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Capitulo II
Los primeros rayos del sol, entraban por la gran ventana del cuarto de Kagome y la brisa movía las cortinas con suma delicadeza. Una figura perfecta yacía descansando después de tan dura batalla la noche anterior. Y sus ojos comenzaban a temblar, dando a entender que pronto se abrirían para dar pasó a aquella mirada café que era tan brillante como el sol esa mañana.
Kagome quien había descansado bien, arrugaba el entrecejo levemente mostrando el fastidio e incomodidad de la luz. A pesar de a ver vivido con Tsukino-sama por mas de 5 años, no se había acostumbrado en ser la primera en abrir los ojos, puesto su torre estaba del lado este del castillo alejada de todo lo demás.
Se levanto apoyándose en uno de sus brazos y froto sus ojos. Sus cabellos negros estaban regados por la toda la cabecera de la cama. Una vez abrió sus ojos por completo tomo un peine de oro, el cual había sido hecho al fundir del báculo de Miroku. Ella había tomado las pertenencias de sus amigos y las había hecho algo que utilizara todos los días para recordarlos.
Desenredo sus largos cabellos y se levanto de la cama, dejando que el kimono el cual se había subido un poco y dejaba ver sus largas y bien trabajadas piernas, cubriera su cuerpo completo.
Se dirigió a su baño, el cual estaba hecho exactamente para una humana, aunque el decorado era de princesa. En su mayoría de mármol rojo y de piezas de oro.
El sonido del agua corriendo era todo lo audible en ese momento. Y el vapor elevándose hasta empañar el espejo era lo único visible.
Kagome retiro su kimono lentamente. Como solía hacerlo siempre, igual bien había aprendido que no debía hacer las cosas con afán… de la carrera solo queda el cansancio.
El kimono se deslizo por todo su cuerpo dejándola desnuda, siendo cubierta por el vapor que el agua caliente producía.
Primero introdujo sus piernas, después se fue recostando al mármol hasta que el agua llego al punto en donde cubría sus senos. Se estiro un poco y cerro la llave del agua y todo quedo en silencio. Entonces el sonido constante de una gota cayendo en la tina llena agua era lo único que Kagome escuchaba, pero solo fue por unos segundos… después todo fue silencioso de nuevo.
Sumergió su cabeza en el agua, y unas cuantas burbujas de aire subieron a la superficie, después todo quedo en calma.
Kagome intento concentrarse y cerró sus ojos, pero era inútil, Inuyasha atormentaba sus recuerdos.
Imágenes desde el día en el cual piso por primera vez las tierras del Sengoku hasta el día presente. Recuerdos bellos, pero dolorosos al mismo tiempo. Una lágrima fue distinguida del agua ya que tenía un brillo algo poco familiar. Las lagrimas de Kagome eran especiales, sus poderes incrementaron y la rareza de estos recorría sus venas y con solo una gota de su sangre podía purificar a miles de demonios… era algo irónico, Inuyasha destruía con su espada y ella solo les daba una nueva oportunidad para vivir. Después de todo esa era la naturalidad de Inuyasha… destruir.
Pronto la calidez del agua se iba perdiendo y poco a poco se volvía fría. El cuerpo de Kagome comenzó a temblar, pero ella no abría sus ojos… como extrañaba la sensación de calor y protección que Inuyasha le brindaba en las frías y peligrosas noches en las cuales dormían en la intemperie, le hacia falta sentir las caricias de Inuyasha cuando la abrazaba y la dormía en sus brazos. Pero tampoco podía olvidar el día que Inuyasha pidió su deseo, el convertirse en un Youkai por completo, y persiguió a sus amigos uno a uno para matarlos sin piedad. Ella tuvo suerte de escapar, pero aun recordaba cuando Inuyasha le pego en el rostro e intento abusar de ella antes que ella emprendiera la fuga, alejándose para siempre de su sueños, y no solo perdiendo al hombre que amaba, sino a su familia, pues el pozo fue destruido al Inuyasha transformarse en Youkai, cambiando así el rumbo de la historia… ella ya no tenia familia en la época actual pues ella nunca había nacido.
Kagome- dijo la voz de un joven - Kagome- repitió.
Esto saco a Kagome completamente de sus pensamientos y salio de la tina. Seco su cuerpo y se coloco un atuendo que Tsukino- sama le había regalado unas semanas después que ella llego al castillo. Su cabello seguía mojado y escurría agua de este.
¿Que sucede Yue?-pregunto ella a un joven de cabellos blancos los cuales eran largos, su vestimenta blanca con bordados púrpura y de ojos púrpura claro. Era alto y apuesto, de facciones fuertes pero delicadas al mismo tiempo. Con alas en su espalda.
Es Tsukino- dijo sin rodeos.
¿Que le ocurre a mi padre?-pregunto Kagome alarmada.
Esta muy grave, el palacio fue atacado, y al parecer muchos de los lobos que cuidan los alrededores fueron asesinados- contesto
¿Pero como fue eso posible?-pregunto Kagome tomando el arco y las flechas que muy temprano en la mañana habían sido traídas por un sirviente.
Al parecer había un traidor en el castillo, uno de los sirvientes nuevos, pero ya se ha matado- dijo Yue detallando a Kagome.
¿Esta en su habitación?-pregunto la sacerdotisa.
Si- dijo Yue.
Kagome se disponía a salir pero fue detenida por el brazo del joven.
Ella lo miro fijamente a los ojos y el la miro a ella de la misma manera.
Kagome-san- dijo el
Yue… será mejor que me sueltes- dijo ella, su voz titubeaba
Kagome, sabes bien que necesitamos hablar- dijo el en tono de voz serio.
Lo siento será en otra ocasión- dijo ella y se soltó rápidamente y salio del cuarto.
Yue solo la miro partir, no la pudo detener, solo veía como día tras día Kagome se alejaba de el. Todo por confesarle su amor, cuantas veces no soñaba que la tenía en su cama, haciéndola suya. Tocando su piel, besando cada parte de su cuerpo, probando sus labios y haciéndola gritar de placer. Teniéndola en sus brazos y marcándola para que nadie mas la tocara, pero una vez mas esos solo eran sueño, pues bien sabia que era imposible tenerla a su lado… una sacerdotisa y un Youkai no podían estar juntos.
-.-
Tsukino- sama- decía Kagome mientras empujaba la puerta con fuerza, para encontrarse con el cuerpo herido de su padre adoptivo.
Kagome- dijo el con mucho esfuerzo
No te muevas padre- dijo ella casi llorando.
Pequeña mía- dijo el sonriendo
Padre, no te muevas, déjame curarte esas heridas- dijo Kagome pero el la detuvo
Kagome yo sabia que estoy pasaría. El ataque al castillo y lo que esta por venir- el tosió.
Padre, no me dejes por favor- suplico Kagome.
Es hora ya de partir Kagome, solo te pido cumplas la profecía que yo no pude cumplir y que seas feliz a su lado- dijo, su respiración se hacia lenta y pesada.
Tsukino-sama, no cierre lo ojos- le exigía Kagome- Tsukino-sama no- decía ella.
Pero era demasiado tarde, el Youkai había dado su último respiro de vida.
No… despierte por favor- decía ella llorando- abra los ojos- golpeo la cama con fuerza. Porque todas las personas a las que quería se tenían que ir de su lado.
Yue quien miraba la escena desde el marco de la puerta se acerco rápidamente a Kagome y la puso de pie abrazándola y cubriéndola con sus dos alas, dejando que desahogara el dolor en su pecho.
-.-
Un mes desde la muerte de su querido padre había trascurrido. Kagome quien solo se dedicaba a rezarles a los dioses por el alma de su amo, había caído en una depresión. No salía a destruir a ningún demonio y su entrenamiento como sacerdotisa había sido suspendido.
Kagome- dijo un joven desde la puerta.
Ella no respondió, continuaba mirando hacia el horizonte, mientras el sol se ocultaba tras las montañas.
Te he traído la comida- dijo el joven de nuevo.
No tengo hambre- respondió aun sin mirarlo.
Pero Kagome-sama- dijo el joven de nuevo.
Ahora a Kagome se le trataba con respeto en el castillo, pues era su dueña, y rodeada de Youkais en ese mes se había vuelto mas fría que antes. Solo le interesa incrementar sus fuerzas por medio de la meditación para buscar al mal nacido que había matado a Tsukino.
Dije que no- repitió de nuevo la joven en tono más alto.
Lo siento- dijo el joven bajando la cabeza.
Entonces Kagome se dio cuenta de lo que había hecho.
Discúlpame Yue- dijo ella mientras se acercaba al joven para tomar su rostro entre sus manos y acariciarlo.
No te preocupes- dijo el intentado sonreír.
Yue perdón, pero sabes bien que desde que Tsukino nos dejo, mi mundo no es igual.- respondió.
Tu puedes ser feliz Kagome- dijo el- junto a mi
Ella lo dejo de tocar y retrocedió.
Sabes bien que eso es imposible- contesto
Pero podríamos escapar, irnos lejos- contrario el joven.
No Yue, no pienso poner tu vida en peligro y dejar que te torturen. Además mi corazón es una caja, la cual solo tiene un poquito de amor y es por Tsukino-sama- dijo finalmente.
Yue cerro sus puños en impotencia por no poder besarla ahí mismo, y decirle lo mucho que la amaba. Debía contenerse, además ella tenía razón el castigo seria fuerte para los dos si los descubrían.
Será mejor que camines un rato- sugirió el joven cambiando el tema de conversación.
No puedo debo rezar- dijo ella.
Debes hacerlo, es por tu salud, ve a caminar por los alrededores, ve y conoce tus territorios- dijo el dándole ánimos.
De acuerdo- dijo ella sonriendo.
-.-
Las horas pasaban, y Kagome no regresaba al castillo. Yue se encontraba mirando por la ventana del cuarto de la joven. Con un kimono de ella en sus manos, respirando ese olor a jazmines que lo volvía loco. Porque no podía tenerla, porque… maldita sea Kagome te amo con todo mí ser pero no puedo demostrártelo- dijo el joven para sus adentros.
En la parte mas interna del bosque Kagome ya emprendía su camino de regreso, era de noche y estaba agotada.
Caminando bajo la luz de la luna, a la lejanía se topo con el cuerpo de una niña inconsciente y herida. Su cuerpecito estaba cubierto en sangre con muchas heridas y raspones por todo su cuerpo. Kagome la tomo entre sus brazos y la cargo.
La miro al rostro y sus ojos se abrieron en impresión.
Ella sabía quien era esa niña, la había visto muchas veces, con n Youkai arrogante y poderoso, rey de los territorios del norte. El hermano del Hanyou al que amo… ella era la acompañante de Sesshomaru… la pequeña Rin….
Pero que hacia ella ahí? Como había llegado a los territorios de ella? y en donde estaba el… Sesshomaru?