Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ Show me Love ❯ Chappy 8 ( Chapter 8 )
-Bastardo...¡ERES UN BASTARDO MARIK!-se repetía continuamente el espíritu, que se encontraba sentado frente a la puerta de la habitación de su contraparte, llorando con fuerza.-Eres un idiota, un desgraciado. Eso es lo que eres. ¡UN DESGRACIADO!-comenzó a llorar con más fuerza y susurró.-Muéstrame amor...
Isis y Rashid entraron a la casa, sintiendo que algo no iba bien con Malik y su espíritu. Subieron las escaleras y encontraron al espíritu del cetro, sentado con sus piernas atraídas a su cuerpo a la vez que las rodeaba con los brazos y hundía su cabeza en ellas para llorar. Los hermanos se acercaron y se arrodillaron frente a él. Isis pasó una mano por el pelo de este haciendo que levantara la cabeza mostrando sus ojos llorosos.
-¿Qué ocurre?
-Sucede que soy un desgraciado. Eso pasa.-respondió enojado consigo mismo.
-¿Por qué?-interrogó Rashid.
-Por un estúpido incidente que pasó entre Malik y yo, lo cambió todo.-exclamó furioso.
-¿Quieres contárnoslo?-preguntó Isis preocupada.
-Primero hablen con mi pequeño ángel. Él esta peor que yo.
Los hermanos se miraron y asintieron dejando a Marik sentado, se dirigieron a la habitación de su hermano menor. Golpearon a la puerta suavemente, y Malik respondió gritando que no quería ver a nadie. "Es mucho más serio" dijo Rashid, con lo cual volvieron con Marik, que seguía llorando. Volvieron a arrodillarse para estar a su misma altura, y le llamaron la atención pronunciando su nombre. Este los miró y Rashid preguntó que había pasado entre los dos. Marik contó lo sucedido aquella noche, y cómo sus pensamientos hacía Malik cambiaron. Isis y Rashid lo oyeron sin interrumpir en ninguna parte. Una vez que terminó, el mayor de los tres preguntó:
-¿Y tu crees que Malik es un niño?
-No pero...-Malik entreabrió la puerta para oír lo que su espíritu contaba, tal vez algo que este no le había dicho por miedo, o por otra cosa.-Es que...no lo sé.
-¿Qué te hace creer que él es todavía un niño?-interrogó Isis.
-Nada.
-¿Entonces?
-No es la apariencia física, sino la mentalidad lo que importa en este caso, Isis.-dijo Marik.-Malik a veces olvida que sigo siendo un espíritu aunque puedo ocupar otro cuerpo en lugar del suyo, eso le hace creer que también tengo una mente tal cual a la de un humano, pero no es así.
-Si...Es cierto.-dijo Malik, saliendo de su habitación para acercarse al trío.-Me olvido que tu sigues siendo un espíritu de 5,000 años. En parte es mi culpa, por ser tan idiota.
-¡NO!-gritó Marik, haciendo que todos lo miraran.-¡No lo eres! ¡Yo soy el idiota!-comenzó a llorar levemente, haciendo que su hikari lo imitara.-Tú me contaste lo que soñaste y por eso te dio miedo, pero yo no le hice caso a eso y simplemente pensé que seguías siendo un niño en la mente, aunque no lo fueras. Perdóname, por favor, mi pequeño ángel de luz. Perdóname, te lo suplico...
-Mi Yami no tenshi...Ai shiteru...-dijo Malik, llorando de felicidad.
Se abalanzó contra su Yami abrazándolo fuertemente, llorando en su pecho. Su espíritu lo abrazó con esa misma fuerza y le susurró que él también lo amaba. Lo separó un poco e hizo aparecer en sus manos una pequeña caja envuelta en papel de regalo con un pequeño moño dorado. Se lo entregó a Malik y le dijo que era especialmente para él. Preguntó si podía abrirlo y este le asintió. Lentamente, Malik comenzó a desenvolver la caja. Al abrirla, gritó de felicidad. Abrazó nuevamente a Marik diciéndole "¡GRACIAS!", y lo empujó sin querer haciendo que ambos cayeran al suelo. "¡TEQUIEROTEQUIEROTEQUIERO!" Comenzó a decir Malik con entusiasmo.
-Bueno, bueno...¿Qué te dio Marik, hermanito?.preguntó Rashid.
-¡Lo que siempre quise!-dijo mientras se levantaba del cuerpo de su espíritu, para sentarse y ser abrazado por él.-¡El peluche de Ra!
-¡Que bonito!-dijo Isis tomándolo.-¡Es muy lindo! ¡Quiero uno!
-¡NOOOOO!-exclamó Malik, arrebatándoselo.-Es mío, mío, mío y sólo mío, en especial porque me lo obsequió con mucho amor mi Yami no tenshi...
-Buenoooooo...Parece que los tortolitos se han reconciliadoooooo...-exclamó Rashid, burlonamente, haciendo que Marik y Malik le salieran unas venitas en la frente.-Bien.-dijo mientras se levantaba.-Sobró un poco de pastel, así que, si me disculpan...
-¡¡NOSOTROS LO HAREMOS POR TI RASHID!!-exclamaron a la vez Marik y Malik, bajando rápidamente las escaleras para dirigirse a la cocina.-¡¡LO ACABAREMOS Y NO TE DEJAREMOS NADA!!
-¡¡NOOOOOOOOO!!-gritó el mayor bajando las escaleras con rapidez.-¡¡¡ESE PEDAZO ES ÚNICAMENTE MÍO!!!
-¿Por qué a mi?-Isis bufó enojada, levantándose.
Ryo se levantó a las once de la mañana, para ir preparando el almuerzo sin despertar a su Yami. Tal vez iría de compras para ver qué podría regalarle a su Bakura. Se preparó el almuerzo y le dejó un poco a su otro yo. Salió de su casa antes de que despertara su espíritu, y se dirigió a la tienda de antigüedades que solía ir su padre. Llevaba consigo todo el dinero que tenía de sus ahorros, para obsequiarle algo a su espíritu. Entró en la tienda y el dueño, un hombre viejo pero con energías para seguir viviendo, le dio una cálida bienvenida diciendo que hacía mucho tiempo que no lo veía pasar por su tienda.
-¿Qué buscas Ryo?
-Algo especial. Muy especial.-dijo mirando las antigüedades de la tienda.-Debe ser un regalo especial...
-Para alguien especial, ¿Verdad?
-Bueno...si...-contestó sonrosándose.-Me gustaría ver algunos cuchillos antiguos...
-Tengo de muchas civilizaciones antiguas.
-¿Provenientes de Egipto tiene alguna?-preguntó Ryo con alguna esperanza.
-Me parece...Si...Tengo una...Creo que la tengo en una vitrina por aquí...-dijo mientras le indicaba a Ryo que lo siguiera.-Si. Es esta.
En la vitrina se encontraba una daga, hecha en oro macizo, adornada con jeroglíficos en la parte inferior de la hoja. Su empuñadura estaba hecha de oro igual que la hoja, adornada levemente con algunas piedras preciosas. Ryo se apoyó suavemente sobre la vitrina, mirando maravillado al arma.
-Es...hermosa...-dijo sorprendido al ver un arma tan bella.-Mi padre me enseñó muchas espadas, dagas, cuchillos...pero nunca una como esta. ¿Cómo se llama?
-Creo que...La Daga de Ra...
-De Ra...-repitió Ryo, volviendo su mirada a la daga.-¿Y por qué?
-Ra hizo un arma poderosa, para obsequiársela a un Faraón muy valiente, pero cuando el la había terminado de crear, antes de que se le fuera entregada al Faraón, un ladrón astuto, realmente muy astuto, le robó esta daga al dios Ra, para quedarse con todo su poder. Dicen que este ladrón tenía el cabello blanco como las nubes, al igual que tú, Ryo.
-Tiene una historia intrigante. Cuesta demasiado...Tengo la suma de dinero pero no llego...-exclamó Ryo, deprimido.
-No te preocupes joven Ryo. Dame el dinero que tengas y es tuya.
-¿Lo dice enserio?-preguntó el albino feliz.
-¡Pues claro! Le debo mucho a tu padre. Sin él no hubiera llegado hasta lo que soy hoy.
-Oh...¡Muchísimas gracias! ¡No sabe cuanto se lo agradezco!
-No es nada Ryo. Ahora, llévatela, y obséquiasela a ese alguien especial. ¿Seguro que le gustará?
-Segurísimo.-se dirigió a la puerta y le dijo al dueño.-¡De nuevo gracias!
-Adiós, Ryo. Espero volver a verte.-le dijo, saludando con la mano.
-Mmmm....Ryo....¿¡POR QUÉ TE FUISTE SIN AVISAR?!-gritó Bakura.-¡Me preocupé por nada! ¡No vuelvas a hacerme esto, por el amor de Ra y todos los dioses del Egipto!
Bakura se había levantado y se extrañó al no ver a su pequeño en la cama junto con él. Bajó las escaleras y fue a la cocina donde encontró su almuerzo y una nota de Ryo. El espíritu la leyó y luego la abolló, tirándola al bote de basura. Se comió todo el almuerzo y se tiró en el sofá, acostándose en él, esperando a su hikari.
Ryo regresó a su casa a eso de la 1:30. Encontró a Bakura durmiendo en el sofá y suspiró aliviado. Subió a su habitación y escondió el obsequio. Sonrió y se sorprendió al escuchar que la puerta se abría de golpe, para dejar paso a un Bakura bastante enojado. Cerró la puerta de un portazo y se fue acercando a Ryo con una expresión fría y cruel. Ryo fue retrocediendo hasta que la pared le impidió continuar. Bakura quedó frente a frente con él. Ryo miró a Bakura y este le devolvió la mirada fríamente.
-Hola Bakura...-comenzó Ryo, con miedo.-Despertaste...
-¿Qué te parece?-le contestó de forma ruda.
-¿Por qué estás enojado conmigo?
-Porque saliste antes de que yo me levantara.-le contestó de la misma manera.-Puedes tener más libertad pero no tanta...Para la próxima vez, piensa antes de actuar...
-Lo siento. Será a tu manera Bakura.-cómo veía que su espíritu no se apartaba le dijo.-Déjame salir. Necesito hacer otras cosas.
-Oblígame.
-Como quieras.
Bakura se sorprendió cuando Ryo lo empujó haciendo que cayera al suelo. El menor salió de la habitación, dejando a su espíritu con una total sorpresa.
Ryo se encontraba lavando los platos en la cocina. Bakura bajó las escaleras y se dirigió hacía él, con la intención de disculparse. Se detuvo a la entrada de la cocina, y vaciló unos momentos. Comenzó a acercarse a Ryo con lentitud, y cuando se encontraba detrás de él, lo abrazó por la cintura, recargando su cabeza en la espalda de este. Ryo siguió en lo suyo, sin prestar atención a lo que hacía su espíritu.
-Perdón, hikari. No quise ser tan...posesivo...-comenzó a hablar Bakura.
-Lo sé.
-¿Me disculpas?
-Prométeme que no lo volverás a hacer.
-No puedo prometer nada en estas circunstancias. Sólo perdóname.
-Claro que lo haré, Yami.-se secó las manos dándose media vuelta para encontrarse con el rostro de su Yami.-Pero no tienes que ser tan posesivo. Si te comportas de esa manera, siento cómo si no tuviera tanto espacio para moverme.
-Dibuja una sonrisa, y te regalo una rosa.-dijo Bakura-Vamos. Dibuja una sonrisa y te regalo una rosa.
Ryo le sonrió y Bakura extendió su mano donde una rosa blanca apareció. El menor la tomó mirándola sonrosado levemente. Besó a Bakura y se colocó la flor en su oreja, a modo de adorno.