Slayers Fan Fiction ❯ Emociones Difusas ❯ Pira Funeraria ( Chapter 14 )

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Capítulo Decimocuarto
Pira Funeraria

Aun no se porqué actué así.
Observé en silencio las cenizas que no paraban de salir de mi bolsillo, mientras me reía de mi misma y de mis ilusiones. Realmente había creído que podríamos entendernos, que quizá pudiéramos llegar a algo, aunque fuera a ser amigos, quizá poder tener alguien en quien confiar, pero eran todas ilusiones. No había dejado de ser otra más para su lista de conquistas, y eso me había destrozado por dentro.
No quería ser débil, así que debía ser fuerte, y había un solo modo de hacer eso.

Me encerré en mi habitación, mientras intentaba con todas mis fuerzas esconder mis emociones en mi interior, ocultárselas al mundo y ocultarlas de mi misma, él no podía saber que me dolía, yo no quería saber que me dolía, y para ello debía evitar sentirme mal.
Me pregunté si finalmente había descubierto lo que era ser mazoku. El lo había hecho, estaba segura, por su manera tan despreocupada de ser. Había acaso logrado separarse de las emociones que nos agobiaban como humanos? Si lo había logrado realmente lo envidiaba. En esos momentos me odiaba a mi misma, porque no podía odiar a nadie más. Había sido un fenómeno entre los humanos, y ahora era una rara entre raros.
Nunca le había tenido apego a mi vida mortal. No volvería a ella por nada del mundo, y aun si a pesar de todo, no quería separarme de ella, era necesario si quería salir adelante. Aunque quizá... quizá no fuera tan malo... era el final del dolor también... No más emociones, no más problemas para mí... quizás la muerte era el comienzo de la vida...? O quizá era solo la muerte, vacía y negra... Aún hoy no lo sé, y no se si quiera saberlo.

Durante seis días sentí los golpes tímidos de Ichi en la puerta, pero recién le abrí al séptimo. Abrí la puerta para encontrarmelo frente a mi, sus ojos azules me miraron por largo tiempo, sumamente preocupados, antes de hablar.
- Mama...? Estás bien...? - Su tono era intranquilo, tenía miedo también. Yo solo negué con la cabeza. No había manera de que estuviera bien.
- No quieres hablar cierto...? - Negué una vez mas - De acuerdo... si necesitas algo, aunque sea alguien con quien hablar solo dímelo... No es bueno sufrir en soledad...
Le sonreí suavemente.
- Estaré bien, no te preocupes Ichi-kun... - Aquellas palabras, sonaron falsas, totalmente falsas.
- No hay manera de que no lo haga mama - Fueron sus palabras mientras abandonaba la habitación.
Lo habría detenido, pero no tenía el valor, porque aun a pesar de que el se preocupaba mucho por mi, yo no sentía que me preocupara por nada en ese momento, solamente quería dejar eso de lado.

Una vez mas mi mano se dirigió curiosamente a mi bolsillo, casi con miedo, para encontrar cenizas. Me estremecí, pero no me permití gritar. Me acerqué en silencio a mi guardarropas, y observé a todos los vestidos que estaban allí. La mayoría nunca habían sido usados, pero me traían toda clase de memorias. Tomé varios de ellos, y los llevé a uno de los jardines. Los tiré en una montaña desprolija que segundos después estaba ardiendo. Uno por uno llevé los vestidos restantes, quemé también todos los trajes de sacerdotisa que había usado, conservando únicamente aquel que había usado cuando Dolphin me nombró su hija, y el que me acababa de poner, el mismo que había vestido el día en que visité la lápida que recordaba a mi hermana.

Ichi se acercó a mi, preocupado y perplejo.
- Mama...? Que haces...?
- Eso Ichi, es una pira funeraria.
- Pero si nadie ha muerto...
- Te equivocas. Murió una humana.
- Mama?
Sonreí mientras miraba el fuego arder.
- Sabes Ichi... yo siempre dije que el fuego purificaba... Pero ahora ya no estoy segura de que sea así... Ya no estoy segura de nada...
- No digas esas cosas... no puedes quemar todo...
- Es lo mejor. Dejaré el pasado atrás y saldré adelante... Ya no soy humana después de todo, ya es hora de que deje de portarme como una.
- Pero... no puedes olvidar todo! Y que de tu vida pasada?
- Eso ya no importa.
- Que de los que te rodean?
- El único que me rodea eres tu. No hay diferencia...
- Tu familia?
- Los humanos ya no son mi familia... no más.
- Y que de Yui...?
- Yui... esta muerta.

Aún recuerdo claramente que fecha era esa. Era un 20 de Abril... el día de su muerte, y el día de mi muerte.

Cuando la pira terminó, esparcí las cenizas por el lugar, y me dirigí a mi habitación. Ichi me siguió, en apariencia sumamente preocupado, diciendo que lo que hacía era una locura, pero yo lo ignoré.
- Tengo que cambiar mi guardarropas, sabes? - Dije observando el armario vacío.
Ichi me miró extrañado, antes de que yo desapareciera, dejándolo allí perplejo. Ese día salí de compras, en todo el sentido de la palabra. Compré una amplia variedad de ropa negra. Vestidos de fiesta, ropa con la que perderme en la multitud, vestidos con faldas cortas, largas, amplias, ajustadas, y toda clase de accesorios, en plateado o dorado. Reí cuando me miré al espejo luciendo uno de esos vestidos, por la manera en que resaltaban mi piel pálida. Compré guantes de todos los tipos, largos, cortos, incluso unos cuantos pares de esos que no tienen dedos, y que serían interesantes para rastrear a los desconocidos.

Con mi cambio la vida en Demon Sea cambió radicalmente una vez más. En el silencio fúnebre, lo único que se escuchaba eran los pasos de algún mazoku de bajo nivel, o las carcajadas infantiles de Dolphin cuando hacía alguna tontería. Ichi no había vuelto. Había salido un día, diciendo que iba a caminar, y no había regresado, en mi confusión, supuse que finalmente habría madurado, y había decidido cortar el cordón umbilical. Estaba bien para mi, no le necesitaba de todas formas, y estaba segura de que el no me necesitaba a mi.

Veinte años después cuando despertara de este trance, vería estos recuerdos nublados, o no los vería, me tomó mucho tiempo lograr recuperar la memoria de todo lo que había hecho en esos días interminables. Todo lo que describiré a continuación lo aprendí descifrando mis propios sueños, sueños inentendibles, que con ayuda de Ichi, y sus explicaciones, logré comprender, y convertir en un relato mas o menos comprensible.

De esta época datan mis mayores progresos como émpata, como mazoku, y como hechicera. Me tomé largas horas estudiando magia, y sacando apuntes en papeles que luego perdía, pero que recordaba a la perfección, incluso años después. No hubieron más emociones confusas para mi, lograba entender todos y cada uno de los sentimientos que sentían las personas, aprendí también a bloquear los míos propios, y ante todo aprendí a mentir como jamás me había atrevido cuando Arashi estaba con vida.
Comprendí, mas que nunca, que los ojos eran la ventana del alma por eso Nast cubría uno de ellos, por eso Xelloss los mantenía cerrados. Y reí, eran maneras primitivas de lograr esconder lo que realmente eres, yo sabía que podía superarlos, y lo hice, el día que logré ocultar todos mis sentimientos tras una perfecta máscara de frialdad e indiferencia, el día que logré que todas mis emociones quedaran tras un par de ojos helados e inexpresivos, tal y como había visto a Arashi hacerlo cientos de veces antes de su muerte. Hoy en día me asusta pensar en el hecho de que en esa época realmente tomé a Arashi como un maestro, pero así fue, rememoré todas sus palabras, y sus enseñanzas, aprendí que un beso es un arma muy poderosa, y que la indiferencia aleja a ciertos tipos de gente y atrae a otros.
Pero también entendí que la muerte era ajena a mi, y no deseaba eso. Sabía que era un ser indeseable en este mundo, y que sería mejor que estuviera muerta, pero no me iría sin dejar una marca en el mundo. Ese día, me hice un pequeño corte en cada antebrazo con mi daga. Juré en un susurro que haría uno por año, y que el día en que llegara a mis muñecas, habría terminado con dos vidas, la suya y la mía.