Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ Decisiones ❯ Capitulo 9 ( Chapter 9 )
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Ya de mañana, Kaiba se levantó rápidamente al parecer había pensado en la forma perfecta de obtener el último de los ojos azules, por lo tanto su estado de ánimo se elevó hasta el cielo, sin embargo tenía también otros planes para esa carta.
Se fue al baño, rápidamente se baño y vistió, después se dirigió hacia el dormitorio de su hermana. Al entrar vio que todavía estaba dormida, lucía muy hermosa con un semblante que sólo mostraba tranquilidad e inocencia, se veía muy tierna. Kaiba se acercó a ella para despertarla, puso una mano en su cabello y lo empezó a acariciarlo suavemente, después su mano se desvió al rostro de tan hermosa niña, lo rozaba lentamente para disfrutar este momento.
-Hermana, despierta es hora de ir a la escuela- murmuró Kaiba.
No obtuvo respuesta, entonces siguió rozándole su rostro con su mano, su dedo pulgar llegó a sus labios y los bordeó suavemente. Al sentir el contacto de sus manos con sus labios, se sintió en el cielo, ya que su suavidad lo seducía. No obstante apreció que su hermana estaba cerca de despertar. Así fue, abrió los ojos mansamente y ella se dio cuenta que no estaba sola en su cuarto.
-¡Buenos días! Oni-chan ¿cómo dormiste?- preguntó alegremente.
-Excelente, el baño que me diste ayer me ayudó mucho a concebir el sueño ¿y tú?-
-También el baño me ayudo mucho y todo gracias a ti, oni-chan- replicó dulcemente
-Bueno Kikyou, es hora de que te levantes tienes que ir a la escuela- Kikyou se dio cuneta que su hermano no estaba vestido con el uniforme de la escuela.
-¿Oni-chan tu no vas a ir?- preguntó la curiosa niña.
-No, tengo otros asuntos más importantes que hacer por lo tanto tendré que faltar a la escuela- respondió el joven Kaiba.
-Pero, oni-chan déjame por lo menos hacerte el almuerzo- clamó Kikyou.
-¿Cómo puedo negarme a tus deliciosos manjares?- preguntó irónicamente.
Kikyou se ruborizó levemente, se levantó y fue al baño. Kaiba se fue a su habitación a recoger sus cosas para el trabajo, de algún modo se sintió mal por haberle mentido a su hermana, ya que, él quería que ella estuviera en la escuela y no en otro lugar. Después le diría todo lo que pasó, pero por ahora no hablaría más del tema. Al dejar su habitación vio que su hermana también había terminado y estaba esperándolo para bajar juntos.
-Ven, vamos a tomar el desayuno-.
-Si, oni-chan- respondió obedientemente.
Ambos bajaron a la cocina, ahí se encontraron con su comida lista y además de sus almuerzos. Kikyou se desilusionó, ya que ella quería hacerlo para su querido hermano y ahora no podía.
-No te preocupes, puedes hacerlo de todas maneras- dijo amablemente el joven Kaiba.
-Pero si las sirvientas ya lo hicieron- respondió confundida.
-Eso no importa además yo te ayudaré, ahora desayunemos y después lo haremos.
-¿En serio? ¡gracias oni-chan!- respondió la alegre muchacha.
En seguida ambos terminaron de cocinar, Kaiba tuvo algunos problemas para cocinar, pues pocas veces había cocinado, por otro lado, Kikyou felizmente cocinó más aun si su hermano estaba ayudándole. Sin embargo les quedó bastante bien. Después de terminar los hermanos salieron de sala y se dirigieron hacia la limusina, entraron y Seto le ordenó al chofer que se dirigiera a la escuela para dejar a Kikyou allí. El viaje fue bastante silencioso sin mayores pormenores. Al llegar a la escuela Kaiba recordó algo que tenía que decirle a su hermana.
-Kikyou recuerda que hoy día debes ir a mi oficina a buscarme-.
-Si oni-chan, adiós que tengas un gran día- respondió la inocente niña.
-Tu también, cuídate-.
La limusina salió rápidamente de la escuela, Kikyou marchó a su salón donde su amiga Ayame la estaría esperando. Sin embargo en su camino, Kikyou tropezó con alguien y cayo en el suelo, pero antes que cayera esa persona la tomó del brazo y evitó la caída. Ella se dio cuenta que la persona que sorteó su caída fue nada más y nada menos que Jounuchi Katsuya, el hombre que más odiaba su hermano.
-Lo siento no estaba mirando por donde caminaba- dijo con una reverencia.
-No importa ¿estás bien?- en la voz del muchacho se notaba algo de nerviosismo.
-Si muchas gracias, discúlpeme debo irme- respondió inocentemente.
Katsuya se quedo mirándola, al parecer le estaba empezando a gustar la hermana de Kaiba. Se quedó pensando un buen rato, la belleza de Kikyou era inmensa pero al mismo tiempo era agobiante.
-¿Cómo Kaiba se merece una persona tan dulce y hermosa como ella?- pensaba celoso el joven. Y de este modo se marchó a su aula.
Por otro lado Kaiba se dirigía a su trabajo para finiquitar todos detalles de su plan para conseguir el último de los ojos azules, cada vez que lo pensaba más determinado estaba, por lo tanto esta vez no habría errores. Al llegar a la puerta de su oficina, llamó a su secretaria y le dijo:
-Dígale a los de la sección de juegos, que preparen un campo, ya que tendré un duelo, también cancela todas las actividades que tengo durante la tarde ¿entendido?- dijo rigurosamente.
-Así será Señor Kaiba-.
-Bien, no quiero que nadie me moleste durante la mañana y sólo recibiré llamadas muy urgentes. Debo concentrarme en el duelo, bueno eso es todo vuelva a su puesto- y así lo hizo.
Kaiba ingresó a su oficina, se sentó en su sillón, sacó su baraja y comenzó a su carta más preciada.
-Pronto tendré el último de estos y mi baraja será invencible- pensaba confiadamente.- Jajajajaja.
A la hora del almuerzo Kikyou fue a comer con su amiga, ya que su hermano no estaba. Fue a la cafetería donde se encontraba Ayame comiendo tranquilamente, al notarla la llamó para que se sentara a su lado.
-¿Por qué el joven Kaiba no asistió a la escuela?- inquirió Ayame.
-Dijo que tenía trabajo por hacer- murmuró.
-¿En serio?-.
-Si Ayame ¿por qué lo dices?- preguntó un poco molesta.
-No lo sé, tal vez porque iba a ver a alguien- Kikyou se sonrojó furiosamente.
-¡¿Quéeeeeeee?!- preguntó inquietamente.
-Tranquilízate era sólo una broma, no tienes por qué alterarte-.
-Ohhh....lo siento, no sé que me paso-.Ayame estaba casi segura que su amiga tenía un secreto que no le había dicho.
-Kikyou ¿podemos hablar en un lugar más privado?-.
-¿Por qué?- preguntó curiosamente.
-Necesito saber algo importante de ti-.
-Oh....está bien-.
De este modo ambas marcharon a un lugar cerca del gimnasio, así nadie escucharía lo que Ayame tenía que decirle. Ella había estado sospechando de Kikyou, pues ella siempre actuaba de manera extraña cuando estaba o hablaban de su hermano y al parecer no se comportaba como una hermana “normal”, ya era hora de conseguir algunas respuestas. Al llegar, Ayame se aseguró que no estuviera nadie cerca, entonces le dijo:
-Sabes Kikyou cuando te veo con tu hermano, veo algo en ti que sólo veo en un tipo de persona ¿sabes a que me refiero?- preguntó Ayame.
-No, no sé Ayame ¿qué ves?- respondió ingenuamente.
-Estás enamorada de tu hermano ¿verdad?- Kikyou no pudo responder a la aseveración de su amiga, siempre pensó que por ser hermanos nadie la descubriría. La hermana de Kaiba asintió ligeramente y mantuvo la cabeza gacha.
-¿Y ustedes no son realmente hermanos?- Kikyou asintió de nuevo.- Está bien no tienes por qué sentirte avergonzada de eso, pero ¿por qué?-.
-Él siempre ha sido amable y cariñoso conmigo, me ha protegido y cuidado desde el primer día que nos conocimos. Es por todo esto y más que yo lo amo con todo mi ser, y lo que más quiero en la vida es que me ame de la misma manera que yo lo amo- declaró anheladamente.
-Ya veo ¿y por qué no le dices?-.
-Porque él sólo me ve como su hermana pequeña y eso me entristece cada vez más- dijo Kikyou mientras las lagrimas caían por sus mejilla.
Ayame la abrazó, se sentía triste por lo que Kikyou estaba pasando: estaba sufriendo enormemente por un amor al parecer no correspondido, un amor vetado por la sociedad y más aun que la persona que ella más amaba no se daba cuenta de los sentimientos de Kikyou. Tenía que persuadir a Kikyou para que le confiese su amor.
-Amiga debes decírselo- declaró Ayame.
-No puedo hacerlo, no puedo por......-.
-Si tu hermano te quiere tanto como tu me lo dices, él no te romperá el corazón- interrumpió Ayame.-Eso te lo puedo asegurar-.
-¿En verdad lo crees?-.
-¿Tu crees que tu hermano te va a romper el corazón, si tú eres lo más importante que él tiene? Tal vez también te ama de la misma forma- dijo consoladoramente.
-No lo creo, lo conosco muy bien ya me lo hubiera dicho-.
-Puede ser pero debes decírselo-.
-Está bien, se lo diré hoy día mismo-.
-Te deseo toda la suerte mundo Kikyou-.
-Muchas gracias Ayame- dijo con una reverencia.
-No hay de que, para qué están las amigas- dijo alegremente.-Ya es tiempo de volver a la clase-.
-Si-
Asimismo ambas marcharon al salón, Kikyou se sintió muy agradecida por tener una amiga tan bueno como Ayame, ahora debía ser fuerte y declararle su amor a Seto. Por otro lado, Ayame tenía una mezcla de sentimientos, ya que también le gustaba Kaiba pero al mismo tiempo sentía felicidad por haber ayudado a su mejor amiga, por lo tanto ella sacrificó a la persona que le gustaba por el bienestar de Kikyou.
Al unas calles de la escuela se encontraba la tienda de carta del abuelo de Yugi Motou, adentro estaba él limpiando el piso. De pronto el sonido de la campana de la puerta sonó.
-Buenas tardes ¿puedo ayudarles?- preguntó amablemente.
-Si, el señor Kaiba desea verlo inmediatamente en su oficina- respondió un señor bastante bajo.
-¿Y si me niego?-.
-Me temo que debo insistir- declaró seriamente el hombre de Kaiba.
Al finalizar la escuela, Kikyou rápidamente salió del salón para ir a la oficina de Seto. Al no encontrarla se dedicó a esperarla, en ese momento pasó Yugi y sus amigos, quienes tenían en mente ir a la casa del abuelo para ver y jugar duelo de monstruo y seguir con el entrenamiento de Katsuya. Vieron a Kikyou y Yugi la saludó amablemente.
-Buenas tardes Yugi y a todos- respondió dulcemente.
Katsuya no podía dejar de mirarla, cada vez Kikyou lo atraía más y tenía muchos deseos de ser su amiga para posteriormente ser algo más. Sin embargo, tenía claro que Kaiba no permitiría jamás que su hermanita estuviera con él, por lo tanto debía ingeniárselas para poder estar con Kikyou. Sin embargo ella tenía otras cosas en mente.
-Que tengas un buen día Kikyou-.
-Ustedes también-
Y así ellos partieron a la tienda de cartas, Yugi notó que su amigo Katsuya estaba muy callado y tranquilo y eso no era normal en él.
-Katsuya- llamó Yugi pero sin obtener respuesta.-¡Katsuya!-
-Eeeeehhhhh.....¿qué pasa Yugi?- dijo sorprendido.
-¿Estás bien?-.
-Si ¿por qué lo dices?-.
-Has estado muy distraído toda la mañana, al parecer hay algo que te está molestando-.
-No es nada, en serio- dijo perturbadamente.
-¿En serio?- preguntaron en unísono sus amigos.
-¡Ya les dije que si!- respondió irritadamente.- Oye Yugi ya llegamos a la tienda.
Todos menos Katsuya corrieron para allá, él sólo dio suspiro de alivio ya que por poco y lo descubrían.
Al entrar, Yugi se dio cuenta que su abuelo no estaba. Se preocupó, el abuelo nunca hacía eso y menos dejando la puerta abierta. De pronto el teléfono sonó y Yugi lo contestó.
-Hola Yugi- dijo la voz.
-¡Kaiba!-.respondió Yugi.
-Si quieres saber donde está tu abuelo, está aquí pero parece que no siente bien ¿por qué no lo vienes a buscar?- preguntó fríamente.
-¡Qué le has hecho Kaiba! Te juro que si......- dijo alterado Yugi.
-Calma nosotros sólo estábamos teniendo un duelo, de repente se empezó a sentir mal- respondió con cruledad.
Yugi colgó y avivadamente salió corriendo hacia Kaiba Corp.
Por otro lado Kikyou esperaba la limusina pacientemente, ya llevaba como media hora cuando al fin apareció. El chofer se disculpó diciendo que él tráfico era horrible y por eso de tardó tanto en llegar. Kikyou se subió a la limusina y le pidió al chofer que fuera a Kaiba Corp, ya que quería ver a su hermano, y el chofer le contestó.
-El señor Kaiba está teniendo un duelo-.
-Pero ¿con quién?- preguntó sorprendida.
-No lo sé, al parecer ha estado allí un buen rato-.
Kikyou sabía que su hermano iba ganar, no obstante era extraño que Seto no le haya dicho de esto. Por otro lado pensó que tal vez era un duelista que apareció de repente y que quería desafiar a su hermano. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el chofer, ya habían llegado a Kaiba Corp, la muchacha salió rápidamente de la limusina y se dirigió a la arena de duelos. Cuando llegó vio que su hermano estaba jugando con Yugi Motou, pero este era más alto y con una mirada más fría. También vio que Seto tenía los tres dragones de ojos azules en el campo y al parecer el contrincante estaba perdido.
-Oni-chan- gritó felizmente.
-Ah.. Kikyou- respondió del mismo modo- Que bueno que estás aquí, llegaste justo a tiempo para observar mi victoria-.
-¡Que bien! Te felicito Onichsan- declaró animosamente.
-Bien Yugi, termino mi turno-.
-No creas que por qué tienes esos dragones vas a ganar- dijo Yami-Yugi sacando una carta, cuando la vio se sintió muy eufórico.- Kaiba al parecer la victoria es mía.
-¿Cómo puedes decir eso? No tienes ningún monstruo que pueda destruir a mis dragones-.
-¿Qué me dices de este? ¡Exodia el Prohibido yo te convoco!-.
-No puede ser, pero cómo- dijo atónito Kaiba.
-¡Ahora Exodia manifiéstate!- gritó aguerridamente.
-¡Noooooooooooo!-.
-¡Oni-san!- gritó mientras el monstruo de Yugi acaba con los dragones de Kaiba.
Kaiba quedó paralizado, jamás había perdido un duelo desde que había empezado a jugar. Ahora un principiante le había ganado y consecuentemente su reputación de duelista número 1 había acabado. Kikyou apresuradamente corrió al lado de su hermano, también sintió el golpe de la derrota y en ese momento su corazón se rompió al verlo en semejante estado.
-Oni-chan ¿estás bien?- su hermano no respondió, estaba perdido en sí mismo.
La muchacha lo llamaba insistentemente, pero no recibía respuesta alguna. Yugi y Katsuya se acercaron a preguntar si Kaiba iba estar bien, sin embargo Kikyou les pidió que se marcharan, ya que no era una buena idea que se quedaran. Sin ninguna queja ambos se fueron y dejaron a Kikyou para que se encargara de la situación.
Unos minutos más tarde, Kaiba reaccionó. Parecía distinto: sus ojos ya no mostraban orgullo y su semblante mostraba sólo tranquilidad, sin embargo parecía estar perdido y confundido. Lentamente de dirigió a hacia el ascensor y su hermana lo siguió para ver si estaba bien.
-Kikyou por favor ve casa, yo estaré aquí un rato más- murmuró Kaiba.
-Pero Oni-san....-.
-¡Obedece!- ordenó fríamente.
-Está bien- respondió atónita.
Ya que Kikyou no quería seguir alterando a su hermano, obedeció y salió de la arena para tomar la limusina. Ya adentro comenzó a llorar, le había destruido el espíritu a Seto, por lo tanto jamás sería el mismo, ella quería consolarlo pero él prefirió estar solo y meditar sobre todo esto. Lo único que podía hacer era esperar que su hermano se recuperara para así continuar con sus vidas y por último confesarle sus sentimientos a él.
Al llegar a su casa, ella quiso ir al jardín a relajarse. Todavía no acababa de llorar, la pena de ver a su amado destruido la consumía y más el recuerdo de verlo perdido y confundido. La vista de los árboles de cerezo calmaba un poco su agonía, sin embargo sería difícil olvidar aquella triste experiencia.
-Oni-chan por favor recupérate pronto-.
Después de un rato, Kikyou se dirigió a su habitación, primero preguntó si había noticias de su hermano sin embargo le dijeron que él no recibiría ninguna llamada hasta nuevo aviso. Esto la entristeció más, ya que se notaba un profundo cambio en Seto. Ministras estaba en su cama tomó el collar que tenía y abrió, allí estaba su hermano mostrando una sonrisa una de las pocas que abiertamente mostraba. Sus lágrimas volvieron a sus ojos, el recuerdo de un feliz pero difícil momento la hizo llorar. Más tarde se quedó dormida.
Alrededor de las 11:30 de la noche Kaiba apareció en la mansión, parecía muy cansado, serio y con un aspecto de una hombre de 50 años. Sin hablar con nadie se dirigió a su habitación, sin embargo se detuvo en la puerta de la habitación de Kikyou. Se sentía mal por haberle gritado y no tenía excusa por eso, entró y vio que su hermana estaba durmiendo tranquilamente, pero todavía estaba vestida. Entonces el la tomó en sus brazos y la metió en la cama, beso su mejilla y le dijo.
-Perdóname hermana, pero lo que haré es lo mejor. Adiós, no debes saber donde fui pero volveré, te lo prometo-.
En ese momento escribió una carta y salió de ahí. Lo estaba esperando una limusina que lo llevaría al hangar de su compañía, planeaba hacer un largo viaje para meditar y reestructurar si vida.