Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ Not Gonna get Us ❯ Chappy 6 ( Chapter 6 )

[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]

-¡OWWWW! ¡DUEEEELEEEE!-se quejó Bakura mientras Yami le colocaba una bolsa con hielo.

-Deja de quejarte. Toma.-dijo mientras con la bolsa golpeaba la cabeza de

Bakura, haciendo que este dijera unas cuantas maldiciones, mientras que Yami se reía burlonamente.

-Al menos logramos escapar.-dijo Samanta, mientras le entregaba a cada uno un vaso con gaseosa.-¡Tuvimos suerte! ¡Y mucha suerte! Malik, hora de tu vacuna.

-¡NOOOOOOOO! T_T ¡Me va a doler!-dijo mientras se escondía detrás de su Yami.-Yami, decile que no. No quiero. Me va doler muchio...

-Si no te pone las vacunas, empeorarás, y no quiero que te enfermes.-respondió Marik, mientras empujaba a su hikari hacía Samanta.

-Por cierto...¿Quién eres tú, Samanta?-preguntó Bakura, tomando un sorbo de su gaseosa.

-¡IIIIIII! ¡Lo olvidé! Yo soy un demonio. Una de las amigas de Dreigon. O, cómo nosotras la llamamos para molestarla. ¡DRIGI!

-Mi hermana ya está muerta. Reencarnó en un humano hace mil años, ahora debe estar en el otro mundo-dijo Yami, bajando la cabeza, mientras que Yugi lo abrazaba fuertemente.

-En realidad, yo también soy un demonio.-la pantalla de la computadora se encendió, dejando ver la imagen de Dreigon.

-¡¡¡DRIGI!!!-gritó felizmente Samanta.

-¡¡¡SAMUTIS!!!-respondió Dreigon con una venita en su frente.

-¡Tranquilas! ¡OWWWW!-gritó Malik, al sentir cómo Ryo le daba la inyección en el brazo derecho.-¡¡¡ME DOLIÓ!!! T_T

-¡¿Hermana!?-dijo Yami sorprendido, mientras se acercaba a la pantalla.

-MMMM....¡¡¡YAMI!!! ¡No sabes cuanto te extrañé, hermanito!

-Pero es imposible...-dijo mientras las lagrimas caían por su rostro.

-Ohhhhiiii....No llores, Yamsito....(N/A: Apodo afectivo de hermanos. ^^) Lamento no habértelo dicho antes. Te estuve guardando este secreto mucho tiempo. No creo que me perdones.

-¿Qué?-preguntó incrédulo el antiguo Faraón.

-Pues, verás...Tus padres no lograban tener a su heredero. Yo hace 5000 años era un pequeño demonio. Aunque pequeño, tenía grandes poderes. Tu madre me encontró llorando a las orillas del río. Me había roto un ala, y me dolía mucho. Ella me llevó al palacio, y ganó cariño hacía mi, como yo hacía ella. Convenció a tu padre de que me tomaran cómo hija adoptiva y sucesora del trono. Yo no me opuse. No tenía familia ni amigos.-se detuvo mirando la cara de Yami, mezclada con odio, tristeza, confusión y rencor.-Cinco años después, naciste tú, mi hermanito. No sabía que irían a hacer conmigo. Me llevé una gran sorpresa, al recibir las noticias de que me quedaría en la familia real. Tu serías el sucesor, no yo, pero permanecería como hermana mayor.-una lagrima rodó por su mejilla, y ella la apartó.-Lo siento Yami. Lo siento por no habértelo dicho antes.

-¡¿Dónde te encuentras ahora?!-gritó el espíritu, mientras apoyaba con

brusquedad sus manos sobre el tablero de control.

-En Egipto. Quiero que ustedes seis lleguen acá sanos y salvos. Samanta y Megumi les serán de ayuda para ir hasta el aeropuerto.

-¿Megumi?-dijo Bakura confundido.

-¿Qué así no se llamaba la recepcionista del Hotel París?-dijo Ryo a su espíritu.

-Ahhhh...¡¡¡ENTONCES YA CONOCEN A MEGUMI-CHAN!!!

-¡¡¡¿¿PUEDES DEJAR DE PONERNOS DIMINUTIVOS!!!??-gritó Dreigon enfadada del otro lado de la línea. (N/A: Más bien decir, ¡Del otro lado del mundo!)

-*Gotita de sudor* Si, bueno...Cómo quieras....-un trueno se escuchó retumbar por toda la sala.-¡¡¡¡NOOOOO!!!!-dijo mientras la señal de

Dreigon se empezaba a borronearse.-¡¡Tormenta eléctrica!! ¡¡Interfiere con la transmisión!!

-¡Hermana!-gritó Yami mientras colocaba ambas manos en la pantalla.

-No te preocupes, Yamisito. Estás aquí en lo que canta un gall---la transmisión se cortó, dejando a Yami con lagrimas rodando por todo su rostro.

-¡¡MALDITA TORMENTA!!-gritó furioso antes de dejarse caer de rodillas al suelo.

-¡¡¡¿¿¿QUIEREN CALLARSE MALDITOS!!!???-gritó Bakura desde su habitación.

Ryo despertó y se ruborizó bastante. De la habitación continúa llegaban varios sonidos, que ha Ryo le causaron que se sonrojara más fuerte. Marik y Malik se encontraban....Bueno, en una cama, sin ropas, haciendo vaya que cosas esos dos.

-Creo que no deberíamos interrumpirlo, `Kura.-dijo nerviosamente Ryo.

-¡¿Y dejar que nos arruinen la noche?! ¡¡Claro que no!!

-¡Bakura sólo acuéstate conmigo y verás cómo vas a dormir de maravilla!-le gritó el menor a su espíritu.

Este se le quedó viendo, con algunas gotitas en su rostro. Luego el menor se dio cuenta.

Lo que dijo sonó tan mal....

-Mmm...Ryo....Noohhh...Sabía que eraaaahhhsss....tan...atrevidoooooh....-gimió Malik al sentir cómo Marik entraban en él.

-Yo...bueno...no quise decir ESO....Quise decir....-dijo avergonzado el menor, mientras jugaba con sus dedos índices y se ponía rojo.

-Si ya lo sé...Tratemos de dormir.-dijo Bakura mientras lo recostaba sobre él.

-Hum...-Ryo se había puesto totalmente rojo.

-¿Qué?

-¿Quieres dormir así?

-¿Por qué? ¿Algún problema?-dijo mientras recostaba a Ryo en su pecho.

El menor negó con la cabeza, y cayó en un sueño profundo.

Al la mañana siguiente, todos se encontraban desayunando en una misma mesa. Marik y Bakura miraban a Yami con miradas asesinas mientras comían y este se las devolvía mientras comía.

Pero pronto se sintieron demasiado cansados...

Los espíritus comenzaron a respirar con gran dificultad, mientras que su visión se hacía borrosa y un dolor en el pecho los atacaba. Los otros tres recostaron a cada uno de ellos sobre el suelo, tapándolos y colocando unas toallas húmedas sobre sus frentes hirviendo.

Samanta trataba desesperadamente de contactarse con Dreigon. Movía sus manos y dedos rápidamente sobre el tablero de control, con una gotita en la cabeza, ignorando cuál de todos era el correcto.

Finalmente le acertó y Dreigon apareció en línea, preguntando que

ocurría.

-¡Pues verás! ¡Los espíritus han decaído bruscamente! ¡Tienen fiebre, dolor en el pecho, no pueden ver con claridad y respiran con dificultad! ¿Qué es lo que les ocurre Dreigon?-respondió frenéticamente Samanta.

-Lo que ocurre, es que los espíritus necesitan volver a los artículos del milenio...-ante la respuesta, a los hikaris le salieron línitas azules.-Debo suponer que Yugi, Malik y Ryo los tienen, ¿Verdad muchachos?

-Nop...-dijeron a la vez.

-Ah! Que...¡¡¡¿¿¿QUÉ DEMONIOS DIJERON!!!???-gritó perpleja Dreigon, tomando el visor de su computadora a punto de romperlo por la rabia.-¡¡¡¡IDIOTAS!!!! ¡¡¿¿SE PUEDE SABER EN EL NOMBRE DE OSIRIS DÓNDE &%$@#/ LOS DEJARON!!?? (N/A: Que boquita...¬¬' Igualita a mi ^^')-preguntó más histérica de lo que estaba.

-Supongo que deben seguir dentro de los árboles dónde habíamos dormido.-respondió tímidamente Yugi.

-¡¡¿¿PUES QUE ESTAN ESPERANDO!!?? ¡¡¡VAYAN DE INMEDIATO ANTES DE QUE SUS ESPÍRITUS DESAPAREZCAN PARA SIEMPRE!!! ¡¡¡Y SI ESO LLEGA A SUCEDER....JAMÁS SE LOS PERDONARÉ!!!-dicho esto, la transmisión se cortó.

Todos se encontraban con linitas azules en el rostro, por la reacción de Dreigon, incluso los espíritus.

-Era mejor que no la hiciesen enojar...-dijo Yami con voz temblorosa.

-Mejor descansen. Debemos acordarnos en que parte del endemoniado árbol dejamos los artículos.-dijo Malik un tanto enojado.

Los tres corrían alocadamente, con sus motocicletas tratando de llegar lo más rápido posible al cementerio.

Al llegar, se dirigieron a los árboles dónde habían dormido. Cada uno entró en las plantas, y comenzaron a buscar. Yugi y Malik salieron con sus artículos un poco opacados por tantos años.

Ryo seguía buscando incesantemente, sin resultados.

-¿Qué estas buscando, hijo?-preguntó la planta a Ryo.

-¡AHHH! ¡¡¿¿Puedes hablar??!!-dijo sorprendido y asustado.

-Si, claro que puedo. Los árboles sagrados tenemos magia, y podemos hablar en cualquier lenguaje. Ahora dime, ¿Qué buscas?

-Mi...mi sortija...

-Ah...¿Dices del amuleto mágico que llevabas tú y tú espíritu al entrar aquí?

-Si, ese mismo.

-Lo lamento, hijo, pero sus poderes me estaban haciendo mal, y tuve que expulsarlo afuera. Unos humanos lo encontraron y oí que se lo había llevado al museo.

-Oh no...Esto no me puede estar pasando a mi, no a mi...

-Si quieres puedo ayudar, hijo. Puedo recrear una copia exacta de tu amuleto. Mientras que con cuidado tomas el verdadero, colocas a la copia en lugar del verdadero.

-Es muy amable de su parte, señor.

-No es nada, hijo. Ahora, ve afuera y encontrarás a la copia.

Ryo salió del árbol y encontró la falsa entre unos arbustos. Era exactamente igual a la suya, sólo que la falsa, no poseía magia.

Un momento...

¿Cómo se supone que identificaría a la falsa de la verdadera?

-Hum...¿Señor?

-¿Ocurre algo?-preguntó la planta.

-¿Cómo podré distinguirlas?

-Eso es fácil, hijo. Cuando tienes la verdadera en tus manos, puedes sentir la energía fluyendo en tu cuerpo, mas la falsa, no.

-Gracias, señor. Usted es de mucha ayuda en estos casos.

-Puedo hacer muchas más cosas de las que te imaginas, hijo. Puedo transformarme en un humano y si quieres, puedo ayudarte en recuperar tu amuleto.

-¡Eso sería estupendo, señor!

-Muy bien, te sugiero que te apartes.

-Así lo haré.

Samanta retiró las toallas de las frentes de los espíritus y las volvió a humedecer. La fiebre no bajaba, seguía subiendo lentamente. Megumi arribó al lugar para ayudar a su compañera y aliviar a los espíritus.

Ya habían pasado más de dos horas desde que los hikaris se marcharon, y los espíritus comenzaban a desvanecerse.

Megumi los mantenía con vida dándole a cada uno un poco de su energía, pero sabía que sin los artículos, no sobrevivirán más de tres días.

-¿Es usted, señor?

-¿Acaso no lo parezco?-dijo el árbol.

-No...

La planta se transformó en una vivida imagen de Ryo, sólo que con el cabello y ojos verdes. El menor parpadeó unas cuantas veces, y ambos decidieron ir en busca de Yugi y Malik.

Al hallarlos, el moreno y el más chico, parpadearon varias veces y se frotaron los ojos, pensando que era una ilusión. El albino les explicó la situación, y los cuatro fueron en camino hacía el museo, que era uno de los edificios más grandes de la ciudad, a parte de la Torre de Tokio.

Los cuatro saltaban de un edificio a otro, hasta llegar a la azotea del museo. El árbol le entregó a Ryo una pequeña abeja con una cámara en miniatura, para poder recorrer el museo con facilidad y ubicar la sortija.

Abrieron las ventanas del techo y dejaron volar a la pequeña abejita.

El insecto comenzó a volar, haciendo un pequeño y casi inaudible zumbido. Recorrió todos los corredores, y se encontró con una exposición del Egipto. Se metió por los corredores, y encontró en una vitrina, la sortija, sobre un hermoso almohadón escarlata. La abejita regresó a su lugar de origen, y los cuatro comenzaron a idear un plan.

Malik comenzó a husmear en cada una de las ventanillas esperando encontrar la que diera a la exposición de Egipto. Al hallarla, dio una exclamación de alegría, y atrajo la atención de todos.

Volvieron a dejar a la abejita dentro del museo para que verificara si había algunas alarmas colocadas alrededor de la vitrina.

Ryo comenzó a descender por una cuerda hasta llegar y tocar el suelo.

El pequeño insecto revoloteó alrededor de la cabeza de Ryo y este lo

siguió cuando se alejó de él.

Encontró su sortija en la vitrina.

-Se ve tan hermosa allí...

-¡Ryo! No hables tan fuerte.-le advirtió el árbol.

Con cuidado, Ryo y la abejita comenzaron a sacar la vitrina, y cuidándose de las alarmas que pudiera haber en ella.

Una vez que quitaron la vitrina, debieron tener sumo cuidado con las alarmas que le hayan puesto a la sortija.

Tardaron fácilmente, una hora en desactivar cada una de las alarmas.

Ryo dio una exclamación de júbilo cuando terminaron y sostuvo en sus manos su sortija.

-¡Ryo! ¡Te dije que no hablaras tan fuerte!

-¿Por qué? ¿Acaso hay censores de ruido?-dijo alta y ruidosamente Ryo.

Unas alarmas comenzaron a sonar fuertemente, haciendo que la abejita se escondiera entre el cabello de Ryo.

-Tenías que preguntar...-le dijo Malik.

Antes de que pudiera salir de allí, ya se encontraba rodeado de oficiales apuntándole. "Ups..." Se dijo para sí el menor, pero de improvisto, la abejita salió de su cabello, y comenzó a lanzar pequeñas púas envenenadas.

-¡ARROJA EL ARMA AHORA!

-¡¿CÓMO QUIERE QUE LO HAGA SI NO TENGO NINGUNA!?-sabía que

mentía, puesto que la abejita le guiñó el ojo.

Así, el pequeño insecto terminó con todos los guardias. Ryo se lo agradeció, y ambos salieron del edificio, sólo para encontrarse con más problemas.