Slayers Fan Fiction ❯ Emociones Difusas ❯ Ichi ( Chapter 10 )

[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]

Capítulo Décimo
Ichi

Me tomó un tiempo dejar el asunto del chico de mi pueblo, Nast, según logré confirmar, luego de que Dolphin amablemente me supliera su nombre, y me comentara que trabajaba para Dynast, y que quizá sería mejor dejar ese asunto de lado por un tiempo. Lo había espiado por mucho tiempo, pero preferí dejarlo totalmente de lado cuando escuche el consejo de Dolphin. Dediqué mi tiempo libre a recorrer el mundo sin destino, mientras Dolphin seguía encerrada en el piso inferior del palacio trabajando en quien sabe que cosas.

Un día, Dolphin me llamó al piso inferior, y me guió a una habitación llena de tubos, máquinas extrañas, y cientos de frascos con sustancias extrañas. También habían tres máquinas al fondo, cuya función no logre descifrar.
- Esas son incubadoras - Me explico - Allí es donde pasan los quimeras sus primeros años.
- Quimeras...?
- Si, eso es lo que hago ahora. - Me dijo simplemente. Me quedé en silencio, mientras me preguntaba para que era que una mazoku la que no le importaba la guerra, querría hacer quimeras. Dolphin sonrió.
- Y ya terminaste alguno? - Le pregunté curiosamente, mientras me imaginaba que clase de cosas podía hacer mama con un laboratorio así.
- Así es - Me dijo sonriendo.
- Si?
- No tiene nombre aun, así que le llamo Ichi. Verás Ichi es un experimento especial, puesto que está hecho con partes iguales de mazoku, humano y ryuu.
- Se pueden hacer esa clase de cosas...? - Le pregunté - No se contradicen sus naturalezas?
- Oh claro, pero es simple hacer que se comporte equilibradamente por medio de esto... - Me mostró una pequeña píldora verde - Concentrado genético, mantiene su carácter a raya.
- Aoi-chan, él es Ichi, Ichi, te presento a Aoi.
De atrás de Dolphin salió un pequeño, no pasaría de los seis años, su altura apenas pasaba el promedio, tenía el cabello negro corto, y un par de ojos azules, que en ese momento no noté, pero eran muy parecidos a los míos, aunque tenían una expresión totalmente diferente. El niño me sonrió dulcemente y rápidamente se me acercó para dirigirme una inclinación respetuosa y una reverencia, que respondí sonriendo.
- Un gusto conocerle... - Dijo sonriendo.
- Un gusto - Le dije sonriendo.
- Aoi, no se si te interesaría cuidarlo, ya sabes, educarlo, enseñarle magia...
- Claro...
- No olvides que puede usar cualquier tipo de magia... así que preferiría que investigaras sobre todos, incluso la sagrada...
- Así lo haré... - Dirigí una vez más la mirada al pequeño, que ahora me miraba de arriba a abajo curiosamente, le sonreí, y el se ruborizó y se escondió detrás de la falda de Dolphin.
- Aoi, Ichi nunca salió de Demon Sea...
- Y supongo que soy la primera persona que ve - Asentí, y le extendí la mano al pequeño, que sonrió y corrió junto a mi - Descuida mama yo me encargaré de él.
- Bien! Ahora déjenme seguir!! - dijo Dolphin sonriendo, mientras yo salía del lugar con Ichi de la mano.

Ichi me miró, parecía genuinamente preocupado.
- Lo siento... si es molestia yo puedo encargarme solo de...
- Descuida, se que será divertido.
- Si...? - Me preguntó asombrado, mientras yo por primera vez notaba sus colmillos de dragón - Aoi-sama vamos a salir?
- Seguro... Pero primero deberás aprender algunas cosas que te serán útiles.
- Como usted diga... - Me dijo.
- Y primero que nada, no soy Aoi-sama, soy Aoi - Le sonreí - Y no soy usted...
- De acuerdo... - Me dijo perplejo. Parecía casi asustado del modo en que lo trataba, casi como si nunca nadie hubiera sido gentil con el.
- Vamos? Te mostraré mi lugar favorito...

Durante los siguientes años me dediqué a malcriar al niño, de todas las maneras que se me ocurrían. Le enseñé un millón de cosas inútiles, pero la más divertida fue cuando decidí que había que enseñarle a cocinar. Me tomó un par de explosiones descubrir que cualquier cosa que cayera en sus manos tarde o temprano se rompía o explotaba. Reíamos por horas cuando alguna comida explotaba sin motivo, y ensuciaba toda la cocina, mientras alguno de los tantos mazokus de bajo nivel tenían que ordenar nuestro caos.
Le enseñé a quien debía respetar y a quien no, le hablé de la sociedad, sobre demonios, dragones y humanos, le hablé de música, de literatura, de historia y le enseñé a escribir y a leer tareas en las que puso un especial empeño.
A Ichi le encantaba que le leyera en voz alta. Casi siempre me pedía que le leyera el libro de leyendas, y entendía cada palabra a la perfección, como si el idioma hubiese estado impreso en su mente desde el momento de su nacimiento. Desde el primer momento dominó la magia sin problema alguno. Siempre sonreía, y era sumamente gentil.

Y fue tres años después que decidí que estaba listo para salir.
Quedó fascinado con el mundo exterior. Estaba dotado de una curiosidad tremenda, y no se detuvo hasta saber la respuesta a cada pregunta que se le pasaba por la mente. Preguntó sobre mazokus ryuus y humanos, un tema sobre el cual mostró un especial interés. Hice un itinerario similar al que trazó Arashi para mi entrenamiento. Visitamos los puntos más importantes del mundo en ese momento. Asistimos a festivales, ferias, y conocimos todo tipo de lugares. Era casi como viajar conmigo misma. A veces hablábamos por horas, y olvidábamos dormir, o comer. Ichi era todo un misterio en cierta forma. La sonrisa parecía ser perpetua en su rostro, no parecía enfurecerse nunca, ni sentirse triste, o malhumorado, podía hablar por horas conmigo, era reservado con algunas personas, y completamente abierto con otras, nunca le encontré un parámetro a su modo de elegir la gente con la que hablar. Ichi había elegido su forma tiempo atrás. Era un niño, o mejor dicho un joven de unos catorce años, con una inteligencia privilegiada que fascinaba a la gente, mientras hablaba con términos que usaría un adulto sobre literatura o historia.

Regresábamos a Demon Sea cada vez que terminábamos un punto del itinerario, en caso de que Dolphin necesitara algo, y partíamos rápidamente. Ichi no parecía realmente interesado en regresar, me arriesgaría a decir que detestaba el lugar. Su trato con Dolphin era sumamente impersonal. Casi nunca se hablaban, y yo terminaba mediando entre ellos, a ella se refería como "mi creadora" como "Dolphin-sama" o como "Kai Ou". A mi siempre me llamaba Aoi. O al menos así fue durante doce años, hasta cierto día.
Estábamos en Zefilia, cuando sucedió.
- Como es ser émpata?
- Es extraño... Sientes las emociones de los demás... Casi como si fueran las tuyas...
- Todas las emociones...?
- Todas... incluso las mas fuertes, como el odio o el amor...
- Y dime... Aoi... Alguna vez estuviste enamorada? - Me preguntó curiosamente, con algo de timidez.
- No creo... - Le dije, sinceramente - Nunca he sentido con tanta fuerza...
- Ah... - dijo el y se quedó en silencio. Yo me quedé en silencio, vino a mi mente el joven de mi pueblo, y me pregunté si acaso lo que sentía por el era amor.
Distraída como estaba, no noté cuado Ichi se acercó a mi en silencio, hasta que sentí sus labios jóvenes sobre los míos. No supe como reaccionar, no quería rechazarlo, no sabía como se pudiera sentir, tampoco quería responder su beso, y no podía pensar en quedarme quieta. Me acarició suavemente la mejilla, y sus emociones llegaron a mi mente con claridad, no supe porqué el hacía eso, y mientras intentaba entenderlo me encontré respondiendo su beso. El fue el que se detuvo, se separó lentamente, y me miró en silencio antes de bajar la cabeza.
- Ichi...
- Era solo... que Kai ou me dijo que mi primer beso debía ser con la persona a la que más apreciaba...
- Yo también te aprecio... pero... - No supe que decirle, no me esperaba eso.
- Lo siento... - Me dijo.
- Olvídalo... - Le dije. Sabía que no sería tan fácil como decirle algo así, pero a pesar de lo que temía nuestra relación no cambió. Ese fue el día en que me di cuenta de que Ichi ya no era un niño, y que nunca en realidad lo había sido desde que lo conocí.
Y también fue ese día, en que Ichi dejó de llamarme Aoi, y comenzó a llamarme madre.