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Capítulo Segundo
Una segunda oportunidad
Cuando desperté estaba completamente desorientada. Estaba sobre una superficie suave, curiosa por ello abrí un ojo, y miré alrededor, analizando la situación. Me encontré recostada en un sillón, amplio y mullido, en una sala inmensa, con un vitral de múltiples colores oficiando de techo, quizá lo mas sorprendente en comienzo fue el hecho de ver unos peces nadando afuera, hasta que los recuerdos llegaron a mi mente. Sin abrir el otro ojo, y en silencio para que no notaran que estaba despierta observé el resto de la habitación. A poca distancia había una puerta doble, y supuse que sería un salón de fiestas, o una sala principal, las paredes estaban adornadas con unas pinturas que aparentaban ser sumamente valiosas, las cortinas que cubrían las ventanas eran de un suave color azul, y parecían ser de algún material suave, parecido a la seda. Desde el fondo de la sala, me llegaron dos voces, y curiosa por quienes fueran, les dejé saber silenciosamente que me había despertado.
- Finalmente despiertas - Me dijo Arashi sonriendo. El solo verlo hizo que todas mis ganas de ponerme de pie se desvanecieran inmediatamente, hasta que sentí la segunda voz, una voz que me era totalmente desconocida.
- Aoi, cierto...?
- Así es... - Murmuré mientras me ponía de pie para poder ver a la desconocida.
- Bienvenida a Demon Sea Aoi... - Dijo la joven. Me tomé un tiempo para analizarla, y algo en su imagen me puso nerviosa. Parecía ser alguien importante, por su manera de caminar, tenía un abundante cabello azul cayéndole detrás de la espalda, y adornado con varias perlas. Su figura era en cierta forma frágil, y se veía sumamente inocente, quizá como una niña. Lucía un costoso vestido azul, y me habló en una voz tranquila, que quizá expresaba la madurez que su aspecto no dejaba ver - Soy Dolphin, aunque se me conoce más por mi nombre completo, Deep Sea Dolphin...
Me quedé pasmada, mientras Arashi comenzaba a hablar una vez más con Dolphin, ignorando mi presencia. Puedo decir que no recuerdo claramente de que hablaron, porque estaba intentando acomodar mis ideas, pero el tópico de la conversación cambió rápidamente cuando Arashi exigió saber cual sería mi posición. Dolphin le dijo que no era de su incumbencia, y empezaron a discutir.
Discutir era algo que los vería hacer muchas veces en el futuro. Arashi parecía pasársela de maravillas con cada discusión, mientras Dolphin perdía los estribos en cuestión de segundos y comenzaba a gritarle. En apariencia estaban discutiendo sobre mi futuro, así que opté por guardar silencio, mientras dejaba a los mazokus discutir tranquilamente. Al parecer Arashi estaba interesado en "conservarme" en sus palabras. Dolphin decía que era demasiado importante, mientras murmuraba cosas sobre destinos, sacerdotes y ryuuzokus.
Dolphin finalizó la discusión, e ignoró a Arashi por el resto del tiempo. El se quedo a un lado, sonriéndome, mientras yo intentaba pensar en algo que no fuera el.
- Disculpa la molestia - Dijo me dijo con una sonrisa. No pude evitar sonreírle de vuelta, esa mujer no se comportaba como una mazoku.
- Tengo una oferta muy buena para hacerte- Prosiguió Dolphin con una sonrisa - Sacerdotisa principal, gran poder, buen sueldo, la capacidad de controlar tus dones, una casa amplia, larga vida y todo el pescado que puedas comer - Rió, y yo reí también. Mi decisión había sido tomada largo tiempo atrás en realidad, así que responderle no fue mas que una formalidad.
- Lo tomo.
Dolphin sonrió, y me guió a lo largo de su palacio. No se si describirlo como circular, o como espiral, pero la decoración de la sala principal se mantenía a lo largo de todo el lugar.
- Tenemos cuatro pisos - Me expuso - El piso principal, que es este, el piso inferior, donde guardo todas las cosas que no me sirven para nada, el segundo piso, que solo se usa para ocasiones especiales, y el tercer piso, que esta prohibido para todos. Puedes recorrer todos menos el tercero, claro.
Asentí en silencio con la cabeza y Dolphin volvió a sonreír. Me guió siempre sonriendo hasta el segundo piso, donde entró a una habitación. La habitación estaba iluminada por algunos candelabros ubicados estratégicamente, aunque estaba bastante oscura. Me guió hasta un pedestal, donde reposaba una simple daga, con un delfín tallado en la empuñadura, con su funda cuidadosamente a un lado. El metal brillaba, sin uso hasta el momento, y Dolphin tomó la daga en silencio.
- Sabes que esto puede doler? - Me dijo suavemente. Asentí, no tenía miedo en realidad. Con un único movimiento, demasiado rápido para que lo percibiera, Dolphin enterró la daga en mi corazón. Cerré los ojos, y guardé todas mis lágrimas para mi, tal y como lo había hecho toda mi vida, mientras el dolor, punzante como nunca lo había sentido atravesaba todo mi ser. Por un breve momento, dejé de sentir. Abrí los ojos y vi a Dolphin, sus ojos estaban cerrados, y parecía concentrada en algo. El dolor regresó, tan de golpe como se había ido, antes de detenerse, lentamente. Dolphin retiró la daga de la herida en silencio, y la limpió cuidadosamente antes de ponerla en su funda y entregármela.
- Consérvala. Estarás mejor dentro de un rato - Me dijo sonriendo - Puedes sentarte allí si lo deseas - Agregó señalando un sofá mullido a un lado de la habitación.
Me senté, y observé como la herida que me había hecho segundos atrás se cerraba a una velocidad vertiginosa. Levanté la cabeza, y miré a Dolphin, algo confundida. Si bien sabía lo básico sobre los asuntos de dragones y demonios, no llegaba a comprender claramente de que se trataba. Dolphin sonrió una vez más y se acercó para sentarse a mi lado.
- Los mazokus somos seres astrales. Supongo que puedes sentirlo verdad? El Cambio...
- Lo siento... - Le dije. Sentía una energía extraña recorrer mi cuerpo, pero también podía sentir que mi cuerpo no era exactamente el mío.
- Esa ya no es tu verdadera forma. Tomé tu espíritu, y lo convertí en una forma de energía superior...
- Mi vida humana fue como un boceto... - Susurré ausentemente mientras las ideas entraban a mi cabeza.
- Y en eso me basé para convertirte en lo que eres. Eres parte de mi en cierta forma - Me dijo - Porque estas hecha con una pequeña porción de mi propia Forma Astral.
- Forma Astral...?
- La Forma Astral es lo que realmente somos. Así como los ryuuzokus son lagartijas gigantes en realidad, nosotros somos formas de energía...
- Entiendo... - Aún me sentía débil, pero le hice otra pregunta - Y cual es esa forma...?
- Esa la podrás ver pronto - Me dijo sonriendo - Te reservo la sorpresa.
Sonreí y asentí con la cabeza. Dolphin se puso de pie y me sonrió abiertamente, mientras se dirigía a otro rincón de la sala y abría una de las cortinas oscuras, para descubrir una ventana que no había visto antes.
- Puedes ir a despedirte de tu vida humana Aoi... - Dijo - Porque apegarte mucho a ella puede serte peligroso...
Sus palabras sonaron a predicción y me estremecí levemente, pero salí en silencio, a hacer lo que ella me decía.
Llegué a mi casa en silencio, mi ropa manchada por la sangre de la reciente transformación, y la falda de mi vestido hecha un desastre por la pelea con Arashi. Yui fue la única que me recibió, me sonrió, y me dijo que me había extrañado. Le pregunté cuanto tiempo había estado afuera, y ella me dijo que cinco días. Me sorprendí, no me imaginaba que mi siesta había durado tanto tiempo. Le sonreí a Yui, y le pregunté si aun no tenían noticias de Niichan. Ella me dijo que habían recibido una carta, que notificaba que había desaparecido tres semanas atrás y que no se había vuelto a saber de el. Asentí, y me pregunté que habría sido de mi primer maestro, y porqué no daba más noticias de sus viajes. Yui me miró, preocupada.
- No vas a avisar a mama que estás de vuelta?
- No, pero recoge tus cosas, te voy a sacar de aquí.
- Pero mama se va a preocupar...
- Descuida, yo le diré donde fuiste - Le dije sonriendo, mientras ella salía a preparar sus cosas. Recogí las cosas mas importantes de mi habitación, mis libros, y los animalitos de cristal que Yui me obsequiaba todos los meses, y esperé a que ella saliera con sus cosas antes de darle la espalda a mi antigua vida, y llevarme a Yui a un lugar donde se la criaría como a una niña y no como a una muñeca de lujo.
La dejé para vivir en la casa del bibliotecario del pueblo vecino, un conocido mío, y mi cómplice en mis escapadas furtivas. Le ofrecí una elevada pensión a cambio de que cuidara de mi hermana, y mantuviera silencio sobre mi paradero actual. El sonrió, y me dijo que perdiera cuidado.
Me despedí de Yui con un hasta luego, y le prometí volver apenas resolviera las cosas en mi nuevo hogar.
Regresé a Demon Sea, aun levemente confundida por la velocidad con la que pasaban las cosas. Me recibió Dolphin, sonriendo ampliamente mientras me guiaba a otra habitación en el segundo piso.
- Esta es la sala de ceremonias - Me dijo sonriendo - Hoy te nombraremos sacerdotisa...
Asentí.
- Y antes de que cometas el error, no soy Dolphin-sama, puedes llamarme mama si lo quieres, o Dolphin, no me gustan los "sama" entre los miembros de mi familia.
Volví a asentir. No sentía necesidad de hablar.
- Pasa por aquí... - Me dijo, la sonrisa en su rostro imborrable mientras me guiaba a un extenso guardarropas, que más bien podría haber sido descrito como una sala llena de los vestidos mas costosos del mundo - Elige uno - Dijo sonriendo mientras salía - Dejaré a uno de los bakas que trabajan para mi esperando por ti...
Observé los vestidos perpleja. Acaso eran así todos los mazokus? Sabía que era imposible, porque de ser así toda la guerra, la lucha entre las especies, no sería real.
Miré los vestidos, tranquilamente, uno por uno. Eran todos diferentes a cualquier vestido que hubiera visto antes, pero solo uno de ellos me llamó la atención realmente. Era negro en su totalidad, excepto por unos pequeños detalles dorados en el cuello alto. Me lo puse, curiosamente, y me miré al espejo. Me gustaba, se sentía extraño, porque era una clase de vestido que jamás había usado, pero me gustaba, la parte superior era ceñida, y luego caía en una falda de algún material sumamente liviano, que se movía con gran facilidad, casi como flotando. Sonreí, mientras mi mirada se dirigía a los cientos de brazaletes y otros adornos que habían a un lado. No me lo creía, me sentía como una niña pequeña, algo que en realidad aun era. Me puse un cinturón hecho de pequeñas piezas doradas alrededor de la cintura, y calcé la daga allí.
Salí de la habitación, para encontrarme con un mazoku de bajo nivel, que rápidamente me dirigió una inclinación respetuosa y me acompañó a la habitación que me habían indicado. Allí me aguardaban Dolphin y Arashi, además de otro par de demonios de bajo nivel, que parecían estar acomodando algunas cosas.
Dolphin sonrió, y me extendió la mano, para guiarme a un pequeño altar en el centro de la habitación. Arashi se mantuvo en silencio a un lado, sonriendo con una expresión satisfecha.
- Mi primer hija, Aoi, te presento ante el océano, para que te tome como su hija, tal y como yo lo he hecho.
- Sea... - Murmuraron los tres mazokus.
- Que nada que venga de mi, o de mis dominios te dañe jamás.
- Sea...
- Serás mi sacerdotisa, llevarás mi voluntad al mundo, y serás mi hija, libre de vivir tu vida a tu manera.
- Sea...
Dolphin extendió una mano y humedeció sus dedos en el agua de uno de los tres recipientes que habían frente a nosotras. Dirigió sus dedos a mi frente y la humedeció con el agua.
- Esta es la sangre de mis dominios, que obedecerá tu mandato tanto como obedece el mío.
Dirigió su mano al segundo de los recipientes y volvió a humedecer sus dedos para salpicarme levemente.
- Te ofrezco el poder de las mareas, el agua oirá tus pedidos no solo aquí, sino en todas partes.
Luego dirigió su mano al tercer recipiente, una copa y me la extendió.
- Bebe para que seas una con el mar, para que cada uno de mis obsequios sea efectivo en ti para siempre.
Bebí, tal como ella me lo había dicho, cada gota del agua cristalina de la copa y se la devolví en silencio. Dolphin volvió a sonreír.
- Esta hecho.
Asentí.
- Bienvenida a casa Aoi - Me dijo Dolphin sonriendo, mientras se dirigía a la salida.
- Gracias... mama - Susurré acostumbrándome a la palabra. Arashi simplemente observaba. Dirigió su mirada a mi y sonrió.
- Bienvenida Aoi-chan - Dijo, fijando sus ojos en los míos. Me estremecí, como había sucedido desde el primer momento, y asentí con la cabeza. - Será un gusto trabajar contigo - Murmuró, mientras giraba y salía de la habitación.