Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ Not Gonna get Us ❯ Chapy 2 ( Chapter 2 )
-¡TIRENSEN AL SUELO AHORA!-gritó uno, mientras los otros, junto con él apuntaban a Bakura y Ryo.
-Un reto. Me fascinan los retos.-desafió Bakura.
-¡¿QUÉ NO OYERON!?
-¡CLARO QUE SI HUMANO ESTÚPIDO!
Con este insulto, comenzó a disparar, y los demás lo imitaron, sólo para darse cuenta que los chicos desaparecieron y comenzaban a matarse mutuamente. El líder gritó que se detuvieran, y todos lo hicieron.
Apagaron las luces. Un grave error.
Bakura se hizo visible y comenzó a matar a cada uno de los policías que se encontraban allí, con una metralleta. Hizo explotar todas las patrullas, mientras que se excitaba con el olor a muerte mezclado con los gritos de agonía de los hombres.
Bakura reía y reía disfrutando todo su momento.
-Ayer a la madrugada, hubo un gran tiroteo entre todos los policías de la estación N° 4 del distrito de Tokio...
-Todavía nuestra ciudad se sigue llamando Tokio...-murmuró Ryo.
-Aquí pueden ver la masacre que se efectuó ayer a la madrugada.-la reportera se hizo a un lado dejando que la cámara filmara.-Pueden observar aquí que las patrullas están totalmente calcinadas, junto con los cuerpos quemados de los oficiales...
Bakura miraba las noticias con Ryo mientras comían su desayuno. Luego de que la reportera terminó de hablar, el espíritu cambió de canal unas veces antes de apagarla. Terminaron su desayuno y se quedaron acostados en la cama unos minutos más antes de salir del hotel y caminar un poco.
Fueron a varias tiendas de ropa, para cambiar un poco las vestimentas de jean, remera a rayas y camisa.
Ryo salió del vestidor con una remera de un color simple color negro sin mangas, un pantalón de cuero negro y una chaqueta blanca. Bakura lo miró y negó con la cabeza.
-¿No te gusta?
-Se vería bien en mi. El negro me asienta bien, pero a ti no. Busca colores alegres para ti, pequeño. Puedes usar negro en alguna prenda. No en todas. Quítate el conjunto. Me lo probaré yo.
-Como quieras.-se volvió y comenzó a quitarse la ropa.-Pero me justa la chaqueta blanca.
-Esa si te va bien. Busca algo con que combinarla. El blanco va con cualquier color.
-¿Desde cuando sabes tanto de moda?
-Mmm...Digamos que Marik me dio algunos consejos, igual que el estúpido Faraón.
-Comprendo.
El menor salió y le entregó las ropas a su espíritu, que entró en el vestidor.
Luego de unos minutos, salió vestido con las ropas negras.
Ryo se quedó mirando a Bakura un muy buen rato. Los pantalones de cuero ajustaban sus piernas y moldeaban muy bien su trasero. La remera sin mangas negra era muy suelta y al espíritu no le gustó. Le dijo a Ryo que buscara una más ajustada. Y así lo hizo. Cuando salió nuevamente con ropa totalmente ajustada, Ryo dejó escapar un suave silbido.
-¿Qué?
-Te ves...excelente...
-¿Moldea bien mi cuerpo?
-No sabes como te moldea el trasero...Se ve delicioso...Me lo comería en este instante...
-Entonces, creo que me las llevaré.-dijo sonriendo a Ryo.
Mientras su pequeño miraba algunas otras prendas, el espíritu se enfocó en algunas botas. Negras, por supuesto, para combinar, aunque algunas de color bordó muy oscuro no estarían tan mal. Las que se probó no le gustaban, así que sólo se llevó las ropas. Esperó sentado a Ryo, para que saliera.
-¿Qué no puedes deshacerte de los jeans?-gruñó el espíritu.
-No son jeans. Es cuero. Cuero celeste. Imita muy bien a vaquero, ¿Verdad?
El menor salió vistiendo un pantalón de cuero celeste y una camisa negra.
Bakura le hizo una seña para que girara y así poder ver su reverso. En esto, el antiguo ladrón soltó un gemido al estudiar el trasero de su pequeño. Le quedaba muy apetecible en ese pantalón.
-¿Y?-preguntó el menor impaciente.
-Te ves exquisito...
-¡Me las llevo!-dijo alegremente, mientras cerraba las cortinas.
Fueron hacía un bar cercano a la tienda de ropas para almorzar. Mientras comían, Yugi y Yami se les acercaron y se sentaron en la misma mesa que ellos.
-Hola.-dijeron al mismo tiempo los de tres colores de cabello.
-Hola.-respondieron los albinos.
-Vaya...Al fin se deshicieron de esas ropas...Ahora se ven mucho mejor en esas.-acotó Yugi, mirando detalladamente a los albinos.
-Gracias.-dijeron al mismo tiempo.
Los cuatro ordenaron y después de comer se quedaron charlando un buen rato, hasta las dos de la tarde. El cuarteto salió del bar y se despidieron, cada uno tomando un rumbo diferente.
Los albinos regresaron a su hotel, para descansar antes de ir a su cena y, después a la medianoche, a su caza nocturna, luego de cenar.
Preguntaron a la recepcionista cual era un buen restaurante y ella respondió "Faraón" (N/A: Ese nombre es de un bar que se encuentra cerca de mi casa) Ryo le agradeció y Bakura resopló al oír el nombre, mientras se dirigían hacía la puerta de salida.
Al llegar, un mesero los condujo hasta un salón privado, cómo pidió Bakura.
El hombre los guió hasta una puerta, para abrirla. En el interior de la habitación se encontraba un mesa para dos iluminada con dos velas. Ambos chicos se sentaron y, después de revisar la carta varias veces, ordenaron.
Bakura pidió como bebida el mejor vino tinto que tuvieran, y que después le trajera la cuenta.
Cuando el hombre se fue, Bakura se inclinó y besó a Ryo en los labios dulcemente. Al separarse, volvió a su asiento, mirando a su amado por entre la luz tenue y suave de las velas. El espíritu veía cómo las llamas brillaban en los ojos café de su pequeño, en la piel de porcelana, y cómo las sombras jugaban en las curvas de sus labios.
-Te ves hermoso...-murmuró dulcemente Bakura.
-Tu igual, `Kura...-respondió Ryo, sonrojándose levemente.
El mesero entró con una bandeja en ambas manos, y en una de ellas una botella. Colocó las bandejas sobre un mesa que los albinos no percibieron y con un tirabuzón (N/A: O saca-corchos), abrió lentamente la botella, sirviendo en cada copa el líquido carmesí oscuro, hasta la mitad. Dejó la botella en la mesa y sirvió los platos, junto con la cuenta, que Bakura pagó.
El hombre le dio las gracias y se retiró.
-Me es extraño...-dijo Ryo, mirando el vino a través de las llamas de las velas.
-¿Qué cosa, pequeño?
Ambos ya habían terminado de cenar. Los platos se encontraban apilados junto con los cubiertos. Los dos albinos se estaban dedicando a vaciar la botella, que hasta ahora, llevaban la mitad.
-Vivir en otra época...Mil años...dormidos dentro de un árbol...Luego despertar, y encontrarte otra ciudad diferente...
-Si...Es cierto...Algo extraño...Pero al menos estamos juntos. Eso es lo que me importa.
-¿A dónde irás hoy?-preguntó Ryo, mirando a Bakura cómo bebía su copa de un trago.
-¿Qué tal si hacemos conmoción en el hotel, hum? Sería divertido.
-Bueno. ¿A quién?
-A uno que ya está en la mira de mi cuchillo...-dijo mirando cómo Ryo lentamente se desabrochaba los botones, muy lentamente.
-¿Quién?-insistió, mientras sus dedos quitaban los botones de la camisa, y dejaba ver el pezón izquierdo de él.
-El que se encuentra a dos cuartos de nosotros...-decía Bakura impaciente por deslizar sus dedos por el pecho de Ryo.
-Ahhh...-dijo divertidamente el menor, mientras su propia mano recorría su abdomen desnudo, jugando con sus pezones, mientras gemía muy bajo.
-Aquí no. Quiero hacerlo después de nuestra caza.-advirtió Bakura.
-¿Ni siquiera un poco ahora?-dijo sensualmente el menor.
-Bueno, un poco no mata a nadie...-dijo Bakura, terminando el último sorbo de la botella.
Una silueta se deslizó por la ventana del cuarto del Ministro de Relaciones
Públicas. Se acercó a la cama dónde él y su esposa dormían plácidamente sin ser molestados, hasta ahora. La silueta negra comenzó a caminar lentamente hacía la cama, sacando del bolsillo un cuchillo que brilló ante la luz que entraba de la ventana.
Se detuvo al lado del hombre...Tapó suave pero fuertemente la boca del hombre, para evitar que gritara...
Alzó su mano, y el cuchillo se hundió en la carne de su pecho.
El ministro abrió sus ojos en pánico, mirando los ojos de Bakura y su risa de satisfacción, para volver a cerrarlos y dejar de respirar.
Un quejido llamó la atención del espíritu.
Se dirigió hasta una puerta entre abierta, para descubrir a dos niños no más de 10 años recostados en una misma cama. Rió por lo bajo y regresó hacía el cuerpo, para sacar el cuchillo.
La sangre comenzó a gotear, manchando la alfombra elegante que se extendía debajo de sus pies.
Entró en la habitación y miró a los dos niños. Uno era más grande que el otro.
A Bakura le dio igual. Tomando del cuello de las ropas del más chico, que se despertó por la sacudida repentina. Sus ojos se llenaron de lagrimas al ver los ojos asesinos del espíritu...
El albino hundió el cuchillo en el pecho de este, y lo recostó suavemente en la cama, para evitar que el mayor se despertara, aunque ya no lo volvería a hacer.
Rió nuevamente, y continuó con su siguiente víctima...
-¡OH DIOS MÍO NO!-gritó la mucama al entrar a la alcoba.
Corrió escaleras abaja, para avisar al guardia y al dueño del hotel.
En la alcoba, yacían cuatro cuerpos ensangrentados y sin vida, pero yacían tan placidamente, que parecía que estuvieran durmiendo.
Bakura, antes de recostarse de nuevo junto a su pequeño, miró un pequeño dispositivo.
20.
-Muh...Aún me faltan muchas más...-gruñó.
-Una tragedia sucedió ayer durante la noche. El Ministro de Relaciones Públicas, junto con su familia que se hospedaba en el Hotel Paris, fueron asesinados en su propia habitación de este lujoso hotel...
-Hiciste muy bien el trabajo...-murmuró sensualmente Ryo, aún desnudo,
cubierto con las sábanas, mientras que Bakura lo mantenía recostado en su pecho, desnudo también.
-Si...Demasiado bien...Lo que más me agradó, fue ver los ojos de ese niño pequeño antes de que lo matara. Fue una sensación tan hermosa...
-¿En serio?
-Bueno, no tan hermosa cómo la de estar dentro de ti, pequeño.
-Humm...¿Qué haremos ahora?
-Esperaremos una a que pase una semana, y luego nos cambiaremos de hotel. Quiero ir a uno que se llama...Creo que se llama, las Galerías de Egipto...Me gustaría verlo...
-¿Quieres echar un vistazo hoy?
-No...Creo que iremos un día antes de marcharnos. La policía investigará a todos los que están hospedados aquí. Es mejor no levantar sospechas.
-Si...Es verdad...-Ryo le arrebató con suavidad la copa que Bakura sostenía y bebió un poco de su contenido.
-¿Cuánto nos falta?
-Sólo 5 habitaciones más.
Dos detectives se dirigieron hacía la habitación N° 666. Se detuvieron para poder sacar un bolígrafo y un anotador.
-NA NA NA NA...¡Soy mejor que tú!
-¡CÁLLATE!
Los hombres se miraron y entraron.
Bakura se volvió, sólo vistiendo un par de jeans. Los detectives se miraron
nuevamente. Ryo salió desde atrás, vestido, mirando a los hombres.
-Oh! Lo sentimos. Debimos tocar antes de entrar.
-Se suponía que tenían que hacer eso.-respondió Bakura, sin ánimos. En la cama se veía un tablero de ajedrez, con casi todas las piezas blancas fuera del juego.-Mi hermano y yo estábamos jugando.
-¿Les importaría si les hiciéramos algunas preguntas?
-No, claro que no.
-¿Sabían de la estancia del Ministro?
-No hasta esta mañana en las noticias.-respondió Ryo.
-¿Son nuevos en la ciudad?
-Si.-respondió Bakura.
-Gracias. Si es así, no los molestaremos más.-dijo uno de los hombre, y ambos se retiraron.
Los dos albinos sonrieron de satisfacción y continuaron con el partido de ajedrez pendiente.
La melodía del celular de Marik comenzó a sonar. Este se giró, y lo tomó de la mesita de luz.
-¿Diga?
-¿Durmiendo?-dijo una voz femenina.
-¡Es sorprendente!-dijo Ryo.
-Si...Mucho mejor que el Hotel París, ¿Verdad?-dijo Bakura, mirando la cara de felicidad de su amado.
-Es grande---¡Mira la fuente!-dijo señalando la enorme estructura, con forma de cascada.-¡Es bellísima!
-Definitivamente es mucho más lindo que el Hotel París.
-¡Ya quiero verlo!-dijo emocionado Ryo.
-Hay que esperar. Todavía no pasa la semana.
-Pero, los detectives dijeron que ya no nos molestarían.
-Resultaría sospechoso si, después de los asesinatos, una pareja de chicos se cambiara de hotel a otro.-explicó Bakura.
-Uh...
-Si, si...¡TE DIJE QUE YA LO SABEMOS!-gritó Marik por el celular, despertando a Malik.-Lo siento hikari.
-¿Se puede saber con quién demonios estás hablando?-preguntó Malik, enojado.
-Con...¡TE DIJE QUE YA LO SABEMOS! ¿¡SOS SORDA!?
-Uhmmm...Quiero verlo...-dijo Ryo, con un tono de niñez.
-Mi ángel, ya no eres un niño.
-`Kura...
-Bueno. Tu ganas. Pero...-dijo guiñando el ojo.-Sólo un vistazo.