Weiss Kreuz Fan Fiction ❯ Kitsune ❯ Bienvenida ( Chapter 3 )
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Capítulo 3
Bienvenida
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Los personajes de Weiss Kreuz no me pertenecen y no estoy recibiendo ningún tipo de compensación por esto.
Este fanfic contiene referencias shounen-ai, Aya/Schuldrich, Ken/Omi.
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Schuldrich aseguró nuevamente el bolso que llevaba en sus manos, un pequeño gruñido se pudo escuchar proveniente del interior del mismo.
"Schuldrich, si vuelves a apretarme te juro que..." Pero el kitsune no pudo terminar la frase.
"¡¡¡Shhh!!! ¿Quieres que nos descubran?" Le dijo entre dientes. El pequeño kitsune se estremeció y no pudo evitar un sentimiento de déjavu al escuchar las palabras. Había sido por ese mismo camino, diez años atrás, que él y su amigo Ken habían molestado a un extraño.
El camino había cambiado bastante, el bosque a los alrededores había sido talado y unos hermosos jardines rodeaban el camino que se dirigía a la enorme casona. Schuldrich disminuyó el paso y finalmente se detuvo por completo. El kitsune pudo sentir que el hechicero se tensaba.
"¿Qué sucede Schu?" Preguntó ansioso.
"¡Perros!" Gritó el hechicero y de inmediato se escucharon varios poderosos ladridos provenientes de la casona. Unos enormes galgos salieron y comenzaron a olisquear el aire en dirección al caminante, pronto los animales comenzaron a gruñir viciosamente. El olor del kitsune los había provocado.
Schuldrich se quedó unos minutos paralizado mientras los animales gruñían, pero al instante siguiente comenzó a correr como un desquiciado, los perros comenzaron la persecusión del extraño. Si aquellas bestias le ponían una garra encima al kitsune no quería ni pensar lo que le iban a hacer. ¿Pero por qué estaba pensando en el kitsune? Si los perros lo alcanzaban a él no quería ni pensar lo que le iban a hacer.
No bien había divisado un árbol cuando desesperadamente comenzó a subir por las ramas hasta alcanzar la más alta y allí se quedó, aferrado del tronco con pies y manos. El kitsune asomó su roja cabeza para poder respirar ya que Schuldrich lo tenía presionado entre su pecho y el árbol. Los perros comenzaron a ladrar más viciosamente, saltando para tratar de alcanzarlos.
"¡¡Eehyore!! ¡¡Sonya!!" Al sonido de la voz de su amo los perros dejaron de ladrar, pero no se alejaron del árbol, queriendo avisarle al joven que habían descubierto una terrible amenaza. El recién llegado se acercó a los perros y los tomó por los collares, disculpándose brevemente con el hombre en el árbol.
"Permítame encerrarlos." Le gritó desde el camino. Schuldrich no bajó del árbol hasta que el hombre regresó y le aseguró que no había ningún otro animal suelto. Entonces saltó graciosamente y quedó frente al recién llegado.
"Gomen nasai, pero son mis guardianes. Hacía mucho que no teníamos una visita por estos lugares." Le explicó.
"No los culpo, seguramente mi mascota tuvo mucho que ver." Le dijo Schuldrich, dejándo que Ran asomara su cabeza fuera del bulto.
"¡Waoo, kawaii, es un pequeño zorro rojo!" Exclamó el joven con una enorme sonrisa.
"En realidad es un kitsune." Le corrigió. Schuldrich pudo reconocer en el joven al pequeño amigo de Ran cuando le hicieron la broma. Sus cabellos negros crespos y sus ojos color miel eran a lo mucho, lo que había logrado captar del pequeño que acompañaba a Ran aquel día junto al camino.
"Y ¿qué los trae por estas tierras?" Le dijo el joven con mucha amabilidad.
"Pues ando en busca de cierta persona... que vivía por estos lugares. Pero me parece que tendré que viajar un poco más y me preguntaba si podría tomar un atajo por sus tierras."
"Seguro, no hay ningún problema, pero ya es un poco tarde y no es buena idea que continúe por el camino. ¿Por qué no se queda a descansar en mi casa esta noche y mañana puedo mostrarle el mejor camino hacia donde se dirige." El joven continuó sonriendo y Schuldrich comenzó a preocuparse por tanta amabilidad, pero no dijo nada.
"Claro..." Y lo siguió al interior de la casona. El lugar era muy comfortable, con el aire rústico propio de la zona. Sin embargo se notaba en la decoración ciertos detalles que delataban el estatus medianamente cómodo del joven. Ken le indicó que se pusiera cómodo mientras desaparecía por uno de los portales que daban al lugar.
Una cabeza rubia se asomó al portal por donde había desaparecido el joven, Schuldrich lo vio sonreir y saludar, para luego volver a esconderse. Cuando el joven regresó, el hechicero no podía aguantar su propia curiosidad.
"¿Podría hacerle una pregunta?, si no es mucha molestia claro." El joven se volteó con su habitual sonrisa.
"Claro, adelante."
"¿Por qué me recibes en tu casa sin siquiera preguntarme mi nombre? Practicamente soy un extraño." Le dijo con todo el tacto que podía infundirle a la pregunta.
"Pues... no es bueno molestar a los extraños." Le respondió mientras la sonrisa se apagaba por unos momentos y en sus ojos se reflejaba fugazmente una nota de dolor. Schuldrich ladeó la cabeza lleno de curiosidad.
"Mi nombre es Schuldrich." Y le extendió la mano.
"Mi nombre es Ken." Y el joven devolvió el gesto con cierto alivio.
"Bueno Ken, debidamente presentados ya no somos tan extraños, ne?"
"Supongo que no." Le dijo con media sonrisa.
Justo en ese momento el kitsune salió de la bolsa donde estaba cobijado y se le quedó viendo fijamente al joven. El rostro se volvió a iluminar.
"Waooo... es tan hermoso. ¿Dónde pudo atrapar un animal tan bello?" Le preguntó Ken asombrado.
"Pues... No me creerías si te lo dijera." Dijo suavemente. Ken acercó la mano al kitsune.
"¿Puedo tocarlo?" Le preguntó.
"Ah... quizás te lo permita. Prueba." Le dijo el hezhicero con un poco de tensión en la voz.
El joven acercó la mano y el kitsune hizo como si lo olisqueara, al cabo de un rato Ken estaba acariciando las peludas orejas mientras el pequeño animal dejaba escapar varios ronroneos de felicidad. Schuldrich levantó una ceja ante la escena y luego recordó que esa era precisamente la razón por la cual habían regresado.
"¿Por qué no lo tomas en brazos?" Le sugirió. El kitsune le dirigió una mirada enfurruñada al hechicero y Ken le dio una mirada dudosa al animal. Finalmente se decidió y con mucho cuidado tomó al animalito acurrucándolo en su pecho tal viera hacer al hombre.
"Mh... es hermoso." Dijo acariciando la peluda piel. Luego lo observó detenidamente, tomando en cuenta el extraño color del animal. Ninguno de los zorros que había visto por el bosque tenía aquel color, rojo como la sangre. Y cuando el kitsune posó sus ojos en los de Ken no pudo suprimir un gesto de asombro cuando se percató del color.
"¿Sucede algo?" Le preguntó el hechicero tratando de suprimir una sonrisa.
"Yo... pues... es que... por alguna razón me recuerda a alguien que conocí." Le dijo con voz temblorosa el joven mientras se acercaba para devolverle el animal a su dueño.
"En un momento la cena estará lista." Gritó una voz desde la cocina. Ken se levantó y se excusó con su invitado para ayudar en la tarea de servir.
En el momento en que el joven desapareció el kitsune dejó escapar un hondo suspiro.
"Aún te recuerda." Murmuró muy quedo el hechicero.
"Lo sé." Y se limitó a hacer un gesto despreocupado.
"Ran, realmente eres muy difícil, tu amigo te necesita y a tí no te importa mucho." Le dijo Schuldrich un poco exasperado.
"No me necesita, sólo me extraña Schu." Dijo tercamente.
"Sabes... cuando te llevé a casa lo primero que pensé fue que eras un niño demasiado mimado y ahora que regresamos pienso que eres un kitsune demasiado mimado, no has cambiado en nada. No has aprendido nada de todo esto después de tanto tiempo." Dijo medio enojado el hechicero.
"No molestar a los extraños, esa era la lección, ne?" Le contestó el kitsune con sarcasmo.
"Esa era la primera lección, pero es más que obvio que cierto chibi testarudo necesita una segunda lección." Comentó Schuldrich entre dientes.
"Ggggrrrrr... ¡¡no soy chibi!!" Fue la respuesta del kitsune y pareció que iba a decir más pero fueron interrumpidos por la llegada de la cena. Un joven de cabellos lacios rubios con enormes ojos azules los invitó a la mesa, mientras Ken se sentaba.
"Saludos, me llamo Omi, es un placer tener visitas en esta casa." Dijo mientras se sentaba a la mesa alegremente. Ran fijó su vista en el chico y gruñó amenazadoramente. Schuldrich puso de inmediato una mano en el cuello del kitsune.
"Tranquilo pequeño." Le dijo en tono de advertencia. El kitsune se sacudió la mano y se bajó de donde estaba acurrucado en el pecho del hechicero. Moviéndo la cola indignado y fue a sentarse nuevamente en el salón de estar.
Tras pares de ojos lo siguieron hasta que se trepó al asiento donde momentos antes habían estado sentados.
"No se preocupen por él, ya se le pasará." Ahora eran dos pares de ojos asombrados los que miraban a Schuldrich.
"¿Qué sucede?" Preguntó sin comprender.
"Es que lo tratas como si fuera humano." Comentó Omi con incredulidad.
Schuldrich contuvo una risa ahogada y pronto los tres estuvieron cenando tranquilamente.
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Continuará...
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Muchas gracias por el review Kaori. ¿Querías ver a Omi? Pues ahí está el cano, tan "cute" como siempre. Y el pobre de Ran-kun sigue siendo un kitsune porque es tan testarudo que no se ha dejado besar... ejem... jjajajajja, al final sabrás la verdadera razón y espero que te guste.
Y ¿quiénes son Eehyore y Sonya?, pues son mis perros, que duermen bajo mi cuarto. Son una mezcla de pitbull y algún perro sato. Eran tres, los encontramos bajo las escaleras de la casa, justo cuando algún hijo de la g**n p**ta, enevenó a su madre. En cuantito los subimos a la casa el pobre animal desapareció y mi papá la encontró muerta días más tarde. ¿Por qué sólo dos y no tres?, porque Tonka, la tercera, pereció bajo las ruedas de un auto, lamentablemente. Eehyore es de un hermoso color dorado, pelo corto, en dos patas nos alcanza los hombros. Sonya no tuvo tanta suerte, tiene un color espantoso entre negro, marrón y dorado, todo rayado, una de sus orejas está caida y la otra derecha, su cabeza es pequeña en comparación a su cuello y cojea porque de chica un auto le desencajó una cadera. Pero no se dejen engañar, esa pequeña bestiecita es capaz de arrastrar un tanque de agua de 100 galones lleno. Y el queridisimo Eehyore es capaz de arrastrar la tapa de cemento del pozo séptico como si fuera un juguete, (no lo hemos vuelto a amarrar de ella). Cada vez que sienten un extraño, tiran con fuerza de las sogas de donde estan amarrados a las columnas de mi cuarto y tal pareciera que se va a caer. Y yo sóla no podría manejarlos si tuviera que tomarlos de los collares para amarrarlos, pero quién mejor que Ken, con la fuerza que debe tener en sus brazos para controlar a tan fieros animales? Ahora si, basta de tanto blah, blah, blah.
Hasta pronto Minna-san, se cuidan mucho, besos.