?”
 
Sintiendo pena por ella, el youkai la abrazó con fuerza y le confesó que el había tenido sus sospechas. Abrumada por aquel nuevo dolor, Rin se acurrucó sin decir nada. Después de darle un besito en la frente, Toki la levantó en brazos y la llevó de vuelta al ala sur, donde se encontraron con Sukime y Yoro.
 
Rin cayó en un aletargamiento por tres días seguidos. Cuando finalmente decidió levantarse y salir de su habitación su semblante estaba pálido, como si finalmente le hubieran robado toda la alegría de vivir. Sukime temió que su niña cayera en el pozo sin fondo de la amargura, pero no fue así, probando una vez más, que era más fuerte de lo que cualquiera imaginaba.
 
La pequeña no habló con nadie más sobre la conversación que había tenido con Sesshoumaru y se dedicó de lleno a sus labores de jardinería. En el castillo las semanas pasaron y Sesshoumaru permaneció alejado. No podía dejar de pensar en las palabras de Rin, y todo parecía recordársela.
 
Sintió su sensatez resquebrajarse, cuando en el sendero abandonado de un bosque a mas de 10 días del castillo, se topó de frente con una niña de grandes y expresivos ojos café y pelo azabache, que le recordó a la mujer que vivía en su palacio. Sin inmutarse la pequeña le sonrió y siguió caminando en dirección opuesta.
 
“Buen día señor!”
 
Sesshoumaru se quedó viéndola como hipnotizado, a medio camino, la pequeña se volvió y agitó la mano para despedirse. El príncipe paso en ese bosque 7 días mas hasta que el inexorable ruido mental que clamaba un poco de paz, lo obligó a regresar al castillo.
 
 
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Nota del autor: Espero que todas sus dudas hayan quedado aclaradas! Muchas gracias a todas por leer y dejar reviews, me encanta recibirlos. Todas son un amor y siempre agradezco a Kami por sus palabras amables y de aliento.
 
Besos y abrazos
Zetus