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Capítulo Decimoquinto
Blue Death

Decidí que acabaría con la vida de los dos. La mía, y la del único lazo que me había unido a mi vida humana luego de la muerte de Yui, la vida de aquel que me había convertido en lo que era ahora, y por quien yo seguía con vida.
Pero sabía que no sería tan fácil, había algo fuera de lo normal en Nast, su nombre lo decía todo, sabía que había mucho más en el que un simple mensajero. Entre los registros de Dolphin figuraba Nast Grausherra, Ha-shinkan, el espía de Dynast en el mundo en general.
Salí corriendo, tenía que preparar algo realmente fuerte si quería matarlo, necesitaba un hechizo infalible.

Comencé a investigar sobre magia.
Fue una investigación en profundidad, necesitaba un hechizo que no tuviera tipo. No podía ser magia ordinaria, y no podía llamar el poder de nadie más, solamente el mío propio, pero no podía dejarme debilitada, sino por el contrario hacerme más fuerte. Necesitaba un hechizo drenador, que utilizara mi propia fuerza, o aun mejor, la fuerza del oponente.

Así nació mi mayor fuerza y mi mayor debilidad. Un hechizo como yo jamás había visto antes, creado a partir de las bases de otros hechizos. No necesitaba palabras, solo era necesario ser empata, y con eso me aseguré que solo yo pudiera usarlo.
Básicamente el hechizo se divide en tres etapas. La primera, en la que se paraliza al oponente con un fuerte hechizo, la segunda, donde se absorbe su energía vital, y la tercera, que se lleva a cabo utilizando la energía del propio oponente, absorbe el propio espíritu del enemigo, su esencia y su poder, y lo convierte en parte del mío propio, ampliando mis propios poderes. Es un hechizo que esta estrechamente ligado con mis emociones, durante la tercera etapa, probablemente cause locura, ya que llena la mente del enemigo con imágenes sumamente dolorosas, pero nadie ha sobrevivido como para que yo pueda realmente averiguar si es así o no.

Entonces llegó el momento de ponerle un nombre. No hacía falta llamar su nombre para usarlo, es cierto, pero era una cuestión estética.
No sabía como llamarlo. Así que empecé a probarlo con diferentes sujetos, humanos, mazokus y ryuuzokus, para ver que tan bien funcionaba. Fue infalible, nadie sobrevivió al período de prueba, y yo cada vez me hacía mas fuerte. Y entonces tuve una idea. Reí, mientras pensaba que yo era muy parecida a la muerte misma, indiscriminada, insensible, e inevitable, y supe como llamar al hechizo, lo llamaría Blue Death.
En alguna parte, tuve la curiosidad de saber si trabajaría con Ichi, que supuestamente es inmune a la magia, pero no llegué a probarlo, mas que nada porque el chico era un sujeto de experimentación para mi. Cuando regresó de su viaje, ya no podía sentir sus emociones en lo absoluto, era como si no las tuviera, incluso a través del tacto. Tenía curiosidad por saber como lo había hecho, así que no lo maté, solo para preguntarle luego.

El vigésimo año, el 20 de Abril, decidí que era tiempo de acabar con todo.
Marché hacia el Polo tranquilamente. Un día de luna nueva, no esperaba encontrármelo afuera, pero el estaba en el bosque, embelesado por la belleza de la noche helada. Sonreí, y me acerqué a el.
- Nast...? - Le susurré, fríamente, con una voz que aun no puedo reconocer como la mía.
- Nani...?! A...Aoi...?? - Dijo el, sorprendido.
- Sorpresa - Otra vez mi voz, helada, y mi propia risa, irónica frente a la situación.
- Qué... qué haces tú aquí...? - Yo no le respondí, solo le miré fijo. - Pasa algo...? - Me dijo, y se giró para ver detrás suyo. Yo di un paso hacia él.
- Sabes algo...?, Desde nuestro último encuentro he tenido ganas de verte - Le dije, viendo mis planes llevarse a cabo sin problemas.
- Hace cuánto fue eso?... Desde la vez de Dai-chan, ne? - El rió incómodo.
- Y no sé si en ese momento mi... elección de palabras haya sido la correcta...
- Bueno... a decir verdad, yo también dije cosas que no quería... - Me respondió, reí interiormente, pero algo se movió dentro mío, algo que no recordaba sentir.
- Aunque... he tenido tiempo para pensarlo mejor... - Veinte años, pensé acercándome hasta quedar a sólo un paso de donde estaba él, que se quedó en silencio sorprendido. - Supongo que he cambiado mucho desde la última vez que nos vimos... - Le dije, era divertido, quería confundirlo, quería sentir su miedo, y pagarle con la misma moneda.
- Yo... yo te veo igual... - Dijo el, evidentemente nervioso.
- Pero no es así... - Agregué acercándome a centímetros de él -Siempre tuve la curiosidad de... Ver como sabían tus labios... - Era la verdad, lo besé suavemente, besé aquellos labios cálidos, como un juego, para poder sentir mejor sus emociones.
- Aoi yo... - Empezó a hablar él.
- Lo sé... - Algo sabía yo. Algo que habría necesitado saber luego de ese suceso, pero incluso hoy no se que es.
- A... Aoi? - Él se sobresaltó entendió la verdadera intención detrás de todo el acto.
- Me habría gustado que fuera de otra manera... pero no la hay - No la había, o yo no quería que la hubiera, tenía que matarlo, para librar al mundo de mi, y para liberarme finalmente a mi misma.
Y allí comenzó. La primera y ultima vez que usé mi hechizo personal en él.
- Este hechizo... lo hice especialmente para ti... -Le dije sonriendo, no le dije que sabía su grado, mientras seguía antes de que algo que desconozco, me detuvo - Qué demonios...? Maldito seas!! - El hechizo se detuvo, sin que yo pudiera hacerlo seguir, antes de llegar a la tercera fase, y le grité furiosa - Por qué no mueres!? Por qué no puedo matarte?!
Y entonces, vi sus ojos. Por largo tiempo, me perdí allí por más tiempo del que nunca esperé, inmediatamente, mi propia furia, y una extraña sensación de incomodidad se apropiaban de mí. Aún no lograba entender que era lo que él sentía o que veía yo en sus emociones para detenerme, y gritarle furiosa que era imposible que el sintiera eso. El no me respondió, estaba débil, por mi culpa, lo estaba a punto de matar, y no sabía si estaba furiosa porque lo estaba dañando, o estaba furiosa porque no podía matarlo.
-¡Maldito seas!!, Maldito!! - Grité mientras corría, jurándole matarlo, una y otra vez mientras la furia se apropiaba de mí.

No recuerdo que fue lo que vi en su mente, pero lo siguiente fue una jaqueca asesina, y unas ansias increíbles de llorar. Llegué a Demon Sea y me encerré en mi habitación, a llorar. Lloré por días, o por semanas, con el dolor de cabeza siempre presente e intenso, quería gritar, pero no me permití tal gusto.

Entonces comenzaron las voces.
Voces que yo desconocía, pero que me susurraban cosas como "asesina" y otras que me suplicaban que les liberara.
No entendía, de quienes eran esas voces, quienes eran los que me hablaban y me gritaban o me suplicaban. Tampoco podía entender porque me sentía tan fuerte, tan poderosa, y ante todo, no lograba recordar nada de lo que había sucedido en los últimos veinte años.

Fue un par de semanas después, que me sentí lista para ponerme de pie, y salir de mi cuarto. Pensé en cambiarme, no quería seguir vistiendo eso, y cuando abrí mi ropero me quedé observando por unos segundos, no recordaba tener tanta ropa negra, pero solo uno de esos vestidos me llamó la atención, me gustó por lo simple que se veía, sin mangas, y con el cuello alto. Miré el armario un poco más, y luego de colocarme el vestido, decidí que le agregaría algún púrpura, o algún azul oscuro al guardarropas, pero no sentía que quisiera poner algo claro allí. Lo siguiente que vi fue una larga hilera de guantes. Todos ellos negros, algunos de ellos no tenían dedos, otros sí, pero lo que tenían en común era que ninguno de ellos era por debajo de los codos, observé en silencio, y me pregunté porque había tirado los demás que recordaba vagamente haber comprado. Presa de la curiosidad, me quité los que llevaba puestos, sintiendo unas suaves puntadas de dolor en el dorso de los brazos. Al verlo, vi veinte cortes horizontales paralelos uno al otro, en cada uno de los brazos, y que por el aspecto que tenían, habían sido hechos en manera descendente, con mi daga, una daga hechizada. El más bajo estaba a unos dos centímetros de la muñeca. Era curioso que esos cortes estuviesen aún allí, cuando ya deberían haber curado, así que estuve un largo tiempo revisando mis apuntes, intentando encontrar algo, pero solo di con un par de hechizos, que evidentemente había usado durante aquella época. Los leí atentamente. El primero, era una modificación de la Ruby Eye Blade, que atacaba directamente a la forma astral, dejando el cuerpo intacto. El segundo, fu el que leí por más tiempo. Su nombre era Blue Death, atacaba tanto astral como físicamente, no logré comprenderlo claramente, pero supuse que era un hechizo drenador.
Salí de mi habitación, subiéndome los guantes, y me dirigí a la biblioteca. Cuando golpeé la puerta, Ichi me abrió, y me miró fijo por un momento, yo le dirigí una sonrisa, y el se me colgó del cuello.
- Estás de vuelta!!!
- Así es... lo siento mucho Ichi...
- Te extrañé madre... - Me dijo suavemente, en un tono sereno.
- Ichi... necesito preguntarte una cosa...
- Si?
Entramos a la biblioteca en silencio, luego de sentarme me quité los guantes y le mostré las marcas a Ichi. El extendió una mano lentamente, y tocó suavemente cada uno de los cortes con la yema de sus dedos, me estremecí cuando note que no podía sentir sus emociones en lo absoluto.
- Mama... estuviste tan cerca...
- Ichi?
- Prometiste hacer un corte cada año a la misma distancia el uno del otro, hasta llegar aquí - Ichi me señaló el punto de pulso - Juraste que cuando llegaras aquí te suicidarías.
Me quedé helada.
- Madre... quieres que cierre los cortes?
- No, no te preocupes... - Le dije subiéndome los guantes rápidamente no podía cerrarlos, aunque no sabía porque, no quería hacerlo - Has practicado tu magia? - Le dije guiñándole un ojo e intentando cambiar el tema.
- La verdad es que... no me gusta...
- No te gusta? La magia? - El asintió - Está bien... no tienes porqué usarla entonces...
- En serio?! - La sorpresa en su rostro no tenía precio.
- Claro... Eres libre de hacer tu voluntad - Le dije simplemente.
Ichi sonrió, y me agradeció con la mirada. Seguimos hablando por un tiempo más, hasta que recordé otra cosa. El apunte de aquel hechizo que no lograba entender, Blue Death.
- Que es esto? - Me preguntó el curioso.
- Lo encontré entre mis apuntes... - Ichi lo leyó por largo tiempo.
- Está basado en algunos hechizos convencionales... Ruby Eye Blade, Ra tilt, Resurrección, y un hechizo drenador muy popular entre los ryuus... Posiblemente el que usaron con Yui...
Me estremecí frente a la mención del nombre de Yui, pero me mantuve en silencio, se sentía extraño estar de vuelta.
- O sea... que es un hechizo drenador? - Releí los apuntes y despejé mi mente - Causa la muerte, drena el espíritu y la energía del oponente... - Susurré ausentemente mientras recordaba vagamente las cosas que habían sucedido.
- Exactamente. - Arqueé una ceja y miré a Ichi, él se puso rojo.
- No me gusta la magia, pero es interesante estudiarla...
- Es bueno... - El me miró a los ojos y me tomó la mano.
- Déjame protegerte...
- Que...?
- Déjame cuidar de ti, hasta que esa persona especial pueda hacerlo...
Asentí suavemente y le sonreí.
- Trataré de no darte muchos problemas...

Era un gusto ver como todo se lentamente comenzó a resolverse, pero otra cosa me carcomía la mente ahora. Estaba casi segura de que había atacado a Nast hasta el punto de intentar matarlo, o al menos lo había intentado, pero no podía recordar que me había llevado a hacerlo, o porqué me había detenido. No estaba segura de que debiera hablarle sobre eso, después de todo su manera de actuar hacia mi había de ser completamente diferente al momento en que nos conocimos, así que preferí guardar todo eso dentro de mí, hasta que sintiera que era el momento de ir, y disculparme, o incluso ofrecerle mi vida a cambio de la ofensa.
Después de todo, a él no le importaba en lo absoluto... cierto?