Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ Not Gonna get Us ❯ Chappy 7 ( Chapter 7 )

[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]

-Problemas, problemas, problemas....Esto es típico de mi espíritu, no de

mi...-se dijo Ryo, mientras trataba de buscar una salida entre tantos oficiales.

-Déjamelos a mi...Yo puedo con ellos...-dijo la pequeña abejita.

-Encima de todo ¡Hablas! Eres genial, abejita.

-Grachias...

El pequeño insecto comenzó a lanzar sus dardos envenenados, hacía los

guardias mientras que Ryo lograba escapar.

Llegó hasta un callejón sin salida, a la vez que era acorralado por los oficiales.

-Entréganos lo que robaste.

-Ohhh...Me atraparon...De acuerdo, lo haré.

Ryo les arrojó la sortija falsa, y tirando una granada de humo al suelo, desapareció de la vista de los oficiales.

-¿Dónde se fue?

-Al menos recuperamos el objeto.

Ryo volaba por el cielo nocturno, con unas hermosas alas de plumas blancas, mientras que su sortija tintineaba por el viento de la noche, frío y húmedo.

Llegó hasta el escondrijo, viendo cómo Malik, Yugi y el árbol se encontraban allí, esperándolo, incluso la abejita.

El pequeño insecto comenzó a revolotear alrededor de la cabeza del albino, dándole la bienvenida. Se acercó a su espíritu, y le colocó la sortija alrededor de su cuello.

Bakura comenzó a recuperar su cuerpo poco a poco, al igual que Yami y Marik.

-Su magia tardará solamente un día en regresar a su cuerpo.-dijo la planta.

-Muchas gracias, señor, por todo lo que ha hecho por mi.

-¡HEY!-gruñó la abejita.

-Cierto. A ti también, abejita.

-Si quieres puedes conservarla. Te ha tomado cariño. Te servirá para poder salir de muchas ocasiones como esta.

-¿De verdad, señor?

-Claro que si. Bueno, ahora debo irme. Fue un gusto conocerte, joven Ryo. Espero volver a verte.

-Lo mismo digo, señor.-la abejita se despidió de su antiguo amo, y este desapareció en una nube de humo.

Samanta se dirigió a la computadora y comenzó con la transmisión. Del otro lado de la línea, Ojos Azules Caricatura encendió el intercomunicador.

-¿Caricatura?

-Hay, ¡HOLA SAMANTA!-exclamó contento el dragón.-Espera, iré a buscar a Dreigon.

-¡Justo lo que quería!

Samanta le transmitió todo a Dreigon, y ella se alegró.

Bakura fue el primero en despertar de todos. Miró a su alrededor, y luego miró su cuerpo. Ya no se estaba desvaneciendo. Ya había recuperado todos sus poderes mágicos.

Se dirigió a la cocina, puesto que tenía mucha hambre. Allí encontró a Ryo, preparando el desayuno.

-¿Qué haces a estas horas despierto?

-Hola, `Kura. Buenos días. ¿Te sientes mejor?

-No has contestado la pregunta que te dije.

-¿Qué tiene de malo que prepare el desayuno?

-¡A las seis de la mañana!-gritó Bakura.

-Calla, espíritu. Despertarás a los otros.

-Con lo que me importa.

-Se ve que ya has recuperado todas tus fuerzas.-la abejita comenzó a zumbar alrededor de la cabeza de Ryo, antes de posarse sobre su hombro.-¿Se puede saber que demonios es esa cosa?

-Una abeja robot, que me obsequió el árbol dónde dormimos. Él me ayudó a sacar la sortija del museo. ¿No te parece linda?-dijo mientras le daba un terrón de azúcar, y esta gustosamente se lo devoraba poco a poco.

-Escoria...-la abejita lo escuchó, y comenzó a volar enredando todo el cabello de Bakura, mientras que este intentaba inútilmente de quitársela.

Malik, Yugi y sus espíritus entraron a la cocina, enojados por tanto alboroto.

Comenzaron a reírse a carcajadas, al ver el cabello de Bakura, que se encontraba totalmente erizado, como el de Yami y Yugi, pero esta vez parecía un erizo.

-¡Que lindo te vez, ladrón!-dijo Marik entre risa y risa.

-¡JURO QUE LOS MATARÉ A TODOS!

Bakura y Ryo estaban recorriendo la ciudad, un poco más. Consiguieron la dirección exacta del aeropuerto, y el espíritu la anotó en la memoria de su celular.

Ya era de noche, y hacía frío.

Pasaron por un local de joyería, dónde Bakura vio algo que le llamó la atención. En el mostrador, de adentro de la tienda, había unos brazaletes en forma de serpientes que se enroscaban alrededor del brazo. Bakura y Ryo entraron, dónde fueron atendidos por una mujer.

-¿Puedo ayudarlos en algo, señores?

-Me gustaría ver los brazaletes de serpientes que están ahí.-dijo mientras los señalaba.

-Si.-la mujer abrió una puerta de vidrio corrediza, y colocó ambos brazaletes sobre el mostrador.

-Son hermosos...-susurró Ryo.

Ambos brazaletes se encontraban hecho de diamantes diminutos, y los ojos de las serpientes era don piezas de rubí talladas, haciendo los ojos de ambos reptiles. Uno tenía forma de serpiente común, mientras que el otro, tenía forma de cobra. Bakura dijo que se los llevaría a ambos, y la mujer les dijo el precio por ambos.

El teléfono de la tienda sonó, y ella se disculpó.

Al regresar, vio que no se encontraban los sujetos ni tampoco los brazaletes.

Estaba por llamar a la policía, cuando divisó sobre el mostrador el dinero exacto a la compra de ambas joyas. Colgó el tuvo y guardó el dinero en su caja registradora.

-Mira, `Kura.-dijo Ryo, señalando un local dónde hacía tatuajes y piercing. (N/A: "Piercing": perforaciones en cualquier parte del cuerpo.)

-¿Qué ocurre?-Bakura se colocó al lado de su amante, y vio como señalaba unos aretes, uno en forma de ángel y el otro en forma de demonio, con una pequeña cadena.-Ni lo sueñes.

-Pero a mi me gusta.

-No.

-`Kura, recuerda que yo también puedo crear dinero...

-Esta bien, esta bien. Yo elijo el demonio y tu te quedas con el ángel, ¿De acuerdo?

-Claro. ¡Mira! También hay un sol y una luna.

-¿Entonces quieres hacerte dos perforaciones?

-Si.

-De acuerdo.

Ambos chicos entraron, y un tipo, grande y musculoso, gordo, sudado, con perforaciones y tatuajes por todo el cuerpo, vestido como motociclista, los atendió. Bakura preguntó el precio de las perforaciones, y este contestó:

-20 dólares cada una.

-Eso serían, 80 dólares, para los dos. Un poco caro, ¿Qué tal 70?

-Ochenta.

-Setenta y cinco.

-Ochenta.

-Cuarenta dólares y le daré estos brazaletes de oro macizo.-dijo Bakura mientras le mostraba dos hermosos brazaletes.

-Trato hecho. Cuarenta y ambos brazaletes.

El primero fue Ryo. El hombre preguntó que tipo de aretes querían y el menor los señaló. Guió a ambos hasta un pequeño cuarto, donde había un silla, e hizo recostar a Ryo en ella. Acercó una mesita y colocó un pequeño recipiente con alcohol y tiró dentro los aretes.

-Bien chico, ¿Dónde los quieres?

-El del ángel lo quiero en el lóbulo, y el otro más arriba, aquí, en mi oreja

izquierda.

-De acuerdo. Esto te dolerá, pero deberás resistir.

-Como quiera.

El tipo se colocó unos guantes y sacó el arete del ángel, lo secó con una pequeña toalla, antes de comenzar a perforar el lóbulo de Ryo. Bakura hizo una mueca de asco y se volteó para otra parte.

-Bien, uno y falta uno.-dijo el hombre mientras tomaba el arete del sol, y comenzaba a perforar nuevamente la oreja de Ryo.-Terminamos contigo.

El menor se levantó y el aro del ángel se movió.-Tu turno.-dijo mientras se dirigía a Bakura y colocaba en el alcohol los otros dos aretes.

-Ryo...No creo que lo soporte...-se quejó el espíritu.

-Si no me quejé por el dolor, entonces también tu puedes hacerlo. Piensa en otra cosa que no sea en el dolor que te causará esto.

-Como digas...-dijo mientras se colocaba en su sitio.

Bakura se encontraba caminando al lado de Ryo, con un algodón en su oreja derecha, cubierto levemente de sangre. Se había movido sin querer, y el tipo le sacó la piel a una parte de la oreja.

-¿Viste que no dolió?

-Cállate...-le gruñó Bakura a Ryo, que se reía.

Llegaron a un parque y treparon a un árbol.

Había luna llena, y ambos observaban desde lo alto, cómo la ciudad era bañada con el resplandor de plateado de ella. El espíritu se quitó su tapado de garbadina, y lo colocó sobre una rama más arriba, mientras que Ryo lo imitaba, pero lo colocaba debajo de él.

Bakura sacó los brazaletes, y los observó detalladamente a cada uno.

-¿Qué haces?

-Colocando magia dentro de ellos. Así serán otro tipo de armas de ataque y defensa. Tu te quedas con la cobra, y yo con la otra.

-Ohh...Ya veo...

-Tu brazalete tendrá el veneno de la serpiente más letal del mundo, y el mío, la que le sigue.

Bakura hizo brillar la sortija del milenio, y de las puntas comenzó a brotar hilos violetas, que se dirigían a ambos brazaletes, tornándolos poco a poco violáceos.

Cuando Bakura hubo terminado, le entregó la cobra a Ryo, y este se colocó la pieza de joyería en su brazo. Esta comenzó a resplandecer y luego se detuvo. El espíritu lo imitó y el suyo hizo exactamente lo mismo.

-¿Ahora?

-Sólo hay que llamarlas, y cobrarán vida, pequeño. ¿Cómo llamarás a la tuya?

-No lo sé. ¿Qué tal, Uadyit? La diosa áspid egipcia.

-Bien, yo la llamaré Mehen. ¿Qué tal, Mehen?-dijo Bakura mientras acariciaba la cabeza de la pieza, y esta lentamente brillaba en un color violáceo.

Pronto tomó vida y era una hermosa serpiente con ojos rojos y con una escamas negras en la parte superior y amarillentas en su vientre. Esta acercó su boca hacía la de Bakura, y comenzó a sacar y meter su lengua bífida, rápidamente.

Ryo hizo lo mismo con su brazalete, y comenzó a brillar opacamente. Pronto se convirtió en una hermosa cobra negra con sus ojos rojos, igual a la anterior. Abrió su capucha emitiendo sonidos con el aire que entraba en sus fosas nasales y moviendo su lengua bífida rápidamente. Se trepó por el brazo de Ryo, y se acomodó en el cuello de este, enroscándolo contra su cuerpo resbaladizo.

-Es hermosa...-comentó Ryo, mientras acariciaba la mandíbula inferior de su serpiente.

-Si...Igual a ti...

Al amanecer, ambos chicos siguieron su camino.

Uadyit seguía enrollada alrededor del cuello de Ryo, observando a las personas que pasaban cerca de ellos, mientras olfateaba el aire con su lengua. Un chico se le acercó por detrás, jalándole la garbadina blanca. Este se volvió y el pequeño le preguntó si podía ver a la cobra más de cerca. Ryo dudó unos momentos, pero se decidió. Le indicó al chico de no tocarla, por si se encontraba nerviosa. El chico asintió, y el albino sacó a su serpiente de su cuello, y la colocó a la altura del niño que la contemplaba maravillado.

-¿Cuál es su nombre?

-Uadyit.

-Es el nombre de la diosa egipcia áspid, ¿Verdad?

-Aja...Sabes mucho a pesar de tu edad, niño.

-Lo sé. Gracias por mostrarme su serpiente.

-No hay de qué.-su cobra volvió a enroscarse en su cuello, y observó al niño una vez más, antes de reposar su cabeza en el hombro de Ryo.

Entraron a un bar para almorzar y descansar un poco.

Sin que Ryo se diera cuenta, Uadyit se escabulló del cuerpo de su amo, y comenzó a deslizarse por el suelo, hacía su destino. Había visto una rata cerca de una de las mesas.

Se deslizó sigilosamente, hasta estar detrás de la rata, y rápidamente clavarle sus colmillos e inyectarle su veneno extremadamente tóxico. El chillido de la rata agonizando se oyó en todo el bar, y todo el mundo viró para encontrarse cómo la rata se retorcía de dolor, y una cobra esperando que su víctima pereciera.

-¡Uadyit!-susurró Ryo.

-Vaya, vaya...Que hermosa sobra eres.-dijo el dueño mientras se inclinaba y acariciaba suavemente la cabeza de la áspid.-Cómetela. Me harás un favor deshaciéndote de esa sucia rata.

-¿No le teme a mi serpiente?-interrogó Ryo.

-No. Ya he tenido una anteriormente, pero un perro se la devoró. Ahora trato de conseguir una de estas. Son bellísimas y muy buenas cazadoras. Parece que tu serpiente tenía hambre, amigo. Se devoró la rata en dos segundos.

Jeje...

Uadyit terminó por engullir a la rata y volvió a treparse en el cuello de su amo, quien le susurró "Traviesa...", mientras acariciaba su mandíbula

inferior.