Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ A la Orilla del Nilo ❯ La Némesis de Egipto ( Chapter 2 )

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Reviews: Mi primer Review el primer día que lo publico, que cosa más emocionante, soy muy feliz!

Youkai no Ryuu: Muchas gracias por manifestar tu interés en continuar leyendo mi loca idea, te agradezco de todo corazón que e des palabras de ánimo en esta empresa. Muchas gracias ^^.

Advertencia: Yugioh no es de mi propiedad y no intento hacer dinero con él, de hecho es sólo para pasar un rato de ocio.

****** Capítulo 2: "La Némesis de Egipto"

Ra alumbraba la ciudad desde su posición de media mañana, la tibieza de su presencia abarcando todos los rincones mientras las calles de Menfis cobraban vida y ruido a medida que el comercio del mercado abría sus puertas a los interesados clientes.

La celebración había terminado y el deber ciudadano llamaba a cada cual a sus tareas y funciones en el Reino Egipcio, sin embargo, ese día todo parecía más callado que de costumbre; un gran silencio presente en todos los corazones y en las risas de los niños que corrían camino a las escuelas o a algún lugar donde jugar.

La noticia de la dolorosa partida de la flor más hermosa de Egipto ya se encontraba dispersa por el territorio; la estrella del amanecer había dado su último destello ese día, cuando el sol sale por entre las pirámides y caza la oscuridad para ocultarla y proteger a los humanos.

Entre las enormes habitaciones doradas del palacio real, pasando por las formidables puertas de madera, los imponentes jardines conformados por verdes pastos y enredaderas subiendo por entre las paredes exteriores; colores esparcidos metódicamente en una gama descendente, desde el más oscuro al blanco, representados por las preciosas flores que rodeaban las distintas estructuras ornamentales, pilares tallados en piedra con motivos de divinidades egipcias y jeroglíficos con diversos pasajes de poemas y escritos.

El camino de piedra se extendía hasta una fuente, desde donde el agua recorría los alrededores del palacio para regar la gran cantidad de vegetación reinante entre las tierras áridas, allí, alrededor de ella los caminos de bifurcaban, cada cual en direcciones distintas, el de derecha hacia los templos, el de la izquierda hacia las habitaciones del concilio y el del centro, hacia el mismísimo palacio real.

Traspasando los guardias, los pasillos silenciosos, las cortinas de finas telas, los estandartes y tapices bordados en los muros, las antorchas e inciensos, el salón del trono se alzaba en su máximo esplendor.

El alto techo blanco reflejaba los brillos de las pocas antorchas encendidas para dar más luz a la ya luminosa habitación, paredes claras y brillantes rodeaban el lugar, hermosamente adornadas por pinturas de colores y diversos motivos tallados rodeados por leyendas, como si cada bloque fuera una tableta aparte de las otras existentes allí, formando un mosaico gigante de formas y destellos. Debajo de aquellas esculturas, una pequeña cornisa de oro puro afirmaba las cortinas que cubrían los ventanales de la entrada y los arcos que levaban hacia la habitación tras el Salón del Trono.

Allí, bajo un velo de burdeos y dorados, se encontraba el trono, una forma arquitectónica de mármol, oro y joyas preciosas; cojines y sedas, desde ese punto el Faraón observaba a su alrededor. Escalones más abajo, los cojines que correspondían a la Reina y a los herederos directos, luego los puestos de los sacerdotes y por último el Concilio.

Como una estatura milenaria, Akunamukanon observaba con sus ojos carmesíes el despliegue lingüístico de uno de sus ministros sacerdotales, Heishin. Nimrodel yacía a sus pies, sus cabellos rubios recogidos en un adorno de oro, las túnicas verde jade acentuadas a su cuerpo, en sus brazos Akenamón trataba de comportarse lo mejor posible para sus 6 años, sacando la lengua a los ministros cuando estos no lo miraban, y a su derecha Akunamekanon, sereno como su padre, de mirada dulce y gentil, el próximo Faraón.

"El amanecer es el momento más importante del culto a Ra, nuestro Dios principal". Mientras hablaba, Heishin se paseaba de extremo a extremo, la capa azul oscura siguiendo sus pasos, la toga sobre su cabeza y el sombrero correspondiente a su alto rango político y religioso, a penas si se mantenían en su lugar. Akenamón debió, en más de una ocasión, suprimir una risa al sólo hecho de pensar en que ambos adornos cayeran y el Ministro revelara su calva cabeza. "Nuestro protector y Señor, la luz de nuestros días, sin su presencia seríamos la presa de las bestias oscuras… el niño trajo la oscuridad, mató a su madre al nacer, es un demonio que debemos borrar de este mundo".

A la sola mención de acaba r con el pequeño, Akunadín se levantó de su lugar para pedir la palabra e interrumpir.

"Ithil Míriel nos dio una criatura muy especial, su muerte fue por agotamiento, es comprensible por su complexión delgada. No es extraño que la mortandad de mujeres durante el parto sea tan alta si deben pasar por tanto sufrimiento para traer a nuestros hijos al mundo".

El Ministro volteo para ver al Sacerdote, sus ojos amenazadores de estrecharon peligrosamente.

"Tu lo viste Akunadín, el cielo se cubrió de sombras, el amanecer se convirtió en una noche más oscura que el Reino de las Sombras". Con tal declaración, el Ministro volteo para mirar al Faraón desde su posición. "La oscuridad nos acecha y debemos deshacernos de ella antes de que sea demasiado tarde Faraón".

Todos esperaban expectantes la respuesta de los labios de su sabio gobernante, sin embargo, en sus ojos se encontraba escrita su propia confusión, dicha, tristeza y dolor. Las líneas invisibles de fluctuaciones en la magia de su propia aura revelaban su tumulto interior, cada segundo que transcurría, la imagen de su hermosa Flor de Luna, en manos de los mejores momificadores de todo el Imperio, siendo preparada para su otra vida, su sonrisa borrada por una fría brisa de invierno, como la arena de las dunas durante el atardecer. Y los ojos de su hijo, sus ventanas para ver su alma, tan llenas de una conocimiento incomprensible, una mirada que no pertenecía a este mundo… y si Heishin tenía razón y Atemu era una criatura de las sombras?, el fin de Egipto?, la muerte de su preciada familia?.

El Faraón no tenía respuesta, había sostenido al niño una vez entre sus brazos antes de entregarlo a Harther, era tan frágil, tan pequeño, un retoño de la más hermosa flor, la más rara y exótica, aquella que un cambio en el clima es capaz de borrar completamente. El pequeño Atemu era su hijo, el único recuerdo de Ithil Míriel, su único consuelo era verle crecer y convertirlo en un príncipe de bien… ahora las dudas abordaban su corazón y ensombrecían el futuro. El Faraón no podía dudar.

Cerró los ojos por un momento, en un intento desesperado por bloquear la cruel realidad que le rodeaba. En el ojo de su mente vio el amanecer siendo cubierto por las sombras, el rostro de su amada caer derrotado por el agotamiento, aunque ella tenía una sonrisa de satisfacción escrita en él, de igual forma a aquella que agració sus rasgos el día en que le llevó la noticia de su embarazo.

Los pensamientos de l Faraón se detuvieron allí, en l preciso instante en que ella entraba por las puertas de ese salón, sus cabellos suelos como un velo tras su figura. Su alegría iluminó cada rincón del palacio ese día.

/Mi Señor, mi Faraón/. Comenzó ella arrodillándose frente al trono para luego mirarlo con sus ojos azules, felicidad, ella estaba contenta. /Mi vientre ha sido bendecido con vuestra semilla, Isis me ha otorgado el mejor regalo… llevo a su hijo en mi/.

No habrá forma de olvidar aquel dichoso día, Akunamukanon se levantó de su trono para abrazarla, un acto prohibido para un gobernante, pero era su familia, era lo que tanto anhelaba.

/Será un niño muy especial/. Le había comentado Ithil noches antes de que fuera a Tebas, la ciudad necesitaba una regulación en las leyes y tratados comerciales, por lo que debía viajar hasta allí y resolver todos los líos que se armaban al pasar los días. Ambos estaban en el jardín, simplemente observando el agua correr y los pajarillos cantar. /Sé que será especial, será luz y oscuridad; cielo y tierra; bien y mal… prométeme que le nombrarás con la primera palabra que Isis os dé al momento de observar sus ojos/.

Ithil sabía que sería niño, lo presentía y esa noche se lo había dicho. Aquella petición tan extraña no tenía sentido alguno en ese momento para él, sólo deseaba hacer sentir bien a su compañera, por lo que le prometió nombrarlo de a cuerdo a las condiciones…después de su muerte, la primera palabra en su mente fue Atemu.

De pronto su corazón se iluminó, Atemu, su hijo no había matado a su madre al nacer como Heishin lo proponía… Ithil había dado su vida por el niño, el bebé no había llorado en un principio, porque había nacido muerto, entonces Ithil le dio vida… y ella sabía, ella entendía… era algo más allá de su propia comprensión, la sabiduría de una madre es imposible de ser interpretada por un hombre… sólo podía confiar en el amor y el sacrificio de una mujer.

"Faraón, el niño será la Némesis de Egipto". Se escuchó a Heishin finalizar sus argumentos.

Si, Atemu podía ser la Némesis de Egipto, del Egipto que ÉL conocía, de aquel que no deseaba heredar a sus niños, la tierra en constante peligro, en una guerra eterna… donde el Juego de las Sombras era la defensa y amenaza.

Atemu era la Némesis del Imperio… y eso era bueno.

"Atemu es mi hijo". Comenzó el Faraón, levantándose lentamente del trono, su mirada firme como una encarnación divina, era la imagen del Dios en la Tierra. "Confío en la decisión de Ra, dejarlo ver el amanecer y cubrirlo con sombras… Ra obra misteriosamente y no iré contra la palabra y voluntad de mis Dioses".

Diciendo eso se acercó hacia la salida por la sección hacia palacio, varios guardias y sirvientes prestos a seguirle como escolta.

"Mahaado será su tutor. No se hable más del tema".

El Mago de vestimentas blancas se arqueo frente a su Rey en acto de respeto, tal tarea encomendada sería efectuada con la mayor minuciosidad existente. Todos sonrieron, excepto Heishin, quien contuvo su furia apretando sus manos en puños y por consecuencia hundiendo sus propias uñas en sus palmas, dejando correr sangre por entre sus dedos.

Akunamukanon entró en la pequeña habitación donde dormía el bebé cerca de Harther en caso de cualquier imprevisto. Pronto la habitación de Ithil pasaría a ser suya, cuando terminarán las reparaciones en ella y no necesitara a su nodriza todo el tiempo.

Las sombras cubrían la suave cuna donde el recién nacido reposaba en un sueño pacífico, con sumo silencio se acercó hacia él. Sus pasos largos le llevaron hasta el lado del niño y no pudo evitar sonreír a lo que sus ojos descubrieron.

El bebé se encontraba cubierto por las telas correspondientes para su uso a esa edad, las sábanas de la cuna le arropaban su figura de muñeca, y al parecer los espíritus del Juego de las Sombras que servían bajo su mandato ya habían conocido al nuevo miembro de la familia. La mejor evidencia era la bola de pelos castaños y patas verdes que dormía al lado de Atemu.

Sin voltear hacia donde venía la fluctuación de magia a su alrededor, el Faraón supo que tenía otra visita. El espíritu aludido saludo a su Faraón con una reverencia antes de quedar observando embelezada al bebé. Tímidamente, el Hada Mística se acercó para ver mejor, su mano azulada quedó a pocos centímetros de la pequeña mano del bebé, pareció retractarse y subió su rostro para mirar a Akunamukanon, temiendo haber enfadado a su amo.

Con un gesto afirmativo por parte del Faraón, el espíritu rozó la pequeña mano con uno de sus dedos, luego de tocar aquella criatura, la curiosidad de Hada aumentó, esta vez recorrió la espalda y luego el rostro del bebé.

"Es Atemu, hijo de Ithil, también estará con ustedes"

El Hada sonrió y siguió observando con ternura al pequeño.

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Notas:

Ay! Que ideas las mías no?, bueno ya pronto aparecerá Bakura y con él la diversión comienza, estoy tan emocionada, tengo UN review!!! Muchas gracias Youkai no Ryuu!!!!

Déjame un review, plis???

Allí abajito, aunque sea una carita feliz de esas así : ^_^, o una así : XD, no sé, hay tantas cosas que pueden escribir allí, acepto cualquier crítica constructiva para mejorar este fic que recién comienza.