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Capítulo Decimoprimero
Reencuentro

Era extraño que me encontrara en Demon Sea.
No disfrutaba realmente estar allí, la indiferencia de Dolphin me aburría, y me desesperaba perder tiempo valioso, que podía aprovechar leyendo un nuevo libro o visitando una nueva ciudad. Por eso, siempre que Dolphin no me necesitara, me iba de viaje. Casi siempre Ichi insistía en acompañarme, era indudable que él disfrutaba viajando más que yo.

Varias veces durante todo ese tiempo me encontré con Nast. Pasé junto a el interminables veces, y siempre que lo veía estaba por allí, con una chica diferente, tonteando. Nunca me acerqué a hablarle, porque sabía que era inútil, y gran parte de mi no quería hacerlo, porque no quería arriesgarme a sentir nada, era demasiado peligroso, y no me podía permitir ser vulnerable.
Todo siguió así hasta que una vez vi la cosa más curiosa que esperaba ver jamás. Nast había pasado, por dos pueblos alejados uno del otro, con la misma chica. Me pregunté si habría encontrado la horma de su zapato, o que, pero evité acercarme a él. A pesar de eso, no pude evitar que mi curiosidad me llevara a hablar con la joven.

En la breve conversación, pude descubrir cuatro cosas importantes. La joven se llamaba Rashat, era la general de Maryuu Ou, era ryuuzoku, y según ella era la novia de Nast. Claro, que buena parte de eso fueron mis propias conclusiones, pero confirmé todo eso poco después. La joven se mostró muy amable todo el tiempo, parecía estar acostumbrada a andar por allí conversando con desconocidos, así que yo simplemente reflejé su actitud, y disimuladamente aclaré algunas de mis dudas. Cuando lo vi acercarse, rápidamente me despedí de la joven, y corrí para reunirme con Ichi que me esperaba. Ichi sonrió al verme llegar, con su mejor cara de "yo decía", y el asunto quedó pendiente.

Cuando me sentí lo suficientemente confiada, le relaté a Ichi todo lo que había sucedido antes de su nacimiento. Le hablé sobre mi vida humana, sobre Nast, sobre Dolphin, Yui, Arashi, y todo lo que recordé comentarle. El pareció muy interesado, y sonriendo me dijo que siempre me apoyaría, y que no dudara en pedirle lo que fuera. Era extraño, pero eso me hizo sentirme mucho mejor.

Demon Sea había cambiado radicalmente en ese corto tiempo. Dolphin mandaba mazokus de bajo nivel a conseguir cabellos de seres demasiado poderosos para ellos, mandó un grupo de aproximadamente treinta mazokus a conseguir un cabello de Lei Magnus, de los cuales regresó uno solo, con un cabello negro en sus dedos, manchados de sangre, lo había logrado, y no sufriría la ira de su señora, pero era demasiado tarde para el, estaba maldito, y por el rey de los demonios. Dolphin lo miró, y le sonrió, antes de matarlo.
Una semana después mando otros treinta más. Me pregunté de donde sacaba tantos mazokus, y si acaso esos serían todos los que habían "sobrado" de la Kouma Sensou. Este nuevo grupo llevaba una carta de apología al Rey Demonio del Norte, donde Dolphin se disculpaba por haber hecho todo ese escándalo, y le ofrecía a los demonios para que hiciera con ellos lo que se le antojara.
Ninguno de los treinta regresó jamás.
Y entonces encontré el patrón a las misiones de Dolphin. Todos los mazokus tenían los ojos verdes. Ya fueran cálidos, fríos, atentos o desatentos, Dolphin los eliminó a todos de su ejercito y de su servidumbre, y yo no pude más que concordar, los ojos verdes me traían malos recuerdos.

Volviendo a Nast, la siguiente vez que lo vi, yo estaba en Demon Sea, una casualidad en realidad porque ya estaba por salir, cuando sentí una presencia de mazoku en la puerta. Me dirigí hacia allí, presa de la curiosidad, mientras los golpes en la puerta comenzaban a sonar, supe que era alguien de fuera de Demon Sea, puesto que usualmente los sirvientes de Dolphin entraban al palacio por la puerta trasera.
Al abrir me encontré cara a cara con él. Nunca me imaginé verlo por Demon Sea, pero allí estaba. Lo miré con mi mejor cara de "Qué quieres?", y esperé por su respuesta.
- Traigo un mensaje de parte de Ha Ou-sama para la Señora Del Océano, se me ha encargado que de ser posible se lo entregue personalmente - Me dijo él en un tono solemne. Sonreí interiormente, era en realidad la primera vez que hablábamos, aunque se tratara de trabajo.
- Quién eres? - No era como si no lo supiera, pero que más daba...
- Mi nombre es Nast, soy sólo uno de los tantos vasallos que sirven al Señor Del Hielo - Fueron sus palabras, en el mismo tono de voz que antes, aunque una sonrisa se dibujó en su rostro.
- Bien, pasa entonces, te llevaré con Dolphin-sama - Le respondí. Comencé a andar hacia el interior del palacio, pero él no se movió de su lugar. Sentí una mezcla de exasperación y algo más, el caso era que recién le conocía directamente, y ya quería golpearlo.
- Qué ocurre? - Le pregunté mientras me volvía - No se lo tienes que entregar en persona? - Él asintió con la cabeza.
- Pero aún no sé quien es usted señorita.
Resistí la tentación de girar los ojos ante su comportamiento tan clásico.
- Soy la sacerdotisa de Dolphin-sama, Aoi - No era necesario decirle que estaba en camino a ser general también. En un gesto rápido me tomó la mano y la besó, haciendo una reverencia.
- Un placer conocerla, Señorita Aoi - Fueron sus palabras.
A mi mente vino aquello que mama me había dicho el primer día que me habló de mi "don", este es ampliado visiblemente por el tacto, y me arrepentí interiormente por estar usando guantes, a pesar de eso, sentía las corrientes de emociones con mas fuerza. Tomé la oportunidad para sondearlo, tan meticulosa y rápidamente como me fue posible. No logré distinguir ninguna emoción en el, era todo un misterio para mi, me tomó unos segundos notar que él parecía pensar en algo también, cuando finalmente me di cuenta que pasado un tiempo aun no me había soltado la mano me aclaré la garganta, esperando que lo notara, y una vez que lo hizo, se separó instantáneamente y se disculpó.
Le dirigí un gesto, para hacerle entender que no había problema, y una vez más me dirigí al interior del palacio. Por su mirada pude imaginar que le agradaba el lugar, supuse que no había visitado ningún palacio aparte del de Dynast, y aunque yo nunca había estado allí, Dolphin me había dicho que no era exactamente el lugar más alegre ni bonito del mundo.
Cuando finalmente llegamos a la sala principal, mama ya estaba esperando allí. Nast le dio un mensaje, y Dolphin rápidamente leyó el papel interesada, y sonrió. Reconocí esa sonrisa como la misma que usaba cada vez que planeaba jugarle una broma a Zellas Metallium, y respondió alegremente.
- Dile a Santa Dynast que lo haré con mucho gusto!
Si solo Nast hubiera conocido a Dolphin como yo lo hacía probablemente le hubiera dicho a Dolphin que no lo hiciera, por el bien de su señor, pero no era así, y yo no sería la que se lo explicaría.

Acompañé a Nast a la puerta, solo porque Dolphin me lo pidió, a decir verdad quería evitarlo, y lo despedí formalmente, antes de dirigirme rápidamente al salón donde Dolphin reía como una niña pequeña.
- Sabes lo que quería Dy-kun Aoi-chan?
- Que?
- Un quimera... suyo y de Baka-chan!!
- En serio?! - Me pareció suicidio por parte de Dynast, costaba creerse que un mazoku como el pusiera un proyecto así en manos de Dolphin.
- Lo que él pretende es que tome lo mejor de cada uno de ellos y lo use...
- Ocurrente...
- De acuerdo!!! Es hora de que nazca... Dai Grausherra Metallium!!! - Dijo a voz en grito mientras salía hacia su laboratorio a las carcajadas. El escándalo logró sacar a Ichi de sus libros, y lo vi esperar curioso en la puerta de la biblioteca. Cuando le pasé por al lado, me miró extrañado.
- Que sucede aquí?
- Mama-chan está por jugarle una broma a Dynast.
- Ya? Pero si faltan más de tres meses para Navidad...
- No, esto es algo muy diferente... Dynast quiere una quimera... Suya y de Zellas Metallium!!!
- Pero como se le ocurre que...
- No lo sé... El caso es que mama tiene una idea...
- Crees que...?
- Oh vamos!! Será la mejor broma que les juegue!
- Supongo que si...
Sonreí, y llevé a Ichi al laboratorio, quizá hiciera explotar algo, pero sería divertido.

Llevo ya tiempo sin comentar mi relación con mi vida mortal. Mi régimen era exacto, visitaba una vez al mes, para ver como se encontraban todos, mi sobrina, y mi pronta a nacer sobrina nieta, que se llamaría Yui. También curioseaba por ahí, para saber si mi hermano había sobrevivido y fundado una familia en alguna parte del mundo, o si alguno de sus descendientes, o incluso el mismo, se había comunicado con la otra parte de la familia. Visitaba mi casa, aquella en la que había crecido, y que estaba abandonada, e intentaba mantenerla siempre sana, siempre limpia y siempre en pie, por medio de magia, sin saber realmente porque.
Esos eran mis únicos lazos con mi vida anterior, esos y Nast, y no sabía porque pero no quería perderlos.